Mujer Prohibida (Completa)
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Re: Mujer Prohibida (Completa)
GRACIAS X EL CAP.... TE ESPERAMOS MAÑANA CON EL QUE SIGUE
Eva_vbb- VBB DIAMANTE
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Edad : 39
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Mujer Prohibida (Completa)
lo bueno es que ya lo reconocio que esta enamorada de el nada mas falta que le diga la verdad del hermanastro de vico
gracias por el capitulo prima....me encanta esta novela....sigueleeeeeeee
gracias por el capitulo prima....me encanta esta novela....sigueleeeeeeee
susy81- VBB CRISTAL
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Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Mujer Prohibida (Completa)
Mañana el gran final
Capítulo Diez
Cuando sonó el timbre, Víctor se levantó del sofá, con cuidado para no despertar a Myriam de su siesta, y la tapó con una manta.
Lo amaba. No lo había dicho, pero sólo el amor podía explicar el brillo de sus ojos cuando lo miraba o la ternura de sus caricias. Por supuesto, tampoco él le había confesado su amor, pero lo haría durante la cena.
Cuando abrió la puerta, se sorprendió al ver a Carter con un maletín en la mano. La expresión seria de su amigo le dijo que aquélla no era una visita de cortesía. Carter había encontrado al ladrón.
—¿Dónde está Myriam?
—Echándose una siesta —contestó Víctor, llevándolo a su estudio.
—Mejor —dijo Carter, cerrando la puerta.
Víctor se sorprendió. Su amigo era la persona más tranquila que conocía, pero parecía nervioso.
—¿Quién es? —preguntó.
—Lo he comprobado todo tres veces...
—¿Y?
—Es un trabajo desde dentro.
Víctor se pasó una mano por el pelo, incrédulo.
—¿Por qué querría robarme uno de mis empleados? Todos están bien pagados, tenemos una excelente relación... Somos como una familia. Tienes que haber cometido un error, Carter.
—Tengo pruebas, Víctor —suspiró él, colocando el maletín sobre el escritorio.
—Quiero el nombre de ese malnacido. Quiero saber cuántas veces ha tenido acceso a los archivos, quiero saber a quién le ha vendido el programa y cuánto le han pagado por él.
—Está todo en mi informe —dijo Carter, sacando unos papeles—. Lo siento mucho, amigo. Era Sergio.
Víctor dio un paso atrás.
—No puede ser. Alguien ha intentado cargarlo con esto...
—He encontrado ingresos en su cuenta corriente que coinciden con las fechas que me diste... la más reciente y la de hace un par de años.
Víctor no quería saber cómo había conseguido Carter esa información confidencial, pero daba igual porque estaba equivocado. Tenía que estar equivocado.
—Mi hermano nunca me robaría.
—Debes admitir que Sergio era muy competitivo contigo. Siempre quería un coche mejor que el tuyo, una casa mejor, tu empresa, Myriam...
—Era una competencia sana, entre hermanos —lo interrumpió Víctor.
Pero ¿y la navajita que encontró en la caja? ¿Y las alianzas de sus padres, el reloj, la pulsera que le regaló su novia? ¿Y Myriam?
—¿Por qué iba a robar Sergio a su propia empresa? Tenía un treinta por ciento de las acciones.
—Tu hermano le debía dinero a todo el mundo. Por lo visto, el banco le había denegado un préstamo y sus tarjetas de crédito estaban hasta el límite. La única forma de conseguir dinero era pedírtelo a ti, pero entonces tendría que haber admitido sus problemas económicos... y Sergio no era capaz de hacerlo.
Las facturas que había visto en casa de Myriam, que ella hubiera tenido que vender la casa y el coche... pero no podía creer que Sergio lo hubiese traicionado.
—Sé que no te caía bien mi hermano, Carter, pero no esperaba que quisieras arruinar su reputación una vez muerto.
Su amigo apretó los dientes.
—No mates al mensajero, Víctor. Ojalá pudiera decirte que era otra persona, pero no puedo. Todas las pistas llevan a Sergio y, que yo sepa, trabajaba solo, vendiéndole secretos empresariales a la competencia.
Víctor se dio la vuelta. ¿Por qué iba a mentir su amigo? Pero tenía que estar mintiendo.
—¿Crees que es fácil para mí decirte esto?
—¿Y por qué lo haces?
Carter dejó escapar un largo suspiro.
—He estado a punto de ocultártelo, pero sé que estás preocupado por la seguridad de tu empresa. Ahora que Sergio no está, puedes lanzar otros programas sin miedo a que los pirateen.
Víctor se pasó una mano por el pelo. Había hecho todo lo que pudo por Sergio. Siempre. Había ahorrado cada céntimo para pagarle los estudios. Le había dado un trabajo y acciones de su empresa... Sergio no podía haberlo traicionado.
—¿Crees que Myriam sabía algo? —preguntó Carter entonces.
—No.
—Pero ella se ha beneficiado de ese dinero. Y se casó contigo unas semanas después de la muerte de Sergio.
—Te equivocas —dijo Víctor, furioso.
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué su amigo intentaba separarlo de las dos personas que más le importaban en el mundo?
—No sé por qué te empeñas en culpar a mi hermano... o a Myriam, pero estás equivocado. Voy a darte un cheque por tus servicios... y luego quiero que te vayas de mi casa.
—Tú sabes que no te mentiría, Víctor. Aquí están los datos. Cuando estés dispuesto a sacar la cabeza de la arena, echa un vistazo al informe.
—Vete, por favor.
Su amigo lo miró, sacudiendo la cabeza.
—Cuando estés dispuesto a hablar, ya sabes dónde encontrarme.
—Eso no va a pasar.
Carter se dio la vuelta y salió del estudio.
El ruido de la puerta sobresaltó a Myriam. Las voces en el estudio la habían despertado, dejándola horrorizada. Sergio era el ladrón. ¿Cómo podía no haberse dado cuenta?
De repente, los comentarios de Sergio en el diario empezaban a tener sentido... Por alguna razón incomprensible, sentía que tenía derecho a quitarle a Víctor lo que más quería...
Myriam tuvo que salir corriendo al cuarto de baño. Cuando por fin desaparecieron las náuseas, se lavó la cara y, apoyándose en la puerta, se abrazó a sí misma.
¿Qué iba a hacer?
¿El amor de Víctor por Sergio se tornaría en odio? ¿Ese odio se extendería al hijo de su hermano y a ella? Sergio era adoptado, de modo que no había lazos de sangre.
Myriam se puso la mano sobre el abdomen, en un gesto de protección, rezando para llevar dentro el hijo de Víctor, no sólo por el niño, sino por él. Víctor valoraba la familia por encima de todo y necesitaba que aquel niño fuera hijo suyo. Necesitaba una familia.
Myriam se había enamorado de él y no quería marcharse, pero... ¿qué haría si la echaba de su casa?
No podía aceptar el dinero que le correspondía por las acciones de la empresa si Sergio había estado robándole. No, no aceptaría nada de él.
—¿Te encuentras bien? —oyó la voz de Víctor al otro lado de la puerta.
Ella abrió, pálida.
—Sí. ¿Y tú?
