Mi novio Italiano
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Mi novio Italiano
Hola Chiks aki dejandoles una novelita en vista de k hay crisis de escritoras!! espero k les guste y dejen sus mensajitos eh!!
Besos
Jenny
En muy poco tiempo, Myriam no podría seguir negando la evidencia. Sin embargo, estaba totalmente decidida a guardar su secreto mientras visitaba a sus padres, en California, y terminaba de aceptar el hecho de que iba a ser madre soltera.
Pero a Víctor García, un viejo amigo de la familia dedicado al negocio de los viñedos, no se le podía engañar fácilmente. Al más puro estilo italiano, insistió en que debía cuidar a Myriam y del pequeño. Myriam sabía que su matrimonio con aquel hombre moreno y guapo no sería solo de conveniencia...
Besos
Jenny
En muy poco tiempo, Myriam no podría seguir negando la evidencia. Sin embargo, estaba totalmente decidida a guardar su secreto mientras visitaba a sus padres, en California, y terminaba de aceptar el hecho de que iba a ser madre soltera.
Pero a Víctor García, un viejo amigo de la familia dedicado al negocio de los viñedos, no se le podía engañar fácilmente. Al más puro estilo italiano, insistió en que debía cuidar a Myriam y del pequeño. Myriam sabía que su matrimonio con aquel hombre moreno y guapo no sería solo de conveniencia...
Re: Mi novio Italiano
Diez años, y todavía no has cambiado -dijo Víctor con desagrado-. No quieres entrar en razón...
-Vic, solo te estoy pidiendo un juego de llaves de la casa de mis padres -Myriam lo interrumpió, tratando de no hacer caso a su revoltijo de estómago-. No se trata de secretos de comercio.
-¿Eso es una broma? -preguntó Víctor alzando una ceja.
Ella intentó controlar su fatiga y su impaciencia. No le serviría de nada enredarse en una discusión con Vic. Él ganaría. Siempre ganaba.
Myriam intentó recordarle el acuerdo que tenían en la familia.
-Siempre hemos tenido un juego de llaves de más para los otros miembros de la familia, por si surgía una emergencia. Nunca ha habido ningún problema, y no comprendo por qué estás armando tanta historia hoy.
-Porque no es conveniente que te quedes sola en la casa de tus padres. No es lo suficientemente segura. El rancho está muy aislado. Yo estoy a diez minutos de camino, si te pasara algo.
-No va a ocurrirme nada.
-Myri, tú atraes los problemas, como el polen a las abejas. Te he salvado el pellejo varias veces...
-Nunca te he pedido ayuda.
-No, pero la necesitabas.
-Tú no sabes lo que necesito, Vic. Simplemente te gusta pensar que lo sabes.
Myriam estaba furiosa. Por haber tenido que ir a la mansión, en primer lugar. Si no hubiera perdido el lla¬vero de casa de sus padres, no habría estado discu¬tiendo con Víctor García, ni habría estado escu¬chando uno de sus famosos sermones.
Víctor chasqueó la lengua y murmuró algo en ita¬liano.
-¿Qué quiere decir eso? -preguntó ella, sabiendo que a Vic le gustaba cambiar al italiano cuando quería decir algo particularmente insultante.
-He dicho que debería rendirme contigo.
-¡Entonces hazlo! ¡No necesito eso a lo que tú lla¬mas ayuda!
-¿A lo que llamo? -la miró con ojos llenos de rabia. Había herido su machismo. Vic achicó los ojos y agregó-: Tienes suerte de que tengamos una vieja amistad.
-No es una amistad exactamente-. De hecho, eres la última persona a quien describiría como a un amigo.
Vic tensó la mandíbula, pero no le contestó. La miró, en cambio.
Ella permaneció imperturbable. No quería demos¬trarle cuánto le afectaba su juicio.
-Dame las llaves.
-No.
-Mis padres saben que voy a quedarme aquí. Dejé un mensaje en la línea del crucero.
-No puedes quedarte allí sola.
-Yo vivo sola.
Vic apretó más la boca y se cruzó de brazos. Su chaqueta verde quedó apretada también con el movi¬miento. Una luz amarilla brillaba detrás de él. El ven¬tanal se abría a la noche cálida de California.
-Lo que es bastante peligroso en Nueva York. La ciudad está llena de extranjeros que van a la caza de mujeres jóvenes.
De pronto, Myriam recordó a Mark, el padre de su bebé.
¿Qué aspecto tenía realmente Mark? ¿La de un lobo con disfraz de cordero?
Pero ella no quería pensar en Mark. No quería re¬cordar que se había enamorado de Mark, en parte, por¬que él le recordaba a Víctor. El hecho de que, des¬pués de diez años Myriam deseara aún a hombres como Vic, la turbaba. Vic era muy atractivo, sin duda, pero también era insufriblemente despótico.
En realidad, Vic y Mark no se parecían en nada. Mientras que Vic tenía escrúpulos, Mark no.
Mark no era simplemente un lobo viejo, sino un lobo casado con tres hijos y una esposa encerrada en un rico barrio de Connecticut. Greenwich, para ser precisos, pensó Myriam.
-Vic, solo te estoy pidiendo un juego de llaves de la casa de mis padres -Myriam lo interrumpió, tratando de no hacer caso a su revoltijo de estómago-. No se trata de secretos de comercio.
-¿Eso es una broma? -preguntó Víctor alzando una ceja.
Ella intentó controlar su fatiga y su impaciencia. No le serviría de nada enredarse en una discusión con Vic. Él ganaría. Siempre ganaba.
Myriam intentó recordarle el acuerdo que tenían en la familia.
-Siempre hemos tenido un juego de llaves de más para los otros miembros de la familia, por si surgía una emergencia. Nunca ha habido ningún problema, y no comprendo por qué estás armando tanta historia hoy.
