Por Siempre
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Chicana_415
Jenny
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Por Siempre
Pues aki dejandoles otra novelita espero k les guste!!!
Besos
Jenny
No voy a dejar que se cargue mi boda retumbó la profunda voz de Víctor García. No solía levantar la voz y las modistas y modelos al otro lado del elegante salon lo miraron,sorprendidas. La princesa Marilena puso una mano en su brazo
-No estropeara la boda,cariño.Aun falta casi tres meses.
-Dos meses y medio.Iban a casarse después del desfile de Primavera-Verano.Pero el trabajo no estaba terminado y empezaba a quedarse sin tiempo.
-No deberías preocuparte. Las cosas, al final, siempre salen bien -sonrió entonces la princesa.
Víctor no estaba tan seguro. Frunciendo el ceño, miró la pálida mano de Marilena, en cuyo dedo brillaba el opulento anillo de compromiso que le había regalado un mes antes.
Un diamante de tres quilates cortado en forma de esmeralda, rodeado de zafiros y montado en una banda de oro del siglo XVIII. El anillo había pertenecido a la familia Borgiano durante generaciones hasta que, veinticinco años antes el padre de Marilena, Stefano Borgiano, se había visto obligado a venderlo.
La fortuna de los Borgiano se hundió al tiempo que crecía la de los García. Pero en aquel momento Víctor no estaba pensando en eso. Estaba preocupado, muy preocupado por la colección. Le faltaba imaginación, inspiración.
Era, pensó, irritado, aburrida. Y eso en el mundo de la moda era un destino peor que la muerte.
Como su padre antes que él, Víctor nunca había necesitado que alguien de fuera le dijese si las colecciones funcionaban o no. Lo sabía. Lo sabía por instinto. Y su instinto le decía que la colección de primavera-verano sería una desilusión para el público si no hacía algo inmediatamente. Si no encontraba la magia.
Pero ¿cómo iba a encontrarla?
Aún no lo sabía y, desde luego, no iba a encontrar la respuesta con su ex mujer en Milán.
-No confío en ella. Myriam únicamente está in¬teresada en sí misma.
-Ha dicho que solo venía de vacaciones, ¿no?
Marilena tenía unos preciosos ojos de color caramelo que contrastaban a las mil maravillas con su larga melena oscura.
Como director de García, la casa de moda más importante de Milán, Víctor trabajaba con mo¬delos guapísimas todos los días y había vestido a algunas de las mujeres más bellas del mundo, pero la princesa Marilena Borgiano era algo especial.
-¿Cómo puedes ser tan comprensiva? -murmuró, metiendo la mano en el bolsillo para sacar el paquete de tabaco... y recordando después que había prometido dejar de fumar.
Ella se encogió de hombros.
-Porque Myriam ya no representa una amenaza para mí. Nos conocemos hace mucho tiempo, Víctor. Hemos pasado por muchas cosas juntos. Nos entendemos y sabemos bien lo que quere¬mos. Es diferente de tu primer matrimonio, ¿no?
Completamente diferente, pensó él. En realidad, su relación de veintiún meses con Myriam ni siquiera podía llamarse matrimonio. Fue más bien un desastre.
No, una pesadilla.
Marilena se puso de puntillas para darle un beso en los labios.
-No te enfades, cariño. No estará aquí mucho tiempo y, además, vendrá con las niñas. Sé que tú siempre has querido mantener una relación normal con ellas...
-Eso fue hace mucho tiempo, antes de que las hiciera rehenes, antes de que las usara contra mí. Una vez fueron mis hijas, pero ya no lo son. Myriam se ha encargado de eso.
La princesa sonrió, comprensiva.
-Siguen siendo tus hijas. Sé que adoras a esas niñas y que las has echado mucho de menos.
Víctor intentó deshacer el nudo que tenía en la garganta. Las había echado de menos. Tanto que le dolía el corazón solo de pensar en ellas.
-Myriam sabe que le pediré la custodia -dijo entonces-. Sabe que si vuelve a Italia, le resultará difícil volver a llevárselas del país.
-Entonces, ¿por qué las trae con ella? Buena pregunta, pensó Víctor. Una muy buena pregunta.
Besos
Jenny
No voy a dejar que se cargue mi boda retumbó la profunda voz de Víctor García. No solía levantar la voz y las modistas y modelos al otro lado del elegante salon lo miraron,sorprendidas. La princesa Marilena puso una mano en su brazo
-No estropeara la boda,cariño.Aun falta casi tres meses.
-Dos meses y medio.Iban a casarse después del desfile de Primavera-Verano.Pero el trabajo no estaba terminado y empezaba a quedarse sin tiempo.
-No deberías preocuparte. Las cosas, al final, siempre salen bien -sonrió entonces la princesa.
Víctor no estaba tan seguro. Frunciendo el ceño, miró la pálida mano de Marilena, en cuyo dedo brillaba el opulento anillo de compromiso que le había regalado un mes antes.
Un diamante de tres quilates cortado en forma de esmeralda, rodeado de zafiros y montado en una banda de oro del siglo XVIII. El anillo había pertenecido a la familia Borgiano durante generaciones hasta que, veinticinco años antes el padre de Marilena, Stefano Borgiano, se había visto obligado a venderlo.
