Camino del Olvido
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Re: Camino del Olvido
QUE HERMOSOOOO MI NIÑO LE VA A FESTEJAR
SU CUMPLE A SU NIÑA TODO UN DETALLE
A VER SI CON ESO NO SEDE MYRIAM ES ALGO MUY LINDO
POR PARTE DE ÈL HACIA VICTORIA
SU CUMPLE A SU NIÑA TODO UN DETALLE
A VER SI CON ESO NO SEDE MYRIAM ES ALGO MUY LINDO
POR PARTE DE ÈL HACIA VICTORIA
Eva_vbb- VBB DIAMANTE
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Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Camino del Olvido
¡Qué bello! Gracias por el capi Dulce!!!!!!
Marianita- STAFF
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Localización : Veracruz, Ver.
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Camino del Olvido
muchas gracias por el capitulo y siguele por faaaaaa
jai33sire- VBB PLATINO
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Localización : Mexico Distrito Federal
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Camino del Olvido
Capítulo 8
Feliz cumpleaños, preciosidad -dijo Víctor acercándose a su hija para darle un sonoro beso en la mejilla-. Siento mucho no haber podido estar en tu fiesta de cumpleaños, pero espero que esto te sirva de consuelo y que no me lo reproches en el futuro.
Aunque Víctor tenía los ojos fijos en su hija, a Myriam le pareció que, realmente, estaba hablándole a ella. Deseó decir algo, pero las palabras murieron en sus labios.
Para disimular el estado sentimental en el que había entrado, Myriam se puso a colocar a su hija en la silla.
-¿Te parece bien? -le preguntó Víctor a Myriam.
Myriam puso una bandeja de plástico blanca encima de la bandeja de madera de la silla y, con voz neutral, contestó:
-Sí, claro. Pero antes de comer pastel, Victoria tiene que tomarse su comida.
-Por supuesto. A lo que me refería era a si te parece bien que celebremos su cumpleaños otra vez.
Myriam quería estar enfadada, quería decirle que no, que era demasiado tarde. Quería hacerle saber que ella estaba irrevocablemente harta.
Pero el hombre que la miraba no lo comprendería. El hombre que la miraba solo quería arreglar las cosas. Porque el hombre que la miraba no era realmente Víctor.
-Es un detalle encantador, Víctor -concedió Myriam sinceramente-. Encantador.
Tan pronto como terminaron de comer, Víctor encendió la única vela de la tarta de Victoria y los dos le cantaron Feliz Cumpleaños. Victoria, entendiendo que era el centro de atención, les regaló una sarta de gritos y risas. Incluso aplaudió cuando sus padres lo hicieron.
-Muy bien, hija; ahora, disfruta -le dijo su padre colocándole un trozo de pastel en la bandeja.
Myriam hizo una mueca cuando la niña hundió los dedos en el pastel.
-¡Eh, espera! Quiero una foto con ella.
Víctor corrió por la cámara de Myriam, que siempre la tenía cargada.
-Toma -Víctor le dio la cámara a Myriam-. Sácanos una foto.
Víctor se colocó al lado de la silla de su hija, agachado.
-Quiero demostrarle que estuve en su cumpleaños.
Myriam disparó la cámara y dijo:
-Deja que les saque otra.
Víctor se acercó más a su hija, colocando la cabeza casi pegada a la de la niña.
Después de sacar la segunda foto y, justo cuando Myriam iba a guardar la cámara, Victoria agarró su plato y se volvió para mirar a su padre; sin querer, le dio con el plato en la cara.
Otro disparo de cámara.
Myriam dejó la cámara y miró a Víctor. Aún se encontraba de cuclillas y tenía tarta de chocolate y vainilla por todo el rostro. Myriam pasó de sentir tensión a comprensión y, por último, divertimiento.
-Oh, cielo, ¿qué le has hecho a papá? -Myriam se mordió los labios para no echarse a reír.
Una de las cosas que Victoria decía cuando algo se rompía o se caía era «Oooooh».
-Oooooh -dijo la niña.
Los labios de Víctor se agrandaron y sus hombros empezaron a sacudirse.
-Espera, no te muevas -Myriam sacó otra fotografía.
Después, conteniendo la risa, Myriam fue por un trapo para limpiar el chocolate y la vainilla.
Al cabo de unos minutos, con Víctor ya medio limpio, comieron el pastel de forma más civilizada. Víctor ayudó a Victoria a abrir sus regalos.
El primero fue un autobús de colegio amarillo con muñecos de pasajeros. Inmediatamente, Myriam se dio cuenta de que a Victoria iba a encantarle. Y así fue. Víctor le dio otro paquete a su esposa.
-Ábrelo tú.
Myriam quitó la envoltura.
-Oh, cielo... es un... ¿guante de béisbol?
Victoria miró su segundo regalo, pero no atrajo su interés. Sin embargo, el lazo de la envoltura sí.
-Sí, es un guante de béisbol -Víctor se negó a ceder respecto a la duda sobre lo adecuado de su elección-. En estos tiempos, las chicas hacen lo mismo que los chicos.
-Cierto. Pero... ¿no podrías haber esperado unos meses?
Víctor dedicó a su esposa una mirada burlona.
-Las madres son unas aguafiestas.
La última caja era grande y tenía estampado el logotipo de una de las mejores tiendas de la zona. Cuando Myriam la abrió, se sintió derretir. Víctor había comprado a Victoria un vestido blanco, perfecto para el verano.
Levantó el vestido y fue entonces cuando vio otra prenda, idéntica a la que tenía en las manos, pero de su talla.
-¡Oh! -gritó Myriam suavemente, demasiado sorprendida para decir nada más.
-Es un conjunto de madre e hija -explicó Víctor-. Si no te gusta, puedes cambiarlo. Se me ocurrió que... en fin, que estarían muy guapas las dos iguales. Pero si te parece cursi...
-No, no. Me encanta, Víctor. Lo que pasa es que... estoy demasiado sorprendida. Es el cumpleaños de Victoria, no el mío.
Víctor lanzó una carcajada.
-Esa es la cuestión. Como no sé cuándo es tu cumpleaños, he pensado que sería mejor cubrirme las espaldas.
-Gracias.
Myriam se recostó en el respaldo de su asiento con lágrimas en los ojos. Miró a su hija, que todavía jugaba con el autobús; después, miró a su marido, que le devolvió la mirada. De repente, se dio cuenta de que tenía un problema serio. Su resistencia estaba cediendo. Era imposible mantenerse fría con un hombre como Víctor, imposible fingir que no le llegaba al alma. Y lo peor era que ya ni siquiera sabía si quería evitarlo.
El doctor Grogan llamó aquella misma tarde para ver cómo estaba Víctor.
-Bastante bien -sujetando el teléfono con la cabeza y el hombro, Myriam se quitó los, guantes de jardinería y los dejó en la mesa del invernadero-. Ahora está arriba, dándose un baño.
-Estupendo. Eso le ayudará a relajar los músculos. ¿Algún cambio importante?
-Físicamente, se está recuperando muy bien. Ya ha dejado de tomar calmantes para el dolor y hoy es el primer día que ha andado sin muletas. Sin embargo, en lo que se refiere a la memoria, no ha habido progresos importantes.
-Bueno, solo ha transcurrido una semana desde que tuvo el accidente.
¿Solo una semana? Myriam había perdido la noción del tiempo.
-Ha recordado pequeñas cosas -dijo Myriam-. También ha podido hacer cosas en el ordenador; por ejemplo, sabe cómo hacer funcionar los programas.
-Ya es algo.
-Sí, supongo que sí. Víctor quiere ir a la oficina para ver si eso le ayuda a recordar. Tenemos pensado ir el domingo por la noche, aprovechando que no habrá gente.
-Me parece bien -dijo el psiquiatra-. ¿Qué tal está de ánimo?
-Tiene un ánimo excelente -Myriam sonrió al recordar la improvisada fiesta de cumpleaños un rato atrás.
-¿No da muestras de impaciencia o frustración?
-No muchas, no.
-¿No se ha encerrado en sí mismo ni está de mal humor?
-No -Myriam reflexionó unos segundos-. Le entiendo. Usted piensa que cualquier persona en su situación se sentiría frustrada o impaciente, ¿verdad?
-Bueno... no puedo negar mi sorpresa. Su marido es un hombre extraordinario, Myriam. ¿Sabía usted que, después de que el avión aterrizara, Víctor se quedó a bordo para ayudar a desembarcar a los otros pasajeros?
Myriam guardó silencio unos momentos.
-No, no lo sabía. Recuerdo que Víctor fue uno de los últimos en salir del avión, pero eso es todo. ¿Cómo se ha enterado usted?
