Vicco y la Viccobebe
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Un Hombre Perdido (Final)

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Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 Empty Re: Un Hombre Perdido (Final)

Mensaje  marimyri Lun Oct 12, 2009 6:28 pm

aqui les dejo el capitulo de hoy!!
sobre lo del capitulo fuerteson Laughing Embarassed pues ya lei y es el capitulo 6. si para entonces (osea probablemente mañana)no me han dicho que no lo puedo poner pues lo pongo completo. tampoco piensen que es totalmente porno jeje (bueno segun yo no Laughing Laughing ) pero si esta algo fuerte.

nayelive: oye mejor que sean las menores de 21 jejeje porque yo soy menor de 22 y pues tengo que leerlo para poder postear el capitulo Laughing Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274

Capítulo Cinco

Víctor observaba a Myriam entrar en la casa, intentando no admirar la curva de su trasero. Aunque no era fácil. Llevaba un top amarillo y unos pantalones cortos que dejaban al descubierto unas piernas de cine. El pelo castaño, suelto, caía sobre su espalda en unas ondas que parecían de miel y que lo hacían desear tocarlo…

Sí, había estado bajo el sol durante demasiado tiempo, decidió.

Irritado por esos pensamientos, se pasó una mano por la cara.

—Así que un pirómano, ¿eh?

No había tenido tiempo de hablar con ella sobre Tommy y sobre la trampa que le había tendido. Pero ahora estaban en casa, solos, y quería una respuesta.

Myriam se volvió con una sonrisa en los labios. Luego levantó las manos, en un gesto de fingida inocencia, y siguió adelante, como si no pasara nada. Víctor la siguió. Le había mentido sobre el niño para que se alojara en su casa.

Tenía que preguntarle por qué.

—Si hubieras podido verte la cara —dijo Myriam entonces, muerta de risa, mientras se dejaba caer en uno de los sofás—. Cuando mi padre le dio la cerilla a Tommy… creí que se te iban a salir los ojos de las órbitas.

—Sí, seguro que ha sido muy divertido —suspiró él, sentándose enfrente. Cruzó un pie encima del otro y empezó a martillear con los dedos sobre el brazo del sofá.

Myriam estaba intentando contener la risa pero, en lugar de sentirse irritado, Víctor empezaba a encontrarlo divertido. Aunque ella no tenía por qué saberlo. Cuando hizo un melodramático intento por ponerse serio, Myriam se tapó la boca con la mano, muerta de risa.

Víctor sacudió la cabeza y, al final, tuvo que sonreír.

—¿Por qué me hiciste creer que Tommy era un pirómano?

—Pues… no sé. ¿Para divertirme?

—Ya, claro. Yo esperando que ese pobre crío incendiara la casa… para morirse de la risa, sí.

Myriam suspiró.

—Lo siento, en serio. Pero debes admitir que ha sido divertido. ¿De verdad pensabas que en esta familia había un demente?

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Víctor, sintiendo auténtica curiosidad—. ¿Por qué me has engañado para que me alojase en tu casa?

Ella lo estudió en silencio durante unos minutos. Mientras lo hacía, acariciaba el brazo del sofá con la mano, un gesto que llamó su atención. Víctor tuvo que moverse un poco, incómodo, intentando no imaginar esos dedos acariciando su piel, deslizándose por su espalda…

No había sentido nada así en mucho tiempo. Era como si su cuerpo estuviera despertando de un sueño… y resultaba casi doloroso.

Fuera, los últimos rayos del sol iluminaban el jardín, aunque estaba empezando a oscurecer. De lejos le llegaban las risas de unos niños jugando al balón. Al otro lado de la calle, alguien estaba pasando el cortacésped. Un día normal en la vida de una pequeña ciudad.

—Muy bien —dijo Myriam por fin, poniendo las piernas sobre el sofá—. A lo mejor he «retorcido» un poquito la verdad.

—¿Un poquito?

—Bueno, mucho.

—¿Por qué? —insistió Víctor. La luz empezaba a irse poco a poco, como un foco que se apaga en un escenario. Medio en sombra, las facciones de Myriam parecían esculpidas en porcelana y su sonrisa era muy tentadora, especialmente para un hombre que llevaba dos años muerto.

—No lo sé —contestó ella finalmente.

Víctor intentó averiguar qué estaba pensando, pero el funcionamiento del cerebro de Myriam Montemayor era para él un misterio.

Sus ojos eran de un color profundo, vivido. Había algo muy atrayente en su mirada, algo que lo llamaba. Víctor supo entonces que estaba entrando en terreno peligroso… pero no podía apartar la mirada.

—Es que, a lo mejor tengo debilidad por los gruñones.

—Yo no soy un gruñón…

—¿No? —Myriam levantó una ceja.

—Bueno, normalmente no lo soy —se corrigió Víctor, aunque no era cierto del todo. En los últimos dos años había tenido poca paciencia con todo. Hasta que llegó a Sunrise Beach. Y los cambios que estaba experimentando tenían poco que ver con él y todo con la gente que lo rodeaba. Sencillamente, no le dejaban estar solo. Especialmente, Myriam. Tenía una forma de mirarlo, de sonreírle que exigía una respuesta inmediata.

—Mira, no pasa nada —dijo ella entonces, bajando las piernas del sofá—. Pareces una persona agradable…

—Pensé que era un gruñón —sonrió él.

—Pero un gruñón simpático.

—Jo, gracias —dijo Víctor, inclinándose hacia ella.

Myriam lo miró a los ojos.

—Me encanta Nora, pero dos mujeres compartiendo un cuarto de baño… de eso nada.

—¿Tan horrible es?

Myriam seguía sin contarle la verdad, pero ya le daba igual. Lo único que quería era seguir mirándola.

—Horrible, horrible —le aseguró ella, sin dejar de sonreír—. Tan horrible que pensé que sería más fácil compartir casa durante dos semanitas con un médico gruñón que, a veces se porta como un héroe.

—¿Y qué tal está saliendo?

—Por ahora no va mal. En absoluto. ¿A ti qué te parece?

Víctor lo pensó un momento. Podría estar en una tranquila habitación de hotel. Podría estar solo, viendo la televisión, cenando solo, durmiendo solo. De no estar allí, en aquel momento estaría paseando por una solitaria habitación de hotel sin oír nada más que los latidos de su corazón.

Era a lo que estaba acostumbrado.

Y lo que esperaba.

Y, por primera vez en mucho tiempo, se alegraba de que las cosas fueran diferentes.

Myriam seguía mirándolo, esperando una respuesta.

—La verdad es que no está mal. Nada mal.

Unos días después, Víctor estaba más cansado que cuando trabajaba en su consulta. Cada día había algo nuevo: una comida familiar, tareas de intendencia, encargos para la boda… Para entonces, ya casi podía identificar a todos los miembros de la familia Montemayor por su nombre.

