Pasión Renovada
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Re: Pasión Renovada
gracias niña Dulce
lo pones tempras ehhhhhhhhhhh, la latosa verdad?
gracias, graciasss
saludos
Geno
lo pones tempras ehhhhhhhhhhh, la latosa verdad?
gracias, graciasss
saludos
Geno
Geno- STAFF
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Fecha de inscripción : 04/03/2008
Re: Pasión Renovada
Muchas gracias por el capitulo, ke bueno ke Myri no se dejo de la ex de Vic y ke todo va bien. Hasta mañana.
alma.fra- VBB DIAMANTE
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Re: Pasión Renovada
Gracia x el capitulo Dul
girl190183- VBB BRONCE
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Re: Pasión Renovada
Graciasniña por los Caps de ahora y Saludos Atte: Iliana
myrithalis- VBB PLATINO
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Localización : Monterrey, Nuevo Leon
Fecha de inscripción : 09/11/2008
Re: Pasión Renovada
yuuupiiiiiiiiiiiiiiiiiiii....
que bonito capiii y que weno que myri le dio su merecido a la liombriz de la amelie!!!
gracias niña dulceee x el capi.. y ps ya espero desesperada mi 2 x 1 para el dia de hoy.......
besitossssssssssssssssss
yOp
que bonito capiii y que weno que myri le dio su merecido a la liombriz de la amelie!!!
gracias niña dulceee x el capi.. y ps ya espero desesperada mi 2 x 1 para el dia de hoy.......
besitossssssssssssssssss
yOp
Re: Pasión Renovada
Cap. 20
-Deja de mirarme así y baila! No te he traído a la ciudad para que te quedes en la barra.
-Nunca debería haberte escuchado -contestó Rúben-. A veces me convences para que haga cosas que no quiero hacer, y esta es una de ellas. ¿Qué va a pen­sar tu marido cuando te lleve a casa?
Myriam pensó que a Victor tendría que gustarle o aguan­tarse, porque ella no pensaba restringir sus impulsos naturales. Vale, había sido una cobarde y le había di­cho que iba a casa de una amiga para una reunión fe­menina en la que verían un par de vídeos. Pero a veces una mujer tenía que hacer lo que una mujer tenía que hacer, y con la actitud que Victor tenía últimamente no le sentaría muy bien, especialmente si se enteraba de que había salido con Rúben.
-¿Por qué no dejas que sea yo quien se preocupe por Victor? -Myriam lo obligó a levantarse y lo llevó hasta la pista de baile, rindiéndose ante la música que le obligaba a mover el cuerpo.
Rúben apagó el motor y miró a Myriam. Había dormido durante la mayor parte del viaje, acurrucada en el asiento del copiloto como una niña. El vestido negro se le había subido hasta la mitad del muslo y Rúben se dio cuenta, y no por primera vez, de que tenía unas piernas muy bonitas. Había sido la chica más guapa del club, y Rúben había sentido un instinto protector. Suspirando profundamente, tuvo que admitir que estaba algo más que un poco celoso de Victor. Tal vez por eso había aceptado a salir con ella esa noche sin que lo supiera su marido.
-¿Myriam? Myriam, despierta. Hemos llegado a casa.
-Hmm -estirándose y bostezando al mismo tiempo, se incorporó hasta quedar sentada y miró la enorme casa de ladrillo rojo. El sedán de Victor estaba aparcado fuera. Sintió ansiedad al pensar en lo que le esperaba, a menos que Victor se hubiera ido a la cama y estuviera profundamente dormido. Sí, claro, y la reina Elizabeth abdicaría al día siguiente-. Gracias, Rúben, lo he pasado estupendamente. Eres un ángel -se inclinó hacia él y le dio un beso en la mejilla.
Rúben se apartó como si algo lo hubiera picado.
-¡No hagas eso! Tu marido nos puede ver -alargó el cuello para ver si Victor estaba asomado a alguna ven­tana.
-¿Y qué es lo que hay que ver? Sabe que somos sólo amigos.
-Myriam, a veces das por sentadas demasiadas cosas.
-¿Qué? ¿Estás diciendo que no eres mi amigo?
-¡No tergiverses mis palabras! -frustrado, golpeó el centro del volante con la palma de las manos-. Lo que digo es que a veces eres demasiado familiar conmigo. Eres una mujer muy atractiva, y esa familiaridad puede desembocar en situaciones muy peligrosas si no se tiene cuidado.
Se sintió avergonzada por haberlo puesto en un compromiso, pero también le estaba diciendo que se contuviera, y eso la enfureció. Hacía más de una semana que su marido le había hecho el amor, se sentía frustrada sexualmente y necesitaba contacto íntimo. Y además su mejor amigo le estaba diciendo que se con­trolara más. Myriam decidió que no podía aguantarlo.
-¿Sabes una cosa, Rúben? A veces tienes que arries­garte. ¿Tendría yo otro bebé con Victor si no arriesgara mi corazón y mi orgullo? Piensa en ello. Gracias por traerme, nos veremos pronto.
De pie junto a la puerta de roble, Myriam agitó la mano para despedirse de él. De repente sintió la boca seca. Una cosa era ser un poco atrevida, pero otra enfren­tarse a las consecuencias de ese atrevimiento. Victor sólo estaba haciendo lo que creía que era mejor para ella y para el bebé, y lo menos que merecía era la ver­dad. Myriam abrió la puerta y entró.
