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Mi novio Italiano

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Mensaje  alma.fra Miér Nov 26, 2008 1:42 am

Como la dejas ahiiiiiiiii Shocked , no tardes con el proximo capitulo.

Haber ke hace Myri.
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Mensaje  aNaY Miér Nov 26, 2008 8:10 am

"...Tenía la camisa abierta, se le veía el pecho bronceado, y el vientre liso y musculoso."


YO KIERO UNO DE ESOSSSSSSSSSSS


grax x el capi niña Do... pero kiero mas como que los estas poniendo muy chikis ehhh... no se vale aumentales un pokis o mira que le digo a la Mapis ehhh (hay q aprovechar las influencias jijijiji)


Besitosssssssssss




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Mensaje  panquesito Miér Nov 26, 2008 2:55 pm

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Mensaje  jai33sire Sáb Nov 29, 2008 3:57 pm

muchas gracias por la novelita siguele por faaaaaaaaaa

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Mensaje  Eva_vbb Dom Nov 30, 2008 12:24 am

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QUIEROOOOOOOOOOOOO UN CAPPPPPPPP.
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Mensaje  Jenny Dom Nov 30, 2008 2:30 pm

Hola Chiks aki les dejo el capitulote tambien de esta nove!!!

Besos
Jenny



Myriam respiró profundamente. Vic no había sido nunca tímido. Pero tampoco había sido una persona tan segura.
-Me molesta mucho oír que la gente hable de ti.
Ella se sobresaltó.
Él la miró al pasar por su lado.
-Porque hablan, Myri. Les gusta hablar de ti.
-No sé de qué estás hablando.
-¿No?
-No -dijo ella con un nudo en la garganta. Vic no podía saberlo. No era posible que lo hubiera descubierto.
-Vic, no estoy de humor. ¿A qué juegas?
-Yo no juego nunca, cara.
Con aquel tono de voz, la hacía sentir nuevamente una niña de dieciséis años.
-Entonces, ¡qué quieres? -preguntó ella. Víctor alisó la toalla de la tumbona.
-Quiero que te sientes aquí... -palmeó la tumbona-... y que me cuentes lo que estás intentando ocultar.
-No estoy intentando ocultar nada.
-Mentira número uno.
-¡Vic!
-Te lo preguntaré nuevamente. ¿Qué estás inten¬tando ocultar?
-Nada. He venido aquí para hacer un trabajo. Estoy haciendo el trabajo. Eso es todo.
-No te creo.
Vic quería pelear. Por un momento, ella pensó decir la verdad. Eso le cerraría la boca. Se quedaría mudo. Por supuesto que Vic se pondría furioso. Según él, ella habría cometido un gran pecado.
Pero no se lo diría. No era asunto de Vic. No quería que él interfiriese.
-Voy a volver a la casa. No quiero seguir aguan¬tando esto -dijo Myriam.
La expresión de Vic cambió y sus facciones se sua¬vizaron.
-Cara, no quiero pelear. ¿Por qué no te sientas y conversamos? Antes me contabas todo.
-Era una ingenua.
-Éramos amigos.
-Los amigos no se juzgan.
-¿Quién dice que te estoy juzgando?
-Tú lo harás.
-O sea que es cierto que tienes un problema -sus ojos brillaron. Luego sonrió triunfante.
Era un juego que había que ganar. No estaba preo¬cupado por ella, ni le importaban sus sentimientos. Solo quería tener razón. Típico.
-¡Qué simpático!
-Myri, siéntate.
-No quiero.
-¿Por qué?
-Porque no soy un perrito y no obedezco órdenes de mi amo.
-¿Órdenes de tu amo?
-Siéntate. Quédate. Ven -se cruzó de brazos y lo miró-. Para ser un hombre que domina siete idiomas, tu capacidad de comunicación es muy deficiente.
-No le hablo así a todo el mundo, solo a niñas cabe¬zonas que no escuchan.
-¡Ah! ¡Ahí tienes el primer error! No soy una niña. Tengo veintiocho años. Lo que me lleva a tu segundo error. Aunque te hayan educado como en la Edad Me¬dia, las mujeres no tienen obligación de escucharte.
-Eso es ilógico.
-Del mismo modo que yo soy cabezona.
-¡Sí! ¡Eres terrible!
La brisa le desordenó un rizo de la coleta a Myriam.
-Entonces, déjame en paz. No soy quien quieres que sea. No soy la que piensas que soy. Vic se acercó y le sujetó los brazos.
-Eso no es cierto. Tú eres mi Myri.
-No lo soy. No soy tu nada.
-No digas eso -le dijo él, con tristeza-. Perdí a Jared. No quiero perderte a ti también.
Ella sintió una corriente eléctrica. Víctor achicó los ojos y miró su boca. El labio inferior de Myri tembló como si él hubiera pasado la punta del dedo. Myriam se echó hacia atrás, aterrada. ¿Había tenido intención de besarla? No, ella no po¬día dejar que ocurriese.
Vic tiró de ella y la abrazó.
-No te perderé -dijo él, con voz sensual, rozando su cara y a centímetros de los labios de ella-. Te lo juro, Myri.
Luego, la besó, intensamente, posesivamente.
Ella cerró los ojos. Sintió un escalofrío en todo el cuerpo. Vic olía a roble, a cítrico, a vino tinto y a sol. Cuando su boca se abrió paso entre los labios de Meb, ella sintió que las rodillas se le debilitaban. Vic sabía aún mejor de lo que olía. Sus labios, su lengua, acari¬ciaron su boca en un beso profundo. El calor de Vic penetraba sus huesos, y la derretía.
