Vicco y la Viccobebe
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Una pasión secreta

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Una pasión secreta - Página 4 Empty Re: Una pasión secreta

Mensaje  Dianitha Miér Sep 30, 2009 11:31 am

graciias niiña me encantaron los cap x fiin me puse al corriiente con la noveliita pero creo k eso de verse en secreto no les traera nada bueno xfiitas no tardes con el siiguiiente cap akii lo estare esperando sii Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353 Una pasión secreta - Página 4 146353

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Mensaje  dulce_myrifan Miér Sep 30, 2009 12:49 pm

Cap. 13

Myriam conducía por el solitario camino a eso de las ocho de la noche del día siguiente. Nunca habría sospechado que había una casa escondida tras el alto seto si Víctor no le hubiera dibujado un plano mostrándole la entrada de coches que serpenteaba entre una densa plantación de arces.
-Cenaremos -había dicho él-, y hablaremos. Y si hay algo más después es porque tú eliges que así suceda.
En aquel momento le había parecido razonable. Ambos eran seres adultos y sabían que la mente domina la materia. En aquel momento se daba cuenta del riesgo que resultaba aquella aventura. Pero era demasiado tarde para cambiar de opinión. La puerta del garaje se abría ya para dejarla entrar y, sintiendo una mezcla de ansiedad y excitación, aparcó su coche junto al de él.

En cuanto apagó el motor, Víctor apareció de entre las sombras para saludarla. Le estrechó las manos y le dio un beso en la mejilla.
-Hola, me alegro de que estés aquí.
Muy agradable. Muy civilizado. No resultaba amenazante en absoluto, entonces, ¿por qué le temblaban a Myriam las piernas y se le aceleró el pulso?
-No te he traído nada para la casa -parloteó, desesperada por llenar el silencio-. Pensé que sería mejor esperar hasta ver el tipo de decoración que habías elegido. No hay nada peor que tener que simular que te gusta algo que nunca te habrías comprado, ¿verdad?, especialmente cuando se trata de adornos. Son algo muy personal. Algunos tienen montones y otros no pueden soportarlos, ¿no crees?
-Lo que creo -dijo él, haciéndola pasar por una puerta lateral a la casa y guiándola por un estrecho pasillo tenuemente iluminado-, es que tienes miedo de haber cometido un error al venir aquí y estás intentando desesperadamente buscar una excusa para no quedarte.
Ella intentó reír, pero solamente logró emitir una risilla histérica.
-¿Tan obvio es?
-Solamente para alguien que te conoce tan bien como yo -se detuvo frente a un armario antiguo y le quitó la pashmina de seda de los hombros-. No me tengas miedo, Myriam. Lo que te dije iba en serio. Tú eres quien marca las reglas de ahora en adelante.
-Gracias por ser tan comprensivo -dijo ella, sintiéndose una tonta.

Él colgó su chal en el armario y la guió por un pasillo más ancho hacia un amplio salón con ventanas a ambos lados de una chimenea de piedra. Las paredes estaban pintadas de blanco y una hermosa alfombra turca de suaves colores cubría la mayoría del suelo de roble oscuro. Un tresillo tapizado en pana rayada color azul marino rodeaba una mesita de café de cristal frente al fuego. A un lado había un mueble sobre el que se encontraba un cubo de hielo con una botella dentro y, junto a él, dos copas altas de champán. Sobre la chimenea había un cuadro de galgos sobre un fondo de árboles oscuros.
Él encendió la chimenea. Las llamas se extendieron y chisporrotearon, iluminando la estancia, que solo recibía la luz de gruesas velas situadas en lugares estratégicos. Su efecto era tan cálido que Myriam se olvidó de los nervios.
-¿Has decorado todo esto solo?
-Me temo que sí -dijo él, agarrando la botella.
-¡Me parece que has hecho un trabajo estupendo!
-A mí me gusta -dijo él, levantando la botella para que ella la inspeccionara.
-¿Te parece bien Perrier Jouet?
-¡Desde luego!
Sirvió el champán y levantó la copa en un brindis.
-Por los viejos amigos y un buen principio.
-Sí -dijo ella, sorbiendo de su copa.

Aunque ambos intentaban disimularlo, la estancia hervía con una emoción que era mucho más que amistad.
Myriam no aceptó su invitación a sentarse y recorrió la estancia. Se detuvo frente a un escritorio en un rincón y se inclinó a oler un jarrón de anémonas escarlata y púrpura que había sobre una mesita.
-Recordé que eran tus flores favoritas -dijo él, observándola.
-¿De veras? -una oleada de placer la recorrió, hundiéndola más todavía en aguas peligrosas-. Son encantadoras y tu casa también. ¿Es muy antigua?
-Unos ciento cincuenta años. Si quieres, luego te la muestro entera.
-De acuerdo -dijo ella, volviendo a recorrer la estancia-. Me alegro de haber venido.
-¿Lo bastante como para relajarte y pasártelo bien?
Ella levantó la mirada rápidamente. Estaba apoyado en la chimenea, sus ojos inescrutables.
-Supongo que sí, pero preferiría que no me miraras de esa forma.
-No lo puedo evitar. Estás adorable. ¿Tienes hambre?
La mera idea de tragar algo casi le daba arcadas, pero sería todavía peor si solo bebía.
-La verdad es que sí.
-Bien -dijo él-. Yo también. Pero no te voy a comer, así que deja de pasearte como una fiera enjaulada y ven a sentarte junto al fuego mientras acabo algunas cosas en la cocina.
-¿Quieres ayuda?
-Esta noche, no. La próxima vez, quizá.
¿Habría una próxima vez?
Seguía pensando en una respuesta a la pregunta quince minutos más tarde cuando él volvió, anunciando que la cena estaba lista y la guió al comedor.

-¡Cielo santo! -exclamó, deteniéndose en el umbral-. ¡Qué bonito!
El comedor era circular, con un techo abovedado del que pendía una delicada araña de bronce. En el centro había una mesa flanqueada por dos sillas. Velas titilaban allí también, pero a diferencia de las del salón, se reflejaban una y otra vez en las ventanas sin cortinas, por las que se veía el oscuro cielo nocturno.
-No te preocupes, nadie nos puede espiar aquí -dijo él-. Lo único que hay es cielo y océano. Esta parte de la casa está al borde del acantilado. Esta noche no nos molestará nadie.
-¡Qué alivio! -exclamó ella, plenamente consciente de su presencia mientras él la ayudaba a sentarse arrimándole la silla. Le apoyó brevemente la mano en el hombro antes de sentarse en su sitio frente a ella-. Me daría mucha rabia que nos volvieran a arruinar otra velada.
Pero nada se la arruinó. Conversaron los dos solos con un nocturno de Chopin como música de fondo. La combinación de champán y ambiente crearon una magia especial, ayudados por la excelente comida; la Vichyssoise, seguida por la langosta Mornay y los tiernos espárragos estaba perfecta.
-La encargué en un restaurante -confesó él, cuando ella lo felicitó-. Solo tuve que poner el horno. Lo único que sé hacer bien es una buena barbacoa.
Pero lo más importante de la comida fue el postre: una tarta deliciosa de espuma de naranja y nata con chocolate blanco. La habían comido por primera vez cuando comenzaron a salir y luego se había convertido en el símbolo de todo lo bueno que tenía su relación.