Prácticamente se había convertido en un miembro más del equipo, que se reunía en consejo de guerra en la cocina de los Montemayor, para tomar decisiones. No sabía muy bien cómo, pero de alguna forma lo habían adoptado sin que él se diera cuenta.

Y lo sorprendente era que no le importaba en absoluto.

Seguían siendo ruidosos y abrumadores para alguien sin experiencia, pero encontraba algo en aquella gente que no había encontrando antes. Una sensación de solidaridad y de lealtad tan profundas que conectaban a cada miembro de la familia con el otro como si fueran eslabones de una sólida cadena, donde cada persona era un individuo y, a la vez, una parte integral de un todo.

Víctor detuvo el coche frente a la casa de Myriam y quitó la llave del contacto. Después de todo un día ayudando a pintar el cenador donde Eric y Jen iban a casarse, estaba deseando descansar un rato.
Curioso, pero la vida allí se había convertido en una rutina y Víctor lo agradecía, aun reconociendo lo diferente que era de su propia vida.

En casa, las mañanas pasaban volando. Después de tomar una taza de café, subía al coche y se iba a trabajar. Cada noche, volvía por la misma autopista para cenar solo, irse a dormir y repetir la misma actividad al día siguiente.

Allí, en Sunrise Beach, las cosas eran diferentes. Por las mañanas, Myriam y él se tomaban su tiempo. Mientras desayunaban en la cocina, discutían las tareas del día y, por las noches, Víctor había dejado de intentar esconderse en su habitación buscando la soledad que tan importante había sido para él.
Myriam insistía en que, como era su invitado, lo mínimo que podía hacer era hablar con ella. Era una fuerza de la naturaleza aquella chica. Imposible ignorarla.

De modo que veían películas, oían música o sencillamente hablaban.

O, más bien, pensó, Myriam hablaba y él la escuchaba. Esa mujer podía hablar durante horas y horas sin cansarse nunca.

Víctor sacudió la cabeza, pensando que en esos días había aprendido a conocerla bien. Myriam Montemayor tenía una opinión formada sobre casi todo y no dudaba en compartirla con quien quisiera escucharla. Hablaba de sus hermanos, de sus padres, del instituto, de política, de sus planes para el negocio…

Le hacía pensar, le hacía reír… le hacía sentir.

Víctor salió del coche y se metió las manos en los bolsillos de los vaqueros, pensativo. La luz de la cocina estaba encendida. Myriam estaría dentro, o haciendo galletas o envolviendo las que ya estaban hechas. La mesa de la cocina estaría llena de bandejas y toda la casa olería a canela y a esa otra especia que no era capaz de reconocer.

Entraría en la cocina y ella levantaría la mirada, con una sonrisa en los labios, para darle la bienvenida a la que ya estaba acostumbrándose y que empezaba a ser importante para él.

Y eso lo hacía sentir culpable. Incómodo, sacó las manos de los bolsillos. Aquella casita, con el diminuto cuarto de baño y el perpetuo aroma a azúcar y canela se había convertido en algo familiar, agradable, consolador. Y no sabía qué hacer.

No debería estar allí.

No debería pasarlo bien.

No debería estar deseando ver a Myriam.

—Demasiado tarde —murmuró para sí mismo.

Su corazón latía con más fuerza al saber que Myriam estaba dentro. No había sentido esa anticipación en tantos años…

Nunca había esperado sentir eso de nuevo.

Él había sido feliz una vez. Con Mary.

Y luego la perdió.

Se le encogió el corazón al pensarlo. En un segundo, todo cambió para siempre.

Había pasado demasiadas noches pensando en lo que había hecho o había dejado de hacer, en cómo habría sido si… Pero no podía cambiar nada.

Mary se había ido.

Y no podía exigir una vida feliz cuando no fue capaz de salvar la de ella.

Aquellas dos semanas con los Montemayor, con Myriam, sólo eran algo temporal. Un descanso.
Debería recordar eso. Recordar que cuando terminasen aquellas dos semanas, volvería a Los Ángeles. Volvería donde estaban los recuerdos de Mary. A su sitio.

—¿Eres tú, Víctor?

—Sí —contestó él—. Soy yo.

—Estoy en el poooooorche —gritó Myriam, alargando mucho la primera vocal.

Víctor miró la mesa llena de galletas antes de salir al jardín. Debía haber trabajado mucho aquel día porque había montones de galletas envueltas en celofán amarillo, con una cinta de color malva.
Enseguida vio a Myriam a través de la mosquitera, sentada en los escalones del porche. A su lado, un plato de galletas y una copa con un líquido amarillento.

—Hola. ¿Quieres un margarita?

Víctor sonrió. Tenía la impresión de que ella había tomado más de uno.

—Bueno.

—He sacado una copa para ti, mira —dijo Myriam, volviéndose rápidamente para buscarla—. ¡Ay, que me mareo!

—¿Estás bien? —preguntó Víctor, sentándose a su lado.

—Estoy fenomenal —murmuró ella, mordisqueando una galleta.

—¿Galletas y alcohol?

—Las galletas van con todo. Te lo digo yo, que soy la chica de las galletas.

—Es verdad. Se me había olvidado que trataba con una profesional —sonrió Víctor—. ¿Desde cuándo estás aquí? —preguntó luego, estudiando su perfil—. ¿Y cuántas copas has tomado?

—Una hora —contestó ella, estirando las piernas—. Y sólo he tomado un par de copas. No te preocupes, no tendrás que soportar a una borrachuza.

—Me alegra saberlo.

—Ya me lo imaginaba.

—¿Hay alguna razón para que estés sentada aquí, bebiendo?

—¿Hay que tener una razón especial para tomar una copa?

—No, supongo que no —contestó él.

—¿Has estado enamorado alguna vez? —preguntó Myriam entonces—. En serio digo, enamorado de verdad.

No por primera vez, el sentimiento de culpa golpeó el corazón de Víctor con la fuerza de un martillo. El rostro de Mary apareció en su mente y le sorprendió ver que su imagen fuera lejana, difusa, como si estuviera mirándola a través de la niebla.

—Sí —contestó, con un nudo en la garganta.

—¿Ah, sí? —murmuró Myriam sorprendida—. Pues entonces, al menos tú has tenido eso. Yo no. Tengo veintiocho años y nunca he visto fuegos artificiales.

Víctor la miró, confuso.

—¿Qué?

—Ya sabes, los fuegos artificiales metafóricos.

Él asintió, perdido.

—Después del sexo. Cuando todo es maravilloso…

—Ah, ya entiendo —sonrió Víctor. Y luego volvió a concentrarse porque con Myriam Montemayor uno tenía que concentrarse para seguir su conversación.