-He estado entrevistando a algunas personas de la tripulación con el fin de tener un mejor conocimiento de lo ocurrido. Creo que es posible que a su marido le den una condecoración.
-¿En serio? -Myriam frunció el ceño-. Pero... ¿cómo lo hizo? Quiero decir que Víctor tenía un brazo roto y el tobillo dislocado.
-Sorprendente, ¿verdad? ¡Lo que es la mente!
Myriam se llevó una mano a la frente. Si se había sentido confusa antes, ahora estaba completamente perpleja.
-En cualquier caso -dijo el médico-, si se diera un cambio en el estado de su marido, le agradecería que me lo comunicara lo antes posible. Y si a usted le resulta difícil de llevar...
-No se preocupe, lo haré.
-Tenemos una cita dentro de una semana; pero, si algo ocurriera entre tanto, no dude en llamarme.
El médico parecía ya a punto de cortar la comunicación.
-Doctor Grogan, ¿le importaría que le hiciera una pregunta algo tonta?
-Myriam, las únicas preguntas tontas son las que no se hacen.
-Gracias. Dígame, ¿es posible que la personalidad de una persona cambie durante un período de amnesia?
El psiquiatra tardó en contestar unos segundos.
-Así, de primeras, yo diría que no. ¿Por qué? ¿Se comporta Víctor de forma desacostumbrada en él?
Nerviosamente, Myriam retorció el cable del teléfono.
-Bueno... sí. Entre otras cosas, está mucho más a gusto con nuestra hija, pasa mucho más tiempo con ella. En realidad, parece encantado de estar con Victoria.
-¿Y antes no?
-No. Ese era uno de los motivos por el que teníamos problemas en nuestro matrimonio.
-No quiero hacer una interpretación de esto por teléfono; es decir, sin hablar antes con él. Pero podría ser que, ahora que no está trabajando, se sienta más relajado en general. El trabajo, a veces, puede producir mucha tensión.
Myriam consideró poco probable esa posibilidad.
-Eso supondría admitir que Víctor siempre ha querido pasar tiempo con nuestra hija.
-¿Y usted piensa que no es así?
-No. Cuando nos casamos, él dejó muy claro que no quería tener hijos. Y otra cosa, le encantaba ir a trabajar. No le gustaba nada quedarse en casa.
Se hizo un silencio incómodo.
-Bueno, como ya he dicho, dudo de que la amnesia le haya cambiado la personalidad en lo fundamental.
-Pues le ha hecho algo -insistió Myriam.
-Es algo que veré cuando su marido venga a la cita la semana que viene.
Myriam se quedó desilusionada. Estaba claro que el médico no iba a arriesgarse a lanzar una hipótesis sobre lo que estaba pasando.
Pero era natural, ¿qué médico lo haría antes de hablar con su paciente? Y, de lo contrario, ¿se fiaría ella de ese médico?
-No he querido ponerle en una situación difícil, le he preguntado solo porque no comprendo lo que está pasando.
-No se preocupe, Myriam. ¿Puedo ayudarla en algo más?
-No, eso es todo. Gracias, doctor.
Myriam colgó el teléfono, pero no se había quedado tranquila.
P.D. Esta cortis pork no me dejaba poner mas pero si me ponen mensajitos rapido mas tarde les prometo ponerles otrooo
Feliz cumpleaños, preciosidad -dijo Víctor acercándose a su hija para darle un sonoro beso en la mejilla-. Siento mucho no haber podido estar en tu fiesta de cumpleaños, pero espero que esto te sirva de consuelo y que no me lo reproches en el futuro.
Aunque Víctor tenía los ojos fijos en su hija, a Myriam le pareció que, realmente, estaba hablándole a ella. Deseó decir algo, pero las palabras murieron en sus labios.
Para disimular el estado sentimental en el que había entrado, Myriam se puso a colocar a su hija en la silla.
-¿Te parece bien? -le preguntó Víctor a Myriam.
Myriam puso una bandeja de plástico blanca encima de la bandeja de madera de la silla y, con voz neutral, contestó:
-Sí, claro. Pero antes de comer pastel, Victoria tiene que tomarse su comida.
-Por supuesto. A lo que me refería era a si te parece bien que celebremos su cumpleaños otra vez.
Myriam quería estar enfadada, quería decirle que no, que era demasiado tarde. Quería hacerle saber que ella estaba irrevocablemente harta.
Pero el hombre que la miraba no lo comprendería. El hombre que la miraba solo quería arreglar las cosas. Porque el hombre que la miraba no era realmente Víctor.
-Es un detalle encantador, Víctor -concedió Myriam sinceramente-. Encantador.
Tan pronto como terminaron de comer, Víctor encendió la única vela de la tarta de Victoria y los dos le cantaron Feliz Cumpleaños. Victoria, entendiendo que era el centro de atención, les regaló una sarta de gritos y risas. Incluso aplaudió cuando sus padres lo hicieron.
-Muy bien, hija; ahora, disfruta -le dijo su padre colocándole un trozo de pastel en la bandeja.
Myriam hizo una mueca cuando la niña hundió los dedos en el pastel.
-¡Eh, espera! Quiero una foto con ella.
Víctor corrió por la cámara de Myriam, que siempre la tenía cargada.
-Toma -Víctor le dio la cámara a Myriam-. Sácanos una foto.
Víctor se colocó al lado de la silla de su hija, agachado.
-Quiero demostrarle que estuve en su cumpleaños.
Myriam disparó la cámara y dijo:
-Deja que les saque otra.
Víctor se acercó más a su hija, colocando la cabeza casi pegada a la de la niña.
Después de sacar la segunda foto y, justo cuando Myriam iba a guardar la cámara, Victoria agarró su plato y se volvió para mirar a su padre; sin querer, le dio con el plato en la cara.
Otro disparo de cámara.
Myriam dejó la cámara y miró a Víctor. Aún se encontraba de cuclillas y tenía tarta de chocolate y vainilla por todo el rostro. Myriam pasó de sentir tensión a comprensión y, por último, divertimiento.
-Oh, cielo, ¿qué le has hecho a papá? -Myriam se mordió los labios para no echarse a reír.
Una de las cosas que Victoria decía cuando algo se rompía o se caía era «Oooooh».
-Oooooh -dijo la niña.
Los labios de Víctor se agrandaron y sus hombros empezaron a sacudirse.
-Espera, no te muevas -Myriam sacó otra fotografía.
Después, conteniendo la risa, Myriam fue por un trapo para limpiar el chocolate y la vainilla.
Al cabo de unos minutos, con Víctor ya medio limpio, comieron el pastel de forma más civilizada. Víctor ayudó a Victoria a abrir sus regalos.
El primero fue un autobús de colegio amarillo con muñecos de pasajeros. Inmediatamente, Myriam se dio cuenta de que a Victoria iba a encantarle. Y así fue. Víctor le dio otro paquete a su esposa.
-Ábrelo tú.
Myriam quitó la envoltura.
-Oh, cielo... es un... ¿guante de béisbol?
Victoria miró su segundo regalo, pero no atrajo su interés. Sin embargo, el lazo de la envoltura sí.
-Sí, es un guante de béisbol -Víctor se negó a ceder respecto a la duda sobre lo adecuado de su elección-. En estos tiempos, las chicas hacen lo mismo que los chicos.
-Cierto. Pero... ¿no podrías haber esperado unos meses?
Víctor dedicó a su esposa una mirada burlona.
-Las madres son unas aguafiestas.
La última caja era grande y tenía estampado el logotipo de una de las mejores tiendas de la zona. Cuando Myriam la abrió, se sintió derretir. Víctor había comprado a Victoria un vestido blanco, perfecto para el verano.
Levantó el vestido y fue entonces cuando vio otra prenda, idéntica a la que tenía en las manos, pero de su talla.
-¡Oh! -gritó Myriam suavemente, demasiado sorprendida para decir nada más.
-Es un conjunto de madre e hija -explicó Víctor-. Si no te gusta, puedes cambiarlo. Se me ocurrió que... en fin, que estarían muy guapas las dos iguales. Pero si te parece cursi...
-No, no. Me encanta, Víctor. Lo que pasa es que... estoy demasiado sorprendida. Es el cumpleaños de Victoria, no el mío.
Víctor lanzó una carcajada.
-Esa es la cuestión. Como no sé cuándo es tu cumpleaños, he pensado que sería mejor cubrirme las espaldas.
-Gracias.
