Amor de Fantasia FINAL!!!!
+17
mali07
FannyQ
chikitita
mats310863
cliostar
myrielpasofan
jai33sire
Marianita
les_bere
monvik
Bere
BRENY
Carmen
aNaY
Ale
Chicana_415
Jenny
21 participantes
Página 7 de 8.
Página 7 de 8. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Jenny gracias por el capítulo!!
Marianita- STAFF
- Cantidad de envíos : 2851
Edad : 38
Localización : Veracruz, Ver.
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
aaaaaaggghhhh
no no nooooooooo Dioss que nerviosssss
niña Jenny la dejaste en lo mas buenooo andaaaaaa pon otro capi si??????? porfissss
besitosss
aNa
no no nooooooooo Dioss que nerviosssss
niña Jenny la dejaste en lo mas buenooo andaaaaaa pon otro capi si??????? porfissss
besitosss
aNa
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Chiks aki les dejo el siguiente cap!!
espero k les guste, yo creo k ya nos kedan dos caps antes de el final!!! espero k pongan muchos mensajitos eh!!!
Besos
Jenny
Myriam miró a los ojos asombrados de Juana y le dijo:
—Tengo que llamar a mis padres, si me perdonas...
—Claro.
Juana le sonrió, pero estaba claro que se sintió más aliviada. Estaba claro que ella sabría mucho mejor cómo reparar aquel daño.
Y abandonó el salón con la mayor dignidad que pudo, sabiendo que todos tenían las miradas clavadas en ella.
Myriam contuvo las lágrimas hasta llegar a su habitación. Una vez allí, cerró la puerta y se echó en la cama, cubriéndose la cara con la almohada, para que no oyeran su llanto.
Había estado a punto de conseguirlo. Ojalá hubiera tenido un poco más de tiempo, para prepararse mejor el papel de señora de Víctor García. Un poco más de tiempo para ser la mujer que Víctor pensaba que era. La mujer que él amaba.
Seguro que Víctor ya había descubierto quién era. No conocía a la verdadera Myriam. Ni siquiera miraría a los ojos a la verdadera Myriam. En aquel mismo momento, se dio cuenta de que, desde la primera vez que lo vio, lo único que había hecho era tratar de cambiar. Y en ese momento, despertó de su sueño. Porque todas aquellas últimas semanas habían sido un sueño. Porque, durante todo aquel tiempo, había pretendido ser una persona que ella no era en realidad, sólo para que Víctor se enamorara.
Había intentado aprender el comportamiento del mundillo en el que se movía Víctor. Pero se había confundido. Seguro que Víctor no aguantaría los comentarios y las miradas de los demás.
Ella había pensado que con amarlo, todo lo demás dejaba de tener importancia. Había estado convencida de que estaban hechos el uno para el otro. Había estado confundida.
Era casi media noche. Lo mejor era no quedarse allí.
No debía, ni quería que los García pasaran aquel mal trago. Lo mejor sería irse, sin hacer ruido.
Sin encender la luz, Myriam sacó sus maletas, o mejor dicho, las maletas de Connie, las puso en la cama y empezó a meter toda su ropa, incluida aquella odiosa chaqueta.
Su habitación estaba en el ala frontal de la casa, al lado de la piscina. Myriam abrió la ventana y sacó las maletas. Cuando estaba saliendo por la ventana, un rayo de luna iluminó el diamante de su anillo.
Aquel diamante había perdido su lustre y parecía una piedra falsa. Igual que ella. Se quitó el anillo del dedo, lo dejó en la mesilla de noche y se sintió más aliviada. Nunca se había sentido cómoda llevando una piedra de aquel tamaño. Otra razón más para no convertirse en la señora de Víctor García.
Nadie estaba cerca para ayudarla a llevar las maletas. Estaba feliz de que nadie se hubiera percatado de su huida, cuando se dio cuenta de que los coches de los invitados bloqueaban el suyo.
¿Cómo iba a salir de allí?
La casa de los García estaba demasiado lejos de la carretera como para ir andando, llevando tacones como llevaba.
Justo en aquel momento, Myriam oyó las voces de algunos invitados despidiéndose en la puerta. Se escondió en el garaje y los observó meterse en sus coches.
Myriam se dio cuenta de que tendría que irse en aquel momento, o quedarse escondida en el garaje, hasta que los coches de los que le impedían sacar el suyo se marcharan. Decidió esconderse y dejó las maletas al lado del cochecito que transportaba los palos de golf.
¡El carro de golf! Y el señor García había dejado las llaves puestas. Myriam cerró los ojos. La huida no sería fácil. Con un poco de suerte, podía arrancar el coche.
Para ser un vehículo tan pequeño, el motor hizo mucho ruido y Myriam temió que lo oyeran los García. Sacó el coche del garaje, quitándose los zapatos de tacón, para que le fuera más fácil conducirlo. Al cabo de los pocos minutos, Myriam había logrado salir casi de allí, cuando la puerta de la casa se abrió. Myriam giró el cochecito.
El cochecito se golpeó contra una piedra y se tambaleó. Myriam pisó el pedal del freno. Uno de los zapatos se cayó al suelo.
—¿Myriam? ¿Eres tú, Myriam?
¡Víctor! No podía dejar que la encontrara. Pisó el acelerador. ¿Y si Víctor la seguía? ¿Y si pensaba que estaba robando el coche?
Si se marchaba, Víctor miraría los papeles del Mercedes y se daría cuenta de que era alquilado. Aquello sería definitivo. Pero Myriam confió en estar lejos de allí cuando él lo descubriera.
Si lograba llegar a la caseta, dejaría el cochecito allí y tomaría un taxi. Ya resolvería lo del Mercedes más tarde.
Con el corazón en un puño, miró hacia atrás, para ver si alguien la seguía.
Pero lo único que vio fue una figura solitaria en el embarcadero de los García.
espero k les guste, yo creo k ya nos kedan dos caps antes de el final!!! espero k pongan muchos mensajitos eh!!!
Besos
Jenny
Myriam miró a los ojos asombrados de Juana y le dijo:
—Tengo que llamar a mis padres, si me perdonas...
—Claro.
Juana le sonrió, pero estaba claro que se sintió más aliviada. Estaba claro que ella sabría mucho mejor cómo reparar aquel daño.
Y abandonó el salón con la mayor dignidad que pudo, sabiendo que todos tenían las miradas clavadas en ella.
Myriam contuvo las lágrimas hasta llegar a su habitación. Una vez allí, cerró la puerta y se echó en la cama, cubriéndose la cara con la almohada, para que no oyeran su llanto.
Había estado a punto de conseguirlo. Ojalá hubiera tenido un poco más de tiempo, para prepararse mejor el papel de señora de Víctor García. Un poco más de tiempo para ser la mujer que Víctor pensaba que era. La mujer que él amaba.
Seguro que Víctor ya había descubierto quién era. No conocía a la verdadera Myriam. Ni siquiera miraría a los ojos a la verdadera Myriam. En aquel mismo momento, se dio cuenta de que, desde la primera vez que lo vio, lo único que había hecho era tratar de cambiar. Y en ese momento, despertó de su sueño. Porque todas aquellas últimas semanas habían sido un sueño. Porque, durante todo aquel tiempo, había pretendido ser una persona que ella no era en realidad, sólo para que Víctor se enamorara.
Había intentado aprender el comportamiento del mundillo en el que se movía Víctor. Pero se había confundido. Seguro que Víctor no aguantaría los comentarios y las miradas de los demás.
Ella había pensado que con amarlo, todo lo demás dejaba de tener importancia. Había estado convencida de que estaban hechos el uno para el otro. Había estado confundida.
Era casi media noche. Lo mejor era no quedarse allí.
No debía, ni quería que los García pasaran aquel mal trago. Lo mejor sería irse, sin hacer ruido.