—Nunca los he visto, ni los he sentido —siguió Myriam, moviendo su copa. Al hacerlo, parte del líquido cayó sobre su mano—. ¡Huy, qué tonta!

Víctor tuvo que tragar saliva cuando la vio pasar la lengua por el canto de su mano. El deseo lo sorprendió por completo, con una intensidad que lo dejaba atónito.

—Mis padres creen que tengo el corazón roto —siguió ella, sin darse cuenta del caos que estaba creando—. Mi hermana dice que soy demasiado exigente con los hombres y mis hermanos están decididos a interrogar al próximo que me interese. Pero eso no va a pasar. Porque, como ya te he dicho, sólo pienso relacionarme con el azúcar.

—Entonces, ¿cuál es el problema?

Myriam suspiró, levantando la cabeza para mirar las estrellas. Mientras ella miraba el cielo, Víctor la miraba a ella. El pelo castaño caía sobre su espalda y se movía de una forma hipnótica…

—El problema es que, aunque el azúcar es maravilloso, no creo que ahí vaya a encontrar los fuegos artificiales.

Ya había unas cuantas chispas saltando entre ellos, pensó Víctor, aunque no se atrevió a decirlo en voz alta.

—¿Y por qué piensas en eso precisamente esta noche?

—He estado en casa de mis padres y han empezado a hablar de Daly, mi último novio.

—¿Y?

—Creen que tengo el corazón roto, pero no es verdad y eso me da pena.

—¿Te da pena no tener el corazón roto?

—Sí porque, evidentemente, no estaba enamorada de él… ni siquiera le echo de menos. Y me pregunto, ¿y si Daly me hubiera pedido que me casara con él? ¿Y si le hubiera dicho que sí? —suspiró Myriam, levantándose para bajar al jardín—. Cosas más raras han pasado, ¿no?

Víctor la siguió. Caminaba por el jardín con paso firme, de modo que no debía haber tomado tantas copas como él había creído.

—Pero no habrías dicho que sí.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó ella, volviéndose. Sus ojos brillaban bajo la luz de la luna y sus labios, normalmente curvados en una sonrisa, estaban temblando.

—Porque no estabas enamorada de él, tú misma lo has dicho.

—Pero podría haberme convencido a mí misma. ¿Voy a tener que esperar para siempre los fuegos artificiales o debería contentarme con la luz de una cerillita?

Víctor sabía que debía dar un paso atrás, estaban demasiado cerca. Debería entrar en la casa… ¿En la casa? Lo que debería hacer era subir a su coche y pisar a fondo el acelerador hasta que llegase a Los Angeles. A su casa, donde sabía qué hacer y cómo actuar. Donde Myriam Montemayor no estaba cerca.

Pero no iba a marcharse.

No lo haría aunque pudiese hacerlo.

La luz de la luna, su perfume y el aire cálido del verano, todo se combinaba para hacerlo desear lo que no podía tener.

—Deberías esperar los fuegos artificiales —dijo con voz ronca.

—¿Ah, sí? —Myriam se acercó un poco más—. ¿Quieres ayudarme a buscarlos, Víctor?
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Mensaje  myrielpasofan Lun Oct 12, 2009 7:27 pm

hay pero k buena se kedo jajajajajaja muchas grax por el capi tocayita....
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Mensaje  fresita Lun Oct 12, 2009 7:33 pm

ANDALE OSEA MAS DIRECTA NO PUDO SER WOW QUE NOVELITA OSEA DICES QUE EL 6 ES EL FUERTEZON QUIERE DECIR QUE LA VA AYUDAR A VER LOS FUEGOS ARTIFICILAES ANDALE NIÑA PUES MAÑLANA ESPERO EL CAPI SUBELO TEMPRANOS PARA VERLO FELICIDADES MUY BUENA NOVELITA, Y PUES VICCO TU FLOJITO Y COOPERANDO MI REY QUE HAY USTEDES VAN A SANARSE EL CORAZON Y EL ALMA JUNTITOS JAJAJA

SALUDOS
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Mensaje  myrithalis Lun Oct 12, 2009 9:07 pm

Hola niña si tu pon el Cap. sin censura recuerda que somos chicas con amplio criterio jajajaja bueno esperamos el cap y como dice Fresita si que le ayude a ver los fuegos artificiales jajaja bueno saludos y si la novelita esta fregona Gracias Atte: Iliana Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 423370 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 423370 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 423370 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 423370
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Mensaje  nayelive Lun Oct 12, 2009 9:56 pm

buenisimo capi y tu puedes leerra jaja si no como la pones eso si que tu mami este atu lado jajaja
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Mensaje  alma.fra Lun Oct 12, 2009 11:04 pm

Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 Noooo imaginate a tu mama contigo Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 mejor ponlo pero con lo ojos cerrados Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 . Hasta mañana.
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Mensaje  QLs Lun Oct 12, 2009 11:19 pm

nombree tu publicalos .. creemee no pasa nada, he leido una aqui mismo fuertiiiisima hehehe
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Mensaje  Marianita Lun Oct 12, 2009 11:53 pm

Tocayita, esto se está poniendo interesante!!!!! Twisted Evil Twisted Evil Twisted Evil Muchas gracias por el capi, ya queremos el sexto jajaja!!!!! Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 64473 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 64473
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Mensaje  Dianitha Lun Oct 12, 2009 11:56 pm

fresita escribió:ANDALE OSEA MAS DIRECTA NO PUDO SER WOW QUE NOVELITA OSEA DICES QUE EL 6 ES EL FUERTEZON QUIERE DECIR QUE LA VA AYUDAR A VER LOS FUEGOS ARTIFICILAES ANDALE NIÑA PUES MAÑANA ESPERO EL CAPI SUBELO TEMPRANOS PARA VERLO FELICIDADES MUY BUENA NOVELITA, Y PUES VICCO TU FLOJITO Y COOPERANDO MI REY QUE HAY USTEDES VAN A SANARSE EL CORAZON Y EL ALMA JUNTITOS JAJAJA

SALUDOS
jajaja ha fresiita k lista eres wow k cap niiña me gusta tu noveliita xfiitas no tardes en poner el siiguiiente cap eee y completiito x k sii no ps no entendemos Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274
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Mensaje  mats310863 Mar Oct 13, 2009 8:27 am

YA QUIERO SABER SI VICTOR VA AYUDAR A MYRIAM HA VER FUEGOS ARTIFICIALES, GRACIAS POR EL CAPÍTULO

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Mensaje  marimyri Mar Oct 13, 2009 2:21 pm

Por fin puedo entrar!!
en serio llevaba casi una hora intentando entrar y no me dejaba pero si se pudo! si se pudo!! Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 149909 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 149909 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 149909 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 149909
bueno ya que saque mi frustracion de no poder entrar al foro Laughing aqui tienen el capitulo de hoy.
por cierto gracias pero no gracias. Laughing Ya me imagino a mi mama a mi lado se me infarta y mas con eso que soy hija unica Laughing Laughing . para ella todavia soy su bebe pura e inocente Laughing Rolling Eyes Embarassed Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274

bueno ahora si niñas tapense los ojos Laughing Embarassed

Capítulo Seis

Víctor dio un paso adelante.