-También te acordaste de esto -se maravilló ella, abrumada.
-Recuerdo todo de aquella época, Myriam.
-Yo también -suspiró ella-. Celebramos cada ocasión especial con esta tarta: nuestro primer mes juntos, nuestra primera Navidad, el día de San Valentín, nuestros cumpleaños...
-La primera vez que hicimos el amor... -prosiguió él, con sus ojos clavados en los de ella-. Y la última.
Lo dijo con tanta pena que cuando ella habló, lágrimas bordaban su voz.
-Por favor, no -rogó-. Tú mismo dijiste que no se consigue nada desenterrando fantasmas.
-De acuerdo -se encogió él de hombros-. Cambiemos de tema. ¿Qué fue lo que realmente hizo que reaccionaras de aquella manera ayer por la tarde, Myriam? ¿El hecho de que la chica estuviera embarazada?
-No. El hecho de que fuera una niña y no tuviera a quién recurrir.
-Si llevas a cabo tu idea de abrir un centro de acogida, ayudarás mucho a otras como ella.
-Pero llegaré demasiado tarde para ayudarla a ella. Su bebé estará a punto de nacer, lo cual significa que pronto habrá por ahí otro niño sin hogar.
-¿Es eso lo único que te preocupa?
-No -dijo, recordando con pena lo sola y asustada que se había sentido al encontrarse en circunstancias similares a las de aquella chica.
-¿Pero no puedes decirme lo que es?
¿Podría aprender a confiar en él lo bastante como para compartir el secreto de su embarazo?
-Quizá algún día -dijo-. Pero esta noche no.
-De acuerdo -dijo él, sin insistir. En vez de ello, cuando acabaron de comer, retiró la silla y alargó la mano-. Ven, tomaremos café en el salón.
-Deja que te ayude a recoger primero.
-Lo que quieres es ir a la cocina a ver el jaleo que he montado -bromeó.
Myriam rio, aliviada al ver que la tensión disminuía.
-¿Cómo lo has adivinado?
-Te olvidas de lo bien que te conozco.
Después de tomar el café, él la llevó a ver el resto de la casa mientras hablaban de sus planes para revitalizar el norte de la ciudad.
-¿La zona donde estuvimos ayer?
-Exactamente. Desde que la fábrica de conservas de pescado cerró, la mayoría de los edificios de la zona se han venido abajo, lo cual es una pena. Y muchos de ellos se han convertido en chabolas.
-Y querrías que produzca dinero nuevamente, ¿no?
-Haces que la palabra «dinero» parezca sucia, pero no tiene por qué serla. El dinero puede hacer mucho bien cuando se lo utiliza para una causa justa. Recorrieron el despacho, subieron las escaleras y él abrió la puerta de la primera habitación del piso superior.
-¿Llamas «causa justa» a echar a la gente de la única casa que tiene? -replicó ella, no tanto por hablar del tema en aquel momento, sino por distraerse de la visión de la enorme cama doble, con su connotación de intimidad.
-No intentes discutir -le dijo él, haciéndose a un lado para que ella entrara a la habitación-. Piensa en nosotros haciendo el amor aquí cuando estés lista, cuando confíes en mí lo bastante como para compartir todo tu ser conmigo.

Ella estaba a punto de decirle que cuando la confianza se pierde es muy difícil recobrarla, pero se quedó muda cuando vio la foto que colgaba sobre la cama.
Era una foto de ella, tomada durante el último verano que habían pasado juntos. Miraba hacia la cámara con una expresión inocente y despejada, la boca entreabierta en una sonrisa.
-Sí -dijo Víctor con voz ronca desde la puerta-. Esa eres tú, en la época en que eras inocente.
-No era tan inocente -dijo ella, trémula-. Hacía un año que éramos amantes.
-Y lo seguiríamos siendo si no hubiéramos permitido que otras personas nos separaran -se aproximó por detrás y la tomó de los hombros-. ¿Cómo sucedió, Myriam? -le preguntó, dándole un tierno beso en un costado del cuello.
-Te cansaste de salir con una adolescente y fuiste a buscar a alguien más sofisticado -dijo ella sintiendo que comenzaba a ceder.
Sintió cómo él lanzaba un grito ahogado, la aferraba de los hombros y le daba la vuelta para mirarla a los ojos.
-¿Que yo hice qué? -le preguntó él, con tal expresión de perplejidad que ella casi dudó de la verdad. Casi.
-Que comenzaste a salir con alguien más -dijo con firmeza.
-No, señorita -dijo él, negando con la cabeza, como para aclararse los pensamientos-. Tú fuiste quien comenzó a salir con alguien más, el tipo ese en París... el hermano de tu compañera francesa, que te mostró la ciudad y te llevó a disfrutar de la vida nocturna...
-¿Vida nocturna? ¿Con Emile? -preguntó ella y estalló en carcajadas-. ¡Pero si era un cura católico, por Dios, su única pasión era su vocación y los pintores franceses del siglo xvii!