-Porque no es conveniente que te quedes sola en la casa de tus padres. No es lo suficientemente segura. El rancho está muy aislado. Yo estoy a diez minutos de camino, si te pasara algo.
-No va a ocurrirme nada.
-Myri, tú atraes los problemas, como el polen a las abejas. Te he salvado el pellejo varias veces...
-Nunca te he pedido ayuda.
-No, pero la necesitabas.
-Tú no sabes lo que necesito, Vic. Simplemente te gusta pensar que lo sabes.
Myriam estaba furiosa. Por haber tenido que ir a la mansión, en primer lugar. Si no hubiera perdido el lla¬vero de casa de sus padres, no habría estado discu¬tiendo con Víctor García, ni habría estado escu¬chando uno de sus famosos sermones.
Víctor chasqueó la lengua y murmuró algo en ita¬liano.
-¿Qué quiere decir eso? -preguntó ella, sabiendo que a Vic le gustaba cambiar al italiano cuando quería decir algo particularmente insultante.
-He dicho que debería rendirme contigo.
-¡Entonces hazlo! ¡No necesito eso a lo que tú lla¬mas ayuda!
-¿A lo que llamo? -la miró con ojos llenos de rabia. Había herido su machismo. Vic achicó los ojos y agregó-: Tienes suerte de que tengamos una vieja amistad.
-No es una amistad exactamente-. De hecho, eres la última persona a quien describiría como a un amigo.
Vic tensó la mandíbula, pero no le contestó. La miró, en cambio.
Ella permaneció imperturbable. No quería demos¬trarle cuánto le afectaba su juicio.
-Dame las llaves.
-No.
-Mis padres saben que voy a quedarme aquí. Dejé un mensaje en la línea del crucero.
-No puedes quedarte allí sola.
-Yo vivo sola.
Vic apretó más la boca y se cruzó de brazos. Su chaqueta verde quedó apretada también con el movi¬miento. Una luz amarilla brillaba detrás de él. El ven¬tanal se abría a la noche cálida de California.
-Lo que es bastante peligroso en Nueva York. La ciudad está llena de extranjeros que van a la caza de mujeres jóvenes.
De pronto, Myriam recordó a Mark, el padre de su bebé.
¿Qué aspecto tenía realmente Mark? ¿La de un lobo con disfraz de cordero?
Pero ella no quería pensar en Mark. No quería re¬cordar que se había enamorado de Mark, en parte, por¬que él le recordaba a Víctor. El hecho de que, des¬pués de diez años Myriam deseara aún a hombres como Vic, la turbaba. Vic era muy atractivo, sin duda, pero también era insufriblemente despótico.
En realidad, Vic y Mark no se parecían en nada. Mientras que Vic tenía escrúpulos, Mark no.
Mark no era simplemente un lobo viejo, sino un lobo casado con tres hijos y una esposa encerrada en un rico barrio de Connecticut. Greenwich, para ser precisos, pensó Myriam.
Re: Mi novio Italiano
HAYYYYYYYYYYYYYYYYYYY QUE EMOCION! Dos novelasss nuevass
EHA EHA EHA!!
Espero que pongas capitulo segidooo
EHA EHA EHA!!
Espero que pongas capitulo segidooo
Chicana_415- VBB PLATINO
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Edad : 34
Localización : San Francisco, CA
Fecha de inscripción : 24/05/2008
Re: Mi novio Italiano
Jenny!!! Mil gracias por venir a salvarnos del abismo de aburrimiento!!! Gracias por entrarle al quite y esperamos los próximos capis!!!
Marianita- STAFF
- Cantidad de envíos : 2851
Edad : 38
Localización : Veracruz, Ver.
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Mi novio Italiano
muchas gracias por esa nueva nolvelita y siguele por faa
jai33sire- VBB PLATINO
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Edad : 48
Localización : Mexico Distrito Federal
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Mi novio Italiano
QUE BUENO QUE VAS A PONER DOS NOVELAS, GRACIAS
mats310863- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 983
Fecha de inscripción : 01/06/2008
Re: Mi novio Italiano
Ke bueno ke te animaste a poner novela, muchas gracias.
alma.fra- VBB DIAMANTE
- Cantidad de envíos : 2190
Fecha de inscripción : 25/06/2008
Re: Mi novio Italiano
wiiiii novelithaaa nuevaaaa
chikitita- VBB CRISTAL
- Cantidad de envíos : 95
Fecha de inscripción : 01/06/2008
Re: Mi novio Italiano
Hay que Padre otra nove, muchas Gracias niña, siguele pronto please
cliostar- VBB ORO
- Cantidad de envíos : 515
Localización : Algún lugar del mundo =)
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Mi novio Italiano
EAEAEAEA OTRA NOBE NUEVAA KE CHIDOOOO JENNY ........ GRASIAS POR EL KAPI ESTUBO MUY SHIKISS EEE KEREMOS MASS GRANDESSS ...............
Re: Mi novio Italiano
Hola Chiks aki les dejo el sig cap espero k les guste y sigan dejando mensajitos eh!!!
Besos
Jenny
El estómago de Myriam se revolvió con el recuerdo. Mark había querido que ella se deshiciera del bebé, hasta el punto de arreglar una cita en una clínica, pero Myriam se había negado, y había aprovechado la-oportu¬nidad para marcharse a California, a trabajar en un proyecto de renovación de jardines.
Había sido un día muy duro, y prometía tener una noche igualmente dura. Llevaba cuatro meses y medio de embarazo, y aún sentía náuseas. Estaba acostum¬brada a las náuseas, pero a aguantar una discusión con Vic...
-Solo voy a quedarme unos días en la ciudad -dijo ella, algo desesperada ya-. Tengo reuniones con clien¬tes hasta el jueves y me vuelvo el viernes a Nueva York.
-Da igual. Aunque te quedases una sola noche. No es un lugar seguro.
Myriam tragó saliva y dijo:
-Cerraré la puerta con llave y cerrojos.
-No.
