Sed eterna

aqui de nuevo, como ya pronto va a cabar la promesa he decidido iniciar otra.
Espero les guste y que tengan un fin de semana maravilloso

Sed Eterna

30 de Enero

Querido Sr. V. A. Garcia:

Espero que cuando esta carta le llegue, se encuentre bien, y espero que haya pasado unas felices fiestas. Esta es la segunda carta que le envió. La primera se la envié justo antes de las Navidades. Sin duda se perdió con la confusión de las vacaciones. En realidad intenté ponerme en contacto con usted por teléfono; lamentablemente, la información que tenemos aquí para contactar con usted no incluye su número de teléfono, y aparentemente no está en ningún listín de teléfonos.
En cuanto a la razón de mi carta, estoy contenta de informarle que la serie de vampiro que usted escribe bajo el nombre de Alexander Von es bastante popular entre los lectores, mucho más de lo que alguna vez hubiésemos esperado. Hasta tenemos mucho interés en que viaje para una firma de ejemplares. Muchas librerías se han puesto en contacto con nosotros por esa posibilidad, así que pensé que debería de ponerme en contacto con usted y averiguar, para cuando estaría interesado en realizar dicho evento.
Por favor póngase en contacto con esta oficina adjuntando su número de teléfono y su respuesta.
Espero noticias suyas.
Sinceramente,
Myriam M. Cruz, Editora
Editorial Montemayor Academics Co., Inc.
Nueva York, NY

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1 de Abril

Querida Sra. Montemayor Cruz:

Mi respuesta es No.

Sinceramente,
Víctor A. Garcia
Toronto, Ontario

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11 de Abril

Querido Sr. A. Garcia:

Recibí su carta esta mañana, en ella veo que usted no está interesado en realizar un viaje para firmar libros. Siento que debería de subrayarle que hay un fuerte interés para publicar más de sus libros. Su popularidad crece rápidamente. Varias revistas han escrito solicitando una entrevista. No creo que deba de explicarle lo provechosa que sería esta publicidad en la venta de la futura serie.
En cuanto a viajar para la firma de ejemplares, no sólo tenemos llamadas telefónicas por una de las librerías, sino de una cadena de librerías sumamente importante que vende ejemplares tanto en Canadá como en los Estados Unidos. Han informado que estaría dispuesta a hacer todos los tramites para que visitara sus tiendas de más grandes. Ellos arreglarían y pagarían todos sus vuelos, reservando los hoteles en cada viaje, suministrándole un coche y conductor para recogerle en el aeropuerto, llevándole al hotel, cada vez que fuera a las firmas de ejemplares. No es ninguna oferta sin importancia, y le recomiendo que lo considere con sumo cuidado.
Como el correo de aquí a Toronto aparece que es bastante lento, aunque sus cartas parecen tomar los diez días habituales, envió este giro por correo urgente durante la noche. Apreciaría una respuesta inmediata, y por favor acuérdese de incluir su número de teléfono en esta vez.

Sinceramente,
Myriam M. Cruz, Editora

Editorial Montemayor Academics Co., Inc.
Nueva York, NY

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15 de Junio

Querida Sra. Montemayor Cruz:

No.

Muy Sinceramente,
Víctor A. Garcia
Toronto, Ontario

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26 de Junio

Querido Sr. Garcia:

Otra vez usted ha olvidado incluir su número de teléfono. De ser este el caso, le pediría que por favor llame a la oficina inmediatamente y hable con cualquiera , o conmigo, o, si por un casual no estoy disponible en el momento en que haga la llamada, mi ayudante Cristina. Puede realizar una llamada por cobrar si es necesario, pero realmente me gustaría dirigirme a usted yo misma porque me parece que no comprende lo famoso que se ha convertido, o como el contacto es importante y necesario para con sus lectores.
No sé si es consciente de ello, pero tiene numerosos admiradores que aparecen por todas partes en Internet y recibimos toneladas de correo diariamente para usted que serán embaladas y expedidas por separado junto con esta carta. He mencionado las demandas de viaje para que haga firmas de sus libros en las anteriores cartas, bueno pues debería de decirle que aquellas peticiones ahora alcanzan dimensiones espectaculares. Parece que cada librería en el mundo entero les gustaría que los visitara y estoy segura que cuando firmara los ejemplares sería un éxito rotundo. Como posiblemente no pueda ir a cada librería, hemos pensado que una tienda en cada ciudad importante sería lo mejor.
También me gustaría que pensara en dar una entrevista o dos, le incluyo las cartas en las que hemos recibido de varias publicaciones que nos las han pedido. Como usted notará, estas demandas vienen de otras publicaciones a parte de las revistas románicas. Su popularidad ha sido general, como es reflejado por el hecho de que varios periódicos y revistas literarias también le solicitan para entrevistarle. Hasta hemos recibido el interés de un par de noticiarios que se emiten por la mañana. Mientras que para estos noticiarios tendría que estar en persona, para el periódico y las entrevistas de las revistas no tienen que estar presente; ellos podrían hacerlo mediante una llamada de teléfono o hasta con una conexión en Internet si así lo desea. ¿Sabe algo sobre Internet? Si es así, también me gustaría su dirección de correo electrónico y le animaría a conseguir un MSN o algo similar para que yo pudiera hablarle de ese modo. Podríamos hacer una videoconferencia y tratar estos asuntos de una forma rápida y personal.
Varios de mis escritores tienen el messenger, y lo encontramos muy cómodo y mucho más rápido que el correo tradicional.

Hay muchas más cosas que me gustaría hablar con usted.
Por favor acuérdese de telefonear a esta oficina cuanto antes, reuniéndonos si es necesario.
Otra vez, envío esta carta esta noche para que salga mañana en el correo urgente.

Atentamente,
Myriam Montemayor Cruz
Editora.
Editorial Montemayor Academics Co., Inc.
Nueva York, NY

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1 de Agosto

Señora Montemayor Cruz:

No.

Muy, muy Sinceramente, Víctor Alejandro Garcia
Toronto, Ontario


al rato les pongo el capitulo...

