Novio por una noche
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mali07
dany
Marianita
aNaY
Ale
Chicana_415
Jenny
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Re: Novio por una noche
-Este negocio con tu padre no tiene nada que con lo nuestro.
-Pero sí la oferta de trabajo.
-Yo no le he pedido a tu padre que me ofrezca trabajo, lo ha hecho él porque ha querido, voluntar mente.
-Me has utilizado -la voz se le quebró-, me has utilizado para entablar una relación con mi padre. Debería haberlo sospechado. Debería haber sabido que un hombre como tú no puede amar a alguien como yo.
Victor la amaba, pero no le creería si se lo decía.
-Si hubiera querido utilizarte, ¿no crees que me habría acostado contigo en Carmel- Por si lo has olvidado, tuve la oportunidad.
-Márchate de mi casa.
-No hasta decir lo que tengo que decir.
-No tienes nada que decir. Confiaba en ti, Victor -el labio inferior le tembló-. Debería haberme dado cuenta de que eres igual que Miguel.
Myriam no tenía derecho a compararle con el desgraciado de su cuñado.
-Eh, espera un momento. Si confiaras en mí, no estarías diciendo lo que estás diciendo. Sabrías que no te he utilizado. ¿Por qué tiene que ser todo blanco o negro?
-Porque es más fácil.
Victor suspiró.
-Debes estar muy satisfecho de ti mismo. Miguel tuvo que acostarse conmigo y con Vero para conseguir lo que quería, tú sólo has tenido que hacerlo conmigo.
-Por favor, Myriam, no exageres. Yo no soy El.
-Si tú lo dices...
Victor estaba harto.
-Dejemos las cosas claras. Eres tú quien se acercó a mí para pedirme que me hiciera pasar por tu novio. Yo no te he ocultado nada. No te he pedido nada. No quería nada de esto.
-Pero no te quejas de lo que has conseguido, ¿verdad?
-Myriam, por favor -no lo comprendía, no sabía que la amaba-. Myriam, yo...
Ella apretó los labios.
-No te disculpes. Y no te preocupes por la fiesta.
-No me importa la fiesta, Myriam.
-Sí, claro que te importa. Y no te preocupes, no voy a estropear tu preciosa cartera. Me portaré como la novia perfecta. Pero tan pronto como acabe la fiesta, no quiero volver a verte en la vida.
No podía hablar en serio. Iba a darle unos minutos para calmarse. Victor se puso la camisa y acabó de vestirse mientras ella miraba a la pared.
-¿Vas a dejar que este pequeño malentendido se interponga entre los dos?
-¿Pequeño malentendido? -preguntó ella-. De pequeño no tiene nada, Victor. Nos hemos utilizado mutuamente. Y sí, admito mi responsabilidad en el asunto.
-Créeme, Myriam, no lo estoy utilizando -no le quedaba mucho tiempo, pero no podía marcharse de allí sin confesarle lo que sentía por ella-. No podía utilizarte, yo... te quiero.
Victor no podía creer lo que acababa de decir.
Los ojos de Myriam se agrandaron.
-Eso ya da igual, Victor.
-¿Que da igual?
-Sí, porque queremos cosas diferentes de la vida. Somos diferentes -las lágrimas le brillaron en los ojos.
-Puede que seamos diferentes, pero no en lo importante.
-¿Te refieres al sexo?
-Myri...
-Me llamo Myriam
Myriam se puso sombra antiojeras bajo los enrojecidos ojos para evitar que se le notara que había estado llorando todo el día. Necesitaba calmarse. Faltaban menos de dos horas para la fiesta. Mirándose en el espejo, se dio cuenta de que tenía que hacer algo con el pelo.
El timbre sonó.
El corazón le dio un vuelco. Corrió a abrir la puerta sin saber por qué le latía el pulso de esa manera. Vero, con pantalones negros de vuelo y una bandolera haciendo juego, llevaba una caja de artículos cosméticos en una mano y en la otra unos rulos.
No. Myriam no iba a poder soportar aquello en esos momentos.
-¿Por qué te ha parecido tan importante venir?
-Porque es la primera fiesta que doy como la señora de Miguel Wainwright -Vero entró en el apartamento y dejó sus cosas en el suelo-. Va a haber mucha gente importante en la fiesta. Tengo que dar buena impresión y quiero que todo salga perfecto.
-Incluyéndome a mí.
Vero asintió.
-¿Tan terrible te parece, Myriam?
-No. Es que...
Su hermana era la esposa perfecta. La clase de mujer que Victor quería, que necesitaba. No era de extrañar que Miguel la hubiera dejado por Vero. Igual que haría Victor si pudiera. Myriam contuvo las lágrimas.
Vero le dio un abrazo. Tanto le sorprendió el abrazo que Myriam ya no pudo seguir conteniendo las lágrimas.
-¿Qué te pasa?
Después de unos minutos, Myriam consiguió calmarse.
-Perdona, Vero. Espero no haberte mojado la chaqueta.
-No te preocupes por la chaqueta -dijo su hermana-. ¿Vas a contarme qué es lo que pasa o voy a tener que adivinar por qué la bolsa de viaje de Victor y la chaqueta de su traje están ahí, en el suelo, al lado de la puerta?
-Se ha dejado olvidadas las dos cosas -Myriam vaciló-. Todo se ha acabado entre los dos.
-¿No, no se ha acabado -Vero se puso las manos en las caderas- No voy a permitir que una pelea de enamorados me estropee la fiesta.
-No te preocupes, tu fiesta va a salir perfecta.
-Gracias a Dios. Papá me mataría -Vero se llevó una mano al pecho- Creía que iba a darme un infarto.
-¿Por qué has dicho que papá te mataría?
-La fiesta fue idea suya; pero, aunque no sé por qué todavía, quería que la diera yo.
Myriam no lo comprendió, pero en esos momentos no le importaba. Lo único que le importaba era Victor. Si él...
-¿Quieres contarme lo que ha pasado?
-No. La verdad es que no.
Vero fue a la cocina. Allí, sacó un pepino del frigorífico y empezó a cortar unas rodajas.
-Túmbate y ponte esto en los ojos.
Myriam se tumbó en el futón con una rodaja de pepino en cada ojo. Un cajón se abrió y se cerró. El agua corrió en el lavabo.
-Toma -Vero le puso un paño mojado en la frente- ¿Tienes aspirinas?
-Sí, en el baño, pero no quiero aspirinas.