La fortuna de los Borgiano se hundió al tiempo que crecía la de los García. Pero en aquel momento Víctor no estaba pensando en eso. Estaba preocupado, muy preocupado por la colección. Le faltaba imaginación, inspiración.
Era, pensó, irritado, aburrida. Y eso en el mundo de la moda era un destino peor que la muerte.
Como su padre antes que él, Víctor nunca había necesitado que alguien de fuera le dijese si las colecciones funcionaban o no. Lo sabía. Lo sabía por instinto. Y su instinto le decía que la colección de primavera-verano sería una desilusión para el público si no hacía algo inmediatamente. Si no encontraba la magia.
Pero ¿cómo iba a encontrarla?
Aún no lo sabía y, desde luego, no iba a encontrar la respuesta con su ex mujer en Milán.
-No confío en ella. Myriam únicamente está in¬teresada en sí misma.
-Ha dicho que solo venía de vacaciones, ¿no?
Marilena tenía unos preciosos ojos de color caramelo que contrastaban a las mil maravillas con su larga melena oscura.
Como director de García, la casa de moda más importante de Milán, Víctor trabajaba con mo¬delos guapísimas todos los días y había vestido a algunas de las mujeres más bellas del mundo, pero la princesa Marilena Borgiano era algo especial.
-¿Cómo puedes ser tan comprensiva? -murmuró, metiendo la mano en el bolsillo para sacar el paquete de tabaco... y recordando después que había prometido dejar de fumar.
Ella se encogió de hombros.
-Porque Myriam ya no representa una amenaza para mí. Nos conocemos hace mucho tiempo, Víctor. Hemos pasado por muchas cosas juntos. Nos entendemos y sabemos bien lo que quere¬mos. Es diferente de tu primer matrimonio, ¿no?
Completamente diferente, pensó él. En realidad, su relación de veintiún meses con Myriam ni siquiera podía llamarse matrimonio. Fue más bien un desastre.
No, una pesadilla.
Marilena se puso de puntillas para darle un beso en los labios.
-No te enfades, cariño. No estará aquí mucho tiempo y, además, vendrá con las niñas. Sé que tú siempre has querido mantener una relación normal con ellas...
-Eso fue hace mucho tiempo, antes de que las hiciera rehenes, antes de que las usara contra mí. Una vez fueron mis hijas, pero ya no lo son. Myriam se ha encargado de eso.
La princesa sonrió, comprensiva.
-Siguen siendo tus hijas. Sé que adoras a esas niñas y que las has echado mucho de menos.
Víctor intentó deshacer el nudo que tenía en la garganta. Las había echado de menos. Tanto que le dolía el corazón solo de pensar en ellas.
-Myriam sabe que le pediré la custodia -dijo entonces-. Sabe que si vuelve a Italia, le resultará difícil volver a llevárselas del país.
-Entonces, ¿por qué las trae con ella? Buena pregunta, pensó Víctor. Una muy buena pregunta.
Re: Por Siempre
Pintaa para buena...que digo buena buenisimaaaaaaaaaaaa
sigueleeee
sigueleeee
Chicana_415- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 1282
Edad : 34
Localización : San Francisco, CA
Fecha de inscripción : 24/05/2008
Re: Por Siempre
Otra!!!!! Nos vas a malacostumbrar Jenny (pero me encanta la idea). Muchas gracias y síguele escribiendo please!!
Marianita- STAFF
- Cantidad de envíos : 2851
Edad : 38
Localización : Veracruz, Ver.
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Por Siempre
EL INICIO SE LEE SUPER INTERESANTE, GRACIAS
mats310863- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 983
Fecha de inscripción : 01/06/2008
Re: Por Siempre
gracias por la nueva novelita y siguele por faaaaaaaa
jai33sire- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 1207
Edad : 48
Localización : Mexico Distrito Federal
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Por Siempre
Se ve ke va a estar muy padre, estaremos esperando capitulo. Gracias.
alma.fra- VBB DIAMANTE
- Cantidad de envíos : 2190
Fecha de inscripción : 25/06/2008
Re: Por Siempre
sigueleeee se lee interesanteeee
chikitita- VBB CRISTAL
- Cantidad de envíos : 95
Fecha de inscripción : 01/06/2008
Re: Por Siempre
Aki les dejo el siguiente cap espero k les guste!! dejen mensajitos eh!!!!
Besos
Jenny
La muerte y los impuestos. Las dos úni¬cas certezas de la vida: la muerte y los im¬puestos.
Myriam daba vueltas y vueltas sobre el asunto una y otra vez, como la cinta transportadora de equipaje en el aeropuerto.
Dejando escapar un largo suspiro, levantó la mano para apartar un rizo de su frente. Había su¬bido al avión con un moño francés, pero después de doce horas de vuelo, los rizos empezaban a es¬caparse de las horquillas.
Una maleta negra apareció entonces y Myriam, sujetando a la niña que llevaba en brazos, se in¬clinó para comprobar si era la suya.
No, no era la suya.
Entonces miró a Vicky, que estaba dormida. To¬davía tenía la carita hinchada, evidencia de las ho¬ras que había pasado llorando porque su mantita se perdió entre el aeropuerto de San Francisco y el de Nueva York.