Sin encender la luz, Myriam sacó sus maletas, o mejor dicho, las maletas de Connie, las puso en la cama y empezó a meter toda su ropa, incluida aquella odiosa chaqueta.
Su habitación estaba en el ala frontal de la casa, al lado de la piscina. Myriam abrió la ventana y sacó las maletas. Cuando estaba saliendo por la ventana, un rayo de luna iluminó el diamante de su anillo.
Aquel diamante había perdido su lustre y parecía una piedra falsa. Igual que ella. Se quitó el anillo del dedo, lo dejó en la mesilla de noche y se sintió más aliviada. Nunca se había sentido cómoda llevando una piedra de aquel tamaño. Otra razón más para no convertirse en la señora de Víctor García.
Nadie estaba cerca para ayudarla a llevar las maletas. Estaba feliz de que nadie se hubiera percatado de su huida, cuando se dio cuenta de que los coches de los invitados bloqueaban el suyo.
¿Cómo iba a salir de allí?
La casa de los García estaba demasiado lejos de la carretera como para ir andando, llevando tacones como llevaba.
Justo en aquel momento, Myriam oyó las voces de algunos invitados despidiéndose en la puerta. Se escondió en el garaje y los observó meterse en sus coches.
Myriam se dio cuenta de que tendría que irse en aquel momento, o quedarse escondida en el garaje, hasta que los coches de los que le impedían sacar el suyo se marcharan. Decidió esconderse y dejó las maletas al lado del cochecito que transportaba los palos de golf.
¡El carro de golf! Y el señor García había dejado las llaves puestas. Myriam cerró los ojos. La huida no sería fácil. Con un poco de suerte, podía arrancar el coche.
Para ser un vehículo tan pequeño, el motor hizo mucho ruido y Myriam temió que lo oyeran los García. Sacó el coche del garaje, quitándose los zapatos de tacón, para que le fuera más fácil conducirlo. Al cabo de los pocos minutos, Myriam había logrado salir casi de allí, cuando la puerta de la casa se abrió. Myriam giró el cochecito.
El cochecito se golpeó contra una piedra y se tambaleó. Myriam pisó el pedal del freno. Uno de los zapatos se cayó al suelo.
—¿Myriam? ¿Eres tú, Myriam?
¡Víctor! No podía dejar que la encontrara. Pisó el acelerador. ¿Y si Víctor la seguía? ¿Y si pensaba que estaba robando el coche?
Si se marchaba, Víctor miraría los papeles del Mercedes y se daría cuenta de que era alquilado. Aquello sería definitivo. Pero Myriam confió en estar lejos de allí cuando él lo descubriera.
Si lograba llegar a la caseta, dejaría el cochecito allí y tomaría un taxi. Ya resolvería lo del Mercedes más tarde.
Con el corazón en un puño, miró hacia atrás, para ver si alguien la seguía.
Pero lo único que vio fue una figura solitaria en el embarcadero de los García.
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
HORAS más tarde, cuando llegó a casa, Myriam abrió la puerta de servicio, metió las maletas y se fue directa a la tienda. Allí, sacó el vestido de novia del perchero de ropa alquilada y lo puso a la venta, a la mitad de su precio. Seguro que alguien lo compraba y así Myriam no tendría que verlo más. Sabía que nunca lo iba a llevar puesto.
Connie apareció lozana y feliz el lunes por la mañana, mientras Myriam estaba revisando los libros.
—¿Qué tal el fin de semana?
—Bien —le dijo, por no decirle que había sido un desastre.
—¿Crees que causaste una buena impresión en sus padres?
—Les impresioné bastante.
—Muy bien —dijo Connie—. Si le gustas a los padres, ya tienes ganada media batalla.
Myriam sentía que había perdido la guerra, pero no le iba a preocupar a Connie con sus problemas. Connie había terminado las clases y pronto se iba a ir a casa a descansar. Por lo cual, cambió de asunto:
—¿Qué tal los vestidos del primer perchero? ¿No crees que había que bajarlos de precio?
—Creo que sí —dijo Connie, en un tono un tanto inseguro—. Siento mucho que esté todo tan revuelto —se disculpó—. Pero como tenía los exámenes finales, no he tenido tiempo —levantó una pila de ropa, buscó un sitio donde colocarla y las final los dejó donde estaban.
—No te preocupes por la ropa, todavía estoy revisando ese montón —y las tres bolsas que había encontrado en la oficina.
—Los papeles también van un poco atrasados —admitió Connie, aunque Myriam ya lo había descubierto—. Todavía no he enviado los cheques del mes de mayo.
Por lo que le quedaba menos dinero en la cuenta de lo que pensaba.
—No te preocupes. Además, los tendría que haber firmado antes de enviarlos.
—Sí, eso es lo que yo pensé —después de una pausa, Connie le preguntó:
—¿Quieres que me quede y trabaje hoy?
—No, tienes que hacer las maletas. Hablando de maletas... —Myriam sacó de detrás del mostrador las maletas que Connie le había dejado—. Muchas gracias por dejármelas y por todas las horas que has trabajado estas semanas.
—Y yo te agradezco la paga extra —le dijo Connie, con un brillo especial en sus ojos—. Lo necesitamos.
—¿Por qué hablas en plural? —le preguntó Myriam.
—Porque Mark y yo nos vamos a casar.
—¿Os vais a casar? —Connie se iba a casar.
Connie estaba dando la noticia que a Myriam le hubiera correspondido dar.
Connie asintió, esperando la reacción de Myriam.
—¡Oh! —Myriam se fue a abrazar a Connie—. ¡Qué alegría me das! —le dijo, con voz de emoción.
—Sí, bueno —Connie le dio unos golpecitos en la espalda—. Hasta el año que viene no nos vamos a casar, así que no tienes que llorar hasta entonces.
—Lo siento —sonrió—. Me alegra mucho, por ti.
—Gracias.
Las dos se quedaron de pie, Myriam medio sollozando y Connie mirándola extrañada. Myriam sabía que había tenido una reacción un tanto desmesurada. Pero no le iba a explicar las razones a Connie y estropearle su felicidad.
De forma impulsiva, Myriam agarró la maldita chaqueta de seda. Estuvo a punto de romperla en pedazos.
—Toma. Te lo regalo. Sé que te gusta.
—¡Myriam! ¡Es preciosa! Pero no puedo aceptarla —pero no obstante, Connie acarició la chaqueta, con un deseo claro de poseerla en su rostro.
—Claro que puedes —Myriam le quitó la etiqueta con el precio. Le había puesto precio para quitársela de en medio cuanto antes.
—¿Estás segura?
—Sí.
Levantando la chaqueta, con más reverencia de la que merecía, Connie la metió en una de las maletas. De pie, recorrió con su mirada la tienda.
—Ojalá me pudiera quedar y trabajar todo el verano.
—No, vete a casa —Myriam la acompañó a la puerta—. Es mejor que te tomes unas vacaciones antes del próximo semestre. Y empieza a planificar la boda. Una cosa que debes haber aprendido aquí es que las bodas hay que planificarlas bien.
—Gracias, Myriam.
Se abrazaron otra vez. Myriam se quedó en la puerta hasta que Connie se metió en su coche y se marchó. Pero, cuando desapareció de la vista, Myriam se apoyó contra el quicio de la puerta. La triste realidad era que no podría pagar el sueldo de Connie durante el verano. No podía gastar ni un céntimo.
El tiempo que había pasado viviendo en un mundo de ensueño, su negocio se había convertido en una verdadera pesadilla. No había puesto los anuncios en el periódico y los ingresos habían caído en picado.
Necesitaba dinero. Tenía que pagar a la agencia por la grúa que tuvo que llamar para remolcar el Mercedes. Después de recoger su coche, Myriam había parado a llenarlo de gasolina. Cuando fue a pagar con la tarjeta, se la rechazaron, por haber excedido el límite.