-No son para ti -contestó su hermana.
Unos minutos más tarde, Vero volvió al cuarto de estar.
-¿Lo que te vas a poner es eso azul que tienes encima de la cama?
-Sí.
-El collar de perlas de tu graduación te iría perfecto. Y deberías recogerte el pelo en un moño. Voy a ponerte unos rulos.
Vero estaba siendo demasiado amable, demasiado comprensiva. Myriam no sabía qué decir.
-Está bien.
-Miguel me ha dicho que Victor se ha pasado la semana entera hablando de ti.
-¿Sí?
Myriam deseó que fuera verdad. Pero era demasiado tarde. Sintió un nudo en el estómago, iba a vomitar.
-Sí. Ese hombre está loco por ti -Vero parecía sincera.
-No saldría bien.
-¿Por qué dices eso? -le preguntó su hermana.
«Porque lo sé por experiencia... con Miguel».
-Somos demasiado distintos. Victor no me quiere. Victor quiere que sea...
-¿Que seas qué?
Myriam vaciló un momento antes de contestar.
-Que sea como tú.
-Lo tomaré como un cumplido. Aunque no puedo imaginar por qué iba a querer eso.
-Porque tú eres todo lo que yo no soy -dijo Myriam por fin-. Te vistes elegantemente, llevas el pelo a la moda, y sabes qué y cuándo tienes que hablar, y lo que tienes que decir. No desentonas, al contrario que yo.
-Soy aburrida y estirada. Y también un poco teatral. Me han dicho que soy una snob en más de una ocasión -Vero suspiró. Sin embargo, tú eres como una mariposa, como aire fresco. Siempre has sido así. Cuando éramos pequeñas, tú ni te dabas cuenta de lo bonita que eras, y sigues sin dártela. Y cuando dejaste de ser una rebelde y empezaste a portarte bien, después del rapto... me hiciste sombra. Y yo no lo soportaba. Te odiaba.
Myriam notó que su hermana había utilizado el verbo en pasado.
-Vero...
-Ya somos adultas, Myriam -dijo Vero-. Es hora de dejar de lado los celos y las envidias.
¿Podía ser tan fácil?
-Pero Miguel...
-Escucha, podríamos seguir hablando de eso durante el resto de nuestras vidas, pero no vamos a conseguir cambiar el pasado. No podemos cambiar el pasado. ¿De acuerdo?
Sin saber qué decir, Myriam vaciló. Siempre se había considerado la víctima de la situación y jamás se había parado a pensar en los sentimientos de su hermana. Lo menos que podía hacer era ceder un poco, sería el comienzo.
-De acuerdo.
-¿Estás enamorada de Victor?
Cap 14
-Más de lo que creía que fuera posible -admitió Myriam, y se sintió aliviada al confesarlo-. Pero quiero una vida distinta a la que quiere él. No puedo ser la clase de mujer que Victor quiere que sea.
-Pues no lo seas. Sé quien eres -declaró su hermana.
Myriam no había sido suficiente para Miguel, no era suficiente para Victor.
-Quien soy no es suficiente.
-En ese caso, al demonio con Victor Garcia, no te merece.
-Vero, por favor...
Vero sonrió.
-Has dicho lo mismo que dice mamá todo el tiempo.
-Lo sé.
-Bueno, déjame ver cómo tienes los ojos Vero le quitó las rodajas de pepino- Sí, mucho mejor. Y ahora, vamos a vestirte para la fiesta. Cuando acabe contigo, Victor se va a desmayar al verte.
Durante un momento, Myriam se había olvidado de la fiesta.
-¿Por qué estás haciendo esto por mí?
-Porque somos hermanas -dijo Vero-, y porque es hora de que empecemos a comportarnos como tal.
Victor se paseó por el vestíbulo de la mansión Pacific Heights, sus pasos sonoros en el suelo de mármol. Myriam llegaba con retraso.
¿Asistiría a la fiesta?
¿O no?
Quería que fuera, necesitaba que fuera.
Si no iba...
La inmensa puerta de cristal se abrió. Un hombre y una mujer se adentraron en el vestíbulo.
¿Dónde estaba Myriam? Los socios de su empresa ya estaban en el salón de la fiesta, bebiendo caros licores y comiendo unos deliciosos canapés. Cosa que estaban haciendo ya la mitad de los invitados.
La puerta volvió a abrirse. «Dios mío, que sea ella». Lo era.
Cuando Myriam apareció delante de sus ojos, Victor contuvo la respiración. Nada de cristales ni botas, sino perlas. Un collar de perlas adornaba su cuello. No podía creerlo. Esa era la mujer que quería que Myriam fuese, que siempre había sabido que podía ser. Dos finos tirantes sujetaban un tejido azul claro que flotaba alrededor de sus rodillas cuando se movía. Elegante, pero ligeramente atrevido. El vestido mostrada la medida justa de curvas. Las suficientes para hacerle hervir la sangre.
-Myriam...
-Perdona que llegue tarde.
“Siempre tarde, ésa era su Myri”.
-Ha merecido la pena. Estás... increíble, deslumbrante.
-Gracias.
Se había recogido el cabello en un moño, unas cuantas hebras le caían por las rosadas mejillas. Una perla adornaba cada oreja.
-Bonita corbata -añadió Myriam.
Ella le había llamado rígido y quizá lo fuese, pero él quería demostrarle que también podía ser espontáneo. Así que, de camino a la fiestas, se había pasado por una tienda con artículos de Walt Disney y se había comprado una corbata de Mickey Mouse. No era mucho, pero lo había hecho por ella. Victor sonrió.
Ese era el momento de decírselo. Le puso una mano en los hombros.
-Escucha, Myriam, tengo que decirte que...
-Pero sí la oferta de trabajo.
-Yo no le he pedido a tu padre que me ofrezca trabajo, lo ha hecho él porque ha querido, voluntar mente.
-Me has utilizado -la voz se le quebró-, me has utilizado para entablar una relación con mi padre. Debería haberlo sospechado. Debería haber sabido que un hombre como tú no puede amar a alguien como yo.
Victor la amaba, pero no le creería si se lo decía.
-Si hubiera querido utilizarte, ¿no crees que me habría acostado contigo en Carmel- Por si lo has olvidado, tuve la oportunidad.
-Márchate de mi casa.
-No hasta decir lo que tengo que decir.
-No tienes nada que decir. Confiaba en ti, Victor -el labio inferior le tembló-. Debería haberme dado cuenta de que eres igual que Miguel.