Ella quería resistirse, pero no podía. Era como ha¬bía temido: lo deseaba. Aún lo deseaba.
El beso se hizo más intenso y profundo, y las ma¬nos de Vic acariciaron sus brazos. Luego tomó su nuca. Ella tembló. Sintió que el cuerpo de Vic se endu¬recía, haciéndole notar que la deseaba. De pronto, Vic alzó la cabeza y la miró a los ojos.
Ella lo miró con esperanza y deseo. Pero tan repen¬tinamente como la había apretado contra él, la apartó, y de sus ojos desapareció aquel brillo dorado de la pa¬sión.
Vic se había dado cuenta de lo que había hecho. La¬mentaba haberla besado. No había tenido intención de besarla. Había sido un accidente, un error de juicio. Lo que debería de haberla puesto contenta. Víctor siem¬pre había sido un modelo de decoro. Ahora le demos¬traba que era tan humano como ella. Estaban a mano. Un beso y un beso. Un error por otro error.
Ella sintió ganas de llorar, pero ocultó su caótico estado de ánimo con una risa forzada.
-¿Quieres darme una lección, verdad? Bueno, Vic, al menos has encontrado el modo de silenciar las críti¬cas.
Vic tragó saliva. Tardó un momento en recuperar su compostura.
-No he tenido intención de hacerlo. Solo estaba tra¬tando de hacer una declaración...
-¡Oh! Lo has hecho. Hasta ahora nadie ha querido someterme con un beso...
-Hablo en serio. Estoy tratando de hacer lo co¬rrecto.
-Es lo que siempre has intentado hacer -ella sonrió levemente. El corazón le latía agitadamente aún, su cuerpo aún conservaba el calor del beso.
Myriam alzó el mentón y tratando de disimular su voz temblorosa con una nota de valentía dijo:
-Pero hay cosas que no puedes arreglar, y hay gente a la que no puedes cambiar.
-No comprendo.
-No, no quieres comprender. ¡Es muy distinto! -ex¬clamó ella.
Si él estaba decidido a saber la verdad, se la diría. De todos modos, no podría ocultar los hechos por mu¬cho más tiempo. Se le estaba empezando a notar el embarazo, y pronto todo le mundo sabría lo que había estado tratando de mantener en secreto.
-Vic, estoy embarazada. Espero un hijo para princi¬pios del año que viene.
Víctor estaba tan decepcionado como sorprendido.
-¿Lo saben tus padres?
Sabía que aquella sería su primera pregunta. Su pri¬mera preocupación siempre era la respetabilidad, las convenciones sociales. Le habría gustado que se preo¬cupase menos por lo que pensaba la gente. Lo que im¬portaba era lo que la gente sentía.
-Se lo he dicho a mi madre -contestó Myriam después de un breve silencio-. Pienso decírselo a mi padre cuando vuelvan del viaje.
-No quieres arruinar sus vacaciones.
-Sé que se preocuparía.
Víctor agitó la cabeza como expresando increduli¬dad.
-¿Piensas que tu madre no estará preocupada? Myriam sabía que no tenía que contestar a Vic. Porque no la dejaría en paz. Era mejor decir toda la verdad.
-Mi madre piensa que vuelve del viaje para asistir a una boda.
Vic contestó con su expresión de incredulidad.
-¿No hay boda?
-No.
Él la miró achicando los ojos. Apenas cambió la ex¬presión dura de su rostro. Estaba furioso.
-¿Por qué no hay una boda?
-Porque no.
-¿Porque no?
Ella agitó la cabeza. Vic no comprendería.
-¿Dónde está el padre del niño?
-El bebé no tiene padre.
-No me lo digas, deja que adivine: Fue una concep¬ción milagrosa.
Su sarcasmo le dolió. Ella se puso colorada, abru¬mada por sus emociones.
-No soy la primera mujer que tiene un hijo sola.
-No, y no serás la última. Pero no es un privilegio ser madre soltera.
-No es para avergonzarse, tampoco.
-¿No? -alzó una de las cejas.
Nuevamente le estaba recordando el pasado. No se olvidaba de ninguno de sus errores, como aquellos za¬patos de plataforma que se había puesto aquel verano, cuando había cumplido dieciséis años, y la veta verde lima que se había puesto en el pelo un domingo en que no estaban sus padres, la noche en que había estropea¬do la camioneta de un vecino cuando se había ido a dar un paseo, y los cinco puntos que le habían dado en la sien, cerca de la veta de su pelo.
-El bebé habrá sido un accidente, pero seré una buena madre.
Víctor agitó la cabeza y caminó hacia la mesa. Se sirvió una copa.
Ella esperó, pero él no dijo nada. Solo miró el lí¬quido color ámbar de su vaso y luego hacia la piscina.
-Quiero tener a este niño -dijo ella serenamente.
-Como lo quieres todo.
-¿Qué quiere decir eso?
-Quiere decir que aún eres una niña pequeña, que no quiere aceptar la responsabilidad de su error.
-¿Quién eres tú para juzgarme? Tú no eres un modelo de virtud, Víctor. Has tenido amantes desde que tenías diecisiete años, algunas incluso te doblaban la edad.
-Es distinto.
-¿Sí? ¿Por qué?
-No es lo mismo en un hombre que en una mujer, cara. Hasta tú debes de saberlo.
-No estamos en la Edad Media.
-Es la verdad -él tomó otro sorbo de vino-. Si no lo amas lo suficiente como para casarte con él, ¿qué ha¬cías acostándote con él?
-No es cosa tuya.
Vic dejó el vaso lentamente y la miró intensamente. Luego le dijo:
-Ahora lo es.

