Re: Una pasión secreta

alma.fra Jue Sep 24, 2009 1:18 am

Muchas gracias por el capitulo, no tardes con el siguiente.
Esta muy padre la novela.

Chicana_415 Jue Sep 24, 2009 2:32 am

Graciasss al cieloo que le llego ese papel!!! Y ame esyaba preocupando de que se iriaa Una pasión secreta - Página 3 95247

SIGUELEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE

mats310863 Jue Sep 24, 2009 8:41 am

ESA JIMENA SE ME HACE QUE INTRIGO PARA SEPARARLOS, GRACIAS POR EL CAPÍTULO

nayelive Jue Sep 24, 2009 10:08 am

gracias por el capi algo raro ay en la actitud de la muerta?

Eva_vbb Jue Sep 24, 2009 4:59 pm

MUCHAS GRACIASSS X EL CAP...
Una pasión secreta - Página 3 953882

dulce_myrifan Vie Sep 25, 2009 9:24 pm

Cap. 9

Sabía que ella estaba mortificada por la forma en que se había marchado, como si hubiera aprovechado la excusa para escaparse. Pero él se había enfurecido tanto cuando hizo su descubrimiento al salir al jardín que apenas si había logrado contenerse. Y, decirle. lo que había encontrado le habría hecho más daño que dejarla sola.
Si realmente la quería, y ahora sabía que sus sentimientos eran más profundos de lo que nunca se había imaginado, tenía que mantenerse alejado de ella hasta que solucionara el problema que había creado, pero que era ella quien sufría. Porque estaba clarísimo que él era el motivo del que ella hubiera sido el objetivo la noche anterior.
Las marcas que los neumáticos habían dejado al lado de su coche mostraban que quien había estado espiándolos se había marchado a toda prisa y le había golpeado el guardabarros delantero, dejándole restos de pintura granate. Pero aquella no había sido la única pista.
Le había dicho la verdad a Myriam: había encontrado huellas en la nieve. Pero lo que no le había dicho era que solamente una mujer con gustos muy caros llevaría botas de invierno tan a la moda y con tacones tan finos.
Víctor no había necesitado poderes supernaturales para darse cuenta de que alguien había reconocido su Jaguar y se había detenido a investigar el motivo por el que él lo había dejado aparcado a la sombra del muro que rodeaba la propiedad de los Montemayor. Tampoco tenía que ser un genio para percatarse de que esa persona conducía muy mal y tenía un coche color granate. Por ese motivo, había ido a visitar a su suegra al día siguiente.

Clara estaba en el comedor de diario cuando él llegó, a eso de las nueve y media. Tenía un aspecto horrible, pálida y demacrada mientras se inclinaba sobre la taza de café que le había servido el fiel Morton como si no tuviera fuerzas para levantar la delicada taza de porcelana.
Era evidente que tenía resaca, Víctor reconocía los síntomas por su experiencia con Jimena. Y no en vano había servido en la marina durante seis años: también se daba cuenta de cuando una persona estaba invadida por el pánico. En cuanto Clara posó su mirada sobre él, pareció que le iba a dar un paro cardíaco.
Se sentó en la silla frente a la de ella y se sirvió café.

-Perdona que te moleste tan temprano, Clara, pero quería verte antes de que comenzaras el día.
-¿Por qué, qué quieres? -le preguntó ella débilmente, mirándolo con los ojos inyectados en sangre.
-Pues -dijo él, esbozando su sonrisa más conmovedora-, pienso mandar la mayoría de los muebles de la casa a una subasta o donarlos, así que si hay alguno que deseas...
-¿No podías esperar un intervalo decente antes de borrar todo rastro de mi hija de tu vida? -preguntó su suegra con los ojos llenos de lágrimas.
-No necesito objetos para recordarla, Clara -dijo él-. Tengo otros recuerdos menos tangibles. Y como pienso mudarme pronto...
-¿Vas a vender la casa que Jimena quería tanto? -la indignación tiñó de rojo sus mejillas macilentas-. ¿La casa que su padre y yo le dimos como regalo de boda?
-No es mía como para disponer de ella -dijo él, con lo que le pareció un control admirable. Aunque había sido un regalo generoso, la pretenciosa mansión a dos calles de la casa de los Castillo siempre había sido un contencioso entre Jimena y él. Nunca se había sentido cómodo en ella y se sentía aliviado de liberarse de ella-. Es suya para que hagan lo que quieran. Yo solamente me mudaré a algo más adecuado para mis necesidades.
-¡Sean los que, sean! -le soltó ella con tono desagradable.
-Exactamente, lo cual me lleva al motivo por el que estoy aquí ahora. Me han golpeado el coche.
-¿Y a mí qué me cuentas?
-Me preguntaba si habías pensado en mirar el tuyo -dijo él, mirando distraídamente la terraza cubierta de nieve-. Supongo que estará un poco golpeado también.
-No sé a lo que te refieres -dijo ella, altanera-. Al único sitio al que fui anoche fue a jugar bridge al club.