La casa estaba en silencio, excepto por el tic tac del reloj victoriano que Ruth les había regalado por la inauguración de la casa. Dejó el bolso en una mesita, se quitó los zapatos, dejó el abrigo sobre la barandilla de la escalera y entró despacio en el salón.
-¿Así que por fin has decidido volver a casa?
Con el pulso acelerado, Myriam se pasó los dedos por el cabello y miró a Victor, que estaba sentado en un si­llón junto a la chimenea. Con la luz del fuego su piel parecía casi dorada, y tenía los ojos de un fascinante color oscuro. Llevaba unos vaqueros azules deste­ñidos y una camiseta gris perla que le realzaba los bí­ceps. Tenía un aspecto arrogante y masculino y Myriam se sintió irremediablemente atraída hacia él.
-Tampoco tenías que esperarme despierto -dijo con una voz que no parecía la suya.
-¿No? -Victor se levantó y se quedó de pie junto al fuego-. ¿Lo has pasado bien con tu... amiga?
-Sí, lo he pasado bien -contestó recordando las quejas de Rúben por lo mucho que habían bailado-. Pero estoy cansada, así que si no te importa me voy a la cama.
-No tan rápido -Myriam se dirigió a la puerta y Victor la alcanzó enseguida, agarrándole el brazo-. Dime dónde estuviste en realidad, porque sé muy bien que no te has puesto ese vestido para pasar la tarde delante de la te­levisión de una amiga.
Sabiendo que la mentira no era una opción, intentó liberarse de la mano de Victor, pero él no la soltó.
-¡No sé por qué le das tanta importancia a esto! Es­tuve con Rúben, ¿de acuerdo? Mi amigo. Desde que estoy embarazada no me dejas hacer nada y tengo que que­mar toda la energía que tengo de alguna manera, así que le pedí a Rúben que me llevara a algún club nocturno de Londres. Lo único que quería era escuchar algo de música y bailar, ¿es eso un crimen?
-Me mentiste.
-No deliberadamente. No quería que te enfadaras.
-¿Y ahora no estoy enfadado?
-Ya veo que no estás precisamente contento -sentía un cosquilleo en el brazo, en el lugar donde Victor la agarraba, como chispas de electricidad que le hacían sentir ligeramente mareada. Vaya un momento para excitarse.
-Por supuesto que no lo estoy. Estás embarazada, Myriam, tienes que cuidarte y descansar. ¿En qué estabas pensando? Y salir con otro hombre... ¿A qué demonios pensabas que estabas jugando? -Myriam lo había llamado «su amigo», pensó Victor lleno de celos. ¿Qué significaba eso exactamente? No le importaba que ese tipo se fuera a casar en la India, porque si tenía algo de testosterona indudablemente se sentiría atraído hacia Myriam.
-No culpes a Rúben.
-Estás muy dispuesta a defenderlo. ¡Ningún hom­bre que estuviera en sus cabales llevaría a bailar a la mujer de otro sin el consentimiento del marido! ¿Su «amistad» también incluye compartir su cama? ¿O tal vez lo hicieron en el coche? ¡Contéstame, Myriam, quiero saberlo!
Myriam se quedó helada.
-No puedo creer que hayas dicho eso. ¿Cómo pue­des convertir algo tan inocente en algo tan... sucio?
-Contesta la pregunta.
La fuerza de sus emociones la hicieron temblar.
-¡No! ¡No me acuesto y nunca me he acostado con Rúben! ¡Yo soy la estúpida que se ha mantenido cé­libe durante cinco años, al contrario que tú! Pero esto no tiene que ver con culpabilidad y acusaciones, ¿ver­dad, Victor? Esto tiene que ver con la confianza... o con la falta de confianza. He confiado en ti lo suficiente como para vivir de nuevo contigo y creer que podemos tener un matrimonio de verdad. ¿Pero cómo podemos conseguir eso cuando ni siquiera confías en mí para de­jar que salga sola? Me has tratado como a una niña desde que te hablé del bebé. ¿De verdad crees que haría algo imprudente que pusiera en peligro este embarazo? ¿Qué crees que he estado haciendo en los últimos cinco años? ¿Crees que dejé de vivir cuando te marchaste? Mi vida no es muy excitante, pero soy yo quien toma las decisiones. Soy una mujer adulta, no una chiquilla.
Al escucharla Victor supo que había cometido un grave error. Myriam nunca le había dado ningún motivo para desconfiar de ella. Su mujer siempre había sido abierta y sincera, y el hecho de que hubiera mentido esa noche significaba que él la había acorralado y Myriam no había podido hacer otra cosa.
-Rúben sólo salió conmigo porque se lo supliqué. Bai­lar me hace feliz, ¿qué mal puede haber en eso? Es parte de mí, Victor, ¿de verdad quieres que lo cambie? Soy incapaz de quedarme sentada en casa sin hacer nada. Lo hice durante un tiempo, esperándote noche tras noche y abandonando mi vida social por culpa de tu trabajo. No pienso hacerlo otra vez.
-¿Entonces por qué diablos no me pediste que te llevara a bailar?
-¿Lo habrías hecho?
-Te llevaría a cualquier sitio que quisieras siempre que supiera que estás a salvo.
-Bien -Myriam se mordió el labio y apartó la mirada-. Tal vez lo haga la próxima vez. Pero tienes que confiar en mí, ¡tienes que dejar de controlarlo todo!
