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Un Beso Inolvidable...Final

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Mensaje  Jenny Mar Sep 09, 2008 10:16 pm

Onde esta el capi de hoy??!!! eh!!! como??!!! jijiji

Niña espero k mañana nos pongas un 2 x 1 ya k hoy no pusiste cap eh!!!!

jajajaja

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Mensaje  aNaY Miér Sep 10, 2008 2:52 pm

apoyo la idea de jenny como no hubo capi necesitamos un 2 x 1 jejejejejejeje


anda dulceeeee no tardessssssssssssssss
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Mensaje  dulce_myrifan Miér Sep 10, 2008 11:34 pm

Capítulo 8

Víctor tenía razón. David ni siquiera se había dado cuenta de que habían estado fuera. Estaba demasiado ocupado siendo el alma de la fiesta. Pero Myriam no estaba tan segura de que Loretta estuviera en la misma situación. Su cuñada les había dirigido una sospechosa mirada cuando habían entrado juntos en la habitación principal. A los pocos segundos, inventó una excusa para separarse del grupo con el que estaba hablando y se dirigió hacia ellos.

—Estaba empezando a preguntarme dónde se habrían metido. ¿Han estado recordando viejos tiempos?
—No exactamente —contestó Víctor suavemente, antes de que a Myriam pudiera ocurrírsele ninguna excusa—. Le he pedido a Myriam que me indicara algún lugar en el que se pudiera comprar cervezas para la fiesta. No he traído ningún regalo y quería tener un detalle. Y hablando de regalos, ¿qué le has comprado a David, Myriam? Creo recordar que tu familia tenía una regla según la cual los regalos nunca podían exceder de treinta dólares. ¿Todavía la aplican?
—¡Desde luego! —exclamó Loretta, que parecía aliviada con la respuesta de Víctor. Por lo visto pensaba, al igual que su marido, que no era conveniente que Myriam compartiera algo más que una simple amistad con Víctor.
Lo sentía por ella, pensó Myriam con una repentina y firme resolución. Víctor iba a ser su amante, y le importaba un comino lo que pudieran pensar los demás. Quizá lo fuera sólo por una noche, o durante un fin de semana, como mucho tal vez durante una semana. Pero aquel corto espacio de tiempo significaría para ella mucho más que toda una vida con cualquier otro hombre.
Víctor podía ser un mujeriego, pero tenía otras muchas cualidades además de su atractivo físico. Había en él un fondo de ternura tan cautivador como excepcional, una sensibilidad y una capacidad de comprensión que tiempo atrás Myriam había podido admirar y que, estaba casi segura, probablemente conservara todavía en su interior.
Sí, era cierto que le gustaban las mujeres bonitas, ella incluida, pero si sólo fuera la lujuria la que lo motivaba no habría tenido ningún inconveniente en hacer el amor con ella en el coche. No se habría arrepentido ni habría empezado a hacer planes especiales; habría satisfecho su deseo sin pensar ni en su incomodidad ni en su dolor.
Era posible que no la amara, pero sabia que de alguna manera le importaba. Lo sentía más que nunca.

—¿Y qué le has comprado tú, Myriam? —le preguntó Víctor.
Myriam sonrió con malicia.
—Algo muy útil.
—¿Qué?
—Un par de calzoncillos que brillan en la noche. Tienen una flecha que señala el lugar indicado.
Loretta soltó una carcajada.
—Hasta ahora siempre había tenido que pintarle yo un mapa —dijo entre risas y entonces fue Myriam la que estalló.
Víctor se había unido ya a sus contagiosas risas cuando el propio David se incorporó al grupo.
—Debe de ser una buena broma si Loretta se está riendo de ella —sonrió y rodeó los hombros de su esposa con el brazo—. La adoro, pero su sentido del humor a veces deja mucho que desear.
—Myriam nos estaba contando lo que te había regalado por tu cumpleaños —le confesó Víctor—. Y Loretta nos ha comentado que siempre tenía que dibujarte un mapa.
A David se le heló la sonrisa. Se recuperó rápidamente, pero a Myriam le pareció advertir cierta nota ácida en su respuesta.
—Bueno, supongo que no se podría decir lo mismo de ti. Serías capaz de encontrar a una mujer hasta con los ojos vendados.
Se hizo en el grupo un tenso silencio que Víctor mismo quebró con una risa.
—Con los ojos vendados, ¿eh? Bueno, me has dado una idea. Aunque, personalmente, prefiero tener los ojos bien abiertos cuando hago el amor —desvió la mirada lentamente hacia Myriam.
—¿Hacer el amor? —se burló David—. No es así como lo llamabas antes, viejo amigo. Creo recordar que era una palabra con menos letras, algo más pintoresca, pero mucho menos elegante. Yo creo que reflejaba mucho mejor tu condición de superestudiante.
Víctor no reaccionó. Se limitó a sonreír con indulgencia y cierta frialdad a su amigo. Myriam admiró su paciencia; cualquier otro habría reaccionado de una forma mucho más agresiva.
Loretta, sintiendo quizá la tensión del ambiente, decidió que ya había llegado el momento de sacar la tarta de cumpleaños.
Myriam agradeció aquel cambio de tema; de hecho, estaba tan enfadada con David, que tuvo que hacer un esfuerzo para darle un beso a su hermano después de que soplara las velas.
No era propio de él el ser tan grosero y no acertaba a comprender el motivo de aquella actitud. No creía que sospechara nada de lo que había ocurrido entre Víctor y ella.
Las dudas de Loretta parecieron disiparse, sobre todo cuando Víctor se puso a charlar con una voluptuosa rubia que apenas podía contener la alegría que le producía que Víctor le prestara atención.
Pero Myriam no estaba tan contenta. Los celos empezaban a apoderarse de ella. Los celos más la inseguridad y el desagradable sentimiento de no ser la persona indicada. Era posible que Víctor decidiera, después de conocer a aquella rubia, que era una tontería tener una relación con una persona sin ningún tipo de experiencia en ese campo. Probablemente preferiría pasar aquellos días de descanso con alguien que pudiera satisfacer sus deseos, indudablemente sofisticados. Cuanto más lo miraba, más convencida estaba de que ya ni siquiera recordaba la atracción que podía haber llegado a sentir por ella.
Cuando la rubia le acarició a Víctor el brazo y lo miró riendo, sus temores se incrementaron. Había algo especial en aquella risa; algo increíblemente sexy. ¿Estarían planeando una cita secreta? A lo peor habían quedado ya para esa misma noche. Myriam se los imaginaba tumbados en la cama del hotel, desnudos. Prácticamente veía a la rubia rodeando a Víctor con las piernas mientras éste inclinaba la cabeza sobre sus senos.
Tragándose la bilis, cruzó la habitación para dirigirse hacia él. Cuando estuvo a su lado, lo agarró del brazo y le dijo que quería irse a casa y necesitaba que moviera su coche.
Víctor se recuperó rápidamente del sobresalto inicial y le pidió disculpas a la rubia, a la que no le hizo ninguna gracia aquella interrupción.