-Por favor.
-No.
-Vic, tú no eres mi padre. Y no eres Jared. Vic se quedó callado un momento. Luego dijo:
-¿No?
Ella se tragó la rabia, sorprendida de lo que había dicho.
Por supuesto que Vic no era su hermano. Jared y Vic habían sido inseparables hasta el momento en que Jared había chocado el coche aquella horrible Noche¬buena.
No estaba bien decirle eso a Vic.
Myriam dio un paso atrás, molesta por ser tan poco con¬siderada. Se maldijo interiormente por tener la lengua tan larga y rápida, y por sus prontos. Había veces que de¬seaba tener un poco del control que le sobraba a Vic.
-Lo siento -se disculpó ella, avergonzada.
Vic asintió. Apretó los labios bajo su nariz agui¬leña. Una vez ella había bromeado diciéndole que te¬nía una cara ideal para modelo de Michelangelo. Vic había respondido que le habría gustado más ser mo¬delo de Da Vinci.
Myriam miró a Vic. Había transgredido una norma. Ja¬red y el accidente eran temas intocables.
-No debí haber dicho eso de Jared...
-Está bien. Estás cansada. Es tarde.
En lugar de sentirse aliviada, Myriam se sintió peor.
-No quiero pelear contigo. Por favor, déjame la llave.
-Ha habido unos cuantos robos en la zona última¬mente. Han robado en nueve ranchos y lagares. La última vez fue a una mujer mayor, una persona encan¬tadora. Y la hirieron. No puedo permitir que te arries¬gues.
Myriam sintió que perdía parte de su enfado. Vic que¬ría protegerla. Muy típico de Víctor.
Myriam miró la terraza de la mansión y la magnífica vista del valle. Bajo la luz de la luna, los ordenados vi¬ñedos formaban rayas verdes alrededor de las colinas.
Durante los diez años que había estado fuera, pare¬cía que nada había cambiado, ni las uvas ni el orgu¬lloso Víctor. Había estado de visita algunas veces, pero había calculado que no estuviera Vic. De algún modo, Vic y Jared, y el pasado, estaban tan unidos, que le resultaba demasiado doloroso volver a su casa a menudo.
-¿Quién resultó herida? -preguntó ella, mirando el paisaje aún.
Sus padres, a diferencia de otros, seguían usando las tierras para siembra y ganado. Una vez Vic les ha¬bía ofrecido comprarles sus tierras, pero su padre no había querido. Y Vic nunca había vuelto a hablar del asunto.
-La señora Anderson -contestó Vic. Era su antigua profesora de piano.
-¡Qué horrible!
-Es por eso que no quiero que te quedes en casa de tus padres. He prometido cuidar la casa de tus padres mientras ellos no están aquí. Sé que no querrían que te quedases allí, después de lo que ha ocurrido con la se¬ñora Anderson.
-Por supuesto -dijo ella, decepcionada.
Era muy tarde, estaba muy cansada y habría sido estupendo acostarse en la antigua cama de su dormito¬rio de infancia, con su colcha tejida, y las paredes cu¬biertas de fotos de chicas de ballet... y entregarse al sueño, simplemente... Despojarse de todas sus preocu¬paciones por el futuro y volver a ser la niña Myri.
Pero hacía mucho que había desaparecido la niña Myri. Cuando se había marchado de Healdsburg para ir a la universidad, en la Costa Este, hacía diez años. Entonces se había jurado empezar una nueva vida, con gente que no la conociera.
Después de terminar sus estudios, Myriam había empe¬zado a trabajar con una importante empresa de diseño de jardines, abriéndose camino en su profesión desde abajo. De ser la chica de los recados había llegado a diseñar los jardines de las mansiones de la Quinta Ave¬nida.
Myriam sabía que ella tenía talento para el diseño, y estaba deseosa de trabajar duro. Lo que le había lle¬vado a conseguir el trabajo con los Hunt, en Califor¬nia. En realidad, la palabra precisa no era «conseguir», puesto que había peleado por el trabajo con uñas y dientes. La renovación del jardín de los Hunts llevaría años y sería la joya de su corona. Con los jardines de los Hunt en su curriculum, podía abrir su propia em¬presa, trabajar desde casa y ser independiente.
Así había vencido su resistencia a volver a Napa, decidiendo dedicar a los Hunt lo mejor de su tiempo y habilidad.
Sería su propio jefe. Y sería una gran madre tam¬bién. Aunque sus náuseas le hacían desconfiar de sus convicciones.
-Está bien. Me quedaré en un hotel esta noche.
-Es absurdo. No voy a permitir que te quedes en un hotel. Si necesitas un sitio donde quedarte, te quedarás aquí.
-No quiero molestarte. Hay un buen hotel, no muy lejos de aquí.
Myriam se fue moviendo y bajando los escalones, en dirección a su coche. Tenía náuseas. Pero no quería de¬volver allí.
Los pasos de Víctor se oyeron detrás de ella.
Cuando Myriam llegó a su coche, él le tomó el brazo.
-¡Para! ¡Deja de huir! -gritó él.
-No es momento para esto -contestó Myriam.
-¿Es que va a haber algún momento lo suficiente¬mente oportuno para esto? No hablamos desde hace diez años. No te veo desde que huiste de aquí. ¿Por qué tiene que ser siempre así?
-Vic.
-¿Qué?
Besos
Jenny
El estómago de Myriam se revolvió con el recuerdo. Mark había querido que ella se deshiciera del bebé, hasta el punto de arreglar una cita en una clínica, pero Myriam se había negado, y había aprovechado la-oportu¬nidad para marcharse a California, a trabajar en un proyecto de renovación de jardines.
Había sido un día muy duro, y prometía tener una noche igualmente dura. Llevaba cuatro meses y medio de embarazo, y aún sentía náuseas. Estaba acostum¬brada a las náuseas, pero a aguantar una discusión con Vic...