-¿Yo lo controlo todo? -Victor le soltó el brazo y vio que Myriam lo doblaba un poco para que la sangre vol­viera a circular correctamente. Enseguida se arrepintió de haberla agarrado tan fuerte.
-Si te molesta será por algo...
-Pues así sea.
-¿Qué demonios significa eso?
-Tendrás que averiguarlo -sin previo aviso la tomó en brazos y empezó a subir la escalera. Myriam sintió la fuerza del cuerpo de Victor contra el suyo y la invadió un millón de sensaciones deliciosas.
-Bájame -ordenó, pero ella misma tuvo que admi­tir que no sonó nada convincente.
Con los ojos brillantes, Victor se echó a reír.
-¿Crees que yo lo controlo todo? Cariño, ¡te voy a enseñar lo que es controlar!
-Esto es sólo un juego. Puedes soltarte cuando quieras... ¿ves?
Victor le demostró lo fácil que era soltar los pañuelos de seda con los que la había atado al dosel de la cama. Myriam asintió con la cabeza mientras sentía que el cuerpo se le abrasaba de deseo. Victor se había quitado la camiseta y al contemplar su torso musculoso y sus hombros poderosos Myriam apretó los muslos con ansie­dad. Estaba más que preparada para él, pero esa noche la seducción de Victor no iba a ser dura y rápida, sino que se estaba tomando su tiempo a propósito, aumen­tando la tensión entre ellos con cada caricia. Le subió el vestido hasta los muslos y le quitó las medias y las braguitas negras, y cuando ella intentó mantener las piernas juntas, Victor consiguió que las separara con li­geros mordisquitos en la parte interior de los muslos. Cuando al fin Myriam se relajó él la abrió con un dedo, deslizándolo por su humedad mientras ella se retorcía en la cama. Pero Myriam no quería liberarse, lo único que deseaba era que continuara ese delicioso tormento. Gi­miendo de placer, sintió que el cuerpo se le derretía cuando Victor se situó entre sus piernas y la besó. De re­pente el techo comenzó a dar vueltas, el corazón le la­tió con fuerza y la sangre le hirvió en las venas. Myriam gritó su nombre cuando la tensión alcanzó el punto más alto y su cuerpo se agitó con pequeñas convulsiones.
Inexplicablemente los ojos se le llenaron de lágri­mas, y al darse cuenta Victor corrió a su lado, la soltó y la abrazó.
-¿Qué pasa, cariño?
-Oh, Victor -Myriam lloró contra el hombro desnudo, absorbiendo el aroma de la piel limpia y suave-. Ha sido maravilloso.
Sus palabras derribaron la última barrera que Victor había levantado alrededor de su corazón.
-Me encanta que pueda darte placer. Te amo, Myriam. Creo que no te lo he dicho desde que volví, pero esa es la razón por la que quería que volviéramos a inten­tarlo. Cuando te vi en el museo fue como si el tiempo hubiera dado marcha atrás. El corazón me latía tan rá­pido que creí que me iba a dar un ataque.
-Yo sentí lo mismo -admitió ella feliz al saber que Victor la amaba-. Nunca dejé de quererte, Victor, ni si­quiera cuando estuvimos separados. Sé que mis que­jas sobre tu trabajo ayudaron a que te marcharas, pero lo único que sabía era que no estabas cuando quería que estuvieras. En el futuro hablaremos sobre las co­sas importantes, lo prometo. ¿Sabes que durante los últimos cinco años ni siquiera pude mirar a otro hom­bre?
Al escucharla su marido supo que ya no habría más reproches y que podrían tener el matrimonio con el que habían soñado siempre. Además, la llegada del bebé hacía que todo fuera perfecto. Nunca podría olvi­dar al bebé que habían perdido, pero su hijo no había muerto en vano, porque le había ayudado a Victor a darse cuenta de que no quería volver a perder a Myriam. Tenía por delante un hermoso futuro, y con Myriam lo ha­ría realidad.
-No puedo decir que no me alegra oír eso. Sólo pensar que podrías estar con alguien más...
-No deberías ser tan celoso. Nunca te engañaría.
-Ahora lo sé. Para ser sincero, creo que siempre lo he sabido.
-Un poco de celos puede estar bien, pero no quiero que se lo hagas pasar mal a Rúben la próxima vez que lo veas. Es un buen amigo y lo obligué a que me llevara a bailar. Pasó una noche horrible porque estaba preocu­pado por lo que dirías si te enteraras.
-Entonces creo que puedo ser magnánimo con él.
-En cualquier caso -dijo Myriam mientras le besaba el hombro-, creo que tenemos que revisar esas reglas que pusiste, y esta vez yo voy a aportar algo.
-Que no se diga que no estoy dispuesto a transigir.
Y además me encanta, porque tenemos algo pendiente.
-¿Ah, sí?
Victor terminó de quitarle el vestido y le cubrió los pechos desnudos con ambas manos.
-Sí, cariño, sin duda.
Chicas hoy no habra 2x1 jeje porque ya les deje todo el capi ahorita, lo que sigue es el epilogo, ponganme si se los pongo en la noche o mañana temprano, ahi me dices, saluditos!!
-Deja de mirarme así y baila! No te he traído a la ciudad para que te quedes en la barra.
-Nunca debería haberte escuchado -contestó Rúben-. A veces me convences para que haga cosas que no quiero hacer, y esta es una de ellas. ¿Qué va a pen­sar tu marido cuando te lleve a casa?