Le dirigió una mirada y esperó un momento hasta que ella se diera cuenta de lo que se le había escapado.
-¿Mencioné yo específicamente que fue anoche, Clara?
La mano de ella había comenzado a temblar de tal manera que tuvo que dejar la taza sobre el platillo.
-A lo que me refería es a que anoche fue la única vez que salí ayer. .
-¿A jugar al bridge al club de campo?
-Ya te he dicho que sí.
-Desde aquí, el único camino para ir al club es subir por The Crescent -dijo él.
-Pues claro, Víctor -dijo ella, enfadada y le dirigió una enfática mirada al reloj de la chimenea-. ¿Se puede saber a dónde quieres llegar? Tengo prisa.
-Entonces, seré breve. Te creo cuando dices que pasaste la velada jugando al bridge.
-¡Te lo agradezco!
-También creo que, cuando volvías, viste mi coche aparcado junto a la verja de la casa de los Montemayor y decidiste averiguar por qué. Te acercaste al chalet de los huéspedes y, cuando llegaste sigilosamente, nos descubriste a Myriam y a mí y decidiste darnos una lección. Así que te volviste a tu coche, e iluminaste con la linterna la ventana para que no tuvieramos dudas de que nos habían pillado in fraganti. Esperabas que sería suficiente para que Myriam se asustara y me apartara de su vida para siempre.
-¡Qué idea más absurda! Si te preocupa qué hacer con tu tiempo ahora que te han dado de baja, Víctor, tendrías que ponerte a escribir cuentos para niños.
-Si he llegado a la conclusión equivocada, hay una forma fácil de probarlo.
-¿Cómo?
-Enséñame tu coche. Supongo que no querrás que Agustin se entere de lo que has estado haciendo. Pero o aclaramos esto, o me iré a su despacho, pasando primero por la comisaría a denunciar que alguien golpeó mi valioso coche y se dio a la fuga. No creo que tengan dificultad en localizar al culpable. Me parece que tu coche es el único de color granate de la zona.

A Clara se le descompuso el rostro y, de repente, pareció tener setenta años en vez de cincuenta y seis.
-¡Es culpa tuya! -dijo amargamente-. Tú y la zorra esa que mató a mi hija se merecen que se demuestre que son unos tramposos llenos de mentiras. Así que, ¡adelante!, vete y denuncia los daños de tu precioso coche. Dile a la policía que yo soy quien lo hizo, ¡me da igual! Me puedo permitir que me suban la prima. Pero de alguna forma u otra conseguiré echar a Myriam Montemayor de este pueblo, aunque sea lo último que haga en mi vida.
-No te debo ninguna explicación, pero fui a casa de Myriam sin que ella me invitara. Yo soy quien se dejó llevar. Si fuera por ella, se sentiría feliz de no tener que verme nunca más.
-¿A quién quieres engañar? -dijo Clara lanzando una risa desagradable-. La vi. Te tenía la lengua metida hasta la garganta. Cinco minutos más y la habría visto echada en el suelo con las piernas abiertas...
-Nunca imaginé que fueras capaz de semejante vulgaridad, querida suegra -dijo él, con furiosa calma-. ¿Quizá lo aprendiste de tu hija? Según tengo entendido, era bastante buena abriendo las piernas para cualquier hombre que le gustara.
Ella se levantó de la silla, con el rostro descompuesto.
-¡Lamentarás haber dicho eso, Víctor García! -chilló-. ¡Y si me entero de que lo repites, Myriam Montemayor no será la única que eche del pueblo! ¡Tú tampoco podrás caminar por la calle otra vez con la cabeza en alto!

nayelive Vie Sep 25, 2009 9:35 pm

GRACIAS POR EL CAPI MUY BUENO, QUE ALACRAN SE ECHARON ENCIMA VIC Y MYRIAM

dulce_myrifan Vie Sep 25, 2009 9:42 pm

Cap. 10

Por favor, no te precipites -rogó Martha Montemayor cuando Myriam le habló sobre el incidente con el merodeador y le dijo que pensaba marcharse del pueblo en cuanto se acabara el juicio-. Somos tu familia y te hemos visto muy poco desde que te marchaste a la universidad. No tienes ni idea de lo entusiasmados que estamos tu padre y yo, pensando que finalmente vienes para quedarte y quizá casarte y tener bebés que vivirán lo bastante cerca de nosotros como para que los podamos ver crecer. Significa mucho para nosotros, Myriam.
-Dudo que Margaret y Tom estén de acuerdo contigo. Para ellos soy un motivo de vergüenza.
-Tom siempre ha sido un poco... conservador -dijo su madre, haciendo una mueca-. Se siente cómodo cuando tiene unas reglas que cumplir. Por eso es tan buen director de escuela. Pero tú eres diferente. Margaret lo sabe y te quiere por ello. Pero, como esposa de Tom, está en una situación difícil. Su lealtad tiene que ser para su esposo en primer lugar, y es lógico que así sea. Pero no creas que ello significa que no está feliz de que hayas vuelto a casa.

