Amor de Fantasia FINAL!!!!
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Amor de Fantasia FINAL!!!!
Hola chikas pues aki con una nueva novela!!!
Espero sus comentarios!!!
Besos
Jenny
Aunque Myriam Montemayor siempre había querido casarse, todavía no había encontrado el hombre con el que deseara compartir el resto de su vida. Entonces, conoció a Víctor García y supo que era la persona que había estado esperando. El problema era que Víctor pertenecía a la clase aristocrática y Myriam temía que eso pudiera separarlos. Como la joven no tenía hada madrina y tampoco confiaba excesivamente en el destino, se puso en manos de sus amigas, que la convirtieron, en un abrir y cerrar de ojos, en la mujer perfecta para el elegante señor García. Myriam estaba dispuesta a hacer todo lo necesario para conseguir llevarlo al altar, o casi todo...
Espero sus comentarios!!!
Besos
Jenny
Aunque Myriam Montemayor siempre había querido casarse, todavía no había encontrado el hombre con el que deseara compartir el resto de su vida. Entonces, conoció a Víctor García y supo que era la persona que había estado esperando. El problema era que Víctor pertenecía a la clase aristocrática y Myriam temía que eso pudiera separarlos. Como la joven no tenía hada madrina y tampoco confiaba excesivamente en el destino, se puso en manos de sus amigas, que la convirtieron, en un abrir y cerrar de ojos, en la mujer perfecta para el elegante señor García. Myriam estaba dispuesta a hacer todo lo necesario para conseguir llevarlo al altar, o casi todo...
Última edición por Jenny el Lun Ago 04, 2008 9:27 am, editado 1 vez
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Pinta para buenaaa Espero que la estrenes prontoooo
Chicana_415- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 1282
Edad : 34
Localización : San Francisco, CA
Fecha de inscripción : 24/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
A CHIN...A COMO QUE TAN POQUITO..... APENAS EMPEZABA Y SOPASSSSS ME LA CORTAS
Ale- STAFF
- Cantidad de envíos : 158
Fecha de inscripción : 05/03/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
wooralesssssssssssssss
tambien tu con novela???? ayy Dios se me esta juntando la tareaaa, tendre q aplicarme mas.....
niña siguele posteando asi cuando llegue a esta ya tendre muuchos capis y no te dare tanta lata jejejeje
besitossss
aNa
tambien tu con novela???? ayy Dios se me esta juntando la tareaaa, tendre q aplicarme mas.....
niña siguele posteando asi cuando llegue a esta ya tendre muuchos capis y no te dare tanta lata jejejeje
besitossss
aNa
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
ay novelitaa nuevaaaaaaa!! que chidisiimooo!!... espero prontooo el primer caaap!
Carmen- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 826
Edad : 36
Localización : Mazatlán
Fecha de inscripción : 24/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Ayyy se ve interesanteee, espero el primer capi
Salu2
Salu2
BRENY- VBB ORO
- Cantidad de envíos : 605
Fecha de inscripción : 24/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
DIOS SANTO DE MI VIDA Y YO LO ESPERO CON ANSIA
CUANDO VUELVA LA SOCIA MIA DE MI DE LA SOCIEDAD NUESTRA DE NOSOTROS EN LA QUE USTE ES NUESTRA EMPLEAD VA A ESTR MUY CONTENTA DE VERLA TAN CHAMBEADORA
BESOS BERE
SEÑOOOO ESPERO QUE TENGA INTER PRONTO LA EXTRAÑO MUCHO
CUANDO VUELVA LA SOCIA MIA DE MI DE LA SOCIEDAD NUESTRA DE NOSOTROS EN LA QUE USTE ES NUESTRA EMPLEAD VA A ESTR MUY CONTENTA DE VERLA TAN CHAMBEADORA
BESOS BERE
SEÑOOOO ESPERO QUE TENGA INTER PRONTO LA EXTRAÑO MUCHO
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Hola a todas y Gracias paor sus mensajes!!!! ps aki dejandoles el sig cap!!!
espero les guste y sigan dejando mensajitos ok!!!
Entre mas mensajitos vea, mas rapido pongo caps jijiji
Besos.
Jenny
Pd. Seño yo tambien la extraño muchooooooo, yo espero ya tener pronto internet, aki el detalle es k tengo que encontrar trabajoooooooo buuuuuuuu jajajaja.
—¿QUÉ TAL la boda, señora Donahue? —Myriam Montemayor estiró el brazo, para recuperar la bolsa de plástico que la mujer estrechaba contra sí.
—¡Mi hija estaba preciosa! —la señora Donahue apretó aún más la bolsa, aplastando el vestido de novia que había dentro, el más caro que había en la tienda de ropa de alquiler—. Incluso sin zapatos y sin velo, estaba preciosa. Es un vestido hecho para ella.
Pero no había sido hecho para la hija de la señora Donahue. Con aquel vestido, ya se habían casado siete jóvenes más. Pero eso no se lo iba a decir a la madre de la novia.
La señora Donahue dio un suspiro profundo, mientras miraba la tienda de Myriam.
—Ojalá pudiera...
—¿Quedárselo? —Myriam terminó la frase por ella—. Está a la venta —añadió, sonriéndola al mismo tiempo. Pero era un vestido caro y Myriam sabía que no lo iba a poder comprar. En realidad, ni ella misma estaba segura de querer venderlo.
—Lo sé —la señora Donahue suspiró y soltó la bolsa.
Aunque el vestido estaba hecho con una tela de primera calidad, cada vez que Myriam lo alquilaba, tenía que reforzarle las costuras y los botones, antes de poder alquilarlo otra vez.
—Mi hija no es nada sentimental —dijo la señora Donahue, dándole al fin el vestido a Myriam—. Yo todavía conservo mi vestido de novia —añadió—. Pero Stephanie es mucho más alta que yo y no podía usarlo.
—Por lo menos, conservará el velo que usted le regaló —comentó Myriam, mientras colocaba el vestido en una percha—. Será un bonito recuerdo.
—Tiene razón —le dijo, más aliviada—. Además, los novios han estado alquilando trajes desde hace años —comentó.
La señora Donahue era como la mayoría de las madres de novias que acudían a la tienda de alquiler de ropa de Myriam en la zona de Rice Village, Houston. Al principio, les horrorizaba la idea de que sus hijas pudieran llevar puesto un vestido de segunda mano en un día tan señalado. Pero Myriam tenía unos vestidos flamantes. Las novias iban como si se fueran a casar con el príncipe encantado.
Myriam sonrió, mientras abría la cremallera de la bolsa donde estaba guardado el vestido, para comprobar que no tuviera daño alguno. Aquél era siempre un momento un tanto delicado.
—Es tan bonito —murmuró la señora Donahue, mientras ayudaba a Myriam a sacar el vestido.
—Sí —el vestido todavía conservaba el perfume de Stephanie.
Como era normal, los hombros estaban manchados de maquillaje, testigo de los abrazos que la novia había recibido. Myriam parpadeó, imaginándose la felicidad de Stephanie.
Cuando compró aquel vestido, Myriam lo había escondido, pensando que sería el vestido con el que acabaría casándose ella misma. Nunca se ponía la ropa que compraba para la tienda, pero con aquel vestido estaba dispuesta a hacer una excepción.
