Vicco y la Viccobebe
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Recuerdo de un beso

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Mensaje  jai33sire Sáb Abr 14, 2012 4:11 pm

Gracias por el capitulo estuvo buenisimo...siguele por faaaaaaa

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Mensaje  Dianitha Lun Abr 16, 2012 10:30 am

gracias por el cap niña esta buenisima la novelita jaja xfiis no tardes con el siguiente cap Very Happy Very Happy
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Mensaje  mariateressina Mar Abr 17, 2012 5:27 pm

HOLA BUENAS TARDES AKI EL CAP DE HOY CHICAS GRAXIAS X SUS COMENTARIOS YA ESTAMOS CASI EN LA RECTA FINAL OJALA Q LO DISFRUTEN


Capitulo 13

Myriam despertó al oír la voz de Víctor al otro lado de la habitación. No podía entender lo que decía, pero parecía estar hablando de trabajo.
Suspirando, enterró la cara en la almohada para respirar su aroma. Nunca se había sentido tan feliz, tan completa. Porque había pasado la noche con Víctor.
Tenía que repetírselo a sí misma para comprobar que era real y, al recordarlo, sintió que todo su cuerpo ardía. Había sido como un relámpago, como una iluminación. Y se había olvidado de quién era para convertirse en una especie de ninfómana.
Pero no era sólo sexo espectacular, era el propio Víctor, que era una persona cariñosa, considerada y divertida. Se había tirado con ella a la piscina, algo de lo que no hubiera creído capaz una semana antes, Incluso se sentía apegada al inefable chaleco negro, a su pelo eternamente despeinado y al desastre de coche que conducía en Melbourne. Él no seguía la moda no estaba interesado en tener un deportivo último modelo, aunque ella sabía que podía permitírselo.
Llevaba muchos años intentando evitarlo, pero ya no. Bostezando, Myriam se estiró perezosamente sobre las sábanas de satén azul… y descubrió que sentía un escozor en sitios en los que no lo había sentido nunca,
Pero Víctor no volvía y empezó a inquietarse. Quería tenerlo a su lado, sentir el calor de su cuerpo. Estaba deseando volver a experimentar la gloriosa sensación de estar con él.
Pero al oír el ruido de la ducha recordó que la noche anterior se habían metido en la cama sin ducharse. Ella debería hacer lo mismo.
Como su ropa no estaba allí, porque debía seguir en el ascensor, se levantó cubriéndose con la sábana.
Aunque Víctor había visto cada centímetro de su cuerpo la noche anterior, sencillamente no se atrevía a atravesar la suite sin taparse con algo.
Había dado un par de pasos cuando él volvió a la habitación secándose el pelo con una toalla, desnudo y recién afeitado. Le gustaría deslizar las manos por el vello de su torso, enredar los dedos en él…
Ya estaba excitada, pero intentó no fijarse en ese detalle mientras se echaba una esquina de la sábana al hombro. Aunque era imposible, claro.
A Víctor no parecía molestarle ese escrutinio, al contrario; debía gustarle porque se estaba excitando cada vez más mientras lo miraba.
-Buenos días, princesa –la saludo, colocándose la toalla al cuello para tomarla de la cintura.
-Hola –murmuró ella, cortada de repente.
Víctor frunció el ceño entonces.
-Myri, tú me lo dirías si lo de anoche hubiera sido la primera vez para ti, ¿verdad?
-¿Por qué?
-La sinceridad y la comunicación son cosas que yo valoro mucho. Si era la primera vez, me habría gustado que fuera especial para ti…
-Lo de anoche fue maravilloso –lo interrumpió ella. Pero no quería tener esa conversación con el playboy del año. –Voy a darme una ducha.
-Fue la primera vez, ¿verdad? Deberías habérmelo dicho.
-¿Para qué? ¿Para sentirme más incómoda?
-No… -Víctor tomó su cara entre las manos para mirarla los ojos. –No es por eso.
-No quiero hablar de ello.
-Mientras tú estés bien
-Estoy perfectamente. Sólo voy a darme una ducha…
Myriam escapó al cuarto de baño y apoyó la cara en las frías baldosas. ¿Estaba riéndose de inexperiencia? se preguntó.
No, no era eso. Se había mostrado cariñoso y comprensivo, de modo que no era el playboy que ella había imaginado. Suspirando, se quitó la sábana para mirarse al espejo.
<<Tienes que olvidar tus inhibiciones si quieres mantener esta relación>>.
Con eso en mente, después de darse una ducha se puso el albornoz y entró un momento en la habitación para sacar algo de la mesilla antes de ir al salón, pero se detuvo en la puerta. Víctor, con un traje de chaqueta, estaba tomando un café mientras anotaba algo en un cuaderno, su maletín abierto sobre la mesa.
De modo que había decidido ir a Brisbane horas después de haber hecho el amor con ella. Y, evidentemente, no tenía la menor intención de volver a hacerlo antes de irse. ¿Qué le decía eso?
¿Dónde estaba el Víctor con el que había hecho el amor por la noche? ¿El hombre desnudo al que había visto menos quince minutos antes?
Debería encontrarse cómoda con la persona que tenía delante. Era un hombre de negocios, un empresario, la clase de chico con el que ella estaba acostumbrada a salir, la clase de hombre de hombre que sus padres solían presentarle: rico, conocido, respectado, seguro.
Pero ella no quería seguridad y respetabilidad esa mañana. Quería emoción y peligro. La cuestión era hasta que punto lo quería y si se atrevería a buscarlo.
Víctor debió notar su presencia en ese momento, pero su gesto era de sorpresa, como si la viera por primera vez. Aunque enseguida sonrió, en sus ojos el mismo brillo que había visto por la noche.
Dejando el bolígrafo sobre la mesa dio un paso hacia ella y, de repente, todas sus inseguridades se esfumaron. Y por primera vez en su vida Myriam sintió el poder de su feminidad. Brillante, hermoso, liberador. Ella había puesto ese brillo en sus ojos, esa sonrisa en sus labios. Frank había dejado a un lado el trabajo por ella.
-Hola. ¿Qué te apetece comer esta mañana? –le preguntó, señalando la bandeja que había sobre la mesa de café.
-Vamos a ver…
-Yo quería que desayunáramos juntos en la terraza, pero la mesa es muy pequeña.
Una nueva mujer, con apetito para algo más que café, había emergido de la noche anterior y Myriam no pensaba olvidarse de ella. De modo que desabrochó su albornoz y vio cómo Víctor tragaba saliva.
-¿Qué tal un poco de esto…? –murmuró, sentándose a horcajadas sobre sus rodillas.
Ansiosa de sus besos, pasó la lengua por la comisura de sus labios, exigiéndole que le abriera. Desde donde estaba sentada era evidente que le gustaba lo que estaba haciendo y se echó hacia atrás para mirarlo.
-Myri… -empezó a decirle Víctor, pasando las manos por sus hombros. –Porque eres Myri, ¿no?
-No estoy segura –rió ella, echando la cabeza hacia atrás. –Nunca había sentido nada así.
-¿Así cómo? –murmuró él, besando su cuello.
-Viva, feliz –Myriam lo besó de nuevo, notando que estaba excitado. –Y tú también, por lo que veo.
-Myri… voy a llegar tarde –Víctor cerró el albornoz, como cerrando una puerta a la tentación.
-¿Tarde para qué?
-Tengo una cita. Y no hagas pucheros o tendré que volver a besarte y entonces me meteré en un buen lío –contestó él, colocándose la corbata. –Bueno, si prometes no moverte, te doy un trocito de cruasán.
-No, gracias –sonrió Myriam. Pero entonces se le ocurrió algo. -¿Han traído el desayuno del servicio de habitación?
-Sí claro.
-Y habrán usado es ascensor.
-Sí.
Myriam dejó escapar un gemido. Habían dejado la ropa en el ascensor y más marcas en el espejo de las que quería recordar.
-Qué horror.
-Myri…
-Tomate el día libre –susurró ella, buscando sus labios de nuevo. –Podemos ir a hacer surf… o de compras. Y después –sonrió luego, bajando la mano para acariciarlo por encima de los pantalones.
-Tengo un helicóptero esperando en medio hora –dijo Víctor, con voz ronca.
-Llama para decir que no puedes ir. Tú eres el jefe, ¿no? Diles que ha ocurrido algo urgente y tienes que cancelar la cita –sugirió Myriam, más animada al notar que su resolución empezaba a flaquear. –Y que tienes que lidiar con ese asunto urgente inmediatamente…
Víctor alargó una mano para buscar su móvil mientras con la otra tiraba del cinturón del albornoz.
-Si no antes –dijo con voz ronca, acariciando un rosado pezón con el dedo y viendo cómo se levantaba.
Myriam se mordió los labios para disimular un gemido. Aparentemente, ella no era la única que podía jugar.
En menos de un minuto Víctor había cancelado el viaje en helicóptero, la reunión y todos sus planes para aquel día.
¿Cuándo había sido él tan irresponsable?
No tuvo tiempo para pensar en ello porque Myriam empezó a desabrochar los botones de su camisa con manos ansiosas.
El móvil cayó sobre la alfombra sin hacer ruido y Víctor aprovechó que tenía las dos manos libres para abrir el albornoz. Y no tuvo tiempo para más porque cuando miró hacia abajo ella estaba desabrochando la cremallera de su pantalón…
Pero si seguía por ahí iba a terminar allí mismo, lo cual sería una lástima para los dos.
-Espera…
Tomándola en brazos, consiguió recorrer unos metros. Nunca había deseado a una mujer con tanta urgencia. Su corazón latía como el sonido de una bomba a punto de detonarse… y si no la hacía suya en aquel momento no sabía qué podría pasar. De modo que la tumbó sobre la alfombra y se colocó sobre ella… para apartarse un segundo después con los dientes apretados. La mesilla del dormitorio estaba demasiado lejos.
-¿Esto es lo que quieres? –Myriam metió la mano en el bolsillo del albornoz para sacar un preservativo. –Es el último, así que será mejor que lo usemos bien.
Víctor tuvo que sonreír.
-¿Desde cuándo eres una experta?
Un segundo después entraba en ella dejando escapar un gruñido de placer. Y, por un momento dejó que una extraña sensación lo envolviera…
Era como estar en casa y, mientras se perdía en ella, se preguntó si algún día encontraría la manera de recuperar el sentido común.
Después, mucho después, acariciando su estómago, sintió que la deseaba de nuevo. Pero ya no tenían preservativos y, en cualquier caso, los preservativos no eran al cien por ciento seguros. Y lo único que no podría soportar era que Myriam quedase embarazada.
-Myri, tienes que empezar a tomar la píldora.
-Sí, bueno… iré al ginecólogo cuando volvamos a Melbourne.
-No –dijo Víctor. –No sabemos cuánto tiempo vamos a estar aquí. Lo haremos hoy mismo.
Myriam se quedó callada un momento. ¿Quería decir que iba a quedarse en Surfers con ella?
¿O quería asegurarse de que no hubiera un embarazo porque aquello era algo temporal? No estaba segura y tampoco quería preguntar.
Víctor se apoyó en un codo para mirarla a los ojos.
-No puedo dejar de tocarte –murmuró. –Si nos quedamos aquí mucho rato volveré a hacerte el amor y los dos sabemos que eso no es posible sin antes pasar por la farmacia. ¿Qué tal si vamos a la piscina a refrescarnos un poco?
Myriam sonrió al recordar el chapuzón de la noche anterior.
-¿Crees que nos dejarán?
-Pronto lo descubriremos –dijo él, incorporándose y tirando de su mano.
Diez minutos después bajaban a la piscina, con Myriam asombrada por su recién descubierta feminidad y admirando las atléticas piernas de Víctor en bañador.
El vestíbulo estaba lleno de tiendas. El aroma a champú y laca de uñas del salón de belleza se mezclaba con el de las velas aromáticas del centro de masajes.
Una joven salía del centro de masajes en ese momento.
Y el corazón de Myriam se detuvo. Salvo los ojos y el corte de pelo parecía estar mirándose en un espejo. Y vio que la joven dejaba escapar un gemido… ¿o había sido ella? Oía el tráfico en la calle, los latidos de su propio corazón.
La imagen en el espejo tenía los ojos color gris, el pelo una masa de rizos sujetos en la coronilla con una goma de colores. Llevaba un pantalón blanco y olía a flores.
Mariam Seymour Forrester.
Su hermana.

