Una noche de Tormenta

Bere Dom Mayo 24, 2009 3:14 pm

Hola niñas pues esta Historia es una adaptacion de Hikari Strife10 para el foro de novelas de Crepusculo... espero que les guste no se por que vi a nuestro niño proyectado en ella

Besitos Bere

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Las noches sin Myriam eran aburridísimas. Aquella noche Myriam tuvo la “necesidad”, según Inés, de ir hasta Los Ángeles para hacer un montón de compras y posiblemente las dos no volverían hasta mañana. Myriam me había pedido perdón un montón de veces antes de irse por tener que marcharse un día entero de manera tan repentina. No me podía quejar, mañana mi Myriam estaría de nuevo entre mis brazos, tenía que ser paciente. Mientras hacía zapping en la tele, oí un relámpago, parecía que una tormenta se avecinaba. Victoria dormía arriba, esperaba que no se despertara. Suspiré de aburrimiento y seguí con el zapping. Oí de nuevo un relámpago, pero ni me inmuté. Entonces oí unos pasos bajando las escaleras de forma lenta.
Me giré y vi a mi pequeña. Victoria vestía con un camisón blanco y agarraba su conejito de peluche con el brazo derecho mientras que con el izquierdo se limpiaba las lágrimas. Vícky no paraba de hipar y de soltar lágrimas.

- ¿Vícky?- pregunté asustado- ¿Qué te ocurre?
- Pa…Pa…Papi- dijo Victoria torpemente hipando- Ten…tengo mi…miedo.
- ¿Es por lo rayos amor?- pregunté de la manera más cariñosa posible.

Vícky afirmó con la cabeza aún hipando y con lágrimas en los ojos. Entonces la cogí entre mis brazos y me senté en el sofá. Otro relámpago sonó. Victoria no pudo evitar gritar y aferrarse más a mí. Empecé a mecerla y tararear una cancion que había escrito exclusivamente en ella.
Victoria empezó a tranquilizarse pero no del todo, pude notar que su corazón aún latía
más rápido de lo debido. Sonó otro relámpago. Vícky volvió aferrarse a mí con más fuerza,
pero esta vez no gritó. Algo estaba consiguiendo. Decidí buscar una manera más para tranquilizarla.

- ¿Sabes una cosa Vícky?- dije a mi pequeña.
Vícky me miró aún con lágrimas en los ojos y confusa.
¿Qué cosa?
- Dicen que cuando acaba una tormenta, todas las nubes desaparecen y ves el cielo muy estrellado- dije yo.
Vícky me miró sorprendida y volvió a tocarme la mejilla.
¿Lo has visto alguna vez?
- Creo que no- admití yo- Pero si es verdad… creo que merece la pena ser valiente y esperar a que pase la tormenta ¿No crees?

Vícky me miró y vi como brillaban sus ojos de color negro de la emoción. Pero no me dijo nada y apartó la mirada hacia su conejito.

- ¿Serás valiente?- pregunté
Vícky no dijo nada, pude ver en su rostro que aún tenía miedo.
- No te preocupes, hasta que pase la tormenta yo te protegeré- afirmé yo con una sonrisa.

Vícky me miró de nuevo, y por fin vi seguridad en sus ojos. Me regaló una tímida sonrisa y me dijo:

- Pase lo que pase ¿Estarás conmigo para protegerme?
- Siempre- afirmé yo.
Ambos miramos a la ventana. Ya no llovía y no se oía ningún relámpago. Miré a Victoria y dije:
- ¿Salimos?
Vícky pareció insegura una vez más, no sabía lo que podía encontrarse ahí fuera. Aún en mis brazos, agarró fuertemente mi camiseta y dije:
- Recuerdo que pase lo que pase siempre te voy a proteger.
Victoria me miró dijo:
- Salgamos.

Salimos los dos fuera y lo vimos. La noche estrellada más bonita que había visto en mi vida. Se podía apreciar casi todas las constelaciones, la vía láctea… Las estrellas brillaban como nunca. Miré a Victoria y pude ver lo maravillada que estaba ante aquel espectáculo. Entonces vimos una estrella fugaz.

- ¡Mira papá!- dijo Vícky riendo señalándola cielo emocionada- ¡Una estrella fugaz!
- Tienes que pedir un deseo Vícky- dije yo sonriendo.
Vícky cerró los ojos y pidió su deseo, y lo pude oír a la perfección.
Ojala mi papá, mi mamá y el resto de mi familia estén siempre conmigo.
Sonreí ante aquel deseo. Decidí que ya era hora de volver dentro cuando Vícky me preguntó:
- Papi ¿Tú no pides ningún deseo?
- Lo siento Vícky, pero esa estrella fugaz era tuya no mía- dije yo- Yo ya tengo todo lo que quiero tener.

De repente el cielo empezó a brilla más que antes. Los dos miramos hacia arriba y vimos que era una lluvia de estrellas. Entonces Vícky dijo:

- Ahí tienes un montón de estrellas Papi- dijo riendo-Nunca está de más pedir un deseo.
La sonreí y la abracé. Cerré los ojos y pensé en un deseo.

Ojala Vícky y Myriam sean felices para siempre.
- Ya es hora de entrar Vícky- dije yo al acabar la lluvia de estrellas.

La subí hasta su habitación y la arropé en su cama. Me senté en su cama junto a ella y empecé a acariciar su cabeza, haciendo que sus rizos se deslizaran entre mis dedos. Vícky se quedó dormida enseguida y me puse a pensar lo maravilloso que había sido tenerla. Myriam hizo bien en insistir en tenerla. Junto a Myriam, Victoria era uno de los motivos por el que debía vivir. Las dos me habían traído la felicidad a mi eterna, triste y solitaria vida. Me sentí el hombre, bueno, el más afortunado del mundo. Me levanté de su cama con cuidado de no despertarla, y cuando estaba saliendo de la habitación oí a Victoria decir entre sueños:

- Gracias Papá.
Sonreí y susurré:
- Dulces sueños mi pequeña.