Ella también.

Un segundo después, estaba en sus brazos, apretada contra su pecho, y Víctor se encendió como un cartel de neón de Las Vegas. Su corazón latía con la fuerza de un huracán.

Myriam levantó la mirada y, no por primera vez, Víctor se preguntó qué estaba pensando, sintiendo. Pero no tuvo que seguir haciéndose preguntas porque, un segundo después, ella se puso de puntillas y buscó sus labios. Víctor la apretó contra él, envolviéndola en sus brazos.

Cuando Myriam entreabrió los labios, tomó su boca con un ansia que no había creído poseer. Ella suspiró y Víctor se tragó su suspiro. Sus lenguas bailaban en una salvaje danza de deseo.
Myriam se apretaba contra su pecho, hundiendo los dedos en sus hombros hasta que casi habría jurado que estaba dejando su marca a través de la camisa. Y no era suficiente.

La deseaba toda. Quería sentir su piel desnuda bajo los dedos, oírla suspirar, verla cerrar los ojos mientras entraba en ella…

La deseaba más que nada en el mundo.

Víctor inclinó la cabeza para besarla en el cuello, pasando la punta de la lengua por su piel y sintiéndola temblar mientras susurraba su nombre.

Ese susurro fue como una llama que parecía envolverlo de arriba abajo. Y, aun así, no era suficiente.

—Myriam —murmuró, acariciándola con su aliento. Ella levantó la cabeza, con los labios entreabiertos, ofreciéndole todo lo que, de repente, se había vuelto tan necesario.

—Víctor. Los veo.

—¿Eh?

Bésala, tócala, tómala, le decía una voz.

—Los fuegos artificiales —contestó ella—. Están aquí, esperándome. Enséñamelos, Víctor.
Enséñamelos.

Él la miró con los ojos encendidos. En su interior se libraba una batalla entre lo que quería hacer y lo que debía hacer.

Pero debía tomar una decisión. Sacudiendo tristemente la cabeza, apartó los brazos de Myriam de su cuello, pero no soltó sus manos.

—No puedo.

—¿Qué? ¿Por qué no? —preguntó ella.
—Porque yo no soy el hombre que estás esperando, Myriam.

Ella rió suavemente.

—No te he pedido matrimonio, Víctor.

—Lo sé —dijo él, incapaz de explicar lo que sentía, por qué estaba rechazando lo que cualquier otro hombre habría aceptado sin dudar—. Pero no es tan sencillo.

—Muy bien. Pero no digas que no me deseas porque no te creería. He sentido cuánto me deseabas.

Víctor apretó los dientes. Por supuesto, se había percatado de su erección. La había abrazado con tanta fuerza que era un milagro que no hubiera salido por su espalda.

—Eso no tiene nada que ver —murmuró, antes de dirigirse al interior de la casa.

No era una huida, más bien una retirada a tiempo. A toda velocidad.

Pero debería haber sabido que Myriam no abandonaría tan fácilmente. Estaba justo detrás de él.

Myriam se merecía algo mejor, pensaba. Se merecía un hombre que le entregara todo su amor. Un hombre que buscase las mismas cosas que ella, un hombre que pudiera amarla. Él no podía. Cuando subía la escalera oyó sus pasos detrás y se volvió. Myriam se chocó contra él y Víctor la sujetó, momento que ella aprovechó para echarle los brazos al cuello. Tenía una sonrisa en los labios.

—Myriam…

—Víctor —dijo ella, sin dejar de sonreír, mostrando aquel hoyito tan atractivo…

Pero tenía que ser fuerte, se dijo a sí mismo, apartando sus brazos. A pesar de que su cuerpo le pedía que la abrazase hasta dejarla sin aliento.

—Quiero saber por qué estas tan decidido a apartarte de mí —murmuró ella, sacudiendo la cabeza.

Víctor temía hasta respirar por miedo a oler su perfume. En aquel momento, eso sería suficiente para hacerle perder la cabeza.

—Esto no debería pasar.

Myriam lo miró a los ojos, como si pudiera leer allí sus pensamientos. Y quizá podía.

—¿Estás casado?

—No.

«Ya no».

—¿Prometido?

—No —contestó Víctor—. Pero eso no es importante.

—Es lo único importante —replicó ella, abrazándolo de nuevo—. Víctor, los dos somos adultos y no estamos comprometidos con nadie. Y nos deseamos, ¿no?

Como sin duda podía sentir de nuevo cuánto la deseaba, sería absurdo negarlo.

—Tú te mereces algo mejor que un revolcón de una noche. Y eso es todo lo que yo puedo ofrecerte.

—A lo mejor sólo necesito una noche.

Ojalá pudiera leer sus pensamientos, pensó Víctor. ¿Qué estaba pasando por su cabeza? ¿Pensaría que aquello, lo que fuera que había entre ellos, podía convertirse en algo más serio?

Porque si era así, él sería el siguiente de la lista en hacerle daño. Y no quería hacerlo. Le gustaba Myriam. Pero él no era el hombre que buscaba.

—Deja de pensar —dijo ella, acariciando su cara. El roce era electrizante. Casi podía sentir cómo hervía su sangre, oír los latidos apresurados de su corazón.

—Myriam…

—Déjate llevar, Víctor —lo interrumpió ella, poniéndose de puntillas para darle un besito en los labios.
Un beso y no se movió. Dos y su corazón latía como si quisiera salirse de su pecho. Tres y supo que estaba perdido.

Rindiéndose a lo inevitable, Víctor la apretó contra sí, deslizando la mano posesivamente por su espalda. Tenía que tocarla, sentirla.

El beso los hizo perder la cabeza a los dos. Con la lengua imitaba lo que quería hacerle con otras partes de su cuerpo…

Myriam gemía, levantando las piernas para enredarlas alrededor de su cintura y, de repente, Víctor experimentó un deseo que no había sentido antes. Nunca.

Aquello era diferente.

Era más de lo que había experimentado nunca.

Furioso consigo mismo, intentó apartar ese traidor pensamiento. Pero metió las manos por debajo de la camiseta para disfrutar de su piel, tan suave, tan caliente.

Myriam se restregaba contra él, sin apartarse un centímetro, dando tanto como recibía. Luego, tomando su cara entre las manos, lo miró a los ojos.

—Vamos al dormitorio. Ahora.