Myriam pensó que a Victor tendría que gustarle o aguan­tarse, porque ella no pensaba restringir sus impulsos naturales. Vale, había sido una cobarde y le había di­cho que iba a casa de una amiga para una reunión fe­menina en la que verían un par de vídeos. Pero a veces una mujer tenía que hacer lo que una mujer tenía que hacer, y con la actitud que Victor tenía últimamente no le sentaría muy bien, especialmente si se enteraba de que había salido con Rúben.
-¿Por qué no dejas que sea yo quien se preocupe por Victor? -Myriam lo obligó a levantarse y lo llevó hasta la pista de baile, rindiéndose ante la música que le obligaba a mover el cuerpo.
Rúben apagó el motor y miró a Myriam. Había dormido durante la mayor parte del viaje, acurrucada en el asiento del copiloto como una niña. El vestido negro se le había subido hasta la mitad del muslo y Rúben se dio cuenta, y no por primera vez, de que tenía unas piernas muy bonitas. Había sido la chica más guapa del club, y Rúben había sentido un instinto protector. Suspirando profundamente, tuvo que admitir que estaba algo más que un poco celoso de Victor. Tal vez por eso había aceptado a salir con ella esa noche sin que lo supiera su marido.
-¿Myriam? Myriam, despierta. Hemos llegado a casa.
-Hmm -estirándose y bostezando al mismo tiempo, se incorporó hasta quedar sentada y miró la enorme casa de ladrillo rojo. El sedán de Victor estaba aparcado fuera. Sintió ansiedad al pensar en lo que le esperaba, a menos que Victor se hubiera ido a la cama y estuviera profundamente dormido. Sí, claro, y la reina Elizabeth abdicaría al día siguiente-. Gracias, Rúben, lo he pasado estupendamente. Eres un ángel -se inclinó hacia él y le dio un beso en la mejilla.
Rúben se apartó como si algo lo hubiera picado.
-¡No hagas eso! Tu marido nos puede ver -alargó el cuello para ver si Victor estaba asomado a alguna ven­tana.
-¿Y qué es lo que hay que ver? Sabe que somos sólo amigos.
-Myriam, a veces das por sentadas demasiadas cosas.
-¿Qué? ¿Estás diciendo que no eres mi amigo?
-¡No tergiverses mis palabras! -frustrado, golpeó el centro del volante con la palma de las manos-. Lo que digo es que a veces eres demasiado familiar conmigo. Eres una mujer muy atractiva, y esa familiaridad puede desembocar en situaciones muy peligrosas si no se tiene cuidado.
Se sintió avergonzada por haberlo puesto en un compromiso, pero también le estaba diciendo que se contuviera, y eso la enfureció. Hacía más de una semana que su marido le había hecho el amor, se sentía frustrada sexualmente y necesitaba contacto íntimo. Y además su mejor amigo le estaba diciendo que se con­trolara más. Myriam decidió que no podía aguantarlo.
-¿Sabes una cosa, Rúben? A veces tienes que arries­garte. ¿Tendría yo otro bebé con Victor si no arriesgara mi corazón y mi orgullo? Piensa en ello. Gracias por traerme, nos veremos pronto.
De pie junto a la puerta de roble, Myriam agitó la mano para despedirse de él. De repente sintió la boca seca. Una cosa era ser un poco atrevida, pero otra enfren­tarse a las consecuencias de ese atrevimiento. Victor sólo estaba haciendo lo que creía que era mejor para ella y para el bebé, y lo menos que merecía era la ver­dad. Myriam abrió la puerta y entró.
La casa estaba en silencio, excepto por el tic tac del reloj victoriano que Ruth les había regalado por la inauguración de la casa. Dejó el bolso en una mesita, se quitó los zapatos, dejó el abrigo sobre la barandilla de la escalera y entró despacio en el salón.
-¿Así que por fin has decidido volver a casa?
Con el pulso acelerado, Myriam se pasó los dedos por el cabello y miró a Victor, que estaba sentado en un si­llón junto a la chimenea. Con la luz del fuego su piel parecía casi dorada, y tenía los ojos de un fascinante color oscuro. Llevaba unos vaqueros azules deste­ñidos y una camiseta gris perla que le realzaba los bí­ceps. Tenía un aspecto arrogante y masculino y Myriam se sintió irremediablemente atraída hacia él.
-Tampoco tenías que esperarme despierto -dijo con una voz que no parecía la suya.
-¿No? -Victor se levantó y se quedó de pie junto al fuego-. ¿Lo has pasado bien con tu... amiga?
-Sí, lo he pasado bien -contestó recordando las quejas de Rúben por lo mucho que habían bailado-. Pero estoy cansada, así que si no te importa me voy a la cama.
-No tan rápido -Myriam se dirigió a la puerta y Victor la alcanzó enseguida, agarrándole el brazo-. Dime dónde estuviste en realidad, porque sé muy bien que no te has puesto ese vestido para pasar la tarde delante de la te­levisión de una amiga.
Sabiendo que la mentira no era una opción, intentó liberarse de la mano de Victor, pero él no la soltó.
-¡No sé por qué le das tanta importancia a esto! Es­tuve con Rúben, ¿de acuerdo? Mi amigo. Desde que estoy embarazada no me dejas hacer nada y tengo que que­mar toda la energía que tengo de alguna manera, así que le pedí a Rúben que me llevara a algún club nocturno de Londres. Lo único que quería era escuchar algo de música y bailar, ¿es eso un crimen?
-Me mentiste.