El silencio mortal con que Víctor recibió su revelación expresó su sorpresa mejor que si hubiera gritado. Se dio la vuelta y se dirigió a la ventana, mirando la oscuridad con la espalda rígida como si fuese de acero.
-¡Un cura! -repitió con la voz helada-. Supongo que eso es algo que Jimena se olvidó de decirme cuando me contó tus andanzas.
No fue necesario preguntar a qué se refería. Myriam lo comprendió inmediatamente, aunque ocho años antes no lo habría hecho. Entonces todavía pensaba que Jimena era su amiga.
-¡Bruja! -exclamó finalmente Víctor, furioso, agarrando un libro de la mesilla y arrojándola a través de la habitación-. ¡La mataría yo mismo si no estuviera muerta ya!
-No es ella quien tuvo la culpa -dijo Myriam, a quien su propia estupidez le parecía peor que la enormidad de la manipulación de Jimena-. La culpa fue nuestra. Si hubiéramos creído el uno en el otro...
-¡Éramos un par de niños, por Dios! Mira la foto, si no me crees. Eras la única chica con quien yo había estado en mi vida. Yo era tu primer... -golpeó la pared con un puñetazo-. ¿Qué sabíamos de la vida?
-Obviamente, poco, o habríamos reaccionado de otra forma. Pero no podemos volver atrás para cambiarlo, así que mejor será que lo olvidemos.
-No estoy de acuerdo contigo. Negar algo que pasó no sirve de nada, hace que te hagan daño nuevamente.
-No creo que me vuelvan a hacer nunca tanto daño -dijo ella, y se le quebró la voz al continuar-: Cuando nos volvimos a encontrar las navidades después de que yo volviera de Francia, estuviste muy frío. Y la chica con quien estabas... la forma en que me miraste, el modo en que me la restregaste por la cara... te comportaste como si me odiases, Víctor.
-Desde luego que hice todo lo posible porque así fuera -de tres zancadas, cruzó hasta donde ella se apoyaba contra el poste de la cama y la abrazó tan fuerte que la dejó sin respiración-. Pero no lo logré. Lo que viste no era odio, mi cielo, era rabia y orgullo herido. Y la chica... -dijo, besándola en el pelo y. apretándola más todavía-, era solo eso, una chica que buscaba pasárselo bien. Era divertida, pero ninguno de los dos buscaba nada serio.
-¿Te acostaste con ella? -le preguntó ahogadamente, recordando la forma en que la chica lo había mirado, tal como ella lo había hecho en una época; de una forma privada, íntima.
-¿Qué más da, después de tanto tiempo? -dijo él, apretándola contra su pecho.
-¿Sí o no? -insistió ella, que necesitaba saberlo.
-Sí -reconoció él con un suspiro-. Durante poco tiempo. Hasta la noche en que la llamé «Myriam» por error. Allí se acabó -la apartó de sí para mirarla-. No tengo derecho a preguntártelo, pero, ¿ha habido otros hombres?
-No -dijo ella, y una lágrima le corrió por el rostro-. Lo he deseado, lo he intentado, pero en el último momento no he podido. Hiciste que no pudiera acostarme con nadie más.
-Déjame compensarte por ello ahora -susurró él con voz ronca, llevándola consigo hacia la cama. Le besó los párpados, las mejillas, la boca-. Hemos perdido tanto tiempo, cariño mío. No perdamos más.

Parecía tan seguro de que podrían recobrar lo que habían perdido, que Myriam deseó desesperadamente creerlo, pero, ¿cómo podía mantener en secreto que había estado embarazada? Había sido su bebé también y tenía derecho a saber la verdad. Quizá no se lo tomara bien, quizá no quisiese saber nada más con ella. Mejor averiguarlo antes de que él le rompiera el corazón nuevamente, porque ese tipo de secretos siempre salía a la luz, tarde o temprano.
-Me parece que tenemos que hablar más. Han pasado tantas cosas...
-Eso puede esperar -murmuró él, haciéndola ponerse boca arriba y mirándola como si nunca pudiera cansarse de hacerlo-. Hay una sola forma de borrar todos esos años perdidos, y es que seamos uno nuevamente. Quiero sentirte desnuda debajo de mí, Myriam. Quiero mirarte, dormirme en tus brazos y despertarme a tu lado por la mañana. Y, más que nada, quiero perderme dentro de ti una y otra vez, porque será la única forma en que pueda olvidar lo imbécil que he sido.
Sus palabras, sus besos, la hicieron perder la cautela y le robaron la voluntad de resistirse. Como en sueños, sintió que él le quitaba la blusa, la camisola, el sujetador. La miró con ojos ardientes, dejando sobre su piel una galaxia de sensaciones tan densas como una lluvia de estrellas.
La tocó de la forma en que ella recordaba. La redescubrió con caricias de sus dedos y su boca hasta que el deseo surgió despiadado y, con un calor fluido y tempestuoso, exigió que lo liberasen.
Sin embargo, ella no pudo silenciar su conciencia e intentó desahogarse nuevamente.

-Quizá no me quisieras si supieras...
El le tomó la mano y la llevó hasta su sexo, tan rígido de excitación, que las ropas no podían esconderlo.
-¿Te parece que no te deseo, cariño mío? -gimió, con los ojos relampagueantes cuando la mano de ella lo agarró instintivamente, posesivamente.
-Corres con ventaja -susurró ella, sintiendo su ardiente fuerza contra su mano.
-Lucho por lo que creo, y creo en nosotros.
-Yo también lo hice, pero algo salió mal, Víctor...
-Porque cometimos errores -dijo él-. Pero ahora los solventaremos.

Ella se entregó tanto a la pasión que no se dio cuenta de que él casi la había desnudado del todo hasta que le deslizó el pulgar dentro de las braguetas y le acarició el húmedo y satinado centro de su feminidad. Al sentirlo, reaccionó como una tigresa, arrancándole la camisa, desesperada por volver a sentir la textura de la piel masculina y los músculos que antes la habían cautivado.
Víctor lanzó un profundo rugido de triunfo y acabó de desnudarla. Luego se fundieron piel con piel. Myriam se aferró a él, deseando que el tiempo volviera atrás, que nada ni nadie se hubiera interpuesto ente los dos. Se entregó al profundo y desesperado ritmo que él impuso, sintió que estaba al borde de la entrega total, pero finalmente la culpa se lo impidió. Lo único que logró hacer fue abrazarlo fuerte mientras él iba hasta un sitio donde ella no pudo seguirlo.
Se dio cuenta de que ya no era lo mismo. El tapiz de sus emociones tenía una textura más rica, un diseño más complejo. Nunca recobrarían la seguridad y el idealismo de cuando eran dos críos. La única opción que les quedaba era avanzar hacia el territorio sin demarcar de una relación adulta con la esperanza de poder sortear los baches que encontraran en el camino.
Finalmente, cuando la respiración de Víctor se calmó, él levantó la cabeza para mirarla a los ojos.

