.:COMPROMISO fALSO:.
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
GRACIAS X EL CAP....
ESTUVO MUYY BUENOOO
ESTUVO MUYY BUENOOO
Eva_vbb- VBB DIAMANTE
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
muuuuuuuiii buenooo plis no tardes!!!!!
saludos
saludos
Peke- VBB CRISTAL
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
que bello capi me encanto esta bien tierno cuando le dice que que todavia estaba dispuesto a alegrala mas
Eva Robles- VBB BRONCE
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
gracias niña muy buenos capis pero esperamos mas saludos
fresita- VBB PLATINO
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
Hola niñas ahi les va el siguiente capi sales , nos veremos el Jueves
Capítulo 7
No pueden haber ir muy lejos, Jude- le aseguró Chris Appleby a su esposa.
- Está claro que se cansaron de esperar y se han ido al ver que Victor no bajaba a desayunar- le dijo Jude, sin poder ocultar su preocupación. Las palabras iban dirigidas hacia su hermano, pero su animosidad la reservaba para Myriam.
Su actitud resultó evidente desde el momento en que Myriam pisó la estancia y se acentuaba tidavía más ahora, cuando hacía ya dos horas que ni Alex ni su primo daban señales de vida. Jude culpaba a su hermano por anteponer sus interese a su resposabilidad como padre.
A Myriam no se le ocurrió pensar que había sido mucho más humillante que le hubieran pedido un relato detallado de aquello que, al parecer, había sido tan importante como para olvidar su promesa: la de llevar a su hijo y a su sobrino a pescar aquella mañana. Pero se sentía culpable, muy culpable. Sobre todo porque veía en los ojos de todos la misma mirada de reproche. De repente, la delicia de haber hecho el amor por la mañana se convertía en un acto sombrío y revestido de culpabilidad.
- Déjalo, Jude- dijo Victor secamente.
Myriam no pudo decidir si se estaba defendiendo de las iras de su hermana o de si le molestaba que lo distrajera de lo que estaban haciendo. Lo malo era que él tal vez estuviera de acuerdo con ella. ¿Por qué si no evitaba mirarla a los ojos?
- Los vieron por última vez en los establos, ¿no?
- Sí, tu madre acababa de llegar con Blue Boy- dijo Sir. Victor Garcia, dando una palmada en el hombro a su hijo-. Chris tiene razón, ya lo sabes, esos diablillos no pueden haber ido muy lejos. Creo que la mitad del problema- prosiguió con ánimo conciliador- estriba en que los chicos están demasiado mimados hoy en día, y demasiado protegidos. Necesitan un poco de libertad, no tener el aliento de los adultos en el cogote todo el tiempo. Cuando eran jóvenes, nosotros los dejábamos libres... ¡libres! ¿Te acuerdas de cuando Victor se rompió la crisma trapando a...?
Juana Garcia, cuyos recuerdos del suceso casi se reducián a estar sentada en el hospital junto a la cama de su hijo, esperando, angustiada, por ver si su cerebro había salido indemne del accidente, dirigió a su marido una mirada llena de desprecio.
- Si, querido, fue maravilloso, casi tanto como tus ideas sobre la infancia, pero me parece que no es momento- dijo, tirando de su marido.
- Lo mejor es que nos dividamos. Si no lo encontramos enmedia hora, pediremos refuerzos. Tú ve a los establos, Chris, y yo...
Myriam permaneció apartada mientras Victor dividía a la familia y al personal de la casa en grupos. Tara, que parecía muy tranquila, se sumó al grupo de Jude, solo Myriam se quedó sin tarea.
- ¿Qué puedo hacer yo?- dijo, tirando a Victor de la manga-. ¿Puedo ir contigo?
Pero Victor estaba distraído y no le hizo caso. No obstante, ella no quiso achárselo en cara, le comprendia bien. Su hijo había desaparecido, ¿cómo no iba a estar distraído? Ella, por su parte, daría cualquier cosa por aliviar su inquietud, pero resultaba evidente que él no siquiera había pensado que ella pudiera servirle de algo.
- No conoces la zona, Myriam. Lo mejor es que te quedes aquí.
¿Por qué le iba a importar que la trataran como a una extraña, como alguien que no pertenecíaa la familia? Era una extraña.¿Es que haberse acostado con él sercía de algo?, ¿era acaso una fórmula mágica? No podía transformar su relación en algo más profundo, se dijo con tristeza y desengaño.
- Sí, solo servía para hacerte perder el tiempo- dijo, sintiendo un hueco en el estómago que nada tenía que ver con el hecho de no haber desayunado.
...
Myriam se daba cuenta de que su presencia no hacía que las cosas resultaran más fáciles para Jude, de manera que se excusó. En realidad, no sentía ningún resentimiento hacía ella, era natural que necesitara culpar a alguien de la desaparición de su hijo. Lo único que deseaba era que encontraran a los dos muchachos sanos y salvo.
Nadie habia mencionado ka cantera abandonada que se encontraba al otro lado del bosque, en dirección este, pero sabía muy bien que todos la tenían en mente. Había oído hablar a Ian Webster y a Victor del hombre que había muerto ahogado en el pozo el verano anterior. Se le heló la sangre al pensar en que los dos niños pudieran estar allí solos.
Diez minutos más tarde, se dio cuenta de que estaba perdida. ¡Dios!, lo que faltaba, una invitada que no sabía cómo volver a su habitación.
Se sentó en una escalera y miró arriba y abajo pero nada le resultaba familiar. La pared que tenía al lado estaba cubierta de caricaturas políticas originales del siglo XVIII y mientras estaba allí, oyó algo que no podía atribuirse a los ruidos propios de una casa vieja. Se quedó helada y agudizó el oído.
¿Era imposible qué los dos muchachos estuvieran en el interior de la casa mientras todos los buscaban fuera? Bueno, ¿qué podía perder? En todo caso, quizás no fuera más que una cucaracha, pero, ¿no merecía la pena investigar? Se puso de pie y suguió la dirección de los ruidos.
Los ruidos, cada vez más nítidos, la condujeron al ático. Al ver una pisada en el suelo polvoriento, dejó escapar un largo suspiro, solo era algo más grande que su pequeño pie.
- ¡Hola! ¿Hay alguien aquí?- llamó, tras unos instantes de silencio.
Sus esfuerzos se vieron recompenzados por una llamada, claro que el alivio vino unida a una nueva preocupación, pues parecía una llamada de auxilio.
Al cruzar la tercera puerta alcanzó su meta. La tercera sala, como las dos primeras, mostraba muestras inequivocas de goteras. A diferencia de ellas, sin embargo, las paredes no estaban recubiertas de escayola y las antiguas vigas de madera quedaban al descubierto en techo y paredes. Además había un enorme andamio que ascendía peligrosamente en un rincón.
Para Myriam no tuvo tiempo de fijarse en las heridas del tiempo, sus ojos se dirijieron directamente hacia las dos figuras que había en la plataforma del andamio. Alex estaba de rodillas, con la cara sofocada por el esfuerzo, agarrando desesperadamente le jersey de su primo, mayor y más grande que él. La prenda era lo único que impedía que el muchacho cayera al suelo, pero, además, como le tiraba del cuello, corría el riesgo de ahogarlo. Los valientes esfuerzos de Alex por evitar su caída, lo estrangulaban todavía más. Myriam sintió un escalofrío.
No fue consciente de haber tomado una decisión, tan solo se vio trepando por el andamio, diciendo algo para tranquilizar a los niños.
- Aguanta, Alex, voy a ayudarte- dijo, y se tendió boca abajo sobre la última plataforma del andamiaje.
- ¡Tira de él, rápido! No puede respirar- dijo el muchacho. aflojando un poco al ver que Myriam tomaba el relevo.
- No pienso dejar que caiga- dijo, apretando los dientes, sin mirar hacia abajo, pues tenía miedo a las alturas, y metiendo las manos bajo las axilas de Daniel. El chico respiró de nuevo y al escuchar sus gritos de ayuda Myriam sintió un gran alivio.
Se percató de que en el ángulo en que estaban no podría levantar al chico que, con toda probabilidad pesaba más que ella. Sostenía ya todo su peso, pues había tirado de él para aflojar el tirón del cuello y dejarle respirar. Consideró con rapidez sus opciones. Alex la miró.
- ¿Qué vas hacer ahora?
Al parecer, confiaba plenamente en ella. Pero esto quizás solo servía para que creciera la preocupación de Myriam.
- Daniel, deja de moverte, por favor- otra patada como la última y los tiraría a los tres al suelo-. Ve a buscar ayuda, Alex. Sé que puedes hacerlo.
El niño se precipitó andamio abajo con la rapidez y presición de un mono.
- ¡Ten cuidado!
- ¡Ahora vuelvo!- respondió Alex, y se oyó un porrazo.
<<Oh, eso espero>>, suplicó ella en silencio.
- Tengo vértigo- confesó Daniel, con voz temblorosa.
Myriam tuvo que contenerse para no preguntarle por qué demonios, si tenía vértigo, se había subido al maldito andamio. Desde un punto de vista profesional se alegraba de oír el comentario, pues significaba que al chico no le pasaba nada, pero desde un punto de vista personal, le dieron ganas de estrangularlo.
- ¿Por qué no cierras los ojos?- dijo, con un tono confiado y alegre, tratando de insuflar al niño la confianza que parecía faltarle, como si quisiera decirle que el incidente era, ante todo, una gran aventura.
Cada vez le costaba más sostenerlo y las manos comenzaban a dolerle, cosa que, por supuesto, el niño ni siquiera sospechaba. Al contrario, el tono alegre de sus preguntas había funcionado y ahora el niño le estaba relatando la vida y milagros de todos sus animales domésticos, de los que tenía y de los que había tenido a lo largo de su vida.
Los molestos pinchazos en los hombros fueron transformádos hasta convertirse en agudos punzadas de dolor. Por la mañana todo aquello no sería más que un mal sueño, se dijo Myriam, dándose cuenta de que ni siquiera cerrando los ojos podía dejar de ver los puntitos rojos que danzaban ante sus ojos. "No puedo dejarlo, no puedo soltarlo", no dejaba de repetirse.
Estaba tan concentrada que no oyó el ruido de alguien que subía las escaleras a toda prisa. Al cabo de un minuto, sin embargo, la habitación estaba llena de gente, toda ella gritando. Una voz se oyó por encima del clamor general.
- Suéltalo, Myriam. Deja que Chris lo agarre
- ¿Puedo soltarlo ya? ¿Seguro?
- Seguro.
Lo hizo y hubo un aplauso general cuando Daniel cayó en brazos de su padre. Myriam, abriendo mucho los ojos, miró hacia abajo.¡Erro! ¡Gran error! La habitación empezó a dar vueltas y un pánico irracional se apoderó de ella.
- Baja, Myriam, ya puedes bajar- oyó decir a Alejandro.
Myriam trato de decir algo, pero no pudo.Tragó saliba, para lubricar su seca garganta.
- No puedo
- ¿Por qué no?
Myriam, que había cerrado los ojos, reconociendo la voz de Victor.
- Me da vértigo- dijo, y repitió. con una carcajada-: Tengo Vértigo.
Se produjo un silencio sepulcral.
- No subas tú, Victor, pesas demasiado- dijo Chris- El andamió parece tan seguro como un castillo de naipes.
<< Habría preferido no saberlo>>, se dijo Myriam, apretando los dientes. Victor respondió bruscamente y ella se percató de que la estructura metálica vibraba. Alguien había comenzado a subir. Myriam se alegró de que Victor no escuchara nunca a nadie.
Sintió que la tocaban en el hombro.
- Voy a bajarte.
Era Victor.
- Sería más correcto decir que yo voy a hacer que los dos nos caigamos- le advirtió Myriam-. Podría hacer cualquier estupidez.
- Estoy acostumbrado- bromeó Victor.
Myriam estaba convencida de que no podía moverse, pero Victor estaba convencido de que sí, de manera que se movió. Era muy persuasivo, muy paciente, aunque sin ningún tacto; no le importó lo más mínimo que ella dijera que no podía.
El descendo fue muy lento, pero al cabo de unos minutos tocaron tierra. Myriam alzó la vista y miro a Victor, que había descendido unos centímetros pod delante de ella. Estaba sonriendo y aquella sonrisa sirvió para que Myriam se sintiera en una condisión más precaria de la que ya padecía.
- Gracias- dijo. Le temblaban tanto las rodillas que se vio obligada a agarrarse de él para no caerse-. Perdon si te he insultado- añadió con alguna timidez.
Convencerla de que podía bajar no había sido fácil.
- Me han llamado cosas peores pero nunca con tanta convicción.
- ¡Acaba de salvar la vida de mi hijo y da las gracias!
A Myriam todavía le daba vueltas la cabeza cuando Jude la abrazó. De chivo expiatorio a salvadora en menos de una hora. Era un cambio difícil de digerir.
- Por Dios Santo, Jude, deja respirar a la chica- intervino Victor, separando a su hermana de Myriam, que estab pálida.
Myriam sonrió con gratitud.
- No te preocupes, me encuentro un poco mal, pero no creo que me desmaye...
- ¿Me he desmayado?- preguntó, minutos después.
Una mano muy firme la obligó a echarse de nuevo.
- Sí
Myriam pensó que era una lástima haberse perdido la sensación de ser llebada en brazos por aquel hombre apuesto, fuerte y maravilloso.
- ¿Y los niños? ¿Estan bien?
Estaban en un cuarto que no conocía. La mansión era enorme.
Victor asintió y ella sintió un gran alivio.
- Gracias a tí -dijo Victor, apartandole el flequillo de la cara. Sintió una sensación nada desagradable, al contrario... -.¿Qué haces?
- Una telaraña- aclaró Victor, retirando la mano de su cabello y mostrando una telaraña a Myriam-. Tienes muchas.
Al oir estas palabras, Myriam fue consciente de que se encontraba mut sucia. Se incorporó, fijándose en el sofá cubierto por una manta de ganchillo en el que reposaba.
- ¿Quieres echarte?
- Estoy segura de que eso se lo dices a todas.
- Es una de mis mejores frases- confesó Victor, con seriedad-. En serio, Myriam, tienes que descansar- dijo,mirandola con afecto.
Victor le miró los brazos, su piel parecía más pálida que nunca y parecía muy fatigada. Claro que el hecho de no haber dormido apenas, tendría mucho que ver con ello.
Se le aceleró la respiración y su cuerpo respondió al instante al pensar en la noche anterior. La deseaba, tenía ganas de hacerle el amor allí mismo. Se le oscurecieron las pupilas y se le hizo un nudo en la garganta al recordar el grito de ella en la cumbre del frenesí sexual.
- Tonterías, estoy bien. Solo que me siento un poco culpable. Siempre he tenido miedo a las alturas- explicó ella. Resultaba evidente que estaba incómoda.
- Lo que convierte lo que has hecho en algo todavía más extraordinario- dijo Victor, con un brillo precioso en sus ojos-. ¿Es una costumbre ir por ahí salvando la vida a los demás? Primero, el restaurante, ahora Dan.
Myriam se sonrojó. Deseaba despertar muchas emociones en Victor, pero la gratitud no era una de ellas.
- Ha sido una casualidad. Me perdí y... - no podía decirle que vagaba por la casa, compadeciéndose de sí misma-. Recordé que había hablado de la restauración de la casa. Debería haberlo supuesto. Los niños a esa edad, ya sabes.
- Como padre de un niño de esa edad, soy yo el que debería haberlo supuesto- dijo Victor-. Advertirles a los niños de que no se acerquen al ático... Es normal que haya tenido el efecto contrarío. Debería haberme acordado de que los frutos prohibidos son muy apetecibles. Hemos tenido suerte de que tu sentido de la orientación no sea muy bueno y de que seas fuerte. Ahora sé lo que es corre un riesgo de muerte. No lo ibas a soltar, ¿verdad?
Sus palabras parecieron más una acusación que un comentario admirativo. Sus brillantes ojos tenían una extraña expresión.
- ¿Que puedo decir?- dijo Myriam, encongiéndose de hombros-. Soy muy testaruda- dijo, y Victor observó la sombra que cruzo sus ojos-. Además, si esta mañana no te hubiera retenido- re recordó con hilo de voz-, nada de esto habra sucedido.
Victor, chascando la langua, tomó la barbilla de Myriam en su mano, obligándola a mirarlo.
- Estás lleno de polvo- dijo ella-
Acababa de darse cuenta de cómo el polvo se metía en sus arrugas haciendo el efecto de un maquillaje muy teatral. Aquel polvó habría, si las hubiera, realzado las imprefecciones del rostro, pero no, porque Victor tenía un rostro perfecto.
Un gesto de desprecio indicó que si higiene personal era lo que menos le importaba en aquel momento.
- Eso es una tontaría y lo sabes
- ¿Ah, sí?- dijo ella, apartando la cara, tratando de ignorar el contacto con los fuertes dedos de su amante. Luego giró los hombros, consciente de que sus doloridos músculos comenzaban a tensarse.
Victor Exhálo un suspiró de exasperación.
- Si lo dices por Jude, solo estaba nerviosa. Tendrías que haber oído lo que me dijo a mí antes de que tú bajaras. Pero te digo una cosa, no tengo que pedirle permiso a nadie para hacerle el amor a mi novia.
Lo dijo de tal manera que parecía increíble que alguien pudiera pensar lo contrario.
Myriam tenía la impresión de que Victor no le había pedido permiso a nadie en su vida. Por una vez, su suprema arrogancia le pareció algo bueno.
- Yo no soy tu novia- dijo, con una sonrisa que pretendía demostrar que era capaz de afrontar la situación con endereza.
- Ya, bueno, ya hablaremos de eso después- dijo él. evidentemente, no pensaba dejar que los hechos interrumpieran el curso de su argumentación-. De todas formas, por lo que respecta a Jude o a cualquier otro, acabas de ser elevada a los altares. Ahora va a ser muy difícil relegarte sin que todos se echen encima de mí.
Bajo su sardónica sonrisa había algo más, advirtió Myriam, y su corazón comenzó a latir apresuradamente. <<Ya, bueno>>, se dijo, <<pero no empieces a imaginar lo que no es>>.
- Bueno, si quieres, me puedo portar como una arpía el resto del fin de semana- sugirió, por ayudar-. Podría portarme tan mal que la tarde del Domingo estén todos deseando que me dejes tirada... Aunque, pensándolo bien, no me gustaría que me dejases tirada.
Tampoco a él le gustaría, se dijo Victor, fijándose en las hebras de oro que brillaban sobre la cabeza de Myriam.
- Preferiría ser yo la que te dejara tirado a tí, y de una manera que nadie pudiera culparte.
Victor sonrió, aunque Myriam no supo si con sarcasmo o desagrado.
- Eso podría ser, pero un hombre tiene su orgullo- anunció, adoptando una expresión cómica.
- Oh, vamos- dijo ella con ademán-, que te deje tu novia no es ni la mitad de malo a que te deje tu mujer y tú...- se interrumpió, tapándose la boca con la mano...-. Oh, Dios. No queria que sonara con si...
- Que te deje tu mujer no es una expresión que sirva para elevar tu orgullo, desdeluego- admitió Victor, observando la expresión horrorizada de Myriam-, pero no soy tan frágil emocionalmente como para que tengas que andar de pies de plomo conmigo. Eso ocurrió hace tiempo.
Myriam no podía estar de acuerdo. Cuando el amor era verdadero, el tiempo no lo curaba todo. Ella, más que nadie, podía certificarlo.
- Tara sabe afrontar una crisis.
- Mucha gente comete el error de pensar que no tiene nada en la cabeza- dijo Victor secamente.
- ¿Ah, si? Pues yo no- dijo Myriam, consciente de la rapidez con que él había intervenido en defensa de su ex-. Te sigue importando, ¿verdad?- insistió, con ánimo masoquista.
- Hemos compartido muchas cosas...
Myriam esbozó una lángida sonrisa. En fin, cómo esperar que negara algo que resultaba tan abvió.
- Siempre la querré. Tara...
Myriam cerró los ojos.
<< Me esta bien empleado, pos preguntar>>, se dijo Myriam.
- Pero ya no estoy enamorado de ella- añadió Victor suavemente.
Myriam abrió los ojos de par en par.
- ¿De verdad?- preguntó. Al oír el apremio latente en sus palabras, sintió que se ruborizaba-. No tienes por qué contestarme nada...
- Es una pena.
Myriam frunció el ceño.
- ¿Lo es?