gracias por el capitulo y por la nueva novelita siguele por faaaaaaaa

Gracias otra novelita que padre Saludos Atte: Iliana

POS Q PASO CON EL CAPI ANDALE NIÑA YA QUEREMOS EL CAPI JAJAJ SALUDOS

Jueves, 11 de septiembre

— Bianca jura que nunca quiere ver otro ataúd mientras viva.
Víctor gruñó por el comentario de su madre cuando él y su hermano menor Bastián colocaban el ataúd en el piso del sótano. Sabía todo acerca de la nueva aversión de su futura cuñada; Romeo se lo había explicado todo. Por eso estaba almacenando esa cosa. Romeo estaba dispuesto a sacarlo de la mansión para mantener a su prometida feliz, pero por motivos sentimentales y profesionales, no podía separarse permanentemente de él. Romero juraba que se le ocurrieron sus mejores ideas estando dentro, ahi en la silenciosa oscuridad.
Él era un poco excéntrico. Era la única persona en quién Víctor podía pensar que traería un ataúd al ensayo de su propia boda. El ministro se había horrorizado cuando él había descubierto a los tres hermanos transfiriéndolo del pickup de Romeo a la furgoneta de Bastián.
— Gracias por sacarlo de aquí, Bastián. —Dijo Víctor cuando se enderezó.
Bastián se encogió de hombros.
— Tú apenas lo podrías acomodar en tu volvo. Además, —agregó cuando emprendieron el viaje de regreso arriba de las escaleras— prefiero transportarlo antes que almacenarlo. Mi ama de llaves tendría un ataque.
Víctor simplemente sonrió. Él ya no tenía una ama de llaves por quién preocuparse, y la compañía de limpieza que había contratado iba una vez a la semana y sólo trabajaba en el primer piso. La vista del ataúd no era una preocupación.
— ¿Todo está listo para la boda? —Preguntó cuando siguió a su madre y a Bastián a la cocina. Apagó las luces del sótano y cerró la puerta detrás de él, pero no se tomó la molestia de encender otras luces. La débil irradiación de la luz nocturna era suficiente para iluminar la cocina y caminar hacia la puerta de la calle.
— Sí. Finalmente. —Ruth García sonó aliviada.— A pesar de las preocupaciones de la señora Hoz de que la boda era demasiado apresurada y que la familia de Bianca no tendría tiempo de tomar medidas para estar aquí, todos ellos vendrán.
— ¿Qué tan grande es la familia? —Víctor sinceramente esperaba que no hubiese tantos Hoz como había habido Mc Roy en la boda de Andrea. La boda de su hermana con Federico Mc Roy había sido una pesadilla. El hombre tenía una familia enorme, la mayoría de la cual parecían ser mujeres solteras que miraban a Víctor , Romeo y Bastián como si fueran el plato principal de una comida en curso.
A Víctor le desagradaban las mujeres agresivas. Él había nacido y crecido en un tiempo cuándo los hombres eran los agresores y las mujeres sonreían y contestaban con una sonrisa afectada y sabían su lugar.
Realmente no se había adaptado a los tiempos y no anhelaba otro desastre como la boda de Andy donde había pasado la mayor parte de su tiempo evitando a las invitadas femeninas.
Afortunadamente, Ruth serenó algunos de sus miedos anunciando— Bastante pequeña si se compara con la familia de Fede, y son sobre todo hombres y además heterosexuales, según la lista de invitado que vi.
— A Dios gracias. —Murmuró Bastián, intercambiando una mirada con su hermano.
Víctor inclinó la cabeza en acuerdo.— ¿Estás nervioso Romeo?
— Es bastante sorprendentemente, pero no. —Bastián sonrió torcidamente— Él ya tiene bastante tiempo ayudando a arreglar todo esto. Jura que no puede esperar al día de la boda. Bianca parece hacerlo feliz. —Su expresión cambió a una de perplejidad.
Víctor compartió la confusión de su hermano.
Él no podía imaginar dejar su libertad por una mujer, tampoco.
Deteniéndose a pensar en la puerta de la calle, regresó para encontrar a su madre escarbando en el correo de la mesa de su vestíbulo.
— ¡Vic, aquí tienes correo sin abrir de hace semanas! ¿No lo lees?
— ¿Por qué tan asombrada mamá? Víctor nunca contesta las llamadas, tampoco. Caray, tenemos suerte cuando se molesta en abrirnos la puerta. -Bastián lo dijo con voz risueña, pero Víctor no perdió el intercambio de miradas entre su madre y su hermano. Estaban preocupados por él. Siempre había sido una persona solitaria, pero últimamente había llevado esto hasta el extremo y todo parecía una molestia. Sabían que en su vida crecía peligrosamente el aburrimiento.
— ¿Qué es esta caja?
— No sé. —Víctor admitió cuando su madre levantó una enorme caja de la mesa y la sacudía como si fuese ligera como una pluma.
— Bien, ¿no piensas que podría ser una buena idea averiguarlo? —Preguntó ella con impaciencia.
Víctor puso los ojos en blanco. No importa cuán viejo llegara a ser, su madre probablemente interferiría y lo picotearía como una gallina. Era algo a lo que se había resignado hacía mucho tiempo.
— Tendré tiempo para hacerlo eventualmente. —Refunfuñó.— Es en su mayor parte correo molesto o personas que quieren algo de mí.
— ¿Qué hay acerca de la carta de tu editor? Debe ser importante. No lo enviarían por correo urgente si no lo fuera.
El ceño de Víctor se hizo más profundo cuando su madre recogió el sobre FedEx y lo giró con curiosidad en sus manos.
— No es importante. Mi editora sólo me acosa. La compañía desea que haga un viaje para firmar libros.
— ¿Jack quiere que tú hagas un viaje para firmar libros? —Ruth frunció el ceño.— Pensé que le aclaraste desde el principio que no estás interesado en la publicidad.
— No Jack. No. —Víctor no estaba sorprendido por que su madre recordara el nombre de su viejo editor; ella tenía una memoria perfecta y él había mencionado a Jack muchas veces en los diez años que había estado escribiendo para Montemayor Academics Publishing. Sus primeros trabajos habían sido publicados como textos históricos usados sobre todo en universidades y colegios. Esos libros estaban todavía en uso y se elogiaban por que estaban escritos como si el escritor realmente hubiese sobrevivido a cada período sobre el cual escribió. Que, claro está, Víctor hizo. Sin embargo ese era un conocimiento apenas público.
Los últimos tres libros de Víctor , sin embargo, habían sido de naturaleza autobiográficos de su familia. La primera parte contaba la historia de cómo se habían conocido su madre y su padre y se habían unido, el segundo cómo había conocido su hermana Andrea y se había enamorado de su marido, Federico, y el último, publicado solamente hace semanas, narraba la historia de su hermano Romeo y Bianca Hoz. Víctor no había pensado escribirlos, sólo los clasificaba como de seguir adelante. Pero una vez que los había escrito, había decidido que deberían ser registros publicados para el futuro. Obtenido el permiso de su familia, los había enviado a Jack, quien había pensado que eran un brillante trabajo de ficción y los había publicado como tal. No sólo ficción, tampoco pensó que al mismo tiempo de publicarse, se pusiera tan de “moda” el enamorarse de seres inmortales, y que salieran Sagas de novelas y que hasta el cine fueran a parar aquellas historias, el genero "Romance paranormal" estaba In y Víctor repentinamente se había encontrado como un escritor de romance paranormal de moda.
La situación entera era algo inquietante para él, así que generalmente hacía lo mejor que podía para no pensar en ello.
— Jack ya no es mi editor. —Explicó— Tuvo un ataque al corazón y murió. Su asistente me informo que la hija del dueño, recibió su puesto y toda su cartera de escritores, y ha estado acosándome desde entonces. —Frunció el ceño otra vez.— La mujer trata de usarme para ponerse a prueba a sí misma. Está resuelta a que debería hacer algunos eventos publicitarios para las novelas. Seguramente quieren competir contra la ola de novelas y películas que sacan otras editoriales.
Bastián lo miró como si estuviese a punto de hacer un comentario, pero hizo una pausa y se giró por el sonido de un coche entrando en el camino de acceso. Víctor abrió la puerta, y los dos hombres observaron con diversos grados de sorpresa como un taxi se detenía al lado de la furgoneta de Bastián.
— ¿Dirección equivocada? —Preguntó Bastián, sabiendo que su hermano no sobresalía por tener compañía.
— Debe ser. —Comentó Víctor . Entrecerró los ojos cuando el conductor salió y abrió la puerta de atrás a una mujer joven.
— ¿Quién es esa? —Preguntó Bastián. Sonó aún más asombrado de lo que Víctor se sentía.
— No tengo ni idea. —Contestó Víctor . El taxista sacó una maleta pequeña y un gabardina del maletero del coche.
— Creo que es tu editora. —Anunció Ruth.