No había sido un viaje fácil.
No había sido un mes fácil.
Su vida no era nada fácil.
Myriam apretó los labios, intentando controlar la emoción. No podía empezar a pensar otra vez. Pensar solo empeoraría las cosas.
-¿Estás bien, Sofi? -le preguntó a la gemela de Vicky.
La niña, de tres años, estaba sentada en el carrito de las maletas. Tenía un dedo en la boca y apretaba con la otra mano su mantita para no perderla.
Sofi asintió solemnemente. Tenía los ojos azul oscuro, del mismo color que su madre. También había heredado la cara ovalada y la nariz recta, pero el tono de su piel era bronceado, como el de su padre. Rizos oscuros, piel morena y las pesta¬ñas más largas del mundo.
Se le encogía el corazón solo de pensar en Víctor. No podía creer lo que estaba haciendo...
Cuando se marchó de Milán dos años antes juró que no volvería allí por nada del mundo. Pero tuvo que volver.
Parpadeando, Myriam se concentró en la cinta para no llorar. Había dejado de llorar mucho tiempo atrás, pero estaba agotada, exhausta, asustada.
El año anterior había sido terrible, pero nada como el último mes. Eso fue un infierno. Cuatro semanas de miedo, de preocupación, de pregun¬tas.
Y por fin tuvo que reconocer la verdad: si a ella le pasara algo, las niñas necesitarían a su padre. Vicky abrió los ojos en ese momento. -Quiero mi mantita -dijo con la voz ronca de tanto llorar.
Myriam acarició su pelo.
-Ya lo sé, cariño.
-¡Quiero mi mantita! -gritó la niña, con lágri¬mas en los ojos.
Las gemelas no iban a ningún lado sin sus mantas. ¿Cómo podía haber perdido la de Vicky? Nunca le había pasado antes. Era increíble.
-Lo sé, cielo, pero ahora no podemos...
-¡Noooooooo!
El grito resonó por todo el aeropuerto. Myriam besó a su hija en la frente, intentando consolarla.
-La encontraremos, no te preocupes.
Pero Vicky, que no se sentía consolada en abso¬luto, siguió llorando. Y, por simpatía, Sofi em¬pezó a llorar también.
De repente, la cinta transportadora se detuvo.
Myriam levantó la cara, perpleja. Un empleado del aeropuerto estaba colocando las maletas que quedaban en un carro.
La suya se había perdido.
Los dos cochecitos estaban allí, la bolsa de viaje de las niñas también, pero su maleta no.
Habían perdido su ropa, sus zapatos, los cos¬méticos, las cosas de baño...
Una auditoria de Hacienda.
Una biopsia terrible.
Y ahora le perdían la maleta. Increíble.
-¡Mamiiiiiiiii! -gritó Vicky.
-Mamá, ¿dónde está la mantita de Vicky? -pre¬guntó su hermana-. Necesita su mantita.
-Lo sé, cariño -suspiró Myriam-. Y la encontra¬remos, os lo prometo.
-¡Ahora! -lloraba la niña-. ¡Ahora, mami!
-Necesita su mantita -insistió Sofi. Vicky miró a su hermana.
-La mantita está sola. Se ha perdido y está sola.
Las dos niñas lloraban a moco tendido y Myriam intentó hacerlas callar mientras se preguntaba cómo había podido cuidarlas sola durante tanto tiempo.
No había sido nada fácil.
-Yo también echo de menos la mantita. A lo mejor podemos encontrar una nueva. Seguro que en Milán hay unas mantas preciosas y...
-¡Noooooooo! -gritó Vicky, con los ojos llenos de lágrimas.
De repente, oyeron una voz masculina:
-¡Victoria García Montemayor!
La reprimenda silenció a la niña de inmediato.
Y a Myriam también.
Conocía esa voz y un escalofrío recorrió su es¬palda.
Víctor.
Besos
Jenny
La muerte y los impuestos. Las dos úni¬cas certezas de la vida: la muerte y los im¬puestos.
Myriam daba vueltas y vueltas sobre el asunto una y otra vez, como la cinta transportadora de equipaje en el aeropuerto.
Dejando escapar un largo suspiro, levantó la mano para apartar un rizo de su frente. Había su¬bido al avión con un moño francés, pero después de doce horas de vuelo, los rizos empezaban a es¬caparse de las horquillas.
Una maleta negra apareció entonces y Myriam, sujetando a la niña que llevaba en brazos, se in¬clinó para comprobar si era la suya.
No, no era la suya.
Entonces miró a Vicky, que estaba dormida. To¬davía tenía la carita hinchada, evidencia de las ho¬ras que había pasado llorando porque su mantita se perdió entre el aeropuerto de San Francisco y el de Nueva York.
No había sido un viaje fácil.
No había sido un mes fácil.
Su vida no era nada fácil.
Myriam apretó los labios, intentando controlar la emoción. No podía empezar a pensar otra vez. Pensar solo empeoraría las cosas.
-¿Estás bien, Sofi? -le preguntó a la gemela de Vicky.
La niña, de tres años, estaba sentada en el carrito de las maletas. Tenía un dedo en la boca y apretaba con la otra mano su mantita para no perderla.