Myriam se recostó en el respaldo de su asiento con lágrimas en los ojos. Miró a su hija, que todavía jugaba con el autobús; después, miró a su marido, que le devolvió la mirada. De repente, se dio cuenta de que tenía un problema serio. Su resistencia estaba cediendo. Era imposible mantenerse fría con un hombre como Víctor, imposible fingir que no le llegaba al alma. Y lo peor era que ya ni siquiera sabía si quería evitarlo.
El doctor Grogan llamó aquella misma tarde para ver cómo estaba Víctor.
-Bastante bien -sujetando el teléfono con la cabeza y el hombro, Myriam se quitó los, guantes de jardinería y los dejó en la mesa del invernadero-. Ahora está arriba, dándose un baño.
-Estupendo. Eso le ayudará a relajar los músculos. ¿Algún cambio importante?
-Físicamente, se está recuperando muy bien. Ya ha dejado de tomar calmantes para el dolor y hoy es el primer día que ha andado sin muletas. Sin embargo, en lo que se refiere a la memoria, no ha habido progresos importantes.
-Bueno, solo ha transcurrido una semana desde que tuvo el accidente.
¿Solo una semana? Myriam había perdido la noción del tiempo.
-Ha recordado pequeñas cosas -dijo Myriam-. También ha podido hacer cosas en el ordenador; por ejemplo, sabe cómo hacer funcionar los programas.
-Ya es algo.
-Sí, supongo que sí. Víctor quiere ir a la oficina para ver si eso le ayuda a recordar. Tenemos pensado ir el domingo por la noche, aprovechando que no habrá gente.
-Me parece bien -dijo el psiquiatra-. ¿Qué tal está de ánimo?
-Tiene un ánimo excelente -Myriam sonrió al recordar la improvisada fiesta de cumpleaños un rato atrás.
-¿No da muestras de impaciencia o frustración?
-No muchas, no.
-¿No se ha encerrado en sí mismo ni está de mal humor?
-No -Myriam reflexionó unos segundos-. Le entiendo. Usted piensa que cualquier persona en su situación se sentiría frustrada o impaciente, ¿verdad?
-Bueno... no puedo negar mi sorpresa. Su marido es un hombre extraordinario, Myriam. ¿Sabía usted que, después de que el avión aterrizara, Víctor se quedó a bordo para ayudar a desembarcar a los otros pasajeros?
Myriam guardó silencio unos momentos.
-No, no lo sabía. Recuerdo que Víctor fue uno de los últimos en salir del avión, pero eso es todo. ¿Cómo se ha enterado usted?
-He estado entrevistando a algunas personas de la tripulación con el fin de tener un mejor conocimiento de lo ocurrido. Creo que es posible que a su marido le den una condecoración.
-¿En serio? -Myriam frunció el ceño-. Pero... ¿cómo lo hizo? Quiero decir que Víctor tenía un brazo roto y el tobillo dislocado.
-Sorprendente, ¿verdad? ¡Lo que es la mente!
Myriam se llevó una mano a la frente. Si se había sentido confusa antes, ahora estaba completamente perpleja.
-En cualquier caso -dijo el médico-, si se diera un cambio en el estado de su marido, le agradecería que me lo comunicara lo antes posible. Y si a usted le resulta difícil de llevar...
-No se preocupe, lo haré.
-Tenemos una cita dentro de una semana; pero, si algo ocurriera entre tanto, no dude en llamarme.
El médico parecía ya a punto de cortar la comunicación.
-Doctor Grogan, ¿le importaría que le hiciera una pregunta algo tonta?
-Myriam, las únicas preguntas tontas son las que no se hacen.
-Gracias. Dígame, ¿es posible que la personalidad de una persona cambie durante un período de amnesia?
El psiquiatra tardó en contestar unos segundos.
-Así, de primeras, yo diría que no. ¿Por qué? ¿Se comporta Víctor de forma desacostumbrada en él?
Nerviosamente, Myriam retorció el cable del teléfono.
-Bueno... sí. Entre otras cosas, está mucho más a gusto con nuestra hija, pasa mucho más tiempo con ella. En realidad, parece encantado de estar con Victoria.
-¿Y antes no?
-No. Ese era uno de los motivos por el que teníamos problemas en nuestro matrimonio.
-No quiero hacer una interpretación de esto por teléfono; es decir, sin hablar antes con él. Pero podría ser que, ahora que no está trabajando, se sienta más relajado en general. El trabajo, a veces, puede producir mucha tensión.
Myriam consideró poco probable esa posibilidad.
-Eso supondría admitir que Víctor siempre ha querido pasar tiempo con nuestra hija.
-¿Y usted piensa que no es así?
-No. Cuando nos casamos, él dejó muy claro que no quería tener hijos. Y otra cosa, le encantaba ir a trabajar. No le gustaba nada quedarse en casa.
Se hizo un silencio incómodo.
-Bueno, como ya he dicho, dudo de que la amnesia le haya cambiado la personalidad en lo fundamental.
-Pues le ha hecho algo -insistió Myriam.
-Es algo que veré cuando su marido venga a la cita la semana que viene.
Myriam se quedó desilusionada. Estaba claro que el médico no iba a arriesgarse a lanzar una hipótesis sobre lo que estaba pasando.
Pero era natural, ¿qué médico lo haría antes de hablar con su paciente? Y, de lo contrario, ¿se fiaría ella de ese médico?
-No he querido ponerle en una situación difícil, le he preguntado solo porque no comprendo lo que está pasando.
-No se preocupe, Myriam. ¿Puedo ayudarla en algo más?
-No, eso es todo. Gracias, doctor.
Myriam colgó el teléfono, pero no se había quedado tranquila.
P.D. Esta cortis pork no me dejaba poner mas pero si me ponen mensajitos rapido mas tarde les prometo ponerles otrooo
dulce_myrifan- VBB PLATINO
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Re: Camino del Olvido
Gracias Dulceeeeeeeeeeee
Aqui ta el miooooooo , kiero otrooooooooooooooooooooooooooooooooooooo andalesssssssssssssss
besitosss
GENO
Aqui ta el miooooooo , kiero otrooooooooooooooooooooooooooooooooooooo andalesssssssssssssss
besitosss
GENO
Geno- STAFF
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Re: Camino del Olvido
Gracias niña por el capi
que bueno que la festejo el cumple
que bueno que la festejo el cumple
monike- VBB PLATA
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Re: Camino del Olvido
Otro otro otro capitulo por fa que esta muy buena tu novelita
jai33sire- VBB PLATINO
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Re: Camino del Olvido
gracias por el cap dulceee!!!:.. esperoo prontooo el otroooo
Carmen- VBB PLATINO
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Re: Camino del Olvido
Gracias por el capi Dulce, pero quiero más!!!!!!!!!
Marianita- STAFF
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Re: Camino del Olvido
OTRO OTRO OTRO OTROOOOOOOOOOOOOOOOO!!!
:D:D
:D:D
Chicana_415- VBB PLATINO
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Re: Camino del Olvido
muchas grax por el capi dulce...eeeey falto una foto masssss...donde estuvieran los tres juntos como familia......aki estare esperando el siguiente
Re: Camino del Olvido
MUCHAS GRACIAS DUL....
MUY BUEN CAP... YA QUEREMOS EL QUE SIGUE....
MYRIAM DEVERAS QUE QUE TERCA ESTAS EN NO ACEPTAR QUE
EL NIÑO ES TODO UN AMOR Y NO LE CAMBIO LA PERSONALIDAD
Y POR LO QUE VEO TU TAMBIEN TIENES LA CULPA DE QUE SE ESTEN SEPARANDO
X QUE CREO QUE EL NIÑO TENIA PROBLEMAS EN EL TRABAJO LA TENCION
Y TODO Y LUEGO QUE NO ERA DE DEMOSTRAR MUCHO SUS SENTIMIENTOS
TU COMO PAREJA DEVERIAS DE APOYARLO A CERCARSE MAS A SU HIJA Y
DE DEMOSTRARLE SU AMOR PERO PRONTO TE DARAS CUENTA QUE NO ES UN CAMBIO DE PERSONALIDAD SINO QUE ES EL VERDADERO VICTOR
MUY BUEN CAP... YA QUEREMOS EL QUE SIGUE....