Estaba arruinada y tendría que reducir los gastos al máximo, para pagar todas sus deudas. El hecho de que iba a tardar años en recuperarse no la preocupaba. Por lo menos, había intentado convertir un sueño en realidad.
Los días fueron pasando con la misma tediosa cadencia. Myriam los pasaba haciendo el inventario, poniendo precios y arreglando la ropa, hasta que se caía de agotamiento. Sólo cuando dormía podía olvidarse de todo.
Tenía miedo de que Víctor localizara la tienda, pero, al mismo tiempo, también lo tenía de que no lo hiciera. Temía tener que enfrentarse a él. Quería recordarlo con la expresión de amor en su cara cuando le pidió que se casara con él, antes de que Deborah Alderman echara su veneno.
Cuando descubriera que se había marchado, Víctor se habría dado cuenta de que todo lo que había dicho Deborah era verdad. Sabría que su tienda no era ese sitio frecuentado por las damas de la alta sociedad, a excepción de cuando iban allí a dejar sus vestidos en alquiler. Se enteraría de que no tenía un Mercedes y probablemente se habría imaginado lo demás. Víctor García se habría enterado de que Myriam Montemayor era un fraude.
Myriam estaba segura de que Víctor estaba herido en su orgullo, pero podría superarlo con facilidad. Un hombre como Víctor no tenía problemas para encontrar otra mujer. Necesitaba una mujer que se mereciera ser llamada señora Víctor García.
Pero nunca iba a encontrar a nadie que lo amara como Myriam.
Estaba tan segura de ello, como lo estaba de que Víctor nunca iría a buscarla.
Pero cada vez que se oía la puerta o sonaba el teléfono, Myriam se sobresaltaba. Se seguía convenciendo de que, aunque él quisiera, no podía encontrarla. Ella nunca le había dicho el nombre de la tienda y estaba convencida de que él nunca se humillaría teniéndoselo que preguntar a Deborah. Myriam no tenía teléfono particular y Víctor no tenía el número de la tienda. Siempre la había localizado en el Post Oak y Myriam no iba a volver allí. Víctor no se la iba a encontrar más en el gimnasio o en los restaurantes. Tendría que dejar de ir al curso en Rice, pero cuando se lo pudiera permitir, se apuntaría a otros cursos, los días que Víctor no fuera.
Seguro que, al final, Víctor se sentiría agradecido por que se hubiera ido.
Pero Myriam no. Tenía el corazón roto y para siempre. Pero no se arrepentía de nada, porque de lo contrario nunca habría sabido que Víctor era su verdadero amor.
Myriam logró mantenerse bastante bien. El jueves, lo pasó un poco mal durante las horas que Víctor jugaba al frontón y que ella debía estar en clase. Pero logró superarlo. Incluso arregló el escaparate.
El viernes, recibió un panfleto en la tienda por el que se invitaba a todos los comerciantes de la zona a una copa en Bread Basket el sábado, para inaugurar la nueva sala de juntas de la asociación de vecinos. La dirección del centro cedía gratis ese espacio. Los que quisieran celebrar una reunión allí, sólo tenían que llamar por teléfono y reservarlo.
Myriam se fue detrás del mostrador y se sentó en la banqueta. Era un panfleto a cuatro colores, muy profesional. Seguro que lo habían editado García and Bernard. Seguro que la mano de Víctor estaba detrás de todo aquello.
Y justo en ese momento, se echó a llorar. Apretó el trozo de papel contra su pecho y lloró por el amor perdido.
¿Cómo iba a soportar aquel dolor? Y cuándo lo superara, ¿qué iba a pasar? Días, semanas, meses sentada detrás del mostrador, evaluando la ropa que no quería la gente rica.
—Yo pensé que ibas a reaccionar de otra manera, cuando vieras el panfleto —se oyó una voz profunda y masculina—. Tu idea se ha hecho realidad.
Connie apareció lozana y feliz el lunes por la mañana, mientras Myriam estaba revisando los libros.
—¿Qué tal el fin de semana?
—Bien —le dijo, por no decirle que había sido un desastre.
—¿Crees que causaste una buena impresión en sus padres?
—Les impresioné bastante.
—Muy bien —dijo Connie—. Si le gustas a los padres, ya tienes ganada media batalla.
Myriam sentía que había perdido la guerra, pero no le iba a preocupar a Connie con sus problemas. Connie había terminado las clases y pronto se iba a ir a casa a descansar. Por lo cual, cambió de asunto:
—¿Qué tal los vestidos del primer perchero? ¿No crees que había que bajarlos de precio?
—Creo que sí —dijo Connie, en un tono un tanto inseguro—. Siento mucho que esté todo tan revuelto —se disculpó—. Pero como tenía los exámenes finales, no he tenido tiempo —levantó una pila de ropa, buscó un sitio donde colocarla y las final los dejó donde estaban.
—No te preocupes por la ropa, todavía estoy revisando ese montón —y las tres bolsas que había encontrado en la oficina.
—Los papeles también van un poco atrasados —admitió Connie, aunque Myriam ya lo había descubierto—. Todavía no he enviado los cheques del mes de mayo.
Por lo que le quedaba menos dinero en la cuenta de lo que pensaba.
—No te preocupes. Además, los tendría que haber firmado antes de enviarlos.
—Sí, eso es lo que yo pensé —después de una pausa, Connie le preguntó:
—¿Quieres que me quede y trabaje hoy?
—No, tienes que hacer las maletas. Hablando de maletas... —Myriam sacó de detrás del mostrador las maletas que Connie le había dejado—. Muchas gracias por dejármelas y por todas las horas que has trabajado estas semanas.
—Y yo te agradezco la paga extra —le dijo Connie, con un brillo especial en sus ojos—. Lo necesitamos.
—¿Por qué hablas en plural? —le preguntó Myriam.
—Porque Mark y yo nos vamos a casar.
—¿Os vais a casar? —Connie se iba a casar.
Connie estaba dando la noticia que a Myriam le hubiera correspondido dar.
Connie asintió, esperando la reacción de Myriam.
—¡Oh! —Myriam se fue a abrazar a Connie—. ¡Qué alegría me das! —le dijo, con voz de emoción.
—Sí, bueno —Connie le dio unos golpecitos en la espalda—. Hasta el año que viene no nos vamos a casar, así que no tienes que llorar hasta entonces.
—Lo siento —sonrió—. Me alegra mucho, por ti.
—Gracias.
Las dos se quedaron de pie, Myriam medio sollozando y Connie mirándola extrañada. Myriam sabía que había tenido una reacción un tanto desmesurada. Pero no le iba a explicar las razones a Connie y estropearle su felicidad.
De forma impulsiva, Myriam agarró la maldita chaqueta de seda. Estuvo a punto de romperla en pedazos.
—Toma. Te lo regalo. Sé que te gusta.
—¡Myriam! ¡Es preciosa! Pero no puedo aceptarla —pero no obstante, Connie acarició la chaqueta, con un deseo claro de poseerla en su rostro.
—Claro que puedes —Myriam le quitó la etiqueta con el precio. Le había puesto precio para quitársela de en medio cuanto antes.
—¿Estás segura?
—Sí.
Levantando la chaqueta, con más reverencia de la que merecía, Connie la metió en una de las maletas. De pie, recorrió con su mirada la tienda.
—Ojalá me pudiera quedar y trabajar todo el verano.
—No, vete a casa —Myriam la acompañó a la puerta—. Es mejor que te tomes unas vacaciones antes del próximo semestre. Y empieza a planificar la boda. Una cosa que debes haber aprendido aquí es que las bodas hay que planificarlas bien.
—Gracias, Myriam.
Se abrazaron otra vez. Myriam se quedó en la puerta hasta que Connie se metió en su coche y se marchó. Pero, cuando desapareció de la vista, Myriam se apoyó contra el quicio de la puerta. La triste realidad era que no podría pagar el sueldo de Connie durante el verano. No podía gastar ni un céntimo.