Myriam no tenía derecho a compararle con el desgraciado de su cuñado.
-Eh, espera un momento. Si confiaras en mí, no estarías diciendo lo que estás diciendo. Sabrías que no te he utilizado. ¿Por qué tiene que ser todo blanco o negro?
-Porque es más fácil.
Victor suspiró.
-Debes estar muy satisfecho de ti mismo. Miguel tuvo que acostarse conmigo y con Vero para conseguir lo que quería, tú sólo has tenido que hacerlo conmigo.
-Por favor, Myriam, no exageres. Yo no soy El.
-Si tú lo dices...
Victor estaba harto.
-Dejemos las cosas claras. Eres tú quien se acercó a mí para pedirme que me hiciera pasar por tu novio. Yo no te he ocultado nada. No te he pedido nada. No quería nada de esto.
-Pero no te quejas de lo que has conseguido, ¿verdad?
-Myriam, por favor -no lo comprendía, no sabía que la amaba-. Myriam, yo...
Ella apretó los labios.
-No te disculpes. Y no te preocupes por la fiesta.
-No me importa la fiesta, Myriam.
-Sí, claro que te importa. Y no te preocupes, no voy a estropear tu preciosa cartera. Me portaré como la novia perfecta. Pero tan pronto como acabe la fiesta, no quiero volver a verte en la vida.
No podía hablar en serio. Iba a darle unos minutos para calmarse. Victor se puso la camisa y acabó de vestirse mientras ella miraba a la pared.
-¿Vas a dejar que este pequeño malentendido se interponga entre los dos?
-¿Pequeño malentendido? -preguntó ella-. De pequeño no tiene nada, Victor. Nos hemos utilizado mutuamente. Y sí, admito mi responsabilidad en el asunto.
-Créeme, Myriam, no lo estoy utilizando -no le quedaba mucho tiempo, pero no podía marcharse de allí sin confesarle lo que sentía por ella-. No podía utilizarte, yo... te quiero.
Victor no podía creer lo que acababa de decir.
Los ojos de Myriam se agrandaron.
-Eso ya da igual, Victor.
-¿Que da igual?
-Sí, porque queremos cosas diferentes de la vida. Somos diferentes -las lágrimas le brillaron en los ojos.
-Puede que seamos diferentes, pero no en lo importante.
-¿Te refieres al sexo?
-Myri...
-Me llamo Myriam
Myriam se puso sombra antiojeras bajo los enrojecidos ojos para evitar que se le notara que había estado llorando todo el día. Necesitaba calmarse. Faltaban menos de dos horas para la fiesta. Mirándose en el espejo, se dio cuenta de que tenía que hacer algo con el pelo.
El timbre sonó.
El corazón le dio un vuelco. Corrió a abrir la puerta sin saber por qué le latía el pulso de esa manera. Vero, con pantalones negros de vuelo y una bandolera haciendo juego, llevaba una caja de artículos cosméticos en una mano y en la otra unos rulos.
No. Myriam no iba a poder soportar aquello en esos momentos.
-¿Por qué te ha parecido tan importante venir?
-Porque es la primera fiesta que doy como la señora de Miguel Wainwright -Vero entró en el apartamento y dejó sus cosas en el suelo-. Va a haber mucha gente importante en la fiesta. Tengo que dar buena impresión y quiero que todo salga perfecto.
-Incluyéndome a mí.
Vero asintió.
-¿Tan terrible te parece, Myriam?
-No. Es que...
Su hermana era la esposa perfecta. La clase de mujer que Victor quería, que necesitaba. No era de extrañar que Miguel la hubiera dejado por Vero. Igual que haría Victor si pudiera. Myriam contuvo las lágrimas.
Vero le dio un abrazo. Tanto le sorprendió el abrazo que Myriam ya no pudo seguir conteniendo las lágrimas.
-¿Qué te pasa?
Después de unos minutos, Myriam consiguió calmarse.
-Perdona, Vero. Espero no haberte mojado la chaqueta.
-No te preocupes por la chaqueta -dijo su hermana-. ¿Vas a contarme qué es lo que pasa o voy a tener que adivinar por qué la bolsa de viaje de Victor y la chaqueta de su traje están ahí, en el suelo, al lado de la puerta?
-Se ha dejado olvidadas las dos cosas -Myriam vaciló-. Todo se ha acabado entre los dos.
-¿No, no se ha acabado -Vero se puso las manos en las caderas- No voy a permitir que una pelea de enamorados me estropee la fiesta.
-No te preocupes, tu fiesta va a salir perfecta.
-Gracias a Dios. Papá me mataría -Vero se llevó una mano al pecho- Creía que iba a darme un infarto.
-¿Por qué has dicho que papá te mataría?
-La fiesta fue idea suya; pero, aunque no sé por qué todavía, quería que la diera yo.
Myriam no lo comprendió, pero en esos momentos no le importaba. Lo único que le importaba era Victor. Si él...
-¿Quieres contarme lo que ha pasado?
-No. La verdad es que no.
Vero fue a la cocina. Allí, sacó un pepino del frigorífico y empezó a cortar unas rodajas.
-Túmbate y ponte esto en los ojos.
Myriam se tumbó en el futón con una rodaja de pepino en cada ojo. Un cajón se abrió y se cerró. El agua corrió en el lavabo.
-Toma -Vero le puso un paño mojado en la frente- ¿Tienes aspirinas?
-Sí, en el baño, pero no quiero aspirinas.
-No son para ti -contestó su hermana.
Unos minutos más tarde, Vero volvió al cuarto de estar.
-¿Lo que te vas a poner es eso azul que tienes encima de la cama?
-Sí.
-El collar de perlas de tu graduación te iría perfecto. Y deberías recogerte el pelo en un moño. Voy a ponerte unos rulos.
Vero estaba siendo demasiado amable, demasiado comprensiva. Myriam no sabía qué decir.
-Está bien.
-Miguel me ha dicho que Victor se ha pasado la semana entera hablando de ti.
-¿Sí?
Myriam deseó que fuera verdad. Pero era demasiado tarde. Sintió un nudo en el estómago, iba a vomitar.
-Sí. Ese hombre está loco por ti -Vero parecía sincera.
-No saldría bien.
-¿Por qué dices eso? -le preguntó su hermana.
«Porque lo sé por experiencia... con Miguel».
-Somos demasiado distintos. Victor no me quiere. Victor quiere que sea...
-¿Que seas qué?