-No has llegado al clímax -le dijo, apartándole el cabello del rostro-. ¿He perdido facultades, cielo mío?
-No -dijo ella con tristeza-. Ha sido culpa mía. Estaba demasiado tensa, demasiado preocupada. Oh, Víctor, sucedió algo el último verano que pasamos juntos... algo que debí decirte en aquel momento, pero no lo hice. Pensé que podría olvidarlo, pero ahora que nos hemos vuelto a encontrar, me persigue. Pero tengo temor de decírtelo, por si arruina...
El le tomó el rostro entre sus dedos y cuando ella quiso soltarse, la forzó a mirarlo a los ojos, que la contemplaban serios.
-Mírame, Myriam, y deja de sufrir innecesariamente -le dijo severo-. Si lo que te preocupa es el bebé, no es necesario que me digas nada. Ya lo sé. Hace años que lo sé.
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Mensaje  Dianitha Miér Sep 30, 2009 1:14 pm

Nooooooooooooooooooooooooooooo niiña como la dejas haciii como es eso de k viictor ya sabiia lo del bebe xfiitas no tardes con el siiguiiente cap siii niiña k me muero x saber k es lo k les espera a estos dos niiños ok a akii estare esperando el siiguiiete cap ok niiña no tardes o biien nos puedes poner un 2X1 Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274 nada perdiida la niiña verdad Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274

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Mensaje  Marianita Miér Sep 30, 2009 1:17 pm

Ohh por Dios!!!!!! affraid affraid affraid Síguele Dul, está buenísima!!!!!! Una pasión secreta - Página 4 953882 Una pasión secreta - Página 4 953882
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Mensaje  nayelive Miér Sep 30, 2009 5:43 pm

uyy que capi gracias estaremos esperando el de mañana ajja Una pasión secreta - Página 4 400496 Una pasión secreta - Página 4 400496 Una pasión secreta - Página 4 400496
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Mensaje  Eva_vbb Miér Sep 30, 2009 6:45 pm

OH MI DIOSSSS!!! affraid affraid affraid affraid affraid EL YA LO SABIA
NO HAY QUE PENSAR MUCHO PARA SABER QUIEN SE LO DIJO Y TAMBIEN QUE LE DIJO SOBRE QUE PASO CON EL BEBE No No No No ESPERO QUE PRONTO ACLAREN TODO Y QUE VUELVAN A TENER UNA RELACION
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Mensaje  alma.fra Miér Sep 30, 2009 11:30 pm

Yo opino ke tambien tienen ke hablar de eso, con tantas mentiras kien sabe ke le habran contado a Victor.
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Mensaje  myrielpasofan Miér Sep 30, 2009 11:41 pm

andaleee..grax por el capi..dulce..
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Mensaje  Chicana_415 Jue Oct 01, 2009 2:23 am

Y como lo sabesss!!! Shocked De seguro Jimena andava de chismosaa y te lo conto junto con las mentirasss que te dijo de Myriam....no si ya sabia yo que esa vieja solo trariaa malasss cosass Mad Mad

Siguelee por fiss que esta buenisimaaa
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Mensaje  mats310863 Jue Oct 01, 2009 7:58 am

COMO ME LO IMAGINE, ESA JIMENA ESTUVO DE INTRIGOSA Y METE CISAÑA PARA SEPARAR A MYRI Y VIC, AFORTUNADAMENTE ESTAN HABLANDO Y SEGURO AMBOS SE COMPRENDERAN. GRACIAS POR EL CAPÍTULO

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Mensaje  dulce_myrifan Jue Oct 01, 2009 11:57 am

Cap. 14

Nunca una mañana de primavera había sido más hermosa. El sol se reflejaba en el brillante suelo de madera de su cocina, la cafetera gorgoteaba a ritmo con los pájaros y Víctor, con solo un par de vaqueros sin abrochar a la cintura, mezclaba champán y zumo de naranja para hacer unas mimosas. Myriam removía algo en el fuego.

-Podíamos convertirlo en un hábito -dijo Víctor, dándole un beso en la nuca-. Podrías mudarte aquí y vivir los tres felices para siempre.
-¿Los tres?
-Tú, yo y esto -dijo, probando la salsa holandesa que ella preparaba para los huevos a la Benedictine. Chasqueó los labios-. No te preocupes. Anoche usé preservativo, no estás embarazada.
-Antes también tuvimos cuidado y, a pesar de ello, me quedé embarazada.
-A veces suceden accidentes -le dijo, acariciándole el pelo.
-Tenía mucho miedo de que te enfadaras cuando te enteraras.
-Me puse furioso en aquel momento -dijo él, poniéndola un poco nerviosa con su seriedad-. Pero lo superé. Eras joven y tenías miedo. Si Jimena me lo hubiera dicho antes, en vez de esperar hasta después, podría haberte acompañado. No habrías tenido que pasar por ello sola. Pero no lo hizo y tú tampoco, así que no vale la pena sentirse culpable ocho años más tarde.
Había algo indescifrable, frío y duro en la forma en que lo dijo, y la brillante mañana se ensombreció.
-Pero era nuestro bebé, Víctor -dijo ella suavemente-. Una personita creada por amor, como todos los bebés tendrían que concebirse. Ojalá que muchas cosas hubieran resultado de otra forma. Quizá si hubiera recurrido a ti...
-Pero no lo hiciste -dijo él y se dio la vuelta abruptamente para mirar lo que había en el horno-. Déjalo, Myriam. Yo ya lo he hecho. Lo mejor que podemos hacer es asegurarnos de hacerlo de otro modo si algo similar sucede en el futuro. ¿Cómo van esos huevos?

Ella no quiso entristecer la mañana más todavía diciéndole que la primera vez no lo podían haber hecho de otra forma porque aquel embarazo había estado condenado a malograrse desde el principio. Pero él tenía razón. Ahora que tenía la conciencia limpia y no había más secretos entre Víctor y ella, tenía que mirar hacia delante.
-Ya están -dijo, sonriendo.
-Entonces, comamos -dijo él y, para alivio suyo, sonrió también-. Un hombre necesita recuperar fuerzas cuando hace tanto ejercicio como el que me hiciste hacer anoche. Por cierto, ¿le he mencionado lo guapa que está esta mañana, señorita Myriam?
Cohibida, Myriam se arremangó la camisa de Víctor con que se había vestido después de darse la ducha. Deseó haberse puesto braguetas.
-Te estás ruborizando -dijo Víctor con malicia-. Pero no deberías ponerte a contraluz, cariño mío. Se te trasluce todo y me estás volviendo loco. Quizá debiéramos olvidarnos del desayuno y seguir nuestra conversación en el dormitorio.
-¿Después de haber trabajado como una esclava para hacerte el desayuno? ¡Ni lo sueñes! -echó salsa sobre los huevos y le pasó los platos-. Toma, lleva esto.
Cuando se sentaron ante la mesa del desayuno, él chocó su copa contra la de ella en un brindis.
-Gracias por quedarte anoche, Myriam. Fue muy importante para mí.
-Para mí también, aunque no podré volver a mirar a tu suegra a la cara.