Gracias por el Cap- si la montaña no va a mahoma, verdad jajajaja se pone guena la novela Saludos niñas Atte: Iliana

graciias x el cap niiña creo k myriiam no se va a dar x venciida tan faciil saludos y buen fiin de semana

nueva nove siguele gracias por el capi saludos

Gracias por el capitulo.

Gracias por sus mensajes!!!!

Tanto Víctor como Bastián se giraron para mirar detenidamente a su madre. Ellos la encontraron leyendo la carta ahora abierta de FedExed.

— ¿Mi editora? ¿De qué diablos estás hablando Madre? —Víctor caminó para arrancar con fuerza la carta de su mano.
No haciendo caso de su grosero comportamiento, la madre de Víctor se movió al lado de Bastián y miró detenidamente con curiosidad, divertida hacia fuera.
— Como el correo es tan lento, y el interés en tus libros se ha extendido, la señorita Myriam Montemayor Cruz decidió venir a hablarte en persona. Cosa que, —Ruth añadió maliciosamente— sabrías si te molestases en leer tu correo.

Víctor arrugó la carta en su mano.

Básicamente decía todo lo que su madre había expresado.
Eso, más el hecho que Myriam M. Cruz llegaría sobre las 8 p.m en el vuelo de Nueva York. Eran las 8:30. El avión debía haber llegado a tiempo.

— Ella es bastante bonita, ¿verdad? —El comentario, junto con la especulación en la voz de su madre cuando habló, bastó para alarmar a Víctor . Ruth sonó como una madre considerando buscarle una pareja, ya bastante familiar en ella. Ella lo había hecho la primera vez que había visto a Romeo y Bianca juntos, también, y mira cómo había resultado: ¡Romeo enterrado profundamente en las preparaciones de la boda!

— Esta considerando una búsqueda de pareja, Bastián. Llévala a casa. Ahora. —Ordenó Víctor . Su hermano se echó a reír, moviéndolo para añadir— después de que haya acabado conmigo, enfocará la atención en encontrarte una esposa.

Bastián dejó de reír de inmediato. Agarró el brazo de su madre.— Ven, Mamá. Esto no es asunto nuestro.
— Por supuesto que es asunto mío. —Ruth encogió su codo libre.— Sois mis hijos. Vuestra felicidad y vuestro futuro es muchísimo mi asunto.
Bastián trató de discutir.— No entiendo por qué es un asunto ahora. Ambos tenemos más de cuatrocientos años. ¿Por qué, después de todo este tiempo, se te ha metido en tu cabeza vernos casados?
Ruth reflexionó durante un momento.— Bien, desde que tu padre murió, he estado pensando...