—¿Dónde van ustedes dos? —les preguntó bruscamente David cuando vio que se dirigían juntos hacia la puerta.
—Myriam quiere irse a casa —le explicó Víctor pacientemente—, y mi coche está aparcado justo detrás del suyo.
El alivio de su hermano al oírlo le recordó a Myriam cuánto le desagradaría que tuviera una relación sentimental con Víctor. Pero desde luego, ella no pensaba decirle nada.
Aunque quizá ni siquiera tuviera nada que contarle después de la irrupción de aquella rubia en escena. Myriam estaba ardiendo de furia. Tenía ganas de que David desapareciera para poder abordar el tema con Víctor.
—En ese caso, buenas noches, cariño —le dijo David, dándole un beso en la mejilla—. Gracias por haber venido, aunque no estoy muy seguro de que tenga que agradecerte el regalo que me has hecho. Pero espera a que llegue tu cumpleaños. Te voy a regalar algo que va a hacer que te pongas más roja que una remolacha.
Myriam soltó una carcajada.
—Lo estaré esperando. Despídeme de Loretta, ¿quieres David? Tengo que irme a casa. Está empezando a dolerme la cabeza.
—¿De verdad tienes dolor de cabeza? —le preguntó Víctor después de apartar su coche.
—Sí, un dolor de cabeza con el pelo rubio y unos senos enormes.
—Ah —le sonrió—. Estás celosa.
—¿Y si lo estoy qué?
—Si estás celosa, mi dulce Myriam —le dijo, arrastrándola a sus brazos—, eso es maravilloso.
—No te parecería tan maravilloso si estuvieras en mi lugar. Aunque claro, supongo que tú nunca has estado celoso, ¿no?
—Es posible...
—¿No te vas a acostar con esa mujer esta noche, verdad Víctor? —le preguntó abiertamente.
Víctor bajó los brazos y la miró con expresión tormentosa.
—¡Maldita sea! ¡Estoy empezando a hartarme de todo esto! ¿Qué demonios te pasa? ¿Crees que tengo tan poco control que no puedo pasar una sola noche sin acostarme con nadie? ¿Piensas que soy un obseso que me acuesto indiscriminadamente con cualquier mujer? Tengo ciertos criterios, Myriam. Me creas o no, me gusta conocer a una mujer antes de acostarme con ella. No he vuelto a tener lo que se entiende por una noche loca desde el día de mi graduación.
—Oh, lo siento, Víctor —se disculpó, confundida por aquella calurosa defensa y no del todo convencida de que estuviera diciendo la verdad.
—Y tienes por qué. Esta noche ya he recibido más insultos de los hermanos Montemayor de los que puedo soportar. Esto tiene que terminar, Myriam. No soy como tú piensas. Si tú tampoco me respetas, ¿entonces es que sólo buscas el sexo en una posible aventura conmigo?
La confusión de Myriam se convirtió en nerviosismo. Víctor la miraba fijamente.
—Pues sí, al parecer es sólo sexo lo que buscas, ¿no?
—No, por supuesto que no —negó Myriam—. Me... me gustas mucho. Siempre me has gustado, y lo sabes, Víctor.
—Me amabas, Myriam. Eso es mucho más que gustar.
—Pensaba que te amaba —lo contradijo—, pero recuerda que sólo era una niña, por el amor de Dios.
—Eras más adulta a los quince años que mi esposa a los veintidós.
Myriam gimió y se quedó mirándolo fijamente. Víctor alargó el brazo para acariciarle la mejilla y a continuación deslizó un dedo hasta su boca.
—Me amabas —susurró contra sus labios entreabiertos—. No lo niegues.