—¿Lo has oído?
—Era difícil no oír los gritos.
—Estoy bien, no te preocupes.
Como durante el funeral, intentaba esconder su dolor, pero estaba en sus ojos, en su postura.
Myriam había querido protegerlo del lado oscuro de Sergio y había fracasado. Dando un paso adelante, enredó los brazos alrededor de su cuello y apoyó la cara en su pecho.
—Lo siento.
—Carter cree que Sergio era el ladrón —dijo Víctor con voz ronca—. ¿Por que mentiría mi mejor amigo sobre algo tan importante?
Myriam cerró los ojos. Esa mañana había pensado que había una oportunidad para ellos. Porque lo amaba. Ahora, eso le parecía un sueño imposible. Pero no podía dejar que Sergio siguiera robándole a su hermano. Y la única forma de detener la destrucción de su amistad con Carter era hablarle de aquel maldito diario en el que describía sus defectos con detalle. Cuando Víctor supiera que había sido un fracaso como esposa y como mujer, no querría saber nada más de ella. Pero no tenía alternativa. Aunque le rompía el corazón, tenía que hacerlo.
—No te ha mentido. Sergio te robaba.
Víctor dio un paso atrás.
—¿Qué estás diciendo?
¿Por qué la posibilidad de perder a aquel hombre le dolía mil veces más que los engaños de Sergio?
¿De verdad había amado a su marido alguna vez o estaba enamorada de la idea de felicidad que él le había vendido? No había comparación entre la atracción superficial que había sentido por Sergio y el amor que sentía por Víctor.
Myriam entró en su cuarto y sacó el diario de debajo del colchón.
—Encontré esto después del accidente. Es el diario de tu hermano. Aquí dice que «tiene lo que Víctor más desea», que sólo así «quedará por encima y conseguirá lo que le corresponde». Hay fechas... supongo que las mismas que le has dado a Carter... en las que habla de que «ha llegado su momento».
Cuando Víctor tomó el diario, Myriam dijo adiós a sus esperanzas y sus sueños.
—Sergio te ha robado muchas cosas. No dejes que rompa tu amistad con Carter.
—Tú sabías lo que estaba haciendo —dijo él, con los dientes apretados—. Y no me lo has dicho hasta ahora porque sigues amándolo.
¡No! Pero no podía decirle que nunca había amado a Sergio, ni que la noche de su muerte lo odiaba por todo lo que le había hecho y se odiaba a sí misma por haber sido tan ingenua.
—No te lo conté porque no quería destrozar el recuerdo que tenías de tu hermano. Sergio ya no está. Sus pecados han terminado con su muerte. Tu empresa está a salvo.
Víctor empezó a pasear por la habitación.
—Me has traicionado. Igual que él.
—Yo nunca te haría daño. Te quiero.
Él se volvió, furioso.
—¿Cómo voy a creerte? Amabas a mi hermano tanto como para mentir por él... ¿Te acostaste conmigo después del funeral para no quedarte en la calle?
—No, Víctor —contestó Myriam, intentando contener las náuseas.
—Y yo me he creído eso de que el niño podría ser mío...
—Podría serlo.
—Ya no sé qué creer. Pensé que me había aprovechado de ti, pero parece que es al revés.
—No, yo...
—La gente en la que más confiaba me ha traicionado.
—Yo no sabía nada de esto hasta que...
—Tú sabías que Sergio me estaba robando y no me lo dijiste. Eso es lo único que importa —la interrumpió Víctor—. Me voy. Voy a dar un paseo con Maggie.
—Pero...
—Tengo que salir de aquí.
—¡Víctor, espera!
Pero él siguió adelante. Myriam se dejó caer sobre la cama, angustiada. ¿Qué debía hacer? El miedo le decía que se fuera de allí antes de que Víctor la echase. Pero no podía hacerlo. Por miedo al rechazo había dejado que Sergio aplastara sus sueños... y había pagado un precio muy alto por su cobardía. Si amaba de verdad a Víctor le diría la verdad, toda la verdad.
En ese momento, Ursus se puso a llorar. Myriam se secó los ojos y atendió al cachorro, porque por muy mal que estuvieran las cosas, la vida seguía. Y ella no pensaba rendirse.
Capítulo Diez
Cuando sonó el timbre, Víctor se levantó del sofá, con cuidado para no despertar a Myriam de su siesta, y la tapó con una manta.
Lo amaba. No lo había dicho, pero sólo el amor podía explicar el brillo de sus ojos cuando lo miraba o la ternura de sus caricias. Por supuesto, tampoco él le había confesado su amor, pero lo haría durante la cena.
Cuando abrió la puerta, se sorprendió al ver a Carter con un maletín en la mano. La expresión seria de su amigo le dijo que aquélla no era una visita de cortesía. Carter había encontrado al ladrón.
—¿Dónde está Myriam?
—Echándose una siesta —contestó Víctor, llevándolo a su estudio.
—Mejor —dijo Carter, cerrando la puerta.
Víctor se sorprendió. Su amigo era la persona más tranquila que conocía, pero parecía nervioso.
—¿Quién es? —preguntó.
—Lo he comprobado todo tres veces...
—¿Y?
—Es un trabajo desde dentro.
Víctor se pasó una mano por el pelo, incrédulo.
—¿Por qué querría robarme uno de mis empleados? Todos están bien pagados, tenemos una excelente relación... Somos como una familia. Tienes que haber cometido un error, Carter.
—Tengo pruebas, Víctor —suspiró él, colocando el maletín sobre el escritorio.
—Quiero el nombre de ese malnacido. Quiero saber cuántas veces ha tenido acceso a los archivos, quiero saber a quién le ha vendido el programa y cuánto le han pagado por él.
—Está todo en mi informe —dijo Carter, sacando unos papeles—. Lo siento mucho, amigo. Era Sergio.
Víctor dio un paso atrás.
—No puede ser. Alguien ha intentado cargarlo con esto...
—He encontrado ingresos en su cuenta corriente que coinciden con las fechas que me diste... la más reciente y la de hace un par de años.
Víctor no quería saber cómo había conseguido Carter esa información confidencial, pero daba igual porque estaba equivocado. Tenía que estar equivocado.
—Mi hermano nunca me robaría.
—Debes admitir que Sergio era muy competitivo contigo. Siempre quería un coche mejor que el tuyo, una casa mejor, tu empresa, Myriam...
—Era una competencia sana, entre hermanos —lo interrumpió Víctor.
Pero ¿y la navajita que encontró en la caja? ¿Y las alianzas de sus padres, el reloj, la pulsera que le regaló su novia? ¿Y Myriam?
—¿Por qué iba a robar Sergio a su propia empresa? Tenía un treinta por ciento de las acciones.
—Tu hermano le debía dinero a todo el mundo. Por lo visto, el banco le había denegado un préstamo y sus tarjetas de crédito estaban hasta el límite. La única forma de conseguir dinero era pedírtelo a ti, pero entonces tendría que haber admitido sus problemas económicos... y Sergio no era capaz de hacerlo.
Las facturas que había visto en casa de Myriam, que ella hubiera tenido que vender la casa y el coche... pero no podía creer que Sergio lo hubiese traicionado.