Myriam vaciló un momento antes de contestar.
-Que sea como tú.
-Lo tomaré como un cumplido. Aunque no puedo imaginar por qué iba a querer eso.
-Porque tú eres todo lo que yo no soy -dijo Myriam por fin-. Te vistes elegantemente, llevas el pelo a la moda, y sabes qué y cuándo tienes que hablar, y lo que tienes que decir. No desentonas, al contrario que yo.
-Soy aburrida y estirada. Y también un poco teatral. Me han dicho que soy una snob en más de una ocasión -Vero suspiró. Sin embargo, tú eres como una mariposa, como aire fresco. Siempre has sido así. Cuando éramos pequeñas, tú ni te dabas cuenta de lo bonita que eras, y sigues sin dártela. Y cuando dejaste de ser una rebelde y empezaste a portarte bien, después del rapto... me hiciste sombra. Y yo no lo soportaba. Te odiaba.
Myriam notó que su hermana había utilizado el verbo en pasado.
-Vero...
-Ya somos adultas, Myriam -dijo Vero-. Es hora de dejar de lado los celos y las envidias.
¿Podía ser tan fácil?
-Pero Miguel...
-Escucha, podríamos seguir hablando de eso durante el resto de nuestras vidas, pero no vamos a conseguir cambiar el pasado. No podemos cambiar el pasado. ¿De acuerdo?
Sin saber qué decir, Myriam vaciló. Siempre se había considerado la víctima de la situación y jamás se había parado a pensar en los sentimientos de su hermana. Lo menos que podía hacer era ceder un poco, sería el comienzo.
-De acuerdo.
-¿Estás enamorada de Victor?
Cap 14
-Más de lo que creía que fuera posible -admitió Myriam, y se sintió aliviada al confesarlo-. Pero quiero una vida distinta a la que quiere él. No puedo ser la clase de mujer que Victor quiere que sea.
-Pues no lo seas. Sé quien eres -declaró su hermana.
Myriam no había sido suficiente para Miguel, no era suficiente para Victor.
-Quien soy no es suficiente.
-En ese caso, al demonio con Victor Garcia, no te merece.
-Vero, por favor...
Vero sonrió.
-Has dicho lo mismo que dice mamá todo el tiempo.
-Lo sé.
-Bueno, déjame ver cómo tienes los ojos Vero le quitó las rodajas de pepino- Sí, mucho mejor. Y ahora, vamos a vestirte para la fiesta. Cuando acabe contigo, Victor se va a desmayar al verte.
Durante un momento, Myriam se había olvidado de la fiesta.
-¿Por qué estás haciendo esto por mí?
-Porque somos hermanas -dijo Vero-, y porque es hora de que empecemos a comportarnos como tal.
Victor se paseó por el vestíbulo de la mansión Pacific Heights, sus pasos sonoros en el suelo de mármol. Myriam llegaba con retraso.
¿Asistiría a la fiesta?
¿O no?
Quería que fuera, necesitaba que fuera.
Si no iba...
La inmensa puerta de cristal se abrió. Un hombre y una mujer se adentraron en el vestíbulo.
¿Dónde estaba Myriam? Los socios de su empresa ya estaban en el salón de la fiesta, bebiendo caros licores y comiendo unos deliciosos canapés. Cosa que estaban haciendo ya la mitad de los invitados.
La puerta volvió a abrirse. «Dios mío, que sea ella». Lo era.
Cuando Myriam apareció delante de sus ojos, Victor contuvo la respiración. Nada de cristales ni botas, sino perlas. Un collar de perlas adornaba su cuello. No podía creerlo. Esa era la mujer que quería que Myriam fuese, que siempre había sabido que podía ser. Dos finos tirantes sujetaban un tejido azul claro que flotaba alrededor de sus rodillas cuando se movía. Elegante, pero ligeramente atrevido. El vestido mostrada la medida justa de curvas. Las suficientes para hacerle hervir la sangre.
-Myriam...
-Perdona que llegue tarde.
“Siempre tarde, ésa era su Myri”.
-Ha merecido la pena. Estás... increíble, deslumbrante.
-Gracias.
Se había recogido el cabello en un moño, unas cuantas hebras le caían por las rosadas mejillas. Una perla adornaba cada oreja.
-Bonita corbata -añadió Myriam.
Ella le había llamado rígido y quizá lo fuese, pero él quería demostrarle que también podía ser espontáneo. Así que, de camino a la fiestas, se había pasado por una tienda con artículos de Walt Disney y se había comprado una corbata de Mickey Mouse. No era mucho, pero lo había hecho por ella. Victor sonrió.
Ese era el momento de decírselo. Le puso una mano en los hombros.
-Escucha, Myriam, tengo que decirte que...
Re: Novio por una noche
La puerta volvió a abrirse. Antonio y Refugio entraron, seguidos de... ¿Qué estaban haciendo ellos ahí?
Victor se puso tenso.
-Hola, papá. Hola, mamá.
Su padre se echó a reír.
-Es la fiesta de compromiso de nuestro hijo mayor y él se extraña de que estemos aquí. Hijos.
Su madre le besó en la mejilla.
-Antonio nos invitó y nos envió los Billetes de avión. ¿Por qué no nos habías dicho que estabas prometido?
-Quería hacerlo, pero estaba tan liado...
-Bueno, ¿vas a presentarnos a tu novia?
-Mamá, papá, ésta es Myriam Montemayor -Victor forzó las palabras- Myriam, éstos son mis padres, Juana y Bill Garcia.
Victor vió pánico momentáneamente en los ojos de Myriam, pero ella se recuperó enseguida. Sonriendo, les ofreció la mano.
-No saben cuánto me alegro de que hayan venido. Victor siempre está hablando de su familia y de la granja.
El padre de Victor, feliz, le estrechó la mano.
-Bienvenida a la familia, Myriam. Tienes que venir a la granja, es un lugar extraordinario para criar hijos.
-No seas tan sutil, Bill-Juana le dio a Myriam un abrazo-. Estamos encantados de conocerte.
Antonio dio un paso hacia ellos.
-Antes de reunirnos con el resto de los invitados, creo que éste es el momento de darles a los chicos tu sorpresa, Juana.
Juana sacó una pequeña caja de su bolso y se la dio a Victor.
-A tu padre y a mí nos ha parecido que quizá quieras esto.
Victor abrió la caja. Un anillo con un sólo brillante centelleó. Era el anillo de compromiso de su abuela. Sintió un enorme peso en el pecho y empezó a sudar.