Desde el momento en que lo vio, soñó con llevarlo puesto mientras recoma el pasillo de la iglesia hasta el altar, para encontrarse allí con su futuro esposo. En aquel tiempo, había estado saliendo con el propietario de un almacén que había en la misma calle de su tienda. Era gracioso, precisamente cuando compró aquel vestido se dio cuenta de que no estaba enamorada de Horace.
Una tarde, él la descubrió probándose el vestido y mirándose al espejo, para ver qué tal le quedaba. Horace pensó que era un poco recargado. Pero Horace tenía la misma opinión de toda la ropa que tenía Myriam en la tienda. Pensaba que pertenecían a un estilo de vida en decadencia. Y, en aquel momento, Myriam se dio cuenta que ese hombre no entraba en sus sueños.
Horace no estaba a la altura de aquella tela plagada de perlas y ella estaba decidida a no casarse con nadie que no lo estuviera. Mientras esperaba, Myriam lo alquilaba a otras novias.
Myriam lo estiró e inspeccionó la tela. No había mancha alguna. El vestido estaba otra vez en su posesión.
—¿Quiere que le ayude a traer los vestidos de las madrinas? —le preguntó a la señora Donahue, que se estaba secando los ojos.
La señora Donahue asintió y salió de la tienda, después de Myriam.
—No puedo imaginarme cómo ha encontrado Stephanie su tienda —la señora Donahue abrió la puerta de su coche, un modelo muy antiguo, que había en uno de los huecos frente a la tienda de Myriam—. Yo habría pasado de largo por esta calle. Yo creía que sólo había viviendas.
Myriam abrió la puerta de atrás, para sacar los vestidos.
—Eran viviendas —de hecho, Myriam vivía en la parte de atrás de su tienda—. Pero ahora forma parte de Rice Village —una zona pegada a Houston, con robles inmensos y cientos de azaleas.
—No hay muchas tiendas, sin embargo.
—Algunas. Hay un par de anticuarios, una tienda de fotografía y una librería —le contestó, mientras sacaba los vestidos del coche—. Y dentro de poco, se va a venir a vivir un decorador de interiores.
La señora Donahue cerró la puerta del maletero, cuando sacó la caja de cartón, donde estaban guardados los guantes y sombreros que las madrinas habían llevado puestos.
—Tiene una tienda encantadora —le dijo a Myriam, mientras ésta sujetaba la puerta con el pie—. El problema es que está un poco a desmano. Debería anunciarse.
—Los anuncios cuestan muy caros —cuando la puerta se cerró, sonó la campanilla. Myriam dejó la pila de vestidos en un pequeño sillón de terciopelo—. La gente me encuentra —le dijo, un poco a la defensiva, a pesar de que no tenía más remedio que reconocer que podían irle mejor las cosas. Le quitó la caja de cartón a la señora Donahue de las manos y sacó la hoja con la relación de los vestidos alquilados—. Vamos a ver. Cuatro pares de guantes... cuatro sombreros...
—Recuerdo cuando llevábamos estos sombreros. Ahora dicen que están pasados de moda. Yo no estoy pasada de moda.
Myriam empezó a reírse, mientras emparejaba los guantes.
—¿Qué es esto? —debajo de uno de los guantes había un libro de cuero marrón—. Es una agenda —dijo, ya que ella tenía una similar—. ¿Es suya? —le preguntó.
—No —contestó la señora Donahue, moviendo al tiempo la cabeza.
La agenda estaba metida en una funda de cuero. Era evidente que pertenecía a alguien que la utilizaba bastante.
—Apuesto a que el dueño se está volviendo loco buscándola —comentó Myriam, mientras abría la agenda—. Yo lo estaría —de pronto cayeron al suelo algunos papeles y tarjetas de visita. Myriam se agachó y los recuperó—. ¿Víctor García? —preguntó, leyendo una de las tarjetas.
espero les guste y sigan dejando mensajitos ok!!!
Entre mas mensajitos vea, mas rapido pongo caps jijiji
Besos.
Jenny
Pd. Seño yo tambien la extraño muchooooooo, yo espero ya tener pronto internet, aki el detalle es k tengo que encontrar trabajoooooooo buuuuuuuu jajajaja.
—¿QUÉ TAL la boda, señora Donahue? —Myriam Montemayor estiró el brazo, para recuperar la bolsa de plástico que la mujer estrechaba contra sí.
—¡Mi hija estaba preciosa! —la señora Donahue apretó aún más la bolsa, aplastando el vestido de novia que había dentro, el más caro que había en la tienda de ropa de alquiler—. Incluso sin zapatos y sin velo, estaba preciosa. Es un vestido hecho para ella.
Pero no había sido hecho para la hija de la señora Donahue. Con aquel vestido, ya se habían casado siete jóvenes más. Pero eso no se lo iba a decir a la madre de la novia.
La señora Donahue dio un suspiro profundo, mientras miraba la tienda de Myriam.
—Ojalá pudiera...
—¿Quedárselo? —Myriam terminó la frase por ella—. Está a la venta —añadió, sonriéndola al mismo tiempo. Pero era un vestido caro y Myriam sabía que no lo iba a poder comprar. En realidad, ni ella misma estaba segura de querer venderlo.
—Lo sé —la señora Donahue suspiró y soltó la bolsa.
Aunque el vestido estaba hecho con una tela de primera calidad, cada vez que Myriam lo alquilaba, tenía que reforzarle las costuras y los botones, antes de poder alquilarlo otra vez.
—Mi hija no es nada sentimental —dijo la señora Donahue, dándole al fin el vestido a Myriam—. Yo todavía conservo mi vestido de novia —añadió—. Pero Stephanie es mucho más alta que yo y no podía usarlo.
—Por lo menos, conservará el velo que usted le regaló —comentó Myriam, mientras colocaba el vestido en una percha—. Será un bonito recuerdo.
—Tiene razón —le dijo, más aliviada—. Además, los novios han estado alquilando trajes desde hace años —comentó.
La señora Donahue era como la mayoría de las madres de novias que acudían a la tienda de alquiler de ropa de Myriam en la zona de Rice Village, Houston. Al principio, les horrorizaba la idea de que sus hijas pudieran llevar puesto un vestido de segunda mano en un día tan señalado. Pero Myriam tenía unos vestidos flamantes. Las novias iban como si se fueran a casar con el príncipe encantado.
Myriam sonrió, mientras abría la cremallera de la bolsa donde estaba guardado el vestido, para comprobar que no tuviera daño alguno. Aquél era siempre un momento un tanto delicado.
—Es tan bonito —murmuró la señora Donahue, mientras ayudaba a Myriam a sacar el vestido.
—Sí —el vestido todavía conservaba el perfume de Stephanie.
Como era normal, los hombros estaban manchados de maquillaje, testigo de los abrazos que la novia había recibido. Myriam parpadeó, imaginándose la felicidad de Stephanie.
Cuando compró aquel vestido, Myriam lo había escondido, pensando que sería el vestido con el que acabaría casándose ella misma. Nunca se ponía la ropa que compraba para la tienda, pero con aquel vestido estaba dispuesta a hacer una excepción.