Sofi asintió solemnemente. Tenía los ojos azul oscuro, del mismo color que su madre. También había heredado la cara ovalada y la nariz recta, pero el tono de su piel era bronceado, como el de su padre. Rizos oscuros, piel morena y las pesta¬ñas más largas del mundo.
Se le encogía el corazón solo de pensar en Víctor. No podía creer lo que estaba haciendo...
Cuando se marchó de Milán dos años antes juró que no volvería allí por nada del mundo. Pero tuvo que volver.
Parpadeando, Myriam se concentró en la cinta para no llorar. Había dejado de llorar mucho tiempo atrás, pero estaba agotada, exhausta, asustada.
El año anterior había sido terrible, pero nada como el último mes. Eso fue un infierno. Cuatro semanas de miedo, de preocupación, de pregun¬tas.
Y por fin tuvo que reconocer la verdad: si a ella le pasara algo, las niñas necesitarían a su padre. Vicky abrió los ojos en ese momento. -Quiero mi mantita -dijo con la voz ronca de tanto llorar.
Myriam acarició su pelo.
-Ya lo sé, cariño.
-¡Quiero mi mantita! -gritó la niña, con lágri¬mas en los ojos.
Las gemelas no iban a ningún lado sin sus mantas. ¿Cómo podía haber perdido la de Vicky? Nunca le había pasado antes. Era increíble.
-Lo sé, cielo, pero ahora no podemos...
-¡Noooooooo!
El grito resonó por todo el aeropuerto. Myriam besó a su hija en la frente, intentando consolarla.
-La encontraremos, no te preocupes.
Pero Vicky, que no se sentía consolada en abso¬luto, siguió llorando. Y, por simpatía, Sofi em¬pezó a llorar también.
De repente, la cinta transportadora se detuvo.
Myriam levantó la cara, perpleja. Un empleado del aeropuerto estaba colocando las maletas que quedaban en un carro.
La suya se había perdido.
Los dos cochecitos estaban allí, la bolsa de viaje de las niñas también, pero su maleta no.
Habían perdido su ropa, sus zapatos, los cos¬méticos, las cosas de baño...
Una auditoria de Hacienda.
Una biopsia terrible.
Y ahora le perdían la maleta. Increíble.
-¡Mamiiiiiiiii! -gritó Vicky.
-Mamá, ¿dónde está la mantita de Vicky? -pre¬guntó su hermana-. Necesita su mantita.
-Lo sé, cariño -suspiró Myriam-. Y la encontra¬remos, os lo prometo.
-¡Ahora! -lloraba la niña-. ¡Ahora, mami!
-Necesita su mantita -insistió Sofi. Vicky miró a su hermana.
-La mantita está sola. Se ha perdido y está sola.
Las dos niñas lloraban a moco tendido y Myriam intentó hacerlas callar mientras se preguntaba cómo había podido cuidarlas sola durante tanto tiempo.
No había sido nada fácil.
-Yo también echo de menos la mantita. A lo mejor podemos encontrar una nueva. Seguro que en Milán hay unas mantas preciosas y...
-¡Noooooooo! -gritó Vicky, con los ojos llenos de lágrimas.
De repente, oyeron una voz masculina:
-¡Victoria García Montemayor!
La reprimenda silenció a la niña de inmediato.
Y a Myriam también.
Conocía esa voz y un escalofrío recorrió su es¬palda.
Víctor.
Re: Por Siempre
hay pero ke es estooo porke la kortasss y fue muy pokito jenny....no se valee....sigueleee plis
Re: Por Siempre
Hayy que emocion! parece que sera una novelaaaaa muy muy buenaaa! sigueleeeeeeeeeeeeeeeeeee
Chicana_415- VBB PLATINO
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Edad : 34
Localización : San Francisco, CA
Fecha de inscripción : 24/05/2008
Re: Por Siempre
Hay Jenny Quiero mas quiero mas quiero mas, esta novela tambn me gusta se ve que estara genial, siguele pronto porfavor, y gracias por el capitulo
cliostar- VBB ORO
- Cantidad de envíos : 515
Localización : Algún lugar del mundo =)
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Por Siempre
YEAHHHHHH NUEVA NOBELITAA JENNY UJUUUUU GRASIASSS NI/A Y PUES AKI ESTAREMOS LEYENDOO LA NOBEEEE.............
Re: Por Siempre
NO PUEDE SER QUE MYRIAM ESTE ENFERMA, ¿O SI?, GRACIAS POR EL CAPÍTULO, AUNQUE FUE MUY CHIQUITO
mats310863- VBB PLATINO
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Fecha de inscripción : 01/06/2008
Re: Por Siempre
Chiks Aki les dejo el siguiente cap!!!
Espero k les guste!! y dejen mensajes eh!!!
Besos
Jenny
No quería estar allí, no quería verlo, pero no te¬nía más remedio.
Myriam levantó la mirada para ver a su ex ma¬rido, un hombre al que no había visto en un año.
Sus ojos se encontraron y, por un momento, no pudo respirar; su corazón encogido de rabia y de dolor.
Pensó que nunca volvería a verlo. Que nada del mundo la haría volver a Milán. Incluso se lo había dicho la última vez que se vieron: «¡No volvería contigo ni muerta!».
Myriam intentó disimular la angustia.