MYRIAM DEVERAS QUE QUE TERCA ESTAS EN NO ACEPTAR QUE
EL NIÑO ES TODO UN AMOR Y NO LE CAMBIO LA PERSONALIDAD
Y POR LO QUE VEO TU TAMBIEN TIENES LA CULPA DE QUE SE ESTEN SEPARANDO
X QUE CREO QUE EL NIÑO TENIA PROBLEMAS EN EL TRABAJO LA TENCION
Y TODO Y LUEGO QUE NO ERA DE DEMOSTRAR MUCHO SUS SENTIMIENTOS
TU COMO PAREJA DEVERIAS DE APOYARLO A CERCARSE MAS A SU HIJA Y
DE DEMOSTRARLE SU AMOR PERO PRONTO TE DARAS CUENTA QUE NO ES UN CAMBIO DE PERSONALIDAD SINO QUE ES EL VERDADERO VICTOR
Eva_vbb- VBB DIAMANTE
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Re: Camino del Olvido
Continua!!! me encanta la novela
FannyQ- VBB DIAMANTE
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Re: Camino del Olvido
DONDE ESTA EL CAPI DE HOY?
QUE PASO NO QUE HIBAS A PONER UNO MAS SI TEDEJABAN MUCHOS MENSAJITOS , ME ENCANTO QUE TIERNO CON SU PASTEL PARA SU NIÑA QUE SE MEHACE QUE EMPEZARAN A RECUPERAR EL TIEMPO PERDIDO
QUE PASO NO QUE HIBAS A PONER UNO MAS SI TEDEJABAN MUCHOS MENSAJITOS , ME ENCANTO QUE TIERNO CON SU PASTEL PARA SU NIÑA QUE SE MEHACE QUE EMPEZARAN A RECUPERAR EL TIEMPO PERDIDO
nayelive- VBB PLATINO
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Re: Camino del Olvido
DULCEEEEEEEEEEEEEEEEEE
QUE PACHOOOOOOOOOOOO ONTA EL CAP....
QUE PACHOOOOOOOOOOOO ONTA EL CAP....
Eva_vbb- VBB DIAMANTE
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Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Camino del Olvido
pues yo digo que ya tienes muchos mensajitos no?? y ya es Miercoles y nomas no hay nada de nada!!! como es posible!!!
Acabo de leer la novela y ps me encantooooooo
Por fa no te tardes!!!!!
Slds
Jenny
Acabo de leer la novela y ps me encantooooooo
Por fa no te tardes!!!!!
Slds
Jenny
Re: Camino del Olvido
Pss mil sorrys pero me kede sin inter y pss ni como postearle el capi asi que pss tendran recompensa aqui les dejo un capi...
Capítulo 9
Con Victoria al cuidado de la siempre servicial señora Clara, Myriam llevó a Víctor a la empresa a la tarde siguiente. La planta, que albergaba tanto las oficinas de ejecutivos como la fábrica, estaba situada en una zona industrial a las afueras de Boston. Los domingos, los terrenos estaban vacíos, a excepción de unos coches aparcados, propiedad de los vigilantes.
Myriam dejó el coche en el espacio para aparcar que tenía el nombre de Víctor, consciente de que él miraba el edificio de ladrillo amarillo con interés. Qué terrible debía de ser ver el lugar de trabajo y no recordarlo.
Myriam, con intención de darle ánimos, le dio un apretón en el brazo a su marido.
-¿Vamos?
Él asintió y abrió la puerta del coche.
Un vigilante uniformado los saludó delante de la puerta.
-Hola -dijo Myriam, sonriendo al joven.
-Hola, señora García. ¿Cómo se encuentra, señor García?
-No puedo quejarme -respondió Víctor, que llevaba la muleta para dar la impresión de estar peor de lo que realmente estaba-. ¿Le importaría que mi esposa y yo pasáramos un rato en la oficina? Mi trabajo... necesito hacer unas cosas.
El joven frunció el ceño y miró a Víctor con curiosidad.
-Claro. Deje que vaya a desconectar la alarma del ala donde está su oficina.
Mientras atravesaban el vestíbulo, Víctor susurró a Myriam:
-¿He hecho algo malo?
-No eres la clase de persona que pide permiso.
-Ah.
Myriam conocía bien el edificio. Había empezado a trabajar allí nada más acabar sus estudios.
Tomaron el ascensor hasta el piso de los directivos. Allí, Myriam guió a su marido hasta su despacho.
-Es evidente que has venido a verme a mi despacho -comentó él.
Myriam asintió. Víctor aún no recordaba cómo se habían conocido, y ella no debía decírselo. Era una de esas cosas que Víctor necesitaba recordar por sí mismo. Además, Myriam se sentía incómoda recordando los días en los que había sido tan inocente.
Myriam le vio meter la llave en la cerradura de la puerta de su despacho. Instintivamente, Víctor había utilizado la llave correcta; sin embargo, él no se dio cuenta de ese hecho hasta después de cruzar el despacho de su secretaria.
-¡Increíble! -exclamó, volviendo la cabeza para mirar la cerradura.
-Sí, ¿verdad? -Myriam río quedamente.
Pero cuando Víctor pisó el alfombrado suelo de su despacho, miró a su alrededor sin reconocer nada.
-Sea quien sea Víctor García, es evidente que le gusta lo bueno -Víctor lanzó un silbido, sacudiendo la cabeza-. Objetos de arte originales incluso en el despacho.
Myriam podría haberle dicho que, para él, profesionalmente, encontrarse en ese tipo de ambiente era vital. Cuando tenía que participar en una reunión importante, debía comportarse con absoluta naturalidad.
-¿En qué estaba trabajando cuando ocurrió el accidente? -preguntó Víctor al tiempo que abría un cajón.
-No lo sé exactamente.
-¿No te hablaba de mi trabajo?
Myriam tragó saliva.
-Bueno, sí, pero no tanto como lo hacías antes de que la niña naciera.
Víctor empezó a ojear unos archivos. No pareció conforme con la respuesta de su esposa. Un músculo de su mandíbula se tensó.
-Sigue revisando cosas, quizá algo te haga recordar. Yo, por mi parte, voy a sentarme ahí y a dejarte tranquilo -Myriam sacó una novela de su bolso-. Tómate el tiempo que necesites.
Unas dos horas más tarde, Myriam levantó la cabeza del libro. Víctor había pasado un rato abriendo cajones y examinando papeles; también había abierto las persianas para contemplar las vistas. Por último, se había sentado en su sillón de piel para revisar unos archivos que aún estaba examinando.
-¿Qué estás haciendo? -le preguntó Myriam.
Víctor levantó la cabeza. Tenía el cabello revuelto y los ojos cansados.
-Estoy estudiando. Si no puedo recordar qué era lo que hacía para ganarme la vida, lo menos que puedo hacer es volver a aprendérmelo.
Myriam agrandó los ojos.
-¿Estás estudiando tus papeles?
Víctor se encogió de hombros.
-Creo que he llegado a un punto en el que casi podría hacer lo que hacía sin que nadie notara que he perdido la memoria.
-Eres un hombre muy inteligente, Víctor -dijo ella-. Pero ni siquiera tú puedes cubrir diez años de experiencia mediante la lectura de unos papeles.
Víctor suspiró y se paso las manos por el rostro.
-Supongo que tienes razón. Quizá deberíamos volver a casa, tengo la impresión de que ya no estoy haciendo nada aquí.
Myriam se puso la chaqueta y agarró su bolso, sorprendida de su propia ambivalencia: lo sentía por Víctor, por supuesto; sin embargo, estaba aliviada.
Estaban cruzando el despacho de la secretaria de Víctor, camino a la salida, cuando una idea absurda la asaltó. ¿Y si Víctor no llegaba a recuperar nunca la memoria? ¿Y si no lograba recordar nada sobre su trabajo? Y la idea no le pareció tan horrible como debería haberle parecido.
Víctor acababa de cerrar la puerta con llave cuando, de camino al ascensor, se detuvo bruscamente. Incluso contuvo la respiración.
-Acabo de acordarme de ti -susurró él. Y, súbitamente, lanzó una queda carcajada-. Sí, me acuerdo perfectamente.
Myriam se llevó el bolso al pecho, apretándolo contra sí. El corazón empezó a latirle con fuerza.
-¿Qué es lo que recuerdas?
-Cuando te vi por primera vez... yo estaba justo donde estoy ahora... ¡Y tú trabajabas en esta empresa! -exclamó Víctor.
-Sí -Myriam sonrió.
Los ojos de él brillaron.
-Yo estaba aquí hablando con Jorge cuando me fijé en ti. Acababa de regresar de un viaje a Japón y, mientras estaba allí, la empresa te contrató. Estabas hablando por teléfono con las piernas cruzadas y se te había subido la falda, y... -Víctor se echó a reír-. Me sentí como si acabara de atravesarme un rayo.
-¿Que qué?
-Me quedé anonadado. Me enamoré instantáneamente de ti.
Myriam rió.
-¿Tú, la frialdad en persona?
-Sí, yo.
Víctor nunca le había contado eso. A Myriam, la sonrisa le tembló en los labios. Se pasó una mano por la boca y trató de pensar en algo serio.