- Tenía la esperanza de que te interesara un poquito- dijo Victor, con una turbadora sonrisa, sin dejar de mirara a Myriam, esperando su respuesta.
Sus palabras tenían el poder de arrojar nueva luz sobre su relación. Aunque Myriam no podía reflexionar sober ello, se había quedado de piedra.
- ¿Y por qué iba a importarme que estés enamorado de Tara o no?
- Porque podria afectar a tu desición de seguir viéndome o no.
Myriam apretó la puños y tragó saliva, tratando de aparentar normalidad.
- ¿Seguir viéndote? ¿Después del fin de semana, quieres decir?
- Pareces sorprendida. Después de lo de anoche no me parece una idea tan descabellada. No irás a decirme que todas las semanas tú vives noches como esa- dijo, con una mezcla de humor y frustración.
- No- se apresuró a aclarar Myriam-. Pero yo creía que tú sí.
Victor frunció el ceño. A no ser que Myriam tuviera una vida sexual más allá de los límites de lo probable, el comentario sugería una ingenuidad que daba a pie a reflexionar sobre muchas cosas. Tal vez había actuado como si nunca antes hubiera hecho cosas porque, realmente, no las había hecho. Victor esbozó una sonrisa de incredulidad, sin dejar de mirar a Myriam a los ojos.
- Pues no.
La mente de Myriam discurría a gran velocidad. ¿Significaba eso que había sido una noche especial para él? ¿Cómo de especial? No quería llenarel silencio dejado por su escueta aclaración.
- Anoche...-resultaba muy extraño observar cómo a Victor le costaba articular palabra-. No se parece a ninguna otra- dijo, con dificultad-. Fuiste... increíble. Anoche fue increíble y esta mañana y, dime que estoy loco, pero no veo ningún motivo para no repetir... a menudo. Si yo fuera un pesimista, diría que es imposible revivir una noche así.
Myriam no podía creer lo que estaba oyendo. Victor la miraba a los ojos. Un sonrisa curvaba sus labios sensuales y ella sontió un estremecimiento.
- Pero si tú estás preparada para correrel riesgo, yo también- dijo él, con un tono suave y voluptuoso.
Myriam sintió escalofríos. Era muy satisfactorio ver confirmado que la noche anterior había sido algo especial. Y, desde luego, Victor era un buen juez para discernirlo. Un juez con amplia experiencia.
- ¿Y qué va a pasar? Quiero decir, comprendo que no me estás pidiendo que me case contigo- dijo, con una sonrisa que lo invitaba a compartir la broma, cosa que él no hizo-. Lo cual, de todas formas, daría igual, pues el matrimonio no entra en mis planes, al menos no hasta que finalice mis estudios- confirmó, invitándole a que discutiera la afirmación, cosa que él no hizo.
- Creo que ya lo has dicho
Ya, pero convenía que querada muy claro, penso Myriam.
- El matrimonio es solo una de las posibilidades que se abren ante una mujer. La gente asume que...
- ¿La gente? O sea, los hombres
Myriam apretó los dientes, dispuesta a demostrarle que en cuanto a cinismo podía competir con cualquiera.
- La gente asume que una mujer lo que quiere es casarse y tener hijos.
- ¿Es esa una cita copiada a Veronica?- preguntó Victor-. Si no hubiera visto lo felices que son tus padres con mis propios ojos, diría que las dos son el típico producto de un matrimonio divorciado.
- ¡Y no soy un clon de Veronica!
- Eso ya lo sé- reseñó Victor, secamente-. Si te prometo no pedirte que nos casemos... - dijo, con un tono evidentemente irónico-. Podríamos vernos, salir de vez en cuando y... quedarnos en casa la mayor parte de las veces.
La alusión claramente erótica provocó que a Myriam se le retociera el estómago de deseo. El mensaje de Victor era evidente y prefería evitarlo sin tapujos. No hablaba de explorar lo que pudieran tener en común, de crear lazos entre ellos, no hablaba de amor, ¡hablaba única y exclusivamente de sexo! << ¿Y en qué lugar quedará cuando este fuego se apague?>>, se preguntó Myriam. << Ahogada en el océano del amor, tonta. Tienes que cortar las amarras ahora que todavía puedes, solo estás retrasando lo inevitable>>, le decía la voz de la lógica.
- El mes que viene empiezo pediatría. Tengo muchas horas de trabajo...
Parecía una excusa tan válida como otra cualquiera, se dijo Myriam, pero pronto se dio cuenta de su error.
- Tanto mejor, necesitarás relajarte.
- Cuando estoy cansada, me gusta tumbarme en el sofá. No suelo ser muy entretenida.
- Mejor. Estoy harto de salir, ya tuve bastante ajetreo mientras estuve metido en el circo de la Fórmula Uno- dijo Victor y la miró fijamente a los ojos-. ¿Lo que te molesta de mí es que, digámoslo así, llevo demasiado aquipaje? ¿Es ese otro de tus lemas? ¿No salir con padres?
- Tu eres el primero.
El primero de sus amores, y eñ último, pensó Myriam, sintiendo que las lágrimas se agolpaban en sus ojos. Apartó la cabeza y parpadeó para borrar sus huellas.
- Pero el que no haya salido con hombres con hijos ha sido más por suerte que por buen juicio- añadió ella.
- Pues parece que tu suerte se ha acabado.
Victor se acercó el rostro al de ella, y trozó el contorno de su cara con el dedo índice.
- Y no me importa- confesó Myriam, como si el gesto de ternura de Victor la obligara a ello. Lo necesitaba; necesitaba tenerlo de cualquier forma, aunque no fuera como ella deseaba. Y si para tenerlo, tenía que demostrarle que no le importaba mucho, que no se implicaría, pues muy bien, lo haría.
Los negros ojos de Victor esbozaron una sonrisa triunfal al levantar en brazos a Myriam.
- Me parece que lo vamos a pasar muy bien- dijo, antes de besarla el lóbulo de la oreja.
A Myriam le encantaba la diversión, pero no le habría importado añadir algo más profundo, como, por ejemplo, compromiso. ¿Qué tenía de malo desear algo más sólido?, se preguntó con inquietud. Pero la inquietud dejó paso a las sensaciones en cuanto Victor comenzó a torturarla con una serie de besos seaves y mudos.
Victor se rió al sentir que ella se aferraba a sus cabellos.
- ¿Es esto lo que quieres?-dijo, besándola.
El beso fue intenso y profundo y Myriam tuvo ganas de más, de mucho más.
- No está mal, pero no me conformo- dijo ella, con una sonrisa llena de malicia.
...
- Y bien, ¿ha sido tan malo?- preguntó Victor, echando un último vistazo a su familia por el espejo retrovisor.
- Lo he pasado muy bien, gracias- dijo Myriam, que prefería mirar sus manos, entrelazadas sobre su regazo, que al hombre que la llevaba en su coche. Una cosa era desempeñar el papel de novia frente a un público, y otra muy distinta actuar de novia cuando...
- ¿También cuando mi madre quería enseñarte a montar?
Al parecer, Victor no compartía su inquietud.
- Sí, ríete si quieres- dijo ella con indignación-. Pero no te parecería tan divertido si tuvieras el trasero...
- Si te propones hacer algo tan tonto como caerte de un pony, es el mejor lugar para aterrizar- dijo Victor, y desvió la mirada hacia la zona donde su << mejor lugar>> se apostaba en la mullida tapicería.
- No era un pony, era un caballo.
Un caballo enorme. por lo demás.
- Por la manera en que lo mirabas, bien podría haber sido un dragón.
Myriam frunció los labios.
- No pienso subirme a un caballo en toda mi vida.
- Ya veremos. la retó Victor, echando un vistazo al asiento de atrás, donde su hijo comenzaba a echar una cabezada-. Huelen el miedo... como yo- dijo dirigiendo una mirada muy intencionada a su acompañante.
Myriam se concentró en la carretera, tratando de desvelar el significado del comentario. Pero por mucho que reflexionó, no pudo llegar a niguna conclusión. Maldijo en silencio su falta de perspicacia.
- Pero te prometo una cosa- añadió Victor-, si me montas a mí, no te tiraré al suelo
- ¡Victor!- exclamó ella, poniéndose roja como un tomate al instante. Miró de reojo al asiento trasero. Alex, que se había pasado la mañana jugando un partido de fútbol con los hombres de la casa, estaba ya dormido.
- Solo trato de que te sientas cómoda- protestó Victor con una sonrisa.
- Pues he de decirte que no lo has conseguido- gruñó ella, tratando de olvidar lo imagen que el comentario de Victor habia conjurado.
- Dime qué pasa, Myriam - insistió él-. Y no te molestes en negarlo. Llevas por lo menos media hora sin insultarme, así que sé que algo te preocupa.
- No estoy preocupada, es solo que todo esto resulta un poco inesperado. Las circunstancias han hecho que todo ocurra muy deprisa. Lo de la pareja... quiero decir... esto... nosotros...
- ¿Estás tratando de decirme que no eres de la clase de chicas que se acuestan la primera noche?
- Sé que eres un buen conductor- dijo Myriam, al ver que Victor ponía una mano sobre su pierna. La sensación era agradable, y sintió que sus pezones se ponían rígidos-. Pero prefiero que mantengas las dos manos en en volante.
Victor retiró la mano y ella suspiró con alivio. Un alivio que nada tenía que ver con la seguridad de la conducción y sí con la de su propia cordura.
- Ni siquiera hemos salido todavía- dijo
- Eso se puede arreglar. Mañana voy a llevar a Alex a patinar sobre hielo. Solemos ir todas las semanas. Vente con nosotros.
- Todas las semanas, ¿se te da bien?- peguntó Myriam con suspicacia.
- Me defiendo.
¡Demonios!, ya la había visto caer de un caballo, ¿qué pretendía? ¿ver cómo resbalaba su trasero sobre el hielo?
- De acuerdo. Espero que a Alex no le importe... quiero decir, no me gustaría inmiscuirme en el tiempo que tienes para pasar con él. Puede que no le guste.
- Alex piensa que eres genial.
- Vaya, me alegro. Él tambien me gusta.
- No has tenido muchos novios, ¿verdad Myriam?- preguntó Victor con suavidad.
- Nada del otro mundo. respondió ella. <<Lo que quiere decir que esto ahora sí es intenso. Genial, Myriam, ya has vuelto a meter la pata>>, se dijo. Afortunadamente, Victor no insistió-. Esto es un poco confuso, sobre todo considerando lo que pensabas de mí al principio...
Victor parpadeó.
- Creía que lo habías olvidado
- Yo nunca olvido nada
- ¿Nada? empieza a darme miedo- dijo él secamente
- Puede que sea mejor así.
Victor suspiró
- Hemos topado con el trauma de adolescencia, ¿verdad? ¿Por qué no hablamos de aquella noche en que eché a aquel chico? Tal vez convenga que hablemos de ello sin tapujos.
Una ves más, Victor daba en el clavo.
- De hecho, aquel chico salió corriendo sin necesidad de que nadie lo empujara- dijo Myriam.
- Bueno, supongo que sí, pero la verdad es que yo no estaba de muy buen humor aquella noche y creo que no me porte muy bien con... En fin, da igual, estaba enfadado... con todo el mundo... también conmigo mismo.
- Entonces, ¿no fue culpa mía? Bueno, hace que me sienta mejor- dijo Myriam, arrugando la nariz.
- Todavía recuerdo tu expresión heroda. Me sentí como un bastardo.
- Es que te portaste como un bastardo.
- Aunque fue más facil vivir con la conciencia tranquila después de que me patearas- dijo Victor con un estremecimiento, y se fijó en el labio inferior de Myriam-. Jude acababa de decirme que estaba embarazada y que su precioso y maldito Eichard todavía estaba casado- dijo. Hablaba apresuradamente, sin duda porque sentía incómodo al revelar aquel hecho-. Creo que me faltó comprensión, bueno, en realidad, ya no tenía comprensión y menos para mujeres inclinadas a al autodestrucción.
- Yo no... - comenzó a protestar Myriam, solo para ser interrumpida al instante.
- Ya, bueno, deja la semántica a un lado, por una vez. Ya sé que no eras más que una niña...
Myriam se mordió el labio. En realidad, lo que quería negar era que se tuviera alguna inclinación hacia la autodestrucción.
- Jude quería que les explicara a mis padres que no pasaría nada, porque ese tipo iba a dejar a su mujer en el momento más oportuno... ¿puedes creerlo?- el recuerdo de aquella noche tebía todavía el poder de enfurecerlo-. Cómo podrás imaginar, yo no tenía ninguna intensión de mantener esa conversación. Si yo no hubiera estado tan absorbido por mis propios probelmas, habría estado allí para protegerla... - dijo, y chascó la lengua-. Pero supongo que no me habría escuchado.
Myriam lo comprendió todo, y al mismo tiempo, sintió una gran compasión con Victor. Y por Jude. Pobre Jude. Como comparar lo que le había pasado a ella, un revolcón adolescente, con lo ocurrido a Jude, una mujer adulta embarazada. Sin embargo, Victor, presa de la frustración por no haber podido ayudar a su hermana, había establecido un paralelo entre ellas.
- No, probablemente no te habría escuchado- dijo, mentiendo la mano entre los dos asientos, pues sentía urgencia de tocarlo, de consolarlo-. Cuando estamos enamorados, nunca escuchamos.
- ¿Hablas por experiencia?
Al escuchar la pregunta, Myriam se dio cuenta de cómo podrían interpretarse sus reflexivas palabras.
- ¿Qué clase de pregunta es ésa?- replicó con indignación-. ¿Me intereso yo por los detalles de tu vida privada?
- Tanto si lo haces como si no, el caso es que sabes un montón de cosas. Además, yo no me estaba refiriendo exactamente al pasado...
Myriam se puso pálida.
- ¿Me estás preguntando si estoy enamorada de tí?
- Posiblemente... de un modo sutil, dando un rondon.
- Pues no te preocupes- dijo ella, esforzándose por sonreír-. No pienso someterte a un tormento de suspiros y miradas perdidas- dijo, tragándose el sabor de la bilis.
Hablar del oscuro y distante pasado, cuando seguía sus pasos de cerca, había despertado recuerdos de su vergonzante devoción. La idea de que ese pasado pudiera repetirse posiblemente aterraba a Victor, y tal vez fuera esa la única razón que podía encontrar para sus repentinas preguntas. Victor quería una relación, tal vez, pero desde luego, sin complicaciones. En el futuro, debería ser mas cautelosa.
- Qué alivio- dijo él
Myriam sospechaba que no lo habia convencido
- Toma- dijo-, el anillo
Por un momento, le dio la impresión de que iba a rechazarlo.
- Te quedaba muy bien- dijo él, como ausente, colocando el anillo en el bolsillo de la camisa.
- Me ponía nerviosa pasearme por ahí con una pequeña fortuna en el dedo.
- No creo que fuera su valor lo que te molestaba.
Myriam no quería seguir por aquel camino.
- Me gustaría invitarte a entras, pero...
- Me gustaría entrar... pero...
Victor también miró a su hijo dormido.
Así se despidieron, pero Myriam era consciente de que era un tema que no podía ir más allá. Porque, ¿por cuánto tiempo podría seguir ocultando su amor? El amor, sin embargo, era para él algo de lo que huir, algo que no podía inmiscuirse en la clase de relación madura y sin ataduras que él pretendía.
Capítulo 7
No pueden haber ir muy lejos, Jude- le aseguró Chris Appleby a su esposa.
- Está claro que se cansaron de esperar y se han ido al ver que Victor no bajaba a desayunar- le dijo Jude, sin poder ocultar su preocupación. Las palabras iban dirigidas hacia su hermano, pero su animosidad la reservaba para Myriam.
Su actitud resultó evidente desde el momento en que Myriam pisó la estancia y se acentuaba tidavía más ahora, cuando hacía ya dos horas que ni Alex ni su primo daban señales de vida. Jude culpaba a su hermano por anteponer sus interese a su resposabilidad como padre.
A Myriam no se le ocurrió pensar que había sido mucho más humillante que le hubieran pedido un relato detallado de aquello que, al parecer, había sido tan importante como para olvidar su promesa: la de llevar a su hijo y a su sobrino a pescar aquella mañana. Pero se sentía culpable, muy culpable. Sobre todo porque veía en los ojos de todos la misma mirada de reproche. De repente, la delicia de haber hecho el amor por la mañana se convertía en un acto sombrío y revestido de culpabilidad.
- Déjalo, Jude- dijo Victor secamente.
Myriam no pudo decidir si se estaba defendiendo de las iras de su hermana o de si le molestaba que lo distrajera de lo que estaban haciendo. Lo malo era que él tal vez estuviera de acuerdo con ella. ¿Por qué si no evitaba mirarla a los ojos?
- Los vieron por última vez en los establos, ¿no?
- Sí, tu madre acababa de llegar con Blue Boy- dijo Sir. Victor Garcia, dando una palmada en el hombro a su hijo-. Chris tiene razón, ya lo sabes, esos diablillos no pueden haber ido muy lejos. Creo que la mitad del problema- prosiguió con ánimo conciliador- estriba en que los chicos están demasiado mimados hoy en día, y demasiado protegidos. Necesitan un poco de libertad, no tener el aliento de los adultos en el cogote todo el tiempo. Cuando eran jóvenes, nosotros los dejábamos libres... ¡libres! ¿Te acuerdas de cuando Victor se rompió la crisma trapando a...?
Juana Garcia, cuyos recuerdos del suceso casi se reducián a estar sentada en el hospital junto a la cama de su hijo, esperando, angustiada, por ver si su cerebro había salido indemne del accidente, dirigió a su marido una mirada llena de desprecio.
- Si, querido, fue maravilloso, casi tanto como tus ideas sobre la infancia, pero me parece que no es momento- dijo, tirando de su marido.
- Lo mejor es que nos dividamos. Si no lo encontramos enmedia hora, pediremos refuerzos. Tú ve a los establos, Chris, y yo...
Myriam permaneció apartada mientras Victor dividía a la familia y al personal de la casa en grupos. Tara, que parecía muy tranquila, se sumó al grupo de Jude, solo Myriam se quedó sin tarea.
- ¿Qué puedo hacer yo?- dijo, tirando a Victor de la manga-. ¿Puedo ir contigo?
Pero Victor estaba distraído y no le hizo caso. No obstante, ella no quiso achárselo en cara, le comprendia bien. Su hijo había desaparecido, ¿cómo no iba a estar distraído? Ella, por su parte, daría cualquier cosa por aliviar su inquietud, pero resultaba evidente que él no siquiera había pensado que ella pudiera servirle de algo.
- No conoces la zona, Myriam. Lo mejor es que te quedes aquí.
¿Por qué le iba a importar que la trataran como a una extraña, como alguien que no pertenecíaa la familia? Era una extraña.¿Es que haberse acostado con él sercía de algo?, ¿era acaso una fórmula mágica? No podía transformar su relación en algo más profundo, se dijo con tristeza y desengaño.
- Sí, solo servía para hacerte perder el tiempo- dijo, sintiendo un hueco en el estómago que nada tenía que ver con el hecho de no haber desayunado.
...
Myriam se daba cuenta de que su presencia no hacía que las cosas resultaran más fáciles para Jude, de manera que se excusó. En realidad, no sentía ningún resentimiento hacía ella, era natural que necesitara culpar a alguien de la desaparición de su hijo. Lo único que deseaba era que encontraran a los dos muchachos sanos y salvo.
Nadie habia mencionado ka cantera abandonada que se encontraba al otro lado del bosque, en dirección este, pero sabía muy bien que todos la tenían en mente. Había oído hablar a Ian Webster y a Victor del hombre que había muerto ahogado en el pozo el verano anterior. Se le heló la sangre al pensar en que los dos niños pudieran estar allí solos.
Diez minutos más tarde, se dio cuenta de que estaba perdida. ¡Dios!, lo que faltaba, una invitada que no sabía cómo volver a su habitación.
Se sentó en una escalera y miró arriba y abajo pero nada le resultaba familiar. La pared que tenía al lado estaba cubierta de caricaturas políticas originales del siglo XVIII y mientras estaba allí, oyó algo que no podía atribuirse a los ruidos propios de una casa vieja. Se quedó helada y agudizó el oído.
¿Era imposible qué los dos muchachos estuvieran en el interior de la casa mientras todos los buscaban fuera? Bueno, ¿qué podía perder? En todo caso, quizás no fuera más que una cucaracha, pero, ¿no merecía la pena investigar? Se puso de pie y suguió la dirección de los ruidos.