El tiempo que había pasado viviendo en un mundo de ensueño, su negocio se había convertido en una verdadera pesadilla. No había puesto los anuncios en el periódico y los ingresos habían caído en picado.
Necesitaba dinero. Tenía que pagar a la agencia por la grúa que tuvo que llamar para remolcar el Mercedes. Después de recoger su coche, Myriam había parado a llenarlo de gasolina. Cuando fue a pagar con la tarjeta, se la rechazaron, por haber excedido el límite.
Estaba arruinada y tendría que reducir los gastos al máximo, para pagar todas sus deudas. El hecho de que iba a tardar años en recuperarse no la preocupaba. Por lo menos, había intentado convertir un sueño en realidad.
Los días fueron pasando con la misma tediosa cadencia. Myriam los pasaba haciendo el inventario, poniendo precios y arreglando la ropa, hasta que se caía de agotamiento. Sólo cuando dormía podía olvidarse de todo.
Tenía miedo de que Víctor localizara la tienda, pero, al mismo tiempo, también lo tenía de que no lo hiciera. Temía tener que enfrentarse a él. Quería recordarlo con la expresión de amor en su cara cuando le pidió que se casara con él, antes de que Deborah Alderman echara su veneno.
Cuando descubriera que se había marchado, Víctor se habría dado cuenta de que todo lo que había dicho Deborah era verdad. Sabría que su tienda no era ese sitio frecuentado por las damas de la alta sociedad, a excepción de cuando iban allí a dejar sus vestidos en alquiler. Se enteraría de que no tenía un Mercedes y probablemente se habría imaginado lo demás. Víctor García se habría enterado de que Myriam Montemayor era un fraude.
Myriam estaba segura de que Víctor estaba herido en su orgullo, pero podría superarlo con facilidad. Un hombre como Víctor no tenía problemas para encontrar otra mujer. Necesitaba una mujer que se mereciera ser llamada señora Víctor García.
Pero nunca iba a encontrar a nadie que lo amara como Myriam.
Estaba tan segura de ello, como lo estaba de que Víctor nunca iría a buscarla.
Pero cada vez que se oía la puerta o sonaba el teléfono, Myriam se sobresaltaba. Se seguía convenciendo de que, aunque él quisiera, no podía encontrarla. Ella nunca le había dicho el nombre de la tienda y estaba convencida de que él nunca se humillaría teniéndoselo que preguntar a Deborah. Myriam no tenía teléfono particular y Víctor no tenía el número de la tienda. Siempre la había localizado en el Post Oak y Myriam no iba a volver allí. Víctor no se la iba a encontrar más en el gimnasio o en los restaurantes. Tendría que dejar de ir al curso en Rice, pero cuando se lo pudiera permitir, se apuntaría a otros cursos, los días que Víctor no fuera.
Seguro que, al final, Víctor se sentiría agradecido por que se hubiera ido.
Pero Myriam no. Tenía el corazón roto y para siempre. Pero no se arrepentía de nada, porque de lo contrario nunca habría sabido que Víctor era su verdadero amor.
Myriam logró mantenerse bastante bien. El jueves, lo pasó un poco mal durante las horas que Víctor jugaba al frontón y que ella debía estar en clase. Pero logró superarlo. Incluso arregló el escaparate.
El viernes, recibió un panfleto en la tienda por el que se invitaba a todos los comerciantes de la zona a una copa en Bread Basket el sábado, para inaugurar la nueva sala de juntas de la asociación de vecinos. La dirección del centro cedía gratis ese espacio. Los que quisieran celebrar una reunión allí, sólo tenían que llamar por teléfono y reservarlo.
Myriam se fue detrás del mostrador y se sentó en la banqueta. Era un panfleto a cuatro colores, muy profesional. Seguro que lo habían editado García and Bernard. Seguro que la mano de Víctor estaba detrás de todo aquello.
Y justo en ese momento, se echó a llorar. Apretó el trozo de papel contra su pecho y lloró por el amor perdido.
¿Cómo iba a soportar aquel dolor? Y cuándo lo superara, ¿qué iba a pasar? Días, semanas, meses sentada detrás del mostrador, evaluando la ropa que no quería la gente rica.
—Yo pensé que ibas a reaccionar de otra manera, cuando vieras el panfleto —se oyó una voz profunda y masculina—. Tu idea se ha hecho realidad.
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
niña jennyyyyyyyyyyy
gracias x el capiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
espero ansiosa el que sigue ehhhh no tardes xfisssss
besitosssssssss
aNa
gracias x el capiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
espero ansiosa el que sigue ehhhh no tardes xfisssss
besitosssssssss
aNa
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
hay dios mio hay muchas novelas que leer
y yo que nadamas puedo entrar los fines de semana pero me tengo
que poner al corriente
y yo que nadamas puedo entrar los fines de semana pero me tengo
que poner al corriente
panquesito- VBB JUNIOR
- Cantidad de envíos : 42
Edad : 45
Fecha de inscripción : 18/07/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Muchas gracias por el 2x1 Jenny!!!
Marianita- STAFF
- Cantidad de envíos : 2851
Edad : 38
Localización : Veracruz, Ver.
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Hola chiks aki les dejo el siguiente cap!!! espero k les gusteeeeee me acabo de dar cuenta de que faltan dos caps para el final!!!!!!!!! dejen mensajitos oki!!!!!!!!
Besos
Jenny
—¡Víctor! —gritó ella de alegría.
—Hola, Myriam —le dijo él, con tranquilidad.
Myriam se secó los ojos con unos pañuelos de papel. Sollozando, lo miró.
Había desaparecido el brillo de sus ojos negros y se dio cuenta de que le había hecho daño. Pensaba que estaría furioso.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó con emoción.
Por un momento, pensó que no le iba a responder.
Pero después, poniendo una media sonrisa, colocó un objeto negro en el mostrador.
Su zapato.
—He buscado por toda la ciudad a una dama que calce este zapato. ¿Quieres probártelo y ver si es tuyo?
—¿Cómo me has encontrado? —le preguntó Myriam, inclinando la cabeza.
—No te estabas escondiendo, ¿no?
—No tenía por qué —Myriam se secó una lágrima. Víctor apoyó las manos en el mostrador y le dijo:
—No tienes por qué.
—Lo que quiero decir es que no sabías mi número de teléfono, ni el nombre de la tienda.
Él permaneció en silencio tanto rato que ella levantó la vista y lo miró. En aquel mismo momento, se arrepintió de haberlo hecho.
Había ira en sus ojos.
—¿Qué clase de hombre piensas que soy?
—¿Qué quieres decir? —había temido su ira, pero verla en directo era peor de lo que había imaginado.
—¡Te pedí que te casaras conmigo! —le dijo, apretando un puño—. ¿Crees que le pido a una mujer que comparta mi vida sin saber nada de ella?
—¡Sí! —le dijo ella—. Porque no sabes nada de mí.
Durante el silencio tenso que siguió, se oyó la campana de la puerta y dos mujeres entraron. Cuando vieron a Víctor y a Myriam, preguntaron:
—¿Está abierta la tienda?
—Sí —dijo Myriam.
—No —dijo Víctor.
Se miraron extrañadas una a otra.
—Está bien, vendremos en otro momento —y salieron por la puerta.
—Magnífico —dijo Myriam, gesticulando con las manos—. Las dos únicas clientas que han entrado hoy y me las espantas.
Víctor se fue a la puerta y puso el cartel de cerrado.
—Y ahora, explícame lo último que has dicho.
Myriam se sentó. Aquello iba a ser una escena, una escena bastante dolorosa.
—Yo no soy la mujer que tú piensas que soy.
—Es evidente que no —Víctor se fue hacia donde ella estaba—. Porque la mujer que yo conozco, nunca se habría ido de mi lado como si fuera una ladrona. ¿Qué pasó?