-Víctor, ¿te das cuenta de que acabas de recordar a Jorge?
-Mmmmm. Sí, ¿verdad? -Víctor ladeó la cabeza. Pareció interesado en eso durante tres segundos, antes de volver a centrar la atención en su esposa-. Me acuerdo de que no hacía más que inventarme excusas para venir aquí porque quería verte. Con tu cabello castaño, tus hermosas piernas y tus faldas cortas, eras la alegría de este lugar.
Myriam enrojeció.
-¿Así que cada vez que venías aquí me mirabas las piernas?
-Sí. Y, por supuesto, otras cosas.
Halagada a pesar de sí misma, Myriam lanzó una coqueta mirada a Víctor.
-Y yo que creía que me observabas porque era nueva y querías ver cómo hacía mi trabajo.
-Bueno, también hacía eso -Víctor se acercó un paso a ella-. En realidad, no acababa de creer que una mujer tan guapa como tú pudiera también ser tan buena en su trabajo. Eras eficiente, inteligente y hablabas con los clientes por teléfono con una naturalidad excepcional.
-Y me lo dices ahora. La primera vez que me llamaste a tu despacho creía que era para echarme.
-Y, sin embargo, te ofrecí un ascenso. Te ofrecí ser mi secretaria.
Víctor se acercó más a ella y Myriam se sintió acorralada entre su marido y la pared, pero no le importó.
-Sí. Fue una locura. Pasé de vendedora a secretaria tuya en tres semanas. Todos me odiaban -Myriam lo miró a los ojos, sintiendo de nuevo la excitación de los primeros días de su relación.
-¿Qué puedo decir? -Víctor sonrió perezosamente-. Cuando quiero algo que veo, voy por ello.
-Sí, bueno... yo no lo sabía. Según los rumores que corrían por la empresa, las relaciones serias no te interesaban, y jamás mezclabas los negocios con el placer.
-Y así era... hasta que te conocí.
Se mantuvieron la mirada. De repente, Myriam se dio cuenta de que se sentía como la primera vez que se enamoró de él.
Pero, a pesar de gozar del momento, notó que a Víctor la realidad volvía a escapársele. Su marido dio un paso atrás y se pasó la mano por la frente.
-¿Cómo fue que empezamos a salir? No logro recordarlo.
-Después de trabajar de secretaria tuya una semana, fui a mi primera reunión de directivos contigo. Yo era la que se encargaba del proyector.
Víctor parpadeó.
-Mis diapositivas. La fábrica de componentes electrónicos en Tokio.
-Sí -Myriam tragó saliva al recordar aquella semana, la más difícil de su vida. Se había enamorado de él y no lograba pensar en otra cosa.
Lo miró. Físicamente, Víctor seguía siendo un hombre extraordinariamente atractivo y ella continuaba siendo la misma mujer, una mujer a la que ese hombre le gustaba con locura.
-Bueno, ¿y qué pasó después? -preguntó Víctor con voz suave, acariciando los rasgos de Myriam con los ojos.
-Una noche... en la que nos quedamos a trabajar hasta muy tarde... me besaste.
-¿Así, sin más? -preguntó Víctor en tono suave y demasiado cerca de ella.
-Bueno; creo que los dos llevábamos una semana pensando en lo mismo; al menos, yo -a Myriam le estaba costando pronunciar las palabras.
-Debió de ser todo un beso... teniendo en cuenta que llevábamos toda la semana pensando en ello -la mejilla de Myriam recibió la caricia del aliento de él.
Myriam tembló, a pesar de que Víctor ni siquiera la había tocado.
-Quizá, si me refrescaras la memoria... -murmuró él entonces, rodeándola con el brazo izquierdo.
-Víctor, la escayola -Myriam retrocedió.
-¿Te he hecho daño con el brazo escayolado? -Víctor alzó el brazo escayolado, que no había rozado a Myriam.
-Sí. Bueno, no... lo que pasa es que no quiero hacerte daño.
-No me lo estás haciendo -Víctor le dedicó una sonrisa devastadora-. No me lo estás haciendo.
Con cuidado de no presionar a Myriam con la escayola, Víctor la rodeó con los brazos. Pero cuando bajó la cabeza para besarla, Myriam, por fin, recuperó la poca razón que le quedaba. Volvió el rostro para evitar los labios de su marido en los suyos, y él se conformó con besarle el cuello.
A Myriam, las piernas casi le fallaron.
-Mmmm -murmuró él-. Myriam, creo que mi memoria te agradecería que me besaras.
Si, al principio, Myriam le dejó besarla con cierta resistencia, solo pasaron unos segundos para que eso cambiara. Los labios de Víctor eran demasiado cálidos y le daban demasiado placer. Antes de darse cuenta, algo prendió dentro de ella y empezó a devolverle el beso, con urgencia, con suma pasión.
No deberían besarse, se dijo Myriam a sí misma. Pero estaban atrapados. El tiempo se detuvo, su amor era nuevo y fresco. Pero Myriam era consciente de que la memoria de Víctor podía reaparecer al día siguiente, y con ella él volvería a ser el hombre altivo, frío y obsesionado con su carrera profesional, el hombre que había destrozado su amor.
Con cierto entorpecimiento, Myriam se dio cuenta de que fue Víctor quien interrumpió el beso.
-Ah, empiezo a recordar -murmuró él con ojos brillantes-. Nos besamos y te dije que quería empezar a verte fuera del trabajo. La primera vez que salimos, fue para ir a cenar a un restaurante italiano, ¿verdad?
-Sí -Myriam se apartó unos centímetros de su marido-. Y yo derramé el vino sin querer.
-Y yo te dije que eso daba buena suerte. ¿Tenía razón? ¿Nos dio buena suerte? No logro acordarme. Creo que necesito que sigas haciéndome recordar.
-Oh, Víctor -dijo ella en tono burlón, a pesar de que sabía que estaba perdida. Víctor era encantador, y ella era presa de sus encantos.
Víctor volvió a besarla. Prolongadamente. Más íntimamente que al principio, y Myriam ni siquiera intentó resistirse.
-Sí, ahora me acuerdo, nos dio una suerte maravillosa. Dos semanas más tarde, te pedí que te casaras conmigo y tú contestaste que sí.
Capítulo 9
Con Victoria al cuidado de la siempre servicial señora Clara, Myriam llevó a Víctor a la empresa a la tarde siguiente. La planta, que albergaba tanto las oficinas de ejecutivos como la fábrica, estaba situada en una zona industrial a las afueras de Boston. Los domingos, los terrenos estaban vacíos, a excepción de unos coches aparcados, propiedad de los vigilantes.
Myriam dejó el coche en el espacio para aparcar que tenía el nombre de Víctor, consciente de que él miraba el edificio de ladrillo amarillo con interés. Qué terrible debía de ser ver el lugar de trabajo y no recordarlo.
Myriam, con intención de darle ánimos, le dio un apretón en el brazo a su marido.
-¿Vamos?
Él asintió y abrió la puerta del coche.
Un vigilante uniformado los saludó delante de la puerta.
-Hola -dijo Myriam, sonriendo al joven.
-Hola, señora García. ¿Cómo se encuentra, señor García?
-No puedo quejarme -respondió Víctor, que llevaba la muleta para dar la impresión de estar peor de lo que realmente estaba-. ¿Le importaría que mi esposa y yo pasáramos un rato en la oficina? Mi trabajo... necesito hacer unas cosas.
El joven frunció el ceño y miró a Víctor con curiosidad.
-Claro. Deje que vaya a desconectar la alarma del ala donde está su oficina.
Mientras atravesaban el vestíbulo, Víctor susurró a Myriam:
-¿He hecho algo malo?
-No eres la clase de persona que pide permiso.
-Ah.
Myriam conocía bien el edificio. Había empezado a trabajar allí nada más acabar sus estudios.
Tomaron el ascensor hasta el piso de los directivos. Allí, Myriam guió a su marido hasta su despacho.
-Es evidente que has venido a verme a mi despacho -comentó él.
Myriam asintió. Víctor aún no recordaba cómo se habían conocido, y ella no debía decírselo. Era una de esas cosas que Víctor necesitaba recordar por sí mismo. Además, Myriam se sentía incómoda recordando los días en los que había sido tan inocente.
Myriam le vio meter la llave en la cerradura de la puerta de su despacho. Instintivamente, Víctor había utilizado la llave correcta; sin embargo, él no se dio cuenta de ese hecho hasta después de cruzar el despacho de su secretaria.
-¡Increíble! -exclamó, volviendo la cabeza para mirar la cerradura.