Podía hacerlo. Tenía que hacerlo. Era por las niñas.
Pero al ver la carita de susto de Vicky y las lágri¬mas en los ojos de Sofi, sintió una punzada de desesperación.
Ni siquiera lo conocían. ¿Cómo iba a dejarlas con él? ¿Cómo había podido pensar que aquella era la solución?
Pero no tenía alternativa.
No era justo. La vida no era justa.
-Hola, Víctor -dijo, intentando parecer natural y fracasando miserablemente. Últimamente fraca¬saba en todo.
-Hola, Myriam -la saludó él, aparentemente tranquilo.
Aquel era el Víctor García que hablaba con la prensa, el Víctor que salía en las revistas y los periódicos, el Víctor fotografiado veinte veces a la semana, el Víctor que creía lo que decían los de su gabinete de prensa.
Myriam sonrió. Una sonrisa falsa, absurda. Pero su vida dependía de esa sonrisa.
Lo importante eran las niñas. Su futuro era lo único en lo que debía pensar.
Odiaba a Víctor García, pero era el padre de sus hijas.
-No esperaba verte aquí.
-Dijiste que llegarías a Milán esta mañana.
Myriam vio que tenía los labios apretados. Es¬taba furioso. Lo cual no la sorprendía en absoluto. Siempre estaba enfadado con ella. Durante su corto matrimonio Víctor siempre parecía impa-ciente, harto...
-Te informé para que no te sorprendiera mi lle-gada, no para que vinieses a buscarnos.
-Necesitas que alguien te lleve a casa, ¿no?
-Hay taxis.
-Mis hijas no se alojarán en un hotel -dijo Víctor entonces.
-Ya he hecho las reservas.
-Las he cancelado -contestó él, mirando a Sofi-. ¿Qué le pasa? Está temblando como un ra-toncillo.
Myriam supo que era una crítica, un reproche. Como siempre.
En opinión de Víctor, ella había fracasado como esposa, como mujer y como madre. Una mujer italiana nunca habría tomado las decisiones que Myriam había tomado.
Pero ella no era italiana y Víctor nunca le dio una oportunidad.
-Está cansada -contestó, acariciando el pelo de la niña.
Sofi era la más tierna de las dos, la más tran¬quila. Victoria era la peleona.
-¿Y ella? -preguntó Víctor entonces, seña¬lando a Vicky.
-Ha perdido su mantita y está disgustada.
-Su mantita -repitió él.
-Eso es.
-Quiero mi mantita. ¡Quiero mi mantita ahora! -exclamó la niña.
Víctor y su hija se miraron a los ojos. Vicky no se asustaba fácilmente y le devolvió la mirada, reta¬dora.
Y pensar que solo tenía tres años... Myriam sa-bía que aquellos dos acabarían peleándose. Eran igual de obstinados.
-¿No son demasiado mayores para esas cosas?
-¡No! -contestó Vicky, indignada-. La mantita es mi mejor amiga. El médico dice que podemos te¬ner amigas.
De nuevo, Víctor miró a Myriam, incrédulo.
-¿Tú les cuentas esas cosas?
-Yo no, su pediatra, el doctor Crosby. Son de-masiado mayores para usar chupete, pero necesitan algo a qué agarrarse, algo que les dé seguridad. Las mantitas son como un salvavidas para ellas.
«Sabrías esas cosas si hubieras sido parte de su vida», pensaba Myriam. Pero no se lo diría delante de las niñas, especialmente en aquel momento.
Espero k les guste!! y dejen mensajes eh!!!
Besos
Jenny
No quería estar allí, no quería verlo, pero no te¬nía más remedio.
Myriam levantó la mirada para ver a su ex ma¬rido, un hombre al que no había visto en un año.
Sus ojos se encontraron y, por un momento, no pudo respirar; su corazón encogido de rabia y de dolor.
Pensó que nunca volvería a verlo. Que nada del mundo la haría volver a Milán. Incluso se lo había dicho la última vez que se vieron: «¡No volvería contigo ni muerta!».
Myriam intentó disimular la angustia.
Podía hacerlo. Tenía que hacerlo. Era por las niñas.
Pero al ver la carita de susto de Vicky y las lágri¬mas en los ojos de Sofi, sintió una punzada de desesperación.
Ni siquiera lo conocían. ¿Cómo iba a dejarlas con él? ¿Cómo había podido pensar que aquella era la solución?
Pero no tenía alternativa.
No era justo. La vida no era justa.
-Hola, Víctor -dijo, intentando parecer natural y fracasando miserablemente. Últimamente fraca¬saba en todo.
-Hola, Myriam -la saludó él, aparentemente tranquilo.
Aquel era el Víctor García que hablaba con la prensa, el Víctor que salía en las revistas y los periódicos, el Víctor fotografiado veinte veces a la semana, el Víctor que creía lo que decían los de su gabinete de prensa.
Myriam sonrió. Una sonrisa falsa, absurda. Pero su vida dependía de esa sonrisa.
Lo importante eran las niñas. Su futuro era lo único en lo que debía pensar.
Odiaba a Víctor García, pero era el padre de sus hijas.
-No esperaba verte aquí.
-Dijiste que llegarías a Milán esta mañana.