—Tú estabas allí. Oíste lo que contó Deborah.
—La oí hacer un comentario de la chaqueta que llevabas. Algo sobre un botón. Después, desapareciste.
—Pero, ¿es que no lo entiendes? ¡La chaqueta que yo llevaba era de ella!
Dejándolo claro, esperó a los primeros síntomas de horror y rechazo. Pero él no cambió su expresión. Estaba claro que para él no era tan horrendo todo aquello.
—No que fuera del mismo estilo, sino que era la misma chaqueta —recalcó Myriam—. Y lo dijo bien claro, explicando que yo había puesto un broche en el botón que a ella se le había caído.
—Y tú sentiste vergüenza.
—Yo me sentí humillada.
—¿Y por eso huiste?
Myriam asintió y cerró los ojos.
—Deborah es una persona bastante desagradable —dijo Víctor, con tranquilidad—. Lo hizo a propósito. Ya he hablado de ello con mis padres y me han dicho que te asegure que no va a ser invitada a la boda.
—Por favor, no sigas —le suplicó Myriam—. Los dos sabemos que no va a haber boda.
—No le he contado a mis padres que encontré tu anillo —le dijo él, sacándolo del bolsillo—. No es necesario que se lo digamos nunca.
—Víctor —Myriam lo miró y movió la cabeza—. Tú te fuiste con Deborah. No oíste los comentarios, ni la cara que puso tu madre. Estaba horrorizada.
—¡Claro que lo estaba! ¡Porque una invitada había insultado a su futura nuera!
—No, Víctor. Porque había descubierto que su futura nuera no era nadie.
—Con el riesgo de que me acuses de despreciar tus sentimientos —le dijo—, creo que te imaginaste esas reacciones. La gente estaba enfadada con Deborah, no contigo —le dijo sonriendo—. No tenías que haber huido.
Estaba claro de que no se daba cuenta. Víctor no se imaginaba lo mucho que ella le había decepcionado. Era muy fácil echarse en sus brazos y admitir otra vez el anillo.
Pero no podía hacerlo. Víctor no se había dado cuenta en aquella ocasión, pero tarde o temprano se daría. Myriam no podía vivir así, temiendo a cada instante que alguien la desenmascarara.
—No puedo —estuvo a punto de echarse a llorar.
—¿Que no puedes, qué?
—No puedo seguir pretendiendo ser lo que no soy.
—¿Y quién pretendes ser?
—Una mujer sofisticada, que ha triunfado en la vida. Una mujer que sabe de arte y de música y que come en restaurantes caros y lleva ropa de diseño. Alguien que tiene un Mercedes —se cubrió la cara con las manos.
—Oh, Myriam —Víctor se fue a su lado y la abrazó. Fue la forma en que pronunció su nombre. No le gritó, ni le regañó, lo dijo como si todavía la amara.
A continuación le contó lo del diario y lo que pasó después.
—¿No entiendes? Te he estado mintiendo desde el principio.
Myriam había pensado que, en aquel momento, él iba a dejarla. Pero permaneció en su sitio. Myriam apoyó la cabeza en su pecho. No podía evitarlo.
—¿Me has mentido en todo? —le preguntó...
Besos
Jenny
—¡Víctor! —gritó ella de alegría.
—Hola, Myriam —le dijo él, con tranquilidad.
Myriam se secó los ojos con unos pañuelos de papel. Sollozando, lo miró.
Había desaparecido el brillo de sus ojos negros y se dio cuenta de que le había hecho daño. Pensaba que estaría furioso.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó con emoción.
Por un momento, pensó que no le iba a responder.
Pero después, poniendo una media sonrisa, colocó un objeto negro en el mostrador.
Su zapato.
—He buscado por toda la ciudad a una dama que calce este zapato. ¿Quieres probártelo y ver si es tuyo?
—¿Cómo me has encontrado? —le preguntó Myriam, inclinando la cabeza.
—No te estabas escondiendo, ¿no?
—No tenía por qué —Myriam se secó una lágrima. Víctor apoyó las manos en el mostrador y le dijo:
—No tienes por qué.
—Lo que quiero decir es que no sabías mi número de teléfono, ni el nombre de la tienda.
Él permaneció en silencio tanto rato que ella levantó la vista y lo miró. En aquel mismo momento, se arrepintió de haberlo hecho.
Había ira en sus ojos.
—¿Qué clase de hombre piensas que soy?
—¿Qué quieres decir? —había temido su ira, pero verla en directo era peor de lo que había imaginado.
—¡Te pedí que te casaras conmigo! —le dijo, apretando un puño—. ¿Crees que le pido a una mujer que comparta mi vida sin saber nada de ella?
—¡Sí! —le dijo ella—. Porque no sabes nada de mí.
Durante el silencio tenso que siguió, se oyó la campana de la puerta y dos mujeres entraron. Cuando vieron a Víctor y a Myriam, preguntaron:
—¿Está abierta la tienda?
—Sí —dijo Myriam.
—No —dijo Víctor.
Se miraron extrañadas una a otra.
—Está bien, vendremos en otro momento —y salieron por la puerta.
—Magnífico —dijo Myriam, gesticulando con las manos—. Las dos únicas clientas que han entrado hoy y me las espantas.
Víctor se fue a la puerta y puso el cartel de cerrado.
—Y ahora, explícame lo último que has dicho.
Myriam se sentó. Aquello iba a ser una escena, una escena bastante dolorosa.
—Yo no soy la mujer que tú piensas que soy.
—Es evidente que no —Víctor se fue hacia donde ella estaba—. Porque la mujer que yo conozco, nunca se habría ido de mi lado como si fuera una ladrona. ¿Qué pasó?
—Tú estabas allí. Oíste lo que contó Deborah.
—La oí hacer un comentario de la chaqueta que llevabas. Algo sobre un botón. Después, desapareciste.
—Pero, ¿es que no lo entiendes? ¡La chaqueta que yo llevaba era de ella!
Dejándolo claro, esperó a los primeros síntomas de horror y rechazo. Pero él no cambió su expresión. Estaba claro que para él no era tan horrendo todo aquello.
—No que fuera del mismo estilo, sino que era la misma chaqueta —recalcó Myriam—. Y lo dijo bien claro, explicando que yo había puesto un broche en el botón que a ella se le había caído.
—Y tú sentiste vergüenza.
—Yo me sentí humillada.
—¿Y por eso huiste?
Myriam asintió y cerró los ojos.
—Deborah es una persona bastante desagradable —dijo Víctor, con tranquilidad—. Lo hizo a propósito. Ya he hablado de ello con mis padres y me han dicho que te asegure que no va a ser invitada a la boda.
—Por favor, no sigas —le suplicó Myriam—. Los dos sabemos que no va a haber boda.
—No le he contado a mis padres que encontré tu anillo —le dijo él, sacándolo del bolsillo—. No es necesario que se lo digamos nunca.
—Víctor —Myriam lo miró y movió la cabeza—. Tú te fuiste con Deborah. No oíste los comentarios, ni la cara que puso tu madre. Estaba horrorizada.
—¡Claro que lo estaba! ¡Porque una invitada había insultado a su futura nuera!
—No, Víctor. Porque había descubierto que su futura nuera no era nadie.
—Con el riesgo de que me acuses de despreciar tus sentimientos —le dijo—, creo que te imaginaste esas reacciones. La gente estaba enfadada con Deborah, no contigo —le dijo sonriendo—. No tenías que haber huido.
Estaba claro de que no se daba cuenta. Víctor no se imaginaba lo mucho que ella le había decepcionado. Era muy fácil echarse en sus brazos y admitir otra vez el anillo.
Pero no podía hacerlo. Víctor no se había dado cuenta en aquella ocasión, pero tarde o temprano se daría. Myriam no podía vivir así, temiendo a cada instante que alguien la desenmascarara.
—No puedo —estuvo a punto de echarse a llorar.