De la garganta de Myriam escapó un sollozo con el que parecía estar admitiendo su respuesta.
—Quizá me ames todavía —sugirió con voz ronca. Myriam retrocedió asustada. Lo miraba con sus enormes ojos miel verdosos abiertos de par en par.
—No —dijo con voz atragantada.
—¿No? —repitió Víctor, mirándola con los ojos entrecerrados.
—No —insistió ella con una firmeza que estaba muy lejos de sentir—. Como tu mismo dijiste, ni siquiera te conozco.
—Entonces me conocerás —le prometió Víctor en tono sombrío—. Empezarás mañana mismo a conocerme.
—Sólo en un sentido bíblico.
En el rostro de Víctor se reflejó la frustración provocada por aquella respuesta.
—Si eso es lo que piensas, es que no sabes absolutamente nada sobre lo que significa hacer el amor.
—Tampoco he dicho que lo sepa.
—Entonces no pretendas adelantar lo que vamos a compartir mañana. Ahora, Myriam, creo que se me ha agotado ya la paciencia para este tipo de conversaciones. Pasaré a buscarte mañana a las once.
—¡A las once!
—Sí, a las once.
—¿Por qué tan pronto?
—¿Tienes alguna otra cosa que hacer?
—No...
—Entonces estate lista a las once.
Myriam se volvió, pero antes de dar un solo paso, llamó a Víctor.
—¿Qué quieres? —le preguntó él.
—No tienes mi dirección.
—Se la pediré a David.
Myriam hizo una mueca.
—Pero yo... yo no quiero que David se entere.
La mirada de Víctor le hizo sentirse vagamente avergonzada.
—Ya veo —le dijo con frialdad—. Muy bien, entonces dime tu dirección. Te aseguro que no la olvidaré.
En cuanto Myriam se la dijo, se volvió y se dirigió hacia la casa. Aunque no dijo una sola palabra, era evidente que estaba enfadado. Posiblemente, se había tomado su última petición como un nuevo insulto, pensó, y el portazo que dio Víctor nada más entrar en la casa confirmó sus sospechas.
Myriam gimió con desmayo. No había nada que le hubiera gustado más que poder decirle a todo el mundo que Víctor iba a ser su amante. Pero sólo si él realmente la amara, si hubiera alguna garantía de que después de lo que ocurriera al día siguiente, podrían empezar una relación verdadera.
Myriam no se engañaba. Las quejas de Víctor no cambiaban en absoluto el tipo de relaciones que mantenía con el sexo opuesto. Quizá hubiera dejado de tener noches locas en cuanto había salido de la universidad, pero eso no significaba que no hubiera tenido un montón de novias. El hecho de que su matrimonio hubiera fracasado a los cuatro años, tampoco lo hacía especialmente recomendable para iniciar con él una relación.
Aunque la promiscuidad en la que había vivido durante años quizá no fuera solamente culpa suya, admitió. Su herencia, más la cantidad de cualidades que tenía, lo convertían en un objetivo deseable para cualquier mujer. Posiblemente, ni siquiera le hubiera sido fiel a su esposa. En realidad, Myriam dudaba de todo lo que Víctor le había dicho.
Se metió en el coche suspirando. Ya era hora de irse a casa e intentar dormir un poco.
Al cabo de muy pocas horas, Víctor pasaría a buscarla. Y no quería hacerle esperar.
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Mensaje  dulce_myrifan Miér Sep 10, 2008 11:35 pm