Myriam vio que tenía los labios apretados. Es¬taba furioso. Lo cual no la sorprendía en absoluto. Siempre estaba enfadado con ella. Durante su corto matrimonio Víctor siempre parecía impa-ciente, harto...
-Te informé para que no te sorprendiera mi lle-gada, no para que vinieses a buscarnos.
-Necesitas que alguien te lleve a casa, ¿no?
-Hay taxis.
-Mis hijas no se alojarán en un hotel -dijo Víctor entonces.
-Ya he hecho las reservas.
-Las he cancelado -contestó él, mirando a Sofi-. ¿Qué le pasa? Está temblando como un ra-toncillo.
Myriam supo que era una crítica, un reproche. Como siempre.
En opinión de Víctor, ella había fracasado como esposa, como mujer y como madre. Una mujer italiana nunca habría tomado las decisiones que Myriam había tomado.
Pero ella no era italiana y Víctor nunca le dio una oportunidad.
-Está cansada -contestó, acariciando el pelo de la niña.
Sofi era la más tierna de las dos, la más tran¬quila. Victoria era la peleona.
-¿Y ella? -preguntó Víctor entonces, seña¬lando a Vicky.
-Ha perdido su mantita y está disgustada.
-Su mantita -repitió él.
-Eso es.
-Quiero mi mantita. ¡Quiero mi mantita ahora! -exclamó la niña.
Víctor y su hija se miraron a los ojos. Vicky no se asustaba fácilmente y le devolvió la mirada, reta¬dora.
Y pensar que solo tenía tres años... Myriam sa-bía que aquellos dos acabarían peleándose. Eran igual de obstinados.
-¿No son demasiado mayores para esas cosas?
-¡No! -contestó Vicky, indignada-. La mantita es mi mejor amiga. El médico dice que podemos te¬ner amigas.
De nuevo, Víctor miró a Myriam, incrédulo.
-¿Tú les cuentas esas cosas?
-Yo no, su pediatra, el doctor Crosby. Son de-masiado mayores para usar chupete, pero necesitan algo a qué agarrarse, algo que les dé seguridad. Las mantitas son como un salvavidas para ellas.
«Sabrías esas cosas si hubieras sido parte de su vida», pensaba Myriam. Pero no se lo diría delante de las niñas, especialmente en aquel momento.
Re: Por Siempre
Aki va el otro!!!
Besos
Jenny
Tenían que desayunar y echarse un rato. Nece-sitaban volver a su rutina normal. Necesitaban tiempo, atenciones y mucho cariño, pero Myriam no dijo ninguna de esas cosas.
Era irónico que en San Francisco fuese cono-cida por su simpatía, por su carisma para tratar con la gente y, sin embargo, cada vez que se en-contraba con Víctor, tenía que hacer un esfuerzo para mantener la compostura.
-No me hace gracia, pero si necesita una man-tita le conseguiremos una mantita.
Víctor intentó tomar a Vicky en brazos, pero la niña se resistió.
-Ve con papá, cariño -dijo Myriam.
Vicky aceptó, pero volvió la carita sin decir una palabra.
Estaba asustada. Vicky, que no se asustaba de nada, tenía miedo de su propio padre.
A Myriam se le encogió el corazón. No debía ser así. Y si no fuera por el resultado de la biopsia, no estaría allí en absoluto.
Víctor metió la mano en el bolsillo de su ele¬gante abrigo para sacar un móvil.
-¿Cuándo visteis la manta por última vez?
-Entre San Francisco y Nueva York. Cuando cambiamos de avión.
-Entonces, estará en el primer avión. Ella se encogió de hombros.
-O en el aeropuerto de La Guardia.
No era fácil cambiar de avión de noche, con dos niñas medio dormidas y tirando de las maletas. Po¬dría haber jurado que lo tenía todo, pero evidente¬mente una de las mantitas se había perdido.
Víctor habló con alguien en italiano. Myriam no había hablado ese idioma en dos años, pero podía seguir la conversación sin dificultad.
Hablaba con uno de sus ayudantes y estaba pi-diéndole que buscase la mantita. Si no podía loca-lizarla desde Milán, quería que tomase el primer avión para ir a buscarla en persona.
A Myriam no siempre le gustaban sus tácticas, pero solían funcionar. Normalmente, se salía con la suya.
Incluso cuando no quería algo. Como a ella. Y la consiguió de todas formas.
-Gracias -dijo cuando volvió a guardar el mó¬vil en el bolsillo.
Se había dicho a sí misma que arreglaría aque-llo con calma, que no dejaría que el pasado influ-yera en su reconciliación, pero era más fácil de¬cirlo que hacerlo.
-¿Lo tienes todo? -preguntó él.
-Mi maleta se ha perdido.
Víctor contuvo un suspiro de irritación. Las ni-ñas eran su familia, pero ella no. Eso estaba muy claro.
Myriam rellenó el formulario para solicitar la devolución de la maleta mientras Sofi se pegaba a su pierna, apartándose de aquel hombre todo lo posible.
Aquel hombre. Su padre.
Myriam se dio cuenta de que todo estaba empe¬zando: los cambios, las decisiones...
Hicieron el viaje hasta el centro de Milán en si-lencio. Las niñas dormían y Víctor iba tan apar¬tado de ella en el asiento de la limusina como era posible.