—¿Que no puedes, qué?
—No puedo seguir pretendiendo ser lo que no soy.
—¿Y quién pretendes ser?
—Una mujer sofisticada, que ha triunfado en la vida. Una mujer que sabe de arte y de música y que come en restaurantes caros y lleva ropa de diseño. Alguien que tiene un Mercedes —se cubrió la cara con las manos.
—Oh, Myriam —Víctor se fue a su lado y la abrazó. Fue la forma en que pronunció su nombre. No le gritó, ni le regañó, lo dijo como si todavía la amara.
A continuación le contó lo del diario y lo que pasó después.
—¿No entiendes? Te he estado mintiendo desde el principio.
Myriam había pensado que, en aquel momento, él iba a dejarla. Pero permaneció en su sitio. Myriam apoyó la cabeza en su pecho. No podía evitarlo.
—¿Me has mentido en todo? —le preguntó...
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
grax x el capi Jenny esperamos el que sigueeeeeeee
besitossssssssssssssssssssssss
aNa
besitossssssssssssssssssssssss
aNa
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Ayy no, ya se va a terminar!!! Gracias por el cap Jenny.
Marianita- STAFF
- Cantidad de envíos : 2851
Edad : 38
Localización : Veracruz, Ver.
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Chiks aki les dejo el siguiente cap!!! espero k les guste!!!!
Y el viernes es el finallllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll!!!!!!!!!!!!!!!!
Jijijiji si dejan muchos mensajitos se los pongo mañana ok!!!
Besos
Jenny
Y el viernes es el finallllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll!!!!!!!!!!!!!!!!
Jijijiji si dejan muchos mensajitos se los pongo mañana ok!!!
Besos
Jenny
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Se me olvido el cap!!! jajaja aki va!!!!
Ella asintió, manchando su camisa con el maquillaje.
—¿Incluso en que me amas?
—¡Oh, no! —le echó para atrás, para que le pudiera ver la cara—. ¡No sería capaz en mentirte en una cosa así!
—Entonces, ¿me quieres? —le preguntó él, sonriente.
—Claro que sí. Por eso hice lo que hice.
—Yo también te quiero, Myriam —le declaró él, suspirando—. Empecemos sólo con eso.
Estuvo tentada, pero se dijo que aquello no podía funcionar. Movió de un lado a otro la cabeza.
—Es imposible que me quieras. Ni siquiera me conoces.
—Sí te conozco —Víctor le acarició la mejilla—. Sé que, cuando estoy contigo, estoy más vivo que cuando estoy solo. Por primera vez, quiero compartir mi vida con alguien. Lo bueno y lo mano. Todo. Y quiero compartirla contigo, Myriam.
—Pero yo no soy la mujer ideal para ti —protestó ella—. Tú das cosas por hechas, que para mí son un mundo. Ni siquiera sé jugar al tenis. Lo intenté, pero ni siquiera puedo acertar a la pelota.
—Yo te enseñaré, si quieres aprender —le dijo él, riéndose.
—Deja de reírte. Y hay algo más —Myriam se preparó para revelarle lo siguiente—. No me gustó nada el concierto al que fuimos. Ni tampoco entendí el arte de tu amigo. Pienso que es una estupidez —confesó.
—Yo también pienso que es una estupidez —admitió Víctor—. Pero no estoy de acuerdo con lo del concierto. A mí me gustó. A ti no —le dijo, gesticulando con la mano—. ¿Ves? No se ha caído el mundo, porque estemos en desacuerdo.
—Pero, Víctor... Yo no encajo con toda esa gente que tus padres invitaron y, si no me aceptan, voy a terminar como Deborah.
—¡Jamás terminarías como Deborah! —la miró como si estuviera a punto de zarandearla—. ¿No te das cuenta de que estás acusando a mis padres y a sus amigos de superficiales?
—Yo no quería decir eso.
—Y no sólo eso, sino que además parece que te da vergüenza tu pasado.
—¡No! —debía pensar que era una mujer horrible—. Lo que pasa es que procedemos de ambientes diferentes y no pensé que te ibas a fijar en alguien como yo —le dijo, poniéndose las manos en la boca—. ¡Lo siento! Lo dije sin mala intención.
—No, Myriam —Víctor la abrazó—. Tendría que ser yo el que te pidiera perdón.
—¿Por qué?
—Por no ser la persona que tú pensabas que era.
—¿Qué quieres decir?
—En el negocio de la publicidad todo son apariencias. Pero yo siempre me he sentido orgulloso de no ser superficial, de no juzgar a la gente por sus apariencias. Yo valoro la honestidad...
Myriam apartó la mirada.
Víctor le puso la mano en el mentón y la obligó a mirarlo.
—Valoro la honestidad —repitió—. Yo siempre he dicho que no acepto clientes, si no creo en sus productos. Cuando tú te pusiste toda esa ropa, yo pensé que era importante para ti. Nunca pensé que lo hacías por mí. ¿Cómo no me he podido dar cuenta de algo tan fundamental?
Ella asintió, manchando su camisa con el maquillaje.
—¿Incluso en que me amas?
—¡Oh, no! —le echó para atrás, para que le pudiera ver la cara—. ¡No sería capaz en mentirte en una cosa así!
—Entonces, ¿me quieres? —le preguntó él, sonriente.
—Claro que sí. Por eso hice lo que hice.
—Yo también te quiero, Myriam —le declaró él, suspirando—. Empecemos sólo con eso.
Estuvo tentada, pero se dijo que aquello no podía funcionar. Movió de un lado a otro la cabeza.
—Es imposible que me quieras. Ni siquiera me conoces.
—Sí te conozco —Víctor le acarició la mejilla—. Sé que, cuando estoy contigo, estoy más vivo que cuando estoy solo. Por primera vez, quiero compartir mi vida con alguien. Lo bueno y lo mano. Todo. Y quiero compartirla contigo, Myriam.
—Pero yo no soy la mujer ideal para ti —protestó ella—. Tú das cosas por hechas, que para mí son un mundo. Ni siquiera sé jugar al tenis. Lo intenté, pero ni siquiera puedo acertar a la pelota.
—Yo te enseñaré, si quieres aprender —le dijo él, riéndose.
—Deja de reírte. Y hay algo más —Myriam se preparó para revelarle lo siguiente—. No me gustó nada el concierto al que fuimos. Ni tampoco entendí el arte de tu amigo. Pienso que es una estupidez —confesó.
—Yo también pienso que es una estupidez —admitió Víctor—. Pero no estoy de acuerdo con lo del concierto. A mí me gustó. A ti no —le dijo, gesticulando con la mano—. ¿Ves? No se ha caído el mundo, porque estemos en desacuerdo.
—Pero, Víctor... Yo no encajo con toda esa gente que tus padres invitaron y, si no me aceptan, voy a terminar como Deborah.
—¡Jamás terminarías como Deborah! —la miró como si estuviera a punto de zarandearla—. ¿No te das cuenta de que estás acusando a mis padres y a sus amigos de superficiales?
—Yo no quería decir eso.
—Y no sólo eso, sino que además parece que te da vergüenza tu pasado.
—¡No! —debía pensar que era una mujer horrible—. Lo que pasa es que procedemos de ambientes diferentes y no pensé que te ibas a fijar en alguien como yo —le dijo, poniéndose las manos en la boca—. ¡Lo siento! Lo dije sin mala intención.
—No, Myriam —Víctor la abrazó—. Tendría que ser yo el que te pidiera perdón.
—¿Por qué?
—Por no ser la persona que tú pensabas que era.
—¿Qué quieres decir?
—En el negocio de la publicidad todo son apariencias. Pero yo siempre me he sentido orgulloso de no ser superficial, de no juzgar a la gente por sus apariencias. Yo valoro la honestidad...
Myriam apartó la mirada.
Víctor le puso la mano en el mentón y la obligó a mirarlo.