Desde el momento en que lo vio, soñó con llevarlo puesto mientras recoma el pasillo de la iglesia hasta el altar, para encontrarse allí con su futuro esposo. En aquel tiempo, había estado saliendo con el propietario de un almacén que había en la misma calle de su tienda. Era gracioso, precisamente cuando compró aquel vestido se dio cuenta de que no estaba enamorada de Horace.
Una tarde, él la descubrió probándose el vestido y mirándose al espejo, para ver qué tal le quedaba. Horace pensó que era un poco recargado. Pero Horace tenía la misma opinión de toda la ropa que tenía Myriam en la tienda. Pensaba que pertenecían a un estilo de vida en decadencia. Y, en aquel momento, Myriam se dio cuenta que ese hombre no entraba en sus sueños.
Horace no estaba a la altura de aquella tela plagada de perlas y ella estaba decidida a no casarse con nadie que no lo estuviera. Mientras esperaba, Myriam lo alquilaba a otras novias.
Myriam lo estiró e inspeccionó la tela. No había mancha alguna. El vestido estaba otra vez en su posesión.
—¿Quiere que le ayude a traer los vestidos de las madrinas? —le preguntó a la señora Donahue, que se estaba secando los ojos.
La señora Donahue asintió y salió de la tienda, después de Myriam.
—No puedo imaginarme cómo ha encontrado Stephanie su tienda —la señora Donahue abrió la puerta de su coche, un modelo muy antiguo, que había en uno de los huecos frente a la tienda de Myriam—. Yo habría pasado de largo por esta calle. Yo creía que sólo había viviendas.
Myriam abrió la puerta de atrás, para sacar los vestidos.
—Eran viviendas —de hecho, Myriam vivía en la parte de atrás de su tienda—. Pero ahora forma parte de Rice Village —una zona pegada a Houston, con robles inmensos y cientos de azaleas.
—No hay muchas tiendas, sin embargo.
—Algunas. Hay un par de anticuarios, una tienda de fotografía y una librería —le contestó, mientras sacaba los vestidos del coche—. Y dentro de poco, se va a venir a vivir un decorador de interiores.
La señora Donahue cerró la puerta del maletero, cuando sacó la caja de cartón, donde estaban guardados los guantes y sombreros que las madrinas habían llevado puestos.
—Tiene una tienda encantadora —le dijo a Myriam, mientras ésta sujetaba la puerta con el pie—. El problema es que está un poco a desmano. Debería anunciarse.
—Los anuncios cuestan muy caros —cuando la puerta se cerró, sonó la campanilla. Myriam dejó la pila de vestidos en un pequeño sillón de terciopelo—. La gente me encuentra —le dijo, un poco a la defensiva, a pesar de que no tenía más remedio que reconocer que podían irle mejor las cosas. Le quitó la caja de cartón a la señora Donahue de las manos y sacó la hoja con la relación de los vestidos alquilados—. Vamos a ver. Cuatro pares de guantes... cuatro sombreros...
—Recuerdo cuando llevábamos estos sombreros. Ahora dicen que están pasados de moda. Yo no estoy pasada de moda.
Myriam empezó a reírse, mientras emparejaba los guantes.
—¿Qué es esto? —debajo de uno de los guantes había un libro de cuero marrón—. Es una agenda —dijo, ya que ella tenía una similar—. ¿Es suya? —le preguntó.
—No —contestó la señora Donahue, moviendo al tiempo la cabeza.
La agenda estaba metida en una funda de cuero. Era evidente que pertenecía a alguien que la utilizaba bastante.
—Apuesto a que el dueño se está volviendo loco buscándola —comentó Myriam, mientras abría la agenda—. Yo lo estaría —de pronto cayeron al suelo algunos papeles y tarjetas de visita. Myriam se agachó y los recuperó—. ¿Víctor García? —preguntó, leyendo una de las tarjetas.
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
que buen capitulo
gracias por la novelita niña
y por aqui andaremos
bonito fin
gracias por la novelita niña
y por aqui andaremos
bonito fin
monvik- VBB CRISTAL
- Cantidad de envíos : 88
Fecha de inscripción : 26/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
gracias por la novelaa, se lee interesante
les_bere- Nuevo Usuario
- Cantidad de envíos : 9
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
QUE CORTOOOOOOOOOOO jajaja! Quiero mas! soy muy inpaciente espero que lo pongas prontoo!
Chicana_415- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 1282
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Localización : San Francisco, CA
Fecha de inscripción : 24/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Síguele pronto please, que somos impacientes!!!
Marianita- STAFF
- Cantidad de envíos : 2851
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Localización : Veracruz, Ver.
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Uyyy creo ke myri tendra ke hacer una buena obra y buscar a victor para entregarle su agenda siguele porfisss
Salu2
Salu2
BRENY- VBB ORO
- Cantidad de envíos : 605
Fecha de inscripción : 24/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
gracias por un buenisimo primer capitulo
jai33sire- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 1207
Edad : 48
Localización : Mexico Distrito Federal
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
niñaaaaaaaaaa
ya pasaron CUATRO largos dias y apenas hay un capi???? no se valeeeeeeeee
andaleeeeeee ya pon otroooooo, mira q bien q le damos lata a Ale y aqui nomas no veo claroooo jijijiji (ya voy a empezar de mitotera.. )
andale niñaaaaaa ya pon otrooooooooo sale????
besos
yOp
pd. lei por ahi q si ibamos al cine o estanba soñando?? jejejeje
ya pasaron CUATRO largos dias y apenas hay un capi???? no se valeeeeeeeee
andaleeeeeee ya pon otroooooo, mira q bien q le damos lata a Ale y aqui nomas no veo claroooo jijijiji (ya voy a empezar de mitotera.. )
andale niñaaaaaa ya pon otrooooooooo sale????
besos
yOp
pd. lei por ahi q si ibamos al cine o estanba soñando?? jejejeje
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Holaaaaaa ps ando por aki para ponerles otro cap jijiji y pa k sigan dejando sus mensajitos jijiji besos !!!
Jenny
Pd.Si niña!!!! vamos al cine!! jajajaja no??? bueno yo digo!!! jijijiji
—¡Oh, Víctor! —dijo la señora Donahue—. Es uno de los padrinos. Se pasó toda la tarde llamando por teléfono. Llegué a pensar, incluso, que no iba a salir en las fotos.
—Esta tarjeta dice García and Bernard, agencia de publicidad —con una dirección, en una de las zonas más caras.
La señora Donahue miró la tarjeta, por encima del hombro de Myriam.
—Alan, mi nuevo yerno, dice que Víctor trabaja en publicidad, pero nunca creí que tuviera su propia empresa. Siempre estaba pidiendo disculpas por las interrupciones, y yo pensé que lo hacía para impresionarnos —la señora Donahue hojeó la agenda, al tiempo que se miraba el reloj de pulsera—. La verdad es que no sé cuándo se la podré devolver —suspiró—. Todavía tengo invitados en casa. Tengo que prepararles la comida y llevar a mi prima al aeropuerto.
—Le diré lo que vamos a hacer —dijo Myriam, recuperando la agenda—. Yo tengo que ir a la tintorería de todas formas. Se la llevaré yo.
—Es muy amable, pero la verdad es que es una molestia para usted. No le coge de camino.