Los ruidos, cada vez más nítidos, la condujeron al ático. Al ver una pisada en el suelo polvoriento, dejó escapar un largo suspiro, solo era algo más grande que su pequeño pie.
- ¡Hola! ¿Hay alguien aquí?- llamó, tras unos instantes de silencio.
Sus esfuerzos se vieron recompenzados por una llamada, claro que el alivio vino unida a una nueva preocupación, pues parecía una llamada de auxilio.
Al cruzar la tercera puerta alcanzó su meta. La tercera sala, como las dos primeras, mostraba muestras inequivocas de goteras. A diferencia de ellas, sin embargo, las paredes no estaban recubiertas de escayola y las antiguas vigas de madera quedaban al descubierto en techo y paredes. Además había un enorme andamio que ascendía peligrosamente en un rincón.
Para Myriam no tuvo tiempo de fijarse en las heridas del tiempo, sus ojos se dirijieron directamente hacia las dos figuras que había en la plataforma del andamio. Alex estaba de rodillas, con la cara sofocada por el esfuerzo, agarrando desesperadamente le jersey de su primo, mayor y más grande que él. La prenda era lo único que impedía que el muchacho cayera al suelo, pero, además, como le tiraba del cuello, corría el riesgo de ahogarlo. Los valientes esfuerzos de Alex por evitar su caída, lo estrangulaban todavía más. Myriam sintió un escalofrío.
No fue consciente de haber tomado una decisión, tan solo se vio trepando por el andamio, diciendo algo para tranquilizar a los niños.
- Aguanta, Alex, voy a ayudarte- dijo, y se tendió boca abajo sobre la última plataforma del andamiaje.
- ¡Tira de él, rápido! No puede respirar- dijo el muchacho. aflojando un poco al ver que Myriam tomaba el relevo.
- No pienso dejar que caiga- dijo, apretando los dientes, sin mirar hacia abajo, pues tenía miedo a las alturas, y metiendo las manos bajo las axilas de Daniel. El chico respiró de nuevo y al escuchar sus gritos de ayuda Myriam sintió un gran alivio.
Se percató de que en el ángulo en que estaban no podría levantar al chico que, con toda probabilidad pesaba más que ella. Sostenía ya todo su peso, pues había tirado de él para aflojar el tirón del cuello y dejarle respirar. Consideró con rapidez sus opciones. Alex la miró.
- ¿Qué vas hacer ahora?
Al parecer, confiaba plenamente en ella. Pero esto quizás solo servía para que creciera la preocupación de Myriam.
- Daniel, deja de moverte, por favor- otra patada como la última y los tiraría a los tres al suelo-. Ve a buscar ayuda, Alex. Sé que puedes hacerlo.
El niño se precipitó andamio abajo con la rapidez y presición de un mono.
- ¡Ten cuidado!
- ¡Ahora vuelvo!- respondió Alex, y se oyó un porrazo.
<<Oh, eso espero>>, suplicó ella en silencio.
- Tengo vértigo- confesó Daniel, con voz temblorosa.
Myriam tuvo que contenerse para no preguntarle por qué demonios, si tenía vértigo, se había subido al maldito andamio. Desde un punto de vista profesional se alegraba de oír el comentario, pues significaba que al chico no le pasaba nada, pero desde un punto de vista personal, le dieron ganas de estrangularlo.
- ¿Por qué no cierras los ojos?- dijo, con un tono confiado y alegre, tratando de insuflar al niño la confianza que parecía faltarle, como si quisiera decirle que el incidente era, ante todo, una gran aventura.
Cada vez le costaba más sostenerlo y las manos comenzaban a dolerle, cosa que, por supuesto, el niño ni siquiera sospechaba. Al contrario, el tono alegre de sus preguntas había funcionado y ahora el niño le estaba relatando la vida y milagros de todos sus animales domésticos, de los que tenía y de los que había tenido a lo largo de su vida.
Los molestos pinchazos en los hombros fueron transformádos hasta convertirse en agudos punzadas de dolor. Por la mañana todo aquello no sería más que un mal sueño, se dijo Myriam, dándose cuenta de que ni siquiera cerrando los ojos podía dejar de ver los puntitos rojos que danzaban ante sus ojos. "No puedo dejarlo, no puedo soltarlo", no dejaba de repetirse.
Estaba tan concentrada que no oyó el ruido de alguien que subía las escaleras a toda prisa. Al cabo de un minuto, sin embargo, la habitación estaba llena de gente, toda ella gritando. Una voz se oyó por encima del clamor general.
- Suéltalo, Myriam. Deja que Chris lo agarre
- ¿Puedo soltarlo ya? ¿Seguro?
- Seguro.
Lo hizo y hubo un aplauso general cuando Daniel cayó en brazos de su padre. Myriam, abriendo mucho los ojos, miró hacia abajo.¡Erro! ¡Gran error! La habitación empezó a dar vueltas y un pánico irracional se apoderó de ella.
- Baja, Myriam, ya puedes bajar- oyó decir a Alejandro.
Myriam trato de decir algo, pero no pudo.Tragó saliba, para lubricar su seca garganta.
- No puedo
- ¿Por qué no?
Myriam, que había cerrado los ojos, reconociendo la voz de Victor.
- Me da vértigo- dijo, y repitió. con una carcajada-: Tengo Vértigo.
Se produjo un silencio sepulcral.
- No subas tú, Victor, pesas demasiado- dijo Chris- El andamió parece tan seguro como un castillo de naipes.
<< Habría preferido no saberlo>>, se dijo Myriam, apretando los dientes. Victor respondió bruscamente y ella se percató de que la estructura metálica vibraba. Alguien había comenzado a subir. Myriam se alegró de que Victor no escuchara nunca a nadie.
Sintió que la tocaban en el hombro.
- Voy a bajarte.
Era Victor.
- Sería más correcto decir que yo voy a hacer que los dos nos caigamos- le advirtió Myriam-. Podría hacer cualquier estupidez.
- Estoy acostumbrado- bromeó Victor.
Myriam estaba convencida de que no podía moverse, pero Victor estaba convencido de que sí, de manera que se movió. Era muy persuasivo, muy paciente, aunque sin ningún tacto; no le importó lo más mínimo que ella dijera que no podía.
El descendo fue muy lento, pero al cabo de unos minutos tocaron tierra. Myriam alzó la vista y miro a Victor, que había descendido unos centímetros pod delante de ella. Estaba sonriendo y aquella sonrisa sirvió para que Myriam se sintiera en una condisión más precaria de la que ya padecía.
- Gracias- dijo. Le temblaban tanto las rodillas que se vio obligada a agarrarse de él para no caerse-. Perdon si te he insultado- añadió con alguna timidez.
Convencerla de que podía bajar no había sido fácil.
- Me han llamado cosas peores pero nunca con tanta convicción.
- ¡Acaba de salvar la vida de mi hijo y da las gracias!
A Myriam todavía le daba vueltas la cabeza cuando Jude la abrazó. De chivo expiatorio a salvadora en menos de una hora. Era un cambio difícil de digerir.
- Por Dios Santo, Jude, deja respirar a la chica- intervino Victor, separando a su hermana de Myriam, que estab pálida.
Myriam sonrió con gratitud.
- No te preocupes, me encuentro un poco mal, pero no creo que me desmaye...
- ¿Me he desmayado?- preguntó, minutos después.
Una mano muy firme la obligó a echarse de nuevo.
- Sí
Myriam pensó que era una lástima haberse perdido la sensación de ser llebada en brazos por aquel hombre apuesto, fuerte y maravilloso.
- ¿Y los niños? ¿Estan bien?
Estaban en un cuarto que no conocía. La mansión era enorme.
Victor asintió y ella sintió un gran alivio.
- Gracias a tí -dijo Victor, apartandole el flequillo de la cara. Sintió una sensación nada desagradable, al contrario... -.¿Qué haces?
- Una telaraña- aclaró Victor, retirando la mano de su cabello y mostrando una telaraña a Myriam-. Tienes muchas.
Al oir estas palabras, Myriam fue consciente de que se encontraba mut sucia. Se incorporó, fijándose en el sofá cubierto por una manta de ganchillo en el que reposaba.
- ¿Quieres echarte?
- Estoy segura de que eso se lo dices a todas.
- Es una de mis mejores frases- confesó Victor, con seriedad-. En serio, Myriam, tienes que descansar- dijo,mirandola con afecto.
Victor le miró los brazos, su piel parecía más pálida que nunca y parecía muy fatigada. Claro que el hecho de no haber dormido apenas, tendría mucho que ver con ello.
Se le aceleró la respiración y su cuerpo respondió al instante al pensar en la noche anterior. La deseaba, tenía ganas de hacerle el amor allí mismo. Se le oscurecieron las pupilas y se le hizo un nudo en la garganta al recordar el grito de ella en la cumbre del frenesí sexual.
- Tonterías, estoy bien. Solo que me siento un poco culpable. Siempre he tenido miedo a las alturas- explicó ella. Resultaba evidente que estaba incómoda.
- Lo que convierte lo que has hecho en algo todavía más extraordinario- dijo Victor, con un brillo precioso en sus ojos-. ¿Es una costumbre ir por ahí salvando la vida a los demás? Primero, el restaurante, ahora Dan.
Myriam se sonrojó. Deseaba despertar muchas emociones en Victor, pero la gratitud no era una de ellas.
- Ha sido una casualidad. Me perdí y... - no podía decirle que vagaba por la casa, compadeciéndose de sí misma-. Recordé que había hablado de la restauración de la casa. Debería haberlo supuesto. Los niños a esa edad, ya sabes.
- Como padre de un niño de esa edad, soy yo el que debería haberlo supuesto- dijo Victor-. Advertirles a los niños de que no se acerquen al ático... Es normal que haya tenido el efecto contrarío. Debería haberme acordado de que los frutos prohibidos son muy apetecibles. Hemos tenido suerte de que tu sentido de la orientación no sea muy bueno y de que seas fuerte. Ahora sé lo que es corre un riesgo de muerte. No lo ibas a soltar, ¿verdad?
Sus palabras parecieron más una acusación que un comentario admirativo. Sus brillantes ojos tenían una extraña expresión.
- ¿Que puedo decir?- dijo Myriam, encongiéndose de hombros-. Soy muy testaruda- dijo, y Victor observó la sombra que cruzo sus ojos-. Además, si esta mañana no te hubiera retenido- re recordó con hilo de voz-, nada de esto habra sucedido.
Victor, chascando la langua, tomó la barbilla de Myriam en su mano, obligándola a mirarlo.
- Estás lleno de polvo- dijo ella-
Acababa de darse cuenta de cómo el polvo se metía en sus arrugas haciendo el efecto de un maquillaje muy teatral. Aquel polvó habría, si las hubiera, realzado las imprefecciones del rostro, pero no, porque Victor tenía un rostro perfecto.
Un gesto de desprecio indicó que si higiene personal era lo que menos le importaba en aquel momento.
- Eso es una tontaría y lo sabes
- ¿Ah, sí?- dijo ella, apartando la cara, tratando de ignorar el contacto con los fuertes dedos de su amante. Luego giró los hombros, consciente de que sus doloridos músculos comenzaban a tensarse.
Victor Exhálo un suspiró de exasperación.
- Si lo dices por Jude, solo estaba nerviosa. Tendrías que haber oído lo que me dijo a mí antes de que tú bajaras. Pero te digo una cosa, no tengo que pedirle permiso a nadie para hacerle el amor a mi novia.
Lo dijo de tal manera que parecía increíble que alguien pudiera pensar lo contrario.
Myriam tenía la impresión de que Victor no le había pedido permiso a nadie en su vida. Por una vez, su suprema arrogancia le pareció algo bueno.
- Yo no soy tu novia- dijo, con una sonrisa que pretendía demostrar que era capaz de afrontar la situación con endereza.
- Ya, bueno, ya hablaremos de eso después- dijo él. evidentemente, no pensaba dejar que los hechos interrumpieran el curso de su argumentación-. De todas formas, por lo que respecta a Jude o a cualquier otro, acabas de ser elevada a los altares. Ahora va a ser muy difícil relegarte sin que todos se echen encima de mí.
Bajo su sardónica sonrisa había algo más, advirtió Myriam, y su corazón comenzó a latir apresuradamente. <<Ya, bueno>>, se dijo, <<pero no empieces a imaginar lo que no es>>.
- Bueno, si quieres, me puedo portar como una arpía el resto del fin de semana- sugirió, por ayudar-. Podría portarme tan mal que la tarde del Domingo estén todos deseando que me dejes tirada... Aunque, pensándolo bien, no me gustaría que me dejases tirada.
Tampoco a él le gustaría, se dijo Victor, fijándose en las hebras de oro que brillaban sobre la cabeza de Myriam.
- Preferiría ser yo la que te dejara tirado a tí, y de una manera que nadie pudiera culparte.
Victor sonrió, aunque Myriam no supo si con sarcasmo o desagrado.
- Eso podría ser, pero un hombre tiene su orgullo- anunció, adoptando una expresión cómica.
- Oh, vamos- dijo ella con ademán-, que te deje tu novia no es ni la mitad de malo a que te deje tu mujer y tú...- se interrumpió, tapándose la boca con la mano...-. Oh, Dios. No queria que sonara con si...
- Que te deje tu mujer no es una expresión que sirva para elevar tu orgullo, desdeluego- admitió Victor, observando la expresión horrorizada de Myriam-, pero no soy tan frágil emocionalmente como para que tengas que andar de pies de plomo conmigo. Eso ocurrió hace tiempo.
Myriam no podía estar de acuerdo. Cuando el amor era verdadero, el tiempo no lo curaba todo. Ella, más que nadie, podía certificarlo.
- Tara sabe afrontar una crisis.
- Mucha gente comete el error de pensar que no tiene nada en la cabeza- dijo Victor secamente.
- ¿Ah, si? Pues yo no- dijo Myriam, consciente de la rapidez con que él había intervenido en defensa de su ex-. Te sigue importando, ¿verdad?- insistió, con ánimo masoquista.
- Hemos compartido muchas cosas...
Myriam esbozó una lángida sonrisa. En fin, cómo esperar que negara algo que resultaba tan abvió.
- Siempre la querré. Tara...
Myriam cerró los ojos.
<< Me esta bien empleado, pos preguntar>>, se dijo Myriam.
- Pero ya no estoy enamorado de ella- añadió Victor suavemente.
Myriam abrió los ojos de par en par.
- ¿De verdad?- preguntó. Al oír el apremio latente en sus palabras, sintió que se ruborizaba-. No tienes por qué contestarme nada...
- Es una pena.
Myriam frunció el ceño.
- ¿Lo es?
- Tenía la esperanza de que te interesara un poquito- dijo Victor, con una turbadora sonrisa, sin dejar de mirara a Myriam, esperando su respuesta.
Sus palabras tenían el poder de arrojar nueva luz sobre su relación. Aunque Myriam no podía reflexionar sober ello, se había quedado de piedra.
- ¿Y por qué iba a importarme que estés enamorado de Tara o no?
- Porque podria afectar a tu desición de seguir viéndome o no.
Myriam apretó la puños y tragó saliva, tratando de aparentar normalidad.
- ¿Seguir viéndote? ¿Después del fin de semana, quieres decir?
- Pareces sorprendida. Después de lo de anoche no me parece una idea tan descabellada. No irás a decirme que todas las semanas tú vives noches como esa- dijo, con una mezcla de humor y frustración.
- No- se apresuró a aclarar Myriam-. Pero yo creía que tú sí.
Victor frunció el ceño. A no ser que Myriam tuviera una vida sexual más allá de los límites de lo probable, el comentario sugería una ingenuidad que daba a pie a reflexionar sobre muchas cosas. Tal vez había actuado como si nunca antes hubiera hecho cosas porque, realmente, no las había hecho. Victor esbozó una sonrisa de incredulidad, sin dejar de mirar a Myriam a los ojos.
- Pues no.
La mente de Myriam discurría a gran velocidad. ¿Significaba eso que había sido una noche especial para él? ¿Cómo de especial? No quería llenarel silencio dejado por su escueta aclaración.
- Anoche...-resultaba muy extraño observar cómo a Victor le costaba articular palabra-. No se parece a ninguna otra- dijo, con dificultad-. Fuiste... increíble. Anoche fue increíble y esta mañana y, dime que estoy loco, pero no veo ningún motivo para no repetir... a menudo. Si yo fuera un pesimista, diría que es imposible revivir una noche así.
Myriam no podía creer lo que estaba oyendo. Victor la miraba a los ojos. Un sonrisa curvaba sus labios sensuales y ella sontió un estremecimiento.
- Pero si tú estás preparada para correrel riesgo, yo también- dijo él, con un tono suave y voluptuoso.
Myriam sintió escalofríos. Era muy satisfactorio ver confirmado que la noche anterior había sido algo especial. Y, desde luego, Victor era un buen juez para discernirlo. Un juez con amplia experiencia.
- ¿Y qué va a pasar? Quiero decir, comprendo que no me estás pidiendo que me case contigo- dijo, con una sonrisa que lo invitaba a compartir la broma, cosa que él no hizo-. Lo cual, de todas formas, daría igual, pues el matrimonio no entra en mis planes, al menos no hasta que finalice mis estudios- confirmó, invitándole a que discutiera la afirmación, cosa que él no hizo.
- Creo que ya lo has dicho
Ya, pero convenía que querada muy claro, penso Myriam.
- El matrimonio es solo una de las posibilidades que se abren ante una mujer. La gente asume que...
- ¿La gente? O sea, los hombres
Myriam apretó los dientes, dispuesta a demostrarle que en cuanto a cinismo podía competir con cualquiera.
- La gente asume que una mujer lo que quiere es casarse y tener hijos.
- ¿Es esa una cita copiada a Veronica?- preguntó Victor-. Si no hubiera visto lo felices que son tus padres con mis propios ojos, diría que las dos son el típico producto de un matrimonio divorciado.
- ¡Y no soy un clon de Veronica!
- Eso ya lo sé- reseñó Victor, secamente-. Si te prometo no pedirte que nos casemos... - dijo, con un tono evidentemente irónico-. Podríamos vernos, salir de vez en cuando y... quedarnos en casa la mayor parte de las veces.
La alusión claramente erótica provocó que a Myriam se le retociera el estómago de deseo. El mensaje de Victor era evidente y prefería evitarlo sin tapujos. No hablaba de explorar lo que pudieran tener en común, de crear lazos entre ellos, no hablaba de amor, ¡hablaba única y exclusivamente de sexo! << ¿Y en qué lugar quedará cuando este fuego se apague?>>, se preguntó Myriam. << Ahogada en el océano del amor, tonta. Tienes que cortar las amarras ahora que todavía puedes, solo estás retrasando lo inevitable>>, le decía la voz de la lógica.
- El mes que viene empiezo pediatría. Tengo muchas horas de trabajo...
Parecía una excusa tan válida como otra cualquiera, se dijo Myriam, pero pronto se dio cuenta de su error.
- Tanto mejor, necesitarás relajarte.
- Cuando estoy cansada, me gusta tumbarme en el sofá. No suelo ser muy entretenida.
- Mejor. Estoy harto de salir, ya tuve bastante ajetreo mientras estuve metido en el circo de la Fórmula Uno- dijo Victor y la miró fijamente a los ojos-. ¿Lo que te molesta de mí es que, digámoslo así, llevo demasiado aquipaje? ¿Es ese otro de tus lemas? ¿No salir con padres?
- Tu eres el primero.
El primero de sus amores, y eñ último, pensó Myriam, sintiendo que las lágrimas se agolpaban en sus ojos. Apartó la cabeza y parpadeó para borrar sus huellas.
- Pero el que no haya salido con hombres con hijos ha sido más por suerte que por buen juicio- añadió ella.
- Pues parece que tu suerte se ha acabado.
Victor se acercó el rostro al de ella, y trozó el contorno de su cara con el dedo índice.
- Y no me importa- confesó Myriam, como si el gesto de ternura de Victor la obligara a ello. Lo necesitaba; necesitaba tenerlo de cualquier forma, aunque no fuera como ella deseaba. Y si para tenerlo, tenía que demostrarle que no le importaba mucho, que no se implicaría, pues muy bien, lo haría.
Los negros ojos de Victor esbozaron una sonrisa triunfal al levantar en brazos a Myriam.
- Me parece que lo vamos a pasar muy bien- dijo, antes de besarla el lóbulo de la oreja.