— Dios querido. —Interrumpió Víctor . Tristemente negó con la cabeza.
— ¿Qué dije? —Preguntó su madre.
— Es exactamente como Andrea terminó por trabajar en el refugio y se implicó con Fede. Papá murió, y ella comenzó a pensar.
Bastián inclinó la cabeza solemnemente.— Las mujeres no deberían pensar.
— ¡Bastián! —Exclamó Ruth A. Garcia.
— Bueno, bueno. Tú sabes que bromeo, Mamá. —Él se calmó, tomándola del brazo otra vez. Esta vez la puso fuera de la puerta.
— Sin embargo, yo no lo hago. —Víctor habló cuando los vio caminar desde el pórtico a la acera. Su madre recriminó a Bastián todo el camino, y Víctor sonrió abiertamente por la expresión asediada de su hermano. Bastián soportaría un infierno todo el camino a casa, Víctor lo sabía, y casi se compadeció de él. Casi.

Su risa murió, sin embargo, cuando su mirada se fijó en la joven que era aparentemente su editora. Su madre hizo una pausa en sus recriminaciones para saludar a la mujer. Víctor casi trató de oír lo que decían, luego decidió no molestarse. Dudó que quisiera oírlo, de todos modos.

Él miró a la mujer saludar con la cabeza y reírse con su madre, entonces tomó su equipaje en la mano y hecho a andar por la acera. Los ojos de Víctor se estrecharon. Dios querido, no esperaba quedarse con él, ¿verdad? No había ninguna mención en su carta sobre donde planeaba quedarse. Ella debía planear permanecer en un hotel. Por supuesto no asumiría que la alojaría. La mujer probablemente todavía no había parado en su hotel, se tranquilizó a sí mismo, con su mirada fija viajando sobre su persona.

Myriam M. Cruz estaba sobre la altura de su madre, lo cual la hacía relativamente normal para ser una mujer. También era delgada y bien proporcionada, con largo cabello cobrizo. Parecía bonita desde la distancia que en ese momento los separa. En un traje de calle azul pálido, Myriam M. Cruz se parecía a un vaso fresco de agua helada. La imagen agradaba en esa tarde de septiembre inoportunamente caliente.

La imagen se rompió cuando la mujer arrastró su equipaje hacia el pórtico, hizo una pausa ante él, le ofreció una sonrisa alegre tan brillante que levantó sus labios y chispeó en sus ojos, luego balbuceó.— Hola. Soy Myriam Montemayor Cruz. Espero que recibiera mi carta. El correo era tan lento, y usted continuó olvidándose de enviarme su número de teléfono, así que pensé en visitarle personalmente y conversar acerca de todas las posibilidades publicitarias que se abren para nosotros. Sé que no está realmente interesado en aceptar ninguna de ellas, pero estoy segura que una vez que le explique las ventajas lo reconsiderará.

Víctor contempló sus amplios labios, sonrientes durante un momento hipnotizado; entonces se sacudió.

¿Reconsiderar?

¿Era eso lo qué quería?

Bien, era bastante fácil. Lo reconsideró. Era una tarea rápida.— No.
Cerró su puerta.

gracias por el capi saludos y besos ala bb

GRACIAS POR EL CAPITULO

siguele niñaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa


saludos

Gracias por el Cap. Atte: Iliana

graciias niiña x el cap siguele k esto cada vez esta mas interesante saludos

Gracias por sus mensajitos, besos a todas.

Myriam contempló el sólido panel de madera donde la cara de Víctor A. Garcia había estado hacia 2 segundos y había luchado para no gritar de furia. El hombre era el más difícil, molesto, grosero, desagradable, y patán sobre la tierra, golpeó la puerta— ignorante, testarudo...que había conocido.

La puerta se abrió, y Myriam rápidamente plantó una visiblemente falsa pero ancha —ella debería recibir altas calificaciones por el esfuerzo— sonrisa. La sonrisa casi resbaló cuando lo miró. No había tenido realmente la oportunidad antes. Un segundo antes, había estado demasiado ocupada tratando de recordar el discurso que había hecho y memorizado en el vuelo hasta ahí; ahora no tenía un discurso preparado —no tenía realmente ni una pista de lo que decir— y entonces se encontró realmente mirando a Víctor A. Garcia. El hombre era mucho más joven de lo que había esperado.
Myriam sabía que él había escrito para Jack durante unos buenos diez años antes de que ella hubiera asumido su trabajo con él, ni siquiera parecía tener más de treinta y dos o treinta y tres años. Lo que significaba que había estado escribiendo profesionalmente desde principios de los veinte años.