Cuando la casa de fachada barroca apareció ante sus ojos se le hizo un nudo en el estómago.
Una vez aquella casa de altos ventanales y balaus-tradas de mármol le pareció maravillosa.
En aquel momento sentía miedo.
Myriam dejó a las niñas en su habitación, pin¬tada de color ocre, en la que seguía habiendo dos canutas gemelas.
Había llegado el momento de enfrentarse con Víctor.
Él la esperaba en el salón del primer piso, muy serio. Se había quitado la chaqueta y el jersey os¬curo destacaba sus anchos hombros. Siempre ha¬bía sido atlético, pensó ella, pero en aquel mo¬mento parecía casi amenazante.
-Has vuelto -dijo por fin, tomando una taza de café.
Tan frío como siempre, tan duro como siempre.
-No había otra opción.
-¿Ah, no? Me resulta difícil de creer.
Myriam llevaba semanas anticipando aquel mo¬mento, temiendo encontrarse con él. Pero el momento había llegado y su corazón seguía la¬tiendo al mismo ritmo. No tenía el pulso acele¬rado, no estaba emocionada. Nada.
Absolutamente nada. Afortunadamente.
No podría dejarle a las niñas sabiendo que se¬guían siendo una familia. No podría haberse mar¬chado sabiendo que aún había una oportunidad para ellos dos.
Solo entonces se dio cuenta de que nunca ha¬bían estado enamorados. Nunca estuvieron juntos de verdad, a pesar de los votos, las alianzas y las niñas. Solo fue un accidente.
-No quería discutir delante de ellas, pero re¬servé habitación en un hotel porque prefiero...
-¿Has venido hasta aquí para verme, pero pen-sabas alojarte en un hotel?
Myriam no quería pelearse con él. Una bronca era lo último que deseaba.
-He venido para que las niñas pasen algún tiempo contigo...
-¿Y cómo van a pasar algún tiempo conmigo si están en un hotel?
Ella respiró profundamente, intentando mante-ner la calma.
-Puedes verlas cuando quieras.
-Yo trabajo durante el día, Myriam. De hecho, tengo que volver a la oficina ahora mismo.
-¿Te vas?
-Son las once de la mañana y tengo mucho tra¬bajo.
-Pero las niñas...
-Has sido tú quien insistió en venir, Myriam. No me has pedido opinión, no has preguntado si me venía bien. No me culpes si tengo trabajo.
Besos
Jenny
Tenían que desayunar y echarse un rato. Nece-sitaban volver a su rutina normal. Necesitaban tiempo, atenciones y mucho cariño, pero Myriam no dijo ninguna de esas cosas.
Era irónico que en San Francisco fuese cono-cida por su simpatía, por su carisma para tratar con la gente y, sin embargo, cada vez que se en-contraba con Víctor, tenía que hacer un esfuerzo para mantener la compostura.
-No me hace gracia, pero si necesita una man-tita le conseguiremos una mantita.
Víctor intentó tomar a Vicky en brazos, pero la niña se resistió.
-Ve con papá, cariño -dijo Myriam.
Vicky aceptó, pero volvió la carita sin decir una palabra.
Estaba asustada. Vicky, que no se asustaba de nada, tenía miedo de su propio padre.
A Myriam se le encogió el corazón. No debía ser así. Y si no fuera por el resultado de la biopsia, no estaría allí en absoluto.
Víctor metió la mano en el bolsillo de su ele¬gante abrigo para sacar un móvil.
-¿Cuándo visteis la manta por última vez?
-Entre San Francisco y Nueva York. Cuando cambiamos de avión.
-Entonces, estará en el primer avión. Ella se encogió de hombros.
-O en el aeropuerto de La Guardia.
No era fácil cambiar de avión de noche, con dos niñas medio dormidas y tirando de las maletas. Po¬dría haber jurado que lo tenía todo, pero evidente¬mente una de las mantitas se había perdido.
Víctor habló con alguien en italiano. Myriam no había hablado ese idioma en dos años, pero podía seguir la conversación sin dificultad.
Hablaba con uno de sus ayudantes y estaba pi-diéndole que buscase la mantita. Si no podía loca-lizarla desde Milán, quería que tomase el primer avión para ir a buscarla en persona.
A Myriam no siempre le gustaban sus tácticas, pero solían funcionar. Normalmente, se salía con la suya.
Incluso cuando no quería algo. Como a ella. Y la consiguió de todas formas.
-Gracias -dijo cuando volvió a guardar el mó¬vil en el bolsillo.
Se había dicho a sí misma que arreglaría aque-llo con calma, que no dejaría que el pasado influ-yera en su reconciliación, pero era más fácil de¬cirlo que hacerlo.
-¿Lo tienes todo? -preguntó él.
-Mi maleta se ha perdido.
Víctor contuvo un suspiro de irritación. Las ni-ñas eran su familia, pero ella no. Eso estaba muy claro.
Myriam rellenó el formulario para solicitar la devolución de la maleta mientras Sofi se pegaba a su pierna, apartándose de aquel hombre todo lo posible.
Aquel hombre. Su padre.
Myriam se dio cuenta de que todo estaba empe¬zando: los cambios, las decisiones...