—¡Me estás tomando el pelo! —exclamó Vanessa.
Eran las nueve menos cinco y las dos jóvenes se habían levantado de la cama minutos antes y estaban en la cocina, esperando a que se hiciera el café. Mientras tanto, Myriam le había contado a su compañera de piso lo que había ocurrido la noche anterior.
—Estoy empezando a desear que no fuera verdad —repuso Myriam, sintiendo los nervios que habían anidado en su estómago—. Estoy empezando a encontrarme tan mal que creo que no voy a ser capaz de desayunar siquiera.
—Ahora, déjame ver si me he enterado —comentó Vanessa, una vez estuvieron sentadas con sus respectivas tazas de café—. Ese Víctor ha dejado a su esposa...
—Su esposa lo ha dejado a él.
—¿Y sabes por qué?
—Había otro hombre. De hecho, por lo que Víctor me ha contado, debe de haber más de uno.
—¿Me estás diciendo que la mujer del hombre más irresistible del mundo ha tenido otras aventuras? —le preguntó Vanessa con escepticismo—. ¿Después de sólo cuatro años?
Myriam se encogió de hombros.
—A lo mejor es una mujer que necesita mucho sexo.
—Y quizá su super marido estuviera tan ocupado atendiendo a cada una de las mujeres atractivas con las que se cruzaba que no tenía tiempo para la mujer que lo esperaba en casa.
—Él dice que ya no es como antes.
—Por el amor de Dios, Myriam. A la hora de haberse encontrado contigo, ya estaban a punto de acostarse. No me parece muy propio de un marido que ha sido fiel hasta hace dos días.
—Pues a mi me parece lo más lógico en un marido que ha sido fiel hasta hace dos días —repuso Myriam, con el rostro ardiendo de indignación. Bajo la fría luz de la mañana, veía las cosas de forma diferente—. Si no tuviera ningún tipo de conciencia, no se habría detenido al enterarse de que era virgen.
Vanessa la miró con compasión.
—Eso no te lo crees ni tú. Lo único que ha hecho Víctor ha sido cambiar unos segundos de placer pasajero por toda una noche de sexo.
Myriam dejó la taza en el plato con gesto de enfado.
—¡Eh! ¿No eras tú la que decías que ya era hora de que me acostara con alguien? Pues bien, voy a hacerlo. Esta misma noche. Y Víctor va a hacerme los honores.
—Todavía estás enamorada de él, ¿verdad? —le preguntó Vanessa, mirándola con compasión—. ¿Esa es la razón por la que te vas a someter a esa tortura?
—¿Qué tortura? Hacer el amor con Víctor es un sueño. Anoche ya tuve un anticipo en el coche.
—Es posible que hacer el amor con él sea como un sueño, pero lo que vas a pasar después va a ser una pesadilla. Caramba, Myriam, has estado suspirando por culpa de un solo beso durante nueve años. Dios sabe cómo te va afectar el pasar toda una noche haciendo el amor con un experto en esas cuestiones. Supongo que te vas a pasar otros noventa años recordándolo.
A Myriam se le llenaron los ojos de lágrimas.
—¿Y crees que no lo se? —se levantó de un salto y corrió a su dormitorio. Cuando se derrumbó en la cama, estaba llorando desconsoladamente.
Vanessa fue detrás de ella.
—Cariño —se sentó en la cama y posó la mano en el hombro de su llorosa amiga—, deberías dejar de llorar, te lo digo en serio. Se te van a poner los ojos rojos. Mira, no me hagas ningún caso. Probablemente lo que me ocurre es que estoy celosa. Ve y disfruta todo lo que puedas. ¿Quién sabe? Es posible que de esa forma consigas sacártelo de la cabeza. Y si no lo consigues, a lo mejor logras meterte definitivamente en la suya. Quizá, cuando acabe la noche, no quiera que termine todo.
Myriam se dio la vuelta y pestañeó a la misma velocidad a la que latía su acelerado corazón.
—¿De verdad piensas que es posible, Vanessa?
—Cariño, si yo fuera un hombre y tú te me ofrecieras en bandeja de plata, procuraría conservarte en esa bandeja mucho más que una noche. Eres una persona muy especial, Myriam, y eso no es algo que se encuentre a menudo.
Myriam se sentó en la cama y abrazó a Vanessa con fuerza.
—Gracias por decir eso —exclamó emocionada—. Gracias, gracias.
—Caramba —repuso Vanessa, separándose de ella—, bajo ese frío exterior se esconde una persona muy sentimental, ¿verdad?
Myriam sonrió mientras se secaba las lágrimas.
—En nuestra familia somos muy dados a los abrazos, eso es todo.
—¿Sabe nuestro querido Víctor lo que va a conseguir esta noche?
—¿Qué quieres decir?
—No importa —musitó Vanessa—. ¿Qué piensas ponerte para esa ocasión tan especial?
—No tengo ni idea. Víctor va a venir a buscarme a las once.
—¡A las once! —Vanessa arrugó la nariz—. ¡Puaj! No hay nada peor que hacerlo durante el día. Se pierde todo el romanticismo.
Myriam soltó una carcajada.
—Estás de broma. Pero no creo que sea ese el plan de Víctor. Quiere que antes tenga oportunidad de conocer hasta qué punto ha cambiado.
—¿De verdad? Eso suena prometedor.
—A mí también me lo pareció anoche, cuando me lo dijo...
—¿Y ahora?
—Ahora me siento enferma.
—Siempre puedes echarte atrás. Llámalo y dile que has cambiado de opinión.
Myriam sacudió la cabeza con vigor.
—Si hiciera una cosa así, jamás me lo perdonaría.
—¿Y vas a ser capaz de perdonarte el haber vivido durante todos estos años sin haber disfrutado de nada más que un beso?
—Tendré que hacerlo, porque no hay forma de dar marcha atrás en el tiempo, Vanessa. Pero no voy a cambiar de opinión. Sé que podré sobrevivir aunque vuelva a perder a Víctor, pero no se que sería de mí si no aprovechara esta oportunidad.
—Supongo que la experiencia añadirá una nueva perspectiva a tus habilidades como consejera —respondió Vanessa secamente—. Mi madre siempre dice que hay que aprender a sacar lo positivo de cualquier acontecimiento negativo.
—No creo que muchas mujeres consideren que acostarse con Víctor sea algo negativo.
—¿De verdad? Creo que voy a tener que echar un vistazo a ese tipo cuando venga a buscarte. ¿No te importa que sea yo la que le abra la puerta?
—En absoluto. Supongo que para entonces ya me estarán temblando las rodillas.
—Qué va. Estoy segura de que vas a aparecer con un aspecto absolutamente frío, porque esa es tu forma de ser. O al menos eso parece... —un brillo travieso iluminó los ojos de Vanessa—. Me encantaría poder convertirme en mosca y posarme en la pared de la habitación cuando ese tipo te lleve a la cama. Estoy segura de que debajo de esas frías ropas con las que vas siempre se esconde una persona muy apasionada.
—Supongo que no te refieres a como iba vestida ayer —le recordó Myriam a su amiga.
—No, y mira para todo lo que ha servido. ¡Estuviste a punto de ser violada en el asiento de un coche!
—¡No fue una violación en absoluto! Hasta el último momento fui totalmente responsable de lo que hacía.
—Lo cual me recuerda algo. Tómate un par de copas de champán o algo equivalente antes del momento cumbre. La relajación es lo más importante.
—De acuerdo, lo haré.
—Y yo te meteré lo que tú ya sabes en el bolso, por si Casanova ha sufrido un lapsus mental. Creo que no hay nada que acabe más rápidamente con la pasión que tener que ir a una farmacia en el último momento.
—Sí, maestra.
—No te burles. A mí me encantaría haber tenido una compañera de piso que pudiera darme todos estos consejos antes de hacerlo por primera vez. En cualquier caso, es bastante difícil tener una compañera de piso a los catorce años.
—¡Catorce años!
Vanessa se encogió de hombros.
—Fui una niña precoz. Ahora, ¿no crees que deberías ir pensando en meterte en la ducha? A un hombre no se le puede hacer esperar, entre otras cosas porque casi nunca se quedan esperando.