Myriam veía por el amplio ventanal del jardín de invierno de su madre la bahía en forma de medialuna que daba nombre al pueblo. En aquella época del año, con los vientos de fines de invierno, las olas, coronadas de blanca espuma, rompían con agitada energía, pero, al sol del verano, las heladas aguas verdosas se tornaban de un profundo color azul y chapaleaban suavemente contra la arena. Le encantaba el cambio de estación. Era una de las cosas que más echaba en falta al vivir en el trópico.
-No es que me quiera ir -dijo con un suspiro, volviéndose hacia su madre nuevamente-. Me hacía ilusión volver a casa. Pero no esperaba causar semejante revuelo desde el primer día en que puse un pie en el pueblo.
-Has tenido mala suerte y quizá no hayas sido demasiado sensata, pero todo eso se olvidará con el tiempo -su madre le dirigió una mirada penetrante-. Francamente, hija, no creía que te darías por vencida tan fácilmente. Pensé que tendrías más agallas y no permitirías que un bromista te robara tus sueños.
-No es solo eso, mamá. También está Víctor.
-¿Crees que no lo sé, cariño? -dijo su madre. Se acercó a ella y le acarició la mejilla-. Ustedes dos han compartido mucho juntos y hubo una época en que llegaron a estar muy unidos. Es natural que sientas pena por él, que está tratando de superar una pérdida tan triste. Necesita mucho apoyo... pero no estoy tan segura de que seas tú quien tiene que dárselo. Al menos, todavía no, hasta que se calme un poco el escándalo que rodea la muerte de Jimena. Y quizá nunca puedan recuperar lo que tuvieron una vez. Han cambiado. Pero eso no significa que tengas que marcharte. El pueblo es lo bastante grande como para que tu vida no tenga que coincidir con la suya.

Lo que su madre le decía no era nada nuevo. Huir constantemente no resolvía nada. Tarde o temprano, tendría que enfrentarse a sus fantasmas, luchar por la clase de vida que quería. Y quería demostrar que la adolescente confundida se había convertido en una mujer formal y responsable. Deseaba ser aceptada por aquella sociedad de la que una vez se había burlado.
-Sé que tienes razón -dijo-. En todo. Me gustaría tener un marido y niños y una casa con una cerca blanca y un rosal trepador. Sé que es un tópico, pero al menos he crecido lo bastante como para reconocerlo. Pero necesito algo más que eso, mamá. Algo por lo que luchar, que me llene el alma si nunca me caso. El problema es que no tengo ni idea de qué es lo que quiero.
-Quizá porque estás buscando demasiado. A veces, las mejores ideas surgen cuando menos las esperas.
-Pero necesito algo que hacer hasta entonces.
-La Gala Anual de Caridad es a finales de junio -sonrió su madre pícaramente-. Y aunque la comisión organizadora lleva meses trabajando en ello, necesitamos toda la ayuda posible. Es un acontecimiento que ha crecido tanto que no lo reconocerías. Este año vendrás, ¿verdad?
-Creo que no, mamá. No tengo con quién ir.
-No necesitarás a nadie. Te pondrás el vestido más maravilloso que haya visto este pueblo y atraerás a todos los buenos partidos que vayan la fiesta como abejas a la miel. Además, Francis, el hermano de Tom, vendrá con nuestro grupo y estoy segura de que estará encantado de ser tu pareja esa noche -le tomó las manos y les dio un apretón, suplicándole-: No me defraudes, Myriam. ¿No puedes dedicarle aunque sea una noche a tu madre?

Sorprendentemente, después de reflexionar un momento, Myriam encontró la idea atractiva. Hacía tiempo que no se vestía de punta en blanco y bebía champán en copas de finísimo cristal. La vida en el Caribe había sido más informal: un vestido de playa, sandalias y piña colada servida en un coco era lo más común.
-De acuerdo -dijo, sonriéndole a su madre. Quizá había reaccionado de forma exagerada al permitir que una broma juvenil tirara abajo sus planes.
-¡Menos mal! -reconoció su madre, con un suspiro de alivio-. Ya he comprado las entradas y reservado una mesa para seis. En cuanto a la ayuda que puedes dar... la fiesta será en el pabellón de instrucción que está junto a la Base Naval. El pabellón en sí no es nada del otro mundo, pero es amplio, lo rodean hermosos jardines y el club de oficiales es perfecto para los cócteles antes de empezar y para los que quieran alejarse un poco del ruido y de la música. Convertir ese pabellón en algo elegante y sofisticado es un quebradero de cabeza, pero tú eres tan creativa, que seguro que se te ocurren cientos de ideas. Si estás dispuesta a dar tu tiempo y quieres aceptar un reto, Myriam, puedes estar ocupada doce horas diarias todo el mes que viene.
-Haré lo posible por no defraudarte -dijo Myriam, entusiasmada-. Al menos, nadie podrá criticarme por estar ociosa.
-Desde luego. La comisión organizadora te recibirá con los brazos abiertos.
-No sé por qué.
-Porque -dijo su madre, y se le humedecieron los ojos súbitamente-, a pesar de los errores que puedas haber cometido, eres una de nosotros. Este es tu hogar. Perteneces a él, Myriam.

alma.fra Vie Sep 25, 2009 10:23 pm

Muchas gracias por los capitulos, ke bueno ke Myri no se va a ir.

Marianita Vie Sep 25, 2009 11:52 pm

Gracias por el capítulo Dul, síguele que está muy buena!!!! Gracias por el 2x1!!!!!!!