—Sé que no te caía bien mi hermano, Carter, pero no esperaba que quisieras arruinar su reputación una vez muerto.
Su amigo apretó los dientes.
—No mates al mensajero, Víctor. Ojalá pudiera decirte que era otra persona, pero no puedo. Todas las pistas llevan a Sergio y, que yo sepa, trabajaba solo, vendiéndole secretos empresariales a la competencia.
Víctor se dio la vuelta. ¿Por qué iba a mentir su amigo? Pero tenía que estar mintiendo.
—¿Crees que es fácil para mí decirte esto?
—¿Y por qué lo haces?
Carter dejó escapar un largo suspiro.
—He estado a punto de ocultártelo, pero sé que estás preocupado por la seguridad de tu empresa. Ahora que Sergio no está, puedes lanzar otros programas sin miedo a que los pirateen.
Víctor se pasó una mano por el pelo. Había hecho todo lo que pudo por Sergio. Siempre. Había ahorrado cada céntimo para pagarle los estudios. Le había dado un trabajo y acciones de su empresa... Sergio no podía haberlo traicionado.
—¿Crees que Myriam sabía algo? —preguntó Carter entonces.
—No.
—Pero ella se ha beneficiado de ese dinero. Y se casó contigo unas semanas después de la muerte de Sergio.
—Te equivocas —dijo Víctor, furioso.
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué su amigo intentaba separarlo de las dos personas que más le importaban en el mundo?
—No sé por qué te empeñas en culpar a mi hermano... o a Myriam, pero estás equivocado. Voy a darte un cheque por tus servicios... y luego quiero que te vayas de mi casa.
—Tú sabes que no te mentiría, Víctor. Aquí están los datos. Cuando estés dispuesto a sacar la cabeza de la arena, echa un vistazo al informe.
—Vete, por favor.
Su amigo lo miró, sacudiendo la cabeza.
—Cuando estés dispuesto a hablar, ya sabes dónde encontrarme.
—Eso no va a pasar.
Carter se dio la vuelta y salió del estudio.
El ruido de la puerta sobresaltó a Myriam. Las voces en el estudio la habían despertado, dejándola horrorizada. Sergio era el ladrón. ¿Cómo podía no haberse dado cuenta?
De repente, los comentarios de Sergio en el diario empezaban a tener sentido... Por alguna razón incomprensible, sentía que tenía derecho a quitarle a Víctor lo que más quería...
Myriam tuvo que salir corriendo al cuarto de baño. Cuando por fin desaparecieron las náuseas, se lavó la cara y, apoyándose en la puerta, se abrazó a sí misma.
¿Qué iba a hacer?
¿El amor de Víctor por Sergio se tornaría en odio? ¿Ese odio se extendería al hijo de su hermano y a ella? Sergio era adoptado, de modo que no había lazos de sangre.
Myriam se puso la mano sobre el abdomen, en un gesto de protección, rezando para llevar dentro el hijo de Víctor, no sólo por el niño, sino por él. Víctor valoraba la familia por encima de todo y necesitaba que aquel niño fuera hijo suyo. Necesitaba una familia.
Myriam se había enamorado de él y no quería marcharse, pero... ¿qué haría si la echaba de su casa?
No podía aceptar el dinero que le correspondía por las acciones de la empresa si Sergio había estado robándole. No, no aceptaría nada de él.
—¿Te encuentras bien? —oyó la voz de Víctor al otro lado de la puerta.
Ella abrió, pálida.
—Sí. ¿Y tú?
—¿Lo has oído?
—Era difícil no oír los gritos.
—Estoy bien, no te preocupes.
Como durante el funeral, intentaba esconder su dolor, pero estaba en sus ojos, en su postura.
Myriam había querido protegerlo del lado oscuro de Sergio y había fracasado. Dando un paso adelante, enredó los brazos alrededor de su cuello y apoyó la cara en su pecho.
—Lo siento.
—Carter cree que Sergio era el ladrón —dijo Víctor con voz ronca—. ¿Por que mentiría mi mejor amigo sobre algo tan importante?
Myriam cerró los ojos. Esa mañana había pensado que había una oportunidad para ellos. Porque lo amaba. Ahora, eso le parecía un sueño imposible. Pero no podía dejar que Sergio siguiera robándole a su hermano. Y la única forma de detener la destrucción de su amistad con Carter era hablarle de aquel maldito diario en el que describía sus defectos con detalle. Cuando Víctor supiera que había sido un fracaso como esposa y como mujer, no querría saber nada más de ella. Pero no tenía alternativa. Aunque le rompía el corazón, tenía que hacerlo.
—No te ha mentido. Sergio te robaba.
Víctor dio un paso atrás.
—¿Qué estás diciendo?
¿Por qué la posibilidad de perder a aquel hombre le dolía mil veces más que los engaños de Sergio?
¿De verdad había amado a su marido alguna vez o estaba enamorada de la idea de felicidad que él le había vendido? No había comparación entre la atracción superficial que había sentido por Sergio y el amor que sentía por Víctor.
Myriam entró en su cuarto y sacó el diario de debajo del colchón.
—Encontré esto después del accidente. Es el diario de tu hermano. Aquí dice que «tiene lo que Víctor más desea», que sólo así «quedará por encima y conseguirá lo que le corresponde». Hay fechas... supongo que las mismas que le has dado a Carter... en las que habla de que «ha llegado su momento».
Cuando Víctor tomó el diario, Myriam dijo adiós a sus esperanzas y sus sueños.
—Sergio te ha robado muchas cosas. No dejes que rompa tu amistad con Carter.
—Tú sabías lo que estaba haciendo —dijo él, con los dientes apretados—. Y no me lo has dicho hasta ahora porque sigues amándolo.
¡No! Pero no podía decirle que nunca había amado a Sergio, ni que la noche de su muerte lo odiaba por todo lo que le había hecho y se odiaba a sí misma por haber sido tan ingenua.
—No te lo conté porque no quería destrozar el recuerdo que tenías de tu hermano. Sergio ya no está. Sus pecados han terminado con su muerte. Tu empresa está a salvo.
Víctor empezó a pasear por la habitación.
—Me has traicionado. Igual que él.
—Yo nunca te haría daño. Te quiero.
Él se volvió, furioso.
—¿Cómo voy a creerte? Amabas a mi hermano tanto como para mentir por él... ¿Te acostaste conmigo después del funeral para no quedarte en la calle?
—No, Víctor —contestó Myriam, intentando contener las náuseas.
—Y yo me he creído eso de que el niño podría ser mío...
—Podría serlo.
—Ya no sé qué creer. Pensé que me había aprovechado de ti, pero parece que es al revés.
—No, yo...
—La gente en la que más confiaba me ha traicionado.
—Yo no sabía nada de esto hasta que...
—Tú sabías que Sergio me estaba robando y no me lo dijiste. Eso es lo único que importa —la interrumpió Víctor—. Me voy. Voy a dar un paseo con Maggie.
—Pero...
—Tengo que salir de aquí.
—¡Víctor, espera!