-No deliberadamente. No quería que te enfadaras.
-¿Y ahora no estoy enfadado?
-Ya veo que no estás precisamente contento -sentía un cosquilleo en el brazo, en el lugar donde Victor la agarraba, como chispas de electricidad que le hacían sentir ligeramente mareada. Vaya un momento para excitarse.
-Por supuesto que no lo estoy. Estás embarazada, Myriam, tienes que cuidarte y descansar. ¿En qué estabas pensando? Y salir con otro hombre... ¿A qué demonios pensabas que estabas jugando? -Myriam lo había llamado «su amigo», pensó Victor lleno de celos. ¿Qué significaba eso exactamente? No le importaba que ese tipo se fuera a casar en la India, porque si tenía algo de testosterona indudablemente se sentiría atraído hacia Myriam.
-No culpes a Rúben.
-Estás muy dispuesta a defenderlo. ¡Ningún hom­bre que estuviera en sus cabales llevaría a bailar a la mujer de otro sin el consentimiento del marido! ¿Su «amistad» también incluye compartir su cama? ¿O tal vez lo hicieron en el coche? ¡Contéstame, Myriam, quiero saberlo!
Myriam se quedó helada.
-No puedo creer que hayas dicho eso. ¿Cómo pue­des convertir algo tan inocente en algo tan... sucio?
-Contesta la pregunta.
La fuerza de sus emociones la hicieron temblar.
-¡No! ¡No me acuesto y nunca me he acostado con Rúben! ¡Yo soy la estúpida que se ha mantenido cé­libe durante cinco años, al contrario que tú! Pero esto no tiene que ver con culpabilidad y acusaciones, ¿ver­dad, Victor? Esto tiene que ver con la confianza... o con la falta de confianza. He confiado en ti lo suficiente como para vivir de nuevo contigo y creer que podemos tener un matrimonio de verdad. ¿Pero cómo podemos conseguir eso cuando ni siquiera confías en mí para de­jar que salga sola? Me has tratado como a una niña desde que te hablé del bebé. ¿De verdad crees que haría algo imprudente que pusiera en peligro este embarazo? ¿Qué crees que he estado haciendo en los últimos cinco años? ¿Crees que dejé de vivir cuando te marchaste? Mi vida no es muy excitante, pero soy yo quien toma las decisiones. Soy una mujer adulta, no una chiquilla.
Al escucharla Victor supo que había cometido un grave error. Myriam nunca le había dado ningún motivo para desconfiar de ella. Su mujer siempre había sido abierta y sincera, y el hecho de que hubiera mentido esa noche significaba que él la había acorralado y Myriam no había podido hacer otra cosa.
-Rúben sólo salió conmigo porque se lo supliqué. Bai­lar me hace feliz, ¿qué mal puede haber en eso? Es parte de mí, Victor, ¿de verdad quieres que lo cambie? Soy incapaz de quedarme sentada en casa sin hacer nada. Lo hice durante un tiempo, esperándote noche tras noche y abandonando mi vida social por culpa de tu trabajo. No pienso hacerlo otra vez.
-¿Entonces por qué diablos no me pediste que te llevara a bailar?
-¿Lo habrías hecho?
-Te llevaría a cualquier sitio que quisieras siempre que supiera que estás a salvo.
-Bien -Myriam se mordió el labio y apartó la mirada-. Tal vez lo haga la próxima vez. Pero tienes que confiar en mí, ¡tienes que dejar de controlarlo todo!
-¿Yo lo controlo todo? -Victor le soltó el brazo y vio que Myriam lo doblaba un poco para que la sangre vol­viera a circular correctamente. Enseguida se arrepintió de haberla agarrado tan fuerte.
-Si te molesta será por algo...
-Pues así sea.
-¿Qué demonios significa eso?
-Tendrás que averiguarlo -sin previo aviso la tomó en brazos y empezó a subir la escalera. Myriam sintió la fuerza del cuerpo de Victor contra el suyo y la invadió un millón de sensaciones deliciosas.
-Bájame -ordenó, pero ella misma tuvo que admi­tir que no sonó nada convincente.
Con los ojos brillantes, Victor se echó a reír.
-¿Crees que yo lo controlo todo? Cariño, ¡te voy a enseñar lo que es controlar!
-Esto es sólo un juego. Puedes soltarte cuando quieras... ¿ves?
Victor le demostró lo fácil que era soltar los pañuelos de seda con los que la había atado al dosel de la cama. Myriam asintió con la cabeza mientras sentía que el cuerpo se le abrasaba de deseo. Victor se había quitado la camiseta y al contemplar su torso musculoso y sus hombros poderosos Myriam apretó los muslos con ansie­dad. Estaba más que preparada para él, pero esa noche la seducción de Victor no iba a ser dura y rápida, sino que se estaba tomando su tiempo a propósito, aumen­tando la tensión entre ellos con cada caricia. Le subió el vestido hasta los muslos y le quitó las medias y las braguitas negras, y cuando ella intentó mantener las piernas juntas, Victor consiguió que las separara con li­geros mordisquitos en la parte interior de los muslos. Cuando al fin Myriam se relajó él la abrió con un dedo, deslizándolo por su humedad mientras ella se retorcía en la cama. Pero Myriam no quería liberarse, lo único que deseaba era que continuara ese delicioso tormento. Gi­miendo de placer, sintió que el cuerpo se le derretía cuando Victor se situó entre sus piernas y la besó. De re­pente el techo comenzó a dar vueltas, el corazón le la­tió con fuerza y la sangre le hirvió en las venas. Myriam gritó su nombre cuando la tensión alcanzó el punto más alto y su cuerpo se agitó con pequeñas convulsiones.