Dianitha Sáb Sep 26, 2009 1:29 am

gracciias dulce x el cap sabes k es lo uniico k no me gusta de esta noveliita Una pasión secreta - Página 3 502334

? la suegra de viictor Una pasión secreta - Página 3 981274

xfiitas niiña no tardes con el siiguiiente cap siii

Una pasión secreta - Página 3 169912

Eva_vbb Sáb Sep 26, 2009 6:45 pm

MUCHAS GRACIAS X EL CAP...

mats310863 Lun Sep 28, 2009 8:05 am

ME PARECE QUE LA MADRE DE JIMENA NO PERMITIRA QUE LE DEN UNA BUENA ACOGIDA A MYRIAM EN LA ORGANIZACIÓN DEL EVENTO, GRACIAS POR EL CAPÍTULO

dulce_myrifan Lun Sep 28, 2009 5:36 pm

Cap. 11

Después de un tiempo, Myriam comenzó a sentir que pertenecía. Una vez que las mujeres de la comisión superaron sus dudas iniciales y se dieron cuenta de que ella quería trabajar de firme, aprobaron entusiastas sus ideas para decorar el austero pabellón y disimular su frío suelo de cemento y sus paredes desnudas. Les gustaron sus bocetos, le dieron un presupuesto generoso y carta blanca para que lo gastara como mejor le parecía.
Marzo llegó con una tormenta de nieve y se fue dejando una serie de días tibios y soleados. La nieve se fundió y las primeras flores asomaron sus alegres corolas. El incidente con el merodeador se borró de la memoria de Myriam junto con sus moretones.
Se presentó en el juicio contra Sid Flanagan y no solo logró evitar a Víctor, a quien, según sabía, también habían citado, sino que también dio un testimonio claro y convincente que contribuyó a la condena del acusado, demostrando que era una mujer valiente que no se dejaba intimidar por el agresivo abogado defensor.
De repente, sus días se hicieron completos y gratificantes. La gente le sonreía, reconociéndola cuando la cruzaban en la calle. Un comentario halagador sobre sus esfuerzos fue publicado en el periódico. Y, si bien Víctor no intentó ponerse en contacto con ella, otros hombres lo hicieron, incluyendo Francis, el simpático hermano de Tom. Salió a cenar, al teatro, a fiestas.
Luego, cuando comenzaba a creer que su madre tenía razón y realmente los dos podían vivir en el pueblo, se dio literalmente de narices con él en una cafetería del Old Mill Arcade, un moderno centro comercial que se había hecho en un viejo molino reformado. Al igual que ella, él estaba cargado de paquetes, los dos iban distraídos y se chocaron de tal forma que la mitad de los paquetes de Myriam salieron volando por los aires.
No podía simular que no lo había visto ni tampoco, después de que él le recogiera todos los paquetes, rechazar su oferta de una taza de café.

Víctor llevaba pantalones negros de pana rayada, una cazadora de piel color habano, zapatos negros y una camisa de color crema. Las líneas alrededor de sus ojos y boca se habían suavizado. Parecía más joven y más descansado. Nunca había estado más guapo y nunca más prohibido. Era una amenaza para todo lo que ella había luchado por conseguir. Ponía en ridículo todos sus esfuerzos por olvidarlo.
Cuando él le retiró la silla, ella se sentó agradecida, antes de que le cedieran las piernas.
-Un café exprés -dijo, cuando él le preguntó qué quería. Necesitaba algo fuerte para combatir la ridícula debilidad que la embargaba.
-Bien -dijo él con franqueza, una vez que se hubieron sentado-. Tienes mejor aspecto sin moretones.
-Y tú también -replicó ella-. Sin bastón.
Víctor rio y ella deseó que no lo hubiera hecho. No necesitaba verle los dientes perfectos ni recordar cómo era su boca.
-Tampoco me ha quedado cojera -dijo él-. Supongo que ambos estamos como nuevos, aunque tú tienes mejor aspecto que yo. Te sienta muy bien el púrpura. Pareces una flor más de la primavera.
-Gracias -dijo ella, jugueteando cohibida con el único botón de su traje de lino. La mirada de él siguió el movimiento de sus dedos y luego subió lentamente por su cuello hasta su rostro. Ella sintió cómo el color le inundaba las mejillas y se dio cuenta de que él lo notaba.

Buscando desesperadamente un tema neutral de conversación, ella apartó su ávida mirada de él y la posó sobre los paquetes que él llevaba.
-Veo que has estado haciendo compras.
-Algunos detalles para hacer que mi casa nueva parezca un hogar.
-¿Te has mudado? -preguntó Myriam con interés. Avergonzada, tomó un trago del café, que le quemó hasta el estómago. Tendría que haber mantenido la boca cerrada.
-Solo hasta el otro lado de la colina -dijo él, sin alterarse-. Me sentía listo para el cambio, así que estuve buscando, encontré una casa y me mudé hace un par de semanas. ¿Y tú? ¿Sigues en la casa de invitados de tus padres?
-Por ahora sí. Me citaron para que declarara contra Sid Flanagan y aplacé la decisión de hacer planes a largo plazo hasta después del juicio. El chico que llevaste en el coche aquella noche también declaró contra el dueño de la taberna.
-Sí, ya lo sé.
-¿Te has mantenido en contacto con él?
-Sí.
¡Típico! ¡Con desconocidos sí, y con ella, nada!
-¿Qué tal, se porta bien? -le preguntó suavemente.
-Sí. Le he dado trabajo y va bien -hizo una pausa y, por un segundo, pareció que iba a seguir hablando, pero volvió al tema del juicio-. Me alegro de que encontraran evidencia para encerrar a Flanagan durante una larga temporada. ¿Te resultó duro volverlo a ver?
-Valió la pena -dijo ella, apartando la vista.
-Tendrías que tomarte unos días de vacaciones ahora que todo ha pasado. Ir a algún sitio y tomar el sol.
«¿Contigo?», deseó preguntarle, pero se contuvo.
-Aunque quisiera, no podría escaparme. Estoy ocupadísima con la Gala de Caridad.
-Sí, mi madre me ha dicho que le has introducido vida nueva a algo que se había convertido en una especie de rutina.
-Me lo estoy pasando en grande con este reto.