—Ahora mismo —murmuró él.

Sólo había cuatro puertas en el pasillo: su habitación, el diminuto cuarto de baño, un armario para la ropa blanca y la habitación de Myriam, la más cercana. Víctor tomó el picaporte y abrió la puerta de par en par.

Las paredes estaban pintadas de azul. Y entonces pensó que había estado destinado a entrar allí desde el primer día. Desde que se sentó a su lado en el coche y empezó a tomarle el pelo.

Desde la primera vez que le sonrió.

Víctor se dirigió hacia la cama, que estaba en el centro de la habitación. Ni siquiera se molestó en apartar el edredón, también de flores. Se sentó encima y colocó a Myriam sobre sus rodillas.

La luz de la luna se filtraba a través de las cortinas, iluminando la habitación con un tenue resplandor plateado.

Víctor se quedó sin respiración cuando Myriam se sentó sobre él a horcajadas. Y estuvo a punto de morir de un infarto cuando ella misma tiró de su camiseta para quitársela y tirarla al suelo. Tenía unos pechos grandes, con los pezones rígidos, que él prácticamente podía saborear con sólo mirarlos.

—Myriam…

Ella sonrió, una sonrisa perezosa, traviesa. Tenía los ojos brillantes de orgullo femenino. Sabía exactamente el efecto que ejercía en él y estaba disfrutando.

Víctor tomó uno de los deliciosos pezones entre el pulgar y el índice. Ella gimió, restregándose contra él. Levantando las manos, sujetó las de Víctor sobre sus pechos un momento.

—Ahora tú —murmuró, intentando quitarle la camisa.

De repente ansioso por estar piel con piel, Víctor desabrochó la camisa y dejó que Myriam pasara las manos por su torso, despacio, acariciando cada músculo. Su cuerpo se encendió como una tea. Si no la tenía en aquel momento se moriría.

Era tan inesperado.

Tan fascinante.

Tan… necesario.

—Me asombras —consiguió decir, mirándola a los ojos. Seguía acariciando sus pechos, jugando con sus pezones.

—¿Por qué? —preguntó ella, con su seductora sonrisa.

—Por muchas razones —murmuró Víctor, mirándola de arriba abajo, desde el halo de pelo castaño que enmarcaba su cara hasta los muslos con los que rodeaba su cintura.

Duro como una piedra y ansioso por estar dentro de ella, acarició sus costados con las dos manos, dejándolas reposar luego en la cinturilla del pantalón corto. Al ver que se le ponía la piel de gallina cuando empezaba a desabrochar el botón, supo que estaba tan excitada como él.

—Eres asombrosa —repitió.

—Tú también —dijo ella, con un hilo de voz. Víctor sonrió para sí mismo. Pero la sonrisa duró poco porque Myriam empezó a frotar su trasero contra su entrepierna hasta que su frente se cubrió de sudor. Al oírlo gemir, sonrió, echando el pelo hacia atrás y moviéndose sobre él como si estuviera montando un caballo.

Y Víctor se sentía como un semental. Quería hundirse en ella, quería enterrarse en ella. Quería ver sus ojos brillantes, sentir sus músculos cerrándose a su alrededor y oírla suspirar al borde del orgasmo.
Pero antes debía asegurarse de que Myriam lo deseaba tanto como él. La paciencia tendría su recompensa… si no explotaba antes.

Su calor se le traspasaba a través de la tela del pantalón y supo que no podría esperar mucho más. Myriam debía intuir su impaciencia, pero hacía todo lo posible por impacientarlo más.
Moviéndose despacio, levantó las manos y empezó a acariciarse los pechos, jugando con sus pezones.
A Víctor se le quedó la boca seca.

Aun así, debía darle una oportunidad de cambiar de opinión, decirle de nuevo que él no era la clase de hombre que esperaba. Tenía que darle la opción de marcharse antes de que, inevitablemente, se fuera él. A pesar de que, si no la tenía enseguida, estaba seguro de que su corazón iba a estallar.

—Myriam… —empezó a decir, intentando contener el deseo que atenazaba su garganta.

—No —lo interrumpió ella, poniendo un dedo sobre sus labios—. Si vas a decir que no podemos hacer esto, te equivocas —añadió, besándolo en la cara, en el cuello.

Luego se movió para colocarse directamente sobre su erección. Lo miraba a los ojos para que leyera la pasión que había en ellos, para que supiera sin ninguna duda que lo deseaba tanto como él.

—Me alegro de que lo pienses —dijo Víctor, con los dientes apretados.

—Necesitamos esto, Víctor. Ahora mismo.

—Estoy convencido.

—Gracias a Dios.

Una vez aclaradas sus dudas, Víctor decidió no pensar en nada que no fuera aquel momento. Hasta que estuviera saciado de la mujer que lo estaba torturando.

La tumbó sobre la cama y empezó a acariciarla por todas partes como para recordar cada curva, cada recoveco de su cuerpo.

—Tenemos que librarnos de esto —murmuró, bajando la cremallera del pantalón. Ella levantó las caderas para ponérselo más fácil y Víctor descubrió unas braguitas de encaje color melocotón. Y su corazón estuvo a punto de detenerse.

Inclinó la cabeza para besar su estómago plano, por encima del elástico de las braguitas, y Myriam se estremeció, murmurando su nombre de tal forma que algo tembló dentro de él. Víctor sonrió mientras seguía quitándole el pantalón. Las marcas del sol dejaban claro que el biquini que usaba era más pequeño que las braguitas y, de repente, sintió un deseo absurdo de verla en biquini, siendo besada por el sol.

Cuando acarició su estómago con la punta de la lengua, ella volvió a estremecerse, murmurando su nombre con un deseo, con una pasión indescriptibles.

Había pasado tanto tiempo desde la última vez que sintió «algo». Ahora, estaba abrumado de emociones y no podía ponerles nombre. No podía identificarlas.

Así que dejó de intentarlo.

Tiró hacia abajo del elástico de la braguita y ella abrió los ojos. Cuando la vio pasarse la lengua por los labios, Víctor, emitiendo una especie de gruñido salvaje, se quitó la ropa para arrodillarse desnudo frente a ella.

—Víctor —lo llamó Myriam, alargando los brazos.

Pero él tenía otras ideas.

La acariciaba despacio, deslizando las manos por sus muslos hasta que sus dedos estaban a unos milímetros del objetivo. Ella se agitaba, intentando colocarse en la posición que quería para que la tocase allí, pero Víctor decidió seguir torturándola un poco más.

Sonriendo, levantó sus piernas y las colocó sobre sus hombros, sujetando su trasero con las dos manos. Ella lo miraba con los ojos muy abiertos, un poco sorprendida.

—Víctor…

—Myriam, cállate —la interrumpió él.