Inexplicablemente los ojos se le llenaron de lágri­mas, y al darse cuenta Victor corrió a su lado, la soltó y la abrazó.
-¿Qué pasa, cariño?
-Oh, Victor -Myriam lloró contra el hombro desnudo, absorbiendo el aroma de la piel limpia y suave-. Ha sido maravilloso.
Sus palabras derribaron la última barrera que Victor había levantado alrededor de su corazón.
-Me encanta que pueda darte placer. Te amo, Myriam. Creo que no te lo he dicho desde que volví, pero esa es la razón por la que quería que volviéramos a inten­tarlo. Cuando te vi en el museo fue como si el tiempo hubiera dado marcha atrás. El corazón me latía tan rá­pido que creí que me iba a dar un ataque.
-Yo sentí lo mismo -admitió ella feliz al saber que Victor la amaba-. Nunca dejé de quererte, Victor, ni si­quiera cuando estuvimos separados. Sé que mis que­jas sobre tu trabajo ayudaron a que te marcharas, pero lo único que sabía era que no estabas cuando quería que estuvieras. En el futuro hablaremos sobre las co­sas importantes, lo prometo. ¿Sabes que durante los últimos cinco años ni siquiera pude mirar a otro hom­bre?
Al escucharla su marido supo que ya no habría más reproches y que podrían tener el matrimonio con el que habían soñado siempre. Además, la llegada del bebé hacía que todo fuera perfecto. Nunca podría olvi­dar al bebé que habían perdido, pero su hijo no había muerto en vano, porque le había ayudado a Victor a darse cuenta de que no quería volver a perder a Myriam. Tenía por delante un hermoso futuro, y con Myriam lo ha­ría realidad.
-No puedo decir que no me alegra oír eso. Sólo pensar que podrías estar con alguien más...
-No deberías ser tan celoso. Nunca te engañaría.
-Ahora lo sé. Para ser sincero, creo que siempre lo he sabido.
-Un poco de celos puede estar bien, pero no quiero que se lo hagas pasar mal a Rúben la próxima vez que lo veas. Es un buen amigo y lo obligué a que me llevara a bailar. Pasó una noche horrible porque estaba preocu­pado por lo que dirías si te enteraras.
-Entonces creo que puedo ser magnánimo con él.
-En cualquier caso -dijo Myriam mientras le besaba el hombro-, creo que tenemos que revisar esas reglas que pusiste, y esta vez yo voy a aportar algo.
-Que no se diga que no estoy dispuesto a transigir.
Y además me encanta, porque tenemos algo pendiente.
-¿Ah, sí?
Victor terminó de quitarle el vestido y le cubrió los pechos desnudos con ambas manos.
-Sí, cariño, sin duda.
Chicas hoy no habra 2x1 jeje porque ya les deje todo el capi ahorita, lo que sigue es el epilogo, ponganme si se los pongo en la noche o mañana temprano, ahi me dices, saluditos!!
dulce_myrifan- VBB PLATINO
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Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Pasión Renovada
gracias por la novelita me encanto señorita de Cpodigos
jai33sire- VBB PLATINO
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Re: Pasión Renovada
Yo creo que ahora siiiiiiiiiiiiii y que mal que ya se acaba la novela niña por que eres tan cruel nooooooo pos ni modo Saludos bye Atte: Iliana
myrithalis- VBB PLATINO
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Re: Pasión Renovada
ps yo digo que hoy mismo en la noche no?
jejejejejejejeje
si no ps ya me awanto hasta mañana temprano, pero de preferencia HOYYYYYYYYYYYYYYYY!!!!!
saludos dulllllllllllce
y grax x el super capi...
besos
yOOp
jejejejejejejeje
si no ps ya me awanto hasta mañana temprano, pero de preferencia HOYYYYYYYYYYYYYYYY!!!!!
saludos dulllllllllllce
y grax x el super capi...
besos
yOOp
Re: Pasión Renovada
QUE BUENA HISTORIA, LASTIMA QUE YA SE VA A TERMINAR, SALUDOS
mats310863- VBB PLATINO
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Fecha de inscripción : 01/06/2008
Re: Pasión Renovada
Niña Dulce:
Pues yo digo que hoy mismo jajajajaja para ya no esperar para mañana jajajajajajajajajajajaja
saluditos
Geno
Pues yo digo que hoy mismo jajajajaja para ya no esperar para mañana jajajajajajajajajajajaja
saluditos
Geno
Geno- STAFF
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Re: Pasión Renovada
DULCINEAAAAAAAAAAA SUBE EL CAP... BUENO EL EPILOGO X FISSS
Eva_vbb- VBB DIAMANTE
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Re: Pasión Renovada
Muchas gracias por el capitulo, te esperamos con el final.
alma.fra- VBB DIAMANTE
- Cantidad de envíos : 2190
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Re: Pasión Renovada
hay k boniita novellita me encanta x fiin me pude poner al coriiente con los caps de verdad k esto de no tener compu no me agrada en lo mas miiniimo
miill graciias x el cap akii estare esperando el fiinal
miill graciias x el cap akii estare esperando el fiinal
Dianitha- VBB PLATINO
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Localización : chihuahua
Fecha de inscripción : 22/07/2009
Re: Pasión Renovada
Mil gracias a todas por sus mensajitossss y pues ya aqui les dejo el Epílogo y espero regresar pronto, cuidense y Feliz Navidad y Año Nuevo
Epílogo
Abriendo de par en par las puertas de la sala de reuniones, Mitch Williams miró al hombre impecablemente vestido que se sentaba a la cabecera.