Se atrevió a mirarlo nuevamente. ¿Por qué era tan guapo y masculino, Dios santo? ¡En cuanto acabara el período de luto, tendría a todas las mujeres de menos de noventa años persiguiéndolo!
-¿Y tú? ¿A qué te dedicas cuando no estás ocupándote de tu casa nueva? -le preguntó, negándose a que la nostalgia la dominara.
-Me he hecho cargo de la empresa de la familia.
La Corporación García era una de las más antiguas y prestigiosas de la ciudad y el padre de Víctor, un personaje importante en el mundo financiero.
-¿Tu padre se jubila? ¡No me lo puedo imaginar! -le dijo, asombrada.
-Seguirá como Presidente del Consejo, pero está muy ocupado con sus responsabilidades como alcalde y necesita que alguien más le lleve las riendas del negocio. Iré aprendiendo poco a poco, no hay duda de ello, pero él siempre estará allí para asesorarme. Pienso darle una nueva orientación a la empresa. Hemos hablado y le gustan mis ideas. Tengo confianza en que podré hacer un buen trabajo.
-Te noto entusiasmado. Parece que has encontrado la motivación a largo plazo que buscabas.
-Sí -dijo él, lanzándole una mirada penetrante- ¿Y tú, has encontrado la tuya?
-Todavía-no -apartó la taza de café y miró el reloj-. ¡Dios mío! No tenía ni idea de que fuera tan tarde. Pronto cerrarán el centro comercial.
-Nos quedan unos minutos.
-Me temo que tengo que irme, tengo mucho trabajo que hacer. Gracias por el café y te felicito por tu nueva carrera.
-Te acompaño al coche.
-No es necesario -dijo ella, recogiendo sus compras y haciendo lo posible por no pensar en que sus logros recientes parecían banales al compararlos con la convicción y la motivación que él mostraba. Tenía que apartarse de su lado antes de comenzar a ahogarse en un lago de nostalgia y desesperanza.

El no se molestó en discutir con ella y no aceptó su negativa. Simplemente, le requisó la mitad de las bolsas, agarró su propia compra y esperó a que ella lo guiara hasta el coche.
El centro comercial estaba rodeado de viejas naves abandonadas. Entre sus sombras mendigaban jóvenes que parecían no tener dónde ir. Era una escena desoladora y Myriam se alegró de no estar sola. Llegaban a su coche cuando unas voces les llamaron la atención. No lejos de ellos, una chica en avanzado estado de embarazo y con lágrimas corriéndole por el rostro, se colgaba del brazo de un chico de mirada huidiza.
-¡Tienes que ayudarme, Billy! -exclamó ella, llorando-. También es tu hijo.
-Sí, sí, vale -se burló él, liberándose de ella con tanta fuerza que casi la tiró al suelo-. ¿Mío y de quién más? ¡Déjame en paz!
El rostro de aquella niña, vencido y triste, le tocó el corazón a Myriam y reaccionó sin pensar en las consecuencias. Soltando las bolsas, se lanzó contra el chico.
-¡Si serás rastrero! -chilló-. ¡Cómo te atreves a maltratarla!
¡Si hubiera podido, le habría sacado los ojos y arrancado el grasiento pelo! Pero Víctor la agarró por detrás y, levantándola en el aire, la apretó contra la sólida pared de su pecho con tanta fuerza que ella se quedó sin aire.
El chico se refugió detrás de un coche aparcado.
-¡Oye, ponle una correa a tu perra rabiosa! -le gritó a Víctor, intercalando cada una de las palabras con un taco antes de marcharse. Desapareció entre el gentío que abandonaba el centro comercial.

Furiosa, Myriam se soltó de Víctor dándole unos codazos en las costillas, que bien se merecía.
-¿Por qué has hecho eso? -le soltó-. ¿Por qué no dejaste que le diera su merecido?
-Porque no tengo interés en testificar en un nuevo caso de agresiones -dijo él, sacudiéndose la ropa con la mano.
-¡No se hubiera atrevido!
-Tú no lo sabes. ¿No se te ocurrió que ese rufián podría haber tenido una navaja? ¿Que podrías estar en un callejón, desangrándote?
-No, no se me ocurrió -dijo ella indignada-. Porque me parecía que necesitaban más protección que yo. Esa pobre chica necesitaba ayuda.
-Que yo estaba dispuesto a ofrecer, sin necesidad de comenzar una riña callejera, si me permites que te lo diga.
-¡Ofrécelo ahora, haz algo por ella!
-¿Y qué sugieres que haga, Myriam? Ahora está a salvo, de momento.
-¿Y mañana, y pasado mañana?
-Me temo que no puedo hacer nada al respecto.
-¡Está sola y asustada, necesita alguien que la defienda!
-Desgraciadamente, no es la única. Hay docenas como ella. Es un problema serio en esta zona. Pregúntale a mi padre. En cada pleno del Ayuntamiento surge el tema de qué hacer con los jóvenes que viven en la calle. Pero no hay soluciones fáciles ni rápidas.