Pero él siguió adelante. Myriam se dejó caer sobre la cama, angustiada. ¿Qué debía hacer? El miedo le decía que se fuera de allí antes de que Víctor la echase. Pero no podía hacerlo. Por miedo al rechazo había dejado que Sergio aplastara sus sueños... y había pagado un precio muy alto por su cobardía. Si amaba de verdad a Víctor le diría la verdad, toda la verdad.
En ese momento, Ursus se puso a llorar. Myriam se secó los ojos y atendió al cachorro, porque por muy mal que estuvieran las cosas, la vida seguía. Y ella no pensaba rendirse.
marimyri- VBB ORO
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Fecha de inscripción : 05/08/2008
Re: Mujer Prohibida (Completa)
grax por el capi...mugre sergio..pero cuando victor leea el diario va a saber la vdd de k no le importo la felicidad de su hermano y le kito a la novia osea myri
Re: Mujer Prohibida (Completa)
Gracias por el capitulo
girl190183- VBB BRONCE
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Fecha de inscripción : 05/12/2008
Re: Mujer Prohibida (Completa)
Muchas gracias por el capitulo, te esperamos mañana con el final.
alma.fra- VBB DIAMANTE
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Re: Mujer Prohibida (Completa)
Noooooooo y o uiero que e ababe la Noela niña mmmmm nimodo pero est buenisima la novelita y gracias por el Cap. de haora y esperamos con ancia el otro Saludos Atte:Iliana
myrithalis- VBB PLATINO
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Localización : Monterrey, Nuevo Leon
Fecha de inscripción : 09/11/2008
Re: Mujer Prohibida (Completa)
HAY DIOS HASTA DESPUES DE MUERTO EL CHE-SERGIO SIGUE LASTIMANDO A MYRIAM PEROOOO YO TE LO DIJE MYRIAM QUE LE DIJERAS TODA LA VERDAD Y LE MOSTRARAS EL DIARIO A VICTOR
GRACIAS X EL CAP......
GRACIAS X EL CAP......
Eva_vbb- VBB DIAMANTE
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Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Mujer Prohibida (Completa)
POBRE DE VÍCTOR, OJALA EL DIARIO LE AYUDE A SABER LA VERDAD Y INICIAR UNA VIDA AL LADO DE MYRIAM Y SU HIJO, GRACIAS POR EL CAPÍTULO
mats310863- VBB PLATINO
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Fecha de inscripción : 01/06/2008
Re: Mujer Prohibida (Completa)
Para empezar muchas gracias por tomarse su tiempo de leer la novela. Sigo leyendo novelas a ver si encuentro una ke me gusto y ke tambien les guste a ustedes. Cualkier sugerencia sobre ke tipo de novela les gustaria es bienvenida.
aki les dejo el final y el epílogo
Capítulo 12
¿Cómo había podido estar tan ciego?
Víctor soltó el diario como si lo quemara, enterrando la cara entre las manos. ¿Cómo no había visto la malicia de su hermano? Sergio y él siempre habían sido competitivos, pero las cosas de las que se jactaba en el diario, usar el código secreto, iban más allá de una rivalidad fraternal. Su hermano había mentido, engañado y robado sólo para quedar por encima de él y le daba igual a quién hiriese en el proceso.
Myriam.
Víctor apretó los dientes hasta que le dolieron. Sergio no había amado a Myriam. La había usado, la había poseído sólo porque... porque era su novia.
¿Por qué había soportado aquel matrimonio en el que Sergio la usaba como peón para hacerle daño a él? ¿Y por qué nunca se lo había contado a nadie? ¿Cómo había podido amar a ese monstruo? Pero debía de amarlo, si no lo habría dejado... Víctor cerró los ojos. Myriam seguía amando a su hermano.
Los comentarios hirientes del diario lo ponían enfermo. Su hermano no creía que Myriam fuera inteligente o guapa... ¿estaba ciego, loco? Víctor nunca había conocido a una mujer como ella. Sergio la llamaba frígida. ¿Frígida? Era la mejor amante que había tenido jamás. Pero ¿cómo podía derretirse con él si seguía amando a Sergio?
Todo era culpa suya. Si hubiese hablado con ella antes de irse a California en lugar de confiarle a Sergio una carta... una carta que seguramente Myriam nunca habría visto, nada de aquello habría pasado.
Y su hermano había poseído lo que el más quería: a Myriam.
Él había estado demasiado ciego como para ver las maquinaciones enfermizas de Sergio.
Víctor se levantó, apoyándose en la mesa. Amaba a Myriam con todo su corazón, pero la había defraudado. Primero por no haber sabido protegerla de Sergio y luego forzándola a un matrimonio que no deseaba.
Aunque le dolía más que nada en el mundo, debía hacerlo. Tenía que dejarla ir.
La encontró en la cocina, muy pálida.
—Lo siento —murmuró, metiéndose las manos en los bolsillos para no abrazarla.
Ella levantó la cabeza.
—¿Qué?
—Llamaré a mi abogado mañana por la mañana para que empiece con los trámites del divorcio.
—Entiendo —murmuró Myriam.
—Pediré un préstamo para darte lo que te corresponde...
—No dejaré que lo hagas. Sergio ya te ha robado suficiente. Ese dinero es tuyo.
Él no estaba de acuerdo, pero no tenía ganas de discutir en aquel momento.
—Te haré una transferencia mensual para el niño, pero renunciaré a la custodia.
Víctor intentó no mirar las lágrimas que llenaban los ojos de Myriam, pero cada una lo quemaba como si fuera ácido. Se aclaró la garganta, pero seguía teniendo un nudo.
—No sé qué hice mal con Sergio o qué pude haber hecho para que me odiase tanto. No entiendo qué quería conseguir destruyendo la empresa que pagaba su sueldo... quizá eso era lo que quería, destruir mi sueño. No sé qué hice mal —repitió, angustiado.
—No es culpa tuya, Víctor.
—Si conseguí volver loco a mi hermano, imagínate lo que podría hacer con la vida de un niño. Me da pánico pensarlo.
—No puedes culparte a ti mismo por la avaricia de tu hermano.
—No voy a obligarte a que me dejes entrar en tu vida o en la vida de tu hijo.
Myriam puso una mano sobre su pecho.
—Entiendo que no quieras al hijo de Sergio, pero si es tu hijo merece conocerte. Serías un padre maravilloso, Víctor.
Sorprendido, él levantó la mirada.
—¿Quieres que convierta a tu hijo en un delincuente?
Myriam lo miró, perpleja.
—No digas eso. Sergio no te odiaba, todo lo contrario, te admiraba de una forma enfermiza. Pero él era un vago. No estaba dispuesto a trabajar por lo que quería, al contrario que tú. Eso no es culpa tuya.
Incluso en aquel momento trataba de defender a Sergio. Los celos y el dolor amenazaron con ahogarlo.
—Sé que te insultaba, que te hería con sus comentarios... ¿te pegó alguna vez?
—No. Nunca. Si lo hubiera hecho, lo habría dejado.
—Pero te trataba como si fueras una basura, Myriam. ¿Cómo puedes seguir disculpándolo?