-¿Qué ocurre, Mitch? -tenía que ser algo muy im­portante para que su colega interrumpiera una reunión con un posible cliente muy lucrativo.
-Es Myriam -fue todo lo que Mitch pudo decir antes de que Victor corriera a su lado preocupado.
-¿Qué ha ocurrido? -se maldijo por haber hecho caso a su mujer por la mañana, cuando le dijo que se fuera a trabajar porque no podía soportar verlo ron­dando por la casa. Le aseguró que estaría bien, no de­bía preocuparse porque el bebé tardaría por lo menos una semana más en llegar. Y en cualquier caso ella iba a pasar el día con Ruth en la tienda, así que tendría ayuda si la necesitaba.
-Está en recepción. Dice que tiene dolores.
-¿Qué demonios está haciendo en recepción?
Myriam se estaba sirviendo un poco de agua y tenía un montón de bolsas a sus pies. Sonrió a Victor al verlo lle­gar como si fuera lo más normal del mundo que ella estuviera allí.
-Siento haber interrumpido tu reunión, pero me pi­lló por sorpresa cuando estaba de compras.
Victor no podía creer que su mujer, que estaba a punto de dar a luz, hubiera decidido viajar a Londres para ir de compras.
-¿Estás bien? ¿A qué diablos estás jugando, Myriam? Deberías estar en casa, descansando. ¡Por Dios, mujer! ¿Cuándo vas a empezar a hacer lo que es mejor para ti?
Encogiéndose de hombros, Myriam bebió un sorbo de agua antes de contestar.
-De repente me sentí inquieta, tenía que salir de casa.
-Se suponía que ibas a estar con Ruth. ¿Sabe que has venido a Londres sola?
-No le eches la culpa a ella. Peter le preguntó si quería comer con ella y yo le dije que se fuera. En vez de esperar a que volviera, pensé que podría tomar el tren y venir a Londres. Compré algunas cosas encantadoras para el bebé, pero entonces... -su rostro se contrajo de repente y Myriam se dobló agarrándose el estómago. Victor sintió que el corazón se le salía del pecho, le puso un brazo por detrás para aguantarla y le apartó el pelo de los ojos con la otra mano.
-¡Myriam! ¡Dime qué pasa! ¡Por el amor de Dios, há­blame!
-Creo que ya viene el bebé.
-¿Qué?
-Digo que creo que ya viene el... bebé. ¡Uf! -recu­perándose, Myriam se incorporó y sonrió felizmente a su marido, que se había quedado de piedra.
-No te asustes. Las contracciones son cada veinte minutos, así que aún tenemos algo de tiempo antes de que todo comience de verdad.
Victor se giró bruscamente hacia la atractiva pelirroja que estaba en recepción.
-Astrid, llama al servicio de emergencias. Quiero una ambul...
-¿No podemos ir en tu coche? -interrumpió Myriam-. Estoy registrada en el Portland, que está a sólo cinco minutos.., no hay por qué molestar a los de la ambu­lancia.
-Estás loca, ¿lo sabías? -tomándole el rostro con ambas manos, Victor la miró y pensó que si viviera cien vidas con esa mujer, nunca tendría bastante.
-¿Crees que estoy loca ahora? Espera a verme den­tro de un par de horas, cuando no haga más que gritar y ponerte verde.
A las nueve de una agradable noche de verano de junio Myriam y Victor García se convirtieron en pa­dres de una preciosa niña. La llamaron Victoria. Su madre dijo que probable­mente sería una primera bailarina, porque tenía largas piernas y un aire imperioso, mientras que su padre... su padre contempló la perfección infantil y supo que había encontrado a la segunda mujer de su vida que cautivaría su corazón. No importaba lo que su hija hiciera, porque mientras ella fuera feliz él también lo se­ría.
Epílogo
Abriendo de par en par las puertas de la sala de reuniones, Mitch Williams miró al hombre impecablemente vestido que se sentaba a la cabecera.
-¿Qué ocurre, Mitch? -tenía que ser algo muy im­portante para que su colega interrumpiera una reunión con un posible cliente muy lucrativo.
-Es Myriam -fue todo lo que Mitch pudo decir antes de que Victor corriera a su lado preocupado.
-¿Qué ha ocurrido? -se maldijo por haber hecho caso a su mujer por la mañana, cuando le dijo que se fuera a trabajar porque no podía soportar verlo ron­dando por la casa. Le aseguró que estaría bien, no de­bía preocuparse porque el bebé tardaría por lo menos una semana más en llegar. Y en cualquier caso ella iba a pasar el día con Ruth en la tienda, así que tendría ayuda si la necesitaba.
-Está en recepción. Dice que tiene dolores.
-¿Qué demonios está haciendo en recepción?
Myriam se estaba sirviendo un poco de agua y tenía un montón de bolsas a sus pies. Sonrió a Victor al verlo lle­gar como si fuera lo más normal del mundo que ella estuviera allí.
-Siento haber interrumpido tu reunión, pero me pi­lló por sorpresa cuando estaba de compras.
Victor no podía creer que su mujer, que estaba a punto de dar a luz, hubiera decidido viajar a Londres para ir de compras.