—No me importa—le sonrió—. A lo mejor así consigo que me dé algunos consejos para hacer publicidad de la tienda —porque la verdad era que la señora Donahue tenía razón. Tenía que anunciar el negocio.
—¿Está segura? —le preguntó la señora Donahue.
Myriam asintió.
—No se preocupe —puso a un lado la agenda y señaló la caja de cartón—. Sigamos, cuatro pares de guantes... Cuando la señora Donahue ya se había marchado, Myriam se quedó sola en la tienda. Mientras remataba los corchetes de la cintura, miró hacia la puerta. No había pasado un sólo coche en las dos horas que había estado ocupada con aquel vestido. A lo mejor había sido la conversación con la señora Donahue y la idea de hablar con Víctor García lo que la hizo ser más consciente de la falta de clientes. La época de mayores beneficios era cuando se celebraban los bailes de primavera y las fiestas de verano.
El resto del tiempo, los vestidos se quedaban colgados en sus perchas, los guantes guardaditos en los cajones y los artículos de joyería en sus cajas. En la tienda de Myriam, se podía encontrar todo lo necesario para ir a una fiesta elegante.
Myriam esperó a que llegara su ayudante, Connie Byrd, para marcharse. Connie estudiaba en la universidad y trabajaba por las tardes en la tienda.
—¿Ha habido mucha gente hoy? —preguntó Connie, mientras depositaba una pila de libros en el mostrador—. Tengo que hacer un trabajo para el viernes.
—La mañana ha estado muy tranquila —contestó Myriam, que hubiera deseado todo lo contrario—. La madre de Stephanie ha venido a traer el vestido y lo voy a llevar a la tintorería.
—¿Tengo que hacer algo? —le preguntó Connie, ya con los libros abiertos.
Myriam negó con la cabeza y fue a la parte de atrás de la tienda.
—Ya lo he hecho yo todo —puso los vestidos en la furgoneta y volvió a por el vestido de novia. Ese vestido había que llevarlo a una tintorería especial, que, por supuesto, era más cara—. Connie, también tengo que ir a la Galleria, así que estaré fuera toda la tarde. ¿Crees que podrás apañarte sola?
—Claro —contestó Connie.
—Recuerda que tienes que rellenar la hoja, si alguien quiere alquilar un vestido.
—Y que lo tiene que firmar. No te preocupes —protestó Connie, que ya había empezado a estudiar—. No volveré a cometer ese fallo.
La verdad era que no tenía que haberle dicho nada, porque Connie ya había aprendido la lección, aunque el error le había costado bastante caro a Myriam. Pero Connie era una chica muy trabajadora y, además, no le pagaba mucho.
Al cabo de una hora más o menos, Myriam ya estaba en la Galleria.
Aquel edificio reluciente y bullicioso contrastaba con la tranquila zona vecina de Village. Los coches inundaban las calles. La gente volvía de comer de uno de los restaurantes más de moda en aquella zona. Miró a su izquierda y vio que había cientos de coches en el aparcamiento del centro comercial. Delante de su tienda siempre había sitio libre casi para tres coches.
Pero estaba dispuesta a que aquello cambiara. A cambio de aquella agenda, Víctor García tendría que darle algunos consejos. No quería dinero.
Empujó la puerta de uno de los edificios de oficinas, entró y se acercó al directorio. El aire informal de Myriam contrastaba con la elegancia de la gente que se veía en aquel edificio. Durante unos segundos, pensó en dejar la agenda en recepción y marcharse. Pero se lo pensó mejor y buscó la oficina de García and Bernard. Una vez localizada, se dirigió al ascensor.
Dentro, se dio cuenta de que García and Bernard ocupaba toda una planta. ¿Toda una planta en un edificio de oficinas? Aquello la intimidó un poco. Cuando llegó, respiró hondo y, con decisión, entró en la oficina.
—Me llamo Myriam Montemayor. Quisiera ver a Víctor García, por favor —anunció, antes de que la recepcionista le pudiera preguntar. Antes de que ella misma se pudiera volver atrás.
Con una sonrisa muy profesional, con unos labios pintados de rojo, la rubia recepcionista empezó a hojear la relación de citas.
—¿Tiene una cita con el señor García?
Myriam se quedó mirando la arregladísima uña de la recepcionista recorrer el registro. ¿Cómo no habría pensado que Víctor García podría ser un hombre bastante ocupado?
—No, no tengo —Myriam le enseñó la agenda—. Pasaba por aquí y pensé que podría tener unos minutos libre.
—¿En relación con...?
Myriam no se lo quería decir a la recepcionista y que ella se ofreciera a dársela personalmente. Después de haberse tomado la molestia, haber tenido que soportar todo el tráfico, negociar un aparcamiento y dejar su tienda en manos de una ayudante inexperta, Myriam se creyó con derecho a dársela ella en persona a Víctor García.
—En referencia a la boda de los Donahue —fue lo primero que se le ocurrió.
—Un asunto personal —aquella explicación pareció satisfacer a la recepcionista, que rápidamente miró el registro—. En estos momentos, está con unos clientes y no le gusta que le molesten. Dentro de veinte minutos tiene una cita con otra persona. Pero es una entrevista rápida. Si quiere, puede esperar.
—Está bien. Esperaré. No le moleste —Myriam se dirigió hacia una zona de espera. Cuando llegó, se sentó en uno de los sillones. ¿Pero qué estaba haciendo? Lo que tenía que hacer era dejar aquella agenda a la recepcionista y marcharse a su tienda.
Pero no lo hizo. Y la única razón era porque se sentía intimidada por aquella recepcionista. Si le dejaba la agenda a ella, estaba segura que le preguntaría su número de teléfono y dirección. Era de esas secretarias eficientes que siempre lograba sacar la información que le interesaba. Lo que tenía que hacer era mandársela por correo, de forma anónima.
Eso era lo que tenía que hacer. Aquel hombre era un hombre muy ocupado. Por las litografías que había enmarcadas en las paredes, estaba claro que llevaban a cabo campañas publicitarias para marcas muy importantes. Myriam las conocía, lo cual decía mucho de la eficacia de García and Bernard's.
Y allí estaba ella, intentando robar unos minutos a aquel hombre tan importante. De pronto, se sintió avergonzada.
Estaba a punto de levantarse, cuando dos mujeres, vestidas con unos elegantes trajes, entraron en la oficina por las puertas de cristal, saludaron a la recepcionista y se sentaron al lado del teléfono.
Una de las mujeres se quitó un pendiente y utilizó un bolígrafo de oro para marcar los números de teléfono. Se cruzó de piernas y enseñó sus relucientes y elegantes zapatos. La otra mujer sacó unos papeles del maletín y se inclinó hacia la primera, tan pronto como terminó la llamada.
Como se habían colocado entre ella y las puertas, Myriam se vio bloqueada, por lo que decidió ponerse a leer un ejemplar atrasado de una revista.
Llegó un mensajero a recepción y entregó un paquete. La recepcionista firmó una nota y abandonó su sitio.
Aquél era el momento. Era la oportunidad perfecta para escapar. Oyó que se abría una puerta y a unos hombres conversar. Se levantó, dio unos pasos, pero se olvidó de que había dejado el bolso a sus pies. Se le enredaron las correas y perdió unos preciosos segundos desenganchándolo.