—Porque... no lo sé. Quizá porque la familia es lo más importante. No quiero que odies a tu hermano —suspiró ella—. Ya sabes que mi padre era policía y que murió en un tiroteo. Lo que quizá no sabes es que después de su muerte hubo sospechas sobre él. Nunca se limpió su nombre, pero tampoco lo declararon culpable. Sin embargo, en los periódicos lo crucificaron. Todos los recuerdos de mi padre están manchados por eso... cuando pienso en él, en lugar de recordarlo como el padre cariñoso que era, recuerdo esos días. Los detectives registraron mi casa de arriba abajo. Abrieron todos los cajones, todos los armarios, miraron en la basura...
Las lágrimas rodaban por su cara y el nudo que Víctor tenía en la garganta no lo dejaba respirar.
—Me dijeron que el hombre al que yo creía un héroe era un ladrón que se aprovechaba de la gente a la que debía proteger. Yo no quiero que sufras como sufrí yo, Víctor.
Parecía tan frágil, tan rota... tuvo que abrazarla.
—Lo siento, Myriam. ¿Cómo pudiste amar a Sergio después de lo que te hizo?
—No lo amaba —suspiró ella.
—¿Qué? Dime la verdad esta vez, Myriam. No intentes engañarme.
—Había llamado a un abogado para pedirle que empezase a tramitar el divorcio, pero Sergio me convenció de que su mala actitud era culpa del estrés, del trabajo. Me prometió que se portaría mejor, me suplicó que tuviéramos un hijo... Yo quería formar una familia y fui tan estúpida como para creerlo. Esa noche, después de hacer el amor, descubrí que me había estado engañando con Nina, su secretaria.
Víctor cerró los ojos. Debería haber sospechado algo cuando su hermano contrató a una secretaria con una talla de pecho más grande que su cociente intelectual.
Myriam respiró profundamente.
—Tuvimos una pelea y le pedí que se fuera de casa. Una hora después, estaba muerto. Si no le hubiera gritado, si no le hubiera dicho que iba a pedir el divorcio...
—Myriam, mi hermano conducía a ciento treinta kilómetros por hora. No es culpa tuya. Tuvimos suerte de que no se llevara a nadie por delante. Además, después de leer la basura que ha escrito sobre ti en el diario, tenías derecho a echarlo de casa.
—Pero tú sigues culpándote a ti mismo por la muerte de tus padres.
—Sí.
—El otro conductor iba borracho, Víctor. Era de noche, se saltó un semáforo...
—Sí, lo sé, lo sé... ¿Por qué te importa lo que yo siento?
¿Qué tenía que perder?, se preguntó Myriam. Ya lo había perdido todo.
—Me importa porque te quiero y creo que fuiste tú el que dijo: «El amor no muere cuando las cosas se ponen difíciles».
Después de eso, intentó salir de la cocina, pero Víctor no se lo permitió.
—Maldita sea, Myriam, no puedes decirme que me quieres y después salir corriendo. Mírame, por favor. Has leído el diario de Sergio. Debes saber que te quiero.
Ella levantó la cabeza, sorprendida.
—En ese diario no se habla de amor. Está lleno de odio y de críticas hacia mí.
Víctor sacudió la cabeza.
—Mi hermano debía de estar ciego. Eres la mujer más guapa, la más interesante, la más encantadora que he conocido nunca... y como amante, me conviertes en un adolescente cada vez que te miro.
De nuevo, una llamita de esperanza se encendió en su corazón, pero intentó matarla para evitar sufrimientos.
—Sergio dice en su diario que mientras tuviera lo que yo más quería, estaría por encima de mí. Y lo que yo quería más que nada era a ti, Myriam.
A ella se le doblaron las rodillas y Víctor tuvo que sujetarla.
—Cuando nos conocimos, hace ocho años, supe que eras una persona especial. Pero eras tan joven, apenas tenías diecinueve años... y yo tenía que pasar mucho tiempo fuera para levantar mi empresa. Cuando me llamaron para que fuese a California a diseñar un programa para mi primer cliente importante supe que, por fin, tenía algo que ofrecerte y no quise esperar más. Esa noche teníamos una cita y no pude localizarte, así que te escribí una carta...
—¿Una carta?
—Se la di a Sergio —suspiró Víctor— para que te la diera a ti.
Myriam tragó saliva.
—Sergio no me dio ninguna carta.
—Debió de leerla y supo entonces lo que sentía por ti. En la carta decía que te amaba y que quería pasar el resto de mi vida contigo. Quería verte en cuanto volviese de California, pero sabía que estaría varios meses fuera. Y te pedía que me esperases.
Myriam se llevó una mano al corazón.
—Víctor...
—Pero cuando volví, te encontré casada con Sergio —suspiró él. La sinceridad que había en sus ojos le decía que todo eso era verdad.
—Pensé que me habías dejado. Estuviste tanto tiempo fuera... Sergio me dijo que, según tú, lo nuestro había sido divertido, pero que había llegado la hora de pasarlo bien en California. Empecé a salir con él de rebote, dejé que me engañase... me siento como una idiota.
—Nos engañó a los dos.
—Lo siento tanto...
—Yo también. Y ahora, ¿vas a contarme por qué dejaste la universidad?
Myriam dejó escapar un suspiro.
—Sergio saboteaba mis horas de estudio y mis notas empezaron a bajar. Al final, me hizo dudar de mí misma, de mi capacidad intelectual. Pensé que no era capaz de hacer una carrera...
Víctor apretó los dientes.
—Y dejaste la universidad.
—Sí.
—Myriam, te he forzado a este matrimonio —dijo él entonces, apretando su mano—. Si quieres el divorcio, hablaré mañana mismo con mi abogado...
—No quiero el divorcio. Quiero quedarme contigo y formar una familia. Pero debes entender que querré a este niño aunque sea hijo de Sergio.
Víctor le puso una mano en el abdomen.
—Yo también porque es parte de ti. Te amo, Myriam.
—Y yo a ti.
aki les dejo el final y el epílogo
Capítulo 12
¿Cómo había podido estar tan ciego?
Víctor soltó el diario como si lo quemara, enterrando la cara entre las manos. ¿Cómo no había visto la malicia de su hermano? Sergio y él siempre habían sido competitivos, pero las cosas de las que se jactaba en el diario, usar el código secreto, iban más allá de una rivalidad fraternal. Su hermano había mentido, engañado y robado sólo para quedar por encima de él y le daba igual a quién hiriese en el proceso.
Myriam.
Víctor apretó los dientes hasta que le dolieron. Sergio no había amado a Myriam. La había usado, la había poseído sólo porque... porque era su novia.
¿Por qué había soportado aquel matrimonio en el que Sergio la usaba como peón para hacerle daño a él? ¿Y por qué nunca se lo había contado a nadie? ¿Cómo había podido amar a ese monstruo? Pero debía de amarlo, si no lo habría dejado... Víctor cerró los ojos. Myriam seguía amando a su hermano.
Los comentarios hirientes del diario lo ponían enfermo. Su hermano no creía que Myriam fuera inteligente o guapa... ¿estaba ciego, loco? Víctor nunca había conocido a una mujer como ella. Sergio la llamaba frígida. ¿Frígida? Era la mejor amante que había tenido jamás. Pero ¿cómo podía derretirse con él si seguía amando a Sergio?