A Myriam le encantaba la diversión, pero no le habría importado añadir algo más profundo, como, por ejemplo, compromiso. ¿Qué tenía de malo desear algo más sólido?, se preguntó con inquietud. Pero la inquietud dejó paso a las sensaciones en cuanto Victor comenzó a torturarla con una serie de besos seaves y mudos.
Victor se rió al sentir que ella se aferraba a sus cabellos.
- ¿Es esto lo que quieres?-dijo, besándola.
El beso fue intenso y profundo y Myriam tuvo ganas de más, de mucho más.
- No está mal, pero no me conformo- dijo ella, con una sonrisa llena de malicia.
...
- Y bien, ¿ha sido tan malo?- preguntó Victor, echando un último vistazo a su familia por el espejo retrovisor.
- Lo he pasado muy bien, gracias- dijo Myriam, que prefería mirar sus manos, entrelazadas sobre su regazo, que al hombre que la llevaba en su coche. Una cosa era desempeñar el papel de novia frente a un público, y otra muy distinta actuar de novia cuando...
- ¿También cuando mi madre quería enseñarte a montar?
Al parecer, Victor no compartía su inquietud.
- Sí, ríete si quieres- dijo ella con indignación-. Pero no te parecería tan divertido si tuvieras el trasero...
- Si te propones hacer algo tan tonto como caerte de un pony, es el mejor lugar para aterrizar- dijo Victor, y desvió la mirada hacia la zona donde su << mejor lugar>> se apostaba en la mullida tapicería.
- No era un pony, era un caballo.
Un caballo enorme. por lo demás.
- Por la manera en que lo mirabas, bien podría haber sido un dragón.
Myriam frunció los labios.
- No pienso subirme a un caballo en toda mi vida.
- Ya veremos. la retó Victor, echando un vistazo al asiento de atrás, donde su hijo comenzaba a echar una cabezada-. Huelen el miedo... como yo- dijo dirigiendo una mirada muy intencionada a su acompañante.
Myriam se concentró en la carretera, tratando de desvelar el significado del comentario. Pero por mucho que reflexionó, no pudo llegar a niguna conclusión. Maldijo en silencio su falta de perspicacia.
- Pero te prometo una cosa- añadió Victor-, si me montas a mí, no te tiraré al suelo
- ¡Victor!- exclamó ella, poniéndose roja como un tomate al instante. Miró de reojo al asiento trasero. Alex, que se había pasado la mañana jugando un partido de fútbol con los hombres de la casa, estaba ya dormido.
- Solo trato de que te sientas cómoda- protestó Victor con una sonrisa.
- Pues he de decirte que no lo has conseguido- gruñó ella, tratando de olvidar lo imagen que el comentario de Victor habia conjurado.
- Dime qué pasa, Myriam - insistió él-. Y no te molestes en negarlo. Llevas por lo menos media hora sin insultarme, así que sé que algo te preocupa.
- No estoy preocupada, es solo que todo esto resulta un poco inesperado. Las circunstancias han hecho que todo ocurra muy deprisa. Lo de la pareja... quiero decir... esto... nosotros...
- ¿Estás tratando de decirme que no eres de la clase de chicas que se acuestan la primera noche?
- Sé que eres un buen conductor- dijo Myriam, al ver que Victor ponía una mano sobre su pierna. La sensación era agradable, y sintió que sus pezones se ponían rígidos-. Pero prefiero que mantengas las dos manos en en volante.
Victor retiró la mano y ella suspiró con alivio. Un alivio que nada tenía que ver con la seguridad de la conducción y sí con la de su propia cordura.
- Ni siquiera hemos salido todavía- dijo
- Eso se puede arreglar. Mañana voy a llevar a Alex a patinar sobre hielo. Solemos ir todas las semanas. Vente con nosotros.
- Todas las semanas, ¿se te da bien?- peguntó Myriam con suspicacia.
- Me defiendo.
¡Demonios!, ya la había visto caer de un caballo, ¿qué pretendía? ¿ver cómo resbalaba su trasero sobre el hielo?
- De acuerdo. Espero que a Alex no le importe... quiero decir, no me gustaría inmiscuirme en el tiempo que tienes para pasar con él. Puede que no le guste.
- Alex piensa que eres genial.
- Vaya, me alegro. Él tambien me gusta.
- No has tenido muchos novios, ¿verdad Myriam?- preguntó Victor con suavidad.
- Nada del otro mundo. respondió ella. <<Lo que quiere decir que esto ahora sí es intenso. Genial, Myriam, ya has vuelto a meter la pata>>, se dijo. Afortunadamente, Victor no insistió-. Esto es un poco confuso, sobre todo considerando lo que pensabas de mí al principio...
Victor parpadeó.
- Creía que lo habías olvidado
- Yo nunca olvido nada
- ¿Nada? empieza a darme miedo- dijo él secamente
- Puede que sea mejor así.
Victor suspiró
- Hemos topado con el trauma de adolescencia, ¿verdad? ¿Por qué no hablamos de aquella noche en que eché a aquel chico? Tal vez convenga que hablemos de ello sin tapujos.
Una ves más, Victor daba en el clavo.
- De hecho, aquel chico salió corriendo sin necesidad de que nadie lo empujara- dijo Myriam.
- Bueno, supongo que sí, pero la verdad es que yo no estaba de muy buen humor aquella noche y creo que no me porte muy bien con... En fin, da igual, estaba enfadado... con todo el mundo... también conmigo mismo.
- Entonces, ¿no fue culpa mía? Bueno, hace que me sienta mejor- dijo Myriam, arrugando la nariz.
- Todavía recuerdo tu expresión heroda. Me sentí como un bastardo.
- Es que te portaste como un bastardo.
- Aunque fue más facil vivir con la conciencia tranquila después de que me patearas- dijo Victor con un estremecimiento, y se fijó en el labio inferior de Myriam-. Jude acababa de decirme que estaba embarazada y que su precioso y maldito Eichard todavía estaba casado- dijo. Hablaba apresuradamente, sin duda porque sentía incómodo al revelar aquel hecho-. Creo que me faltó comprensión, bueno, en realidad, ya no tenía comprensión y menos para mujeres inclinadas a al autodestrucción.
- Yo no... - comenzó a protestar Myriam, solo para ser interrumpida al instante.
- Ya, bueno, deja la semántica a un lado, por una vez. Ya sé que no eras más que una niña...
Myriam se mordió el labio. En realidad, lo que quería negar era que se tuviera alguna inclinación hacia la autodestrucción.
- Jude quería que les explicara a mis padres que no pasaría nada, porque ese tipo iba a dejar a su mujer en el momento más oportuno... ¿puedes creerlo?- el recuerdo de aquella noche tebía todavía el poder de enfurecerlo-. Cómo podrás imaginar, yo no tenía ninguna intensión de mantener esa conversación. Si yo no hubiera estado tan absorbido por mis propios probelmas, habría estado allí para protegerla... - dijo, y chascó la lengua-. Pero supongo que no me habría escuchado.
Myriam lo comprendió todo, y al mismo tiempo, sintió una gran compasión con Victor. Y por Jude. Pobre Jude. Como comparar lo que le había pasado a ella, un revolcón adolescente, con lo ocurrido a Jude, una mujer adulta embarazada. Sin embargo, Victor, presa de la frustración por no haber podido ayudar a su hermana, había establecido un paralelo entre ellas.
- No, probablemente no te habría escuchado- dijo, mentiendo la mano entre los dos asientos, pues sentía urgencia de tocarlo, de consolarlo-. Cuando estamos enamorados, nunca escuchamos.
- ¿Hablas por experiencia?
Al escuchar la pregunta, Myriam se dio cuenta de cómo podrían interpretarse sus reflexivas palabras.
- ¿Qué clase de pregunta es ésa?- replicó con indignación-. ¿Me intereso yo por los detalles de tu vida privada?
- Tanto si lo haces como si no, el caso es que sabes un montón de cosas. Además, yo no me estaba refiriendo exactamente al pasado...
Myriam se puso pálida.
- ¿Me estás preguntando si estoy enamorada de tí?
- Posiblemente... de un modo sutil, dando un rondon.
- Pues no te preocupes- dijo ella, esforzándose por sonreír-. No pienso someterte a un tormento de suspiros y miradas perdidas- dijo, tragándose el sabor de la bilis.
Hablar del oscuro y distante pasado, cuando seguía sus pasos de cerca, había despertado recuerdos de su vergonzante devoción. La idea de que ese pasado pudiera repetirse posiblemente aterraba a Victor, y tal vez fuera esa la única razón que podía encontrar para sus repentinas preguntas. Victor quería una relación, tal vez, pero desde luego, sin complicaciones. En el futuro, debería ser mas cautelosa.
- Qué alivio- dijo él
Myriam sospechaba que no lo habia convencido
- Toma- dijo-, el anillo
Por un momento, le dio la impresión de que iba a rechazarlo.
- Te quedaba muy bien- dijo él, como ausente, colocando el anillo en el bolsillo de la camisa.
- Me ponía nerviosa pasearme por ahí con una pequeña fortuna en el dedo.
- No creo que fuera su valor lo que te molestaba.
Myriam no quería seguir por aquel camino.
- Me gustaría invitarte a entras, pero...
- Me gustaría entrar... pero...
Victor también miró a su hijo dormido.
Así se despidieron, pero Myriam era consciente de que era un tema que no podía ir más allá. Porque, ¿por cuánto tiempo podría seguir ocultando su amor? El amor, sin embargo, era para él algo de lo que huir, algo que no podía inmiscuirse en la clase de relación madura y sin ataduras que él pretendía.
monike- VBB PLATA
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
gracias... por el capitulooo
girl190183- VBB BRONCE
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
gracias niñaaa pero plis un poko mas largooooooooooooos!!!!
saludos
saludos
Peke- VBB CRISTAL
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
Gracias por el capitulo
marimyri- VBB ORO
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
Muchas gracias por el capitulo, no tardes con el siguiente, esta muy padre esta novela.
alma.fra- VBB DIAMANTE
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
GRACIAS X EL CAP....
Eva_vbb- VBB DIAMANTE
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
Gracias por el Cap. niña nos vemos bye Atte: Iliana
myrithalis- VBB PLATINO
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
GRACIAS POR EL CAPÍTULO, SALUDOS
mats310863- VBB PLATINO
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
muchas graciias x le cap niiña creo mis niiños ya se enamoraron xfiis niiña no tardes con el siiguiiente cap k esta nov cada vez gusta mas
Dianitha- VBB PLATINO
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
Hola niñas ahi les va otro capi sales, estense atentas por que ya mero viene el final
VAYA! ¿Cuándo has aprendido a cocinar?- Veronica aspiró con deleite y dejó su bolsa de mano en el suelo.
Boquiabierta y con un cucharón en la mano, Myriam se giró en redondo.
- ¿Qué estas haciendo aquí?- sopló los mechones que le caían por la cara, dándose cuenta de que sus palabras casi habían sonado como una acusación.
- Vico aquí, ¿recuerdas?
Aquella broma solo sirvió para que Myriam se sintiera más incómoda.
- No te esperaba... me has pillado por sorpresa- balbució, intentando arreglar su deplorable bienvenida con una cálida sonrisa-. ¡Me alegro muchísimo de verte!- ¿por qué tenía que presentar siempre su hermana un aspecto tan impecable? Por más que lo disimulara, se notaba que su entusiasmo era forzado.
Reprimiendo el impulso infantil de echarla de la casa, Myriam dejó la cuchara en la encimera y abrazó a Veronica.
- Me encanta tu corte de pelo.
Por lo menos eso era cierto. El nuevo corte disimulaba un tanto los quilos que había perdido cosa que, sin embargo, no restaba un ápice a su belleza.
- Deberías ir tú también a la peluquería. No veas lo bien sienta un cambio de imagen.
Myriam se molestó por aquel comentario. Reconocía que tenía el cabello bastante descuidado y que con el calor que hacía en la cocina, los rizos debían estar imposibles.
- Aunque, a decir verdad... pareces diferente. Y no es por el pelo, aunque bien sabe Dios que necesita un arreglo. Puedo recomendarte una peluquería que... Bueno, está bien- concedió al tiempo que le daba un cariñoso abrazo-, lo dejaremos como está, pero prométeme que no te volverás a cortar en flequillo.
- ¡Eso fue hace mil años! No tenía dinero...
- Y sigues sin poder tenerlopara pagarte una peluquería decente- Veronicase había quedado atónita al enterarse de la misería que ganaba su hermana después de tantos años de estudio-. Y hablando de dinero: ¿te apetecería hacer una columna mensual? Algo sobre mujer y salud, por ejemplo. Tendríamo que probar unas cuantas semanas, pero estoy segura de que podría funcionar estupendamente.
- ¿Escribir yo?- parpadeó Myriam.
- No es para tanto, yo te ayudaría. Un poco de nepotismo no está mal, y te pagaríamos bien- Veronica mencionó una suma que hizo que Myriam le temblaran las piernas-. Medítalo- le aconsejó-. Sigo pensando que estás diferente, pero no sé qué pueda ser.
Conociendo a su hermana, era solo cuestión de tiempo que adivinara qué, o mejor dicho quién era el responsable de aquella metamorfosisi. No era que se hubiera convertido en una belleza deslumbrante de la noche a la mañana, pero sí era cierto que había algo nuevo y resplandeciente que parecía emanar de si interior.
- ¿Ha pasado algo? ¿Cómo es que has regresado tan pronto?- esforzándose por mostrar un interés ue estaba lejos de sentir, echó un furtivo vistazo a su reloj. ¡Oh, no! El llegaría de un momento a otro.
Veronica se quitó la chaqueta negra. Llevaba una camisa ajustada también negra y unos pantalones de cuero que le quedaban como un guante. Tenía un aspecto sensacional.
- Ha sido un impulso- le contestó sin dejar de mirarla-. Tenía una semana libre así que he venido a comprobar si le dabas de comer a los peces.
- ¿Peces?- Myriam miró frenéticamente a su alrededor temiendo ver en un rincón una pecera llena de criaturas muertas.
- Myriam, es un broma, cariño- se echó para atrás la suave melena color rubio ceniza y se sentó en un sillón, esbozando aquella dulce sonrisa que fascinaba a todo los hombres que la conocían. Myriam quería muchísimoa su hermana, pero a veces deseaba que no fuera tan impresionantemente hermosa.
- Es un hombre, ¿verdad?- Veronica se echó a reír al ver a su hermana tan incómoda-. ¡Lo sabía! Debe ir en serio, pues si no no te habrías molestado en aprender a cocinar.
- Tadavia no sé mucho- admitió señalando el maldito libro de cocina-. Estoy aprendiendo y, ¿Sabes? Sigo siendo un completo desastre- confesó, pasándose la mano por la sudorosa frente. Tenía que reconocer que quizás había sido un pelín ambiciosa al atreverse con aquel plato tailandés. Tendría que haberse limitado a comprarlo ya preparado en Merks & Spencer, pensó indignada.
- ¡Ten cuidado!- le advirtió Veronica-. No te toques los ojos si has estado cortando esos chiles de ahí encima.
- No te haces idea de la montaña de cosas que he tenido que picar... incluidos mis dedos- añadió Myriam lastimera- Menos mal que no me dedico a la cirugía.
- Anda, ve a lavarte las manos- insistió Veronica: se hacerco a la encimera y echó un vistazo al libro que estaba usando Myriam-. ¡Ah, ya le he hecho! Es muy fácil- y sin más ceremonias se puso manos a la obra.
- No, Veronica, déjalo, d verdad. Seguro que estás agotada... Cenaremos fuera.
- He venido en el Concorde-dijo su hermana alegremente-. Y cocinar me relaja, de verdad- insistió-. Además, estoy deseando que me cuentes cosas de tu hombre misterioso.
Cobardemente, Myriam evitó la mirada de su hermana. Jamás había tenido con ella ninguna de aquellas charlas <<de chicas>>. Y, dadas las circunstancias, no creía que aquel fuera el mejor momento para empezar.
Considerando la <<relación>> que Veronica había mantenido con Victor durante todos aquellos años, no le apetecía decirle que él era el hombre de su vida. Le parecía que si lo decía en voz alta, se rompería el hechizo, se daría cuenta de una vez de lo absurdo que era aquella idea. Por otra parte, conocía bien a Veronica, sabía que era posesiva con sus cosas... no era que llegara a extremos patológicos, pero mejor sería no arriesgarse.
- No crei que sea para tanto...- Myriam se sentó en una silla, admirando la maestría con la que Veronica manejaba los ingredientes, casi sin mirar la receta. Al verla tan guapa y serena la invadió una oleada de cariño por ella.
- ¿Cómo te ha ido?- preguntó sinceramente interesada.
- ¿Por dónde quieres que empiece? ¿Qué tal por los amores contrariados?- replicó su hermana con un deje de amargura.
-¿Te ha ocurrido algo, Veronica?- preguntó Myriam sorprendida-. ¡Ayyy!- exclamó, levantándose dolorida.
- ¿Qué te pasa?
Myriam se frotó el trasero.
- Estuve patinando sobre hielo esta mañana, y me pasé más tiempo en el suelo que sobre los patines- admitió-. También me caí del caballo en Monksleigh.
- Se me había olvidado que estuviste allí. ¿No te parece un lugar ensueño? ¡Cómo me gustaría vivir como la nobleza!
- Pues a mí me parecieron bastante sencillos
- Sí, lo son- admitió Veronica-. Supongo que también estaría Tara, tan guapa y tontita como siempre.
- No es tan tontita
- Ya, pero es tan guapa, que no puedo reprimir cierta envidía.
Myriam se sorprendió de aque su hermana pudiera sentir envidia de la apariencia de otra mujer. O tal vez lo que la provocaba era que Tara se había casado con Victor, a deducir por lo que dijo acto seguido:
- Nunca creí que fuera la mujer adecuada para Victor- Veronica parecía satisfecha de que el tiempo le hubiera dado la razón-. Intenté advertírselo, pero no me quiso escuchar.
- ¡Esperabas acaso que lo hiciera?
- ¡Vaya! No seas tan dura. ¿Me equivoco o Victor ha estado desagradable contigo?- rió Veronica-. Es un demonio. Le voy a decir un par de cosas en cuanto lo vea: dadas las circunstancias, lo menos que podía haber hecho era ser amable contigo.
- La verdad es que ha sido más que agradable- Myriam tragó saliva icómoda-. Ha sido de lo más amable.
- Me alegro- Veronica parecía sinceramente conténta-. Aunque supongo que lo de montar a caballo lo hiciste porque él insistió. Puede ser muy persuasivo cuando quiere- sonrió de tal forma, que Myriam sintió náuseas-. Lo que no entiendo es lo dee ir a patinar. Tú nunca has tenido mucho sentido del equilibrio... Por cierto, ¿le quitaste por fin las rueditas a la bici?
- Hace siglos
- Qué bien. Bueno, entonces, ¿fuiste a patinar con ese hombre?- estaba claro que aquella no era la idea que tenía de una cita ideal-. Supongo- comcedió- que eso de caer en los brazos adecuados no debe dejar de tener su encanto.
- Su hijo vino con nosotros- Myriam recordo perfectamente todas y cada una de las veces en las que había estado apunto de caerse y él había acudido en su auxilio, sosteniéndola entre sus fuertes brazos... con un poco más de entusiasmo que el estrictamente necesario, si tenía que ser sincera.
- ¿Está casado?
- Divorciado
- ¿Estás segura?- preguntó Veronica con tetintín.
- Segurísima, pero, Veronica, si es...
- Absolutamente perfecto, no me digas más. Debe de ser él, ¿no?
Myriam asintió mientras el timbre de la puerta sonaba con insistencia.
- Seguramente
- ¿Y no vamos a abrirle?
Enfurruñada, Myriam fue hacía la puerta, maldiciendose una y mil veces por no haberle dicho la verdad cuando había tenido ocasión de hacerlo. ¿Por qué diablos se sentía tan culpable? No había hecho nada de lo que tuviera que avergonzarse.
Victor apareció en el umbral con una botella en la mano y su expresión en la mirada que provocó en ella una oleada de deseo. En solo un segundo, se olvidó por completo de la presencia de Veronica.
- Victor- susurró.
- ¿Victor?- Veronica dejó inmediatamente lo que estaba haciendo y se abalanzó hacia la puerta-. ¡Victor! ¡Eres tú!- Exclamó alegremente sin hacer caso de Myriam, quién automáticamente dio un paso hacia atrás-. ¿Cómo sabías que había vuelto?, ¿Oiste el mensaje que te dejé en el contestador?- preguntó abrazándolo y dándole un cálido beso en los labios.