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Mensaje  jai33sire Miér Abr 18, 2012 7:02 am

gracias por el capitulo siguele por favor

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Mensaje  Dianitha Miér Abr 18, 2012 7:00 pm

gracias por el cap niña ahora que myriam por fin encontro a su hermana que es lo que va a pasar entre ellas dos xfis no tardes con el siguiente cap
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Mensaje  mariateressina Sáb Abr 21, 2012 9:20 pm

aki el capitulo de hoy graxias x sus comentarios

Capitulo 14

Myriam dio un paso atrás, usando unas piernas que no parecían sostenerla. ¿Quién era aquella mujer que la miraba con cara de sorpresa? No la conocía. Debería sentir algo, pero no sentía nada, sólo un dolor en el pecho, donde estaba el corazón, como si alguien le hubiera clavado un cuchillo y estuviera sangrando.
Aquella mujer era la prueba de que su vida había sido una mentira. Su familia era una mentira. Hasta aquel momento había esperado que todo fuera un error, o despertar de pronto y descubrir que había sido un sueño.
-Yo soy…
-¡No! –la interrumpió Myriam, odiando a Mariam por destrozar su sueño. Odiándose a sí misma por la confusión y el dolor que veía en el rostro de la otra mujer.
Angustiada, soltó la mano de Víctor corrió de nuevo hacia el ascensor.
Cuando llegó a la habitación se tiró sobre la cama y empezó a llorar. ¿Qué le pasaba? Había ido a Surfers para encontrar a su hermana y cuando por fin la encontraba lo único que sentía era dolor. Un recordatorio del rechazo de su madre.
La esperanza que había puesto en aquel reencuentro por los suelos porque Mariam ya no querría verla ahora.