Todo era culpa suya. Si hubiese hablado con ella antes de irse a California en lugar de confiarle a Sergio una carta... una carta que seguramente Myriam nunca habría visto, nada de aquello habría pasado.
Y su hermano había poseído lo que el más quería: a Myriam.
Él había estado demasiado ciego como para ver las maquinaciones enfermizas de Sergio.
Víctor se levantó, apoyándose en la mesa. Amaba a Myriam con todo su corazón, pero la había defraudado. Primero por no haber sabido protegerla de Sergio y luego forzándola a un matrimonio que no deseaba.
Aunque le dolía más que nada en el mundo, debía hacerlo. Tenía que dejarla ir.
La encontró en la cocina, muy pálida.
—Lo siento —murmuró, metiéndose las manos en los bolsillos para no abrazarla.
Ella levantó la cabeza.
—¿Qué?
—Llamaré a mi abogado mañana por la mañana para que empiece con los trámites del divorcio.
—Entiendo —murmuró Myriam.
—Pediré un préstamo para darte lo que te corresponde...
—No dejaré que lo hagas. Sergio ya te ha robado suficiente. Ese dinero es tuyo.
Él no estaba de acuerdo, pero no tenía ganas de discutir en aquel momento.
—Te haré una transferencia mensual para el niño, pero renunciaré a la custodia.
Víctor intentó no mirar las lágrimas que llenaban los ojos de Myriam, pero cada una lo quemaba como si fuera ácido. Se aclaró la garganta, pero seguía teniendo un nudo.
—No sé qué hice mal con Sergio o qué pude haber hecho para que me odiase tanto. No entiendo qué quería conseguir destruyendo la empresa que pagaba su sueldo... quizá eso era lo que quería, destruir mi sueño. No sé qué hice mal —repitió, angustiado.
—No es culpa tuya, Víctor.
—Si conseguí volver loco a mi hermano, imagínate lo que podría hacer con la vida de un niño. Me da pánico pensarlo.
—No puedes culparte a ti mismo por la avaricia de tu hermano.
—No voy a obligarte a que me dejes entrar en tu vida o en la vida de tu hijo.
Myriam puso una mano sobre su pecho.
—Entiendo que no quieras al hijo de Sergio, pero si es tu hijo merece conocerte. Serías un padre maravilloso, Víctor.
Sorprendido, él levantó la mirada.
—¿Quieres que convierta a tu hijo en un delincuente?
Myriam lo miró, perpleja.
—No digas eso. Sergio no te odiaba, todo lo contrario, te admiraba de una forma enfermiza. Pero él era un vago. No estaba dispuesto a trabajar por lo que quería, al contrario que tú. Eso no es culpa tuya.
Incluso en aquel momento trataba de defender a Sergio. Los celos y el dolor amenazaron con ahogarlo.
—Sé que te insultaba, que te hería con sus comentarios... ¿te pegó alguna vez?
—No. Nunca. Si lo hubiera hecho, lo habría dejado.
—Pero te trataba como si fueras una basura, Myriam. ¿Cómo puedes seguir disculpándolo?
—Porque... no lo sé. Quizá porque la familia es lo más importante. No quiero que odies a tu hermano —suspiró ella—. Ya sabes que mi padre era policía y que murió en un tiroteo. Lo que quizá no sabes es que después de su muerte hubo sospechas sobre él. Nunca se limpió su nombre, pero tampoco lo declararon culpable. Sin embargo, en los periódicos lo crucificaron. Todos los recuerdos de mi padre están manchados por eso... cuando pienso en él, en lugar de recordarlo como el padre cariñoso que era, recuerdo esos días. Los detectives registraron mi casa de arriba abajo. Abrieron todos los cajones, todos los armarios, miraron en la basura...
Las lágrimas rodaban por su cara y el nudo que Víctor tenía en la garganta no lo dejaba respirar.
—Me dijeron que el hombre al que yo creía un héroe era un ladrón que se aprovechaba de la gente a la que debía proteger. Yo no quiero que sufras como sufrí yo, Víctor.
Parecía tan frágil, tan rota... tuvo que abrazarla.
—Lo siento, Myriam. ¿Cómo pudiste amar a Sergio después de lo que te hizo?
—No lo amaba —suspiró ella.
—¿Qué? Dime la verdad esta vez, Myriam. No intentes engañarme.
—Había llamado a un abogado para pedirle que empezase a tramitar el divorcio, pero Sergio me convenció de que su mala actitud era culpa del estrés, del trabajo. Me prometió que se portaría mejor, me suplicó que tuviéramos un hijo... Yo quería formar una familia y fui tan estúpida como para creerlo. Esa noche, después de hacer el amor, descubrí que me había estado engañando con Nina, su secretaria.
Víctor cerró los ojos. Debería haber sospechado algo cuando su hermano contrató a una secretaria con una talla de pecho más grande que su cociente intelectual.
Myriam respiró profundamente.
—Tuvimos una pelea y le pedí que se fuera de casa. Una hora después, estaba muerto. Si no le hubiera gritado, si no le hubiera dicho que iba a pedir el divorcio...
—Myriam, mi hermano conducía a ciento treinta kilómetros por hora. No es culpa tuya. Tuvimos suerte de que no se llevara a nadie por delante. Además, después de leer la basura que ha escrito sobre ti en el diario, tenías derecho a echarlo de casa.
—Pero tú sigues culpándote a ti mismo por la muerte de tus padres.
—Sí.
—El otro conductor iba borracho, Víctor. Era de noche, se saltó un semáforo...
—Sí, lo sé, lo sé... ¿Por qué te importa lo que yo siento?
¿Qué tenía que perder?, se preguntó Myriam. Ya lo había perdido todo.
—Me importa porque te quiero y creo que fuiste tú el que dijo: «El amor no muere cuando las cosas se ponen difíciles».
Después de eso, intentó salir de la cocina, pero Víctor no se lo permitió.
—Maldita sea, Myriam, no puedes decirme que me quieres y después salir corriendo. Mírame, por favor. Has leído el diario de Sergio. Debes saber que te quiero.
Ella levantó la cabeza, sorprendida.
—En ese diario no se habla de amor. Está lleno de odio y de críticas hacia mí.
Víctor sacudió la cabeza.
—Mi hermano debía de estar ciego. Eres la mujer más guapa, la más interesante, la más encantadora que he conocido nunca... y como amante, me conviertes en un adolescente cada vez que te miro.
De nuevo, una llamita de esperanza se encendió en su corazón, pero intentó matarla para evitar sufrimientos.
—Sergio dice en su diario que mientras tuviera lo que yo más quería, estaría por encima de mí. Y lo que yo quería más que nada era a ti, Myriam.
A ella se le doblaron las rodillas y Víctor tuvo que sujetarla.
—Cuando nos conocimos, hace ocho años, supe que eras una persona especial. Pero eras tan joven, apenas tenías diecinueve años... y yo tenía que pasar mucho tiempo fuera para levantar mi empresa. Cuando me llamaron para que fuese a California a diseñar un programa para mi primer cliente importante supe que, por fin, tenía algo que ofrecerte y no quise esperar más. Esa noche teníamos una cita y no pude localizarte, así que te escribí una carta...