-Solo voy a quedarme unos días en la ciudad -dijo ella, algo desesperada ya-. Tengo reuniones con clien¬tes hasta el jueves y me vuelvo el viernes a Nueva York.
-Da igual. Aunque te quedases una sola noche. No es un lugar seguro.
Myriam tragó saliva y dijo:
-Cerraré la puerta con llave y cerrojos.
-No.
-Por favor.
-No.
-Vic, tú no eres mi padre. Y no eres Jared. Vic se quedó callado un momento. Luego dijo:
-¿No?
Ella se tragó la rabia, sorprendida de lo que había dicho.
Por supuesto que Vic no era su hermano. Jared y Vic habían sido inseparables hasta el momento en que Jared había chocado el coche aquella horrible Noche¬buena.
No estaba bien decirle eso a Vic.
Myriam dio un paso atrás, molesta por ser tan poco con¬siderada. Se maldijo interiormente por tener la lengua tan larga y rápida, y por sus prontos. Había veces que de¬seaba tener un poco del control que le sobraba a Vic.
-Lo siento -se disculpó ella, avergonzada.
Vic asintió. Apretó los labios bajo su nariz agui¬leña. Una vez ella había bromeado diciéndole que te¬nía una cara ideal para modelo de Michelangelo. Vic había respondido que le habría gustado más ser mo¬delo de Da Vinci.
Myriam miró a Vic. Había transgredido una norma. Ja¬red y el accidente eran temas intocables.
-No debí haber dicho eso de Jared...
-Está bien. Estás cansada. Es tarde.
En lugar de sentirse aliviada, Myriam se sintió peor.
-No quiero pelear contigo. Por favor, déjame la llave.
-Ha habido unos cuantos robos en la zona última¬mente. Han robado en nueve ranchos y lagares. La última vez fue a una mujer mayor, una persona encan¬tadora. Y la hirieron. No puedo permitir que te arries¬gues.
Myriam sintió que perdía parte de su enfado. Vic que¬ría protegerla. Muy típico de Víctor.
Myriam miró la terraza de la mansión y la magnífica vista del valle. Bajo la luz de la luna, los ordenados vi¬ñedos formaban rayas verdes alrededor de las colinas.
Durante los diez años que había estado fuera, pare¬cía que nada había cambiado, ni las uvas ni el orgu¬lloso Víctor. Había estado de visita algunas veces, pero había calculado que no estuviera Vic. De algún modo, Vic y Jared, y el pasado, estaban tan unidos, que le resultaba demasiado doloroso volver a su casa a menudo.
-¿Quién resultó herida? -preguntó ella, mirando el paisaje aún.
Sus padres, a diferencia de otros, seguían usando las tierras para siembra y ganado. Una vez Vic les ha¬bía ofrecido comprarles sus tierras, pero su padre no había querido. Y Vic nunca había vuelto a hablar del asunto.
-La señora Anderson -contestó Vic. Era su antigua profesora de piano.
-¡Qué horrible!
-Es por eso que no quiero que te quedes en casa de tus padres. He prometido cuidar la casa de tus padres mientras ellos no están aquí. Sé que no querrían que te quedases allí, después de lo que ha ocurrido con la se¬ñora Anderson.
-Por supuesto -dijo ella, decepcionada.
Era muy tarde, estaba muy cansada y habría sido estupendo acostarse en la antigua cama de su dormito¬rio de infancia, con su colcha tejida, y las paredes cu¬biertas de fotos de chicas de ballet... y entregarse al sueño, simplemente... Despojarse de todas sus preocu¬paciones por el futuro y volver a ser la niña Myri.
Pero hacía mucho que había desaparecido la niña Myri. Cuando se había marchado de Healdsburg para ir a la universidad, en la Costa Este, hacía diez años. Entonces se había jurado empezar una nueva vida, con gente que no la conociera.
Después de terminar sus estudios, Myriam había empe¬zado a trabajar con una importante empresa de diseño de jardines, abriéndose camino en su profesión desde abajo. De ser la chica de los recados había llegado a diseñar los jardines de las mansiones de la Quinta Ave¬nida.
Myriam sabía que ella tenía talento para el diseño, y estaba deseosa de trabajar duro. Lo que le había lle¬vado a conseguir el trabajo con los Hunt, en Califor¬nia. En realidad, la palabra precisa no era «conseguir», puesto que había peleado por el trabajo con uñas y dientes. La renovación del jardín de los Hunts llevaría años y sería la joya de su corona. Con los jardines de los Hunt en su curriculum, podía abrir su propia em¬presa, trabajar desde casa y ser independiente.
Así había vencido su resistencia a volver a Napa, decidiendo dedicar a los Hunt lo mejor de su tiempo y habilidad.
Sería su propio jefe. Y sería una gran madre tam¬bién. Aunque sus náuseas le hacían desconfiar de sus convicciones.
-Está bien. Me quedaré en un hotel esta noche.
-Es absurdo. No voy a permitir que te quedes en un hotel. Si necesitas un sitio donde quedarte, te quedarás aquí.
-No quiero molestarte. Hay un buen hotel, no muy lejos de aquí.
Myriam se fue moviendo y bajando los escalones, en dirección a su coche. Tenía náuseas. Pero no quería de¬volver allí.
Los pasos de Víctor se oyeron detrás de ella.
Cuando Myriam llegó a su coche, él le tomó el brazo.
-¡Para! ¡Deja de huir! -gritó él.
-No es momento para esto -contestó Myriam.
-¿Es que va a haber algún momento lo suficiente¬mente oportuno para esto? No hablamos desde hace diez años. No te veo desde que huiste de aquí. ¿Por qué tiene que ser siempre así?
-Vic.
-¿Qué?
Re: Mi novio Italiano
ESTA EMBARAZADAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA las hormonas no la dejan pensar bien no le grites niñoooo
PA-CIEN-CIAA!
Sigueeeee
PA-CIEN-CIAA!