Inmediatamente, se dio cuenta de que había cometido una torpeza. La dulzura de Víctor se convirtió en frialdad e ironía.
-¡Ah, claro! ¡Clara está en la comisión organizadora también! ¿Te da mucho la vara?
-No, supongo que será porque siempre obedezco sus órdenes, ayudo en lo que puedo e intento apartarme de su camino. Acúsala de lo que quieras, pero una cosa que sabe hacer es organizar gente.
-Supongo que eso es mejor que su otro pasatiempo -dijo él enigmáticamente-. ¿Qué hará cuando se acabe todo este jaleo?
-Dudo que haya pensado en ello. Supongo, que como todos los demás, intenta vivir el día a día. ¿Piensas venir?
-¿A la gala? -inspeccionó su mimosa pensativamente-. No había pensado hacerlo, pero iré ahora que sé que vas tú.
-¿Aunque no podamos estar juntos?
-¿Qué quieres decir, que tendremos que simular que no nos hablamos?
Ella reo, pero fue un esfuerzo, porque estaba claro que él no le veía la gracia.
-No es necesario llegar a ese extremo. Podemos ser educados, pero, para mantener las apariencias, el hermano de Tom, Francis, será mi acompañante. Es lo que la sociedad espera.
-¿Qué sociedad? -explotó él, soltando sus cubiertos y apartando el plato a medio comer-. ¡La sociedad con la que pasé la mayoría del año, no podía darse el lujo de mantener las apariencias! Y si algo aprendí de ellos es esto: La vida es un tesoro, no se la puede hacer esperar, es demasiado corta para que la desperdiciemos.
-No me refiero a siempre, Víctor -dijo ella, intentando combatir con dulzura su enfado.
-¿Cuánto tiempo pretendes que espere? ¿Seis meses, un año? .
-Más o menos, sí.
-No sé tú, pero yo preferiría que sepan con quién salgo y soportar las críticas.
-Yo no estoy tan segura -dijo ella, un poco triste-. Prefiero que me acepten a que me traten como la paria del pueblo. Es mejor que cuando tenía miedo de que la gente se enteraran de que había deshonrado a mi familia al quedarme embarazada siendo soltera.
-En cierta forma, una mujer tiene suerte. Ningún hombre va a presentarse ante su puerta cuando esté retomando las riendas de su vida para decirle: «-¡Eh, tuviste un bebé y nadie te lo dijo!» ¿Qué te parece?
-¡Cómo puedes decir una cosa tan cruel!
-Lo único que sé -dijo él con amargura-. Es que el qué dirán te preocupa más que yo. Me hace pensar si realmente te importa que estemos juntos nuevamente.
-¡Yo no he dicho que no me importe, así que no tergiverses mis palabras! ¿Crees que me habría quedado aquí anoche, o que habría hecho el amor contigo si no atesorara cada instante que compartimos?
-¿A mí me lo preguntas? Empiezo a pensar que no conozco a la persona en que te has convertido. Antes no te interesaba complacer a todo el mundo.
-Quizá es que he madurado -dijo ella, descorazonada al verlo enfadado nuevamente.
-¿Madurar es esconder nuestra relación como si fuera un secreto oscuro y sucio?
-¡Oh, Víctor! -suspiró ella, sin saber qué decir-. Mira, comprendo tu frustración por tener que esperar un tiempo razonable antes de poder reanudar una vida «normal». Pero los Castillo han perdido a su única hija y, al margen de que Jimena haya causado su propia muerte, hacer alarde de nuestra relación cuando están todavía de luto sería insultante para ellos.
-¡Y pensar que a mí me parecía que había llegado el momento de tener una relación responsable, generosa, de descubrimiento y compromiso! Está claro que me equivoqué.
-Estás haciéndome chantaje emocional y me niego a ello -replicó Myriam.
-¿Y si yo me niego tomar parte en un engaño?
-Entonces, me parece que hemos llegado a un punto muerto -dijo ella, con voz trémula.
-¡Por fin estamos de acuerdo en algo!
-Me parece que ha sido un error. Yo no soy la única que he cambiado, Víctor -dijo Myriam, con enorme dignidad, negándose a que la tristeza la venciera-. Tú también estás diferente. Me enamoré de un hombre compasivo y de buen carácter. Y parece que no tienes ninguna de esas dos cualidades.
-Lamento haberte desilusionado -dijo él con ironía-. Está claro que a ti se te da mejor fingir que a mí.
-¡No es cuestión de fingir!
-Ponle el nombre que quieras -dijo él, con un encogimiento de hombros-. Actuar en público y simular que somos solo conocidos es deshonesto, lo llames como lo llames.
-Eso no es lo que dijiste ayer. Ayer estabas a favor de mantener nuestra relación en secreto.
-Atribúyelo a la desesperación de un hombre que creía equivocadamente que no tenía nada que perder cuando, en realidad, lo único que ganó fue un montón de irritación que no necesita -se pasó la mano por el pelo-. Perdona, Myriam, pero llevo cuatro años viviendo una mentira y eso es más que suficiente para cualquier hombre. No puedo seguir haciéndolo. Me niego.
-Entonces, supongo que no hay nada más que hablar.
-Nada en absoluto -respondió él con hiriente indiferencia-. Si quieres esperar a que anochezca antes de marcharte para no arriesgarte a que te vean en pleno día, quédate, pero estoy seguro de que me disculparás si no te hago compañía.
-Ni se me ocurriría pedírtelo -dijo ella-. Me iré ahora con todo gusto. Quedarme aquí es demasiado arriesgado.
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Mensaje  Marianita Jue Oct 01, 2009 2:17 pm

Sí, aquí también 2 x 1 ándale sí??????? Una pasión secreta - Página 4 455262 :eaea: Una pasión secreta - Página 4 455262 Una pasión secreta - Página 4 953882
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Mensaje  nayelive Jue Oct 01, 2009 4:52 pm

gracias por el capi uyyy tan agusto que se la pasaron en la noche y uyy
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Mensaje  myrielpasofan Jue Oct 01, 2009 6:17 pm

muchas grax por el capi dulce...
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Mensaje  alma.fra Jue Oct 01, 2009 9:51 pm

Sigo pensando ke Vic no sabe toda la verdad de lo del bebe. Gracias por el capitulo.
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Mensaje  Eva_vbb Jue Oct 01, 2009 11:57 pm