Myriam se quedó boquiabierta.
-Oh... Es precioso.
-Era de mi madre, la abuela de Victor -dijo el padre de Victor-. Pónselo en el dedo.
Ahora no.
No de esa forma.
No cuando no significaba nada.
-¿A qué estás esperando, hijo?
Victor miró a Myriam a los ojos y le estrechó la temblorosa mano. No era así como debían hacerse las cosas. Al deslizarle el anillo en el dedo, la sintió ponerse tensa. Vio que le brillaban los ojos y la vio parpadear.
-¿Es de tu tamaño? -preguntaron Refugio y la madre de Victor simultáneamente.
Myriam enseñó el anillo a las curiosas madres.
-Sí.
-Fantástico -Antonio le dio a Victor una palmada en el hombro-. Buenos, vamos a entrar. Todos están esperando para felicitar a la feliz pareja. Y apuesto a que Myriam está muerta de ganas de enseñarle el anillo a su hermana.
Las dos horas siguientes transcurrieron a toda velocidad. Los sueños de Victor se estaban convirtiendo en realidad. Victor se paseó por el salón, acompañado de Antonio saludando a los miembros del círculo del Valle de la Silicona. Incluso los socios de la empresa de Victor parecían algo intimidados por la presencia de tantas personalidades allí reunidas. Victor no podía pedir más. Un éxito completo. Una noche perfecta. Excepto...
Excepto que los ojos de Myriam estaban muy tristes.
Ella estaba de pie, al lado de sus padres, contemplando el fresco del techo. Myriam estaba representando su papel, pero lo odiaba. Y si significaba algo la forma como trataba de taparse el dedo con el anillo...
Victor se abrió paso entre los invitados y le tocó el brazo.
-Tenemos que hablar.
Myriam asintió y le llevó hasta el cuarto que hacía de guardarropas. Las pesadas puertas de madera disminuyeron notablemente el sonido de la música y de las conversaciones del salón.
-Yo también quiero hablar contigo. Siento mucho mi comportamiento de esta mañana, me he excedido. Me ha resultado más fácil pensar que me has utilizado a que no lo has hecho.
Iba a salir bien.
-Debería haberte dicho lo que estaba pasando. Lo siento.
Myriam se quedó mirando el suelo de madera.
-Parece que las cosas te van a salir bien.
«A mí. Pero ¿y a ti?»
-Todo lo que quieres está ahí, en ese salón.
-No todo -admitió Victor. Aquella era su oportunidad-. Te quiero a ti.
Myriam se mordió los labios.
-Yo también te quiero, Victor.
Esas palabras fueron música celestial para los oídos de Victor. La abrazó y la besó. Sabía a algo Dulce y cálido. Era Dulce y cálida.
Con suavidad, Myriam le apartó de sí.
-Te quiero, pero no puedo estar contigo.
-No lo comprendo.
-No saldría bien, Victor. No puedo llevar la vida que tú quieres.
-¿No podríamos llegar a un acuerdo?
-Yo...
-Has dicho que me quieres. ¿Qué hay del amor entonces?
-El amor no cambia que seas un inversor de capital. Tú necesitas fiestas como éstas, contactos. Quieres ganar millones de dólares. Quieres poder y prestigio. Yo no.
¿Qué esperaba que hiciera? ¿Que lo dejara todo por ella?
No podía olvidarse de todo lo que había conseguido.
¿No podía?
No debía sentirse culpable. No debía sentir como si le hubieran arrancado el corazón. Estaba a punto de conseguir to que había soñado conseguir toda su vida. Todo.
¿Cómo podía esperar Myriam que lo dejara todo?
-O sea, que es o tú o mi trabajo, ¿no?
“Abandonar mis sueños”.
-No to estoy pidiendo que elijas.
Myriam se sacó del dedo el anillo y se lo dio a Victor. Victor no lo aceptó.
Final
-Te amo.
Myriam vaciló.
-A veces, el amor no es suficiente. Necesitas una mujer que comparta tus sueños, que quiera to mismo que tú. Una mujer que to haga feliz. Yo no soy esa mujer.
La amaba.
La necesitaba.
Quería casarse con ella.
Myriam le obligó a tomar el anillo.
-No soy esa mujer -repitió Myriam.
-No tiene que ser o todo o nada. Podríamos llegar a un acuerdo.
-Lo siento, Victor, pero no puedo volver a esa vida. Ni siquiera por ti.
-Al menos tenemos que intentarlo, Myriam. Por favor, lleguemos a un acuerdo. El éxito de las relaciones se basa en que las dos partes cedan.
-Yo... no puedo.
Y Victor no podía hacerlo solo.
Antes de poder impedírselo, Myriam volvió al salón.
En la terraza del salón, Myriam contempló las luces del puente Golden Gate. Quería olvidarse de todo. No quería sentir ese dolor que le desgarraba el corazón cada vez que pensaba en una vida sin Victor.
¿No debería haberle dado una oportunidad? ¿Debería haber sido más flexible, haberse dado una oportunidad a sí misma? La pregunta le atormentaba.
Una puerta se cerró a sus espaldas. Se le erizó la piel. Ya no estaba sola. Victor. Tenía que ser él. Myriam no se volvió, no podía. Se aferró a la barandilla de la terraza. Lo único que se oía era el murmullo de la fuente del rincón, los pasos de Victor y los latidos de su propio corazón.
Estaba cerca de ella, demasiado cerca. Su cálido aliento le acarició la nuca. Sus brazos le rozaron los suyos. El breve contacto la hizo temblar.
-¿No tienes frío aquí fuera?
-No. Estaba contemplando la vista.
Victor la miró a los ojos.
-Es precioso
La intensidad de la mirada le hizo temblar de nuevo.
-Por qué estas aquí sola – preguntó él.
Había salido a la terraza porque el cuarteto de cuerda estaba tocando una música muy conocida, la marcha nuptial.
-Quería tomar el aire.
-Sí, el ambiente está muy cargado ahí dentro.
-¿Te refieres al aire o la gente?
-A las dos cosas.
La respuesta de Victor le sorprendió. Ignoró la punzazada de arrepentimiento. Lo que tenía que hacer era despedirse de Victor Garcia para siempre. Era lo que Victor necesitaba que hiciese.
-Quiero hablar contigo
No, Myriam no quería oírlo. Una palabra y acabaría arrojándose a sus brazos. Podía olvidar que no era la mujer adecuada para él, que él no era el hombre apropiado para ella.