Sigueeeee
Chicana_415- VBB PLATINO
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Re: Mi novio Italiano
que? que? que le va a decir? quiero saber quiero saber ahh niña siguele porfavor, me gusta esta novela =) Gracias por el capitulo
cliostar- VBB ORO
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Re: Mi novio Italiano
¿QUE LE VA HA DECIR?, GRACIAS POR EL CAPÍTULO
mats310863- VBB PLATINO
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Re: Mi novio Italiano
Espero k les guste!!!! y dejen mensajitos eh!!!
Besos
Jenny
-Voy a devolver.
En el aseo, Vic le dio un trapo húmedo para la cara. Myriam lo agradeció y se lo puso en la sien. Se apoyó en el lavabo. Tenía las piernas débiles y le temblaban las manos.
-Gracias.
-Debiste de decirme que no estabas bien -dijo Víctor, contrariado, y sonriendo tímidamente de medio lado.
Aquel era Víctor en su faceta más compasiva. Y ella agradeció sus pequeñas muestras de misericordia. Afortunadamente, el trapo húmedo ocultaba su rostro, porque él se habría enfurecido más si la hubiera visto sonreír.
-Estoy bien -dijo ella en voz baja y trémula-. Solo estoy cansada. Lo que necesito es dormir. Nada más.
-Tú no eres de las que tiran la toalla cuando están cansadas.
Ella lo miró y luego ocultó su cara debajo del trapo nuevamente.
-He hecho un viaje muy largo. Y apenas he comido.
No podía contarle que algunas veces el solo olor a comida le daba náuseas, y que la implacable presión de Mark en los últimos tiempos había acabado con el poco apetito que le quedaba. Las constantes llamadas de Mark habían cambiado de tono, haciéndose más agresivas al ver que ella no aceptaba su plan. Para Mark, todo era muy sencillo. Que pusiera fin a su em¬barazo. No había más que hablar.
Myriam se ponía furiosa al recordarlo. ¡Poner fin al embarazo! ¡Como si su bebé fuese una cita o una pó¬liza de seguro!
No podía contarle a Víctor nada de aquello. Le había dicho algo así como que no había tenido tiempo de comer. Él había fruncido el ceño y le había pregun¬tado:
-¿Cuándo has llegado a Napa?
-He volado a San Francisco esta mañana -Myriam alzó la cabeza. Sus manos estaban apoyadas en la loza del lavabo, importado de Italia, como casi todas cosas de la mansión-. El vuelo sufrió retrasos... por niebla, creo. Así que he venido en coche para llegar a tiempo a la entrevista de trabajo.
-¿No podías llamar y decir que necesitabas un rato para comer?
-Me compré un sándwich en el aeropuerto.
-Alta cocina -dijo Víctor, torciendo los labios que ella adoraba.
Todavía le quemaba en la memoria el beso que ella le había dado hacía años. Él la había besado del modo que ella había imaginado. Ferozmente. Con pasión. No como los chicos de la edad de ella.
-Francesca está en la cocina preparando algo para ti -continuó Víctor-. Tiene tomates frescos y gambas. Pensó que eso estaría bien.
« ¿Gambas?», pensó Myriam. No podría comerlas.
-De verdad. No te molestes -dijo Myriam para disimu¬lar.
La expresión de Vic se ensombreció.
-No le digas eso a Francesca. Tiene tres cazuelas en el fuego y está cantando en italiano. Cualquiera diría que vamos a dar una fiesta, por el modo en que se está esmerando —se dio la vuelta y se apoyó en el picaporte-. Pero Francesca siempre ha tenido debilidad por ti. Tú eres parte de la familia.
-¿Aunque no haya llamado ni haya escrito en diez años? -preguntó Myriam con una sonrisa, queriendo des¬dramatizar.
Pero Vic no sonrió.
-No me hacen gracia las bromas malas.
-No es una broma mala. Creo que eres tú quien no está de humor... -dijo ella, poniendo los ojos en blanco.
-Comprende, cara, yo sí llamé. Y escribí también. Te escribí a la universidad. Y más tarde, cuando tuviste tu primer apartamento. Incluso durante el año que pa¬saste en Londres como aprendiz de Diseños Hills y Drake.
Myriam volvió a sentir que se le aflojaban las piernas. Se sentó encima de la tapa del inodoro.
-Sí, me escribiste. Escribiste hojas y hojas en el tono más duro que pudiste -su censura le había hecho daño, le había dolido terriblemente-. ¡Por supuesto que no contesté tus cartas! Fuiste cruel...
-Nunca he sido cruel contigo.
-¡Me humillaste, Vic!
-Te humillaste a ti misma. Todavía no comprendo cómo se te ocurrió subirte a mi regazo, y actuar como una... una...
-¡Dilo!
-Da igual. Olvídalo.
Myriam bajó el paño húmedo, pensando en las cua¬driculadas ideas de Vic. Lo habían criado en la idea de que las chicas eran seres indefensos y los chicos here¬deros de la tierra.
-No voy a disculparme por lo de aquella noche -dijo ella-. Jamás me disculparé. No hice nada malo.
-Cara, no llevabas braguitas.
Myriam se puso colorada, pero alzó la cabeza desafiantemente. Había estado loca por él, y había querido impresionarlo desesperadamente.
-Había leído que se consideraba sexy.
Besos
Jenny
-Voy a devolver.
En el aseo, Vic le dio un trapo húmedo para la cara. Myriam lo agradeció y se lo puso en la sien. Se apoyó en el lavabo. Tenía las piernas débiles y le temblaban las manos.
-Gracias.
-Debiste de decirme que no estabas bien -dijo Víctor, contrariado, y sonriendo tímidamente de medio lado.
Aquel era Víctor en su faceta más compasiva. Y ella agradeció sus pequeñas muestras de misericordia. Afortunadamente, el trapo húmedo ocultaba su rostro, porque él se habría enfurecido más si la hubiera visto sonreír.