¿Cómo podía estar embarazada? No, sabía muy bien cómo. Lo que no comprendía era cómo podía ha¬ber sido tan descuidada. Debería de haber estado pre¬parada. El sexo sin protección no era solo irresponsa¬ble. Era peligroso.
Aunque eran más de las doce de la noche, Víctor se sirvió una segunda taza de café expreso y se sentó frente a su escritorio con los informes del nuevo Merlot. Las ti¬najas habían sido probadas a intervalos regulares para medir la acidez durante el proceso de fermentación y el Merlot de aquel año estaba demostrando ser especial¬mente temperamental. Pero los porcentajes y gráficos debían de estar escritos en tinta invisible, porque Víctor miró las hojas de papel y no encontró nada.
No vio nada, excepto a Myri.
Estaba tan decepcionado que apenas podía pensar con claridad.
Su padre se disgustaría mucho con la noticia. John, el padre de Myriam, era un hombre trabajador, honesto, sincero. Era respetado por los productores de vino del valle y por los rancheros. Todo el mundo sabía lo unido que había estado a su hijo. Sin embargo no tenía demasiada paciencia con su rebelde hija. Simple¬mente, no la comprendía.
Cuando Jared se había acercado a la edad de asistir a la universidad le había dicho que no le gustaba la idea de marcharse y dejar a Myri sola, en casa. Siempre había intentado mediar entre su padre y Myri. No le gustaban las peleas y las aguas agitadas. Y Myri era una tormenta permanente.
John iba a quedarse estupefacto ante la noticia del bebé.
Vic apartó el papel. No podía concentrarse.
No debía preocuparse por Myri, pensó. No tenía por qué ser su salvador. Pero alguien tenía que preocu¬parse por Myri e intervenir. Desde la muerte de Ja¬red, sus padres parecían sumidos en un duelo perma¬nente que no dejaba que se ocupasen de ella. Sus profesores no habían tenido el tiempo necesario o las ganas suficientes de hacerlo tampoco. La gente del pueblo solo había chismorreado...
Si él hubiera tenido el coraje suficiente hacía años, Myri habría sufrido menos. Él no debería de haber permitido que ella aceptase toda la culpa del accidente. Tal vez, si él hubiera sido más fuerte en aquel mo¬mento, Myri y sus padres habrían tenido una rela¬ción diferente en el presente.
Quizás Myri y él fueran personas diferentes en aquel momento.
Se frotó los ojos, resistiéndose a recordar el accidente. Aquella noche de Navidad era un recuerdo terrible del que prefería olvidar los detalles. Pero él había intentado negar la realidad, lo que le permitía enterrar el dolor.
Pero Myri no había sido la culpable. Jared había estado al volante. Y había estado bebiendo.
Y él también.
Víctor abrió los ojos y miró la habitación. Vio las placas y menciones de honor que los vinos habían ga¬nado en exposiciones internacionales. Como productor de vinos, era un hombre con éxito. Pero, ¿cómo hombre?
Vic se levantó bruscamente.
No podía cambiar el pasado, pero tal vez pudiera dejarlo claro. Le diría a los padres de Myri la verdad acerca del accidente, y tal vez Myri tuviera final¬mente la oportunidad de entablar una verdadera rela¬ción con su padre.
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Mensaje  Jenny Dom Nov 30, 2008 2:31 pm