-¿Por qué?
Victor se apoyó en la barandilla.
-Quería preguntarte si no necesitas más empleados en tu librería.
¿Victor quería hablar de la librería? Sin comprender, Myriam arrugó el ceño.
-Siempre me viene bien una mano extra.
Victor se puso tenso.
-Hola, papá. Hola, mamá.
Su padre se echó a reír.
-Es la fiesta de compromiso de nuestro hijo mayor y él se extraña de que estemos aquí. Hijos.
Su madre le besó en la mejilla.
-Antonio nos invitó y nos envió los Billetes de avión. ¿Por qué no nos habías dicho que estabas prometido?
-Quería hacerlo, pero estaba tan liado...
-Bueno, ¿vas a presentarnos a tu novia?
-Mamá, papá, ésta es Myriam Montemayor -Victor forzó las palabras- Myriam, éstos son mis padres, Juana y Bill Garcia.
Victor vió pánico momentáneamente en los ojos de Myriam, pero ella se recuperó enseguida. Sonriendo, les ofreció la mano.
-No saben cuánto me alegro de que hayan venido. Victor siempre está hablando de su familia y de la granja.
El padre de Victor, feliz, le estrechó la mano.
-Bienvenida a la familia, Myriam. Tienes que venir a la granja, es un lugar extraordinario para criar hijos.
-No seas tan sutil, Bill-Juana le dio a Myriam un abrazo-. Estamos encantados de conocerte.
Antonio dio un paso hacia ellos.
-Antes de reunirnos con el resto de los invitados, creo que éste es el momento de darles a los chicos tu sorpresa, Juana.
Juana sacó una pequeña caja de su bolso y se la dio a Victor.
-A tu padre y a mí nos ha parecido que quizá quieras esto.
Victor abrió la caja. Un anillo con un sólo brillante centelleó. Era el anillo de compromiso de su abuela. Sintió un enorme peso en el pecho y empezó a sudar.
Myriam se quedó boquiabierta.
-Oh... Es precioso.
-Era de mi madre, la abuela de Victor -dijo el padre de Victor-. Pónselo en el dedo.
Ahora no.
No de esa forma.
No cuando no significaba nada.
-¿A qué estás esperando, hijo?
Victor miró a Myriam a los ojos y le estrechó la temblorosa mano. No era así como debían hacerse las cosas. Al deslizarle el anillo en el dedo, la sintió ponerse tensa. Vio que le brillaban los ojos y la vio parpadear.
-¿Es de tu tamaño? -preguntaron Refugio y la madre de Victor simultáneamente.
Myriam enseñó el anillo a las curiosas madres.
-Sí.
-Fantástico -Antonio le dio a Victor una palmada en el hombro-. Buenos, vamos a entrar. Todos están esperando para felicitar a la feliz pareja. Y apuesto a que Myriam está muerta de ganas de enseñarle el anillo a su hermana.
Las dos horas siguientes transcurrieron a toda velocidad. Los sueños de Victor se estaban convirtiendo en realidad. Victor se paseó por el salón, acompañado de Antonio saludando a los miembros del círculo del Valle de la Silicona. Incluso los socios de la empresa de Victor parecían algo intimidados por la presencia de tantas personalidades allí reunidas. Victor no podía pedir más. Un éxito completo. Una noche perfecta. Excepto...
Excepto que los ojos de Myriam estaban muy tristes.
Ella estaba de pie, al lado de sus padres, contemplando el fresco del techo. Myriam estaba representando su papel, pero lo odiaba. Y si significaba algo la forma como trataba de taparse el dedo con el anillo...
Victor se abrió paso entre los invitados y le tocó el brazo.
-Tenemos que hablar.
Myriam asintió y le llevó hasta el cuarto que hacía de guardarropas. Las pesadas puertas de madera disminuyeron notablemente el sonido de la música y de las conversaciones del salón.
-Yo también quiero hablar contigo. Siento mucho mi comportamiento de esta mañana, me he excedido. Me ha resultado más fácil pensar que me has utilizado a que no lo has hecho.
Iba a salir bien.
-Debería haberte dicho lo que estaba pasando. Lo siento.
Myriam se quedó mirando el suelo de madera.
-Parece que las cosas te van a salir bien.
«A mí. Pero ¿y a ti?»
-Todo lo que quieres está ahí, en ese salón.
-No todo -admitió Victor. Aquella era su oportunidad-. Te quiero a ti.
Myriam se mordió los labios.
-Yo también te quiero, Victor.
Esas palabras fueron música celestial para los oídos de Victor. La abrazó y la besó. Sabía a algo Dulce y cálido. Era Dulce y cálida.
Con suavidad, Myriam le apartó de sí.
-Te quiero, pero no puedo estar contigo.
-No lo comprendo.
-No saldría bien, Victor. No puedo llevar la vida que tú quieres.
-¿No podríamos llegar a un acuerdo?
-Yo...
-Has dicho que me quieres. ¿Qué hay del amor entonces?
-El amor no cambia que seas un inversor de capital. Tú necesitas fiestas como éstas, contactos. Quieres ganar millones de dólares. Quieres poder y prestigio. Yo no.
¿Qué esperaba que hiciera? ¿Que lo dejara todo por ella?
No podía olvidarse de todo lo que había conseguido.
¿No podía?
No debía sentirse culpable. No debía sentir como si le hubieran arrancado el corazón. Estaba a punto de conseguir to que había soñado conseguir toda su vida. Todo.
¿Cómo podía esperar Myriam que lo dejara todo?
-O sea, que es o tú o mi trabajo, ¿no?
“Abandonar mis sueños”.
-No to estoy pidiendo que elijas.
Myriam se sacó del dedo el anillo y se lo dio a Victor. Victor no lo aceptó.
Final
-Te amo.
Myriam vaciló.
-A veces, el amor no es suficiente. Necesitas una mujer que comparta tus sueños, que quiera to mismo que tú. Una mujer que to haga feliz. Yo no soy esa mujer.
La amaba.
La necesitaba.
Quería casarse con ella.
Myriam le obligó a tomar el anillo.
-No soy esa mujer -repitió Myriam.
-No tiene que ser o todo o nada. Podríamos llegar a un acuerdo.
-Lo siento, Victor, pero no puedo volver a esa vida. Ni siquiera por ti.
-Al menos tenemos que intentarlo, Myriam. Por favor, lleguemos a un acuerdo. El éxito de las relaciones se basa en que las dos partes cedan.