También era enormemente atractivo. Su pelo era tan oscuro como la noche, sus ojos negros contenían una chispa plata que casi parecían reflejar la luz del pórtico, sus rasgos agudos y fuertes. Era alto y con musculos marcados para un hombre con una carrera tan sedentaria. Sus hombros atestiguaban más a un trabajador que a un intelectual. Myriam no podía menos que sentirse impresionada. Incluso el ceño sobre su cara no quitaba mérito a su belleza varonil.

Sin ningún esfuerzo de su parte, la sonrisa en la cara de Myriam ganó algo de calor y dijo:— Soy yo otra vez. No he comido aún, y pensé que quizás se uniría a mí para comer y podríamos intercambiar opiniones
— No. Por favor quítese de mi pórtico. —Entonces Víctor A. Garcia cerró la puerta una vez más.

— Bien, fue más que solamente un "No" —Refunfuñó Myriam para sí misma.— Fue incluso una frase entera, realmente. —Algo optimista, se decidió a tomarlo como un progreso.

Levantando la mano, golpeó la puerta otra vez. Su sonrisa fue algo maltrecha, pero estaba todavía en su lugar cuando la puerta se abrió por tercera vez. El Sr. A. Garcia reapareció, la miró menos complacido por encontrarla todavía allí. Esta vez, no habló, simplemente arqueó una ceja en pregunta.

Myriam supuso que decir una oración entera sería todo un progreso, él volvió a estar en completo silencio tenía que ser lo opuesto pero determinó no pensar en eso. Tratando de hacer su sonrisa un poco más calurosa, despejó su garganta y dijo:— Si no le gusta comer fuera de casa, quizá podría encargar algo y...
— No. —Él comenzó a cerrar la puerta otra vez, pero Myriam no había vivido en Nueva York cinco años sin aprender un truco o dos. Ella rápidamente avanzó pegando su pie, logrando no estremecerse cuando la puerta tropezó con él y saltó hacia atrás abriéndola.
Antes de que el señor A. Garcia pudiera hacer algún comentario sobre su táctica guerrillera, dijo:— Si no le gusta algo encargado, quizá podría tomar algunos comestibles y le cocinaría algo que le guste. —Añadiendo.— Así podríamos discutir sus miedos, y podría aliviarlos.
Él se puso rígido de sorpresa por su intervención.— No tengo miedo. —Dijo él.
— Ya veo. —Myriam permitió que una sana dosis de duda se arrastrase en su voz, más que complacida a inclinarse por la manipulación si era necesario.

Entonces esperó, de pie todavía en el lugar, deseando que su desesperación no se notara, ya que sabía que su fachada tranquila comenzaba a resquebrajarse.

El hombre frunció sus labios y tomó tiempo en considerarlo.

Su expresión hizo sospechar a Myriam que la medía para un ataúd, como si considerase matarla y enterrarla en su huerto, para sacarla del camino. Hizo un intento para no pensar demasiado en esa posibilidad. A pesar de haber leído su trabajado durante años, y ahora conociendo su trabajo casi un año como su editora, Myriam no lo conocía muy bien.