Myriam salió de la mansión antes de que Francesca la viera. No quería que la demorase nadie aquella ma¬ñana. El desayuno con Vic era tan relajante para ella como correr delante de un toro.
Abrió la puerta del coche alquilado. Dejó el maletín en el asiento del copiloto rápidamente, pero cuando fue a cerrar la puerta, descubrió que no podía hacerlo.
-Como un ladrón -dijo Víctor. Myriam se sobresaltó, asustada.
-¿Qué?
Vic sujetó la puerta, sabiendo que ella no había po¬dido cerrarla. Le sonrió y preguntó:
-¿Te vas a hurtadillas, cara?
El tono sensual de su voz le puso los pelos de punta.
-Tengo que marcharme. Se me ha hecho tarde.
-No son ni las siete.
-Lo sé, pero tengo mucho que hacer. Tengo que ir al trabajo ahora mismo.
-Mentira tras mentira -la miró-. Te has convertido en una eficiente cuenta cuentos.
-Tranquilo, Vic. Esto se está haciendo muy tedioso -Myriam giró la llave del coche. Afortunadamente el motor arrancó. Tuvo que alzar la voz para que la oyera-: Y ahora, por favor, quítate si no quieres hacerte daño.
-¿Daño? ¡Termina con Vic de una vez por todas! Mañana habrá unos titulares muy interesantes en los periódicos.
-¡Dios santo! ¿Quieres dejarme marchar de una vez?
-No -se inclinó metiéndose en el coche, a escasos centímetros de ella-. Y aunque me guste ver cómo ha¬ces ruido con el motor, me parece que estarías mejor en la casa, desayunando. No es bueno que te saltes co¬midas. No es justo para el bebé.
-El bebé comerá algo en el pueblo. Al bebé le gusta comer por ahí.
-Francesca ha puesto un sitio para ti en la mesa. El pie de Myriam pisó el acelerador. Lo hizo sonar un par de veces a propósito.
-¿Qué has dicho? No te he oído -dijo Myriam.
Vic se inclinó y su pelo negro le cayó a un lado. Pare¬cía un noble italiano del siglo quince. Vic se saltaba las normas. No se molestaba en conversaciones de cortesía.
-No me presiones.
-¡No me presiones tú!
Víctor se metió más y rozando sus pechos con el antebrazo, le quitó las llaves.
Ella sintió miedo. Víctor estaba furioso y se lo ha¬ría pasar mal.
Y ella no estaba dispuesta a oír otro de sus sermones.
Myriam sintió la adrenalina corriendo por sus venas.
Ella intentó quitar su mano pegándole.
-¡Desg...!
Myriam no quiso oír lo que seguía. Cerró la puerta de un portazo y la trabó desde dentro.
Le temblaron las manos cuando bajó al ventanilla.
-Lo siento, Vic -gritó-. Me encantaría hablar con¬tigo, pero ahora mismo no tengo tiempo. Te veré esta noche.
La sensacion de haberse liberado de Víctor no duró más del mediodía, cuando Víctor apa¬reció en el edificio de los Hunt. Habló con la pareja de viejos en un aparte, y antes de que ella se diera cuenta, la acompañó hasta su co¬che sport, llevándola por el codo.
El Ferrari Spider año mil novecientos sesenta y dos, rugió en la carretera desierta.
Víctor la miró con aire divertido y le dijo:
-Respira, te estás poniendo azul.
-¡No me hables!
-Hago esto por tu propio bien. Ella apretó el cuaderno de notas que llevaba en su regazo, reprimiendo sus ganas de tirárselo a la cabeza.
-No tienes derecho -se quejó ella-. Estábamos dis¬cutiendo asuntos muy importantes.
Vic se giró levemente. Estaba conduciendo por las colinas de California Norte.
-Lo siento.
¡Era eso lo único que podía decir!, pensó ella, in¬dignada.
-Deberías usar el blanco más a menudo. Te queda bien -le dijo él.
Ahora intentaba ser encantador con ella, pensó Myriam.
-Es blanco invierno -contestó ella fríamente. Lo miró un momento.
Víctor llevaba una chaqueta de cachemir y unos pantalones azul marino.
Ella llevaba ropa larga y suelta en esos meses. Pre¬tería la comodidad a la elegancia y el estilo.
-De todos modos, te queda bien. Tal vez sea por el color de tus mejillas... Tu cara resplandece hoy.
-¿Puedes poner el techo? -dijo ella, enfadada, qui¬tándose un rizo de la cara.
-Se está muy bien sin él. Disfruta del sol.
-No estoy de vacaciones -contestó ella. Da la vuelta y llévame nuevamente con los Hunt.
-¿Llevarte otra vez?
-Ahora. Por favor.
-Lo siento. Tengo planes para nosotros. He pensado que necesitábamos pasar algún tiempo juntos. Solos...
Ella no estaba de acuerdo. No tenía ninguna gana de aguantarlo.
-Vic, estoy trabajando. No puedes aparecer así como así y sacarme de allí.
-Pero lo he hecho.
-Ese no es el asunto. Esto... mi vida... No es un epi¬sodio de los Picapiedras.
Víctor suspiró y agitó la cabeza.
-¡Qué trágica! Si te hubieran criado en Italia, ten¬drías conocimientos de música y de arte, en lugar de tenerlos de dibujos animados.
-Sí, sigue, búrlate de la educación americana. Búr¬late de mi poca cultura. Dibujos animados en lugar de ópera. Videojuegos en lugar de libros. Hamburguesas y patatas fritas en lugar de alta cocina. ¿No es verdad?
Él sonrió.
-Sí, cara. Lo has resumido muy bien.
Myriam se acomodó en el asiento y miró el perfil de Vic. Parecía mayor, estaba más atractivo que a los veintidós años. Le sentaba bien la madurez. Incluso podía intuirse que estaría mejor a los cincuenta.

Su enfado se disipó. Era imposible seguir enfadada con Vic. Y él lo sabía. Cuando eran más jóvenes, con solo verlo sonreír, se le pasaba el enfado con él.
-¿Qué les has dicho a los Hunt?
-Les he dicho que había surgido una emergencia -la miró de lado-. Un asunto personal, un problema familiar.
-Vic, los Hunt son los clientes más importantes que tengo. No puedo permitirme perderlos.
-No te preocupes. Tu cliente no te despedirá. El año pasado recibí en el lagar a su recaudador de fondos. Esa noche los Hunt obtuvieron un millón de dólares. Los Hunt me deben algo a mí.
-¿Adonde vamos, de todos modos?
-A la costa. He pensado que podíamos ir a cenar. Y conversar sin interrupciones.
Quería torturarla sin interrupciones.
-Yo prefiero trabajar -contestó ella.
-Estoy seguro de que lo harías. Estabas muy an¬siosa por marcharte a trabajar esta mañana.
-Mmmm... -dijo ella, reprimiéndose la risa.
-Me pegaste.
-En la mano.
-Me pegaste en la mano. Me quedó la mano roja durante una hora por lo menos.
-Debes de tener una piel muy sensible.
-Bien. La próxima vez te pondré sobre mis rodillas y te pegaré en el trasero. Veremos quién de los dos tiene la piel más sensible.
Myriam perdió de pronto las ganas de reírse. Su cora¬zón se sobresaltó.
-¡No me digas que lo harías...!
-Haz la prueba -dijo él, desafiándola. Al ver que ella no contestaba, se rio-. No te sorprendas tanto. No sería la primera vez que te dieran un azote.