DULCINEA GRACIAS X EL CAP...
Una pasión secreta - Página 4 953882 Una pasión secreta - Página 4 953882 Una pasión secreta - Página 4 953882 Una pasión secreta - Página 4 953882 Una pasión secreta - Página 4 953882 Una pasión secreta - Página 4 953882 Una pasión secreta - Página 4 953882 Una pasión secreta - Página 4 953882 Una pasión secreta - Página 4 953882 Una pasión secreta - Página 4 953882
PERO PORQUEEE PORQUE CUANDO LAS COSAS YA ESTABAN LLENDO MEJOR SE TENIAN QUE ENOJAR Evil or Very Mad Evil or Very Mad Evil or Very Mad Evil or Very Mad Evil or Very Mad Evil or Very Mad Y YO CREO LO MISMO QUE ALMITA A MI VER CREO QUE VICTOR PINSA QUE MYRIAM PERDIO AL BEBE A
PROPOSITO O ALGO POR EL ESTILO.
Una pasión secreta - Página 4 149909 Una pasión secreta - Página 4 149909 Una pasión secreta - Página 4 149909 Una pasión secreta - Página 4 149909 Una pasión secreta - Página 4 149909 Una pasión secreta - Página 4 149909 Una pasión secreta - Página 4 149909 Una pasión secreta - Página 4 149909 Una pasión secreta - Página 4 149909
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Mensaje  Dianitha Vie Oct 02, 2009 12:48 am

que alguien me explique x k ya no entendii hay estos niiños quiien los entiiende ??? y yo tambiien creo k viictor no sabe toda la verdad sobre el bebe xfiitas niiña no tardes con el siiguiiente cap k ya kiiero saber k es lo k va a pasar con este par de tercos jajaja Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274 Una pasión secreta - Página 4 981274
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Mensaje  dulce_myrifan Vie Oct 02, 2009 12:52 pm

Cap. 15

Aquella tarde se acercó una tormenta proveniente del mar que duró una semana. Cayó con tanta ferocidad que dobló los narcisos que acababan de abrirse, que hundieron sus flores en el fango. Myriam se sentía igual cada vez que pensaba en lo fácilmente que se había acostado con Víctor y lo rápido que se había arrepentido de ello.
Otra mujer quizá se hubiera contentado pensando en que, durante unas pocas horas, había experimentado la maravilla de conectar con él nuevamente, a todos los niveles. Después de descargar su conciencia, sus inhibiciones se esfumaron y se entregó a él sin preocupaciones, como antes.
No había habido secretos entre ambos, ni cuestiones sin resolver. En muchos aspectos él había sido como lo recordaba: cariñoso, apasionado, fuerte... fue fácil convencerse de que no importaban los otros aspectos de su personalidad que habían cambiado.

Habían hecho el amor y luego hablado, intentando ponerse al día con los años de separación.
-¿Qué opinaba Jimena de que conservaras esa foto?,-le había preguntado, con la cabeza en el pecho de él.
-No lo sabía -dijo él, acariciándole la columna con tanta delicadeza que ella tembló de placer. Me había olvidado de que la tenía. La encontré cuando comencé a hacer la mudanza. Estaba metida en un viejo anuario del instituto. Llevabas el pelo largo entonces. ¿Cuándo te lo cortaste?
-Cuando me mudé a California. Quería empezar de cero, sin nada que me recordara lo que había dejado atrás.
-¿Me olvidaste? -le preguntó él, enroscando un mechón de pelo en su dedo y dándole un tironcito.
-Lo intenté, pero no eres fácil de olvidar -dijo ella disfrutando del roce de sus cuerpos desnudos al ponerse boca arriba.
-Tú tampoco.
Y volvieron a hacer el amor con ternura y confianza.
Pero había sido un sueño, un espejismo que se desintegró por la mañana. Demasiado pronto se dio cuenta de que Víctor y ella llevaban mucho más tiempo separados de lo que habían estado juntos, y que se había lanzado de cabeza a acostarse con un hombre que era un extraño en vez de un amante que conocía bien.
El joven se había convertido en hombre y, en ese cambio, había adquirido una dureza, una impaciencia y una ira que a ella le resultaban extrañas. Lo peor de todo era que se había dado cuenta de ello antes, y, sin embargo, cegada por el deseo, había permitido que él atravesara su guardia para reclamar su sitio en su corazón.

La vergüenza la atormentaba hasta tal punto que consideró la posibilidad de huir nuevamente. Pero, en vez de ello, se mantuvo en sus trece, escondió su tristeza a los que la rodeaban y se concentró en los preparativos para la gala. También hizo proyectos para el futuro, porque sabía que necesitaba una meta más sólida que ponerse una vez que pasara la fiesta.
La idea de abrir algún tipo de centro de acogida, que había madurado en su mente durante semanas, tomó una nueva urgencia al enterarse de que los planes de Víctor García para modernizar el distrito de las naves industriales había, avanzado tanto que pronto una docena de adolescentes «ocupas» se quedarían sin techo. Hizo averiguaciones sobre el monasterio del otro lado del río, descubrió que el precio estaba dentro de sus posibilidades y quedó en inspeccionar la propiedad.
El sitio era ideal: tranquilo, bonito, y lejos de la zona más sórdida de Eastridge Bay, que la mayoría de los residentes ricachones del pueblo prefería ignorar. El edificio requeriría algunas modificaciones, pero la distribución general, con muchas habitaciones pequeñas arriba y la gran cocina y los salones en la planta baja, se prestaba bien a la idea que ella tenía en mente.
Habló con su abogado y, entre los dos, elaboraron una oferta que él presentó al Ayuntamiento. A finales de mayo recibió la aprobación para proseguir con sus planes, así que cerró la compra.

Le dio la noticia a su familia en una cena en casa de Tom y Margaret el martes antes de la gala.
-Estamos muy orgullosos -le dijo su padre.
-Ojalá que no te hayas metido en camisa de once varas -dijo Margaret, que, típico en ella, siempre veía todo lo negativo de las cosas-. Los jóvenes que quieres recibir no se van de su casa porque sí. La mayoría son delincuentes.
Por una vez, Tom no compartió las dudas de su mujer.
-Pues, a mí me parece que tiene futuro, Margaret -dijo-. He visto cómo se relaciona con los chicos. Sabe cómo tratarlos.
-Yo conozco gente en el mundo de la hostelería. Te puedo poner en contacto con ellos, si quieres -dijo Francis.
-Acepto tu oferta. Ya te lo diré cuando lo necesite. Estoy muy ilusionada.
-No tanto como lo estoy yo al pensar en el sábado por la noche.
Francis era un hombre agradable y modesto, sin la pomposidad que caracterizaba a Tom. Y, dentro de su discreto estilo, era muy atractivo. Le había gustado conocerlo y se habían hecho buenos amigos.
Quizá hubiera una vida después de Víctor García, después de todo. Y quizá había sido necesaria una noche más con él para lograr acabar con la relación, algo que no había logrado hacer la primera vez. Había sido una lección cara, pero, a la larga, quizá valiera el sufrimiento que conllevaba.