—¿Una carta?
—Se la di a Sergio —suspiró Víctor— para que te la diera a ti.
Myriam tragó saliva.
—Sergio no me dio ninguna carta.
—Debió de leerla y supo entonces lo que sentía por ti. En la carta decía que te amaba y que quería pasar el resto de mi vida contigo. Quería verte en cuanto volviese de California, pero sabía que estaría varios meses fuera. Y te pedía que me esperases.
Myriam se llevó una mano al corazón.
—Víctor...
—Pero cuando volví, te encontré casada con Sergio —suspiró él. La sinceridad que había en sus ojos le decía que todo eso era verdad.
—Pensé que me habías dejado. Estuviste tanto tiempo fuera... Sergio me dijo que, según tú, lo nuestro había sido divertido, pero que había llegado la hora de pasarlo bien en California. Empecé a salir con él de rebote, dejé que me engañase... me siento como una idiota.
—Nos engañó a los dos.
—Lo siento tanto...
—Yo también. Y ahora, ¿vas a contarme por qué dejaste la universidad?
Myriam dejó escapar un suspiro.
—Sergio saboteaba mis horas de estudio y mis notas empezaron a bajar. Al final, me hizo dudar de mí misma, de mi capacidad intelectual. Pensé que no era capaz de hacer una carrera...
Víctor apretó los dientes.
—Y dejaste la universidad.
—Sí.
—Myriam, te he forzado a este matrimonio —dijo él entonces, apretando su mano—. Si quieres el divorcio, hablaré mañana mismo con mi abogado...
—No quiero el divorcio. Quiero quedarme contigo y formar una familia. Pero debes entender que querré a este niño aunque sea hijo de Sergio.
Víctor le puso una mano en el abdomen.
—Yo también porque es parte de ti. Te amo, Myriam.
—Y yo a ti.
marimyri- VBB ORO
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Re: Mujer Prohibida (Completa)
Por cierto estoy buscando las novelas de los amigos de Victor ya ke es una trilogia no se si les interese
Epílogo
Cuando Víctor entró en casa, Ursus empezó a ladrar y a dar vueltas a su alrededor.
—Sí, lo sé, tu mamá está en casa y también tu nuevo hermanito. Cálmate, vas a dejarme sordo.
Tras él, Myriam iba riendo. Se reía mucho últimamente. Y a Víctor se le hinchaba el corazón cada vez que miraba a su mujer y a su hijo. Su hijo. Sonriendo, tomó a Myriam en brazos, con canastilla y todo.
—No hice esto la primera vez que entramos aquí.
—Espera... pesamos mucho.
—No pesáis nada.
—¡Dios mío! ¿Qué has hecho, comprar una floristería entera? Debe de haber más de cien rosas rojas...
—Feliz Día de los Enamorados. Hay ocho docenas de rosas... una docena por cada Día de los Enamorados que hemos pasado separados.
—Tienes que dejar de hacerme regalos. No me debes nada, Víctor.
Él inclinó la cabeza para besarla y luego besó el gorrito azul del niño, JC.
—Mimarte es mi obligación.
Ursus salió ladrando a la puerta para saludar a Carter. Y siguió ladrando cuando aparecieron Rick y Maggie.
—¿Has conseguido soportar el parto sin desmayarte? —sonrió su vecino.
Víctor hizo una mueca.
—Estuve a punto.
—Lo hiciste de maravilla —sonrió Myriam—. Gracias por llevarnos al hospital, Rick. Víctor estaba un poco nervioso hasta que el médico lo convenció de que todo iba bien.
—¿Un poco nervioso? Pero si iba a darle un ataque...
—Bueno, vamos a ver al pequeñajo —sonrió Carter.
Myriam apartó la mantita y Víctor le quitó el gorrito azul, revelando una mata de pelo negro. Rick y Carter se quedaron un momento callados.
—Se parece a ti —dijo su amigo.
Descubrir que él era el padre del niño había sido una sorpresa maravillosa. Por supuesto, nunca le habían contado a nadie su encuentro en el vestíbulo. Myriam tenía miedo de que sus amigos la mirasen mal por haberse acostado con él después del funeral de Sergio.
Y si eso era lo que ella quería, sus labios estaban sellados, a pesar de su deseo de contárselo a todo el mundo.
—Sí, se parece —dijo Myriam—. Se parece mucho a su papá. Tiene los mismos ojos marron, el mismo pelo negro y la misma barbilla.
Carter fue el primero en recuperarse de la sorpresa, pero no hizo ninguna pregunta.
—¿Y qué significa JC?
Myriam dejo a su hijo en la canastilla.
—Joshua Carter. Joshua por mi padre y Carter por su padrino.
Él trago saliva.
—¿Eso me convierte en su tío honorífico o algo así?
Víctor le dio un golpe en la espalda.
—Por supuesto. Rick y tú sois sus tíos. Hemos pensado que os vendría bien cambiar pañales... para que sepáis hacerlo con vuestros hijos cuando nazcan.
Rick lo miró, atónito.
—¿Yo? Pero si yo no pienso casarme nunca.
Myriam soltó una risita.
—Eso ya lo veremos. Seguro que algún día quieres compartir esa casa tan grande con alguien.
—Tengo a Maggie. Es la única hembra que va a entrar en mi casa.
Víctor abrazó a su mujer, mirándola a los ojos.
—Una vez que encuentres el amor, cambiarás de opinión, te lo aseguro. Y no lo lamentarás nunca.
Rick hizo una mueca.
—Ya empiezan. Carter, vamos a ver qué se puede cenar en esta casa. Conociendo a Víctor, seguro que iba a ofrecernos cereales.
Carter y Rick se fueron discretamente a la cocina y, naturalmente, Víctor no perdió el tiempo. Mientras besaba a su mujer, de repente, las seis semanas que tendrían que esperar antes de hacer el amor le parecieron seis años.
—Gracias.
—¿Por qué? —sonrió Myriam.
—Por ser lo mejor que me ha pasado en la vida.
—Gracias a ti por enseñarme lo que es el amor.
—De nada —sonriendo, Víctor sacó del bolsillo el colgante en forma de corazón de su madre. Dentro había dos fotografías.
Ella sonrió, con lágrimas en los ojos.
—Mis dos hombres, JC y tú. Te quiero, Víctor, más de lo que hubiera podido imaginar nunca.
—Y yo a ti —murmuró él, señalando el colgante—. Tendremos que buscar la niña pero, por ahora, ¿por qué no te pones esto?
—Es perfecto porque te llevo en el corazón.
—Y yo a ti en el mío, Myriam García.
Fin
Epílogo
Cuando Víctor entró en casa, Ursus empezó a ladrar y a dar vueltas a su alrededor.
—Sí, lo sé, tu mamá está en casa y también tu nuevo hermanito. Cálmate, vas a dejarme sordo.
Tras él, Myriam iba riendo. Se reía mucho últimamente. Y a Víctor se le hinchaba el corazón cada vez que miraba a su mujer y a su hijo. Su hijo. Sonriendo, tomó a Myriam en brazos, con canastilla y todo.
—No hice esto la primera vez que entramos aquí.