Ella volvió a pasarse la lengua por los labios y se sujetó al borde del edredón, como preparándose para que su mundo se pusiera patas arriba.

—Muy bien.

Entonces Víctor inclinó la cabeza y empezó a acariciar con la lengua esa parte tan sensible de su cuerpo.

Ella se arqueó un poco más, moviendo las caderas para recibir sus caricias. Cuando notó que sentía los primeros temblores, experimentó un escalofrío de placer. Sabía lo que le estaba haciendo, sentía la respuesta de Myriam dentro de él. Ella gemía, moviendo la cabeza de lado a lado. Víctor la acariciaba con la lengua una y otra vez y, cuando encontró el pequeño capullo enterrado entre los rizos, lo chupó suavemente. Eso la deshizo y se dejó llevar por un frenético abandono que excitó a Víctor tanto como a ella.

Myriam alargó la mano para enredar los dedos en su pelo, sujetándolo ahí, como si temiera que quisiera apartarse y dejarla insatisfecha.

Pero él no quería parar. Víctor quería más. Quería saborearla toda, explorar cada centímetro de su cuerpo, hacerla suya.

Cuando por fin la oyó jadear, temblando, estremecida por completo, se inclinó hacia ella y le dio un beso en los labios.

—Madre mía… Ha sido… —empezó a decir Myriam cuando pudo encontrar su voz.

—¿Sí? —susurró él.

—Me he quedado sin palabras.

—Eso es un milagro.

—Qué cosas.

—Y esto es sólo el principio —murmuró Víctor entonces, tomando uno de sus pezones en la boca.

—Promesas, promesas —bromeó Myriam.

—¿Crees que estoy bromeando?

—No —contestó ella, intentando llevar aire a sus pulmones—. Seguro que no —añadió, acariciando su espalda.

—Me alegro de que lo tengas tan claro —dijo Víctor, sin dejar de mordisquear sus pezones.

Siguió atormentándola con los dedos y la lengua hasta que la tuvo gimiendo otra vez, de nuevo a punto de explotar. Myriam murmuraba su nombre de tal modo que le hacía sentir escalofríos. Él la chupaba y ella arqueaba el cuerpo, pidiendo más, sujetando su cabeza y levantándola después para besarlo. Víctor la besaba, hambriento, sus lenguas bailando una danza antigua que aumentaba el deseo.

«Ahora».

Entonces se apartó.

—Espera un momento —murmuró, maldiciéndose a sí mismo por no haberlo pensado antes, por no estar preparado para la eventualidad. Pero él no viajaba con preservativos en el bolsillo por si tenía suerte. No había planeado acostarse con Myriam.

—En el cajón —dijo ella—. En la mesilla, ahí. Y hazlo rápido, por favor.

Esa petición hinchó su ego masculino. Saber que ella lo deseaba de tal modo era casi tan excitante como oírla susurrar su nombre. Víctor abrió el cajón de la mesilla y sacó un envoltorio plateado.

—Menos mal…

Apoyada en un codo, Myriam lo observaba ponerse el preservativo con una sonrisa en los labios. Luego se incorporó para acariciarlo, pasando la mano arriba y abajo hasta que Víctor estuvo a punto de gritar.

—Te quiero dentro, ahora. No me hagas esperar más —murmuró, cerrando la mano sobre su miembro.

—No más esperas —dijo él, tumbándola de espaldas. Myriam abrió las piernas para darle la bienvenida.

Intentó ir despacio, disfrutar de la sensación de deslizarse dentro de ella. Pero el deseo era demasiado fuerte y su bienvenida demasiado cálida.

Myriam levantó las caderas para recibirlo mejor y Víctor se sintió capturado. Lo sujetaba con fuerza, lo apretaba como si fuera un guante y tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no terminar demasiado pronto.

Quería que ese momento, esa noche, durasen para siempre. Quería que aquella… conexión no se rompiera.

Se movían al unísono, como si ya lo hubieran hecho antes, como si fuera un ritual mil veces repetido.
Y, a la luz de la luna, jadeando, repitiendo sus nombres una y otra vez, corrieron juntos y juntos cayeron en el precipicio.
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Mensaje  myrielpasofan Mar Oct 13, 2009 3:29 pm

wwwwwwwwwwwoooooooooooooooowwwwwwwtocayita..estuvooo candenteee jajajaja muchas grax por el capi...super eh...aki andare esperando el siguiente...saludos..
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Mensaje  nayelive Mar Oct 13, 2009 5:58 pm

uyy calor ya me volviste adar jaja mira pura no se jaja inocente tampoco se jaja broma pues vendale los ojitos a tu mami jajaja o mejor aun dile mami escribelo por mi ajjajajaj

la infartas jajaa mejor haci gracias por el capi cual fuerte si puro cariño blanco Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274
queda levantado el decreto de solo las mayores de 22 jaajja nomas porque la escritora esta peque jaja
como que tapense los ojos jaja como leen las peques de este foro ajjaja Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 95247 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 95247 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 95247 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 95247 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 95247 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 95247 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 95247 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 95247 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 95247 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 95247
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Mensaje  myrithalis Mar Oct 13, 2009 9:08 pm

Gracias niña eat muy padre el Cap. Embarassed Embarassed Siguele Saludos Atte: Iliana
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Mensaje  QLs Mar Oct 13, 2009 9:10 pm

What a Face What a Face What a Face What a Face me encantoooooo !!

felicidades por decidirte a postearlo !!
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Mensaje  alma.fra Mar Oct 13, 2009 10:15 pm

Muchas gracias por el capitulo, estuvo muuuuuy padre. Te esperamos con el siuiente.
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Mensaje  Eva_vbb Mar Oct 13, 2009 11:11 pm

MUCHAS GRACIAS X EL CAP... ESTUVO MUY BUENOOOO
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MUY CANDENTES LOS NIÑOSSSS Embarassed Embarassed Embarassed Embarassed Embarassed HASTA CALOR ME DIOOOO
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Mensaje  Peke Mar Oct 13, 2009 11:28 pm

kkkkk buenaaaaaaaaaaaaaaa novelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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xfis sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeleeeeeeeeeeee

m kde sin palabras y mi imaginacion no t kiero contar como staba jajajajajajajajaja Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274

saludos Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 953882

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Mensaje  susy81 Mar Oct 13, 2009 11:56 pm

Oraleee!!!....wey me vas a pervertir jajajajajaja ...muy buena novelaaaa prima buenisima jajajajajajaa

Muchas gracias por el capitulo

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Mensaje  Marianita Miér Oct 14, 2009 1:29 am