-Es cierto. Pero era mi padre quien lo hacía. No permitiría jamás que un hombre me diera un azote.
-¡Oh, venga, Myri! ¡No te hagas la remilgada! Tú eres una mujer de mundo. Debes de haber tenido lus juegos eróticos.
-Los azotes no son un juego erótico.
-¿No? -se rio él suavemente-. Depende de quien sea el que da el azote.
Myriam se imaginó encima del regazo de Vic, y se es¬tremeció. Sería humillante y horrible. No lo permiti¬ría jamás. Sin embargo, sus piernas temblaron y su vientre se encogió al imaginar el placer y la tortura a la vez.
Víctor debía de ser un amante experimentado. De eso estaba segura.
-Cambiemos de tema -dijo ella, como negando el calor de sus extremidades.
No podía desearlo. Se había echado en sus brazos una vez y no volvería a hacerlo.
Él la miró con sus ojos dorados.
-Por supuesto, cara. Esta conversación es dema¬siado aburrida. Amor, sexo, erotismo... ¿Por qué no ha¬blamos de jardines, mejor?
-Muy gracioso.
-Estoy seguro de que debes saber cuál es la altura ideal de un arbusto maduro. Y si no, dime, ¿cuál es la planta perenne perfecta para un jardín en un campo de vid?
-Ahórrate el sarcasmo. Da la vuelta con el coche y nada más. Quiero irme a casa.
-A casa. ¿Es la mansión tu casa?
-Sabes lo que he querido decir.
-No. No lo sé. Ni siquiera sé quién eres ahora. Es¬tás embarazada, sola, inventando mentiras a tu madre para que no se preocupe... haciéndole creer que vas a casarte -extendió la mano y puso un disco compacto en el estéreo del coche-. Myri, ¿podrías seleccionar otro disco compacto?
-No quiero música. Solo quiero volver al trabajo.
-Hay un disco allí. ¿Podrías dármelo?
Ella lo hizo, reprimiéndose una retahila de insultos. Evidentemente, no la estaba escuchando.
Estaban yendo hacia el oeste, dejando las colinas doradas. Ahora empezaban a aparecer los pinos y los robles.
-Myri, he tomado una decisión -dijo él seria¬mente.
Su tono de voz la hizo ponerse erguida en el asiento.
-¿Acerca de qué?
-Acerca de un error que cometí hace años. Sobre la Nochebuena aquella.
No necesitaba decir más. Desde la muerte de Jared se habían referido al accidente como «aquella Noche¬buena».
Asustada, esperó que él siguiera.
-Mi conducta de esa noche y la que he tenido desde entonces, es reprochable. He permitido que tú te culpa¬ses...
-Yo insistí.
-Yo era mayor que tú. Era un hombre -agitó la ca¬beza una vez y dijo-: Me equivoqué. Y es hora de que arregle las cosas.
-No.
-Fue un accidente de Jared, no tuyo.
-No sé de qué estás hablando.
-Sabes bien de qué te estoy hablando.
-Yo estaba conduciendo. Estaba haciendo el tonto. Choqué contra un árbol.
-Jared iba conduciendo. Yo estaba en el asiento del copiloto. Tú estabas en el asiento de atrás -dijo él.
-No lo recuerdo.
-Deja ya de hacerte la desentendida. Sabes bien de qué estoy hablando. En todos estos años, no hemos ha¬blado de aquella noche, nunca hablamos de tu decisión de cambiarle el lugar a Jared o de mi estupidez de per¬mitírtelo.
-¡Él era mi hermano!
-Y mi mejor amigo. Pero eso no quiere decir que fuera perfecto. Myri, tus padres...
-Si se lo cuentas, Vic, jamás volveré a hablarte.
-Cuando te vayas de aquí el viernes, probable¬mente no vuelvas a hablarme. Así que, ¿qué problema hay?
Parecía tan decidido, pensó ella.
Myriam sintió pánico. No podía romper su promesa. Había prometido hacía años ocultar la verdadera histo¬ria. Había estado de acuerdo en que sus padres habrían quedado más destrozados aún si se hubieran enterado de que Jared había estado bebiendo.
-Mi padre idolatraba a Jared -dijo ella-. La memo¬ria de Jared es muy preciada para él. Si se lo dices, destrozarás su memoria.
-¿Y tú qué, Myri? ¿Qué ocurre con la relación con tu padre?
-Está bien. Hablamos una vez cada quince días. Llamo los domingos, y me cuenta cosas del rancho. Yo le hablo de mi trabajo. Nos decimos que nos queremos y luego colgamos.
-Myri, él cree que tú mataste a Jared. Ella sintió como si Vic estuviera arañando una pi¬zarra.
-Él me ha perdonado -susurró Myriam.
-Lo que hice estuvo mal. Permití que tus padres te echasen la culpa. Dejé que el pueblo entero te echase las culpas. Fue egoísta por mi parte. Un comporta¬miento cobarde.
-Yo te lo rogué.

-Jared jamás habría permitido que tú llevaras el peso de la culpa de lo que ocurrió. Jared habría peleado con uñas y dientes para protegerte.
Ella no quería oír.
-Era Nochebuena. Solo se estaba divirtiendo.
-Sí, era Nochebuena. Nos lo estábamos pasando muy bien. Jared estaba contando historias sobre el año que había pasado fuera, en el colegio, riendo y ha¬ciendo bromas. Pero Jared había estado bebiendo. Yo también había estado bebiendo -Víctor la miró con tristeza-. Myri, te fallé. Te fallé a ti y a Jared.
-Eso no es cierto. Tú hiciste lo que yo te pedí. No me arrepiento. Fue terrible que Jared... -respiró pro¬fundamente-... muriese. ¿Para qué hacérselo más difí¬cil a papá y mamá? Jared era el mayor. Era el hijo ideal. Un destacado Boy Scout, estudiante ejemplar...
Myriam se quitó la humedad de los ojos y siguió ha¬blando:
-¡Incluso salvó la vida de un niño un verano, cuando tenía quince años! -su voz tembló y dejó esca¬par otra lágrima-. El río estaba creciendo, ¿lo recuer¬das? Y el niño no podía salir. Entonces, Jared se tiró al agua. No lo pensó dos veces. Saltó y sacó al niño.
Miró a Vic con lágrimas en los ojos y agregó:
-Era un héroe, Vic. Era mi héroe. No podía permi¬tir que muriesen con él todas las cosas buenas que hizo.
Pararon a tomar un café en Bahía de Bodega.
-Tomarás descafeinado, supongo -le recordó Vic cuando se acercó la camarera.
Las cosas habían sido un poco tensas entre ellos desde aquella conversación acerca de Jared y el acci¬dente. Vic había dejado el tema, y se habían quedado en silencio.
En aquel momento estaban sentados en una mesa con vistas al mar.
Myriam no había tenido intención de tomar café, pero el tono autoritario de Vic le había hecho querer una laxa.
-Los últimos estudios dicen que pequeñas dosis de cafeína no hacen daño al bebé.
-Ya has tomado una taza en el desayuno. No nece¬sitas otra -miró la carta antes de sugerirle que bebiera un zumo de frutas o un refresco de yogur helado.
-Lo siento, pero no me apetece.
-Toma leche, entonces -Vic dejó la carta, miró a la camarera y dijo-: Una taza de café para mí, por favor. Myriam sonrió a la camarera y dijo:
-Una taza de café, por favor.
La camarera miró a Myriam y luego a Vic.
-Descafeinado. Y tomará un sándwich y una ensa¬lada.
-¿Quiere la señora tomate en el sándwich?
-Tomate y lechuga -dijo Vic.
La camarera desapareció con cara de confusión.
-No puedes pedir por mí -dijo Myriam, mirando con incredulidad a Vic.
-Pero lo he hecho -él desdobló la servilleta-. Tie¬nes que comer. El bebé necesita que comas. Estás de¬masiado delgada.
-Víctor, este no es tu hijo.
-Evidentemente. Si te hubiera dejado embarazada, lo recordaría.
¡Qué cosas decía!, pensó ella.
-Y te hubiera llevado a la iglesia más cercana y te hubiera hecho poner mi apellido y una alianza. Ella se volvió a enfadar.
-¡Muy bonito! ¡Bien a la antigua!
-¿Por qué no usaste protección con Mark? Ella se puso colorada y contestó:
-Esa es una pregunta muy personal.
-Quiero saber.