-¿Estás bien? ¿A qué diablos estás jugando, Myriam? Deberías estar en casa, descansando. ¡Por Dios, mujer! ¿Cuándo vas a empezar a hacer lo que es mejor para ti?
Encogiéndose de hombros, Myriam bebió un sorbo de agua antes de contestar.
-De repente me sentí inquieta, tenía que salir de casa.
-Se suponía que ibas a estar con Ruth. ¿Sabe que has venido a Londres sola?
-No le eches la culpa a ella. Peter le preguntó si quería comer con ella y yo le dije que se fuera. En vez de esperar a que volviera, pensé que podría tomar el tren y venir a Londres. Compré algunas cosas encantadoras para el bebé, pero entonces... -su rostro se contrajo de repente y Myriam se dobló agarrándose el estómago. Victor sintió que el corazón se le salía del pecho, le puso un brazo por detrás para aguantarla y le apartó el pelo de los ojos con la otra mano.
-¡Myriam! ¡Dime qué pasa! ¡Por el amor de Dios, há­blame!
-Creo que ya viene el bebé.
-¿Qué?
-Digo que creo que ya viene el... bebé. ¡Uf! -recu­perándose, Myriam se incorporó y sonrió felizmente a su marido, que se había quedado de piedra.
-No te asustes. Las contracciones son cada veinte minutos, así que aún tenemos algo de tiempo antes de que todo comience de verdad.
Victor se giró bruscamente hacia la atractiva pelirroja que estaba en recepción.
-Astrid, llama al servicio de emergencias. Quiero una ambul...
-¿No podemos ir en tu coche? -interrumpió Myriam-. Estoy registrada en el Portland, que está a sólo cinco minutos.., no hay por qué molestar a los de la ambu­lancia.
-Estás loca, ¿lo sabías? -tomándole el rostro con ambas manos, Victor la miró y pensó que si viviera cien vidas con esa mujer, nunca tendría bastante.
-¿Crees que estoy loca ahora? Espera a verme den­tro de un par de horas, cuando no haga más que gritar y ponerte verde.
A las nueve de una agradable noche de verano de junio Myriam y Victor García se convirtieron en pa­dres de una preciosa niña. La llamaron Victoria. Su madre dijo que probable­mente sería una primera bailarina, porque tenía largas piernas y un aire imperioso, mientras que su padre... su padre contempló la perfección infantil y supo que había encontrado a la segunda mujer de su vida que cautivaría su corazón. No importaba lo que su hija hiciera, porque mientras ella fuera feliz él también lo se­ría.
dulce_myrifan- VBB PLATINO
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Edad : 40
Localización : Culiacán, Sinaloa
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Pasión Renovada
GRacias Dul por el epilogo aaawwww que bonita noveee Regresa pronto niña con otra noveee
girl190183- VBB BRONCE
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Edad : 40
Fecha de inscripción : 05/12/2008
Re: Pasión Renovada
Muchisimas gracias por la novelita a mi me encanto
jai33sire- VBB PLATINO
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Edad : 48
Localización : Mexico Distrito Federal
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Pasión Renovada
Siiiiiiiiiiii Gracias niña por esta novelitay si por favrregresa con otra y Gracias nos vemos pronto Atte: Iliana
myrithalis- VBB PLATINO
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Edad : 42
Localización : Monterrey, Nuevo Leon
Fecha de inscripción : 09/11/2008
Re: Pasión Renovada
QUE BONITO FINAL, MUCHAS GRACIAS
mats310863- VBB PLATINO
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Fecha de inscripción : 01/06/2008
Re: Pasión Renovada
Estuvo muy padre la novela, me encanto. Diviertete mucho en tus vacaciones y te esperamos pronto.
alma.fra- VBB DIAMANTE
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Fecha de inscripción : 25/06/2008
Re: Pasión Renovada
QUE BONITO FINALLLLLL BELLO BELOOO MUCHAS GRACIAS DUL.... ESPERO LEERTE PRONTO CON OTRA NOVE... PERO MIENTRAS DISFRUTA DE ESTAS VACACIONES DIVIERTETE Y FELICES FIESTAS PARA TI Y TU FAMILIA
Eva_vbb- VBB DIAMANTE
- Cantidad de envíos : 2742
Edad : 39
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Pasión Renovada
que hermosa historia...me encanto...muchas gracias por la novela dulce
susy81- VBB CRISTAL
- Cantidad de envíos : 157
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Pasión Renovada
Niña Dulce:
Muchas gracias por la novelita, sabes que me encanto......
Disfruta tus vacaciones y te esperamos pronto de regreso..Felices fiestas
un abrazo y un beso
Geno
Muchas gracias por la novelita, sabes que me encanto......
Disfruta tus vacaciones y te esperamos pronto de regreso..Felices fiestas
un abrazo y un beso
Geno
Geno- STAFF
- Cantidad de envíos : 315
Edad : 46
Fecha de inscripción : 04/03/2008
Re: Pasión Renovada
grax dul muy buena la nove y si felices fiestas para todas y para ti y tu familia nos leermos pronto
saludos
saludos
fresita- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 1024
Edad : 43
Localización : colima, méxico
Fecha de inscripción : 31/07/2009
Re: Pasión Renovada
muchas gracias estubo muy bonita y muy emocionante
Eva Robles- VBB BRONCE
- Cantidad de envíos : 214
Edad : 51
Fecha de inscripción : 28/11/2009
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