-Estoy bien -dijo ella en voz baja y trémula-. Solo estoy cansada. Lo que necesito es dormir. Nada más.
-Tú no eres de las que tiran la toalla cuando están cansadas.
Ella lo miró y luego ocultó su cara debajo del trapo nuevamente.
-He hecho un viaje muy largo. Y apenas he comido.
No podía contarle que algunas veces el solo olor a comida le daba náuseas, y que la implacable presión de Mark en los últimos tiempos había acabado con el poco apetito que le quedaba. Las constantes llamadas de Mark habían cambiado de tono, haciéndose más agresivas al ver que ella no aceptaba su plan. Para Mark, todo era muy sencillo. Que pusiera fin a su em¬barazo. No había más que hablar.
Myriam se ponía furiosa al recordarlo. ¡Poner fin al embarazo! ¡Como si su bebé fuese una cita o una pó¬liza de seguro!
No podía contarle a Víctor nada de aquello. Le había dicho algo así como que no había tenido tiempo de comer. Él había fruncido el ceño y le había pregun¬tado:
-¿Cuándo has llegado a Napa?
-He volado a San Francisco esta mañana -Myriam alzó la cabeza. Sus manos estaban apoyadas en la loza del lavabo, importado de Italia, como casi todas cosas de la mansión-. El vuelo sufrió retrasos... por niebla, creo. Así que he venido en coche para llegar a tiempo a la entrevista de trabajo.
-¿No podías llamar y decir que necesitabas un rato para comer?
-Me compré un sándwich en el aeropuerto.
-Alta cocina -dijo Víctor, torciendo los labios que ella adoraba.
Todavía le quemaba en la memoria el beso que ella le había dado hacía años. Él la había besado del modo que ella había imaginado. Ferozmente. Con pasión. No como los chicos de la edad de ella.
-Francesca está en la cocina preparando algo para ti -continuó Víctor-. Tiene tomates frescos y gambas. Pensó que eso estaría bien.
« ¿Gambas?», pensó Myriam. No podría comerlas.
-De verdad. No te molestes -dijo Myriam para disimu¬lar.
La expresión de Vic se ensombreció.
-No le digas eso a Francesca. Tiene tres cazuelas en el fuego y está cantando en italiano. Cualquiera diría que vamos a dar una fiesta, por el modo en que se está esmerando —se dio la vuelta y se apoyó en el picaporte-. Pero Francesca siempre ha tenido debilidad por ti. Tú eres parte de la familia.
-¿Aunque no haya llamado ni haya escrito en diez años? -preguntó Myriam con una sonrisa, queriendo des¬dramatizar.
Pero Vic no sonrió.
-No me hacen gracia las bromas malas.
-No es una broma mala. Creo que eres tú quien no está de humor... -dijo ella, poniendo los ojos en blanco.
-Comprende, cara, yo sí llamé. Y escribí también. Te escribí a la universidad. Y más tarde, cuando tuviste tu primer apartamento. Incluso durante el año que pa¬saste en Londres como aprendiz de Diseños Hills y Drake.
Myriam volvió a sentir que se le aflojaban las piernas. Se sentó encima de la tapa del inodoro.
-Sí, me escribiste. Escribiste hojas y hojas en el tono más duro que pudiste -su censura le había hecho daño, le había dolido terriblemente-. ¡Por supuesto que no contesté tus cartas! Fuiste cruel...
-Nunca he sido cruel contigo.
-¡Me humillaste, Vic!
-Te humillaste a ti misma. Todavía no comprendo cómo se te ocurrió subirte a mi regazo, y actuar como una... una...
-¡Dilo!
-Da igual. Olvídalo.
Myriam bajó el paño húmedo, pensando en las cua¬driculadas ideas de Vic. Lo habían criado en la idea de que las chicas eran seres indefensos y los chicos here¬deros de la tierra.
-No voy a disculparme por lo de aquella noche -dijo ella-. Jamás me disculparé. No hice nada malo.
-Cara, no llevabas braguitas.
Myriam se puso colorada, pero alzó la cabeza desafiantemente. Había estado loca por él, y había querido impresionarlo desesperadamente.
-Había leído que se consideraba sexy.
Re: Mi novio Italiano
y como mañana no les voy a poder poner capi aki les dejo el k sigue okis!!!
Y tambien va para ti Mariana k todo salga bien!!!
Besos
Jenny
-Eras una niña.
-Tenía diecisiete años.
-Dieciséis.
-Casi diecisiete.
-Y llevabas un encaje blanco... ¿Cómo lo llamáis?
-Liguero.
-Sí, liguero, debajo de la falda. Un liguero de en¬caje blanco sin braguitas. ¿Qué se supone que tenía que pensar?
Evidentemente, Vic no podía verla más que como la hermana pequeña de Jared.
-Que me gustabas, Vic. Que era una adolescente enamorada de ti y que quería impresionarte -Myriam se puso de pie y le tiró el paño húmedo.
Vic lo atrapó.
-No me impresionó. Me puso enfermo.
Aquel era el motivo por el que ella no le había contestado. Él no comprendía lo duro que había sido. Lo duro que podía ser. Víctor había sido criado en una familia italiana rica y aristocrática. Sus valores eran conservadores, y a pesar de que había hecho suya la mayor parte de la cultura americana, aún creía que la virtud de una mujer era su bien más preciado. En lugar de sentirse halagado por su intento de seduc¬ción, se había sentido horrorizado. Horrorizado y dis¬gustado.
Myriam se puso de pie y captó brevemente su reflejo en el espejo. Tenía ojeras. Se le habían soltado los ri¬zos oscuros de su moño.
Se dio la vuelta. Estaba demasiado cansada como para intentar arreglar aquel desorden de rizos.
-Esto no funcionará, Vic. Déjame irme a un hotel. Francesca lo comprenderá.