-Sí, ¿verdad? -Myriam río quedamente.
Pero cuando Víctor pisó el alfombrado suelo de su despacho, miró a su alrededor sin reconocer nada.
-Sea quien sea Víctor García, es evidente que le gusta lo bueno -Víctor lanzó un silbido, sacudiendo la cabeza-. Objetos de arte originales incluso en el despacho.
Myriam podría haberle dicho que, para él, profesionalmente, encontrarse en ese tipo de ambiente era vital. Cuando tenía que participar en una reunión importante, debía comportarse con absoluta naturalidad.
-¿En qué estaba trabajando cuando ocurrió el accidente? -preguntó Víctor al tiempo que abría un cajón.
-No lo sé exactamente.
-¿No te hablaba de mi trabajo?
Myriam tragó saliva.
-Bueno, sí, pero no tanto como lo hacías antes de que la niña naciera.
Víctor empezó a ojear unos archivos. No pareció conforme con la respuesta de su esposa. Un músculo de su mandíbula se tensó.
-Sigue revisando cosas, quizá algo te haga recordar. Yo, por mi parte, voy a sentarme ahí y a dejarte tranquilo -Myriam sacó una novela de su bolso-. Tómate el tiempo que necesites.
Unas dos horas más tarde, Myriam levantó la cabeza del libro. Víctor había pasado un rato abriendo cajones y examinando papeles; también había abierto las persianas para contemplar las vistas. Por último, se había sentado en su sillón de piel para revisar unos archivos que aún estaba examinando.
-¿Qué estás haciendo? -le preguntó Myriam.
Víctor levantó la cabeza. Tenía el cabello revuelto y los ojos cansados.
-Estoy estudiando. Si no puedo recordar qué era lo que hacía para ganarme la vida, lo menos que puedo hacer es volver a aprendérmelo.
Myriam agrandó los ojos.
-¿Estás estudiando tus papeles?
Víctor se encogió de hombros.
-Creo que he llegado a un punto en el que casi podría hacer lo que hacía sin que nadie notara que he perdido la memoria.
-Eres un hombre muy inteligente, Víctor -dijo ella-. Pero ni siquiera tú puedes cubrir diez años de experiencia mediante la lectura de unos papeles.
Víctor suspiró y se paso las manos por el rostro.
-Supongo que tienes razón. Quizá deberíamos volver a casa, tengo la impresión de que ya no estoy haciendo nada aquí.
Myriam se puso la chaqueta y agarró su bolso, sorprendida de su propia ambivalencia: lo sentía por Víctor, por supuesto; sin embargo, estaba aliviada.
Estaban cruzando el despacho de la secretaria de Víctor, camino a la salida, cuando una idea absurda la asaltó. ¿Y si Víctor no llegaba a recuperar nunca la memoria? ¿Y si no lograba recordar nada sobre su trabajo? Y la idea no le pareció tan horrible como debería haberle parecido.
Víctor acababa de cerrar la puerta con llave cuando, de camino al ascensor, se detuvo bruscamente. Incluso contuvo la respiración.
-Acabo de acordarme de ti -susurró él. Y, súbitamente, lanzó una queda carcajada-. Sí, me acuerdo perfectamente.
Myriam se llevó el bolso al pecho, apretándolo contra sí. El corazón empezó a latirle con fuerza.
-¿Qué es lo que recuerdas?
-Cuando te vi por primera vez... yo estaba justo donde estoy ahora... ¡Y tú trabajabas en esta empresa! -exclamó Víctor.
-Sí -Myriam sonrió.
Los ojos de él brillaron.
-Yo estaba aquí hablando con Jorge cuando me fijé en ti. Acababa de regresar de un viaje a Japón y, mientras estaba allí, la empresa te contrató. Estabas hablando por teléfono con las piernas cruzadas y se te había subido la falda, y... -Víctor se echó a reír-. Me sentí como si acabara de atravesarme un rayo.
-¿Que qué?
-Me quedé anonadado. Me enamoré instantáneamente de ti.
Myriam rió.
-¿Tú, la frialdad en persona?
-Sí, yo.
Víctor nunca le había contado eso. A Myriam, la sonrisa le tembló en los labios. Se pasó una mano por la boca y trató de pensar en algo serio.
-Víctor, ¿te das cuenta de que acabas de recordar a Jorge?
-Mmmmm. Sí, ¿verdad? -Víctor ladeó la cabeza. Pareció interesado en eso durante tres segundos, antes de volver a centrar la atención en su esposa-. Me acuerdo de que no hacía más que inventarme excusas para venir aquí porque quería verte. Con tu cabello castaño, tus hermosas piernas y tus faldas cortas, eras la alegría de este lugar.
Myriam enrojeció.
-¿Así que cada vez que venías aquí me mirabas las piernas?
-Sí. Y, por supuesto, otras cosas.
Halagada a pesar de sí misma, Myriam lanzó una coqueta mirada a Víctor.
-Y yo que creía que me observabas porque era nueva y querías ver cómo hacía mi trabajo.
-Bueno, también hacía eso -Víctor se acercó un paso a ella-. En realidad, no acababa de creer que una mujer tan guapa como tú pudiera también ser tan buena en su trabajo. Eras eficiente, inteligente y hablabas con los clientes por teléfono con una naturalidad excepcional.
-Y me lo dices ahora. La primera vez que me llamaste a tu despacho creía que era para echarme.
-Y, sin embargo, te ofrecí un ascenso. Te ofrecí ser mi secretaria.
Víctor se acercó más a ella y Myriam se sintió acorralada entre su marido y la pared, pero no le importó.
-Sí. Fue una locura. Pasé de vendedora a secretaria tuya en tres semanas. Todos me odiaban -Myriam lo miró a los ojos, sintiendo de nuevo la excitación de los primeros días de su relación.
-¿Qué puedo decir? -Víctor sonrió perezosamente-. Cuando quiero algo que veo, voy por ello.
-Sí, bueno... yo no lo sabía. Según los rumores que corrían por la empresa, las relaciones serias no te interesaban, y jamás mezclabas los negocios con el placer.
-Y así era... hasta que te conocí.
Se mantuvieron la mirada. De repente, Myriam se dio cuenta de que se sentía como la primera vez que se enamoró de él.
Pero, a pesar de gozar del momento, notó que a Víctor la realidad volvía a escapársele. Su marido dio un paso atrás y se pasó la mano por la frente.
-¿Cómo fue que empezamos a salir? No logro recordarlo.
-Después de trabajar de secretaria tuya una semana, fui a mi primera reunión de directivos contigo. Yo era la que se encargaba del proyector.
Víctor parpadeó.
-Mis diapositivas. La fábrica de componentes electrónicos en Tokio.
-Sí -Myriam tragó saliva al recordar aquella semana, la más difícil de su vida. Se había enamorado de él y no lograba pensar en otra cosa.
Lo miró. Físicamente, Víctor seguía siendo un hombre extraordinariamente atractivo y ella continuaba siendo la misma mujer, una mujer a la que ese hombre le gustaba con locura.
-Bueno, ¿y qué pasó después? -preguntó Víctor con voz suave, acariciando los rasgos de Myriam con los ojos.
-Una noche... en la que nos quedamos a trabajar hasta muy tarde... me besaste.
-¿Así, sin más? -preguntó Víctor en tono suave y demasiado cerca de ella.
-Bueno; creo que los dos llevábamos una semana pensando en lo mismo; al menos, yo -a Myriam le estaba costando pronunciar las palabras.
-Debió de ser todo un beso... teniendo en cuenta que llevábamos toda la semana pensando en ello -la mejilla de Myriam recibió la caricia del aliento de él.
Myriam tembló, a pesar de que Víctor ni siquiera la había tocado.
-Quizá, si me refrescaras la memoria... -murmuró él entonces, rodeándola con el brazo izquierdo.
-Víctor, la escayola -Myriam retrocedió.
-¿Te he hecho daño con el brazo escayolado? -Víctor alzó el brazo escayolado, que no había rozado a Myriam.
-Sí. Bueno, no... lo que pasa es que no quiero hacerte daño.
-No me lo estás haciendo -Víctor le dedicó una sonrisa devastadora-. No me lo estás haciendo.
Con cuidado de no presionar a Myriam con la escayola, Víctor la rodeó con los brazos. Pero cuando bajó la cabeza para besarla, Myriam, por fin, recuperó la poca razón que le quedaba. Volvió el rostro para evitar los labios de su marido en los suyos, y él se conformó con besarle el cuello.
A Myriam, las piernas casi le fallaron.
-Mmmm -murmuró él-. Myriam, creo que mi memoria te agradecería que me besaras.