***

Víctor estaba al otro lado de la puerta, mirándola como si la hoja de madera pudiera darle alguna respuesta. No había sabido que hacer, sí seguir a Myriam o quedarse para disculparse con su hermana… porque era evidente que aquella mujer era hermana de Myri. Y ahora no sabía si entrar a hablar con ella o esperar un poco.
Aquello respondía a todas sus preguntas; ésa era la razón del viaje a Surfers Paradise, claro. La razón por la que los empleados del hotel la habían mirado de esa forma tan rara.
Mariam Seymour Forrester, ése era el nombre de la otra chica. Se había casado con el propietario del hotel y esperaría hasta que Myriam quisiera hablar con ella. Esa era todo lo que sabía.
Pero las respuestas despertaban más preguntas.
Por ejemplo, por qué él no sabía que Myriam tuviera una hermana. Había reservado habitación en el Centro Capricornio para verla y, sin embargo, no se había puesto en contacto con ella ya que, evidentemente, el encuentro había sido fortuito.
Y el dolor que había visto en los ojos de Myri le había encogido el corazón hasta que su dolor era el suyo.
Nervioso, empujó la puerta y dio un golpecito con los nudillos.
-¿Puedo entrar?
Ella no contestó, pero tampoco le dijo que se fuera, aunque Víctor no pensaba hacerlo.
-Myri…
Le gustaría tumbarse a su lado y abrazarla, besarla hasta que se le pasara la pena, pero se limitó a sentarse a su lado.
-¿Quieres contármelo?
-Te debo una explicación.
Animado y agradecido de que al menos quisiera contárselo, Víctor apretó su mano.
-No me debes nada, pero si quieres contármelo te escucho. Mariam es tu hermana, ¿verdad?
-Sí, lo es. Pero yo no lo supe hasta hace unas semanas –Myriam levantó la cara para mirarlo. –Yo no me llamo Myriam Montemayor. Mi nombre es Mairym y soy adoptada. Mariam es mi hermana biológica.
¿Adoptada? Víctor se quedó estupefacto.
-Los padres que te criaron y te quisieron te han hecho quien eres, cielo. Tú eres Myriam, siempre serás Myriam para mí. ¿Cuándo te enteraste?
-Una semana antes de marcharme estaba ordenando las cosas de mi madre para que mi padre no tuviera que hacerlo y encontré un documento oficial en una caja… yo siempre había creído que nací muchos años después de que mis padres se casaran y ellos me dejaron creer que así era. Durante toda mi vida mantuvieron en secreto las circunstancias de mi nacimiento.
-Imagino que debió ser terrible para ti descubrir algo así.
-Al principio no me lo podía creer.
Víctor sólo podía imaginar la angustia y el dolor que debió sentir al descubrirlo.
-Y no se lo dijiste a tu padre.
-No, él estaba lidiando con la muerte de mi madre… no se lo he contado a nadie, ni siquiera a Cindy.
¿Por qué tanto secreto?
-No entiendo que no lo descubrieras antes. ¿Nunca has tenido que pedir una partida de bautismo para nada?
-Todas esas cosas las hacía mi padre. Es un hombre muy anticuado…
Víctor asistió con la cabeza. Siempre lo habían hecho todo por ella y, al hacerlo, habían cometido un gran error.
El recuerdo de Caitlyn y lo que había intentado hacer tenía un siniestro paralelismo con la situación de Myriam. ¿Habrían pagado sus padres una fortuna por la adopción de aquella niña?
-¿Cómo te enteraste de lo de tu hermana?
-Estuve investigando en Internet. Ella había puesto un anuncio en una agencia de adopciones porque quería encontrarme.
-Y ahora mismo te está esperando abajo, nerviosa y sorprendida.
Myriam sacudió la cabeza, con los ojos llenos de lágrimas.
-No, no puedo bajar ahora…
-Mírame, Myri –Víctor apretó su mano. –Claro que puedes. Te has llevado una sorpresa, eso es todo. Ella está esperando abajo y seguramente tan nerviosa como tú. Tarde o temprano tendrás que verla –añadió, intentando animarla. –Ella no se va a marchar y es algo que sólo tú puedes solucionar. Confía en mí.
Cuando miró sus ojos empañados se le encogió el corazón. Se estaba enamorando de ella, pensó.
Myriam se incorporó un poco para apoyarse en su pecho, su salvavidas en medio de la tormenta, su ancla en un desierto de arenas movedizas. Contándole su historia, que no había contado a nadie, sentía una nueva confianza, una nueva dimensión en su relación con él.
-Sí, tienes razón. Y creo que estoy preparada para hablar con mi hermana –dijo por fin. Sabiendo que Víctor estaría ahí para apoyarla.
Media hora después estaba sentada en otra habitación del hotel, esperando. Pero se levantó de un salto cuando se abrió la puerta y Mariam entró, cerrando tras ella. Se miraron la una a la otra y Myriam se llevó una mano al pecho.
-Mariam.
-Mary –sonrió la joven, dando un paso adelante. –Todo el mundo me llama Mary.
-Siento mucho lo de antes.
-No pasa nada. Para mí también ha sido una sorpresa enorme.
-Yo soy Mairym –el nombre le sonaba raro, pero alargó una mano para tocar la cara de su hermana. –Mi nombre es Myriam ahora y he venido a buscarte.
A buscar a su verdadera familia.
Mary dio otro paso adelante y cuando se fundieron en un abrazo, Myriam experimentó un millar de emociones, pero ninguna más abrumadora que el cariño y el alivio.
-¿Sabes una cosa? Cuando era muy buena, nuestra madre me dejaba darte el biberón.
-Nuestra madre –repitió Myriam. Esa palabra le rompía el corazón, debatiéndose entre la persona que la había criado y quien la había traído al mundo.- Tú la conociste.
-Sí, pero ya ha muerto. Nos quería mucho… no nos hubiera dado en adopción de no haber tenido más remedio –respondió Mary. –Y yo era demasiado joven como para hacer nada cuando te apartaron de mi lado.
-¿Tienes un pañuelo?
-Nunca se tienen cuando hace más falta, ¿verdad? –Mary sonrió, entre lágrimas. –Menos mal que yo he venido preparada –dijo luego, sacando un pañuelo de papel. –Esta noche tienes que venir a mi casa. Tenemos un millón de cosas que contarnos.
-Ah, pero Víctor…
-Víctor también está invitado, por supuesto.


-Una cena fantástica –sonrió Víctor mientras tomaban una copa en el amplio salón de la casa de Mary y Zack. La madre adoptiva de Mary, Aurora, que era deliciosamente excéntrica, se había retirado a su habitación poco antes.
-Me alegro de que os haya gustado. A los dos nos encanta cocinar.
La pareja compartió una sonrisa de complicidad.
-Buenos, contadme cómo fue vuestra boda –dijo Myri.
-Muy sencilla –respondió Mary. –Un bonito vestido y un almuerzo en la playa con Aurora y la familia de Zack. Nos daba igual cómo nos casáramos mientras estuviéramos juntos.
-¿Cuánto tiempo tardaste en saber que Zack era el hombre de tu vida?
-¿Tú crees en el amor a primera vista? –rió Mary. –Pues fue algo así. Aunque luego tardé algún tiempo en convencerlo.
Víctor veía charlar a las dos hermanas preguntándose cómo las experiencias de la vida creaban la personalidad de alguien. Eran parecidas, pero muy diferentes. Mary había crecido en casa de acogida, Myriam había disfrutado de una familia adinerada.
Mary era un revoltijo de azules y pies descalzos, Myriam la elegancia personificada. Mientras el pelo de Mary era rizado y natural, el peinado de Myriam siempre era perfecto.
A él siempre le habían gustado las chicas alegres y despreocupadas, todo lo contario que Myriam Montemayor. Y, sin embargo, nunca había sentido por nadie lo que sentía por ella.