Veronica habóa roto por completo el encantamiento. Myriam sintió unos celos abrasadores al ver que Victor le asía cariñosamente de la cintura. Hacían una pareja maravillosa. Cuando Victor le devolvió el beso Myriam sintió que la invadían de nuevo todos sus antiguos temores e inseguridades: ¿Veronica y él habrían sido algo más que amigos? Su hermana nunca le habóa dicho nada, pues jamás hablaba de sus relaciones.
Justo cuando Myriam empezaba a preguntarse si estarían empeñados en batir un algún récord mundial, se separaron por fin, aunque Veronica mantuvo la mano sobre la solapa de la cazadora de cuero de Victor.
- No sabía que habías vuelto
- ¿Y entonces?- insistió Veronica señalando la botella de vino. Hizo un gesto de aprobación al ver la etiqueta-. No es que me queje, así podrás distraerme mientras mi hermana se entretiene con su nuevo novio. Últimamente la has visto a ella mucho más que a mí- añadió mimosa.
Aquello fue más de lo que Myriam podía soportar. Lanzó a Victor una mirada de advertencia y empezó a carraspear.
- Ya te dije que lavaras bien los chiles, Myriam- dijo Veronica antes de volver a concentrarse en Victor-. Oye, no has contado si tu familia se creyó lo de tu compromiso. Tenía mis dudas de que te saliera bien, ¿sabes? Luego me lo contarás, ahora estoy deseando conocer a ese divorciado... ¿No te lo ha contado Myriam? Estás siendo de lo más misteriosa. ¿Tú sabes quién es...?
Myriam se había puesto como una amapola... Tal vez se hubiera pasado un poco con sus bromas.
- A decir verdad, sí, si lo sé...
Sorprendida, Veronica se volvió hacia él. Parecía la viva imagen de la incredulidad.
¿Myriam? A juzgar por la expresión con la que Victor miraba a su hermana, no había la menor duda.
Cuando Myriam se había puesto la minifalda negra y una camisa ajustada a juego lo había hecho imaginando aque Victor le metía la mano por debajo. Aunque aquella imagen le había resultado irresistiblemente erótico, no era nada comparado con la turbadora sensación provocada simplemente por el sonido de su voz.
No había la menor duda acerca de lo que le ocurría: estaba inmovilizada por la pira lujuría. Si Victor hubiera tenido la oportunidad de llevar a cabo en esos momentos lo que ella había imaginado antes, no le habría costado ni medio segundo darse cuenta de que, literalmente, se derretía por él.
- ¿Tú y Myriam...? ¿Ustedes...?- Veronica no había estado más confundida en toda su vida-. ¡No es posible!- rio al fin
Fue aquella risa la que sacó a Myriam de sus casillas. <<¡Si!>>, le hubiera gustado gritar. <<Hemos estado saliendo y seguiremos haciéndolo>>, aunque por el modo en que iban las cosas no parecía muy probable. Veronica se había quedado muy sería, pero lo único de lo que se acordaba Myriam era de aquella risa.
- ¿Y por qué no?- preguntó desafiante. Victor le asió de la mano para tranquilizarla, movimiento que Veronica siguió como hipnotizada. Tuvo que hacer un esfuerzo visible para recuperar la compostura.
- No pretendía ofenderte
- No me has ofendido- replicó Myriam son idéntica falsedad.
- Lo que pasa es que me han pillado por sorpresa, eso es todo. Me parece maravilloso.
Solo les estaba siguiendo el juego, decidió Myriam tozuda.
- Diganme, ¿cómo ocurrió...?- Myriam sabía que su hermana no era una metomentodo, pero por la forma en que miraba a Victor nadie lo diría.
A pesar de su cambio de actitud, Myriam estaba segura de que a su hermana le importaba lo ocurrido. Lo que no podía discernir era cuánto y si pensaba hacer algo al respecto. La onservó con ojo crítico: no había duda, su hermana era perfecta, tenía un tipo que quitaba el hipo, no había comparación posible entre las dos. Si decidía recuperar lo que consideraban suyo, ella no tendría la menor oportunidad.
En el fondo, se sentía muy culpable porque sabía que se estaba comportando como una auténtica bruja. Siempre había estado a la sombra de Veronica, pero nunca hasta ese momento se había sentido tan amargamente resentida con ella, ni siquiera en su penosa adolescencia.
Veronica no tenía culpa ninguna de ser tan guapa, y no era culpa de ella que su amor por Victor le hiciera sentirse tan vulnerable. Si él la amara, las cosas serían muy diferentes, pensó con amargura.
- Ya me conoces... siempre he sido un poco posesiva- confesó Veronica con una sonrisa un tanto forzada.
<< Tal vez me esté volviendo panaroica>>, pensó Myriam mientras escuchaba cómo Victor respondía amablemente a su hermana. La amistad platónica existía, aunque, por lo que ella sabía, a los hombres les resultaba mucho más fácil mantenerla con mujeres como ella que con mujeres como su hermana.
- Vuelvo a casa esperando que las cosas sigan como las dejé, y ¡Bum! Mi piso, mi hermana, mi mejor amigo... Estoy un poco confusa, le verdad.
- Myriam sigue siendo tu hermana- dijo Victor, así que la aludida se sintió obligada a esbozar una tensa sonrisa-, este sigue siendo tu piso y, efectivamente, yo soy tu mejor amigo.
Puede que fuera una romántica idealista, pero ahí plantada, sonriendo como una idiota, Myriam se sintió tremendamente desilusionada: siempre hubiera deseado que su amor fuera también su mejor amigo.
Con los ojos húmedos, Veronica estaba aún más hermosa.
- Gracias, cariño- dijo roncamente, acariciándole la mejilla con la punta de los dedos. Myriam tragó saliva, conteniendo el impulso de soltarle a su hermana una bofetada.
- Voy a hacer la cena y mientras nos pondremos el día.
- Creía que la ibas a hacer tú- dijo Victor a Myriam.
- Soy una cocinera pésima- reconoció humillada-. Veronica llegó gusto cuando estaba a punto de tirar la toalla.
Victor parecía no darse cuenta de su estado de ánimo. Tal vez lo que quería realmente era pasar una tranquila velada charlando con Veronica; desde luego, no había nada para evitarlo.
- ¿No es una suerte que llegara justo en ese momento?- Veronica continuó con la cena con su eficiencia habitual.
Era terriblemente injusto que además de ser una incríeble belleza y su excepcional inteligencia, Veronica fuera además una cocinera de primera. Lo único que Myriam podía hacer era apretar los dientes y sonreír, aunque aquella velada se hubiera convertido en la peor de sus pesadillas.
Tal vez Veronica no lo hiciera intencionalmente, pero lo cierto era que la conversación ensegiuda derivó a temas y personas que ella no conocía. Al cabo de un rato, Myriam ya no habró la boca, cosa que a su hermana y a Victor, tras un par de intentos no muy entusiastas por incluirla en la conversación, no pareció importarles lo más mínimo.
...
- Parecías un poco apagada, Myriam- le dijo Victor mientras esperaban en ascensor.
¡Vaya! Así que se había dado cuenta, pensó Myriam resentida.
- ¿Sí? mira, el ascensor
- Más bien de mal humor...
- ¿Cómo dices?
- Que te hacias la sorda cada vez que Veronica ye dirigía la palabra.
Victor no recordaba haber pasado una velada tan frustrante en toda su vida, y Myriam parecía haber hecho lo imposible por estropearla más si cabía. ¿Es que no se había dado cuenta de lo mal que lo había pasado, intentando comportarse con cortesía cuando lo único que tenía en la cabeza era quitarle aquella deliciosa minifalda negra y hacerle el amor? Todavía lo deseaba y ella, en cambio, se comportaba como una niña malcriada.
La copa de brandy que se había tomado después de lacena le dio arrestos a Myriam para recriminarle:
- Pues nadie podría decir en cambio que tú no le has hecho caso...
- ¿Cómo dices?
- Estabas pendiente de cada una de sus palabras- lo acusó-. ¿Te has acostado con ella, Victor?- preguntó angustiada.
- ¿Es eso lo que te preocupa?- replicó Victor incrédulo. Le asió de la barbilla y la obligó a mirarlo-. Escúchame, Myriam, me dan ganas de matarte- bromeó, aunque se sentía preso de una emoción desconocida.
- Justo lo que le hacía falta a esta relación- murmuró Myriam con ironía.
- ¿Te va a entrar complejo de Cenicienta cada vez que veas a Veronica? Creo que ya va siendo hora de que te enfrentes a tus inseguridades, no resultan nada atractivas.
Myriam se mordió el labio; estaba a punto de echarse a llorar... <<Supongo que esta es su manera de decirme que no me encuentra atractiva>>, se temió.
- Creo recordar que Cenicienta tenía dos hermanastras muy feas. To tengo una hermana y muy guapa, por cierto.
- Efectivamente, es una belleza, pero no creo que ese sea motivo suficiente para ponerse celosa.
- Pues Tara tenía celos de ella- barbotó Myriam-. Además, no estaba celosa- mintió con fría dignidad-. Lo que pasa es que cómo iba a intervenir en una conversación que ha tratado exclusivamente de cosas que les pasaron cuando yo todavía estaba en la escuela.
Victor suspiró exasperado.
- Y te comportas como si todavía fueras una colegiala: Veronica y yo solo somos amigos, y como amigo suyo que soy, me ge dado cuenta de que había algo que la atormentaba... y no creo que fuera el que yo me acostara con su hermana pequeña- murmuró pensativo-. Veronica no quería quedarse sola. ¿Es que no te has dado cuenta?- preguntó incrédulo-. ¿Tan ocupada estabas autocompadeciéndote por no ser el centro de atención?
Incómoda, Myriam recordó que había tenido la misma impresión al principio de aquella desafortunada velada.
- En ese caso, tal vez deberías quedarte- desesperada se oyó decir aquella frase egoísta, una más a añadir a su lista de meteduras de pata-. Como amigo que eres, digo. para ser alguien a quien desesperaba la simple idea de perderlo, se le estaba dando muy bien sacarlo de sus casillas.
- ¿Te crees acaso que estor disfrutando con esta conversación?- le preguntó Victor muy serio.
Myriam parpadeó, sorprendida por la intensidad que se traslucía en sus palabras. Por fin, se dio cuenta de que de él amenaba una tensión puramente sexual.
- No he hecho otra cosa que pensar en nuestra cita de esta noche desde que nos despedimos esta mañana- confesó Victor mirándola hambriento-. Por si quieres saberlo, he estado contando los minutos, como si fuera un estúpido adolescente: para decírtelo claramente, me vuelves loco. Por lo menos, esta mañana, cuando te caías en el hielo tenía la oportunidad de ver ese bonito trasero tuyo- colocó las manos precisamente en esa parte de su anatomía y la atrajo contra sí.
Aquellas palabras y aquel gesto hicieron que Myriam suspirara al fin de puro placer. Todos sus temores le parecieron de repente estúpidos e irracionales; se disolvieron como por ensalmo, haciendo que se sintiera como una tonta.
- Yo también- confesó con voz ronca-. Yo también contaba los minutos. Pero verlos juntos a Veronica y a tí, tan guapos, tan perfectos, serían la pareja perfecta, los dos deben de tener unos genes increíbles.
- Cariño, te puedo asegurar que tus genes no me interesan lo más mínimo- su picara mirada traslucía bien a las claras qué era lo que en realidad le interesaba-. Myriam- murmuró su nombre en el instante en que su lengua se abrió paso entre sus labios.
- ¿Por qué no me has besado antes?- le reprochó, apretandose aún más contra su cuerpo-. ¡Te deseaba tanto!
Victor sintió que la sangre se le agolpaba en las sienes cuando ella se puso de puntillas; a pesar del aire acondicionado del descansillo, se sentía como si estuviera en una atmósfera casi tropical. Deslizó una mano por debajo de la falda: solo un pesazo de tela de encaje le separaba de su piel cálida y suave. Le volvía loco la idea de acaricierle en aquel delicioso roncón húmedo entres las piernas. Tuvo que hacer un enorme esfuerzo para recordar dónde estaban.
- Empezar es fácil- se lamentó mientras la besaba-; parar es mucho más problemático.
- Pues no pares- le pidió Myriam
- No sé qué demonios has hecho conmigo- se le ocurrió que la copa que había rechazado unos momentos antes no e habría resultado ni la mitad de embriagadora que el sabor de brandy de aquellos dulces labios-. Eres una auténtica bruja...
Aquella hechicera lo tenía completamente embrujado, sometido. Concentrarse en la conversación con Veronica le había resultado tremendamente difícil, lo que le fastidiaba especialmente porque estaba claro que su amiga tenía problemas.
Myriam, por su parte estaba como hipnotizada, ajena a todo lo que no fuera aquel momento de intenso placer, de pura orgía de los sentidos.
- Victor...- atinó a decir, como una súplica, un conjuro.
Él relajó el brazo con el que la tenía sujeta y dio un paso atrás.
- Lo siento- murmuró mesándose el pelo-. Creo que me he dejado llevar.
Myriam se llevó la mano a la boca.
- Creo que yo también.
- Te vere mañana.
- Pronto... por favor.
- Alex pasará el día con su madre; por la noche Tara se va a parís
- ¿Con su amor?
Victor asintió.
- También es el día libre de Fiona, así que no tengo que preocuparme ni de la niñera ni del niño- bromeó
- Genial- Myriam suspiró, feliz porque se hubiera aflojado la tensión inicial. Sin embargo, aún albergaba algunos temores-. Victor, ¿Qué aremos si a Veronica no le parece bien que te acuestes conmigo?
Victor la fulminó con la mirada. Sin embargo, era una pregunta muy lógica: ¿qué pasaría si tenía que decidir entre hacerle el amor de vez en cuando o mantener su preciosa amistad con su amiga del alma?
- Veronica, Veronica... ¿Se puede saber qué demonios te pasa? Solo me preocuparía si tú no quisieras acostarte conmigo, pero eso no va a pasar, ¿verdad?
- Claro que no- renspondió Myriam de inmediato.
- Me doleria mucho- insistió
- Y a mí- sin duda, le complacería saber que estaban completamente de acuerdo en ese punto.
- Sí, menuda agonía... Bueno, ni hace falta que pongas esa cara- bromeó-. Nos veremos mañana.
- ¿Y por qué no esta noche?- propuso Myriam audazmente- Quizás se había pasado un poco: tal vez no le gustara que se le ofresiera de bandeja.
- Me resulta una propuesta mut tentadora, pero creo que deberías volver al apartamento y averiguar qué le preocupa a Veronica.
Myriam tragó su decepción como pudo.
- Creo que confía más en ti.
- Veronica no tiene muchos más amigos, Myriam- alla lo miró asombrada: que ella supiera, su hermana disfrutaba de una vida social envidiable-. Me refiero a amigos de verdad.
Pero Myriam sabía que a Veronica solo le importaba la verdad una persona.
- Te tiene a ti.
- Mira, Myriam- le explicó muy despacio, como si estuviera hablando con una niña pequeña-, esto es una cuestión de dos. Tú esperas de mí que me ajuste a tus planes, a tu carrera; me has dejado bien claro que eso es lo más importante para ti... y yo lo he aceptado.
Myriam lamentó de inmediato que sus esfuerzos por parecer una chica independiente hubieran dado tan buen resultado. Le había sorprendido que se hubiera tomado o que no había sido más que un mecanismo de defensa como una serie de reglas bien marcadas. No había nada que ella deseara más que conjugar su carrera con una feliz matrimonial, pero no podía explicárselo en ese momento por temor de que la tomara por una mujer voluble.
Sin embargo, por el tono de su voz, estaba claro que se sentía muy molesto. Por primera vez, Myriam dudó haber dicho lo que él quería oír; sacudió la cabeza, rechazando aquella idea por increíble.
- Por otra parte- añadió Victor-, hay unas cuantas cosas que tú debes aceptar: tengo treinta y un años, un montón de amigos, una ex mujer, un hijo y un trabajo, y no quiero que nada de eso cambie solo por haber añadido una pelirroja a mi lista de prioridades. Si pretendes que deje de lado a mis amigos, llegará un momento en que también me pedirás que me olvide de mi hijo...
- ¡Nunca haría semejante cosa!- le interrumpió Myriam horrorizada.
- Piénsalo bien- replicó Victor con una expresión más elocuente que cualquier discurso.
Myriam lo vio meterse en el ascensor. Iba a pensar en lo que se había ducho durante toda la noche.
VAYA! ¿Cuándo has aprendido a cocinar?- Veronica aspiró con deleite y dejó su bolsa de mano en el suelo.
Boquiabierta y con un cucharón en la mano, Myriam se giró en redondo.
- ¿Qué estas haciendo aquí?- sopló los mechones que le caían por la cara, dándose cuenta de que sus palabras casi habían sonado como una acusación.
- Vico aquí, ¿recuerdas?
Aquella broma solo sirvió para que Myriam se sintiera más incómoda.
- No te esperaba... me has pillado por sorpresa- balbució, intentando arreglar su deplorable bienvenida con una cálida sonrisa-. ¡Me alegro muchísimo de verte!- ¿por qué tenía que presentar siempre su hermana un aspecto tan impecable? Por más que lo disimulara, se notaba que su entusiasmo era forzado.
Reprimiendo el impulso infantil de echarla de la casa, Myriam dejó la cuchara en la encimera y abrazó a Veronica.
- Me encanta tu corte de pelo.
Por lo menos eso era cierto. El nuevo corte disimulaba un tanto los quilos que había perdido cosa que, sin embargo, no restaba un ápice a su belleza.
- Deberías ir tú también a la peluquería. No veas lo bien sienta un cambio de imagen.
Myriam se molestó por aquel comentario. Reconocía que tenía el cabello bastante descuidado y que con el calor que hacía en la cocina, los rizos debían estar imposibles.
- Aunque, a decir verdad... pareces diferente. Y no es por el pelo, aunque bien sabe Dios que necesita un arreglo. Puedo recomendarte una peluquería que... Bueno, está bien- concedió al tiempo que le daba un cariñoso abrazo-, lo dejaremos como está, pero prométeme que no te volverás a cortar en flequillo.
- ¡Eso fue hace mil años! No tenía dinero...
- Y sigues sin poder tenerlopara pagarte una peluquería decente- Veronicase había quedado atónita al enterarse de la misería que ganaba su hermana después de tantos años de estudio-. Y hablando de dinero: ¿te apetecería hacer una columna mensual? Algo sobre mujer y salud, por ejemplo. Tendríamo que probar unas cuantas semanas, pero estoy segura de que podría funcionar estupendamente.
- ¿Escribir yo?- parpadeó Myriam.
- No es para tanto, yo te ayudaría. Un poco de nepotismo no está mal, y te pagaríamos bien- Veronica mencionó una suma que hizo que Myriam le temblaran las piernas-. Medítalo- le aconsejó-. Sigo pensando que estás diferente, pero no sé qué pueda ser.
Conociendo a su hermana, era solo cuestión de tiempo que adivinara qué, o mejor dicho quién era el responsable de aquella metamorfosisi. No era que se hubiera convertido en una belleza deslumbrante de la noche a la mañana, pero sí era cierto que había algo nuevo y resplandeciente que parecía emanar de si interior.
- ¿Ha pasado algo? ¿Cómo es que has regresado tan pronto?- esforzándose por mostrar un interés ue estaba lejos de sentir, echó un furtivo vistazo a su reloj. ¡Oh, no! El llegaría de un momento a otro.
Veronica se quitó la chaqueta negra. Llevaba una camisa ajustada también negra y unos pantalones de cuero que le quedaban como un guante. Tenía un aspecto sensacional.
- Ha sido un impulso- le contestó sin dejar de mirarla-. Tenía una semana libre así que he venido a comprobar si le dabas de comer a los peces.
- ¿Peces?- Myriam miró frenéticamente a su alrededor temiendo ver en un rincón una pecera llena de criaturas muertas.
- Myriam, es un broma, cariño- se echó para atrás la suave melena color rubio ceniza y se sentó en un sillón, esbozando aquella dulce sonrisa que fascinaba a todo los hombres que la conocían. Myriam quería muchísimoa su hermana, pero a veces deseaba que no fuera tan impresionantemente hermosa.
- Es un hombre, ¿verdad?- Veronica se echó a reír al ver a su hermana tan incómoda-. ¡Lo sabía! Debe ir en serio, pues si no no te habrías molestado en aprender a cocinar.