GRACIAS POR EL CAPITULO

gracias por el capi

Gracias por el Cap. Atte: Iliana

En sus momentos menos caritativos, había considerado sólo qué tipo de hombre podría ser. La mayor parte de sus escritores románicos eran mujeres. De hecho, cada escritor bajo su cuidado era mujer. Víctor A. Garcia, quién escribía como Alexander Von, era el único hombre. ¿Qué clase de individuo escribía sobre romances? ¿Y escribía Romances de vampiro, si estamos en ello? Había decidido que debía ser alguien optimista... o alguien extraño. Su expresión por el momento le hacía inclinarse hacia extraño. El tipo extraño de asesino en serie. Alguien salido de CSI o mas bien del tipo de el Destripador.
— Usted no tiene ninguna intención de marcharse, ¿verdad? —Preguntó él por fin interrumpiendo las fantasias de Myriam
Myriam consideró la pregunta. Con un firme “No" conseguiría probablemente entrar. ¿Pero era lo que quería? ¿La mataría el hombre? ¿Sería un titular en las noticias del día siguiente si entraba realmente por esa puerta?
Cortando tales pensamientos improductivos y atemorizantes, Myriam enderezó sus hombros y anunció firmemente:— Sr. A. Garcia, volé hasta aquí desde Nueva York. Esto es importante para mí. Estoy determinada a hablar con usted. Soy su editora. —Ella enfatizó la última palabra por si él hubiera omitido la importancia de aquel hecho. Esto por lo general tenía una cierta influencia con los escritores, aunque A. Garcia no hubiera mostrado ningún signo de sentirse impresionado hasta ahora.
Ella no supo qué más decir después de eso, así que Myriam simplemente se quedó esperando una respuesta que nunca llegó. Con un profundo suspiro, A. Garcia simplemente se dio media vuelta y se puso en marcha por su oscuro vestíbulo.
Myriam miró fijamente incierta su retirada Él no había dado un portazo en su cara esta vez.
Era un buen signo, ¿verdad? ¿Era una invitación para entrar?
Decidiendo que la iba a la tomar como una, Myriam levantó su maleta pequeña y su saco de noche y caminó hacia adentro. Era una tarde de finales del verano, más fresca de lo que había estado más temprano por el día, pero todavía calurosa. En contraste, entrar en la casa fue como entrar en un refrigerador. Myriam automáticamente cerró la puerta detrás de ella para impedir que el aire fresco escapase, luego hizo una pausa para permitir que sus ojos se adaptaran.
El interior de la casa estaba oscuro. Víctor A. Garcia no se había molestado en encender ninguna luz. Myriam no podía ver nada exceptuando un cuadrado de luz tenue perfilando lo que parecía ser una puerta al final del largo vestíbulo en el cual estaba parada. Ella no estaba segura de qué era esa luz; era demasiado gris y oscura para ser una instalación fija aérea. Myriam no estaba segura que si yendo hacia esa luz se encontraría al lado de Víctor A. Garcia, pero era el único foco de luz que podía ver, y que estaba realmente segura que estuviese en la dirección que él había tomado alejándose.
Dejando sus bolsos en la puerta, Myriam comenzó a avanzar con cuidado, dirigiéndose al cuadrado de luz, que repentinamente parecía bastante lejano. Ella no tenía idea si el camino estaba claro o no, —realmente no había mirado alrededor antes de cerrar la puerta— pero esperó que no hubiese ninguna cosa con la que tropezarse inesperadamente a lo largo del camino. Si lo hubiese, entonces seguramente lo encontraría.
Víctor hizo una pausa en el centro de su cocina y miró detenidamente alrededor con la iluminación de la luz de la noche. No estaba realmente seguro de qué hacer. Él nunca tenía invitados, o al menos no los había tenido durante cien años. ¿Qué hizo con ellos, exactamente? Después de un debate interior, se movió hacia la estufa, agarró la tetera que estaba en el quemador, y la llevó hacia el fregadero para llenarla de agua. Después de colocarla en la estufa y hacer girar el dial para encenderla, encontró una taza, algunas bolsitas de té y una azucarera llena. Él colocó todo fortuitamente en una bandeja.
Le ofrecería a Myriam M. Cruz una taza de té. Una vez que eso estuviera hecho, lo estaría también ella.
El hambre le atrajo hacia el refrigerador. La luz se derramó hacia fuera en el cuarto cuando abrió la puerta, le hizo parpadear después de la oscuridad anterior. Una vez que sus ojos se adaptaron, se dobló para recoger una de las dos bolsas de sangre en el estante del medio. Aparte de esas bolsas, no había nada adentro. La caja blanca cavernosa estaba vacía. Víctor no ocupaba mucho la cocinar. Su nevera llevaba bastante tiempo vacía desde que su última ama de llaves murió.
Él no perdió el tiempo con un vaso. En cambio, todavía doblado ante la nevera, levantó la bolsa de sangre a su boca y clavó sus colmillos en ella. El fresco elixir de la vida inmediatamente comenzó a entrar a raudales en su sistema, quitándole algo de su irritabilidad. Víctor nunca estaba tan molesto como cuando sus niveles de sangre estaban bajos.
— ¿Sr. Garcia?

Vuelvo al rato...

gracias por el capitulo

gracias por el capi saludoss