Tocaya!!!!!!! affraid affraid affraid Luego por eso dicen que las Mariana's somos jariosas, verdad tocayita number one??? Twisted Evil Santo Niño de Atocha con esta gente tan calenturienta, pero al menos, la planificación familiar llegó a tiempo!!!!!!!! Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 Gracias por el capi niña!!! Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 455262
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Mensaje  mats310863 Miér Oct 14, 2009 8:26 am

POR FIN MYRIAM VIO SUS FUEGOS ARTIFICIALES, GRACIAS POR EL CAPÍTULO

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Mensaje  Dianitha Miér Oct 14, 2009 10:46 am

que biien k myriiam ya viio los fuegos artiifiiciiales y con ayuda de viictor pero creo k no fue la uniica k los viio... claro lo diigo x k viictor tambiien viio los fuegos artiifiiciiales Embarassed Embarassed Embarassed Embarassed graciias niiña x los cap ahora sii me dejaste siin palabras Embarassed Embarassed Embarassed Embarassed xfiita no tardes con el siguiiente cap siip akii lo estare esperando ok Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 146353 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 146353
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Mensaje  marimyri Miér Oct 14, 2009 2:30 pm

muchas gracias por sus mensajes!! que padre que les este gustando la novela. Very Happy Laughing
susy81 escribió:Oraleee!!!....wey me vas a pervertir jajajajajaja ...muy buena novelaaaa prima buenisima jajajajajajaa

Muchas gracias por el capitulo

wey no me heches a mi la culpa. si pervertida estas por tu cuenta. Rolling Eyes Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 981274 ntc
saludos prima y realmente necesitamos hacer un espacio en nuestras agendas tan ocupadas que tenemos Laughing para poder hechar chisme un rato en el msn. Laughing Very Happy


Capítulo Siete

Cuando terminó la locura, Víctor cayó a un lado, sin aliento.

Temblando, cubierto de sudor, intentaba llevar oxígeno a sus pulmones mientras miraba las sombras que la luna creaba en el techo. Casi se sobresaltó cuando Myriam le puso una pierna encima.

Poniéndose un brazo sobre los ojos, intentó borrar la habitación, la luz de la luna, a Myriam, lo que acababa de pasar. Se sentía culpable porque había olvidado a Mary durante unos minutos.

Víctor hizo una mueca, apretando los ojos para apartar de sí el dolor y la angustia que sentía, ¿Cómo podía haberla olvidado, aunque fuese por un momento?

¿Y cómo no iba a hacerlo?

Nunca había experimentado algo así. El sexo con Mary había sido, debía admitirlo, mucho menos excitante. Hacían el amor despacio, con ternura. Con Myriam había encontrado una pasión y un deseo abrumadores. Mary había sido una llama silenciosa, Myriam una explosión.

Y seguramente estaba cometiendo otro pecado al estar en la cama con una mujer mientras pensaba en otra.

—Vaya.

Naturalmente, Myriam no podía estar callada mucho tiempo. Si había aprendido algo sobre aquella mujer durante los últimos días era que odiaba el silencio. El silencio para ella no era más que una pausa entre conversaciones, un descanso antes de despegar de nuevo.

Víctor apartó el brazo de su cara. No le sorprendió que ella estuviera muy cerca, mirándolo.

—Ha sido… genial.

Estaba despeinada y tenía los labios hinchados. Le parecía preciosa y tuvo que luchar contra el deseo que amenazaba con estrangularlo de nuevo. Myriam respiraba con dificultad, pero no había dejado de sonreír. Nunca dejaba de hacerlo.

Víctor sonrió también para sí mismo. Ella no era de las que se tapaban modosamente los pechos con la sábana…

De nuevo, se sintió culpable por compararla con Mary. Su difunta esposa había sido una mujer tímida, incluso cuando estaban en el dormitorio. Y a él le gustaba, aunque a veces hubiera deseado que fuese más abierta, más natural, para poder tener una vida sexual más rica.

—Estás pensando.

—¿Qué?

—He dicho que estás pensando —repitió Myriam—. Y no se puede pensar cuando uno está haciendo el amor.

—Ya no lo estamos haciendo.

—Eso es lo que tú crees —rió ella, alargando la mano para acariciarlo. Pero Víctor la detuvo.

Myriam levantó los ojos, llenos de confusión y algo más que no sabría definir.

—Ésa no era la respuesta que yo había esperado.

—Myriam…

En lugar de enfadarse o apartarse, ella aprovechó que Víctor sujetaba su mano para entrelazar los dedos, convirtiendo un rechazo en un gesto íntimo.

—¿Qué pasa? Hace un minuto todo era maravilloso y ahora…

Víctor apretó los dientes. Se sentía como un idiota. Como un marido que engaña a su mujer en un motel barato. Aunque incluso él sabía que ese pensamiento era ridículo. Pero se levantó de la cama, confuso. Desnudo, se acercó a la ventana y miró el jardín, donde había empezado todo, preguntándose por qué no había sido capaz de ponerle freno. Pero si lo hubiera hecho, no se habría acostado con Myriam. Y, aunque se sintiera culpable, no cambiaría eso por nada del mundo.

Apoyándose en la pared, siguió mirando las sombras del jardín mientras decía:

—No tiene nada que ver contigo.

—¿Ah, no? Pues a mí me parece que sí.

Él se arriesgó a mirar por encima de su hombro. Myriam estaba sentada en la cama, con el edredón y las sábanas hechas un barullo a su alrededor. La luz de la luna iluminaba su piel, sus ojos.

—Soy yo.

—Ah. El típico «no eres tú, soy yo». ¿No puedes inventarte algo mejor?

—¿Que?

Myriam saltó de la cama y se acercó a él, sin poder disimular su indignación. Su cabeza le llegaba por la barbilla, pero el fuego que había en sus ojos la hacía parecer mucho más alta.

—Ya te dije que no te estaba pidiendo matrimonio, Víctor. Esto ha sido sexo, nada más. No estamos prometidos ni nada por el estilo, así que relájate.

Él se quedó mirándola durante largo rato. No podía culparla por tomárselo mal.

—Mira, lo creas o no, de verdad es culpa mía. Es la primera vez…

Riendo, Myriam sacó una camiseta del cajón de la cómoda.

—¿No me digas que eras virgen? ¿Estás intentando decirme que he seducido a un novicio? En ese caso, espero que no te importe si te digo que, para ser la primera vez, se te da muy bien.

Víctor sacudió la cabeza.

—No estoy diciendo eso…

—Entonces, ¿qué intentas decir? —volvió a interrumpirlo ella.

Desnudo se sentía en desventaja. Si iban a discutir, al menos quería llevar algo de ropa, pensó Víctor, inclinándose para buscar el pantalón.

—Es la primera vez que me acuesto con alguien desde que murió mi mujer.

Había esperado atragantarse con las palabras «mujer» y «murió», pero no fue así. ¿Qué significaba eso?

—¿Tu mujer?

—Mary.