- Tadavia no sé mucho- admitió señalando el maldito libro de cocina-. Estoy aprendiendo y, ¿Sabes? Sigo siendo un completo desastre- confesó, pasándose la mano por la sudorosa frente. Tenía que reconocer que quizás había sido un pelín ambiciosa al atreverse con aquel plato tailandés. Tendría que haberse limitado a comprarlo ya preparado en Merks & Spencer, pensó indignada.
- ¡Ten cuidado!- le advirtió Veronica-. No te toques los ojos si has estado cortando esos chiles de ahí encima.
- No te haces idea de la montaña de cosas que he tenido que picar... incluidos mis dedos- añadió Myriam lastimera- Menos mal que no me dedico a la cirugía.
- Anda, ve a lavarte las manos- insistió Veronica: se hacerco a la encimera y echó un vistazo al libro que estaba usando Myriam-. ¡Ah, ya le he hecho! Es muy fácil- y sin más ceremonias se puso manos a la obra.
- No, Veronica, déjalo, d verdad. Seguro que estás agotada... Cenaremos fuera.
- He venido en el Concorde-dijo su hermana alegremente-. Y cocinar me relaja, de verdad- insistió-. Además, estoy deseando que me cuentes cosas de tu hombre misterioso.
Cobardemente, Myriam evitó la mirada de su hermana. Jamás había tenido con ella ninguna de aquellas charlas <<de chicas>>. Y, dadas las circunstancias, no creía que aquel fuera el mejor momento para empezar.
Considerando la <<relación>> que Veronica había mantenido con Victor durante todos aquellos años, no le apetecía decirle que él era el hombre de su vida. Le parecía que si lo decía en voz alta, se rompería el hechizo, se daría cuenta de una vez de lo absurdo que era aquella idea. Por otra parte, conocía bien a Veronica, sabía que era posesiva con sus cosas... no era que llegara a extremos patológicos, pero mejor sería no arriesgarse.
- No crei que sea para tanto...- Myriam se sentó en una silla, admirando la maestría con la que Veronica manejaba los ingredientes, casi sin mirar la receta. Al verla tan guapa y serena la invadió una oleada de cariño por ella.
- ¿Cómo te ha ido?- preguntó sinceramente interesada.
- ¿Por dónde quieres que empiece? ¿Qué tal por los amores contrariados?- replicó su hermana con un deje de amargura.
-¿Te ha ocurrido algo, Veronica?- preguntó Myriam sorprendida-. ¡Ayyy!- exclamó, levantándose dolorida.
- ¿Qué te pasa?
Myriam se frotó el trasero.
- Estuve patinando sobre hielo esta mañana, y me pasé más tiempo en el suelo que sobre los patines- admitió-. También me caí del caballo en Monksleigh.
- Se me había olvidado que estuviste allí. ¿No te parece un lugar ensueño? ¡Cómo me gustaría vivir como la nobleza!
- Pues a mí me parecieron bastante sencillos
- Sí, lo son- admitió Veronica-. Supongo que también estaría Tara, tan guapa y tontita como siempre.
- No es tan tontita
- Ya, pero es tan guapa, que no puedo reprimir cierta envidía.
Myriam se sorprendió de aque su hermana pudiera sentir envidia de la apariencia de otra mujer. O tal vez lo que la provocaba era que Tara se había casado con Victor, a deducir por lo que dijo acto seguido:
- Nunca creí que fuera la mujer adecuada para Victor- Veronica parecía satisfecha de que el tiempo le hubiera dado la razón-. Intenté advertírselo, pero no me quiso escuchar.
- ¡Esperabas acaso que lo hiciera?
- ¡Vaya! No seas tan dura. ¿Me equivoco o Victor ha estado desagradable contigo?- rió Veronica-. Es un demonio. Le voy a decir un par de cosas en cuanto lo vea: dadas las circunstancias, lo menos que podía haber hecho era ser amable contigo.
- La verdad es que ha sido más que agradable- Myriam tragó saliva icómoda-. Ha sido de lo más amable.
- Me alegro- Veronica parecía sinceramente conténta-. Aunque supongo que lo de montar a caballo lo hiciste porque él insistió. Puede ser muy persuasivo cuando quiere- sonrió de tal forma, que Myriam sintió náuseas-. Lo que no entiendo es lo dee ir a patinar. Tú nunca has tenido mucho sentido del equilibrio... Por cierto, ¿le quitaste por fin las rueditas a la bici?
- Hace siglos
- Qué bien. Bueno, entonces, ¿fuiste a patinar con ese hombre?- estaba claro que aquella no era la idea que tenía de una cita ideal-. Supongo- comcedió- que eso de caer en los brazos adecuados no debe dejar de tener su encanto.
- Su hijo vino con nosotros- Myriam recordo perfectamente todas y cada una de las veces en las que había estado apunto de caerse y él había acudido en su auxilio, sosteniéndola entre sus fuertes brazos... con un poco más de entusiasmo que el estrictamente necesario, si tenía que ser sincera.
- ¿Está casado?
- Divorciado
- ¿Estás segura?- preguntó Veronica con tetintín.
- Segurísima, pero, Veronica, si es...
- Absolutamente perfecto, no me digas más. Debe de ser él, ¿no?
Myriam asintió mientras el timbre de la puerta sonaba con insistencia.
- Seguramente
- ¿Y no vamos a abrirle?
Enfurruñada, Myriam fue hacía la puerta, maldiciendose una y mil veces por no haberle dicho la verdad cuando había tenido ocasión de hacerlo. ¿Por qué diablos se sentía tan culpable? No había hecho nada de lo que tuviera que avergonzarse.
Victor apareció en el umbral con una botella en la mano y su expresión en la mirada que provocó en ella una oleada de deseo. En solo un segundo, se olvidó por completo de la presencia de Veronica.
- Victor- susurró.
- ¿Victor?- Veronica dejó inmediatamente lo que estaba haciendo y se abalanzó hacia la puerta-. ¡Victor! ¡Eres tú!- Exclamó alegremente sin hacer caso de Myriam, quién automáticamente dio un paso hacia atrás-. ¿Cómo sabías que había vuelto?, ¿Oiste el mensaje que te dejé en el contestador?- preguntó abrazándolo y dándole un cálido beso en los labios.
Veronica habóa roto por completo el encantamiento. Myriam sintió unos celos abrasadores al ver que Victor le asía cariñosamente de la cintura. Hacían una pareja maravillosa. Cuando Victor le devolvió el beso Myriam sintió que la invadían de nuevo todos sus antiguos temores e inseguridades: ¿Veronica y él habrían sido algo más que amigos? Su hermana nunca le habóa dicho nada, pues jamás hablaba de sus relaciones.
Justo cuando Myriam empezaba a preguntarse si estarían empeñados en batir un algún récord mundial, se separaron por fin, aunque Veronica mantuvo la mano sobre la solapa de la cazadora de cuero de Victor.
- No sabía que habías vuelto
- ¿Y entonces?- insistió Veronica señalando la botella de vino. Hizo un gesto de aprobación al ver la etiqueta-. No es que me queje, así podrás distraerme mientras mi hermana se entretiene con su nuevo novio. Últimamente la has visto a ella mucho más que a mí- añadió mimosa.
Aquello fue más de lo que Myriam podía soportar. Lanzó a Victor una mirada de advertencia y empezó a carraspear.
- Ya te dije que lavaras bien los chiles, Myriam- dijo Veronica antes de volver a concentrarse en Victor-. Oye, no has contado si tu familia se creyó lo de tu compromiso. Tenía mis dudas de que te saliera bien, ¿sabes? Luego me lo contarás, ahora estoy deseando conocer a ese divorciado... ¿No te lo ha contado Myriam? Estás siendo de lo más misteriosa. ¿Tú sabes quién es...?
Myriam se había puesto como una amapola... Tal vez se hubiera pasado un poco con sus bromas.
- A decir verdad, sí, si lo sé...
Sorprendida, Veronica se volvió hacia él. Parecía la viva imagen de la incredulidad.
¿Myriam? A juzgar por la expresión con la que Victor miraba a su hermana, no había la menor duda.
Cuando Myriam se había puesto la minifalda negra y una camisa ajustada a juego lo había hecho imaginando aque Victor le metía la mano por debajo. Aunque aquella imagen le había resultado irresistiblemente erótico, no era nada comparado con la turbadora sensación provocada simplemente por el sonido de su voz.
No había la menor duda acerca de lo que le ocurría: estaba inmovilizada por la pira lujuría. Si Victor hubiera tenido la oportunidad de llevar a cabo en esos momentos lo que ella había imaginado antes, no le habría costado ni medio segundo darse cuenta de que, literalmente, se derretía por él.
- ¿Tú y Myriam...? ¿Ustedes...?- Veronica no había estado más confundida en toda su vida-. ¡No es posible!- rio al fin
Fue aquella risa la que sacó a Myriam de sus casillas. <<¡Si!>>, le hubiera gustado gritar. <<Hemos estado saliendo y seguiremos haciéndolo>>, aunque por el modo en que iban las cosas no parecía muy probable. Veronica se había quedado muy sería, pero lo único de lo que se acordaba Myriam era de aquella risa.
- ¿Y por qué no?- preguntó desafiante. Victor le asió de la mano para tranquilizarla, movimiento que Veronica siguió como hipnotizada. Tuvo que hacer un esfuerzo visible para recuperar la compostura.
- No pretendía ofenderte
- No me has ofendido- replicó Myriam son idéntica falsedad.
- Lo que pasa es que me han pillado por sorpresa, eso es todo. Me parece maravilloso.
Solo les estaba siguiendo el juego, decidió Myriam tozuda.
- Diganme, ¿cómo ocurrió...?- Myriam sabía que su hermana no era una metomentodo, pero por la forma en que miraba a Victor nadie lo diría.
A pesar de su cambio de actitud, Myriam estaba segura de que a su hermana le importaba lo ocurrido. Lo que no podía discernir era cuánto y si pensaba hacer algo al respecto. La onservó con ojo crítico: no había duda, su hermana era perfecta, tenía un tipo que quitaba el hipo, no había comparación posible entre las dos. Si decidía recuperar lo que consideraban suyo, ella no tendría la menor oportunidad.
En el fondo, se sentía muy culpable porque sabía que se estaba comportando como una auténtica bruja. Siempre había estado a la sombra de Veronica, pero nunca hasta ese momento se había sentido tan amargamente resentida con ella, ni siquiera en su penosa adolescencia.
Veronica no tenía culpa ninguna de ser tan guapa, y no era culpa de ella que su amor por Victor le hiciera sentirse tan vulnerable. Si él la amara, las cosas serían muy diferentes, pensó con amargura.
- Ya me conoces... siempre he sido un poco posesiva- confesó Veronica con una sonrisa un tanto forzada.
<< Tal vez me esté volviendo panaroica>>, pensó Myriam mientras escuchaba cómo Victor respondía amablemente a su hermana. La amistad platónica existía, aunque, por lo que ella sabía, a los hombres les resultaba mucho más fácil mantenerla con mujeres como ella que con mujeres como su hermana.
- Vuelvo a casa esperando que las cosas sigan como las dejé, y ¡Bum! Mi piso, mi hermana, mi mejor amigo... Estoy un poco confusa, le verdad.
- Myriam sigue siendo tu hermana- dijo Victor, así que la aludida se sintió obligada a esbozar una tensa sonrisa-, este sigue siendo tu piso y, efectivamente, yo soy tu mejor amigo.
Puede que fuera una romántica idealista, pero ahí plantada, sonriendo como una idiota, Myriam se sintió tremendamente desilusionada: siempre hubiera deseado que su amor fuera también su mejor amigo.
Con los ojos húmedos, Veronica estaba aún más hermosa.
- Gracias, cariño- dijo roncamente, acariciándole la mejilla con la punta de los dedos. Myriam tragó saliva, conteniendo el impulso de soltarle a su hermana una bofetada.
- Voy a hacer la cena y mientras nos pondremos el día.
- Creía que la ibas a hacer tú- dijo Victor a Myriam.
- Soy una cocinera pésima- reconoció humillada-. Veronica llegó gusto cuando estaba a punto de tirar la toalla.
Victor parecía no darse cuenta de su estado de ánimo. Tal vez lo que quería realmente era pasar una tranquila velada charlando con Veronica; desde luego, no había nada para evitarlo.
- ¿No es una suerte que llegara justo en ese momento?- Veronica continuó con la cena con su eficiencia habitual.
Era terriblemente injusto que además de ser una incríeble belleza y su excepcional inteligencia, Veronica fuera además una cocinera de primera. Lo único que Myriam podía hacer era apretar los dientes y sonreír, aunque aquella velada se hubiera convertido en la peor de sus pesadillas.
Tal vez Veronica no lo hiciera intencionalmente, pero lo cierto era que la conversación ensegiuda derivó a temas y personas que ella no conocía. Al cabo de un rato, Myriam ya no habró la boca, cosa que a su hermana y a Victor, tras un par de intentos no muy entusiastas por incluirla en la conversación, no pareció importarles lo más mínimo.
...
- Parecías un poco apagada, Myriam- le dijo Victor mientras esperaban en ascensor.
¡Vaya! Así que se había dado cuenta, pensó Myriam resentida.
- ¿Sí? mira, el ascensor
- Más bien de mal humor...
- ¿Cómo dices?
- Que te hacias la sorda cada vez que Veronica ye dirigía la palabra.
Victor no recordaba haber pasado una velada tan frustrante en toda su vida, y Myriam parecía haber hecho lo imposible por estropearla más si cabía. ¿Es que no se había dado cuenta de lo mal que lo había pasado, intentando comportarse con cortesía cuando lo único que tenía en la cabeza era quitarle aquella deliciosa minifalda negra y hacerle el amor? Todavía lo deseaba y ella, en cambio, se comportaba como una niña malcriada.
La copa de brandy que se había tomado después de lacena le dio arrestos a Myriam para recriminarle:
- Pues nadie podría decir en cambio que tú no le has hecho caso...
- ¿Cómo dices?
- Estabas pendiente de cada una de sus palabras- lo acusó-. ¿Te has acostado con ella, Victor?- preguntó angustiada.
- ¿Es eso lo que te preocupa?- replicó Victor incrédulo. Le asió de la barbilla y la obligó a mirarlo-. Escúchame, Myriam, me dan ganas de matarte- bromeó, aunque se sentía preso de una emoción desconocida.
- Justo lo que le hacía falta a esta relación- murmuró Myriam con ironía.
- ¿Te va a entrar complejo de Cenicienta cada vez que veas a Veronica? Creo que ya va siendo hora de que te enfrentes a tus inseguridades, no resultan nada atractivas.
Myriam se mordió el labio; estaba a punto de echarse a llorar... <<Supongo que esta es su manera de decirme que no me encuentra atractiva>>, se temió.
- Creo recordar que Cenicienta tenía dos hermanastras muy feas. To tengo una hermana y muy guapa, por cierto.
- Efectivamente, es una belleza, pero no creo que ese sea motivo suficiente para ponerse celosa.
- Pues Tara tenía celos de ella- barbotó Myriam-. Además, no estaba celosa- mintió con fría dignidad-. Lo que pasa es que cómo iba a intervenir en una conversación que ha tratado exclusivamente de cosas que les pasaron cuando yo todavía estaba en la escuela.
Victor suspiró exasperado.
- Y te comportas como si todavía fueras una colegiala: Veronica y yo solo somos amigos, y como amigo suyo que soy, me ge dado cuenta de que había algo que la atormentaba... y no creo que fuera el que yo me acostara con su hermana pequeña- murmuró pensativo-. Veronica no quería quedarse sola. ¿Es que no te has dado cuenta?- preguntó incrédulo-. ¿Tan ocupada estabas autocompadeciéndote por no ser el centro de atención?
Incómoda, Myriam recordó que había tenido la misma impresión al principio de aquella desafortunada velada.
- En ese caso, tal vez deberías quedarte- desesperada se oyó decir aquella frase egoísta, una más a añadir a su lista de meteduras de pata-. Como amigo que eres, digo. para ser alguien a quien desesperaba la simple idea de perderlo, se le estaba dando muy bien sacarlo de sus casillas.
- ¿Te crees acaso que estor disfrutando con esta conversación?- le preguntó Victor muy serio.
Myriam parpadeó, sorprendida por la intensidad que se traslucía en sus palabras. Por fin, se dio cuenta de que de él amenaba una tensión puramente sexual.
- No he hecho otra cosa que pensar en nuestra cita de esta noche desde que nos despedimos esta mañana- confesó Victor mirándola hambriento-. Por si quieres saberlo, he estado contando los minutos, como si fuera un estúpido adolescente: para decírtelo claramente, me vuelves loco. Por lo menos, esta mañana, cuando te caías en el hielo tenía la oportunidad de ver ese bonito trasero tuyo- colocó las manos precisamente en esa parte de su anatomía y la atrajo contra sí.
Aquellas palabras y aquel gesto hicieron que Myriam suspirara al fin de puro placer. Todos sus temores le parecieron de repente estúpidos e irracionales; se disolvieron como por ensalmo, haciendo que se sintiera como una tonta.
- Yo también- confesó con voz ronca-. Yo también contaba los minutos. Pero verlos juntos a Veronica y a tí, tan guapos, tan perfectos, serían la pareja perfecta, los dos deben de tener unos genes increíbles.
- Cariño, te puedo asegurar que tus genes no me interesan lo más mínimo- su picara mirada traslucía bien a las claras qué era lo que en realidad le interesaba-. Myriam- murmuró su nombre en el instante en que su lengua se abrió paso entre sus labios.
- ¿Por qué no me has besado antes?- le reprochó, apretandose aún más contra su cuerpo-. ¡Te deseaba tanto!
Victor sintió que la sangre se le agolpaba en las sienes cuando ella se puso de puntillas; a pesar del aire acondicionado del descansillo, se sentía como si estuviera en una atmósfera casi tropical. Deslizó una mano por debajo de la falda: solo un pesazo de tela de encaje le separaba de su piel cálida y suave. Le volvía loco la idea de acaricierle en aquel delicioso roncón húmedo entres las piernas. Tuvo que hacer un enorme esfuerzo para recordar dónde estaban.
- Empezar es fácil- se lamentó mientras la besaba-; parar es mucho más problemático.
- Pues no pares- le pidió Myriam
- No sé qué demonios has hecho conmigo- se le ocurrió que la copa que había rechazado unos momentos antes no e habría resultado ni la mitad de embriagadora que el sabor de brandy de aquellos dulces labios-. Eres una auténtica bruja...
Aquella hechicera lo tenía completamente embrujado, sometido. Concentrarse en la conversación con Veronica le había resultado tremendamente difícil, lo que le fastidiaba especialmente porque estaba claro que su amiga tenía problemas.
Myriam, por su parte estaba como hipnotizada, ajena a todo lo que no fuera aquel momento de intenso placer, de pura orgía de los sentidos.
- Victor...- atinó a decir, como una súplica, un conjuro.
Él relajó el brazo con el que la tenía sujeta y dio un paso atrás.
- Lo siento- murmuró mesándose el pelo-. Creo que me he dejado llevar.
Myriam se llevó la mano a la boca.
- Creo que yo también.
- Te vere mañana.
- Pronto... por favor.
- Alex pasará el día con su madre; por la noche Tara se va a parís
- ¿Con su amor?
Victor asintió.
- También es el día libre de Fiona, así que no tengo que preocuparme ni de la niñera ni del niño- bromeó
- Genial- Myriam suspiró, feliz porque se hubiera aflojado la tensión inicial. Sin embargo, aún albergaba algunos temores-. Victor, ¿Qué aremos si a Veronica no le parece bien que te acuestes conmigo?
Victor la fulminó con la mirada. Sin embargo, era una pregunta muy lógica: ¿qué pasaría si tenía que decidir entre hacerle el amor de vez en cuando o mantener su preciosa amistad con su amiga del alma?
- Veronica, Veronica... ¿Se puede saber qué demonios te pasa? Solo me preocuparía si tú no quisieras acostarte conmigo, pero eso no va a pasar, ¿verdad?
- Claro que no- renspondió Myriam de inmediato.
- Me doleria mucho- insistió
- Y a mí- sin duda, le complacería saber que estaban completamente de acuerdo en ese punto.
- Sí, menuda agonía... Bueno, ni hace falta que pongas esa cara- bromeó-. Nos veremos mañana.