Víctor consiguió que uno de sus deseos se hiciera realidad esa noche; la luz de la luna iluminando el cuerpo de Myriam sobre su cama, su fría luz pintándola de plata, dándole ese brillo etéreo que tan bien le iba a su personalidad.
Había otra Myriam que encendía su sangre como ninguna otra mujer. Pero no aquella noche. Aquella noche quería ser tierno, dulce, comprensivo. Ella no necesitaba palabras y él tampoco. Sonriendo, levantó uno de sus brazos y empezó a besarlo despacio, del hombro a la muñeca…
Sus ojos se oscurecían de deseo mientras la exploraba y Víctor se tomó su tiempo haciéndole el amor con las manos, con la boca, prestándole atención a sus pechos y viendo cómo se arqueaban hacía él.
Cada parte de su cuerpo tenía su propio sabor, su propia textura, cada curva una fragancia diferente.
Cuerpo, mente y espíritu.
Víctor puso los labios sobre el tatuaje mientras acariciaba sus muslos, sus pantorrillas, sus preciosos pies. Y cuando no pudo esperar más se deslizó dentro de ella con un suspiro que pareció envolverlos a los dos.
La entendía. Entendía su dolor, pero también su fuerza, sus debilidades. Myriam no se parecía a ninguna otra mujer que hubiera conocido nunca.



La semana siguiente fue un remolino de descubrimientos para Myriam. Estaba descubriendo una vida que no recordaba, pero que veía a través de los ojos de su hermana. Y, por las noches, lo compartía con Víctor.
Lo amaba. Lo había amado siempre y saber eso era un tesoro que guardaba en su corazón.
Víctor no volvió a mencionar el regreso a Melbourne o qué sería de su relación cuando volvieran a casa, pero Myriam no dejada de hacerse preguntas que le impedían conciliar el sueño. A veces, cuando despertaba también él estaba despierto y le habría gustado preguntarle ¿por qué? pero no le salían las palabras.
De modo que se volvían el uno hacia el otro y hacían el amor.
Pero algo más la había mantenido despierta durante las últimas noches: debería haberle llegado el periodo porque ella nunca tenía retrasos. Su ciclo era muy regular…
Pero seguramente no tenía importancia. Debía ser por los recientes acontecimientos, pensaba.
Víctor no veía un futuro y una familia con ella y Myriam mantuvo escondida esa pena. No quería anhelar lo que no podía tener y sabía que él nunca hacía promesas que no pudiera cumplir.


***



-Cuando volvamos creo que deberíamos salir juntos durante un tiempo –le dijo Víctor durante el desayuno.
Había solucionado todo lo que tenía que solucionar en Brisbane y pensaba volver a casa en un par de días. En avión, porque el coche de Myriam había sido enviado a Melbourne en tren.
Pero al fin decidía sacar el tema del que no habían hablado abiertamente.
-¿Quieres decir que saldremos a cenar y luego me dejarás en la puerta de mi casa?
Víctor alargó una mano para apretar la suya al otro lado de la mesa.
-Muchas cosas pueden pasar frente a una puerta, Myri, Será divertido, así podremos ver cómo nos va en el mundo real. Y sorprender a Cindy. Pero sobre todo a tu padre –luego hizo una pausa. –No se lo has contado, ¿verdad?
-No –contestó Myriam. -¿Por qué te interesa tanto lo que piense mi padre?
-Porque él pensaba que iba a cuidar de ti, no que me acostaría contigo.
-Eso es cosa mía.
-Estás disgustada por la situación, pero es normal. Myri, es algo temporal… se te pasará.
Ella asistió con la cabeza, no muy convencida. Además, estaba nerviosa y, por primera vez, deseaba que Víctor se fuera. Una pena que hubiera elegido precisamente ese momento para establecer una relación.
-Estás nerviosa esta mañana, princesa. –Víctor arrugó el ceño. -¿Es que no quiero que salgamos juntos?
-Sí, claro que sí – murmuró ella.
¿Pero y sí las circunstancias cambiasen?
-¿Entonces qué te pasa?
-Nada –Myriam se preguntó si aquella sería la última vez que se besaban y, sin pensar, se agarró a su cuello como si no quisiera soltarlo nunca.
Víctor arrugó el ceño de nuevo, sus ojos oscureciéndose mientras se echaba atrás.
-¿Seguro que no te pasa nada?
-Seguro –sonrió ella, señalando la puerta. –Venga, márchate de una vez.


Myriam estaba sentada frente a la mesa del salón, mirando la cajita de había comprado en la farmacia. No podía estar embarazada, era imposible.
<<Vamos, hazlo>>, le decía una vocecita.
<<Demuéstralo>>.
Cinco minutos después tenía la prueba.
Myriam miró la barrita con el punto rosa. El mundo que conocía acababa de desaparecer para siempre. Y ella pensando que su vida se había complicado unas semanas antes…


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Mensaje  jai33sire Sáb Abr 21, 2012 10:38 pm

Oraleee que buen capitulo...siguele por faaaa

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Mensaje  mariateressina Mar Abr 24, 2012 12:58 pm

BUEN DIA AKI LES DEJO EL CAPITULO DE HOY YA EL ANTEPENULTIMO JAJA YA ESTAMOS CERCA DEL FINAL DE ESTA NOVELITA JAJA

Capitulo 15

Como por arte de magia, saber que estaba embarazada despertó de inmediato una ola de náuseas. Myriam se dejó caer sobre el borde de la bañera, llevándose una toalla mojada a la cara. Se había enamorado de un hombre que no quería tener hijos y estaba embarazada…
Sin pensar, se llevó una mano al abdomen. Recordaba sus palabras: <<la vida familiar no es para mí>>. Y el dolor que había visto en sus ojos. Si le contase por qué decía eso, tal vez…
Un golpecito en la puerta la sacó de aquel lugar oscuro y solitario en el que se encontraba de repente.
-¿Lista? –sonrió Mary cuando Myriam la dejó entrar.
-Sí, sólo… voy a peinarme un poco.
Nerviosa, ni se molestó en mirarse al espejo. Pero no podía irse de compras con Mary porque tenía mucho en qué pensar, de modo que debía buscar una excusa…
Pero cuando volvió al salón su hermana tenía en la mano la cajita del Predictor.
-¿Buenas noticias?
Myriam se dejó caer sobre una silla.
-Estoy embarazada.
-¿Pero es una buena noticia?
-Víctor no quiere tener hijos?
-Cariño, seguro que sí… con la mujer adecuada –dijo Mary, apretando su mano. –Y tú eres esa mujer… lo sé por cómo te mira.
-No, no es verdad –suspiró Myriam. –Pero yo quiero a ese niño. Nada ni nadie cambiará eso.
-Tienes que decírselo a Víctor.
-Sí, lo sé, pero no puedo contárselo ahora… está trabajando. Tendré que esperar hasta esta noche.
Mary volvió a apretar su mano.
-Así tendrás tiempo para…
El móvil de Myriam empezó a sonar en ese momento, interrumpiendo la conversación. Una voz desconocida le dijo que su padre estaba ingresado en la UCI de un hospital de Melbourne aquejado de un dolor muy fuerte. Aún no sabían la causa, pero la mantendrían informada.
-Mi padre está en el hospital –murmuró, recordando la última imagen de su padre en el porche. No le había dicho que lo quería cuando se despidieron pero, pasara lo que pasara, él era el hombre que la quería de manera incondicional. Y jamás se lo perdonaría a sí misma si…
-Tengo que irme a casa. Voy a llamar a Víctor, pero tengo que reservar un vuelo… -empezó a decir, nerviosa.
-Tú llama a Víctor y haz la maleta, yo me encargo de todo lo demás –la interrumpió Mary, intentando tranquilizarla.
No pudo hablar directamente con Víctor, pero le dejó un mensaje en el contestador y la propia Mary la llevó al aeropuerto unos minutos después.
-Lamento mucho que esto termine tan bruscamente. Ahora que empezábamos a conocernos –suspiró Myriam, con los ojos llenos de lágrimas.
-No será mucho tiempo. Por ahora, cuida de tu padre y de tu niño. Yo iré a Melbourne en un par de semanas para volver a verte.