—Mary —repitió Myriam, como si fuera una palabra extraña.

—Sí.

—¿Y murió?

—Hace dos años.

Ayer. Hacía una vida entera.

Myriam se apartó el pelo de la cara, nerviosa.

—Deberías habérmelo contado.

—Sí, lo sé.

—Ah, qué bien. Si lo sabes…

—Myriam…

—Mira, déjalo. Yo te he contado que no quería volver a saber nada de hombres, que mi única relación sería con el azúcar…

—Hasta esta noche.

—Muy bien, hasta esta noche —asintió ella—. Aunque el azúcar es buenísimo, no puede hacerme lo que tú me has hecho.

—Gracias, lo mismo digo.

—Muy bien, entonces estamos de acuerdo en que ha sido fenomenal. Ahora lo que tienes que hacer es explicar por qué no me habías contado que estuviste casado y que tu mujer murió.

—No lo sé.

—Buena respuesta.

—Es la única que tengo —suspiró Víctor.

Una estupidez, tenía que admitirlo. Debería haberle hablado de Mary, debería habérselo contado cuando le preguntó si había estado enamorado alguna vez. Pero no quiso hablar de ello en ese momento. No quería más compasión.

Misión cumplida.

—No estoy diciendo que eso me habría hecho cambiar de opinión… pero deberías habérmelo dicho.

—Probablemente.

—No puedo creer que Eric no me haya contado nada —murmuró Myriam, paseando por la habitación—. Mi hermano suele sacar la lengua a paseo…

Víctor se sentó a los pies de la cama para mirarla. Para admirarla. Sus piernas eran largas, suaves. Unos minutos antes habían estado alrededor de su cintura, apretándolo en los espasmos del placer…
Se excitó al recordarlo. Quería estar dentro de ella otra vez. Quería sentir su calor.

—Debería habértelo dicho —admitió—. Pero no pensé que acabaríamos en la cama.

—Yo sí.

—¿Qué?

—Yo sabía que acabaríamos en la cama —contestó Myriam, sentándose a su lado—. Estaba convencida.

—¿Por qué?

—Pensé que te hacía falta un buen revolcón…

—Pero…

—No, no quiero una relación, no te preocupes —lo interrumpió ella—. Pero pensé que eras soltero, yo soy soltera… ¿por qué no podemos ser solteros en pareja?

—¿Solteros en pareja? —repitió él, atónito—. ¿Qué quieres, confundirme?

Myriam suspiró, pasándole un brazo por los hombros en un gesto de camaradería que, si era posible, lo sorprendió aún más.

—No, es que soy así.

—Se te da bien confundir a la gente.

—Lo que quiero decir es que… no sé si habría sido diferente de haber sabido lo de tu mujer, pero habría estado bien que me lo contaras.

—De acuerdo.

—¿Quieres confesarme alguna cosa más?

—¿Ahora eres sacerdote?

Myriam parpadeó, con gesto inocente.

—Lo que se le cuenta a la chica de las galletas, es un secreto que se llevará a la tumba.

Víctor sonrió. Y, en ese momento, la carga de culpa que llevaba sobre los hombros empezó a desaparecer. ¿Eran los ojos de Myriam? ¿Era el roce de su mano, su proximidad, el calor de su voz?
¿O sería que, por primera vez en su vida empezaba a sentirse desesperadamente solo?

No lo sabía. Y le daba igual.

Sólo sabía que la necesitaba en aquel momento. Y si así la separación iba a ser más dolorosa… tendría que lidiar con eso más adelante.

—Sí, tengo que confesar otra cosa —dijo entonces.

—Dime —murmuró Myriam.

—He encontrado más de un preservativo en ese cajón.

—¿Ah, sí? —rió ella, sentándose en sus rodillas—. Qué cosas.

Víctor metió las manos por debajo de la camiseta para acariciar sus pechos y Myriam suspiró, apretándose contra él.

—¿Cuántos has encontrado? —murmuró, pasando un dedo por su torso.

—Suficientes para toda la noche —contestó Víctor, con voz ronca.

—Entonces, deja de hablar, doctor García. Estamos perdiendo el tiempo.

Abrazándola, Víctor cayó sobre el colchón y se perdió en la hermosura de Myriam Montemayor.


A la mañana siguiente, Víctor despertó en la cama de Myriam. Un rayo de sol se colaba por la ventana y le daba directamente en los ojos. Medio dormido, tardó un minuto en recordar dónde estaba y por qué.

Naturalmente, enseguida lo recordó… a todo color. Una suave brisa entraba por la ventana y podía oír los ladridos de un perro, risas de niños en la distancia y el ruido de un cortacésped.

Un día cualquiera en una pequeña ciudad.

Pero aquel día, pensó mientras recogía su ropa del suelo, era diferente porque se había acostado con la hermana de su mejor amigo.

Víctor salió de la habitación y se detuvo frente a la puerta de su dormitorio, oyendo a Myriam canturrear en la cocina. Sonrió, a pesar de que no estaba muy seguro de cuáles eran sus sentimientos en aquel instante. Aquella mujer cantaba de pena, pero parecía darle completamente igual. (yo se que Myriam canta muy bien pero hay que seguirle el juego a la novela Laughing )

¿Había alguna lección en eso? Era demasiado temprano para descifrar mensajes, se dijo.

Con la voz de su amante aún resonando en sus oídos, sacó ropa limpia de la maleta y se dirigió al cuarto de baño.

Media hora después, limpio, afeitado y con un chichón en la cabeza porque la ducha había sido construida para los siete enanitos, bajó a la cocina. Pero un dolor de cabeza era el menor de sus problemas, pensó Víctor, porque no iba a rescatarlo el Séptimo de caballería.

Tendría que enfrentarse con la mujer con la que había hecho el amor durante toda la noche y decirle que aquello no podía continuar. A pesar de lo que dijera, sabía bien que Myriam Montemayor era la clase de mujer que esperaría algo más, mucho más.

Y, en cierto modo, tendría razón.

Porque había sido algo más.

Pero Víctor no sabría definir qué.
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Mensaje  Peke Miér Oct 14, 2009 3:32 pm

Razz Razz Razz Razz plissss pon mas!!1 cada vez esta mas buena!!!!!!
y se me van como agua!!!!


saludos Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 953882

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Mensaje  Dianitha Miér Oct 14, 2009 4:01 pm

graciias x el cap niiña esta noveliita me gusta eee y creo k nos quedo claro k a viictor y a a myriiam no les gusta perder el tiempo Embarassed Embarassed Embarassed Embarassed Embarassed Embarassed Embarassed aki estare esperando el siguiente cap siip niiña Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 95247 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 95247 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 95247 Un Hombre Perdido (Final) - Página 2 95247 solo no tardes mucho ee
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