-Vic...
-¿Te dejaste llevar tanto por aquel momento, que se te olvidó? ¿O es que practicas sexo inseguro?
-¡No! -exclamó ella, furiosa-. Hubo un problema con el condón.
Él la miró sin poder creerlo.
-Jamás he tenido problemas con los condones. Ella se puso más colorada. No quería saber detalles de la vida sexual de Vic.
-Yo no fui la que usó el condón, Vic -contestó ella, humillada por la mirada y el tono de voz de Vic. Vic gruñó y se echó hacia atrás.
-Tonto -aseveró.
-¿Qué?
-Tu amigo...
-Mark.
-Mark fue un tonto. Un hombre de verdad, se toma el tiempo necesario para que no le falle la protección -la miró y al ver su cara de asombro agregó-: Myri, la zona de la que estamos hablando es bastante sensi¬ble.
Ella sintió que se ponía colorada de los pies a la ca¬beza. Extendió la mano hacia el vaso de agua fría y be¬bió.
-No es ninguna ciencia ponerse un preservativo. Un hombre se da cuenta cuando algo va mal.
-De acuerdo -ella removió el hielo del vaso-. Lo he comprendido. Gracias por la lección de biología, Vic.
Para su sorpresa, Vic se empezó a reír. El tono cá¬lido de Vic la hacía estremecer.
-Te estás riendo -lo acusó ella.
-Tengo que reírme, Myri. Jamás he conocido a alguien como tú.
-Eso es halagador. Estoy segura -contestó ella, viendo que la camarera se dirigía hacia ellos.
Myriam hizo sitio en la mesa para la ensalada y el sandwich. De pronto sintió hambre. Se le hizo agua a la boca al ver el sandwich de pavo con tomate y le¬chuga.
Jamás se lo diría a Vic, pero a veces parecía saber exactamente lo que ella necesitaba.
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Mensaje  jai33sire Dom Nov 30, 2008 10:58 pm

muchas gracias por el capitulo

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Mensaje  Chicana_415 Lun Dic 01, 2008 2:13 am

Hay pobre Myris! Se culpo por la muerte de su hermanooo

Sigueleee
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Mensaje  Marianita Lun Dic 01, 2008 2:22 am

Jajajaja, qué onda con sus lecciones de salud sexual!!!!!!! Mi novio Italiano - Página 3 95247 Mi novio Italiano - Página 3 95247 Mi novio Italiano - Página 3 95247 Muchas gracias por los capis Jenny, síguele porfas!!! afro
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Mensaje  mats310863 Lun Dic 01, 2008 8:46 am

SE ME HACE QUE VICTOR NO TARDA EN PEDIRLE A MYRIAM QUE SE CASE CON ÉL

GRACIAS POR EL CAPÍTULO

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Mensaje  alma.fra Lun Dic 01, 2008 9:55 am

Gracias por el capitulo, siguele pronto.
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Mensaje  Jenny Lun Dic 01, 2008 8:59 pm