- ¿Y por qué no esta noche?- propuso Myriam audazmente- Quizás se había pasado un poco: tal vez no le gustara que se le ofresiera de bandeja.
- Me resulta una propuesta mut tentadora, pero creo que deberías volver al apartamento y averiguar qué le preocupa a Veronica.
Myriam tragó su decepción como pudo.
- Creo que confía más en ti.
- Veronica no tiene muchos más amigos, Myriam- alla lo miró asombrada: que ella supiera, su hermana disfrutaba de una vida social envidiable-. Me refiero a amigos de verdad.
Pero Myriam sabía que a Veronica solo le importaba la verdad una persona.
- Te tiene a ti.
- Mira, Myriam- le explicó muy despacio, como si estuviera hablando con una niña pequeña-, esto es una cuestión de dos. Tú esperas de mí que me ajuste a tus planes, a tu carrera; me has dejado bien claro que eso es lo más importante para ti... y yo lo he aceptado.
Myriam lamentó de inmediato que sus esfuerzos por parecer una chica independiente hubieran dado tan buen resultado. Le había sorprendido que se hubiera tomado o que no había sido más que un mecanismo de defensa como una serie de reglas bien marcadas. No había nada que ella deseara más que conjugar su carrera con una feliz matrimonial, pero no podía explicárselo en ese momento por temor de que la tomara por una mujer voluble.
Sin embargo, por el tono de su voz, estaba claro que se sentía muy molesto. Por primera vez, Myriam dudó haber dicho lo que él quería oír; sacudió la cabeza, rechazando aquella idea por increíble.
- Por otra parte- añadió Victor-, hay unas cuantas cosas que tú debes aceptar: tengo treinta y un años, un montón de amigos, una ex mujer, un hijo y un trabajo, y no quiero que nada de eso cambie solo por haber añadido una pelirroja a mi lista de prioridades. Si pretendes que deje de lado a mis amigos, llegará un momento en que también me pedirás que me olvide de mi hijo...
- ¡Nunca haría semejante cosa!- le interrumpió Myriam horrorizada.
- Piénsalo bien- replicó Victor con una expresión más elocuente que cualquier discurso.
Myriam lo vio meterse en el ascensor. Iba a pensar en lo que se había ducho durante toda la noche.
monike- VBB PLATA
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Fecha de inscripción : 22/01/2009
Re: .:COMPROMISO fALSO:.
GRAX POR LOS CAPIS MUY BUENOS
SALUDOS
SALUDOS
fresita- VBB PLATINO
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Localización : colima, méxico
Fecha de inscripción : 31/07/2009
Re: .:COMPROMISO fALSO:.
Gracias x el Capitulo
girl190183- VBB BRONCE
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Fecha de inscripción : 05/12/2008
Re: .:COMPROMISO fALSO:.
MYRIAM ESTA MUY INSEGURA, OJALA PRONTO CAMBIE SU ACTITUD, GRACIAS POR EL CAPÍTULO
mats310863- VBB PLATINO
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
Gracias por el Cap. niña bye Atte: Iliana
myrithalis- VBB PLATINO
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
GRACIAS X EL CAP...
Eva_vbb- VBB DIAMANTE
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Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: .:COMPROMISO fALSO:.
Muchas gracias por el capitulo, tamvien Veronica exagero un poco en lo celosa con su Victor. No tardes con el siguiente capitulo.
alma.fra- VBB DIAMANTE
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuiiiii buen capituloooo no tardes plis!!!!!
saludos
saludos
Peke- VBB CRISTAL
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Fecha de inscripción : 15/08/2009
Re: .:COMPROMISO fALSO:.
miil garciias x el cap solo espero k ahora k volviio veroniica los niiños no tengan algun problema xfa niiña no tardes con el siiguiiente siiip
Dianitha- VBB PLATINO
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Re: .:COMPROMISO fALSO:.
que buena novela siguele por faaaaaaaaa
jai33sire- VBB PLATINO
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Fecha de inscripción : 23/05/2008
Re: .:COMPROMISO fALSO:.
esta muy bonita y emocionante espero que no vayan a tener proeblemas por causa de la hermana de Myriam
Eva Robles- VBB BRONCE
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Fecha de inscripción : 28/11/2009
Re: .:COMPROMISO fALSO:.
Perdon niñas por tardarme en poner capi pero a estado lloviendo un chingo por aca que ni se imaginan, pero bueno ya el tiempo ya esta mejorando verdad, bueno ahi les va el capi, espero que les guste.
CAPÍTULO 9
NO ESTABA seguro de que fueras a venir- Victor, vestido con vaqueros y un poco, se puso a un lado para dejarla pasar. Su aspecto era de tranquilidad, sin dar muestras del hecho de que llevaba una hora dando vueltas arriba y abajo.
- No estaba segura de que todavía querías- respondió ella de manera muy extraña.
- Me resulta difícil creerlo- dijo él, con un gesto de escepticismo.
Myriam miró a su alrededor. El recibidor de la casa estaba lledo de los detalles de época que aparecían en cualquier revista de decoración. Una casa como aquella, con vista al parque, estaba al alcance de muy pocos.
- No sabía donde vivías- dijo, quitándose el pañuelo de seda-, lo que me recuerda lo raro que es nuestras... nuestro...
- ¿Nuestro noviazgo?- concluyó él, abriendo paso a la soleada habitación que se encontraba en la parte de atrás.
Myriam se le quedó mirando, en realidad, ¿podría llamarse noviazgo a la relación que había entre ellos? Tal vez, pero solo en el sentido en que puede llamarse noviazgo a la relación entre un hombre y una mujer cuando no están casados.
- Supongo que es una manera de decirlo- dijo, interrumpiendo el incómodo silencio-. ¿Te gusta?- preguntó, mostrando el pañuelo de seda-. Es un regalo de Veronica. Es un... bueno, he olvidado el nombre, pero es de un diseñador famoso.
Veronica había insistido en que no era un trozo de tela vulgar y que no podía tratarse de cualquier manera. Y es que Veronica sentía una gran irritación por la manera descuidada en que Myriam se ocupaba de sus objetos.
Victor acarició el pañuelo, y dijo, ausente, sin mirarla:
- Es muy bonito.
Luego lo agarró, y Myriam dejó que la prenda se deslizara entre sus dedos.
No, Victor no se fijaba en el pañuelo, se fijaba en ella. La miraba de tal manera que le dio un vuelco el corazón y se puso muy tensa. Sin apartar la mirada, él dejó el pañuelo sobre le respaldo de un sofá descuidadamente.
- No estoy en la guía. ¿Cómo has conseguido la dirección?
- He hechado un vistazo a la agenda persolan de Veronoca. Porque- aclaró Myriam a la defensiva- no podía preguntarle directamente, ¿o si? Oh, es precioso- añadió con un suspiró de aprecio, acercádose a dos puertas corredizas que se habrían a un jardín muy frondoso que se perdía en la distancia.
- Compré esta casa por el jardín. Sobre todo por Alex. Además, hay un colegio muy serca.
Y Victor, como padre responsable que era, tenía muy en cuenta esas cuestiones. Ella admiraba esas amables cualidades que demostraba hacia su hijo. El hombre real estaba a miles de kilómetros de distancia del célebre playboy que solían retratar los medios. Sabía bien que, si alguna vez volvía a comprometerse con una mujer, lo haría entregándose por entero, dando todo su corazón. Sin embargo, también sabía que nunca lo haría hasta superar el fracaso de su matrimonio con Tara.
- Creo que a todos, niños o no, nos gustan los jardines- dijo, agachando la mirada-. Debe ser que todos nos sentimos atraídos por la naturaleza A mí también me gustaría una casa con jardín, ojalá pudiera permitirmelo. Habría venido antes, pero me dejaron un mensaje para ir a ver un piso y por eso me retrasé.
Victor frunció el seño y la miró a los ojos.
- Creía que Veronica tardaría en volver. ¿No se habran...?
- ¿Peleado por ti?, ¿y ella me ha echado a la calle?- sugirió ella, con una alegría infantil al darse cuenta de que, por una vez, había sido capaz de anticipar sus pensamientos-. Siento desepcionarte, Victor, pero apenas hemos hablando de ti.
Había desidido no confesarle que, en efecto, apenas habían hablando de él, pero solo porque ella había dado el tema por cerrado con las palabras: <<es mi error, Veronica, así que déjame cometerlo>>.
- Pero en fin, si quieres saberlo, Veronica me dijo que tú te aburres enseguida.
- ¿Que me aburro enseguida?- replicó Victor con una sonrisa-. No te conoce bien, ¿verdad?
- ¿Qué quieres decir con eso? ¿Tratas de halagarme?
- Por supuesto, pero solo diciéndote la verdad, contigo es imposible aburrirse
Myriam sonrió. La mañana comenzaba a animarse.
- Tenías razón sobre Veronica
- Cuando me conozcas mejor, te darás cuenta de que siempre tengo razón.
Myriam sonrió.
- Se emborrachó cuando te fuiste
- ¿Veronica?
- No para caerse redonda, pero bebió, como cuando te da por preguntarte, ¿qué va a ser de mí ahora?- confesó Myriam con ingenuidad-. Yo no sabía que Veronica pudiera tener esas dudas, siempre me había dado la impresión de que sabía que quería. Creo que es algo que tiene que ver con Quinn Tyler- dijo pensativamente-. No me lo confesó, pero su nombre no paraba de surgir en la conversación- dijo, y miró a Victor-. No pareces muy sorpendido.
- Hace ya algún tiempo lo vi salir de su casa por la noche. Ella trató de ocultarlo, pero era evidente que había estado llorando. Él tiene una reputación...
- Y tú también- le recordó ella, consciente de que no había dicho qué hacía él en casa de Veronica a la misma hora que Quinn-. Y anoche, también tú me hiciste llorar. ¿Te convierte eso en mala persona?
Victor se pusó rigido y sus ojos se oscurecieron dramáticamente. Solo había visto llorar a Myriam una vez, y eso fue escuchando un aria particularmete lacrimojeno de Puccini. La pregmática, terca y confiada Myriam, ¿llorando? En su interior algo se rebelaba contra la idea.
- Probablemente- dijo distraidamente-. ¿Has llorado?
De repente, Victor se dio cuenta de que sería capaz de hacer todo lo posible por protegerla, por evitar su llanto. Pero, ¡había sido él quien la había hecho llorar!
- Si, la verdad es que sí, pero...- dijo ella, y esbozó una sonrisa llena de ternura-... no mucho.
Victor se aclaró la garganta antes de responder.
- No debería haber dicho... No quería hacerte llorar- dijo. Tenía la mirada perdida, confusa.
- Ya lo sé, pero tenías razón. He estado pensando es lo que dijiste. Los dos tenemos nuestras vidas y que nos acostemos no significa que tenga derecho de exclusividad sobre ti... ya lo sé....
Victor se acercó, aferrándola por los hombros y la miró a los ojos.
- En mi cama, lo tienes- dijo con firmeza.
Myriam notó cómo le clavaba los dedos. Victor actuaba como si lo hubiera ofendido.
-Puede que no te haya regalado un anillo, pero no quiero ser uno entre muchos. Hay mucha diferencia entre una relación libre y promiscuidad.
- Yo nunca he abogado por ella, solo me refería a los amigos- recondó Myriam-. En fin, de todas formas, me alegro que sacaras el tema... Yo no quiero ser tu chica de los Viernes, esa con la que tienes tanta quimica sexual... una entre...
- ¿Entre los demás miembros de mi numeroso harém?- dijo Victor, y relajó la presión sobre los hombros de Myriam-. ¿La chica de los Viernes dices? Nunca podría considerarte así, además eres una novia muy exigente y no podría...- dijo, con una sonrisa.
- Yo me refería a la tendencia- dijo Myriam. En realidad, la declaración de Victor de que ella era la única la llenaba de alegría y esperanza.
Victor se echó a reír.
- Ah, ya veo, estás preocupada de que pueda aburrirme- dijo-. Mira, no me cansaría de ti ni aunque viviera cien años- declaró, tomando su rostro entre sus manos-. Y, si quieres, puedes recordármelo siempre que quieras.
Myriam le devolvió la sonrisa. De repente, dejó de importarle ocultar sus sentimientos y quiso indagar en los de Victor. ¿Por qué no? Era un momento tan bueno como otro cualquiera. Todo podría venirse abajo, pero, ¿por qué no intentarlo? Si no se arriesgaba, tan vez nunca sabría...
- ¿Estás acostumbrado a que te citen?- preguntó-. Es decir, empiezan a preocuparme tus aspiraciones hacia la divinidad.
- Cállate-le advirtió él, bromeando. Y la besó.
Solo un beso, se dijo Myriam. ¿No hay duda más entre nosostros?
- Qué bien besas- dijo, mirándolo a los ojos-. Puedes recordármelo siempre que quieras.
Victor contuvo el aliento, debatiéndose por mantener el control de sí mismo. Se había sentido seducido muchas veces por mujeres expertas en el arte de besar, pero nunca como ahora. Nunca como por aquella sonrisa que esbozaba Myriam, una sonrisa que podía hacer que un hombre se sintiera capaz de enfrentarse a mil dragones y vencer, de sostener cien guerras durante cien años.
- Creí que no ibas a decirlo nunca. Comenzaba a estar preocupado-dijo Victor.
- ¿No es para eso para lo que me has invitado a entrar?- dijo ella, confisa como siempre que él la besaba.
- No sé. Puede ser algo frustrante no tener una conversación primero.
Myriam se quedó perpleja.
- ¿Me estás acusando de tratarte como un objeto sexual?- dijo, atragantandose-. Y perdona si toso, debe ser la hipocresía que infecta el aire. ¿Cuándo me has tratado tú como otra cosa que no fuera un cuerpo?
Eso no era exactamente así, pero merecía la pena forzar la realidad para ver cómo se ruborizaba.
- Quiero decir, ¿para qué otra cosa podrías quereme?- le preguntó, y se le quedó mirando, expectante, esperando una respuesta. Sintió una gran decepción al ver que guardaba silencio y tuvo que comerse su rabia-. Has sido tú el que me ha invitado a venir, y no precisamente a jugar dominó.
Victor carraspeó como si contuviera la risa, pero cuando Myriam lo miró estaba serio.
- ¿Se supone que tengo que esperar a que hagas el primer movimiento? Bueno, por si acaso no lo has notado, ya lo he hecho.
Myriam echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. <<Ya lo he dicho>>. Abrió un ojo. <<Aunque por la expresión de sus ojos, debo haberle gritado>>.
Victor se acercó y la agarró por las muñecas, acariciándolas con los pulgares.
- ¿Sabes jugar al domino?
Ella abrió los ojos y le dirigió una mirada lánguida.
- Soy una leyenda en el pub de la localidad.
Era imposible no responder a la seductora mirada de sus ojos.
-Podrías enseñarme alguni trucos.
- Podría...
- Lo malo es que pasamos la mayor parte del tiempo que estamos juntos en la cama... que no es un lugar, y en esto estarás de acuerdo conmigo, muy apropiado para enseñar a jugar al dominó. Si pasáramos más tiempo juntos, sí podrías. Si te vinieras a vivir aquí, es posible que hasta yo pudiera enseñarte a cocinar.
- ¿Sabes cocinar?- dijo Myriam, inclinándose por la menos comprometedora de las dos afirmaciones. Le daba vueltas la cabeza y comenzaba a sufrir una sobredosis de irrealidad.
- Si me comparo contigo, si- dijo Victor.
Myriam se quedó mirando perpleja, Victor sacó una silla de debajo de la mesa y le dio unos golpecitos, indicándole que se sentara.
- Tienes aspecto de necesitar un descanso.
Myriam tragó saliva y negó con la cabeza. El corazón le latía con fuerza. Ya resultaba bastante difícil mantener la cabeza fría donde estaba como para encima sentarse en aquella silla que tenia colocada entre las piernas.
- ¿He entendido bien? ¿Acabas de pedirme que me venga a vivir contigo?- dijo con una risita. En realidad, no sabía so tomarse la petición en broma o no.
Victor se cruzó de brazos y fijó en ella una mirada enigmática.
- Si- confirmó, secamente.
- ¡Oh!- profirió ella, dejando escapar un suspiro-. Es muy... muy...
- ¿Inesperado?
- ¿Por qué no dejas de hacer eso?
- ¿Hacer qué?
- Terminar las frases por mí, poner en mi boca palabras que no he dicho.
- De acuerdo-concedió él-. En realidad, hay otras cosas que preferiría poner en tu boca
Myriam se quedó de piedra y profirió un sonido inarticulado.
- ¿Qué ibas a decir?- insistió Victor, que se daba perfectamente cuenta de que ella no podia decir nada.
- Iba a decir- dijo Myriam a pesar de todo, con los mayores esfuerzos-, iba a decir que es muy... precipitado
- Vaya, eso es distinto- dijo Victor, burlonamente-. ¿Qué te parece la idea?
- ¿Quieres la verdad?
- Depende de cuál se la verdad
Myriam frunció el ceño.
- ¿De verdad quieres que me venga a vivir aquí?- repitió. Todavía no podía creerlo. Pero la frialdad de la petición no parecía inducar que la petición estuviera inspirada por un impulso demasiado romántico-. ¿Qué diría la gente?
- ¿Te importa?
- Me importa lo que piensen algunas personas... Mi madre, mi padre...
- Tu tía abuela y tus dos primas, sí, ya lo sé, y tu mascota también podría sufrir con el cambio, ya lo sé- interrumpió Victor, con impaciencia-. Te he preguntado lo que tú piensas. Creo que es lo más importante, ¿no?
- Bueno, no sé qué pensar- vaciló ella-. Hasta que no me digas por qué me lo pides.
-Te lo pido porque sea cual sea la escala en que midamos las cosas ese sexualmente...
- Ese no es motivo para irse a vivir con alguien- cortó ella con voz grave por la emoción.
- Es motivo suficiente, es un gran motivo- contradijo él-. Pero espera un momento, no me has dejado terminar. Me he dado cuenta de que, cuando estoy contigo en la misma habitación, o incluso cuando no lo estoy, no puedo dejar de pensar en ello. Y hay un contón de cosas que podríamos hacer juntos.
<< Él piensa en mí como yo pienso en...>> A Myriam le quemaba el aliento. Tenía las pupilas oscurecidas. Se sentía presa de un deseo ardiente y arrasador. <<¡Y ni siquiera me ha tocado!>>
- Creo que no has pensado bien, Victor.
Uno de los dos tenía que pensar con la cabeza.
- No he pensado en otra cosa, Myriam- dijo él, y sus ojos negros brillaban con resentimiento, con un resentimiento mezclado con algo primario y desnudo.
Myriam sentía un calor sofocante, tuvo que agachar la mirada.
- Y si quieres que seamos prácticos, Myriam, ¿qué podría ser más práctico que venirte a vivir aquí? ¿Te gustaría compartir una casa con extraños, o dormir en una cama con olor a repollo? Y no estoy pensando en que ciudes de Alex, si es eso lo que te preocupa.
- No tiene nada que ver con Alex.
- Tú tienes que trabajar y mi doncella vive en el piso que sobre el garaje. La casa funciona como un reloj.
- ¡Calla!- suplicó Myriam, con un gesto de impaciencia-. No tienes por qué vender la casa, Victor, solo quiero saber por qué quieres que me venga a vivir contigo.
- Tu horario de trabajo es muy raro, y el mío también.
- Eso es verdad- asintió Myriam.
- Quiero pasar más tiempo contigo
- ¿De verdad?
- Pareces sorprendida
- Y lo estoy
- ¿Es un crimen querer más?- preguntó él con enfado-. Sé que para ti la independencia es muy importante, pero lo que tenemos no es bastante para mí- dijo, mirándola fijamente, como obligándola a una respuesta.
Myriam se ahogaba en un torrente de pánico y deseo.
- Supongo que... correríamos el riesgo de que el aburrimiento se apoderara de todo- dijo con voz distante-
- Ya te he dicho que nunca...
- En realidad, estaba pensando en lo contrario, en que yo me cansara de ti.
- Entonces, está hecho...
A Victor solo le faltó proferir un grito triunfal.
- ¿Es ahora cuando nos estrachamos las manos?- preguntó ella con voz temblorosa. Victor no había dicho que la quería, ni siquiera una vez, pero Victor era un hombre justo y jamás le mentiría
- Perdona, pero yo paso.