Vic la detuvo cuando ella quiso pasar por su lado. Le tomó la mano y luego la muñeca. La atrajo hacia él como lo había hecho cuando era más joven y había ne¬cesitado consuelo después de la muerte de Jared.
-Pero yo no lo comprenderé -murmuró él-. No sé qué nos ha ocurrido. No sé por qué estás tan enfadada conmigo. Ni siquiera eres capaz de hablarme sin reso¬plar y erizarte como un gato.
Ella no oyó sus palabras. Solo sintió su calor. Se ha¬bía olvidado de lo sensible que la hacía sentir, como si su piel fueran terminaciones nerviosas de terciopelo. Era una sensación embriagadora el estar tan cerca de él. Vic había sido el mejor amigo de Jared, pero a su lado, ella no sentía lo mismo que había sentido con su hermano. Para ella no era un hermano en absoluto.
Su corazón empezó a latir aceleradamente, y du¬rante un segundo deseó envolverlo con sus brazos, buscar el calor que una vez había encontrado en él.
Antes de que Myriam pudiera hablar, Francesca, el ama de llaves de los últimos treinta años, apareció, limpiándose las manos en el delantal blanco.
-La cena está lista -anunció, radiante de alegría-. Ven, Myri. Te he preparado una pasta especial, muy liviana, muy fresca. Pienso que te gustará mucho. Por favor, ven. Siéntate. La cocina olía a aceite de oliva y a ajo. Francesca había puesto dos cubiertos en la rústica mesa de pino, cerca de la chimenea de piedra. Estaba encendida y las velas que había en la mesa, brillaban con su luz.
-Huele muy bien -dijo Myriam, sorprendida de que el olor a cebollas y a ajo no le diera arcadas.
Volvió a aspirar el olor, esperando oler a pescado o a las gambas, pero no descubrió nada. El estómago le hizo ruido de hambre. Francesca siempre había sido
una cocinera excelente. Hacía que los ingredientes más simples tuvieran un gusto exquisito.
Víctor le ofreció una silla. Myriam se sentó a la mesa.
-Todo es muy fresco -dijo Francesca nuevamente, sirviendo la pasta-. Recuerdo que te gustaban las acei¬tunas en la pasta, y estas son muy buenas. Limpias y dulces, no amargas.
Vic abrió una botella de vino tinto García, de su reserva privada. Comieron en silencio prácticamente, hablando solo del tiempo y de los vinos de la zona.
Myriam se alegró de que Vic dirigiera la conversación a temas impersonales. Lentamente fue cediendo la ten¬sión y su dolor de cabeza.
Sonó el teléfono en el corredor, aunque era más de medianoche. Francesca contestó.
-El papá -dijo la mujer, volviendo a la cocina.
-Mi padre -dijo Vic, poniéndose de pie-. Tengo que atender esta llamada.
-Por supuesto -contestó Myriam, cortando un trozo de pan crujiente.
Myriam sabía que con la diferencia horaria entre Cali¬fornia y Florencia, Vic hacía muchos negocios muy tarde por la noche. La familia García era dueña de lagares en Italia y en el norte de California. Víctor se encargaba de los lagares de California. Su padre y su hermano pequeño se ocupaban de las tierras de Italia.
Francesca esperó a que Vic se marchase para acer¬carse a Myriam. No perdió el tiempo hablando de frivoli¬dades, sino que miró detenidamente a Myriam. Esta se acomodó en la silla, incómoda, evitando los ojos del ama de llaves.
La tensión aumentó. Francesca no se movió.
Finalmente, Myriam dejó el pan en su plato y se limpió los dedos en la servilleta.
-¿Sí, Francesca?
-Estás embarazada, ¿no es verdad?
-No -contestó ella tan automáticamente, que ni si¬quiera se había detenido a pensar si quería admitir la verdad.
El ama de llaves agitó la cabeza.
-¿Lo saben tus padres?
-Están de vacaciones.
-O sea, que estás embarazada -Francesca se cruzó de brazos-. Has venido al lugar adecuado. Víctor te cuidará.
Y tambien va para ti Mariana k todo salga bien!!!
Besos
Jenny
-Eras una niña.
-Tenía diecisiete años.
-Dieciséis.
-Casi diecisiete.
-Y llevabas un encaje blanco... ¿Cómo lo llamáis?
-Liguero.
-Sí, liguero, debajo de la falda. Un liguero de en¬caje blanco sin braguitas. ¿Qué se supone que tenía que pensar?
Evidentemente, Vic no podía verla más que como la hermana pequeña de Jared.
-Que me gustabas, Vic. Que era una adolescente enamorada de ti y que quería impresionarte -Myriam se puso de pie y le tiró el paño húmedo.
Vic lo atrapó.
-No me impresionó. Me puso enfermo.
Aquel era el motivo por el que ella no le había contestado. Él no comprendía lo duro que había sido. Lo duro que podía ser. Víctor había sido criado en una familia italiana rica y aristocrática. Sus valores eran conservadores, y a pesar de que había hecho suya la mayor parte de la cultura americana, aún creía que la virtud de una mujer era su bien más preciado. En lugar de sentirse halagado por su intento de seduc¬ción, se había sentido horrorizado. Horrorizado y dis¬gustado.
Myriam se puso de pie y captó brevemente su reflejo en el espejo. Tenía ojeras. Se le habían soltado los ri¬zos oscuros de su moño.
Se dio la vuelta. Estaba demasiado cansada como para intentar arreglar aquel desorden de rizos.
-Esto no funcionará, Vic. Déjame irme a un hotel. Francesca lo comprenderá.
Vic la detuvo cuando ella quiso pasar por su lado. Le tomó la mano y luego la muñeca. La atrajo hacia él como lo había hecho cuando era más joven y había ne¬cesitado consuelo después de la muerte de Jared.