La chica se había cubierto el distendido vientre con un jersey y empujaba un carrito de supermercado hacia un almacén cerca de las vías del ferrocarril al final del callejón..
-¿No hay soluciones fáciles ni rápidas para que bebés no tengan bebés? -dijo Myriam desdeñosamente-. Bien, a mí se me ocurre una -agarrando el bolso, corrió tras la chica-. ¡Espera! -llamó sin aliento.
La chica se volvió hacia ella con los ojos llenos de desconfianza y la expresión tan cerrada y recelosa que Myriam sintió pena por ella. Abrió su cartera, sacó todos los billetes y el cambio que tenía y se lo dio.
-Toma -le dijo-. No es mucho, pero te servirá para pagar una comida caliente y una habitación donde pasar la noche.
Cuando volvió al coche, Víctor había metido todas sus bolsas y paquetes en el maletero.
-Has hecho algo bueno y decente -dijo, cerrándolo de un golpe-. Pero, ¿te das cuenta de que solo es un parche y que no soluciona el problema?
-Seré tonta -dijo ella con sarcasmo-, pero no imbécil.
-Eso es discutible -dijo él, abriendo la portezuela para que ella se sentara en el asiento del conductor y luego, antes de que ella se diera cuenta de lo que hacía, dio la vuelta al coche y se sentó junto a ella.
-No recuerdo haberte ofrecido llevarte. Sal de mi coche.
-Ya lo sé, pero quiero que me escuches.
-Ya has dicho bastante -dijo ella, poniendo el coche en marcha-. Y tengo prisa.
-Yo no soy quien la ha dejado embarazada -dijo él, alargando la mano y apagando el motor-. Lo único que he hecho es evitar que te metieras en líos. ¿Te importaría decirme por qué estás dispuesta a arrancarme la cabeza? ¿Me atacas a mí porque tu conciencia te molesta?
-¿Mi conciencia? -repitió ella-. ¿Qué tiene que ver mi conciencia, a menos que, a diferencia de esa pobre niña, yo no he sabido nunca lo que es no tener dinero?
-Exacto. Siempre has tenido dinero para solucionar cualquier cosa que no te gustara.
-¿Y a qué viene eso ahora?
-¿No eras tú quien quería defender a los marginados? Pues, aquí tienes la oportunidad de poner tu dinero en lo que defiendes. Si realmente te importara esa chica y otras como ella, harías algo al respecto.
-¿Como qué, abrir un centro para adolescentes con problemas?

Le hizo la pregunta irónicamente, pero al formularla, algo encajó en su mente, como si, después de ir a tientas durante años, hubiese finalmente encontrado un interruptor y encendido la luz.
-Era una idea -dijo Víctor, encogiéndose de hombros-. Olvídalo.
Pero aunque había sido concebida de aquella forma, la idea parecía tan lógica que no pudo ignorarla.
-No quiero olvidarla. Tú mismo has dicho que hay otras como ella que no tienen a quién recurrir ni adónde ir. ¿Por qué no proporcionarles un refugio? Tengo el dinero. Es algo que podría hacer.
-¿Lo dices en serio?
-Sí -dijo ella, asombrándose-. ¡Totalmente en serio! Víctor, yo podría hacer algo así, sé que podría. Lo único que necesitaría es encontrar un sitio adecuado. Alguna casa vieja con muchas habitaciones.
-0 un viejo monasterio que esté vacío desde que los monjes se mudaran a su edificio nuevo al otro lado de la bahía.
-¿De veras?
-Desde luego que sí -dijo él, olvidándose de su enfado y sonriendo.
Myriam sabía al sitio que se refería: un edificio de dos plantas que se hallaba bastante apartado de la carretera a unos siete kilómetros del pueblo en una ladera del río, con un huerto de manzanos a un lado.
-¿Está en venta?
-Lo ha estado durante más de un año, según mi padre. Es demasiado grande para una residencia particular y las normas urbanísticas impiden que se le dé uso comercial.
-Necesitaré un permiso...
-Lo que necesitas es tranquilizarte un poco y pensar en lo que conllevaría, antes de seguir -le advirtió él-. No solo tendrías chicas embarazadas golpeando a tu puerta, también aparecerían novios encantadores, como el que acabamos de ver.
-¡Ya me encargaría yo de ellos! ¿Acaso no me encargué de él?
-Sí -dijo él con una sonrisa-. ¡Le diste el susto de su vida!
-¡Supongo que se me fue un poco la mano! -rio ella también.
-Entonces, quizá tengas que tomártelo con más calma y pensarlo un poco más antes de tomar una decisión. Es fácil dejarse llevar por el momento y, seamos realistas, si decides llevar a cabo tu idea, sería una responsabilidad enorme.
-Nunca le he tenido miedo a las responsabilidades, Víctor -dijo, y, de repente, se eclipsó su entusiasmo.