—Valoro la honestidad —repitió—. Yo siempre he dicho que no acepto clientes, si no creo en sus productos. Cuando tú te pusiste toda esa ropa, yo pensé que era importante para ti. Nunca pensé que lo hacías por mí. ¿Cómo no me he podido dar cuenta de algo tan fundamental?
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Sí Jenny, ya mándanos el final!!!!
Marianita- STAFF
- Cantidad de envíos : 2851
Edad : 38
Localización : Veracruz, Ver.
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Hace apenas unos dia que me di cuenta de que existia este foro, y pues estuve viendo todo lo que tienen esta muy padre el foro.
Entre todo estuve leyendo tu novela y me encanto,
siguele porfa
Entre todo estuve leyendo tu novela y me encanto,
siguele porfa
vymfan- Nuevo Usuario
- Cantidad de envíos : 1
Edad : 37
Localización : Guanajuato
Fecha de inscripción : 29/07/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Aki les dejo el final, espero k les haya gustado la novela!!!!
Dejen mensajitos oki!!!
Besos a todas y muchas gracias a todas las k se tomaron un tiempo para escribir y leer!!!!
Besos
Jenny
Myriam no pudo soportar la expresión de angustia en rostro.
—Porque jamás me has visto de otra manera.
—No —Víctor negó con la cabeza—. Tenía que haberme dado cuenta de lo que estabas haciendo. Recuerdo que te vi el día antes de que nos fuéramos a comer. Estabas en la recepción y, cuando quise salir a verte, te habías marchado. Nadie sabía quién eras. Pensé que jamás te iba a volver a ver.
—Volví —le dijo ella.
—Lo sé. Al principio no caí, pero, cuando estábamos comiendo, supe quién eras —le dijo él sonriendo.
—Entonces, ¿por qué no me reconociste cuando nos encontramos en el gimnasio?
—Porque eras una persona diferente de la que yo vi por primera vez y pensé que eras como todas las demás.
Porque eso era lo que ella había intentado ser.
—Y decidiste olvidarte de mí.
—Algo así —le dijo, acariciándola—. ¿Me perdonas?
—¿Perdonarte? No tengo nada que perdonar. Te quiero—le dijo.
—Entonces, ¿por qué huyes, en vez de discutir a quién invitamos conmigo? ¿Cómo te crees que me sentí cuando descubrí que te habías marchado?
—Enfadado al principio, pero después aliviado —así era como se lo imaginaba ella.
—Al principio me preocupé. Todos lo estábamos. Luego encontré el anillo y supe que te habías marchado.
—Pensé que era lo mejor. Pensé que, cuando te enteraras de quién era, te ibas a olvidar de mí.
—Como si pudiera —se quedó mirándola unos segundos, antes de continuar—. ¿Pensabas no llamarme nunca más? Esperé toda la semana, pensando que necesitabas tiempo para reflexionar.
—Me sentía avergonzada de lo que había hecho —susurró.
—¿Por haber huido? La verdad es que sí.
—No, por leer tu diario y todo lo demás. No sé ni cómo puedes mirarme a los ojos —empezó a balbucear de nuevo.
—Sólo una persona honesta puede sentirse avergonzada —dijo Víctor—. Yo no estaba enfadado. Me dolió que no confiaras en mí, pero me doy cuenta de que es porque pensabas que yo tenía en cuenta las apariencias.
—¡No! Víctor, todo esto es culpa mía.
—Myriam —Víctor le agarró las manos—. Los dos hemos cometido errores. Empecemos otra vez.
—Está bien.
—Prométeme entonces que discutirás conmigo cualquier problema. No quiero que huyas más.
—Nunca más —dijo ella.
Le apretó las manos.
—Bien. Porque la próxima vez no voy a venir a buscarte.
Una segunda oportunidad. Era más de lo que ella esperaba.
—Me alegra mucho que hayas venido a buscarme y que me hayas encontrado.
—¿Por qué piensas que no podía?
—Porque te dije que tenía una tienda en Village y ni siquiera sabías el nombre.
Víctor señaló el cristal del escaparate, con el nombre de la tienda escrito.
—El Desván de Myriam. Con una pista como ésa, todo fue fácil. Hace un par de semanas vine por aquí, pero tú no estabas.
—¿Que viniste aquí? —Connie no le había dicho nada.
Víctor asintió.
—Quería ver los cambios que estabas haciendo en la tienda.
Myriam se sonrojó al oír otra de sus mentiras.
—¿Sabías que no tenía una boutique?
—La tienda es de ropa de boutique, ¿no?
—Sí.
—¿Y qué más da? —puso tal cara de asombro que Myriam no tuvo más remedio que echarse a reír—. Me gusta tu sonrisa —se fue al mostrador y levantó el zapato—. ¿Se va a probar la Cenicienta el zapato?
Myriam se quedó mirándolo, sabiendo lo que le estaba preguntando, asombrada de que después de todo, él todavía se lo seguía pidiendo.
Se quitó el zapato que llevaba puesto. Con dedos temblorosos, tomó el zapato.
—Oh, no. Tenemos que hacer bien las cosas —Víctor se arrodilló y apoyó su pie en su rodilla—. Perfecto. ¿Quieres casarte conmigo?
—Sí —respondió la Myriam de verdad.
Los dos se quedaron de pie, sonriendo, hasta que Víctor dijo:
—Tengo tu anillo —y lo sacó de la cajita de terciopelo.
Víctor se lo puso en el dedo. Los dos se miraron. Myriam intentó decir algo.
—Tendremos que enviarlo a la joyería a que lo ajusten a tu dedo —comentó él.
—No —Myriam se lo sacó y se lo entregó—. Devuélvelo.
—¿Porqué?
—Porque es demasiado frío —gesticuló, como si no encontrara las palabras—. Demasiado...
—Myriam —le dijo Víctor, embargado por la emoción. Dejó el anillo y la caja en el mostrador, se metió la mano en el bolsillo y, para su sorpresa, abrió una caja arrugada, de terciopelo.
Le tomó un dedo y le puso un anillo con un pequeño diamante engarzado y una filigrana de oro, con diamantes más pequeños a su alrededor. Aquel le ajustaba perfectamente.
—¡Es precioso! —le dijo sonriendo—. Me encanta. Es antiguo ¿verdad?
—Sí —le contestó—. Era de mi abuela. Está pasado de moda y pensé que no te iba a gustar.
—¿Cómo has podido pensar...? —Myriam prefirió no continuar, al darse cuenta de la razón por la que podía pensar que no le iba a gustar—. ¡Víctor, es perfecto!
—Te lo entrego con todo mi amor y con todo el amor que este anillo ha visto.
Myriam nunca antes se había sentido tan feliz. La quería. a ella. A la Myriam de verdad.
—¡Oh, Víctor!
Lo abrazó, mientras las lágrimas le caían por la cara.
—Gracias, Myriam —le oyó que decía.
—¿Por qué?
—Por ser como eres. Por encontrarme. Por ser la mujer que debe llevar este anillo.
Y Víctor inclinó la cabeza y la besó y Myriam oyó las trompetas.
Epílogo
Una mañana fría de invierno, en la capilla de la universidad de Rice, Myriam Montemayor, radiante, con su vertido de perlas y una inmensa cola de novia, se casó con Víctor García.
Y vivieron felices para siempre.
Fin.
Dejen mensajitos oki!!!
Besos a todas y muchas gracias a todas las k se tomaron un tiempo para escribir y leer!!!!
Besos
Jenny
Myriam no pudo soportar la expresión de angustia en rostro.
—Porque jamás me has visto de otra manera.
—No —Víctor negó con la cabeza—. Tenía que haberme dado cuenta de lo que estabas haciendo. Recuerdo que te vi el día antes de que nos fuéramos a comer. Estabas en la recepción y, cuando quise salir a verte, te habías marchado. Nadie sabía quién eras. Pensé que jamás te iba a volver a ver.