Myriam todavía estaba sonriendo cuando cerró la puerta del baño, pero cuando se desnudó y vio su cuerpo desnudo reflejado en el espejo, su sonrisa se desvaneció.
Un cuerpo bonito no era suficiente para atrapar el corazón de Víctor. Ya había tenido suficientes durante toda su vida. Y ser una mujer apasionada tampoco; estaba segura de que eran muchas las mujeres que se hablan derretido en sus brazos.
No, no tenía sentido que Myriam intentara vestirse de una forma especialmente sensual aquel día. Ni que intentara superar a las mujeres con las que se había acostado. Además no seria capaz de hacerlo. Seria como intentar ganar una medalla en los Juegos Olímpicos compitiendo en un deporte para el que no estaba entrenada.
Pero podía darle a Víctor algo que quizá no le habían dado nunca. Podía ofrecerle un amor sincero. Aquella seria una noche llena de ternura, afecto y gratitud. Porque Myriam le estaba profundamente agradecida. Por el motivo que fuera, Víctor iba a hacer realidad uno de sus sueños más anhelados, el mismo que había expresado en el poema que le había regalado nueve años atrás.
Myriam todavía seguía abrazando aquel sueño de adolescencia en su corazón, y aquella noche... aquella noche se iba a cumplir una pequeña parte de él.
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Mensaje  alma.fra Jue Sep 11, 2008 12:37 am

Gracias por el capitulo, No tardes con el siguiente por favoooooor Razz le dejaste en lo mas intersante.
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Mensaje  crazylocademica Jue Sep 11, 2008 1:29 am

muy padre el capitulo!! Very Happy

me gusta la nove..siguele por fis! Smile

saludos!

atte. crazy lol!
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Mensaje  jai33sire Jue Sep 11, 2008 7:23 am

muchas gracias por el capitulo y siguele por faaaaaaa

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Mensaje  mats310863 Jue Sep 11, 2008 8:49 am

MYRIAM CONSEGUIRA CON SU AMOR, MÁS DE LO QUE CREE, SALUDOS

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Mensaje  Jenny Jue Sep 11, 2008 9:59 am

Muchas gracias por el cappppppppppppppppp

Me gusta mucho tu novelaaaaaaa espero pronto el otroooooooooooo

Muchas GRaciassssssssssssssssssssss

Besos
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Mensaje  aNaY Jue Sep 11, 2008 12:54 pm

orales....

si nos regalaste un 2 x 1
cheers cheers cheers cheers

mil gracias dulceeeeeeee y ya espero los proximos capis..
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NO TARDES !!!!!!!!!
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Mensaje  Chicana_415 Jue Sep 11, 2008 12:58 pm

por fin!!! ya estaba por quejarme de tus faltas de caps jajajajajaja

siguele prontooooo
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Mensaje  myrielpasofan Jue Sep 11, 2008 6:22 pm

porfin hay capi jajaja grax dulce...siguele prontito...
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Mensaje  Carmen Jue Sep 11, 2008 6:55 pm

Dulceee!!.. que buenisimoo que nos trajistee caaap!!.. es que osea la nove esta buenisimaa...

Esperoo prontoo el otro eh.. ajaja.. saluditos

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Mensaje  susy81 Jue Sep 11, 2008 9:23 pm

pa ya dentro de poco le llega su hora a myri jajajaja

gracias por el capitulo dulce y sigueleeeeee...besos

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Mensaje  dulce_myrifan Vie Sep 12, 2008 10:04 am

Bueno aqui les dejo otro capi no se me desesperen y buaaa nunca me felicitaron por mi rango de cristal nombre ya mero llego al otro y nada buaaa creo que me pondre en huelga Un Beso Inolvidable...Final - Página 4 64473 Un Beso Inolvidable...Final - Página 4 64473 jajaja... bueno pss hasta nuevo aviso, chao.

Capítulo 9

El apartamento de Myriam estaba en el segundo piso de un edificio del norte de Sydney, en una calle bien comunicada y cerca, aunque algo apartada, de las zonas más comerciales de la ciudad. No estaba lejos de la estación, pero desgraciadamente, no había cerca ninguna vista del puerto ni del puente.
En el bloque había doce viviendas, cuatro por piso. La de Myriam era la número once. Su salón daba a la calle por la que se entraba al edificio, de modo que si uno tenía vocación de espía era un lugar ideal.
A las once menos cinco, Vanessa se situó detrás de la ventana.