-Yo... no puedo.
Y Victor no podía hacerlo solo.
Antes de poder impedírselo, Myriam volvió al salón.
En la terraza del salón, Myriam contempló las luces del puente Golden Gate. Quería olvidarse de todo. No quería sentir ese dolor que le desgarraba el corazón cada vez que pensaba en una vida sin Victor.
¿No debería haberle dado una oportunidad? ¿Debería haber sido más flexible, haberse dado una oportunidad a sí misma? La pregunta le atormentaba.
Una puerta se cerró a sus espaldas. Se le erizó la piel. Ya no estaba sola. Victor. Tenía que ser él. Myriam no se volvió, no podía. Se aferró a la barandilla de la terraza. Lo único que se oía era el murmullo de la fuente del rincón, los pasos de Victor y los latidos de su propio corazón.
Estaba cerca de ella, demasiado cerca. Su cálido aliento le acarició la nuca. Sus brazos le rozaron los suyos. El breve contacto la hizo temblar.
-¿No tienes frío aquí fuera?
-No. Estaba contemplando la vista.
Victor la miró a los ojos.
-Es precioso
La intensidad de la mirada le hizo temblar de nuevo.
-Por qué estas aquí sola – preguntó él.
Había salido a la terraza porque el cuarteto de cuerda estaba tocando una música muy conocida, la marcha nuptial.
-Quería tomar el aire.
-Sí, el ambiente está muy cargado ahí dentro.
-¿Te refieres al aire o la gente?
-A las dos cosas.
La respuesta de Victor le sorprendió. Ignoró la punzazada de arrepentimiento. Lo que tenía que hacer era despedirse de Victor Garcia para siempre. Era lo que Victor necesitaba que hiciese.
-Quiero hablar contigo
No, Myriam no quería oírlo. Una palabra y acabaría arrojándose a sus brazos. Podía olvidar que no era la mujer adecuada para él, que él no era el hombre apropiado para ella.
-¿Por qué?
Victor se apoyó en la barandilla.
-Quería preguntarte si no necesitas más empleados en tu librería.
¿Victor quería hablar de la librería? Sin comprender, Myriam arrugó el ceño.
-Siempre me viene bien una mano extra.
Re: Novio por una noche
Estupendo
-¿Sabe de alguien que necesite un empleo?
-Sí, yo.
-¿Tú? ?eso no tenía gracia?. Ya tienes un empleo y mi padre te ha ofrecido otro.
-Ya, no.
-Déjate de tonterías, Victor.
-No son tonterías, Myriam -Victor le tomó la mano-. He estado pensando en lo que has dicho y he decidido que te prefiero a ti a todo el dinero del mundo, así que dejo mi trabajo el lunes.
-Pero... -eso era lo que Myriam necesitaba oír; sin embargo, era lo último que había esperado oír-. ¿Cómo vas a pacer una cosa así? Llevas años trabajando para conseguir lo que has conseguido.
Victor se encogió de hombros.
De repente, Myriam se dio cuenta
-¿Lo dejarías todo por mí?
Victor asintió.
Debería ponerse a dar saltos de alegría; sin embargo, se sintió culpable. Se sintió culpable por obligar a Victor a renunciar a su sueño.
-¿No te parece... demasiado?
-Quizá sea algo excesivo, pero ¿qué otra alternativa me queda?
-No lo sé, pero no puedes sacrificarlo todo. No sería justo.
-No me importa -dijo él-. Te amo, Myriam
-Yo...
No podía dejarle. Victor acabaría arrepintiéndose de aquella decisión. Tenía que haber otra forma. Pero ¿cuál? Había accedido a ceder con su hermana, y la traición de Vero había sido lo más doloroso que le había ocurrido en la vida. Quizá debiera hacer lo mismo con Victor. Era eso o...
-¿Y si llegamos a un acuerdo?
-No es mala idea -Victor se frotó la barbilla-. Pero no sabía que conocieras el significado de esa palabra.
-No sabía que lo conociera -admitió ella-. Pero me han dicho que ceder es la clave para el éxito de una relación.
De repente, todo tenía sentido. Victor le estaba haciendo ver que no todo era blanco y negro, que había colores intermedios. Myriam sonrió.
-Eres demasiado listo, Victor Garcia.
-¿Sigues queriendo llegar a un trato?
-Sí -Myriam se mordió los labios- Veamos, te acompañaré a fiestas y cenas de negocios si tú me acompañas a...
-Sesiones de poesía y...
-Y a clases de yoga. -Victor hizo una mueca-. ¿Yoga?
Myriam suspiró.
-No puedo creer que voy a salir con un inversor capitalista.
-No vas a salir conmigo, espero que te cases conmigo -Victor se arrodilló delante de ella.
A Myriam se le erizó la piel. Casi no podía respirar.
-¿Lo dices en serio?
-Totalmente en serio -Victor se sacó el anillo del bolsillo del pantalón- Te quiero y quiero casarme contigo.
-Sí -lágrimas de felicidad afloraron a sus ojos- Te quiero.
Victor le puso el anillo. Después de ponerse de pie, la estrechó en sus brazos y la besó.
-Nada de ser novios de fin de semana ni de fiestas. Voy a ser tu novio de por vida.
-No, no vas a ser mi novio, vas a ser mi marido.
Tras esas palabras, Myriam lo besó hasta dejarle sin aliento.
-Creo que me va a gustar estar casado contigo, Myriam.
Mirando el brillante que tenía en el dedo, ells sonrió.
-Llámame Myri, y no quiero esperar.
Le levantó la manga de la chaqueta y le miró el reloj.
-Hemos esperado más que suficiente.
Victor sonrió traviesamente.
-¿Qué te traes entre manos?
-¿Alguna vez has hecho el amor en una terraza?
-Bueno... no.
-Yo tampoco -le tiró de la corbata de Mickey Mouse y le pegó la nariz a la suya-, pero estoy dispuesta. O si prefieres, podríamos ir a hacernos unos tatuajes.
Victor vaciló, pero sólo un instante. Con una suave caricia, le bajó el tirante del vestido.
-Los Garcia hemos nacido para servir.
Myriam le guiñó un ojo.
-¿Eso es un sí a hacer el amor en la terraza o a los tatuajes?
FIN...
-¿Sabe de alguien que necesite un empleo?
-Sí, yo.
-¿Tú? ?eso no tenía gracia?. Ya tienes un empleo y mi padre te ha ofrecido otro.