—Volví —le dijo ella.
—Lo sé. Al principio no caí, pero, cuando estábamos comiendo, supe quién eras —le dijo él sonriendo.
—Entonces, ¿por qué no me reconociste cuando nos encontramos en el gimnasio?
—Porque eras una persona diferente de la que yo vi por primera vez y pensé que eras como todas las demás.
Porque eso era lo que ella había intentado ser.
—Y decidiste olvidarte de mí.
—Algo así —le dijo, acariciándola—. ¿Me perdonas?
—¿Perdonarte? No tengo nada que perdonar. Te quiero—le dijo.
—Entonces, ¿por qué huyes, en vez de discutir a quién invitamos conmigo? ¿Cómo te crees que me sentí cuando descubrí que te habías marchado?
—Enfadado al principio, pero después aliviado —así era como se lo imaginaba ella.
—Al principio me preocupé. Todos lo estábamos. Luego encontré el anillo y supe que te habías marchado.
—Pensé que era lo mejor. Pensé que, cuando te enteraras de quién era, te ibas a olvidar de mí.
—Como si pudiera —se quedó mirándola unos segundos, antes de continuar—. ¿Pensabas no llamarme nunca más? Esperé toda la semana, pensando que necesitabas tiempo para reflexionar.
—Me sentía avergonzada de lo que había hecho —susurró.
—¿Por haber huido? La verdad es que sí.
—No, por leer tu diario y todo lo demás. No sé ni cómo puedes mirarme a los ojos —empezó a balbucear de nuevo.
—Sólo una persona honesta puede sentirse avergonzada —dijo Víctor—. Yo no estaba enfadado. Me dolió que no confiaras en mí, pero me doy cuenta de que es porque pensabas que yo tenía en cuenta las apariencias.
—¡No! Víctor, todo esto es culpa mía.
—Myriam —Víctor le agarró las manos—. Los dos hemos cometido errores. Empecemos otra vez.
—Está bien.
—Prométeme entonces que discutirás conmigo cualquier problema. No quiero que huyas más.
—Nunca más —dijo ella.
Le apretó las manos.
—Bien. Porque la próxima vez no voy a venir a buscarte.
Una segunda oportunidad. Era más de lo que ella esperaba.
—Me alegra mucho que hayas venido a buscarme y que me hayas encontrado.
—¿Por qué piensas que no podía?
—Porque te dije que tenía una tienda en Village y ni siquiera sabías el nombre.
Víctor señaló el cristal del escaparate, con el nombre de la tienda escrito.
—El Desván de Myriam. Con una pista como ésa, todo fue fácil. Hace un par de semanas vine por aquí, pero tú no estabas.
—¿Que viniste aquí? —Connie no le había dicho nada.
Víctor asintió.
—Quería ver los cambios que estabas haciendo en la tienda.
Myriam se sonrojó al oír otra de sus mentiras.
—¿Sabías que no tenía una boutique?
—La tienda es de ropa de boutique, ¿no?
—Sí.
—¿Y qué más da? —puso tal cara de asombro que Myriam no tuvo más remedio que echarse a reír—. Me gusta tu sonrisa —se fue al mostrador y levantó el zapato—. ¿Se va a probar la Cenicienta el zapato?
Myriam se quedó mirándolo, sabiendo lo que le estaba preguntando, asombrada de que después de todo, él todavía se lo seguía pidiendo.
Se quitó el zapato que llevaba puesto. Con dedos temblorosos, tomó el zapato.
—Oh, no. Tenemos que hacer bien las cosas —Víctor se arrodilló y apoyó su pie en su rodilla—. Perfecto. ¿Quieres casarte conmigo?
—Sí —respondió la Myriam de verdad.
Los dos se quedaron de pie, sonriendo, hasta que Víctor dijo:
—Tengo tu anillo —y lo sacó de la cajita de terciopelo.
Víctor se lo puso en el dedo. Los dos se miraron. Myriam intentó decir algo.
—Tendremos que enviarlo a la joyería a que lo ajusten a tu dedo —comentó él.
—No —Myriam se lo sacó y se lo entregó—. Devuélvelo.
—¿Porqué?
—Porque es demasiado frío —gesticuló, como si no encontrara las palabras—. Demasiado...
—Myriam —le dijo Víctor, embargado por la emoción. Dejó el anillo y la caja en el mostrador, se metió la mano en el bolsillo y, para su sorpresa, abrió una caja arrugada, de terciopelo.
Le tomó un dedo y le puso un anillo con un pequeño diamante engarzado y una filigrana de oro, con diamantes más pequeños a su alrededor. Aquel le ajustaba perfectamente.
—¡Es precioso! —le dijo sonriendo—. Me encanta. Es antiguo ¿verdad?
—Sí —le contestó—. Era de mi abuela. Está pasado de moda y pensé que no te iba a gustar.
—¿Cómo has podido pensar...? —Myriam prefirió no continuar, al darse cuenta de la razón por la que podía pensar que no le iba a gustar—. ¡Víctor, es perfecto!
—Te lo entrego con todo mi amor y con todo el amor que este anillo ha visto.
Myriam nunca antes se había sentido tan feliz. La quería. a ella. A la Myriam de verdad.
—¡Oh, Víctor!
Lo abrazó, mientras las lágrimas le caían por la cara.
—Gracias, Myriam —le oyó que decía.
—¿Por qué?
—Por ser como eres. Por encontrarme. Por ser la mujer que debe llevar este anillo.
Y Víctor inclinó la cabeza y la besó y Myriam oyó las trompetas.
Epílogo
Una mañana fría de invierno, en la capilla de la universidad de Rice, Myriam Montemayor, radiante, con su vertido de perlas y una inmensa cola de novia, se casó con Víctor García.
Y vivieron felices para siempre.
Fin.
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
¡Qué bonito final! Muchas gracias Jenny, esperamos otra pronto!!!
Marianita- STAFF
- Cantidad de envíos : 2851
Edad : 38
Localización : Veracruz, Ver.
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy
JENNYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY
esta HERMOSO el finallllllllllllll, me encantooooooooooooooooooooooooo, ojala y asi fuera todoooo.......
mil, mil grax... de verdad
se aprecia muuchooo todo el tiempo que tu como las demas chicas posteadoras de novelas nos dedican a nosotras las lectoras desesperadas jejejejeje
besitos y q nos aventamos otro fin como este????
bye bye
aNa
JENNYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY
esta HERMOSO el finallllllllllllll, me encantooooooooooooooooooooooooo, ojala y asi fuera todoooo.......
mil, mil grax... de verdad
se aprecia muuchooo todo el tiempo que tu como las demas chicas posteadoras de novelas nos dedican a nosotras las lectoras desesperadas jejejejeje
besitos y q nos aventamos otro fin como este????
bye bye
aNa
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
KE BONITOOO FINALLL AY ME ENKANTO JENN ESTUBO MUY LINDOOO...........GRASIAS POR LA NOBELA ESTUBO MUY PADRE DESD EL PRINSIPIO A FINAL GRASIASSS.................. [/b]
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Muchas Gracias por la novela niña Que bonito inal te quedo genial tu nove Gracias
cliostar- VBB ORO
- Cantidad de envíos : 515
Localización : Algún lugar del mundo =)
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
TE QUEDO SUPER BUENA ESTA NOVELA, GRACIAS
mats310863- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 983
Fecha de inscripción : 01/06/2008
Página 7 de 8. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
Temas similares
» MILAGRO DE AMOR --- Final
» Un amor oculto... -FINAL-
» De la ira al amor.... Capitulo Final
» Amor por chantaje...... Final
» AMOR A SEGUNDA VISTA FINAL
» Un amor oculto... -FINAL-
» De la ira al amor.... Capitulo Final
» Amor por chantaje...... Final
» AMOR A SEGUNDA VISTA FINAL
Página 7 de 8.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.