—¿Qué coche tiene? —le gritó a Myriam, que todavía estaba en el baño decidiendo su peinado.
—Uno negro.
—¿Sí, pero de que marca?
—No tengo ni idea. No es un coche deportivo y tiene pinta de ser extranjero.
—Y tiene unos asientos delanteros bastante amplios y cómodos —añadió Vanessa.
—Y cristales ahumados.
—Pues acaba de llegar.
—¿En serio? —gritó Myriam y salió del baño sujetándose el pelo.
Vanessa la recorrió con la mirada.
—Odio a la gente que se pone cualquier ropa vieja y consigue que parezca fantástica.
—Este vestido no es «cualquier ropa vieja» —protestó Myriam. Era un vestido de lino naranja, con la espalda al descubierto y muy entallado. Le llegaba justo encima de las rodillas—, me costó doscientos dólares.
Aunque tenía que admitir que se lo había comprado hacía dos años y se lo había puesto muchísimas veces. Pero siempre le hacía sentirse bien y era el vestido menos serio que tenía, a excepción del de seda verde que había llevado a la fiesta. Además, después de mucho pensar, había decidido que quería estar atractiva para Víctor.
—¿Me dejo el pelo suelto o me lo recojo? —preguntó desesperada.
—Recógetelo, pero déjate algunos mechones sueltos por la cara y el cuello para que no tengas un aspecto demasiado rígido. Ponte también unos pendientes. Ajá, el amante perfecto acaba de bajarse del coche, que es un Audi, por cierto. Tienes toda la razón del mundo: ¡es guapísimo!
—¿Qué lleva puesto?
—Un traje gris azulado. Guau, Myriam, ya estoy preparándome para recibirlo como es debido.
—Aparta esas manos, Vanessa. Este hombre es mío.
Vanessa soltó una carcajada.
—¿Crees sinceramente que se va a fijar en mí estando tú a mi lado? Voy a buscarte los pendientes y el resto de cosas que te he prometido. Tú vete recogiéndote el pelo. Y cuando llegue el amante ideal, tarda por lo menos cinco minutos en salir.
—Deja de llamarlo así —gruñó Myriam—. Se llama Víctor.
—De acuerdo. ¿Víctor qué más?
—García.
Vanessa se fue a su habitación y salió al momento con unos pendientes largos de ámbar y oro.
Myriam sacudió la cabeza al verlos.
—No, Vanessa. Son demasiado para mí, si no te importa, prefiero llevar estas bolitas de oro.
—No me importa, pero recuerda qué pendientes llevabas anoche cuando conseguiste cautivar su atención.
Myriam declinó su oferta diciéndole que la noche anterior Víctor también había llegado a pensar que era una mujer dispuesta a todo y que quizá los pendientes habían contribuido a causar esa impresión.
—Quizá, pero aquello era una fiesta, y ahora es de día, sería diferente. O Dios, ya está llamando al timbre.

Vanessa se dirigió hacia la puerta y Myriam se metió en el baño. Mientras se recogía el pelo las manos le temblaban de tal manera que el estilo que Vanessa le había sugerido le salió al final de forma fortuita. Aun así, estaba sorprendentemente satisfecha del resultado. Tenía un aspecto clásico, pero desenfadado al mismo tiempo, frío y a la vez sutilmente sensual.
Después de intentar tranquilizarse haciendo una serie de respiraciones, Myriam reunió al final la valentía suficiente para abandonar el refugio del baño y enfrentarse a su destino.
Víctor estaba tan maravilloso como Vanessa había dicho; su encanto, casi deslumbrante, parecía fuera de lugar en aquella habitación pequeña y decorada con muebles baratos.
Cuando entró Myriam, estaba semiapoyado en la ventana, con la chaqueta del traje desabrochada y las manos en los bolsillos del pantalón.
Llevaba una camisa de color azul más clara, y la corbata y el pañuelo eran una mezcla de azules, amarillos y verdes con un curioso diseño.
La última vez que Myriam había visto a Víctor formalmente vestido había sido el día de su boda, que no era lo mismo que encontrárselo en su propio salón a las once de la mañana. Decepcionada, Myriam comprendió que podría haberse comprado diez vestidos como el que llevaba con el dinero que le había costado a Víctor aquel traje.
Hasta entonces, jamás se había preocupado por el dinero que pudiera tener Víctor. Pero tampoco había albergado nunca el tipo de esperanzas que desde la noche anterior había empezado a alimentar sobre él. En ese momento, veía su condición de multimillonario como una barrera más en su relación que impedía que pudieran llegar a ser nada más que simples amantes. Las chicas como Myriam Montemayor no se casaban con hombres como Víctor García. Como mucho, podían llegar a ser amigos.
O amantes...
Myriam se dio cuenta de que estaba mirando a Víctor con el ceño fruncido, que éste a su vez la estaba mirando con el mismo gesto y que Vanessa los observaba a los dos con extrañeza. De modo que, intentando ubicar sus sueños en el rincón en el que siempre deberían haber estado, se esforzó por esbozar una sonrisa.