Eva_vbb Lun Sep 28, 2009 7:44 pm

MUCHAS GRACIAS X EL CAP...
Una pasión secreta - Página 3 953882

Chicana_415 Lun Sep 28, 2009 11:59 pm

Que bien, asi no podra irse del pueblo hahahahah

Gracias por el cap por fin me puse al dia Very Happy

Sigueleeee

Marianita Mar Sep 29, 2009 12:45 am

Nomás uno Dul??? Anda, regálanos más que está padrísima!!!!

nayelive Mar Sep 29, 2009 10:37 am

gracias por el capi

dulce_myrifan Mar Sep 29, 2009 12:56 pm

Cap. 12

El aparcamiento se había quedado casi desierto. Estar sola con él en el coche mientras se hacía de noche era demasiado íntimo. Le recordaba momentos que era mejor olvidar, como las veces que habían ido en coche a algún sitio apartado y hecho el amor en la parte trasera del jeep que él tenía entonces. Nunca les había preocupado que los descubrieran. Las ventanillas se empañaban tan rápido que nadie podía ver dentro del coche. Lo mismo sucedía en aquel momento, aunque por un motivo bien diferente.

-¿Qué te ha puesto triste? -le preguntó él, observándola en la penumbra.
-Viejos fantasmas -dijo ella, sin poder apartar los ojos de los suyos-. Y el frío. Hace frío aquí ahora que ha bajado el sol.
-Eso se arregla fácil -dijo él, inclinándose a volver a poner en marcha el motor-. Los fantasmas, sin embargo... -sacudió la cabeza-. Generalmente es mejor no tocarlos. Dejarlos ir y mirar al futuro.
-¿Cómo hago eso, Víctor?
-Los espantas -dijo él-. Así.
Myriam no estaba preparada para el beso, ni para el deseo que este le despertó, que la recorrió como un reguero de pólvora. No estaba preparada para el gemido de entrega que le salió de la garganta ni la certeza de que nada le calmaría el ansia que sentía por él. Ni el tiempo, ni otro hombre. Hiciera lo que hiciera con su vida, siempre habría una parte de ella que solo él llenaría. El dolor de darse cuenta de ello fue tan agudo, que estalló en sollozos.
-¡Deja de hacerme daño! -le dijo, apartando los labios.
-¿Hacerte daño? -dijo él, echándose atrás sin comprender-. Dios santo, Myriam, nunca te haría daño a propósito.
Avergonzada por su arrebato, que no podía explicarle, hizo un esfuerzo por controlarse.
-¡Me haces daño constantemente! -dijo, cuando logró articular nuevamente las palabras-. Cada vez que te veo, cada vez que te marchas, me robas un pedacito de alma,-su voz se convirtió en un susurro-. Tengo que acabar con esto. Si no lo hago, no me quedará nada aquí -apretó el puño contra su pecho-. Poco a poco te irás llevando todo.
-¿Y si te dijera que no quiero marcharme más? -le dijo él, enmarcándole el rostro con exquisita ternura-. ¿Qué dirías, Myriam?
-No. No confiaría en tus motivos. Además, solo hace unos meses que has enviudado.
-¿Haría alguna diferencia si te dijese que mi matrimonio hacía años que se había acabado? ¿Que el único motivo por el que duró tanto fue porque pasaba más tiempo fuera de casa que en ella? ¿Que ni siquiera la ausencia lo hacía soportable ya?
-¿Cómo estás tan seguro de ello?
-Porque ella estaba tan infeliz como yo -dijo él, lanzando una amarga carcajada-. ¿Crees que no sospechaba el tipo de vida que ella llevaba a mis espaldas? ¿Por qué crees que te acosé tanto para que me dijeras lo que había sucedido la noche en que ella murió? Era para confirmar lo que he sospechado durante años.
-Fueran cuales fueran sus pecados, Jimena no se merecía morir por ellos.
-No digo eso. Pero fue el instrumento de su propia destrucción y me niego a que eso me domine más. Ha llegado el momento de seguir avanzando.

Se inclinó hacia ella. La estrechó entre sus brazos y le acarició la nuca con tanta habilidad que la excitación le recorrió la columna.
-¿Recuerdas cómo era? -murmuró, besándola-. ¿Que nunca perdíamos la oportunidad de estar juntos? ¿Cómo te hacía reír y...?
Ella arrancó los labios de los de él.
-Ya no me haces reír. Me asustas. ¿Qué es lo que te ha hecho tan frío y despiadado que puedes descartar la muerte de una joven tan fácilmente?
-Respeto demasiado a la vida como para descartarla fácilmente -dijo él-. Esa es una de las cosas que la guerra enseña a un hombre. Tampoco culpo a Jimena solamente por la ruptura de nuestro matrimonio. Yo también tuve la culpa.
-¿La engañaste?
-No me acosté con otras mujeres, si eso es lo que quieres saber. Pero si engañar es casarme con ella cuando sabía que no la amaba como debiera, entonces sí. Si la infidelidad mental es igual a la infidelidad física, entonces sí, la engañé.
-¿Por qué te casaste con ella, si no la amabas?
-Porque permití que el orgullo me separara de la mujer que amaba. Porque nunca pensé que llegaría el día en que tendría nuevamente la oportunidad de hacer esto.
Deslizó la mano de su hombro hasta el único botón de su chaqueta. Deliberadamente lo desabrochó y le apoyó la mano en la seda que la cubría.
-Siento cada latido de tu corazón al unísono con el mío, Myriam. Hace tanto que no hacía esto...