Las voces masculinas cada vez se oyeron más cerca.
—Entonces, ¿quedamos para ese partido de tenis el viernes, Víctor?
De forma involuntaria, Myriam levantó la mirada y trató de identificar a Víctor.
Había cuatro hombres al lado de las puertas. Tres iban con traje y uno de ellos en mangas de camisa, cuya blancura contrastaba con el azul marino de las chaquetas de los trajes.
—Eso está hecho —contestó el hombre en mangas de camisa.
Ése, por tanto, era Víctor García.
Todo lo que rodeaba aquella escena pareció quedar en un segundo plano, ante la presencia de Víctor, estrechando las manos de los otros tres hombres. Myriam hubiera podido jurar que incluso se oía un coro de voces cantar su nombre. Víctor García. Víctor García. Aquello era demasiado. Delgado de cara, con un hoyuelo en la barbilla, pelo negro y ojos azules. Su altura, sus hombros, su estómago, o ausencia del mismo. El tono grave de su voz.
Ella, Myriam Montemayor, había encontrado al hombre perfecto. El único con el que se podía llevar puesto aquel vestido de perlas. Se olvidó de dónde estaba y la razón por la que había ido allí. Lo único que sabía era que tenía que conocerlo y vivir con él para siempre.
Víctor acompañó al resto de los hombres al ascensor y Myriam observó todos sus movimientos. Después, giró sobre sus talones y se dirigió hacia ella.
Seguro que él también sentía lo mismo. Tenía que sentirlo. Myriam suspiró y se preparó para que la tomara en brazos.
Víctor abrió las puertas de cristal y cargó la sala con su presencia.
Jenny
Pd.Si niña!!!! vamos al cine!! jajajaja no??? bueno yo digo!!! jijijiji
—¡Oh, Víctor! —dijo la señora Donahue—. Es uno de los padrinos. Se pasó toda la tarde llamando por teléfono. Llegué a pensar, incluso, que no iba a salir en las fotos.
—Esta tarjeta dice García and Bernard, agencia de publicidad —con una dirección, en una de las zonas más caras.
La señora Donahue miró la tarjeta, por encima del hombro de Myriam.
—Alan, mi nuevo yerno, dice que Víctor trabaja en publicidad, pero nunca creí que tuviera su propia empresa. Siempre estaba pidiendo disculpas por las interrupciones, y yo pensé que lo hacía para impresionarnos —la señora Donahue hojeó la agenda, al tiempo que se miraba el reloj de pulsera—. La verdad es que no sé cuándo se la podré devolver —suspiró—. Todavía tengo invitados en casa. Tengo que prepararles la comida y llevar a mi prima al aeropuerto.
—Le diré lo que vamos a hacer —dijo Myriam, recuperando la agenda—. Yo tengo que ir a la tintorería de todas formas. Se la llevaré yo.
—Es muy amable, pero la verdad es que es una molestia para usted. No le coge de camino.
—No me importa—le sonrió—. A lo mejor así consigo que me dé algunos consejos para hacer publicidad de la tienda —porque la verdad era que la señora Donahue tenía razón. Tenía que anunciar el negocio.
—¿Está segura? —le preguntó la señora Donahue.
Myriam asintió.
—No se preocupe —puso a un lado la agenda y señaló la caja de cartón—. Sigamos, cuatro pares de guantes... Cuando la señora Donahue ya se había marchado, Myriam se quedó sola en la tienda. Mientras remataba los corchetes de la cintura, miró hacia la puerta. No había pasado un sólo coche en las dos horas que había estado ocupada con aquel vestido. A lo mejor había sido la conversación con la señora Donahue y la idea de hablar con Víctor García lo que la hizo ser más consciente de la falta de clientes. La época de mayores beneficios era cuando se celebraban los bailes de primavera y las fiestas de verano.
El resto del tiempo, los vestidos se quedaban colgados en sus perchas, los guantes guardaditos en los cajones y los artículos de joyería en sus cajas. En la tienda de Myriam, se podía encontrar todo lo necesario para ir a una fiesta elegante.
Myriam esperó a que llegara su ayudante, Connie Byrd, para marcharse. Connie estudiaba en la universidad y trabajaba por las tardes en la tienda.
—¿Ha habido mucha gente hoy? —preguntó Connie, mientras depositaba una pila de libros en el mostrador—. Tengo que hacer un trabajo para el viernes.
—La mañana ha estado muy tranquila —contestó Myriam, que hubiera deseado todo lo contrario—. La madre de Stephanie ha venido a traer el vestido y lo voy a llevar a la tintorería.
—¿Tengo que hacer algo? —le preguntó Connie, ya con los libros abiertos.
Myriam negó con la cabeza y fue a la parte de atrás de la tienda.
—Ya lo he hecho yo todo —puso los vestidos en la furgoneta y volvió a por el vestido de novia. Ese vestido había que llevarlo a una tintorería especial, que, por supuesto, era más cara—. Connie, también tengo que ir a la Galleria, así que estaré fuera toda la tarde. ¿Crees que podrás apañarte sola?
—Claro —contestó Connie.
—Recuerda que tienes que rellenar la hoja, si alguien quiere alquilar un vestido.
—Y que lo tiene que firmar. No te preocupes —protestó Connie, que ya había empezado a estudiar—. No volveré a cometer ese fallo.
La verdad era que no tenía que haberle dicho nada, porque Connie ya había aprendido la lección, aunque el error le había costado bastante caro a Myriam. Pero Connie era una chica muy trabajadora y, además, no le pagaba mucho.
Al cabo de una hora más o menos, Myriam ya estaba en la Galleria.
Aquel edificio reluciente y bullicioso contrastaba con la tranquila zona vecina de Village. Los coches inundaban las calles. La gente volvía de comer de uno de los restaurantes más de moda en aquella zona. Miró a su izquierda y vio que había cientos de coches en el aparcamiento del centro comercial. Delante de su tienda siempre había sitio libre casi para tres coches.
Pero estaba dispuesta a que aquello cambiara. A cambio de aquella agenda, Víctor García tendría que darle algunos consejos. No quería dinero.
Empujó la puerta de uno de los edificios de oficinas, entró y se acercó al directorio. El aire informal de Myriam contrastaba con la elegancia de la gente que se veía en aquel edificio. Durante unos segundos, pensó en dejar la agenda en recepción y marcharse. Pero se lo pensó mejor y buscó la oficina de García and Bernard. Una vez localizada, se dirigió al ascensor.
Dentro, se dio cuenta de que García and Bernard ocupaba toda una planta. ¿Toda una planta en un edificio de oficinas? Aquello la intimidó un poco. Cuando llegó, respiró hondo y, con decisión, entró en la oficina.
—Me llamo Myriam Montemayor. Quisiera ver a Víctor García, por favor —anunció, antes de que la recepcionista le pudiera preguntar. Antes de que ella misma se pudiera volver atrás.
Con una sonrisa muy profesional, con unos labios pintados de rojo, la rubia recepcionista empezó a hojear la relación de citas.
—¿Tiene una cita con el señor García?
Myriam se quedó mirando la arregladísima uña de la recepcionista recorrer el registro. ¿Cómo no habría pensado que Víctor García podría ser un hombre bastante ocupado?