Unas horas después, Myriam tomaba un taxi desde el aeropuerto de Tullamarine para ir directamente al hospital. Afortunadamente, su padre estaba ya fuera de peligro.
Gracias a Dios.
De hecho, cuando llegó a la habitación su padre estaba tan alegre como para bromear con las enfermeras. Su rostro se iluminó como la avenida Cavill al verla y Myriam corrió a la cama para abrazarlo.
-Papá…
-Hola, conejito.
-Te quiero, papá –qué alegría le daba poder decirlo otra vez. -¿Pero una indigestión?
-Sí, hija –sonrió Antonio Montemayor. –Ya me conoces, Myri, no sé ni cocer un huevo. Ahora estoy bien, sólo un poco cansado.
-Trabajas demasiado. Es hora de retirarte y disfrutar de la vida.
-La verdad es que lo estoy pensando –dijo su padre. –De hecho, cuando salga de aquí mañana creo que voy a pasar una semana en ese spa tan lujoso que han abierto cerca de casa.
-Me parece una buena idea. Papá…
-Myriam, cariño.
Pero los dos habían hablado al mismo tiempo.
-Tú primero.
-Sé que has encontrado el documento de adopción…
Ella asistió con la cabeza.
-Sí, estaba recogiendo las cosas de mamá…
-Lo sé, hija –de repente, su padre parecía muy cansado. –No sabes cuánto lamento que tuvieras que enterarte de ese modo. Deberíamos habértelo contado hace años.
-¿Por qué no lo hicisteis?
-Porque pensamos que podríamos perderte y cuanto más tiempo pasaba más difícil era hablarte de ello –Antonio Montemayor sacudió la cabeza. –Y ya sabes cómo era tu madre, tú eras toda su vida, todo su mundo.
Myriam recordaba las veces en que había tenido que volver de un campamento o de un viaje porque de repente su madre se había puesto enferma y cómo se recuperaba milagrosamente en cuanto ella estaba de nuevo en casa. Su madre la había querido mucho, tal vez demasiado.
-No me hubierais perdido, papá. Yo te quiero muchísimo. Pero tengo otra familia de la que no sabía nada… una hermana.
-Me gustaría conocerla algún día.
-Y lo harás. Se llama Mary y tiene pensado venir a Melbourne dentro de un par de semanas. No pasa nada, papá –sonrió Myriam. –Todo va a salir bien.
Pero cuando llamó a Víctor más tarde desde su casa para contarle que todo iba bien, se preguntó si sería cierto. Dos días más tarde, Víctor volvería a casa como habían planeado, de modo que tenía dos días para pensar cómo iba a darle la noticia.

-Yo también tengo que darte una noticia –anunció Cindy, llenando dos copas de champán, Myriam le había contado lo de la adopción y estaban sentadas en el sofá del salón, compartiendo un helado y escuchando a Robbie Williams. –Por fin he conseguido el ascenso que tanto deseaba.
-Ah, eso hay que celebrarlo. Enhorabuena.
-Y la celebración es doble porque he decidido alquilar un apartamento para estar más cerca de la oficina, así que me voy a independizar. Una buena razón para tomar champán, ¿no te parece?
-La verdad es que no me apetece mucho –dijo Myriam, intentando encontrar una excusa para no beber alcohol. –Tuve una mala experiencia en Surfers.
-¿Ah, sí?
-Pero no pasa nada, prefiero seguir con el helado.
-Bueno, cuéntame, ¿te has llevado bien con Víctor?
Myriam tuvo que hacer un esfuerzo para respirar.
-Sí, muy bien –murmuró. –Pero hablando de Víctor, ¿tú sabes lo que tiene en contra de la familia y los niños?
-Caitlyn –suspiró su amiga. –La bruja más bruja que haya pisado la tierra.
-¿Qué pasó?
Cindy dejó escapar un suspiro.
-Víctor conoció a Caitlyn hace nueve años, a los veintitrés y se enamoró como un loco. Según él, iban a casarse. Entonces estaba intentando levantar su empresa, pero Caitlyn se quedó embarazada y fue entonces cuando descubrió que lo había utilizado… como donante de esperma.
Myriam abrió mucho los ojo, atónica.
-Dios mío.
-Pensaba vender el niño a una pareja acomodada que no podía tener hijos.
Una pareja acomodada, como sus propios padres.
-Pero eso no tiene sentido. Si había planeado quedarse embarazada para vender al niño, ¿por qué se lo dijo a Víctor?
-No, no le contó lo del niño, ése era un secreto que tenía bien guardado. Pero Víctor descubrió la sórdida historia y se quedó desolado. Le ofreció la mitad de su negocio a cambio del niño, pero Caitlyn se negó porque, según ella, nunca ganaría el dinero que iba a darle esa pareja. La ironía es que durante estos años mi hermano ha ganado diez veces esa cantidad –suspiró Cindy. –Cuando Víctor amenazó con llevarla a los tribunales por la custodia del niño Caitlyn decidió abortar, se marchó de Melbourne y ahora seguramente estará destrozando la vida de otro. Afortunadamente, no hemos vuelto a verla.
-Es horrible –Myriam se tapó la cara con las manos.
-Y por eso mi hermano tiene problemas en sus relaciones con las mujeres –terminó Cindy. –Yo soy la única persona que siempre ha estado con él. Pero ya está bien de Víctor. Dentro de una hora he quedado con las chicas del trabajo para salir a tomar una copa. ¿Quieres venir con nosotras?
-No, esta noche no, estoy cansada después del viaje y del hospital…
-Ah, claro, es verdad.
El ruido de la puerta sorprendió a Myriam. Como tenían la música alto no había oído… y no estaba preparada para encontrarse con Víctor.
Ni para el pellizco que sentía en el estómago cada vez que lo veía.
Con un traje gris y una corbata marrón, estaba como para desmayarse. Pero cuando sus ojos se encontraron experimentó una docena de emociones. Incluso a unos pasos de ella podía oler su colonia y le quemaban los dedos con el deseo de tocarlo.
-Hola –sonrió Cindy, levantándose del sofá. –No te esperábamos hasta mañana.
-He conseguido terminar antes con las reuniones –Víctor no lo dijo en voz alta, pero Myriam entendió: <<para verte, Myri>>.
Sin embargo, estaba nerviosa; el intercambio de miradas y el nuevo escenario la tenía desconcertada.
-Hola, Víctor.
-Hola, Myriam. ¿Cómo está tu padre?
-Bien, se va a poner bien.
-Me alegro mucho.
Había pensado ir a verla en cuanto hubiese dejado la maleta en casa. Por eso no la había llamado por teléfono, para darle una sorpresa.
-Hemos estado de compras –dijo Cindy. –Pero iba a llevar a Myriam a casa ahora mismo.
Perfecto.
-No hace falta, la llevaré yo.
¿Cuántas horas de sueño había perdido la noche anterior pensando en ella?
Pensando en lo que sentía estando con ella.
-Hemos recorrido juntos mil setecientos kilómetros, Myri. Imagino que nos podemos aguantar cinco kilómetros más sin ningún problema.
-Sí, por supuesto –Myriam se aclaró la garganta.
-Bueno, así me da tiempo de arreglarme –dijo Cindy. –y, por cierto, esta noche no dormiré aquí. Voy a quedarme en casa de Lisa.
-Muy bien –murmuró Víctor. –Llámame si cambias de planes.
Myriam estaba en la puerta esperando cuando salió con las llaves del coche en la mano. Su perfume, ese aroma que ya le resultaba tan familiar, hizo que tuviera que controlarse para no besarla allí mismo.
Pero en cuanto estuvieron en el coche la abrazó.
-Myri…
-Has vuelto antes de lo que yo pensaba.
-¿Te estás quejando? –sonrió Víctor, buscando sus labios.
Luego se apartó para mirarla a los ojos y en ellos vio la misma fragilidad que había visto esa mañana en Surfers.
-No, no…
-Bueno, vámonos.
Myriam tragó saliva, buscando un tema de conversación que le devolviese la tranquilidad.
-Por favor, dime porque conduces este cacharro cuando podrías tener cualquier coche.
-Porque éste es el que quiero.
-Sólo tiene dos asientos.
-Me viene genial para ir a trabajar. Pero no te preocupes, también tengo el Audi de mi padre.
Ella asistió con la cabeza, pensativa.
-Pero esto de salir juntos así es… ridículo. ¿No somos demasiado mayores para eso?
-Podría ser divertido.
Unos minutos después Víctor detenía el coche en una calle lateral, flanqueada por árboles.
-Cindy no va a dormir en casa. ¿Por qué no volvemos allí?
-En mi casa tampoco hay nadie.
-Ah, pero en la mía hay una chimenea de verdad, de las antiguas, y sigo teniendo esa fantasía de verte a la luz de las llamas –sonrió Víctor.
-Pero no tengo… -empezó a protestar Myriam.
-¿Camisón?
<<Te prometo que no vas a necesitar uno>>, le decían sus ojos.