—Espera... pesamos mucho.
—No pesáis nada.
—¡Dios mío! ¿Qué has hecho, comprar una floristería entera? Debe de haber más de cien rosas rojas...
—Feliz Día de los Enamorados. Hay ocho docenas de rosas... una docena por cada Día de los Enamorados que hemos pasado separados.
—Tienes que dejar de hacerme regalos. No me debes nada, Víctor.
Él inclinó la cabeza para besarla y luego besó el gorrito azul del niño, JC.
—Mimarte es mi obligación.
Ursus salió ladrando a la puerta para saludar a Carter. Y siguió ladrando cuando aparecieron Rick y Maggie.
—¿Has conseguido soportar el parto sin desmayarte? —sonrió su vecino.
Víctor hizo una mueca.
—Estuve a punto.
—Lo hiciste de maravilla —sonrió Myriam—. Gracias por llevarnos al hospital, Rick. Víctor estaba un poco nervioso hasta que el médico lo convenció de que todo iba bien.
—¿Un poco nervioso? Pero si iba a darle un ataque...
—Bueno, vamos a ver al pequeñajo —sonrió Carter.
Myriam apartó la mantita y Víctor le quitó el gorrito azul, revelando una mata de pelo negro. Rick y Carter se quedaron un momento callados.
—Se parece a ti —dijo su amigo.
Descubrir que él era el padre del niño había sido una sorpresa maravillosa. Por supuesto, nunca le habían contado a nadie su encuentro en el vestíbulo. Myriam tenía miedo de que sus amigos la mirasen mal por haberse acostado con él después del funeral de Sergio.
Y si eso era lo que ella quería, sus labios estaban sellados, a pesar de su deseo de contárselo a todo el mundo.
—Sí, se parece —dijo Myriam—. Se parece mucho a su papá. Tiene los mismos ojos marron, el mismo pelo negro y la misma barbilla.
Carter fue el primero en recuperarse de la sorpresa, pero no hizo ninguna pregunta.
—¿Y qué significa JC?
Myriam dejo a su hijo en la canastilla.
—Joshua Carter. Joshua por mi padre y Carter por su padrino.
Él trago saliva.
—¿Eso me convierte en su tío honorífico o algo así?
Víctor le dio un golpe en la espalda.
—Por supuesto. Rick y tú sois sus tíos. Hemos pensado que os vendría bien cambiar pañales... para que sepáis hacerlo con vuestros hijos cuando nazcan.
Rick lo miró, atónito.
—¿Yo? Pero si yo no pienso casarme nunca.
Myriam soltó una risita.
—Eso ya lo veremos. Seguro que algún día quieres compartir esa casa tan grande con alguien.
—Tengo a Maggie. Es la única hembra que va a entrar en mi casa.
Víctor abrazó a su mujer, mirándola a los ojos.
—Una vez que encuentres el amor, cambiarás de opinión, te lo aseguro. Y no lo lamentarás nunca.
Rick hizo una mueca.
—Ya empiezan. Carter, vamos a ver qué se puede cenar en esta casa. Conociendo a Víctor, seguro que iba a ofrecernos cereales.
Carter y Rick se fueron discretamente a la cocina y, naturalmente, Víctor no perdió el tiempo. Mientras besaba a su mujer, de repente, las seis semanas que tendrían que esperar antes de hacer el amor le parecieron seis años.
—Gracias.
—¿Por qué? —sonrió Myriam.
—Por ser lo mejor que me ha pasado en la vida.
—Gracias a ti por enseñarme lo que es el amor.
—De nada —sonriendo, Víctor sacó del bolsillo el colgante en forma de corazón de su madre. Dentro había dos fotografías.
Ella sonrió, con lágrimas en los ojos.
—Mis dos hombres, JC y tú. Te quiero, Víctor, más de lo que hubiera podido imaginar nunca.
—Y yo a ti —murmuró él, señalando el colgante—. Tendremos que buscar la niña pero, por ahora, ¿por qué no te pones esto?
—Es perfecto porque te llevo en el corazón.
—Y yo a ti en el mío, Myriam García.
Fin
marimyri- VBB ORO
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Localización : El Paso
Fecha de inscripción : 05/08/2008
Re: Mujer Prohibida (Completa)
GRACIAS POR EL CAPITULO
girl190183- VBB BRONCE
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Re: Mujer Prohibida (Completa)
Estuvo padrisima esta novela, muchas gracias. A mi si me gustaria mucho leer la historia de los amigos. Te esperamos con otra novela.
alma.fra- VBB DIAMANTE
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Re: Mujer Prohibida (Completa)
QUE BUENA NOVELA, MUCHAS GRACIAS POR COMPARTIRLA, Y OJALA PUEDAS POSTEAR LAS NOVELAS DE LOS AMIGOS, SALUDOS
mats310863- VBB PLATINO
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Re: Mujer Prohibida (Completa)
QUE HERMOSO FINAL ME ENCANTO MUCHAS GRACIAS X PUBLICAR ESTA NOVE... QUE ESTUVO MUY BONITA Y CLARO QUE TE ESTAREMOS ESPERANDO CON LA QUE SIGUEEEEE
Eva_vbb- VBB DIAMANTE
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Re: Mujer Prohibida (Completa)
Buenisisisima novela prima me encanto...que gacho para vico enterarse como era su hermano pero que bueno que se aclararon los sentimientos entre ellos.
Muchisimas gracias por la novela y hechate las demas jajajajaja ya sabes que aqui estare jajajajaja.
Muchisimas gracias por la novela y hechate las demas jajajajaja ya sabes que aqui estare jajajajaja.
susy81- VBB CRISTAL
- Cantidad de envíos : 157
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Mujer Prohibida (Completa)
Hayyyy Por que que bonita novela niña si pon otra por fa siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii Bueno Saludos y Gracias por esta novelita Bye Atte: Iliana
myrithalis- VBB PLATINO
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Re: Mujer Prohibida (Completa)
muchas gracias por esta novela estubo muy bonita que bello fin me encanto
Eva Robles- VBB BRONCE
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Re: Mujer Prohibida (Completa)
muchisimas gracias por la novelita y esperamos la siguiente por favor
jai33sire- VBB PLATINO
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Localización : Mexico Distrito Federal
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: Mujer Prohibida (Completa)
miil graciias x la noveliita me encanto y el fiinal mucho mas
Dianitha- VBB PLATINO
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Re: Mujer Prohibida (Completa)
muy bonita nove a mi tambien me encanto el fianl grtax
fresita- VBB PLATINO
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Edad : 43
Localización : colima, méxico
Fecha de inscripción : 31/07/2009
Re: Mujer Prohibida (Completa)
Muy buena niña. aki esperemos las demas historias.
Saludos
Geno
Saludos
Geno
Geno- STAFF
- Cantidad de envíos : 315
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Fecha de inscripción : 04/03/2008
Re: Mujer Prohibida (Completa)
me di un tiempo y me la eche de jalon jajaj buenisima historia, de lo que me perdi ajja pero mas vale tarde que nunca gracias por la nove me encanto
nayelive- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 1037
Localización : df
Fecha de inscripción : 07/01/2009
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