El dominio y la conquista eran necesidades muy arraigadas en la mayoría de los hombres, pero muy civilizados que pudieran ser superficiales. Pero algunos de ellos, reflexionó Myriam, observando la figura dominadora de Victor, no se molestaba lo más mínimo en ocultarlo. Por supuesto, ella se sentía halagada ente su petición, pues sabía que, si le pedía que se fuera a vivir con él, significaba que sus sentimientos eran mucho más profundos de lo que se atrevía a confesar. Quizás no llegara a sentir amor, pero desde luego algo más simple atracción sexual. Si tenía paciencia y no le presionaba, quién sabía dónde podría llegar.
Victor estiró la mano y Myriam imitó el gestó automáticamente.
- Yo estaba pensando en un intercambio de fluidos corporales- dijo él, rotundo, y, en lugar de estrecharle la mano, tiró de ella y la abrazó. Luego le acarició el cabello y la mejilla.
- Abre la boca, Myriam- dijo, en un susurro-. Quiero saborear tu dulce boca. Mi dulce y sabrosa Myriam.
- Lo dices como si fuera un pastel- dijo ella, quizás para relajar la tensión eléctrica que surgía entre ellos.
- Un pastel exquisito e incitante, claro que sí- dijo Victor, mirando descaradamente a sus pechos.
- Podría vivir con ello.
- ¿Y yo?- preguntó Victor, aprovechando la oportunidad.
- El tiempo lo dirá.
Victor recibió la cauta respuesta con exasperación. Y con exasperación la besó. Myriam se retorció bajo sus apremiantes caricias.
- Bueno, de eso tenemos bastante. Tiempo, quiero decir...- aclaró Victor, ante la mirada confusa de Myriam-. Alex va a pasar la noche con Tara.
- Bueno, en realidad...
- No trabajas asta el Lunes, ¿verdad?
- No es eso. Es que Veronica parecía tan deprimida que,,, que le he dicho que saldríamos a cenar. Como se va tan pronto... ¿Qué haces?- exclamó, al ver que Victor la tomaba en brazos.
- No pierdo el tiempo, eso es lo que estoy haciendo- dijo él, arrastrandola fuera de la habitación-. Visita guiada por tu nueva casa, creo que empezaremos por el dormitorio.
- Excelente idea.
El rest de la casa quedó para mejor ocasión.
P.S: solo puse un capi porque el final se los pongo la proxima semana sales el Lunes o el Martes.
CAPÍTULO 9
NO ESTABA seguro de que fueras a venir- Victor, vestido con vaqueros y un poco, se puso a un lado para dejarla pasar. Su aspecto era de tranquilidad, sin dar muestras del hecho de que llevaba una hora dando vueltas arriba y abajo.
- No estaba segura de que todavía querías- respondió ella de manera muy extraña.
- Me resulta difícil creerlo- dijo él, con un gesto de escepticismo.
Myriam miró a su alrededor. El recibidor de la casa estaba lledo de los detalles de época que aparecían en cualquier revista de decoración. Una casa como aquella, con vista al parque, estaba al alcance de muy pocos.
- No sabía donde vivías- dijo, quitándose el pañuelo de seda-, lo que me recuerda lo raro que es nuestras... nuestro...
- ¿Nuestro noviazgo?- concluyó él, abriendo paso a la soleada habitación que se encontraba en la parte de atrás.
Myriam se le quedó mirando, en realidad, ¿podría llamarse noviazgo a la relación que había entre ellos? Tal vez, pero solo en el sentido en que puede llamarse noviazgo a la relación entre un hombre y una mujer cuando no están casados.
- Supongo que es una manera de decirlo- dijo, interrumpiendo el incómodo silencio-. ¿Te gusta?- preguntó, mostrando el pañuelo de seda-. Es un regalo de Veronica. Es un... bueno, he olvidado el nombre, pero es de un diseñador famoso.
Veronica había insistido en que no era un trozo de tela vulgar y que no podía tratarse de cualquier manera. Y es que Veronica sentía una gran irritación por la manera descuidada en que Myriam se ocupaba de sus objetos.
Victor acarició el pañuelo, y dijo, ausente, sin mirarla:
- Es muy bonito.
Luego lo agarró, y Myriam dejó que la prenda se deslizara entre sus dedos.
No, Victor no se fijaba en el pañuelo, se fijaba en ella. La miraba de tal manera que le dio un vuelco el corazón y se puso muy tensa. Sin apartar la mirada, él dejó el pañuelo sobre le respaldo de un sofá descuidadamente.
- No estoy en la guía. ¿Cómo has conseguido la dirección?
- He hechado un vistazo a la agenda persolan de Veronoca. Porque- aclaró Myriam a la defensiva- no podía preguntarle directamente, ¿o si? Oh, es precioso- añadió con un suspiró de aprecio, acercádose a dos puertas corredizas que se habrían a un jardín muy frondoso que se perdía en la distancia.
- Compré esta casa por el jardín. Sobre todo por Alex. Además, hay un colegio muy serca.
Y Victor, como padre responsable que era, tenía muy en cuenta esas cuestiones. Ella admiraba esas amables cualidades que demostraba hacia su hijo. El hombre real estaba a miles de kilómetros de distancia del célebre playboy que solían retratar los medios. Sabía bien que, si alguna vez volvía a comprometerse con una mujer, lo haría entregándose por entero, dando todo su corazón. Sin embargo, también sabía que nunca lo haría hasta superar el fracaso de su matrimonio con Tara.
- Creo que a todos, niños o no, nos gustan los jardines- dijo, agachando la mirada-. Debe ser que todos nos sentimos atraídos por la naturaleza A mí también me gustaría una casa con jardín, ojalá pudiera permitirmelo. Habría venido antes, pero me dejaron un mensaje para ir a ver un piso y por eso me retrasé.
Victor frunció el seño y la miró a los ojos.
- Creía que Veronica tardaría en volver. ¿No se habran...?
- ¿Peleado por ti?, ¿y ella me ha echado a la calle?- sugirió ella, con una alegría infantil al darse cuenta de que, por una vez, había sido capaz de anticipar sus pensamientos-. Siento desepcionarte, Victor, pero apenas hemos hablando de ti.
Había desidido no confesarle que, en efecto, apenas habían hablando de él, pero solo porque ella había dado el tema por cerrado con las palabras: <<es mi error, Veronica, así que déjame cometerlo>>.
- Pero en fin, si quieres saberlo, Veronica me dijo que tú te aburres enseguida.
- ¿Que me aburro enseguida?- replicó Victor con una sonrisa-. No te conoce bien, ¿verdad?
- ¿Qué quieres decir con eso? ¿Tratas de halagarme?
- Por supuesto, pero solo diciéndote la verdad, contigo es imposible aburrirse
Myriam sonrió. La mañana comenzaba a animarse.
- Tenías razón sobre Veronica
- Cuando me conozcas mejor, te darás cuenta de que siempre tengo razón.
Myriam sonrió.
- Se emborrachó cuando te fuiste
- ¿Veronica?
- No para caerse redonda, pero bebió, como cuando te da por preguntarte, ¿qué va a ser de mí ahora?- confesó Myriam con ingenuidad-. Yo no sabía que Veronica pudiera tener esas dudas, siempre me había dado la impresión de que sabía que quería. Creo que es algo que tiene que ver con Quinn Tyler- dijo pensativamente-. No me lo confesó, pero su nombre no paraba de surgir en la conversación- dijo, y miró a Victor-. No pareces muy sorpendido.
- Hace ya algún tiempo lo vi salir de su casa por la noche. Ella trató de ocultarlo, pero era evidente que había estado llorando. Él tiene una reputación...
- Y tú también- le recordó ella, consciente de que no había dicho qué hacía él en casa de Veronica a la misma hora que Quinn-. Y anoche, también tú me hiciste llorar. ¿Te convierte eso en mala persona?
Victor se pusó rigido y sus ojos se oscurecieron dramáticamente. Solo había visto llorar a Myriam una vez, y eso fue escuchando un aria particularmete lacrimojeno de Puccini. La pregmática, terca y confiada Myriam, ¿llorando? En su interior algo se rebelaba contra la idea.
- Probablemente- dijo distraidamente-. ¿Has llorado?
De repente, Victor se dio cuenta de que sería capaz de hacer todo lo posible por protegerla, por evitar su llanto. Pero, ¡había sido él quien la había hecho llorar!
- Si, la verdad es que sí, pero...- dijo ella, y esbozó una sonrisa llena de ternura-... no mucho.
Victor se aclaró la garganta antes de responder.
- No debería haber dicho... No quería hacerte llorar- dijo. Tenía la mirada perdida, confusa.
- Ya lo sé, pero tenías razón. He estado pensando es lo que dijiste. Los dos tenemos nuestras vidas y que nos acostemos no significa que tenga derecho de exclusividad sobre ti... ya lo sé....
Victor se acercó, aferrándola por los hombros y la miró a los ojos.
- En mi cama, lo tienes- dijo con firmeza.
Myriam notó cómo le clavaba los dedos. Victor actuaba como si lo hubiera ofendido.
-Puede que no te haya regalado un anillo, pero no quiero ser uno entre muchos. Hay mucha diferencia entre una relación libre y promiscuidad.
- Yo nunca he abogado por ella, solo me refería a los amigos- recondó Myriam-. En fin, de todas formas, me alegro que sacaras el tema... Yo no quiero ser tu chica de los Viernes, esa con la que tienes tanta quimica sexual... una entre...
- ¿Entre los demás miembros de mi numeroso harém?- dijo Victor, y relajó la presión sobre los hombros de Myriam-. ¿La chica de los Viernes dices? Nunca podría considerarte así, además eres una novia muy exigente y no podría...- dijo, con una sonrisa.
- Yo me refería a la tendencia- dijo Myriam. En realidad, la declaración de Victor de que ella era la única la llenaba de alegría y esperanza.
Victor se echó a reír.
- Ah, ya veo, estás preocupada de que pueda aburrirme- dijo-. Mira, no me cansaría de ti ni aunque viviera cien años- declaró, tomando su rostro entre sus manos-. Y, si quieres, puedes recordármelo siempre que quieras.
Myriam le devolvió la sonrisa. De repente, dejó de importarle ocultar sus sentimientos y quiso indagar en los de Victor. ¿Por qué no? Era un momento tan bueno como otro cualquiera. Todo podría venirse abajo, pero, ¿por qué no intentarlo? Si no se arriesgaba, tan vez nunca sabría...
- ¿Estás acostumbrado a que te citen?- preguntó-. Es decir, empiezan a preocuparme tus aspiraciones hacia la divinidad.
- Cállate-le advirtió él, bromeando. Y la besó.
Solo un beso, se dijo Myriam. ¿No hay duda más entre nosostros?
- Qué bien besas- dijo, mirándolo a los ojos-. Puedes recordármelo siempre que quieras.
Victor contuvo el aliento, debatiéndose por mantener el control de sí mismo. Se había sentido seducido muchas veces por mujeres expertas en el arte de besar, pero nunca como ahora. Nunca como por aquella sonrisa que esbozaba Myriam, una sonrisa que podía hacer que un hombre se sintiera capaz de enfrentarse a mil dragones y vencer, de sostener cien guerras durante cien años.
- Creí que no ibas a decirlo nunca. Comenzaba a estar preocupado-dijo Victor.
- ¿No es para eso para lo que me has invitado a entrar?- dijo ella, confisa como siempre que él la besaba.
- No sé. Puede ser algo frustrante no tener una conversación primero.
Myriam se quedó perpleja.
- ¿Me estás acusando de tratarte como un objeto sexual?- dijo, atragantandose-. Y perdona si toso, debe ser la hipocresía que infecta el aire. ¿Cuándo me has tratado tú como otra cosa que no fuera un cuerpo?
Eso no era exactamente así, pero merecía la pena forzar la realidad para ver cómo se ruborizaba.
- Quiero decir, ¿para qué otra cosa podrías quereme?- le preguntó, y se le quedó mirando, expectante, esperando una respuesta. Sintió una gran decepción al ver que guardaba silencio y tuvo que comerse su rabia-. Has sido tú el que me ha invitado a venir, y no precisamente a jugar dominó.
Victor carraspeó como si contuviera la risa, pero cuando Myriam lo miró estaba serio.
- ¿Se supone que tengo que esperar a que hagas el primer movimiento? Bueno, por si acaso no lo has notado, ya lo he hecho.
Myriam echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. <<Ya lo he dicho>>. Abrió un ojo. <<Aunque por la expresión de sus ojos, debo haberle gritado>>.
Victor se acercó y la agarró por las muñecas, acariciándolas con los pulgares.
- ¿Sabes jugar al domino?
Ella abrió los ojos y le dirigió una mirada lánguida.
- Soy una leyenda en el pub de la localidad.
Era imposible no responder a la seductora mirada de sus ojos.
-Podrías enseñarme alguni trucos.
- Podría...
- Lo malo es que pasamos la mayor parte del tiempo que estamos juntos en la cama... que no es un lugar, y en esto estarás de acuerdo conmigo, muy apropiado para enseñar a jugar al dominó. Si pasáramos más tiempo juntos, sí podrías. Si te vinieras a vivir aquí, es posible que hasta yo pudiera enseñarte a cocinar.
- ¿Sabes cocinar?- dijo Myriam, inclinándose por la menos comprometedora de las dos afirmaciones. Le daba vueltas la cabeza y comenzaba a sufrir una sobredosis de irrealidad.
- Si me comparo contigo, si- dijo Victor.
Myriam se quedó mirando perpleja, Victor sacó una silla de debajo de la mesa y le dio unos golpecitos, indicándole que se sentara.
- Tienes aspecto de necesitar un descanso.
Myriam tragó saliva y negó con la cabeza. El corazón le latía con fuerza. Ya resultaba bastante difícil mantener la cabeza fría donde estaba como para encima sentarse en aquella silla que tenia colocada entre las piernas.
- ¿He entendido bien? ¿Acabas de pedirme que me venga a vivir contigo?- dijo con una risita. En realidad, no sabía so tomarse la petición en broma o no.
Victor se cruzó de brazos y fijó en ella una mirada enigmática.
- Si- confirmó, secamente.
- ¡Oh!- profirió ella, dejando escapar un suspiro-. Es muy... muy...
- ¿Inesperado?
- ¿Por qué no dejas de hacer eso?
- ¿Hacer qué?
- Terminar las frases por mí, poner en mi boca palabras que no he dicho.
- De acuerdo-concedió él-. En realidad, hay otras cosas que preferiría poner en tu boca
Myriam se quedó de piedra y profirió un sonido inarticulado.
- ¿Qué ibas a decir?- insistió Victor, que se daba perfectamente cuenta de que ella no podia decir nada.
- Iba a decir- dijo Myriam a pesar de todo, con los mayores esfuerzos-, iba a decir que es muy... precipitado
- Vaya, eso es distinto- dijo Victor, burlonamente-. ¿Qué te parece la idea?
- ¿Quieres la verdad?
- Depende de cuál se la verdad
Myriam frunció el ceño.
- ¿De verdad quieres que me venga a vivir aquí?- repitió. Todavía no podía creerlo. Pero la frialdad de la petición no parecía inducar que la petición estuviera inspirada por un impulso demasiado romántico-. ¿Qué diría la gente?
- ¿Te importa?
- Me importa lo que piensen algunas personas... Mi madre, mi padre...
- Tu tía abuela y tus dos primas, sí, ya lo sé, y tu mascota también podría sufrir con el cambio, ya lo sé- interrumpió Victor, con impaciencia-. Te he preguntado lo que tú piensas. Creo que es lo más importante, ¿no?
- Bueno, no sé qué pensar- vaciló ella-. Hasta que no me digas por qué me lo pides.
-Te lo pido porque sea cual sea la escala en que midamos las cosas ese sexualmente...
- Ese no es motivo para irse a vivir con alguien- cortó ella con voz grave por la emoción.
- Es motivo suficiente, es un gran motivo- contradijo él-. Pero espera un momento, no me has dejado terminar. Me he dado cuenta de que, cuando estoy contigo en la misma habitación, o incluso cuando no lo estoy, no puedo dejar de pensar en ello. Y hay un contón de cosas que podríamos hacer juntos.
<< Él piensa en mí como yo pienso en...>> A Myriam le quemaba el aliento. Tenía las pupilas oscurecidas. Se sentía presa de un deseo ardiente y arrasador. <<¡Y ni siquiera me ha tocado!>>
- Creo que no has pensado bien, Victor.
Uno de los dos tenía que pensar con la cabeza.
- No he pensado en otra cosa, Myriam- dijo él, y sus ojos negros brillaban con resentimiento, con un resentimiento mezclado con algo primario y desnudo.
Myriam sentía un calor sofocante, tuvo que agachar la mirada.
- Y si quieres que seamos prácticos, Myriam, ¿qué podría ser más práctico que venirte a vivir aquí? ¿Te gustaría compartir una casa con extraños, o dormir en una cama con olor a repollo? Y no estoy pensando en que ciudes de Alex, si es eso lo que te preocupa.
- No tiene nada que ver con Alex.
- Tú tienes que trabajar y mi doncella vive en el piso que sobre el garaje. La casa funciona como un reloj.
- ¡Calla!- suplicó Myriam, con un gesto de impaciencia-. No tienes por qué vender la casa, Victor, solo quiero saber por qué quieres que me venga a vivir contigo.
- Tu horario de trabajo es muy raro, y el mío también.
- Eso es verdad- asintió Myriam.
- Quiero pasar más tiempo contigo
- ¿De verdad?
- Pareces sorprendida
- Y lo estoy
- ¿Es un crimen querer más?- preguntó él con enfado-. Sé que para ti la independencia es muy importante, pero lo que tenemos no es bastante para mí- dijo, mirándola fijamente, como obligándola a una respuesta.
Myriam se ahogaba en un torrente de pánico y deseo.
- Supongo que... correríamos el riesgo de que el aburrimiento se apoderara de todo- dijo con voz distante-
- Ya te he dicho que nunca...
- En realidad, estaba pensando en lo contrario, en que yo me cansara de ti.
- Entonces, está hecho...
A Victor solo le faltó proferir un grito triunfal.
- ¿Es ahora cuando nos estrachamos las manos?- preguntó ella con voz temblorosa. Victor no había dicho que la quería, ni siquiera una vez, pero Victor era un hombre justo y jamás le mentiría
- Perdona, pero yo paso.
El dominio y la conquista eran necesidades muy arraigadas en la mayoría de los hombres, pero muy civilizados que pudieran ser superficiales. Pero algunos de ellos, reflexionó Myriam, observando la figura dominadora de Victor, no se molestaba lo más mínimo en ocultarlo. Por supuesto, ella se sentía halagada ente su petición, pues sabía que, si le pedía que se fuera a vivir con él, significaba que sus sentimientos eran mucho más profundos de lo que se atrevía a confesar. Quizás no llegara a sentir amor, pero desde luego algo más simple atracción sexual. Si tenía paciencia y no le presionaba, quién sabía dónde podría llegar.
Victor estiró la mano y Myriam imitó el gestó automáticamente.
- Yo estaba pensando en un intercambio de fluidos corporales- dijo él, rotundo, y, en lugar de estrecharle la mano, tiró de ella y la abrazó. Luego le acarició el cabello y la mejilla.
- Abre la boca, Myriam- dijo, en un susurro-. Quiero saborear tu dulce boca. Mi dulce y sabrosa Myriam.
- Lo dices como si fuera un pastel- dijo ella, quizás para relajar la tensión eléctrica que surgía entre ellos.
- Un pastel exquisito e incitante, claro que sí- dijo Victor, mirando descaradamente a sus pechos.
- Podría vivir con ello.
- ¿Y yo?- preguntó Victor, aprovechando la oportunidad.
- El tiempo lo dirá.
Victor recibió la cauta respuesta con exasperación. Y con exasperación la besó. Myriam se retorció bajo sus apremiantes caricias.
- Bueno, de eso tenemos bastante. Tiempo, quiero decir...- aclaró Victor, ante la mirada confusa de Myriam-. Alex va a pasar la noche con Tara.
- Bueno, en realidad...
- No trabajas asta el Lunes, ¿verdad?
- No es eso. Es que Veronica parecía tan deprimida que,,, que le he dicho que saldríamos a cenar. Como se va tan pronto... ¿Qué haces?- exclamó, al ver que Victor la tomaba en brazos.
- No pierdo el tiempo, eso es lo que estoy haciendo- dijo él, arrastrandola fuera de la habitación-. Visita guiada por tu nueva casa, creo que empezaremos por el dormitorio.
- Excelente idea.
El rest de la casa quedó para mejor ocasión.
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