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Mensaje  jai33sire Mar Abr 24, 2012 9:29 pm

Muchas gracias por el capitulo

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Mensaje  Dianitha Vie Abr 27, 2012 4:35 pm

mil gracias por el cap niña Like a Star @ heaven Like a Star @ heaven
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Mensaje  mariateressina Vie Abr 27, 2012 5:42 pm

bueno chicas aki les dejo el penúltimo capitulo y el lunes el final final jajaj graxias x sus comentarios


Capitulo 16

Myriam se frotó los brazos mientras Víctor encendía la chimenea. Pero no hacía frío en la habitación, era un frío que sentía por dentro.
Una vez más con Víctor. Una vez más entre sus brazos antes de decirle adiós.
-¿Y si Cindy volviera a casa?
-No volverá, tranquila. Tenemos toda la noche –sonrió él, poniendo un CD de música romántica en el estéreo. –Ven aquí, Myri. Eres preciosa a la luz de la chimenea… como yo imaginaba.
Myriam desabrochó los botones de su camisa y, sin poder evitarlo, se inclinó delante para poner los labios sobre una piel que ya conocía bien. Una piel que amaba.
No necesitaba palabras porque se movían al unísono. Como mirándose en un espejo, los dos se quitaron la ropa y Víctor sacó un preservativo del bolsillo del pantalón.
Si él supiera, pensó Myriam.
-Myri…
Ella admiró cada centímetro de su masculina belleza, el cuerpo atlético de un hombre excitado. Desnudo, sin secretos.
Cuando se tumbaron juntos sobre la alfombra sus ojos se volvieron de color chocolate.
-Víctor… ahora… -susurró Myriam. –No me hagas esperar.
-Me encanta cuando Myriam Montemayor pierde el control –dijo él, con un brillo travieso en los ojos. –Me encanta saber que yo te hago perder el control.
Después de ponerse el preservativo se colocó sobre ella y Myriam suspiró al notar la punta de su erección entre sus piernas. Y de nuevo se enterraba en ella como un cuchillo caliente en el bloque de mantequilla. Los dos dejaron escapar un gemido de placer al unirse y Myriam levantó las caderas para recibirlo más profundamente.
-¿Dónde… has aprendido a hacer eso? –logró decir Víctor, sin aliento.
-¿Quién está perdiendo el control ahora? –rió ella, empujando de nuevo, sabiendo que sería la última vez.
Víctor se apartó lenta deliberadamente, deslizando su miembro por ese punto tan sensible antes de volver a entrar de nuevo, apoyando un brazo en el suelo para no pesarle demasiado.
Estaba ardiendo, pero había un brillo burlón en sus ojos mientras Myriam levantaba las caderas para estar más cerca.
-No es justo –murmuró
-Todo es justo, princesa –sonrió él, empujando de nuevo.
Myriam dejó que fuera despacio. Soportó la deliciosa tortura y le dijo que lo quería con los ojos.
Pero al día siguiente todo habría terminado


La primera luz del día empezaba a iluminar la habitación y cuando Víctor miró hacia el otro lado de la cama su corazón dio un vuelco porque Myriam no estaba allí…
Pero al oír el ruido de la ducha dejó escapar un suspiro de alivio.
Ninguna mujer había dormido en esa habitación hasta aquel momento. Él siempre dormía solo. Lo había hecho durante los últimos ocho años.
Pero Myriam era diferente.
Ella le hacía recordar cosas que había querido apartar de su mente y su corazón, cosas que ya no quería sentir otra vez después de Caitlyn.
Demasiado tarde.
Porque estaba enamorado de Myriam.
Le encantaba su ingenuidad y lo exuberante que se había mostrado al descubrir el sexo, como si todo un mundo nuevo se hubiese abierto ante ella. Su lealtad hacia sus padres, incluso en detrimento de su propia felicidad, a Cindy, a Mary. A él.
Pero ese sentimiento despertaba también inseguridad y miedos. Caitlyn había arruinado su percepción de lo que debería ser un matrimonio y una familia y Myriam no merecía eso porque sabía de corazón que ella nunca lo engañaría.
¿Podría arriesgarse otra vez?, se preguntó. Había dado un gran paso la semana anterior y esperaba le gustase. Una sorpresa que quería guardar durante un par de semanas más.
Y tenía un par de ideas para el juego de seducción al que iban a jugar antes.