—No, no tengo —Myriam le enseñó la agenda—. Pasaba por aquí y pensé que podría tener unos minutos libre.
—¿En relación con...?
Myriam no se lo quería decir a la recepcionista y que ella se ofreciera a dársela personalmente. Después de haberse tomado la molestia, haber tenido que soportar todo el tráfico, negociar un aparcamiento y dejar su tienda en manos de una ayudante inexperta, Myriam se creyó con derecho a dársela ella en persona a Víctor García.
—En referencia a la boda de los Donahue —fue lo primero que se le ocurrió.
—Un asunto personal —aquella explicación pareció satisfacer a la recepcionista, que rápidamente miró el registro—. En estos momentos, está con unos clientes y no le gusta que le molesten. Dentro de veinte minutos tiene una cita con otra persona. Pero es una entrevista rápida. Si quiere, puede esperar.
—Está bien. Esperaré. No le moleste —Myriam se dirigió hacia una zona de espera. Cuando llegó, se sentó en uno de los sillones. ¿Pero qué estaba haciendo? Lo que tenía que hacer era dejar aquella agenda a la recepcionista y marcharse a su tienda.
Pero no lo hizo. Y la única razón era porque se sentía intimidada por aquella recepcionista. Si le dejaba la agenda a ella, estaba segura que le preguntaría su número de teléfono y dirección. Era de esas secretarias eficientes que siempre lograba sacar la información que le interesaba. Lo que tenía que hacer era mandársela por correo, de forma anónima.
Eso era lo que tenía que hacer. Aquel hombre era un hombre muy ocupado. Por las litografías que había enmarcadas en las paredes, estaba claro que llevaban a cabo campañas publicitarias para marcas muy importantes. Myriam las conocía, lo cual decía mucho de la eficacia de García and Bernard's.
Y allí estaba ella, intentando robar unos minutos a aquel hombre tan importante. De pronto, se sintió avergonzada.
Estaba a punto de levantarse, cuando dos mujeres, vestidas con unos elegantes trajes, entraron en la oficina por las puertas de cristal, saludaron a la recepcionista y se sentaron al lado del teléfono.
Una de las mujeres se quitó un pendiente y utilizó un bolígrafo de oro para marcar los números de teléfono. Se cruzó de piernas y enseñó sus relucientes y elegantes zapatos. La otra mujer sacó unos papeles del maletín y se inclinó hacia la primera, tan pronto como terminó la llamada.
Como se habían colocado entre ella y las puertas, Myriam se vio bloqueada, por lo que decidió ponerse a leer un ejemplar atrasado de una revista.
Llegó un mensajero a recepción y entregó un paquete. La recepcionista firmó una nota y abandonó su sitio.
Aquél era el momento. Era la oportunidad perfecta para escapar. Oyó que se abría una puerta y a unos hombres conversar. Se levantó, dio unos pasos, pero se olvidó de que había dejado el bolso a sus pies. Se le enredaron las correas y perdió unos preciosos segundos desenganchándolo.
Las voces masculinas cada vez se oyeron más cerca.
—Entonces, ¿quedamos para ese partido de tenis el viernes, Víctor?
De forma involuntaria, Myriam levantó la mirada y trató de identificar a Víctor.
Había cuatro hombres al lado de las puertas. Tres iban con traje y uno de ellos en mangas de camisa, cuya blancura contrastaba con el azul marino de las chaquetas de los trajes.
—Eso está hecho —contestó el hombre en mangas de camisa.
Ése, por tanto, era Víctor García.
Todo lo que rodeaba aquella escena pareció quedar en un segundo plano, ante la presencia de Víctor, estrechando las manos de los otros tres hombres. Myriam hubiera podido jurar que incluso se oía un coro de voces cantar su nombre. Víctor García. Víctor García. Aquello era demasiado. Delgado de cara, con un hoyuelo en la barbilla, pelo negro y ojos azules. Su altura, sus hombros, su estómago, o ausencia del mismo. El tono grave de su voz.
Ella, Myriam Montemayor, había encontrado al hombre perfecto. El único con el que se podía llevar puesto aquel vestido de perlas. Se olvidó de dónde estaba y la razón por la que había ido allí. Lo único que sabía era que tenía que conocerlo y vivir con él para siempre.
Víctor acompañó al resto de los hombres al ascensor y Myriam observó todos sus movimientos. Después, giró sobre sus talones y se dirigió hacia ella.
Seguro que él también sentía lo mismo. Tenía que sentirlo. Myriam suspiró y se preparó para que la tomara en brazos.
Víctor abrió las puertas de cristal y cargó la sala con su presencia.
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
jajaja no que ya se iba jjajajaja
siguele protnoooo
siguele protnoooo
Chicana_415- VBB PLATINO
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Edad : 34
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Fecha de inscripción : 24/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
ANDELE NO QUE NO
JAJAJAJAJA
SIGUELEEEEEEEEEEE Y PON CAPITULO DIARIO O TE HAGO DE DE EMOCION EL FINAL DE MI HISTORIA TU DICES...
JAJAJAJAJA
SIGUELEEEEEEEEEEE Y PON CAPITULO DIARIO O TE HAGO DE DE EMOCION EL FINAL DE MI HISTORIA TU DICES...
Ale- STAFF
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Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
eyyyy!!!!
esperenmeeee.... JENNIFERRRRRRRRRRRRRR como esta eso?????
ahora tendras que poner capi diario ehh... porque ve ahora Ale anda planeando hacernos sufrir con la suya si tu no pones capi... asi q andare tras de ti jijiji dandote lata para q subas tooodos los dias ok!
bueno pues nos vemos en la tardeeeeeee
besitosssss
aNa
esperenmeeee.... JENNIFERRRRRRRRRRRRRR como esta eso?????
ahora tendras que poner capi diario ehh... porque ve ahora Ale anda planeando hacernos sufrir con la suya si tu no pones capi... asi q andare tras de ti jijiji dandote lata para q subas tooodos los dias ok!
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Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Ale eso se llama Chantajeeeeeeeee jajajaja y no se vale!!! jajaja o sea k si yo pongo un dos por uno tu tambien?=??? jajajajaja ntc jijiji
Ps bueno aki les dejo el sig cap!!! y ps si dejo caps diarios!!!! nomas k los fines de semana noop jajaja esos son dias de descanso ok!!! jajaja
Besos espero k les siga gustando la novela!!!
Ana nos vemos al ratitoooooooo
Besos
Jenny
—Trisha, Mary Lynn, siento haberos hecho esperar.
—Es que nos hemos adelantado —las mujeres se levantaron.
Myriam se puso a temblar.
—Creo que ya hemos decidido lo que vamos a hacer —le dijo la que tenía un maletín en la mano.
Víctor murmuró algo y miró a Myriam.
A Myriam le temblaron las piernas. Ésa era la única explicación de haberse enganchado otra vez con el bolso. Dejó caer la agenda, cuando intentó desenredarse. Justo cuando se iba a caer, unos brazos con una camisa blanca y reluciente la agarraron de la cintura. Los brazos de Víctor.
Levantó la vista y se vio a milímetros del hombre más guapo que jamás había visto o imaginado. Sus ojos negros reflejaban preocupación, los labios, perfectos, entreabiertos. Myriam cerró los ojos.