Si, al principio, Myriam le dejó besarla con cierta resistencia, solo pasaron unos segundos para que eso cambiara. Los labios de Víctor eran demasiado cálidos y le daban demasiado placer. Antes de darse cuenta, algo prendió dentro de ella y empezó a devolverle el beso, con urgencia, con suma pasión.
No deberían besarse, se dijo Myriam a sí misma. Pero estaban atrapados. El tiempo se detuvo, su amor era nuevo y fresco. Pero Myriam era consciente de que la memoria de Víctor podía reaparecer al día siguiente, y con ella él volvería a ser el hombre altivo, frío y obsesionado con su carrera profesional, el hombre que había destrozado su amor.
Con cierto entorpecimiento, Myriam se dio cuenta de que fue Víctor quien interrumpió el beso.
-Ah, empiezo a recordar -murmuró él con ojos brillantes-. Nos besamos y te dije que quería empezar a verte fuera del trabajo. La primera vez que salimos, fue para ir a cenar a un restaurante italiano, ¿verdad?
-Sí -Myriam se apartó unos centímetros de su marido-. Y yo derramé el vino sin querer.
-Y yo te dije que eso daba buena suerte. ¿Tenía razón? ¿Nos dio buena suerte? No logro acordarme. Creo que necesito que sigas haciéndome recordar.
-Oh, Víctor -dijo ella en tono burlón, a pesar de que sabía que estaba perdida. Víctor era encantador, y ella era presa de sus encantos.
Víctor volvió a besarla. Prolongadamente. Más íntimamente que al principio, y Myriam ni siquiera intentó resistirse.
-Sí, ahora me acuerdo, nos dio una suerte maravillosa. Dos semanas más tarde, te pedí que te casaras conmigo y tú contestaste que sí.
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Re: Camino del Olvido
A pesar de sí misma, Myriam recordó aquellos días en los que Víctor le mandaba flores a diario. Un fin de semana, incluso alquiló un avión privado en el que se fueron á un hotel muy romántico en Maine.
-Víctor, ¿me querías? -preguntó ella inesperadamente, sorprendiéndose a sí misma.
El rostro de Víctor se ensombreció inmediatamente.
-¿Qué clase de pregunta es esa?
Myriam se separó de él.
-No es nada, es solo que... bueno, es algo que me he preguntado alguna vez.
-¿Estás diciéndome que, mientras salíamos juntos, no te dije que te quería?
A Myriam le alivió que Víctor hubiera interpretado la pregunta como si ella se estuviera refiriendo exclusivamente al principio de su relación.
-Sí, claro que me lo dijiste -le aseguró ella, mirándolo a la garganta en vez de a los ojos.
-¿Pero? -inquirió Víctor.
-Pero no con frecuencia y nunca... con pasión. Eras una persona muy cautelosa, muy reservada, siempre callado, nunca perdías el control. Y yo nunca estaba segura de tus verdaderos sentimientos.
-Cauteloso, ¿eh?
Ella asintió.
-Siempre había cosas que no contabas a nadie sobre ti, ni siquiera a mí.
-Myriam, los hombres tienen fama de no saber expresar abiertamente sus sentimientos.
-Lo sé, lo sé -pero la voz de Myriam indicó sus dudas.
-Vamos, cuéntame.
-Siempre tenía la impresión de que tu reserva era más acusada de lo normal en los hombres. Era como si, intencionadamente, estuvieras ocultándome algo. Te entregabas en cuerpo, pero... yo siempre tuve la impresión de que, realmente, no te conocía, que no sabía lo que sentías.
Pero Myriam no le dijo que siguió ocurriéndole lo mismo durante su matrimonio. Algo vital faltaba en su relación. Víctor nunca había confiado en ella lo suficiente para hacerla partícipe de sus más profundos sentimientos.
-¿Por qué me estás diciendo esto ahora?
-No estoy segura. Supongo que te encuentro accesible esta noche.
-¿Y quieres una respuesta sincera?
-Sí. Extraño, ¿verdad?
-Sí, mucho.
Se quedaron inmóviles durante unos momentos, sin hablar. Por fin, Myriam preguntó:
-¿Hasta qué punto recuerdas ese tiempo en nuestras vidas?
Víctor se pasó una mano por la frente.
-Me parece recordarlo con bastante claridad, pero no puedo estar seguro.
-¿Te acuerdas de cómo veías tu futuro?
Víctor se quedó pensativo un momento antes de contestar.
-No, lo siento.
-Lo tenías todo planeado: la clase de casa en la que querías vivir, con qué frecuencia ibas a viajar y adónde. Todo. Y todo debía ajustarse a tu plan. A los treinta y cinco años, esperabas ser... En fin, dejémoslo.
Era mejor que lo recordara él solo.
-La cuestión es que yo, a veces, me sentía como un objeto que encajaba en tu plan. Llegó el momento apropiado para que te casaras, miraste a tu alrededor y ahí estaba yo. De habernos conocido un año más tarde, no me habrías mirado dos veces.
Víctor la miró, conteniendo una sonrisa traviesa.
-Myriam, permíteme que lo dude.
-¿Estás seguro? Una vez me dijiste que habías empezado a sentirte incómodo en las fiestas con los otros ejecutivos porque todos estaban casados. Se me ocurrió pensar que, para ti, sentar la cabeza y mostrar estabilidad era importante para tu carrera profesional.
Víctor acarició un mechón de cabello de Myriam y se lo recogió detrás de la oreja. Por la forma en que la miraba, a Myriam le pareció que Víctor no se estaba tomando en serio lo que ella le estaba diciendo.
-Vamos, continúa. Por favor.
-También sé que estuviste examinando mi expediente. Evidentemente, mi aspecto físico había pasado la prueba, pero tenías que saber de dónde venía.
-Y, resulta claro, que me gustó lo que vi -Víctor la miró de la cabeza a los pies con mirada insinuante.
-¿Había algo que no pudiera gustarte? -dijo ella en tono burlón-. Fui a colegios privados y soy de buena familia. Mi padre tenía una pequeña empresa y era miembro del club de campo. Mi hermano tenía una reputación impecable y mi madre participaba en obras de caridad y daba fiestas. ¡Era perfecta!
Tras unos momentos, Víctor preguntó:
-¿Has terminado?
-Sí -respondió ella con un largo suspiro.
-Bien. Para empezar, no estoy seguro de que tuviera un plan, Myriam, aunque concedo que es posible. Pero de lo que sí estoy seguro es de que yo a ti no te veía de esa forma calculadora. Como te he dicho antes, me dejaste completamente anonadado.
Myriam parpadeó.
-¿En serio?
-Totalmente en serio. Estaba tan atontado contigo, que necesitaba una brújula para localizar la cafetera.
Myriam empezó a esbozar una sonrisa.
-En segundo lugar, no todo lo referente a ti me gustaba.
Myriam lo miró ofendida.
-¿Qué era lo que no te gustaba?
-No quería tener relaciones con una persona que no fuera de esta zona.
A Myriam le dio un vuelco el corazón.
-¿Te has acordado de dónde soy?
-Sí. Eres de una zona residencial de Cincinnati. Viniste a Boston para estudiar, igual que yo. Cuando te conocí, estabas compartiendo con otra chica un piso bajo en Cambridge. El problema era que venías de una buena familia de otro lugar y yo tenía miedo de que, algún día, los echaras de menos demasiado y quisieras volver a tu casa.
-¿Que tenías miedo de que echara de menos a mi familia?
-Sí; sobre todo, a tus padres. Refugio y Antonio -Víctor hizo una pausa y lanzó un largo suspiro-. Dios mío, que malos ratos me hicieron pasar.
Víctor le puso una mano en la mejilla y se la acarició con el pulgar.
-Quizá fui demasiado reservado, Myriam. Quizá era metódico y tenía planes. Pero a parte de todo eso, te amaba. Por eso me casé contigo -Víctor la miró fijamente a los ojos-. Nunca dudes que te amaba.
En ese momento, las puertas del ascensor se abrieron en esa planta y el vigilante salió.
-Oh. Venía para ver si aún estaban aquí -dijo el vigilante al ver a Myriam y a Víctor, que se separaron inmediatamente-. ¿Van a quedarse un rato más? Se lo pregunto porque mi turno acaba ahora y...
Víctor rodeó la cintura de su esposa con el brazo izquierdo.
-No, nos íbamos ya -contestó sonriente.
-Víctor, ¿me querías? -preguntó ella inesperadamente, sorprendiéndose a sí misma.
El rostro de Víctor se ensombreció inmediatamente.
-¿Qué clase de pregunta es esa?