Aki esta el sig capi espero sus mensajitos

Besos
Jenny



Cuéntame la historia del padre del niño -dijo Vic, inesperadamente, mientras caminaban por la orilla del mar, después de la cena en el restaurante. Una brisa fresca los envolvía y las olas rompían formando espuma.
-No -contestó ella.
-¿Por qué no?
Ella no pudo evitar reírse. Víctor jamás se daba por vencido.
-Porque no tiene sentido -respondió ella con un breve movimiento de cabeza-. No hay nada que tengas que saber.
Vic recogió una caracola pequeña.
-Puedes complacerme... Ella no había hecho otra cosa que complacerlo. Lo miró. No podía creer aún que Mark se pareciera físicamente a Vic.
-¿Qué quieres saber?
Vic tiró la caracola al agua y contestó:
-¿A qué se dedica, por ejemplo, para empezar?
-Es inversor en un banco.
-Es un hombre con éxito, al parecer...
-Le va bien.
-¿Atractivo?
-No está mal.
-Es una confirmación muy enérgica.
-¿Qué quieres que te diga, Vic? ¿Que el preserva¬tivo se quitó porque el sexo fue estupendo?
-¿Fue estupendo el sexo?
-¡No! -exclamó ella, antes de poder reprimirse. I ,uego agregó-: Quiero decir, estuvo bien. Perfectamente...
-¿Perfecto? ¿Es lo mejor que puedes decir? Este hombre, tu amante, te dejó embarazada. Creí que ibas a decir algo más que «bien».
-¡Oh, venga! Sé realista. No todo el mundo tiene relaciones sexuales estupendas. Alguna gente se lo pasa muy bien, otros no. Y otra gente... -respiró pro¬fundamente, lamentándose lo que él le había hecho de¬cir-. Alguna gente tiene tan poca química que no puede ni soñar estar junta.
-Ese no es el motivo por el que tú y Mark no estáis juntos, ¿no es verdad? -Vic frunció el ceño-. Myri, no creo que tú dejes una relación porque falte química, ¿no?
Ella casi se rio. No había habido una relación de verdad.
-Vic, deberías verte, pareces la señorita Herrington cuando nos regañaba porque no teníamos hecho el co¬mentario de texto.
-¿Fue esa la profesora que te echó de clase?
-Yo no había puesto la bomba fétida en su escrito¬rio. Fue Charles. Pero no me creyó.
-Myri, no estamos hablando de la señorita He¬rrington. Estamos hablando de Mark.
Era de lo que ella no quería hablar exactamente.
-Pero yo tampoco le di la bomba fétida a Charles -contestó ella-. Sabes que eso fueron rumores.
-Eres terrible, Myri. Estoy intentando tener una conversación seria contigo y no eres capaz siquiera de darme una respuesta directa. ¿Crees que no me he dado cuenta de que querías desviarme del tema?
-No, no creo que tú conozcas el exacto significado de la palabra «terrible» en inglés...

-Myri...
Al oír su nombre pronunciado por él, Myriam sintió un estremecimiento en todo su cuerpo.
Le gustase o no, aún quería que él tuviera una | buena opinión acerca de ella. Aún le importaba mucho | lo que pensara de ella. Vic no era solo parte de su pa¬sado. Sus sentimientos por él eran más intensos que nunca. Ella deseaba que alguien compartiera sus opi¬niones, que alguien apoyara sus decisiones... ¡Cuánto deseaba que Vic estuviera de su parte!
Vic tomó su mano y se la llevó a la boca. Le dio un beso en los dedos y dijo:
-Myri, seguramente tú sabes que la pasión es algo fugaz. Las verdaderas relaciones se basan en la amistad y la confianza. No permitas que la falta de química sea un obstáculo para casarte con Mark. Piensa en el bebé, Myri. Tenéis que formar una fa¬milia.
El beso que le había dado Vic había sido delicioso. Ella no comprendía cómo podía desearlo tanto aún. Cómo podía estar tan atraída por él. Le hacía desear cosas que jamás había deseado. Le hacía querer más caricias, más ternura, más piel...
-Esto... No es... -Myriam se interrumpió. No podía pensar con claridad.
Los labios de Vic eran como terciopelo en su piel.
Myriam quitó la mano. No podía dejar que Vic la to¬case, porque ella se derretiría de deseo...
-No se trata de una cuestión de química. No soy tan superficial -dijo ella, indignada. Aunque reconocía que había algo de cierto en lo que decía Vic. Al menos, con Mark no había sentido lo que sentía con Víctor.
-Entonces, ¿de qué se trata? -preguntó Vic. Puso sus manos en los hombros de ella.
Lentamente la acarició con los pulgares, quemán¬dola con su tacto.
Para Myriam, aquello fue como una droga. Lo miró, transportada a otro mundo. Su cuerpo parecía derre¬tirse, sus pechos añoraban sus caricias. El calor de sus manos fue como un fuego a través de la seda de su blusa. Ella notó que sus pezones se endurecían. Sintió que el deseo de Vic era evidente...
-No soy superficial -repitió.
-¡Entonces lo amas!
La intensidad en la voz de Vic, la sorprendió.
Ella se sobresaltó y lo miró, tratando de descifrar adonde quería llegar él con aquella conversación.
De pronto, vio la luz. El anticuado Vic, quería creer que el error de Myriam había sido un acto de amor, de pa¬sión. Vic habría sido capaz de comprenderlo en ese caso.
-Sí -susurró ella.
-Entonces, ¿por qué no le das un padre a tu hijo, una familia? Myri, ¿qué es lo que se interpone entre vosotros?
-Vic...
-No me mientas. Hemos compartido muchas cosas como para que me mientas.
Ella lo miró. Quería tenerlo de su parte, que fuera su amigo. Sus padres estaban lejos. No podía contar con Mark. La gente de Healdsburg siempre había criti¬cado lo que había hecho ella.
¡Cuánto deseaba poder volver a confiar en él!
-Háblame, Myri.
Myriam respiró profundamente y dijo:
-Está casado.
-¿Qué?
-Mark lleva casado cerca de diez años. Vic quitó las manos de los hombros de Myriam. Dio un paso atrás. Y la miró horrorizado.
«Por favor, no me mires así», pensó ella.
-Dime que es una broma. Dime que esta es una de esas bromas tuyas tan malas.