—¿Se encuentra bien? —Víctor la ayudó a ponerse en pie y retiró sus brazos.
Myriam, que se había estado apoyando en ellos, casi se cae otra vez.
—Sí —suspiró, con los ojos muy abiertos.
Víctor se inclinó y recogió algo del suelo.
—Aquí tiene —le dijo, entregándole la agenda. Su agenda—. Hace poco perdí una igual y casi no puedo vivir sin ella.
Myriam se quedó boquiabierta.
Víctor le sonrió una vez más, hizo un gesto con la cabeza a las otras mujeres y se marchó.
Myriam quiso gritarle que no se fuera, pero no pudo. Se quedó mirando a Víctor caminar por el pasillo, junto a las dos mujeres.
No se volvió a mirar.
Myriam se quedó como en trance, hasta que volvió la recepcionista.
—¿No ha podido hablar con el señor García? —le preguntó.
—Yo... —Myriam empezó a decir, dándose cuenta de que todavía tenía la agenda en la mano. Se había olvidado de ella. La agarró con fuerza. Iba a dársela ella en persona.
—Lo llamaré —dijo la recepcionista, levantando el teléfono.
—¡No! —Myriam agarró su bolso y metió la agenda dentro—. Hemos hablado.
El sonido del teléfono reclamó la atención de la recepcionista y Myriam se marchó.
Volvería, se juró. Y la próxima vez iba a ir tan elegante y encantadora que seguro que Víctor García no se apartaría de ella.
Todavia estaba aturdida cuando volvió a la tienda. Colocándose la agenda sobre el pecho, entró por la puerta de atrás y se dirigió directamente a la pequeña oficina, situada debajo de las escaleras.
—Myriam, ¿eres tú? —llamó Connie.
—Sí, he vuelto —respondió Myriam, sorprendida de que su voz sonara normal, cuando su vida había dado un giro tan repentino—. Tengo papeleo que resolver —añadió, sabiendo lo mucho que Connie odiaba el papeleo.
—Está bien —respondió, y permaneció en silencio.
Myriam colocó las hojas del inventario a un lado y puso la agenda en el centro de la mesa. Puso los codos encima, apoyó la barbilla en las manos y se puso a mirar el libro que guardaba los secretos de la vida de Víctor García.
Una vida bastante activa y ajetreada. Eso ya lo sabía. Se había sabido rodear de gente de confianza y muy atractiva.
Miró la voluminosa agenda, recordando la cantidad de papeles que había dentro. Víctor era la típica persona que provocaba las cosas que le ocurrían. Myriam era la típica persona que permanecía a la espera de los acontecimientos.
Pero nunca le había ocurrido nada, excepto aquella mañana, en la que encontró la agenda que le mostraba la vida de Víctor García.
Había sido una señal. Ante ella se abría una oportunidad. Podía dejarla pasar y dejar la agenda a la recepcionista y olvidarse de Víctor García, o llamar a la puerta de la vida de Víctor y ver si le permitía entrar.
Y eso era lo que deseaba hacer. Aunque no sabía nada de él, estaba segura de que había vivido de la forma que a ella le hubiera gustado, pero que no había sabido cómo conseguir.
Levantó la agenda, se la acercó a la mejilla, suspiró y olió su aroma. Olía a cuero, por supuesto, pero a más cosas. Olía a ajo. Sonrió, imaginándose las comidas de negocios en los restaurantes italianos. También olía a loción de después del afeitado, o a perfume de mujer. A menta. También a humo de tabaco y a algo que no pudo distinguir y que Myriam pensó que era el olor característico de Víctor.
El destino le había enviado aquella agenda, decidió Myriam. Si lo ignoraba, era como ir contra ese destino. Pero leer los detalles personales de la vida de Víctor sería una intromisión en su vida privada. Estaba mal, pero era algo que tenía que hacer, si quería saber algo sobre él. Utilizaría aquella agenda como una guía en un mundo desconocido. El mundo de Víctor.
Miró por la puerta, para ver lo que estaba haciendo Connie y abrió la agenda personal de Víctor García. Esperó a que apareciera algún sentimiento de culpabilidad. Pero, sorprendentemente, no apareció. Como ella misma había sospechado, era el destino.
Había un chicle de menta entre unas tarjetas, lo cual explicaba el olor. Myriam decidió que fotocopiar todo aquello sería lo mejor, pero no era igual.
Al principio, se limitó a leer el diario semanal de Víctor. Allí estaban apuntadas todas las citas, tanto profesionales como personales, desde el mes de enero. Víctor tenía la costumbre de utilizar las iniciales, en vez de anotar el nombre completo de las personas. Myriam las copió todas.
Al cabo de las dos horas, durante las que algunos clientes interrumpieron su trabajo, Myriam ya tenía un cuadro bastante preciso de la vida de Víctor.
Era un hombre organizado al que le gustaba la rutina. Víctor prefería la comida italiana y frecuentaba, en concreto, dos restaurantes. Iba a un gimnasio y jugaba al tenis. Se enteró de dónde iba de compras, quién era su mecánico, su dentista, su médico, el nombre de la floristería y dónde vivían sus padres. Incluso supo dónde vivía él.
El único detalle que no pudo averiguar de Víctor fue su estado financiero. Y fue porque no quiso mirar al apartado bajo el título de finanzas. No necesitaba saber el estado financiero de Víctor para llegar a formar parte de su vida. Invadir su privacidad había sido necesario, fisgonear no.
Ps bueno aki les dejo el sig cap!!! y ps si dejo caps diarios!!!! nomas k los fines de semana noop jajaja esos son dias de descanso ok!!! jajaja
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Besos
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—Trisha, Mary Lynn, siento haberos hecho esperar.
—Es que nos hemos adelantado —las mujeres se levantaron.
Myriam se puso a temblar.
—Creo que ya hemos decidido lo que vamos a hacer —le dijo la que tenía un maletín en la mano.
Víctor murmuró algo y miró a Myriam.
A Myriam le temblaron las piernas. Ésa era la única explicación de haberse enganchado otra vez con el bolso. Dejó caer la agenda, cuando intentó desenredarse. Justo cuando se iba a caer, unos brazos con una camisa blanca y reluciente la agarraron de la cintura. Los brazos de Víctor.
Levantó la vista y se vio a milímetros del hombre más guapo que jamás había visto o imaginado. Sus ojos negros reflejaban preocupación, los labios, perfectos, entreabiertos. Myriam cerró los ojos.
—¿Se encuentra bien? —Víctor la ayudó a ponerse en pie y retiró sus brazos.
Myriam, que se había estado apoyando en ellos, casi se cae otra vez.
—Sí —suspiró, con los ojos muy abiertos.
Víctor se inclinó y recogió algo del suelo.
—Aquí tiene —le dijo, entregándole la agenda. Su agenda—. Hace poco perdí una igual y casi no puedo vivir sin ella.
Myriam se quedó boquiabierta.
Víctor le sonrió una vez más, hizo un gesto con la cabeza a las otras mujeres y se marchó.
Myriam quiso gritarle que no se fuera, pero no pudo. Se quedó mirando a Víctor caminar por el pasillo, junto a las dos mujeres.
No se volvió a mirar.