Myriam se separó de él.
-No es nada, es solo que... bueno, es algo que me he preguntado alguna vez.
-¿Estás diciéndome que, mientras salíamos juntos, no te dije que te quería?
A Myriam le alivió que Víctor hubiera interpretado la pregunta como si ella se estuviera refiriendo exclusivamente al principio de su relación.
-Sí, claro que me lo dijiste -le aseguró ella, mirándolo a la garganta en vez de a los ojos.
-¿Pero? -inquirió Víctor.
-Pero no con frecuencia y nunca... con pasión. Eras una persona muy cautelosa, muy reservada, siempre callado, nunca perdías el control. Y yo nunca estaba segura de tus verdaderos sentimientos.
-Cauteloso, ¿eh?
Ella asintió.
-Siempre había cosas que no contabas a nadie sobre ti, ni siquiera a mí.
-Myriam, los hombres tienen fama de no saber expresar abiertamente sus sentimientos.
-Lo sé, lo sé -pero la voz de Myriam indicó sus dudas.
-Vamos, cuéntame.
-Siempre tenía la impresión de que tu reserva era más acusada de lo normal en los hombres. Era como si, intencionadamente, estuvieras ocultándome algo. Te entregabas en cuerpo, pero... yo siempre tuve la impresión de que, realmente, no te conocía, que no sabía lo que sentías.
Pero Myriam no le dijo que siguió ocurriéndole lo mismo durante su matrimonio. Algo vital faltaba en su relación. Víctor nunca había confiado en ella lo suficiente para hacerla partícipe de sus más profundos sentimientos.
-¿Por qué me estás diciendo esto ahora?
-No estoy segura. Supongo que te encuentro accesible esta noche.
-¿Y quieres una respuesta sincera?
-Sí. Extraño, ¿verdad?
-Sí, mucho.
Se quedaron inmóviles durante unos momentos, sin hablar. Por fin, Myriam preguntó:
-¿Hasta qué punto recuerdas ese tiempo en nuestras vidas?
Víctor se pasó una mano por la frente.
-Me parece recordarlo con bastante claridad, pero no puedo estar seguro.
-¿Te acuerdas de cómo veías tu futuro?
Víctor se quedó pensativo un momento antes de contestar.
-No, lo siento.
-Lo tenías todo planeado: la clase de casa en la que querías vivir, con qué frecuencia ibas a viajar y adónde. Todo. Y todo debía ajustarse a tu plan. A los treinta y cinco años, esperabas ser... En fin, dejémoslo.
Era mejor que lo recordara él solo.
-La cuestión es que yo, a veces, me sentía como un objeto que encajaba en tu plan. Llegó el momento apropiado para que te casaras, miraste a tu alrededor y ahí estaba yo. De habernos conocido un año más tarde, no me habrías mirado dos veces.
Víctor la miró, conteniendo una sonrisa traviesa.
-Myriam, permíteme que lo dude.
-¿Estás seguro? Una vez me dijiste que habías empezado a sentirte incómodo en las fiestas con los otros ejecutivos porque todos estaban casados. Se me ocurrió pensar que, para ti, sentar la cabeza y mostrar estabilidad era importante para tu carrera profesional.
Víctor acarició un mechón de cabello de Myriam y se lo recogió detrás de la oreja. Por la forma en que la miraba, a Myriam le pareció que Víctor no se estaba tomando en serio lo que ella le estaba diciendo.
-Vamos, continúa. Por favor.
-También sé que estuviste examinando mi expediente. Evidentemente, mi aspecto físico había pasado la prueba, pero tenías que saber de dónde venía.
-Y, resulta claro, que me gustó lo que vi -Víctor la miró de la cabeza a los pies con mirada insinuante.
-¿Había algo que no pudiera gustarte? -dijo ella en tono burlón-. Fui a colegios privados y soy de buena familia. Mi padre tenía una pequeña empresa y era miembro del club de campo. Mi hermano tenía una reputación impecable y mi madre participaba en obras de caridad y daba fiestas. ¡Era perfecta!
Tras unos momentos, Víctor preguntó:
-¿Has terminado?
-Sí -respondió ella con un largo suspiro.
-Bien. Para empezar, no estoy seguro de que tuviera un plan, Myriam, aunque concedo que es posible. Pero de lo que sí estoy seguro es de que yo a ti no te veía de esa forma calculadora. Como te he dicho antes, me dejaste completamente anonadado.
Myriam parpadeó.
-¿En serio?
-Totalmente en serio. Estaba tan atontado contigo, que necesitaba una brújula para localizar la cafetera.
Myriam empezó a esbozar una sonrisa.
-En segundo lugar, no todo lo referente a ti me gustaba.
Myriam lo miró ofendida.
-¿Qué era lo que no te gustaba?
-No quería tener relaciones con una persona que no fuera de esta zona.
A Myriam le dio un vuelco el corazón.
-¿Te has acordado de dónde soy?
-Sí. Eres de una zona residencial de Cincinnati. Viniste a Boston para estudiar, igual que yo. Cuando te conocí, estabas compartiendo con otra chica un piso bajo en Cambridge. El problema era que venías de una buena familia de otro lugar y yo tenía miedo de que, algún día, los echaras de menos demasiado y quisieras volver a tu casa.
-¿Que tenías miedo de que echara de menos a mi familia?
-Sí; sobre todo, a tus padres. Refugio y Antonio -Víctor hizo una pausa y lanzó un largo suspiro-. Dios mío, que malos ratos me hicieron pasar.
Víctor le puso una mano en la mejilla y se la acarició con el pulgar.
-Quizá fui demasiado reservado, Myriam. Quizá era metódico y tenía planes. Pero a parte de todo eso, te amaba. Por eso me casé contigo -Víctor la miró fijamente a los ojos-. Nunca dudes que te amaba.
En ese momento, las puertas del ascensor se abrieron en esa planta y el vigilante salió.
-Oh. Venía para ver si aún estaban aquí -dijo el vigilante al ver a Myriam y a Víctor, que se separaron inmediatamente-. ¿Van a quedarse un rato más? Se lo pregunto porque mi turno acaba ahora y...
Víctor rodeó la cintura de su esposa con el brazo izquierdo.
-No, nos íbamos ya -contestó sonriente.
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Re: Camino del Olvido
¡Qué lástima que te quedaste sin inter Dulce, pero qué bueno que estás de retache! Gracias por el capi y la recompensa.
Marianita- STAFF
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Edad : 38
Localización : Veracruz, Ver.
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Camino del Olvido
Creo que Myris ahora puede tener la respueta a todas sus dudas. Ojala y logren salvar su relacion
Gracias por los capsssss :]
Gracias por los capsssss :]
Chicana_415- VBB PLATINO
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Fecha de inscripción : 24/05/2008
Re: Camino del Olvido
gracias por el capi y la recompensa
nayelive- VBB PLATINO
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Localización : df
Fecha de inscripción : 07/01/2009
Re: Camino del Olvido
k mal k te hallas kedado sin inter dulce con razon no te veia conectada jajaja en el msn....pero k bueno k regresaste...grax por el capi
Re: Camino del Olvido
muchas gracias por el capitulo y siguele por faaaaaaaa, a mi no se me olvida la tal BECKY quien es?? y que es para Víctor?
Última edición por jai33sire el Jue Jun 11, 2009 7:12 am, editado 1 vez
jai33sire- VBB PLATINO
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Localización : Mexico Distrito Federal
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Camino del Olvido
MUCHAS GARACIASSSSS DULCINEA Y QUE BUENO
QUE YA TIENES INTER.... Y GRACIAS X UN CAP.... TAN LARGO MUY BUENO
MYRIAM ESPERO QUE CON ESTA PLATICA QUE TUVIERON VICTOR Y TU
VEAS QUE VICTOR SI TE AMA DESDE EL PRIMER DIA QUE TE CONOCIO
Y NO SE CASO CONTIGO X QUE AIGA TENIDO UN PLAN DE VIDA YA HECHO
QUE YA TIENES INTER.... Y GRACIAS X UN CAP.... TAN LARGO MUY BUENO
MYRIAM ESPERO QUE CON ESTA PLATICA QUE TUVIERON VICTOR Y TU
VEAS QUE VICTOR SI TE AMA DESDE EL PRIMER DIA QUE TE CONOCIO
Y NO SE CASO CONTIGO X QUE AIGA TENIDO UN PLAN DE VIDA YA HECHO
Eva_vbb- VBB DIAMANTE
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Edad : 39
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Camino del Olvido
Me cabo de poner al corriente de toda la novela, esta padrisima muchas gracias.
alma.fra- VBB DIAMANTE
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