Myriam estaba mirándose al espejo. Apenas había dormido, contando las horas, los minutos, que le quedaban con Víctor. Se había levantado temprano y había llamado a un taxi, que estaba esperando en la puerta en ese momento.
Mirándose al espejo por última vez, respiró profundamente y se dirigió a la habitación.
-Hola –sonrió Víctor. -¿Ya estás vestida?
Myriam se inclinó para darle un último beso.
-¿Puedes venir un momento al salón? Tengo algo que decirte y prefiero decírtelo allí.
Él la miró, sorprendido.
-¿Por qué tengo la impresión de que no es algo que yo quería escuchar?
En lugar de contestar Myriam se dirigió al salón y se quedó de pie frente a la chimenea… donde ya sólo quedaban cenizas.
Qué apropiado, pensó.
Víctor apareció un segundo después, llevando sólo un pantalón de chándal. Ojalá se hubiera puesto algo más de ropa, así no tendría que ver ese torso bronceado, pensó.
-Bueno, ¿Qué tienes que decirme?
Myriam respiró profundamente, haciendo un esfuerzo para mirarlo a los ojos.
-Estoy embarazada. Voy a tener un hijo tuyo.
Silencio.
Lo observó, esperando una señal, algo, pero era como si se hubiera convertido en piedra… salvo su nuez, que se movía arriba y abajo convulsivamente.
-¿Desde cuándo lo sabes? –le preguntó por fin.
-Desde hace un par de días.
-¿Cómo ha podido ocurrir? ¿No habías empezado a tomar la píldora?
-Ocurrió antes de que empezara a tomarla. Puedes creerlo o no –Myriam vio un brillo de recelo en sus ojos. –Haz lo que quiera.
-¿A quién más se lo has contado?
-A nadie. Pero no tienes que preocuparte, puedo encargarme yo sola del niño. Lo siento, pero…
-¿Por qué te disculpas? Los dos solos responsables.
Sí, desde luego. Y tendrás un eterno recordatorio del tiempo que vivieron en Surfers Paradise.
-Sé que esto es lo último que quieres.
-¿Es lo último que tú quieres?
-No, yo quiero este niño –contestó Myriam, llevándose una mano al abdomen. –Lo quiero ya y nadie me lo va a quitar.
Víctor bajó la mirada hasta esa mano protectora, contando cada latido de su corazón. Querría alargar la suya para tocarla, tocar el sitio donde estaba su hijo, pero no podía moverse.
-Embarazada –murmuró. –Dios mío.
-¿Quién está embarazada?
Cindy entraba en el salón en ese momento comiéndose una manzana y se quedo sorprendida al verlos.
-Yo –contestó Myriam.
-Oh, Myri… -su amiga se acercó para abrazarla. -¿Por qué no me lo contaste anoche? Yo podría… ¿Quién es el padre? –entonces se fijó en la ropa tirada en el suelo. -¿Se puede saber qué esta pasando aquí?
-Myri y yo… -empezó a decir Víctor.
-¿Tú? –exclamó Cindy. -¿Cómo has podido hacer algo así? ¡Mi mejor amiga!
-No es asunto tuyo. Los dos somos adultos, no necesitamos tu aprobación.
Cindy se volvió hacia Myriam, enfadada.
-¿Tú estás bien?
-Sí, sí, estoy bien –murmuró ella. –Pero no puedo hablar ahora mismo. Te llamaré después… tengo un taxi esperando.
Lo único que quería era irse a casa y no pensar en Víctor. Él no la quería. No quería a ese niño.
Pero sólo había dado un paso hacia la puerta cuando Víctor la detuvo.
-Espera –dijo, tomándola del brazo. –Tenemos que hablar.
-Sí, pero no ahora. Sé que Caitlyn te hizo esto… -empezó a decir Myriam. –Sé que es por su culpa por lo que no crees en las relaciones de pareja.
Cuando mencionó el nombre de Caitlyn fue como si lo hubiera golpeado. Víctor apretó los dientes, un músculo marcándose en su mandíbula.
Myriam sólo había visto esa expresión una vez, mientras estaban tirados en la carretera, cuando le preguntó si quería tener hijos.
-¿Por qué dejas que esa mujer siga envenenando tu vida?



A solas en su oficina, Víctor no dejaba de darle vuelta a la cabeza. Ni siquiera los preciosos colores del río Yarra o el reflejo del sol sobre la torre Eureka lo que no hacía de ella. ¿No se lo había dicho él mismo a Myriam?
Iban a tener un hijo, pensó entonces, con el corazón acelerado. Iban a ser padres. La vida le había dado otra oportunidad.
Sin dudar un segundo más, Víctor tomó el móvil.
-¿Dígame?
La voz de Myriam sonaba como música en sus oídos. Víctor se dejó caer sobre el sillón y cerró los ojos para imaginarla en la cama, con la cabeza apoyada sobre su pecho…
-Myri…
-Hola, Víctor –dijo ella, con tono frío, impasible.
Él esperó, con el pulso latiendo en sus oídos.
-Tenemos que hablar. Voy a ir a verte.
-No estoy en casa.
-¿Dónde estás?
-Sola, en un sitio seguro.
¿Y tenía que darse por satisfecho con eso?
-No puedes huir de tus problemas, tienes que quedarte para solucionarlos y eso significa que tenemos que hablar…
-Como tú mismo has dicho, es mi problema. Yo lo arreglaré.
-No quería decir eso y tú lo sabes –Víctor hizo una pausa mientras contaba los latidos de su corazón.
-Sé que no, pero ahora no quiero hablar.
Myriam colgó antes de que él pudiera decir… ¿qué iba a decirle?, se preguntó, sacudiendo la cabeza. Antes de que pudiera poner el dolido corazón a sus pies y decirle lo que sentía de verdad.
Tirando el teléfono sobre el escritorio, miró al techo, enfadado. Había esperado muchos años para encontrar el amor. Un amor de verdad, sincero, profundo.
Myriam.
No podía perderla. Y no la perdería.
Diez minutos después volvía a tomar el teléfono para hacer una de las llamadas más importantes de su vida.


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Mensaje  jai33sire Vie Abr 27, 2012 7:21 pm

gracias por el capitulo me gusto mucho y esperamos el final.

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Mensaje  mariateressina Lun Abr 30, 2012 8:49 am

BUENOS DIAS Y ¡FELIZ DIA DEL NIÑO! CHICAS AKI LES DEJO COMO REGALO EL FINAL DE LA NOVELITA ESPERO Q HAYA SIDO DE SU AGRADO Y GAXIAS X LEEME Y BUENO PUES HASTA LA PROXIMA CIAOOO BESOS