Había estado tan ocupada que no había encontrado el momento de buscar nada que ponerse la noche de la gala, pero, llevada por un raro optimismo, convenció a su madre de que fuera de compras con ella. A la mañana siguiente, subieron al primer tren para dirigirse a la ciudad, a ciento cincuenta kilómetros del pueblo, y se pasaron el día explorando las boutiques en busca del vestido perfecto.
Lo encontraron casi inmediatamente: un vestido que acababa de llegar de Europa. De gasa de seda blanca, sin tirantes y con el cuerpo bordado con rosas blancas, le caía en diáfanas capas hasta el tobillo en picos irregulares.

-Necesitas zapatos -decidió su madre cuando celebraban el hallazgo con una comida de cangrejo fresco acompañada de vino blanco en un encantador restaurantito francés del puerto-. Blancos, de cabritilla, con tacón. Y joyas. ¿Los pendientes y el collar de la tía abuela, quizá?
-Creo que solo los pendientes. Si no recuerdo mal, son prácticamente del tamaño de huevos de petirrojo. El collar sería demasiado. ¿Qué miras, mamá?
-Estás radiante. ¿Se debe a Francis?
-No -dijo ella con sinceridad-. Me siento en paz conmigo misma. Hace años que no podía decir lo mismo y lo digo en serio. He vuelto a casa en más de un sentido.
-¿Podrás alguna vez hablar de lo que te hizo marcharte? Tu padre y yo siempre pensamos que fue porque las cosas no salieron bien entre Víctor y tú, pero siempre me he preguntado si no habría algo más.
-Lo hubo -dijo Myriam, alisándose la servilleta sobre las rodillas y preguntándose cuánto debería decir-. Fue algo más que una relación de novios, mamá.
-Lo sé. Fueron amantes.
Atónita, Myriam miró a su madre y encontró sus ojos llenos de amor y comprensión.
-¿Cómo lo supiste?
-Aunque no hubiera sido la comidilla del pueblo, tendría que haber estado ciega para no ver lo que había entre los dos. Pero hubo algo más, ¿no?
-Sí. Cuando estaba en París, descubrí que estaba embarazada.
-¡Oh, pobrecilla! -su madre miró al mar y cuando volvió los ojos hacia ella, los tenía arrasados en lágrimas-. Me pregunté en aquel momento si esa no sería la razón. ¿Por qué no recurriste a mí?
-Lo perdí al poco tiempo de volver a casa. Me pareció tonto cargarte con algo que ya no tenía remedio.
-Habrás estado deshecha.
-Sí, pero quizá fuera mejor así. Lo mío con Víctor no tenía futuro.
-¿Estás segura?
-Durante mucho tiempo, no. Pero lo estoy ahora. Han pasado ocho años, mamá. Y el tiempo no ha pasado en vano para ninguno de los dos. Nos hemos apartado. Ahora cada uno tiene su propio camino.
-Está armando bastante revuelo en el mundo financiero. Cuando su padre se hallaba al timón, García Corporation iba bien, aunque de una forma conservadora. Pero las cosas han cambiado desde que Duncan le pasó las riendas a Víctor. Está esforzándose al máximo para cumplir sus sueños.
-No me sorprende. Siempre ha sido una persona resuelta y nunca ha creído en las medias tintas -acabó el vino y dejó la copa en la mesa con delicada firmeza-. Me alegra que haya encontrado en qué canalizar sus energías. Le deseo toda la suerte del mundo y espero que encuentre la vida civil plena y gratificarte.
Lo dijo con convicción porque creía a pies juntillas en ello.


En la noche les pongoo otroo Una pasión secreta - Página 4 Icon_lol
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Mensaje  Dianitha Vie Oct 02, 2009 2:46 pm

graciias dulce x el cap me encanto solos espero k en la noche de la fiiesta este par de niiños tercos puedan arreglar sus diiferenciias ok y en la noche estare esperando el cap k ya nos prometiiste eee niiña ahora no nos puedes kedar mal eeee Una pasión secreta - Página 4 502334 Una pasión secreta - Página 4 502334 Una pasión secreta - Página 4 502334 Una pasión secreta - Página 4 502334 Una pasión secreta - Página 4 502334 Una pasión secreta - Página 4 502334 Una pasión secreta - Página 4 502334

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Mensaje  Chicana_415 Vie Oct 02, 2009 4:53 pm

Tan bien que iban hombreeeee Sad

Siguele por fiss aver que sucede en la galaa
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Mensaje  alma.fra Vie Oct 02, 2009 5:55 pm

Muchas gracias por el capitulo, te esperamos alrrato.
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Mensaje  nayelive Vie Oct 02, 2009 6:00 pm

gracias por el capi, estaremos esperando el otro jajja Una pasión secreta - Página 4 Icon_cheers Una pasión secreta - Página 4 Icon_cheers
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Mensaje  dulce_myrifan Vie Oct 02, 2009 10:24 pm

Lo prometido es deuda, aqui el capi de la noche Una pasión secreta - Página 4 Icon_lol
Cap. 16

Sus ideas para decorar el pabellón se convirtieron en una realidad que superó sus expectativas. Metros y metros de tela semitransparente de color rosado cubría las paredes y engalanaban las vigas del techo. Cientos de pequeñas estrellas de papel de plata reflejaban la luz de una enorme araña de luces rescatada de la buhardilla de una de las casas más antiguas del pueblo. Ramos de gardenias y rosas perfumaban el aire. Velas blancas y rosadas iluminaban las mesas cubiertas de manteles de hilo.

-¡Has hecho un pequeño milagro! -exclamó la gente.
-¡Fabuloso! -se entusiasmaron otros-. ¡Increíble!
Hasta Clara Castillo la honró con una cabezadita de aprobación.
-Muy bonito -murmuró al pasar-. Y tu vestido es precioso, querida. Nos haces sentir orgullosos de ti.
-Por si no he dejado bien claro que estoy totalmente de acuerdo con ella -dijo Francis, que la oyó-, permíteme decirte que eres decididamente la mujer más hermosa de la fiesta, Myriam -le ofreció su brazo-. ¿Damos una vuelta por la subasta silenciosa antes de sentarnos a cenar? Quiero asegurarme de que nadie me ha superado en tu carné de baile.
-¡No bromees! -exclamó ella, todavía atónita por el cumplido de la señora Castillo-. Alguien propuso que todas las señoras que habían participado en organizar la fiesta se subastaran para recaudar fondos, pero no creí que nadie les hiciera caso.
-Ven a verlo tú misma -dijo él-. No solo se ha hecho realidad, sino que es tal éxito que probablemente se convierta en una tradición.