-Me gustaría decírtelo, pero no puedo.
-¡Oh, Myri!
Ella se acobardó. ¿No se daba cuenta cuánto lo ne¬cesitaba? ¿No se daba cuenta lo sola que estaba?
-¿Has tenido una aventura con un hombre casado?
-No fue una aventura exactamente.
-Por favor, habla sin pelos en la lengua. Mark, este hombre, ¿lleva casado diez años? Ella asintió.
-Entonces, debe de tener hijos, ¿verdad?
-Dos -dijo ella en voz baja.
-¡Myri!
-Yo no lo sabía, Vic. No lo supe hasta que fue tarde.
Vic no le contestó. No la miró. Se rascó la barbilla. Después de un momento que pareció durar una eterni¬dad, dijo:
-¿Ni siquiera te molestas en averiguar cosas acerca de los hombres con los que te acuestas?
-Nueva York no es una ciudad pequeña. La gente no se conoce...
-Entonces, ¿qué hacías acostándote con un ex¬traño?
Myriam sintió un momento de temor.
-Rompí la relación en cuanto me enteré de la ver¬dad, pero entonces ya estaba embarazada.
-No piensa dejar a su mujer, ¿no es verdad? Ella bajó la mirada, humillada.
-No, Mark dice que la ama... Vic se rió afectadamente.
-Mark parece muy valiente. Un hombre ideal para ser el padre de tus hijos, Myri. Debes de estar orgullosa, Myri, muy orgullosa.
Myriam se estremeció interiormente, avergonzada de sí misma a pesar de su determinación. Vic la había de¬gradado al tamaño de un garbanzo, de una mosca.
Algo terriblemente pequeño y desagradable, digno de pisarlo con la suela del zapato.
Vic tenía razón. Mark no era el tipo de hombre que ella habría elegido para que fuera el padre de sus hijos. Siempre había imaginado a ese hombre como un hom¬bre fuerte, compasivo, ético.
Como su padre. Su padre, el último de una larga lí¬nea de rancheros en la familia... era un hombre de pa¬labra. A la gente le gustaba porque era honesto y di¬recto. No jugaba. Si ofrecía ayuda, la daba.
Tal vez por esa razón su padre y Víctor se lleva¬ban bien. Víctor tenía mucho más dinero, pero esta¬ban cortados por el mismo patrón. Su padre siempre hacía lo que debía. Como Vic. No como Mark. No como ella.
De pronto, se vio a través de los ojos de Vic. No era de extrañarse que la tratase como a una niña. La veía como impulsiva y emocional, una mujer inma¬dura que se negaba a asumir la responsabilidad de sus actos.
Pero esa no era ella. Él no sabía que se había esfor¬zado para ser económicamente independiente desde que se había marchado de su casa. Había luchado para salir adelante sola, en lugar de recurrir a sus padres para que la ayudasen. Algunas veces se había sentido muy sola viviendo en Nueva York, y en lugar de haber preocupado a sus padres con su soledad, se había su¬mergido en el trabajo, había dedicado el tiempo libre a hacer amigos. Ella no había planeado enamorarse de un hombre casado. Mark había sido alguien que había conocido en el Museo Smithsonian. Le había resul¬tado atento y atractivo, y le había parecido intere¬sante.
Pero eso le daba igual a Vic, y le hubiera dado igual a su padre. Su padre se habría quedado pálido como Vic, e incluso más decepcionado
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Mensaje  jai33sire Lun Dic 01, 2008 10:33 pm

muchas gracias por el capitulo...esta buenisima tu novelita

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Mensaje  alma.fra Lun Dic 01, 2008 10:34 pm

Gracias por el capitulo, siguele pronto.
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Mensaje  Marianita Lun Dic 01, 2008 11:10 pm

Ayy Víctor, qué duro es con ella!!! Evil or Very Mad Evil or Very Mad Síguele Jenny porfas!!! What a Face
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Mensaje  Chicana_415 Mar Dic 02, 2008 12:04 am

No te preocupes Myris...Tarde o tempranoo se daran cuenta que tu ni tieness la culpa de nadaaaaaa

Gracias por el cap!
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Mensaje  Eva_vbb Mar Dic 02, 2008 9:36 pm

MUCHAS GRACIAS X LOS CAP...
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VICTOR NO SEAS TAN DURO CON MYRIAM
ELLA NO ES ASI COMO TU PIENSAS....
ELLA QUE IBA A SABER QUE ÈL TIPO ERA CASADO.
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Mensaje  panquesito Miér Dic 03, 2008 1:03 pm

PON MAS CAPITULOSM

QUE DURO ES VICTOR CON MYRIAM

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Mensaje  mats310863 Jue Dic 04, 2008 9:52 am

MYRIAM NO ESTA SIENDO MUY CLARA CON VICTOR, PARA QUE LE DIJO QUE AMA A MARCK, GRACIAS POR EL CAPÍTULO

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Mensaje  panquesito Jue Dic 04, 2008 9:36 pm

QUE PASA NO HAY CAPITULOS HOY

PORFAS PON UNO

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Mensaje  Eva_vbb Vie Dic 05, 2008 12:59 am

JENNY X FISSSSSSSSSSSS
PON CAP.... AUNQUE SEA UNO LARGOTOTEEE
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Mensaje  aNaY Vie Dic 05, 2008 8:04 am

dooooooooo !!!!!


apurale con el capi q sigue nena o voy y me quejo ehhhhh jijijijijijiji



andaleeeee no tardesssssss hoy te estare dando lata lata y mas lata hasta que tengamos mínimo un kpi extra largo en compensacion a todas mis compañeras jijiji



besitosssssssssssssssssssssssssss




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Mensaje  ryaneth Vie Dic 05, 2008 10:41 am

Hola espero tes bien pon capitulo x favorrrrrrrrr Jennyyyyyyyyyyyy Mi novio Italiano - Página 3 64473 Mi novio Italiano - Página 3 64473 Mi novio Italiano - Página 3 64473 Mi novio Italiano - Página 3 64473 Mi novio Italiano - Página 3 64473 Mi novio Italiano - Página 3 64473 Mi novio Italiano - Página 3 64473 Mi novio Italiano - Página 3 64473 Mi novio Italiano - Página 3 64473 Mi novio Italiano - Página 3 64473 Mi novio Italiano - Página 3 64473 Mi novio Italiano - Página 3 64473 Mi novio Italiano - Página 3 64473 Mi novio Italiano - Página 3 64473
tkmmmmmmm......

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Mensaje  mali07 Dom Dic 07, 2008 6:16 am

Ayyy jenny la dejastes muy wena la nobe kello mas kapissss ni/aaaaa sigeleee Very Happy Very Happy Very Happy Very Happy
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