Capitulo 17

Mientras su padre se recuperaba, Myriam había aprovechado la oportunidad para alojarse en Dreamscape, la casa familiar cerca de Dromana, donde podía visitarlo a diario y disfrutar de la soledad y la paz del jardín rodeado de eucaliptos.
Aquella mañana estaba leyendo algo sobre el embarazo en Internet, pero se detuvo un momento para estirarse. No podía dejar de pensar en Víctor. Sabía que él nunca rechazaría al niño, pero no quería que su apoyo consistiera en una pensión alimenticia, quería su apoyo personal. Quería verlo abrazando a su hijo y que la mirase a ella con amor en los ojos.
¿Era un sueño imposible?
No había sabido nada de él en dos días.
Aquel niño podría curar las heridas de Víctor si estuviera dispuesto a abrirle su corazón, pero no sabía qué hacer para que se lo abriera.
Myriam se llevó una mano al abdomen. Protegería a ese niño con todas sus fuerzas, pensó. Nada sería más precioso para ella.
Pensó entonces en su madre, en sus dos madres, y entendió mejor que nunca cómo la habían querido.
El teléfono sonó en ese momento.
-Myri…
-Víctor –su ritmo cardíaco se incremento. -¿Cómo has podido localizarme?
-He ido a ver a tu padre esta mañana y él me lo ha dicho. Estoy en la puerta.
¿Estaba allí? Myriam miró el viejo jersey que llevaba puesto. No se había molestado en arreglarse el pelo y no tenía maquillaje para esconder sus ojeras.
-Déjame entrar, Myri.
¿Quería decir que la dejase entrar en casa o en su vida? No lo sabía, pero sospechaba que era esto último.
-Muy bien –suspiró, resignada, antes de colgar el teléfono.
Cuando abrió la puerta y se encontró frente a unos familiares ojos castaños recordó otra veces que se había mirado en ellos. Riendo, apasionada, enamorada.
Víctor tuvo que tragar saliva. Nunca había visto a Myriam de esa manera, sin arreglar, con un viejo jersey y un pantalón de chándal negro, el pelo sujeto con una cinta.
Parecías menos remota, más real y absolutamente adorable.
Nervioso, movió los hombros bajo la chaqueta de ante marrón. Llevaba su discurso preparado pero en aquel momento no sabía qué decir.
-Entra –murmuró Myriam.
Pero, en lugar de hacerlo, Víctor tiró de su mano y depositó un beso en sus labios.
-Te he echado de menos.
-Sólo han pasado 2 días.
-Sí, lo sé, pero… tú querías saber sobre Caitlyn.
-Cindy me lo contó todo, no tienes porque…
-Sí tengo que contártelo yo –la interrumpió Víctor. –Pensé que podría cerrar mi corazón, que podría no arriesgarme otra vez, pero tú… tú estabas ahí, al fondo, recordándome que había algo más en la vida y que si me arriesgaba tal vez tendría la suerte de conseguir un premio. Hubo un momento, cuando cumpliste 21 años… Ya estaba loco por ti, pero tuve que ser grosero contigo para protegerme.
Myriam sonrió.
-¿En serio?
-No quería que me rechazaras otra vez, pero eras como una droga. Soñaba contigo cada vez que aparecías en mi casa… -Víctor sacudió la cabeza. –En la vida no hay garantías, pero yo estoy dispuesto a arriesgarme, Myri. Y quiero que tú te arriesgues conmigo. Por nosotros y por nuestro hijo.
Los ojos de Myriam se empañaron.
-Pero…
-Tendremos que vivir juntos porque pienso ser parte de la vida de mi hijo.
<<Vivir juntos>>. Esas palabras fueron como un jarro de agua fría. Ella conocía a mucha gente que mantenía una relación como pareja de hecho con otras personas, pero no era lo que quería para su hijo. Pensó entonces en la infancia de Mary, que podría haber sido la suya. Un niño merecía lo mejor de sus padres y eso significaba comprometerse.
Vivir juntos sin casarse, sin arriesgarse… era como evitar el compromiso y se le rompió el corazón. ¿Eso era lo que quería Víctor?
-No, lo siento… lo de vivir juntos como pareja de hecho no es lo que yo quiero.
Él asintió, como si hubiera esperado el rechazo y sacó el móvil del bolsillo e la chaqueta.
-Ya me lo imaginada. Ven conmigo –tomando su mano, Víctor la llevó al jardín.
-¿Qué hacemos aquí?
Myriam no veía nada ni oía más que el sonido del viento que llegaba de la bahía de Port Phillip… y el ruido de un helicóptero.
Un helicóptero que se acercaba.
Tanto como para que el torbellino que desencadeno el movimiento de las aspas enredase su pelo, lanzándolo sobre su cara. Myriam hizo pantalla con sus manos para mirar hacia arriba y vio que se abría la portezuela y algo caía del cielo… eran pétalos de rosa.
Y luego algo más pesado… patucos de niño, miles de ellos.
Poco después el helicóptero desapareció, devolviendo la tranquilidad a la escena.
Pero no había nada tranquilo en los latidos de su corazón mientras Frank tomaba su mano y la llevaba hasta la alfombra de pétalos de rosa. Myriam quería reír, quería llorar. No entendía nada.
-¿Qué significa esto?
Él la soltó para tomar del suelo un par de patucos de color rosa.
-¿Una niña? –sonrió, inclinándose para tomar unos de color azul. -¿O un niño? O tal vez gemelos.
El corazón de Myriam hacía una loca danza dentro de su pecho.
-Viviremos aquí –siguió Víctor. –No está lejos de la ciudad y a unos minutos de la playa. Es genial para un niño y…
-Es la casa de mis padres. Sólo he venido para estar sola unos días.
-Pero nos vamos a quedar juntos –dijo él, sacando un documento del bolsillo. Toma es para ti.
-¿Qué es eso? –murmuro Myriam tomando el papel con manos temblorosas.
-Es la escritura de Dreamscape. Se la compré a tu padre la semana pasada. Sólo faltan tu firma y la mía.
-¿Mi firma? –Myriam tenía la boca seca y su corazón era una bola de hierro que perecía intentar salirse de su pecho.
-Está a nombre de los dos, naturalmente. Es nuestra casa, Myri.
-Pero no lo hemos hablado. No hemos hablado de nuestros planes para criar al niño juntos…
-Yo no sabía lo del niño cuando le hice a tu padre la oferta por la casa. La compré porque quiero casarme contigo. Porque te quiero.
Myriam no podía dejar de mirarlo, intentando grabar aquel momento en su memoria. Desde las arruguitas alrededor de su boca a cómo el viento movía su pelo o el aroma de su colonia.
-Vengo de ver a tu padre –siguió él. –Le he pedido permiso para casarme contigo y me lo ha dado. ¿Qué dices Myri?
Ella levantó una mano para tocar su cara.
-¿De verdad le has pedido permiso a mi padre?
-Sé que tú eres una chica muy tradicional –Víctor metió la mano en el bolsillo de la chaqueta para sacar una cajita de terciopelo y abrió la tapa.
Myriam parpadeó al ver el anillo que había dentro: un rubí del tamaño de una uña flanqueado a ambos lados por un diamante de color rosa.
Él tomó su mano y se aclaró la garganta antes de preguntar:
-¿Quieres casarte conmigo, Myriam Montemayor?
Para su sorpresa y sin duda para la de Víctor, Myriam se puso a llorar.
-No sé qué decir –sollozó, echándose en sus brazos.
-Yo esperaba una respuesta más decisiva –rió él.
-Te quiero, Víctor –murmuró Myriam, sorbiendo las lágrimas. –Perdona, deben ser las hormonas. Y, por supuesto, la respuesta es sí.
Se quedaron allí, en medio del jardín, abrazados, hasta que Víctor se apartó un poco para poner el anillo en su dedo.
Unas semanas antes había estado perdida, sola. Y ahora tenía una hermana, un hijo en camino y a Víctor García. Que ya no era el playboy el año.
Myriam aceptó el pañuelo que Víctor sacó del bolsillo como si hubiera intuido que iba a necesitar uno. Como sí la conociera mejor que nadie.
-Por el futuro, Myri –murmuró, poniendo una mano sobre su abdomen, cálida, protectora. –Lo que hagamos con este matrimonio dependerá de los dos.
-Y podemos hacer que sea maravilloso estando juntos. Sigo queriendo estudiar, claro. Llevo mucho tiempo soñando con hacerlo.
-Me parece muy bien.
-¿Y piensas conducir todos los días hasta tu oficina? Está a casi una hora de aquí.
-Puedo trabajar desde cualquier parte. También podríamos buscar algún sitio más cerca e la oficina y de la universidad más adelante, pero Dreamscape siempre estará aquí, un sitio para relajarnos… -Víctor metió la mano bajo el jersey. –O para hacer lo que queramos.
Riendo, la tomó en brazos para llevarla al interior de la casa y lograron llegar al dormitorio antes de sucumbir a la pasión.
Horas después, Myriam despertó al sentir una caricia en el brazo. Víctor estaba sentado en la cama, mirándola. El sol de la tarde llenaba el dormitorio con una luz mortecina mientras las primeras gotas de lluvia caían sobre el tejado.
-Tenemos que hablar sobre la boda.
-Tan espectacular como tú quieras –sonrió Víctor, con los ojos llenos de amor por ella y por el niño. –Nos complementamos bien, ¿verdad?
Myriam puso una mano sobre su torso. En eso estaba totalmente de acuerdo.
-Enséñame otra vez lo bien que nos complementamos.
-Será un placer, princesa.


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Mensaje  jai33sire Lun Abr 30, 2012 8:35 pm

Gracias por la novelita para estuvo GENIAL...muchas gracias

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Mensaje  Dianitha Miér Mayo 02, 2012 7:20 pm

mil gracias por compartir esta linda novelita niña me encanto de principio a fin Recuerdo de un beso - Página 2 953882 Recuerdo de un beso - Página 2 953882 Recuerdo de un beso - Página 2 953882
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Mensaje  Ale Dom Mayo 13, 2012 10:20 pm

ME GUSTO MUCHO LA HISTORIA HACE TIEMPO QUE NO LEIA Y ENCONTRE UNAS MUY BUENAS FELICIDADES
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Mensaje  dany Lun Mayo 28, 2012 1:53 pm

GRACIAS POR LA NOVELA

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