Ella deseó que su respiración se calmara, que su cuerpo no reaccionara como lo hacía, pero él interpretó su silencio como permiso y continuó su viaje de redescubrimiento.
La mano de Víctor trazó un camino ardiente sobre los pechos de Myriam hasta sus costillas y luego por su plano estómago hasta sus muslos. Le dio suaves besos en la mejilla, descendió luego a su garganta y desde allí a su pecho. Myriam sintió que el calor y la humedad de los labios de Víctor penetraban el fino tejido y sintió cómo su pezón reaccionaba, poniéndose duro.
-¡Basta! -le dijo, hundiéndole las manos en el pelo, pero su voz carecía de fuerza.
-Sí -dijo él, pero no lo hizo. En vez de ello, su mano se detuvo un momento en su rodilla y luego se metió por debajo de su falda para abrirle delicadamente las piernas.
-Víctor, te lo digo en serio, ¡no podemos hacer esto! -dijo con mayor convicción esta vez, horrorizada por la excitación que, como una ola, le humedeció la ropa interior.
-¡Lo sé, lo sé! -dijo él, apoyando la cabeza en el respaldo del asiento y lanzando un suspiro-. Temes que alguien nos vea. Ya no somos adolescentes. Te parece que es demasiado pronto para liarme contigo nuevamente. La gente hablará, ya ha habido suficiente especulación -lanzó un nuevo suspiro-. Cualquier cosa que digas, ya he pensado en ella. ¿Por qué crees que me he mantenido separado de ti? Para evitar que te convirtieras en objeto de censura y curiosidad nuevamente. Pero, Myriam, te he echado en falta. Me muero por abrazarte otra vez. ¡Infiernos, quiero dejar el pasado y comenzar de nuevo! Contigo.
-Yo también -exclamó ella, espoleada por la vehemencia de él a reconocer sus propios sentimientos-. Pero a escondidas, no, como si lo único que importara es el sexo, cuando ambos sabemos que hay mucho más en nuestra relación. Y tampoco a la vista de cualquiera dispuesto a espiar por una ventana para ver cómo puede manchar nuestra reputación.
-¿Quieres que comience a salir contigo? ¿Que pase a buscarte el sábado por la noche y te lleve a cenar y al teatro? ¿Que haga público que somos una pareja? Estoy más que dispuesto a ello, si tú quieres.
Ella negó con la cabeza y una oleada de fría pena la recorrió.
-No, todavía no, suscitaría habladurías. Puede que no lo comprendas, pero prefiero que me consideren una mujer buena a una joven mala.
-Entonces, ¿qué quieres que haga? ¿Que me aparte de ti durante otros seis meses y haga como que no existes? Ya lo he probado, cariño, y no funciona. Mira lo que ha sucedido la primera vez que nos hemos encontrado solos.
-Tiene que ver alguna otra forma, ¿no? ¿Algo no tan drástico?
-¿Una forma de que estemos juntos sin que nadie se entere? -se quedó silencioso un momento, pensando. Luego se dio un golpe con la mano en la frente-. ¡La hay! ¡Claro que hay una forma! Tengo la solución perfecta. Ven a mi casa nueva.

¿Estar solos, sin que nada ni nadie pusiera freno a su pasión desbocada?
-No sé, me imagino...
-Piénsalo antes de rechazar la idea: sin presiones, sin exigencias, sin condiciones... tú y yo solos, volviendo a conocernos tranquilamente sin interferencias externas. ¿No nos lo merecemos?
¿Podía confiar en su corazón, que solo oía la promesa de su voz, cuando su cabeza le advertía que la posibilidad de recobrar su maravilloso pasado era, como mucho, escasa, que no valía la pena arriesgar su futuro por ella?
-Nadie tiene por qué enterarse -dijo él-. La casa no se ve desde la calle. Hay sitio en mi garaje para tu coche. Puede ser nuestro escondite secreto, donde podamos escapar para hacer la espera más soportable -le tomó la mano y le besó cada uno de los dedos persuasivamente-. Venga, Myriam, ¿qué dices?

nayelive Mar Sep 29, 2009 5:02 pm

eso de esconderce no esta nada bien gracias por el capi de hoy Una pasión secreta - Página 3 455262

alma.fra Mar Sep 29, 2009 10:50 pm

Muchas gracias por el capitulo, ojala hable, yo kiero saber ke paso, por ke Vic le hizo lo ke le hizo a Myri.

myrielpasofan Mar Sep 29, 2009 11:11 pm

no la habia leeido pero ya me la eche jajajaja y me gusto..siguele porfis dulce..grax..

Eva_vbb Mar Sep 29, 2009 11:21 pm

MUCHAS GRACIAS X EL CAP...
Una pasión secreta - Página 3 953882

SI MYRIAM VE A SU CASA Y HABLEN Y VUELVAN A RECONOCERSE Y SOBRETODO ACLAREN EL PASADO X QUE SE SEPARARON O MAS BIEN X QUE VICTOR TE DEJO DE HABLAR Y SE CASO CON TU "AMIGA"

Marianita Miér Sep 30, 2009 12:45 am

Ándale, qué persuasivo!!!!!! Gracias por el capi chamaca!!!

mats310863 Miér Sep 30, 2009 8:51 am

CREO QUE YA LA CONVENCIO, ¿HABER QUE PASA?
GRACIAS POR LOS CAPÍTULOS

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