Aturdida, lo siguió al club de oficiales donde, sobre mesas largas cubiertas de terciopelo, había objetos donados para la subasta. Como siempre, la gente había sido generosa. Se ofrecía de todo: reliquias, arte moderno, bonos para restaurantes, fines de semana en hoteles, entradas para el teatro, carnés de socio de gimnasios... y, aunque resultara increíble, carnés de baile impresos con los nombres de todas las mujeres que habían contribuido con su tiempo y esfuerzo a que la velada resultase un éxito.
-Veo que alguien me hace la competencia -dijo Francis al leer el carné de Myriam. Escribió una cifra y su firma bajo la última oferta-. La mitad de los hombres del pueblo me están haciendo sudar la gota gorda.
Pero lo que dejó a Myriam estupefacta fue la cantidad de dinero que estaban dispuestos a gastarse. Aunque la apuesta inicial había sido establecida en cincuenta dólares, ya había alcanzado una cifra de cuatro dígitos. Y ella no era la única; los otros carnés mostraban cifras similares.
-Nadie en su sano juicio debería pagar dos mil dólares por un vals de cinco minutos -exclamó-. ¡Es una locura, Francis!
-Cuando se trata de apoyar una causa noble, no -le recordó él-. Y menos aún cuando la gente que puja se lo puede permitir.
-¡Caramba! -dijo Myriam, halagada. La alivió el pensar que se había gastado un buen dinero en el vestido. Se alisó la delicada falda-. ¡Qué increíble! No sé qué decir.
-Y la fiesta solo acaba de empezar -dijo Francis, apretándole la mano-. Quién sabe lo que queda todavía.

¡Desde luego que ella no lo sabía! De haberse imaginado la sorpresa que la esperaba, se habría escapado a su casa por una puerta lateral. Cuando recordó que nunca había que fiarse demasiado, ya era tarde para evitar al hombre que la observaba desde el otro lado del pabellón e ignorar a la mujer que se colgaba del brazo de él como si tuviera miedo de que se le escapara.
Myriam no la culpaba; Víctor vestido de frac estaba para comérselo. Verlo fue como un impacto, algo que iba mucho más allá de su gallardo aspecto.
Hacía casi diez semanas que se habían visto por última vez. Un lapso suficiente de tiempo, pensaba ella, como para superar su dolorosa tendencia a sufrir una recaída cada vez que lo veía. Sin embargo, una sola mirada a sus inescrutables ojos negros bastó para que se debatiera nuevamente en una ciénaga de anhelo imposible.
-¿Te pasa algo, Myriam? -le preguntó Francis mirándola solícito-. Te has puesto pálida de repente.
-Me siento perfectamente bien -dijo ella, hundiéndose las uñas en las palmas de las manos.
No era verdad, desde luego. Estaba hecha un lío. ¿Por qué diablos habría aparecido Víctor para destruirle la ilusión de que se encontraba a salvo de él?

Victor se había preparado, seguro de que se encontraría con Myriam en la gala y que saldría airoso de la ocasión con tanta elegancia que a ella se le caería la baba al verlo y se arrepentiría de haberlo dejado.
¡Cielos! ¡Qué poco se conocía! En cuanto posó los ojos en ella, el cerebro se le paralizó y la lengua se le pegó al velo del paladar. ¿Dónde había encontrado aquel vestido y cómo diablos hacía para sujetarlo?

-Hola -dijo ella rígidamente, sin mirarlo a los ojos, su boca, esa boca con la que él había soñado con demasiada frecuencia desde la última vez que la había besado, fruncida, como si, en vez de champán como todo el mundo, hubiera bebido vinagre-. Qué bien volverte a ver.
-Lo mismo digo -replicó él, y su intento de resultar indiferente se ahogó en un gruñido inarticulado.
Myriam arqueó las elegantes cejas en un gesto de ligero desdén y dirigió su atención a Úrsula.
-Tu cara me suena -le dijo-. ¿Nos hemos visto antes ?
-Unas mil veces, más o menos -dijo Úrsula-. Fuimos juntas a la escuela, Myriam. Noveno curso. Soy Úrsula Rushton, aunque mi apellido de soltera era Phillips.
-¡Por supuesto! Qué tonta he sido de no acordarme -dijo, esbozando una encantadora sonrisa y haciendo un gesto a su acompañante-. Permítanme que les presente a un amigo muy querido, Francis Cuen. Oh, y este es Víctor García, Francis. También fui a la escuela con él.
-Yo diría que hicimos un poco más que eso -soltó Víctor, picado porque ella lo hubiera presentado de aquella forma-. Había una época en que Myriam también me consideraba a mí «un amigo muy querido».
Ella se dio cuenta de la entonación deliberada que él utilizó para decirlo y se le subieron los colores. Lo miró un segundo directo a los ojos.
-Tienes razón -dijo-. Había una época en que sí.

Él unió sus ojos a los de ella y sintió un dolor y un vacío enormes dentro de sí.
-Pero los tiempos cambian, ¿no es verdad, Myriam?
-Es verdad -dijo ella y le sonrió a Francis-. Me parece que tendríamos que reunirnos con el resto de nuestro grupo, ¿no te parece?
-Estupendo -dijo él, con tal mirada de adoración, que Víctor creyó ahogarse.
-Me alegro de haberte visto, Úsula -dijo Myriam y se colgó del brazo de Cuen-. Que se diviertan.
-Así que así están las cosas -dijo Úrsula, viéndola alejarse-. Después de todos estos años, todavía estás loco por Myriam Montemayor.
-Cuesta mucho quitarse un hábito, como bien lo sabes -ironizó Víctor-. ¿Quieres más champán?
-Sí -dijo ella, dirigiéndole una última mirada a Myriam-. Para quitarme el regusto de la envidia. Ninguna mujer tiene derecho a resultar tan irresistible. ¿Has visto la forma en que Francis la miraba?
-Sí -dijo él, ceñudo.
-¿Qué tiene ella que yo no tenga, Víctor?
-No lo sé -dijo él, mirando cómo Cuen le apoyaba a Myriam la mano en la espalda. Pero antes de que acabase la noche, tenía intención de averiguarlo.
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Mensaje  alma.fra Vie Oct 02, 2009 10:58 pm

Ke bueno ke Vic esta celoso Una pasión secreta - Página 4 455262 , no tardes con el siguiente capitulo, ya kiero saber ke pasa en la cena.
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Mensaje  Marianita Vie Oct 02, 2009 11:02 pm

Ándale, no que no?? afro Gracias por el 2 x 1 chamaca, por eso te queremos!!!! Una pasión secreta - Página 4 187173 Una pasión secreta - Página 4 187173
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