—Eres muy puntual —comentó.
—Y tú muy hermosa —le contestó Víctor con voz sedosa, provocando que de los labios de Vanessa escapara un pequeño suspiro.
Myriam miró a su amiga y se inclinó después a recoger el bolso de mano que había dejado preparado en la mesita del café. Era de color crema, aunque no del mismo tono que los zapatos; en realidad, jamás le había importado, pero en ese momento sí la afectaba, y mucho. De la misma forma que la afectaba no llevar un sujetador nuevo o que sus pendientes fueran de plata bañada en oro y no de oro real. Maldita fuera, ¡lo que estaba deseando era ser rica!
—¿Nos vamos? —le sugirió a Víctor secamente.
—Encantado de conocerte, Vanessa —se despidió Víctor mientras le tendía educadamente la mano.
Vanessa se la estrechó.
—Lo mismo digo. Por cierto, ¿dónde van a pasar el día? —preguntó, antes de que Víctor tuviera tiempo de conducir a Myriam hasta la puerta.
Myriam se descubrió a si misma intentando apartarse del brazo posesivo de Víctor y mirándolo a los ojos.
—Sí, ¿dónde van a pasar el día? —preguntó, sorprendida por lo tranquila y natural que sonaba su voz.
Vanessa tenía razón. Durante los años que llevaba viviendo en Sydney, había desarrollado una capacidad asombrosa para controlar su imagen y, aunque era la mejor forma de disimular sus sentimientos, no estaba muy segura de que le gustara. ¿Dónde estaba la joven sincera y sencilla que siempre había sido? ¿Realmente quería ser tan rica como Víctor? La antigua Myriam jamás se habría sentido inferior a alguien porque sus zapatos no fueran exactamente del mismo color que su bolso.
—He pensado que podríamos ir de compras —dijo Víctor, curvando sus labios sensuales y perfectos en una sonrisa—. Te había prometido comprarte otro vestido, ¿recuerdas? Después iremos a algún sitio a almorzar.
—¿Entonces Myriam volverá para la hora del té? —insistió Vanessa con una sonrisa extremadamente maliciosa—. Hoy me toca cocinar a mí, y necesito saber si tengo que preparar cena para una, para dos... o para tres.
—Yo no esperaría a Myriam a la hora del té —le contestó con una suave sonrisa y un brillo de diversión en la mirada que demostraba que comprendía exactamente las intenciones de Vanessa—. Realmente, no la esperaría hasta muy tarde. Tengo planes para esta noche. Tú no tenías nada previsto, ¿verdad Myriam? —la miró directamente a ella.
—No —fue todo lo que pudo decir. ¡Dios!, se lamentó, ¿por qué habría estado de acuerdo en que Víctor fuera a recogerla tan pronto? El día que la esperaba iba a ser una verdadera tortura. Ni siquiera estaba segura de que pudiera llegar a disfrutar de la noche cuando llegara, posiblemente estaría demasiado nerviosa después de haber pasado todo el día a su lado.
—Excelente —contestó Víctor—. Adiós, Vanessa.
—¿Adiós? Eso suena como si no fuéramos a vernos nunca más —Myriam se sobresaltó al advertir la indirecta que encerraban sus palabras.
—¿Si? —repuso él, arrastrando las palabras—. Entonces te diré au revoir, porque estoy seguro de que volveremos a vernos.
—Eso espero —musitó Vanessa y, sin que Víctor la viera, Myriam la miró con los ojos abiertos como platos. La respuesta de Vanessa fue una falsa sonrisa—. Bueno, marchense ya. Y no te olvides de lo que te he dicho de la bebida, Myriam.
—No lo olvidaré —contestó Myriam, agarrando a Víctor del brazo y sacándolo del piso antes de que su compañera pudiera decir una sola palabra más.