-Pero yo no lo comprenderé -murmuró él-. No sé qué nos ha ocurrido. No sé por qué estás tan enfadada conmigo. Ni siquiera eres capaz de hablarme sin reso¬plar y erizarte como un gato.
Ella no oyó sus palabras. Solo sintió su calor. Se ha¬bía olvidado de lo sensible que la hacía sentir, como si su piel fueran terminaciones nerviosas de terciopelo. Era una sensación embriagadora el estar tan cerca de él. Vic había sido el mejor amigo de Jared, pero a su lado, ella no sentía lo mismo que había sentido con su hermano. Para ella no era un hermano en absoluto.
Su corazón empezó a latir aceleradamente, y du¬rante un segundo deseó envolverlo con sus brazos, buscar el calor que una vez había encontrado en él.
Antes de que Myriam pudiera hablar, Francesca, el ama de llaves de los últimos treinta años, apareció, limpiándose las manos en el delantal blanco.
-La cena está lista -anunció, radiante de alegría-. Ven, Myri. Te he preparado una pasta especial, muy liviana, muy fresca. Pienso que te gustará mucho. Por favor, ven. Siéntate. La cocina olía a aceite de oliva y a ajo. Francesca había puesto dos cubiertos en la rústica mesa de pino, cerca de la chimenea de piedra. Estaba encendida y las velas que había en la mesa, brillaban con su luz.
-Huele muy bien -dijo Myriam, sorprendida de que el olor a cebollas y a ajo no le diera arcadas.
Volvió a aspirar el olor, esperando oler a pescado o a las gambas, pero no descubrió nada. El estómago le hizo ruido de hambre. Francesca siempre había sido
una cocinera excelente. Hacía que los ingredientes más simples tuvieran un gusto exquisito.
Víctor le ofreció una silla. Myriam se sentó a la mesa.
-Todo es muy fresco -dijo Francesca nuevamente, sirviendo la pasta-. Recuerdo que te gustaban las acei¬tunas en la pasta, y estas son muy buenas. Limpias y dulces, no amargas.
Vic abrió una botella de vino tinto García, de su reserva privada. Comieron en silencio prácticamente, hablando solo del tiempo y de los vinos de la zona.
Myriam se alegró de que Vic dirigiera la conversación a temas impersonales. Lentamente fue cediendo la ten¬sión y su dolor de cabeza.
Sonó el teléfono en el corredor, aunque era más de medianoche. Francesca contestó.
-El papá -dijo la mujer, volviendo a la cocina.
-Mi padre -dijo Vic, poniéndose de pie-. Tengo que atender esta llamada.
-Por supuesto -contestó Myriam, cortando un trozo de pan crujiente.
Myriam sabía que con la diferencia horaria entre Cali¬fornia y Florencia, Vic hacía muchos negocios muy tarde por la noche. La familia García era dueña de lagares en Italia y en el norte de California. Víctor se encargaba de los lagares de California. Su padre y su hermano pequeño se ocupaban de las tierras de Italia.
Francesca esperó a que Vic se marchase para acer¬carse a Myriam. No perdió el tiempo hablando de frivoli¬dades, sino que miró detenidamente a Myriam. Esta se acomodó en la silla, incómoda, evitando los ojos del ama de llaves.
La tensión aumentó. Francesca no se movió.
Finalmente, Myriam dejó el pan en su plato y se limpió los dedos en la servilleta.
-¿Sí, Francesca?
-Estás embarazada, ¿no es verdad?
-No -contestó ella tan automáticamente, que ni si¬quiera se había detenido a pensar si quería admitir la verdad.
El ama de llaves agitó la cabeza.
-¿Lo saben tus padres?
-Están de vacaciones.
-O sea, que estás embarazada -Francesca se cruzó de brazos-. Has venido al lugar adecuado. Víctor te cuidará.
Re: Mi novio Italiano
Oh oh.....su secreto esta al descubiertooooo
Gracias por el 2x1 aunque me tenga que esperar hasta el unes para un capi
Gracias por el 2x1 aunque me tenga que esperar hasta el unes para un capi
Chicana_415- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 1282
Edad : 34
Localización : San Francisco, CA
Fecha de inscripción : 24/05/2008
Re: Mi novio Italiano
Gracias por los capis Jenny, ya me puse al corriente, síguele pleaseee!!!
Última edición por Marianita el Mar Nov 25, 2008 12:08 am, editado 3 veces
Marianita- STAFF
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Localización : Veracruz, Ver.
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Mi novio Italiano
gracias por el capitulo siguele por fa que esta buenisima
jai33sire- VBB PLATINO
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Edad : 48
Localización : Mexico Distrito Federal
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Mi novio Italiano
Gracias por el capitulo, notardes con el siguiente.
alma.fra- VBB DIAMANTE
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Fecha de inscripción : 25/06/2008
Re: Mi novio Italiano
CREO QUE DE VERDAD MYRIAM LLEGO AL SITIO CORRECTO, GRACIAS POR LOS CAPÍTULOS
mats310863- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 983
Fecha de inscripción : 01/06/2008
Re: Mi novio Italiano
otra novelita mas????
oyeee que buenooo.... y eso de la crisis no me la sabia, sera que ando tan atrasada que tengo un buen de noves pendientes de leer????
aun asi gracias niña dosa x la nove....
estare al pendiente y dando mucha lata ehhh
besossssssss
aNa
oyeee que buenooo.... y eso de la crisis no me la sabia, sera que ando tan atrasada que tengo un buen de noves pendientes de leer????
aun asi gracias niña dosa x la nove....
estare al pendiente y dando mucha lata ehhh
besossssssss
aNa
Re: Mi novio Italiano
Chikas lamento escribir hasta ahora, pero no podre escribir en un ratito, yo espero k para el proximo martes escribir.
No puedo dar razones, pero prometo que cuando regrese tendran muchos capis!
Besos
Jenny
No puedo dar razones, pero prometo que cuando regrese tendran muchos capis!
Besos
Jenny
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