Hicieron el viaje hasta el centro de Milán en si-lencio. Las niñas dormían y Víctor iba tan apar¬tado de ella en el asiento de la limusina como era posible.
Cuando la casa de fachada barroca apareció ante sus ojos se le hizo un nudo en el estómago.
Una vez aquella casa de altos ventanales y balaus-tradas de mármol le pareció maravillosa.
En aquel momento sentía miedo.
Myriam dejó a las niñas en su habitación, pin¬tada de color ocre, en la que seguía habiendo dos canutas gemelas.
Había llegado el momento de enfrentarse con Víctor.
Él la esperaba en el salón del primer piso, muy serio. Se había quitado la chaqueta y el jersey os¬curo destacaba sus anchos hombros. Siempre ha¬bía sido atlético, pensó ella, pero en aquel mo¬mento parecía casi amenazante.
-Has vuelto -dijo por fin, tomando una taza de café.
Tan frío como siempre, tan duro como siempre.
-No había otra opción.
-¿Ah, no? Me resulta difícil de creer.
Myriam llevaba semanas anticipando aquel mo¬mento, temiendo encontrarse con él. Pero el momento había llegado y su corazón seguía la¬tiendo al mismo ritmo. No tenía el pulso acele¬rado, no estaba emocionada. Nada.
Absolutamente nada. Afortunadamente.
No podría dejarle a las niñas sabiendo que se¬guían siendo una familia. No podría haberse mar¬chado sabiendo que aún había una oportunidad para ellos dos.
Solo entonces se dio cuenta de que nunca ha¬bían estado enamorados. Nunca estuvieron juntos de verdad, a pesar de los votos, las alianzas y las niñas. Solo fue un accidente.
-No quería discutir delante de ellas, pero re¬servé habitación en un hotel porque prefiero...
-¿Has venido hasta aquí para verme, pero pen-sabas alojarte en un hotel?
Myriam no quería pelearse con él. Una bronca era lo último que deseaba.
-He venido para que las niñas pasen algún tiempo contigo...
-¿Y cómo van a pasar algún tiempo conmigo si están en un hotel?
Ella respiró profundamente, intentando mante-ner la calma.
-Puedes verlas cuando quieras.
-Yo trabajo durante el día, Myriam. De hecho, tengo que volver a la oficina ahora mismo.
-¿Te vas?
-Son las once de la mañana y tengo mucho tra¬bajo.
-Pero las niñas...
-Has sido tú quien insistió en venir, Myriam. No me has pedido opinión, no has preguntado si me venía bien. No me culpes si tengo trabajo.
Re: Por Siempre
jen....muchas grax por el capi....y pues aki estare en una semana o dos..todo depende como me sienta de la operacion..sale..nos vemos...
Re: Por Siempre
A pues mira que comodoo no? INCHE VICTOR! Primero te pones furioso por que se las llevo y cuando te las lleva te vas...HOMBRESSSSSSS
Creo que myris cre que se va a morir NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! Aver como reaccionaa vicco.....Pobres niñas! Sihguele por fisss
Creo que myris cre que se va a morir NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! Aver como reaccionaa vicco.....Pobres niñas! Sihguele por fisss
Chicana_415- VBB PLATINO
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Localización : San Francisco, CA
Fecha de inscripción : 24/05/2008
Re: Por Siempre
Ayyy qué padre, muchos capis!!! Gracias Jenny, esperamos los demás!!!
Marianita- STAFF
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Localización : Veracruz, Ver.
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Por Siempre
Hijoles pobre Myriam que ya le diga por que ha venido siguele por faaaaaa
jai33sire- VBB PLATINO
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Localización : Mexico Distrito Federal
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Por Siempre
ASHHHHH ASHHH AKE NO VICCO ASI NOOO MIRA MIRAA............... GRASIAS POR EL KAPI JENN NOMAS KE MUCHOO SHIKITOO..................GRASIASSSS NI/AAA...........
Re: Por Siempre
Muchas gracias por los capitulos, ojala ke Myri ya hable con Victor.
alma.fra- VBB DIAMANTE
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Fecha de inscripción : 25/06/2008
Re: Por Siempre
GRACIAS POR LOS CAPÍTULOS.
mats310863- VBB PLATINO
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Fecha de inscripción : 01/06/2008
Re: Por Siempre
GRACIAS X EL CAP.... Y SIGUELE ME ENCANTA SE ESTA
PONIENDO BIEN INTERESANTE.
PONIENDO BIEN INTERESANTE.
Eva_vbb- VBB DIAMANTE
- Cantidad de envíos : 2742
Edad : 39
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Por Siempre
Doooooooooooooooo:
pero como esta eso de que tienes nove nueva y yo ni enterada ehh?? hmm mal mal mal... como dices tu: te voy a cachetear ahora q nos veamos ehhh....
x lo pronto aca empezare a leer y nada de hacerla de emocion con los capis ehh ...
besosssssssssss
aNa
pero como esta eso de que tienes nove nueva y yo ni enterada ehh?? hmm mal mal mal... como dices tu: te voy a cachetear ahora q nos veamos ehhh....
x lo pronto aca empezare a leer y nada de hacerla de emocion con los capis ehh ...
besosssssssssss
aNa
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