-Ya, no.
-Déjate de tonterías, Victor.
-No son tonterías, Myriam -Victor le tomó la mano-. He estado pensando en lo que has dicho y he decidido que te prefiero a ti a todo el dinero del mundo, así que dejo mi trabajo el lunes.
-Pero... -eso era lo que Myriam necesitaba oír; sin embargo, era lo último que había esperado oír-. ¿Cómo vas a pacer una cosa así? Llevas años trabajando para conseguir lo que has conseguido.
Victor se encogió de hombros.
De repente, Myriam se dio cuenta
-¿Lo dejarías todo por mí?
Victor asintió.
Debería ponerse a dar saltos de alegría; sin embargo, se sintió culpable. Se sintió culpable por obligar a Victor a renunciar a su sueño.
-¿No te parece... demasiado?
-Quizá sea algo excesivo, pero ¿qué otra alternativa me queda?
-No lo sé, pero no puedes sacrificarlo todo. No sería justo.
-No me importa -dijo él-. Te amo, Myriam
-Yo...
No podía dejarle. Victor acabaría arrepintiéndose de aquella decisión. Tenía que haber otra forma. Pero ¿cuál? Había accedido a ceder con su hermana, y la traición de Vero había sido lo más doloroso que le había ocurrido en la vida. Quizá debiera hacer lo mismo con Victor. Era eso o...
-¿Y si llegamos a un acuerdo?
-No es mala idea -Victor se frotó la barbilla-. Pero no sabía que conocieras el significado de esa palabra.
-No sabía que lo conociera -admitió ella-. Pero me han dicho que ceder es la clave para el éxito de una relación.
De repente, todo tenía sentido. Victor le estaba haciendo ver que no todo era blanco y negro, que había colores intermedios. Myriam sonrió.
-Eres demasiado listo, Victor Garcia.
-¿Sigues queriendo llegar a un trato?
-Sí -Myriam se mordió los labios- Veamos, te acompañaré a fiestas y cenas de negocios si tú me acompañas a...
-Sesiones de poesía y...
-Y a clases de yoga. -Victor hizo una mueca-. ¿Yoga?
Myriam suspiró.
-No puedo creer que voy a salir con un inversor capitalista.
-No vas a salir conmigo, espero que te cases conmigo -Victor se arrodilló delante de ella.
A Myriam se le erizó la piel. Casi no podía respirar.
-¿Lo dices en serio?
-Totalmente en serio -Victor se sacó el anillo del bolsillo del pantalón- Te quiero y quiero casarme contigo.
-Sí -lágrimas de felicidad afloraron a sus ojos- Te quiero.
Victor le puso el anillo. Después de ponerse de pie, la estrechó en sus brazos y la besó.
-Nada de ser novios de fin de semana ni de fiestas. Voy a ser tu novio de por vida.
-No, no vas a ser mi novio, vas a ser mi marido.
Tras esas palabras, Myriam lo besó hasta dejarle sin aliento.
-Creo que me va a gustar estar casado contigo, Myriam.
Mirando el brillante que tenía en el dedo, ells sonrió.
-Llámame Myri, y no quiero esperar.
Le levantó la manga de la chaqueta y le miró el reloj.
-Hemos esperado más que suficiente.
Victor sonrió traviesamente.
-¿Qué te traes entre manos?
-¿Alguna vez has hecho el amor en una terraza?
-Bueno... no.
-Yo tampoco -le tiró de la corbata de Mickey Mouse y le pegó la nariz a la suya-, pero estoy dispuesta. O si prefieres, podríamos ir a hacernos unos tatuajes.
Victor vaciló, pero sólo un instante. Con una suave caricia, le bajó el tirante del vestido.
-Los Garcia hemos nacido para servir.
Myriam le guiñó un ojo.
-¿Eso es un sí a hacer el amor en la terraza o a los tatuajes?
FIN...
Re: Novio por una noche
que bueno que la mpviste a este foro esta novela me encantaaa
Chicana_415- VBB PLATINO
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Localización : San Francisco, CA
Fecha de inscripción : 24/05/2008
Re: Novio por una noche
JENNY ESTO NO SE VALE...SEGUN YO ME IBA A DORMIR TEMPRANO EL DIA DE HOY Y ME PUSE A LEER LA HISTORIA Y HASTA QUE LA ACABE....
GRACIAS NIÑA ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
POFIS CUANDO SEAN TAN LARGAS PONLA EN DOS PARTES PA NO PICARME TANTO....JAJAJAJAJAJ
FELICIDADESSSSSSSSSSSSSS
GRACIAS NIÑA ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
POFIS CUANDO SEAN TAN LARGAS PONLA EN DOS PARTES PA NO PICARME TANTO....JAJAJAJAJAJ
FELICIDADESSSSSSSSSSSSSS
Última edición por Ale el Mar Jun 10, 2008 10:16 pm, editado 1 vez
Ale- STAFF
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Re: Novio por una noche
achis ya la habias puesto????
pues no me suena el nombrecito, asi que ya tengo mi dotacion para el dia.....
gracias niñaaaaaaaaaaa
pues no me suena el nombrecito, asi que ya tengo mi dotacion para el dia.....
gracias niñaaaaaaaaaaa
Re: Novio por una noche
Muchas gracias por la novela Jenny!!!
Marianita- STAFF
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Localización : Veracruz, Ver.
Fecha de inscripción : 25/05/2008
Re: Novio por una noche
muy bonita novela gracias
dany- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 883
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Re: Novio por una noche
AYYY GRASIOTAS POR LA NOBE JENN ESTUBO MUY BONITA NI/AAAA GRASIAS..................
Re: Novio por una noche
si ya la tengo estuvo buena
panquesito- VBB JUNIOR
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Edad : 45
Fecha de inscripción : 18/07/2008
Re: Novio por una noche
muy buena grax
saludos
saludos
fresita- VBB PLATINO
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Edad : 43
Localización : colima, méxico
Fecha de inscripción : 31/07/2009
Re: Novio por una noche
orale . esta padre
saludoss
saludoss
andypao- VBB JUNIOR
- Cantidad de envíos : 32
Edad : 32
Localización : Chiapas
Fecha de inscripción : 22/11/2009
Re: Novio por una noche
gracias por la novela
dany- VBB PLATINO
- Cantidad de envíos : 883
Fecha de inscripción : 23/05/2008
Página 2 de 2. • 1, 2
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