Myriam se quedó como en trance, hasta que volvió la recepcionista.
—¿No ha podido hablar con el señor García? —le preguntó.
—Yo... —Myriam empezó a decir, dándose cuenta de que todavía tenía la agenda en la mano. Se había olvidado de ella. La agarró con fuerza. Iba a dársela ella en persona.
—Lo llamaré —dijo la recepcionista, levantando el teléfono.
—¡No! —Myriam agarró su bolso y metió la agenda dentro—. Hemos hablado.
El sonido del teléfono reclamó la atención de la recepcionista y Myriam se marchó.
Volvería, se juró. Y la próxima vez iba a ir tan elegante y encantadora que seguro que Víctor García no se apartaría de ella.
Todavia estaba aturdida cuando volvió a la tienda. Colocándose la agenda sobre el pecho, entró por la puerta de atrás y se dirigió directamente a la pequeña oficina, situada debajo de las escaleras.
—Myriam, ¿eres tú? —llamó Connie.
—Sí, he vuelto —respondió Myriam, sorprendida de que su voz sonara normal, cuando su vida había dado un giro tan repentino—. Tengo papeleo que resolver —añadió, sabiendo lo mucho que Connie odiaba el papeleo.
—Está bien —respondió, y permaneció en silencio.
Myriam colocó las hojas del inventario a un lado y puso la agenda en el centro de la mesa. Puso los codos encima, apoyó la barbilla en las manos y se puso a mirar el libro que guardaba los secretos de la vida de Víctor García.
Una vida bastante activa y ajetreada. Eso ya lo sabía. Se había sabido rodear de gente de confianza y muy atractiva.
Miró la voluminosa agenda, recordando la cantidad de papeles que había dentro. Víctor era la típica persona que provocaba las cosas que le ocurrían. Myriam era la típica persona que permanecía a la espera de los acontecimientos.
Pero nunca le había ocurrido nada, excepto aquella mañana, en la que encontró la agenda que le mostraba la vida de Víctor García.
Había sido una señal. Ante ella se abría una oportunidad. Podía dejarla pasar y dejar la agenda a la recepcionista y olvidarse de Víctor García, o llamar a la puerta de la vida de Víctor y ver si le permitía entrar.
Y eso era lo que deseaba hacer. Aunque no sabía nada de él, estaba segura de que había vivido de la forma que a ella le hubiera gustado, pero que no había sabido cómo conseguir.
Levantó la agenda, se la acercó a la mejilla, suspiró y olió su aroma. Olía a cuero, por supuesto, pero a más cosas. Olía a ajo. Sonrió, imaginándose las comidas de negocios en los restaurantes italianos. También olía a loción de después del afeitado, o a perfume de mujer. A menta. También a humo de tabaco y a algo que no pudo distinguir y que Myriam pensó que era el olor característico de Víctor.
El destino le había enviado aquella agenda, decidió Myriam. Si lo ignoraba, era como ir contra ese destino. Pero leer los detalles personales de la vida de Víctor sería una intromisión en su vida privada. Estaba mal, pero era algo que tenía que hacer, si quería saber algo sobre él. Utilizaría aquella agenda como una guía en un mundo desconocido. El mundo de Víctor.
Miró por la puerta, para ver lo que estaba haciendo Connie y abrió la agenda personal de Víctor García. Esperó a que apareciera algún sentimiento de culpabilidad. Pero, sorprendentemente, no apareció. Como ella misma había sospechado, era el destino.
Había un chicle de menta entre unas tarjetas, lo cual explicaba el olor. Myriam decidió que fotocopiar todo aquello sería lo mejor, pero no era igual.
Al principio, se limitó a leer el diario semanal de Víctor. Allí estaban apuntadas todas las citas, tanto profesionales como personales, desde el mes de enero. Víctor tenía la costumbre de utilizar las iniciales, en vez de anotar el nombre completo de las personas. Myriam las copió todas.
Al cabo de las dos horas, durante las que algunos clientes interrumpieron su trabajo, Myriam ya tenía un cuadro bastante preciso de la vida de Víctor.
Era un hombre organizado al que le gustaba la rutina. Víctor prefería la comida italiana y frecuentaba, en concreto, dos restaurantes. Iba a un gimnasio y jugaba al tenis. Se enteró de dónde iba de compras, quién era su mecánico, su dentista, su médico, el nombre de la floristería y dónde vivían sus padres. Incluso supo dónde vivía él.
El único detalle que no pudo averiguar de Víctor fue su estado financiero. Y fue porque no quiso mirar al apartado bajo el título de finanzas. No necesitaba saber el estado financiero de Víctor para llegar a formar parte de su vida. Invadir su privacidad había sido necesario, fisgonear no.
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
andalee, asi esta bien....
tu dale y dale a la posteadera de capis para q Ale no nos falle niña ehh....
bueno aqui sigo de latosa ehhh..
y ahora si nos vemos mañana y no es q me esconda ehhh jejejejeje
besitossssssss
bye
aNa
tu dale y dale a la posteadera de capis para q Ale no nos falle niña ehh....
bueno aqui sigo de latosa ehhh..
y ahora si nos vemos mañana y no es q me esconda ehhh jejejejeje
besitossssssss
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aNa
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
COMO QUE NO AVERIGUO LO DE LOS DINEROS...AH QUE MYRIAM....
SIGUELE ASI ME GUSTA CAPI DIARO.....AYER SI YA ME ANDABA TERMINE DE LEER CASI A LAS 12 LA DEL NOVIO (POR CIERTO DONDE PUEDE CONSEGUIR UNA UN NOVIO ASI, BUENO APARTE DE MI LUISMI)
GRACIASSSSSSSSS JENNYYYYYYYYYYYYY
SIGUELE ASI ME GUSTA CAPI DIARO.....AYER SI YA ME ANDABA TERMINE DE LEER CASI A LAS 12 LA DEL NOVIO (POR CIERTO DONDE PUEDE CONSEGUIR UNA UN NOVIO ASI, BUENO APARTE DE MI LUISMI)
GRACIASSSSSSSSS JENNYYYYYYYYYYYYY
Ale- STAFF
- Cantidad de envíos : 158
Fecha de inscripción : 05/03/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Jajaja ke risa con myri, haber ke va a hacer para acercarse nuevamente a victor siguele porfisss
Beshos
Beshos
BRENY- VBB ORO
- Cantidad de envíos : 605
Fecha de inscripción : 24/05/2008
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
MIRA NADA MAS......
DIJISTE ARRIBA QUEEEEE:
" YO POSTEO CAPITULO DIARIOOOOOO"
y nada de nada..... asi que oraleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
vamos anda q estoy esperandoooo ehhh
besos
yOp
DIJISTE ARRIBA QUEEEEE:
" YO POSTEO CAPITULO DIARIOOOOOO"
y nada de nada..... asi que oraleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
vamos anda q estoy esperandoooo ehhh
besos
yOp
Re: Amor de Fantasia FINAL!!!!
Ana no es k no quiera dejar Capitulosjijiji es k omo no ponen mensajitosjijiji ps como les dejo cap!!!! o no?!!!
Si ponen muchos mensajitos ps io pongo cap jajajaja
Besos
Jenny
Si ponen muchos mensajitos ps io pongo cap jajajaja
Besos
Jenny
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