En cuanto cerró la puerta, Víctor soltó una carcajada.
—¿Qué te parece tan divertido? —le preguntó Myriam.
—Tú amiga. Cualquier diría que eres Caperucita Roja y estás a punto de aventurarte en el bosque del lobo. ¿Qué diablos le has contado de mí?
—Sólo la verdad.
—Tu versión de la verdad tiene muy poco que ver con la realidad, Myriam. Pero no es culpa tuya. David ha estado alimentando la imagen que tienes sobre mí desde hace años. Ya se lo dije ayer por la noche. También le dije que eso tenía que terminar.
Myriam se quedó de una pieza.
—No le dirías que hoy íbamos a salir juntos, ¿verdad?
—No, pero reconozco que me entraron ganas de hacerlo. La única razón por la que no se lo dije fue que te lo había prometido. Y como sabía que era capaz de llegar a decirle algo de lo que después podría arrepentirme, decidí pasar la noche en un hotel.
Las imágenes de Víctor acostado con la rubia con la que había estado hablando volvieron a la mente de Myriam, y aunque intentaba apartarlas, se negaban a desaparecer de su cabeza. Al igual que la sospecha de que la razón por la que Víctor había ido a dormir a un hotel no tenía nada que ver con una posible discusión con David y sí mucho con el estado de frustración que ella misma le había provocado.
Myriam continuó bajando las escaleras en silencio, odiando sus dudas y aferrándose al mismo tiempo a ellas con desesperación.
—Vas muy callada —le dijo Víctor con un suspiro—. ¿Qué te pasa Myriam? ¿Qué he hecho ahora?
Myriam se detuvo al final de la escalera y se volvió hacia él.
—¡Júrame que no te has acostado con esa rubia! —le pidió con voz rota—. ¡Júramelo!
Myriam retrocedió ante la furia que apareció en los ojos de Víctor. Al oír que un grupo de gente estaba bajando las escaleras, Víctor la agarró del brazo, la sacó precipitadamente del edificio y la hizo meterse en el coche.
En cuanto estuvo tras el volante, se volvió hacia ella con el rostro lleno de amargura.
—¿Y si lo juro? —la desafió—. ¿Qué demostraría con eso? Si fuera la clase de persona que piensas, no tendría ningún inconveniente en mentir. Pero si eso te hace sentirte mejor, lo juro. Anoche no me acosté ni con esa rubia ni con ninguna otra mujer. Y para cubrir todas las contingencias, juro también que no besé a nadie, ni tuve ningún tipo de relación sexual, ni...
—¡Basta! —gimió Myriam—. Te creo.
—¿Sí? Estupendo —contestó Víctor con sarcasmo.
—Por favor Víctor, lo siento. De verdad que lo siento. Te creo, ¡en serio! Pero es que les gustas tanto a las mujeres que cuando te vi hablando con esa rubia me puse celosa y...
—Y yo todavía tengo que cargar con mi vieja fama de Superestudiante —terminó Víctor por ella—. Te aseguro que si pudiera retroceder en el tiempo me iría a estudiar a un maldito monasterio y no pasaría siquiera por la universidad. No tengo excusas para justificar mi comportamiento durante aquellos años, excepto que era un joven loco y estúpido con más hormonas que sensatez.
Se interrumpió para tomar aire.
—Pero he cambiado, Myriam. He dejado de aprovecharme de mi estúpido talento para atraer al sexo opuesto. Cuando salí de la universidad tuve algunas novias, pero no volví a tener aventuras de una noche. Durante el año anterior a mi boda, Helen fue mi única compañera de cama.
—¿Y durante el matrimonio, Víctor? ¿Le has sido fiel durante el matrimonio?
—Mentiría si dijera que sí, pero fue ella la que me llevó a esa situación. Dejó de acostarse conmigo hace un año. Yo quería que tuviéramos hijos, pero ella se negaba. Demonios, yo quería tener hijos desde el mismo día que nos casamos. Helen me dijo que esperáramos dos años y después extendió el plazo hasta tres. Al final, decidió que no quería tener hijos. No puedes imaginarte cómo me enfadé. Después de aquella discusión, ella no confiaba en que yo tomara las medidas necesarias para evitar un embarazo y me pidió que dejáramos de dormir juntos hasta que yo hubiera entrado en razón.
—¿Y por qué no tomaba ella la píldora?
Víctor soltó una fría carcajada.
—Me dijo que le disminuía la libido y que le hacía engordar. Y yo la creí como un estúpido. Pero el problema de la píldora es que sólo protege del embarazo y, cuando alguien está dispuesto a ser salvajemente promiscuo, también es necesario protegerse de otros riesgos.
—¿Empezó entonces Helen a tener aventuras?
—Había empezado a tener aventuras poco tiempo después de que nos casáramos. El detective privado que contraté para investigarla hace un par de meses me mostró las horas y los días de varias reservas de hotel y había algunas fechadas hace cuatro años. Helen tuvo la falta de delicadeza de pagar las cuentas de los hoteles con una tarjeta de crédito que yo mismo le había dado. A veces, cuando yo tenía que viajar por algún asunto de negocios, echaba al personal de la casa y se llevaba allí a su último amante. Por supuesto, hacían el amor en nuestra cama de matrimonio.
Myriam era incapaz de articular palabra, se limitaba a mirarlo sin pestañear.
—Cuando le enseñé el informe del detective, a principios de esta semana, admitió que jamás me había amado, pero que pensaba que podría llegar a convertirla en una rica divorciada. En ese momento me fui de casa. Si me hubiera quedado, habría sido capaz de matarla. Mientras yo estaba fuera, Helen hizo las maletas y se marchó.
—Dios mío Víctor, es terrible. Cuesta creer que alguien pueda comportarse así.
—Si no me crees, puedo enseñarte el informe —contestó Víctor secamente.
—No es que no te crea, por supuesto que te creo. Simplemente, no puedo entender que una mujer se case con un hombre al que no ama, o que una mujer que está casada con un hombre desee a otro.
Entonces fue Víctor el que se quedó mirándola fijamente a los ojos mientras le acariciaba suavemente las mejillas.
—Eres un encanto, mi dulce Myriam. Si todas las personas fueran como tú. O si al menos... —se interrumpió de pronto y frunció el ceño, mientras parecía adentrarse en sus propios pensamientos.
—¿Víctor? —le preguntó Myriam suavemente.
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Mensaje  dulce_myrifan Vie Sep 12, 2008 10:04 am

Víctor salió bruscamente de su ensueño y le sonrió.
Fue una sonrisa tan triste que a Myriam le desgarró el corazón. Era posible que la gente pensara que Víctor lo había tenido todo en la vida, pero en realidad no había tenido nada que mereciera realmente la pena, como el amor de una familia o la lealtad. Myriam sabía desde hacía tiempo que sus padres apenas le habían dedicado tiempo y Víctor no tenía ni hermanas ni hermanos. La joven sospechaba que su madre no había querido tener más hijos después de que hubiera nacido de él. El día de la boda había tenido oportunidad de conocerla y le habían impresionado tanto su frialdad como su esnobismo.
Su esposa tampoco lo había querido. Por lo que Víctor había contado, lo único que le importaba realmente de él era su condición de hijo y heredero de García.
Myriam abrió la boca para decirle que ella sí lo amaba cuando algo se lo impidió. Confesar que lo había amado casi ciegamente durante tanto tiempo le daría a Víctor un inmenso poder sobre ella y, por mucho que Myriam admirara a Víctor, tenía que reconocer que nunca había sido una persona que se caracterizara por su intachable moralidad.
—Dejemos de hablar de Helen —le sugirió—. No hablemos de cosas serias. Hoy es un día para divertirnos.
Víctor le brindó entonces otra sonrisa mucho más parecida a las que Myriam recordaba. Sus ojos brillaron con fuerza y en la mejilla derecha le apareció el hoyuelo que siempre había fascinado a la joven.
—¡Es la mejor sugerencia que me han hecho en todo el año!
Víctor condujo hasta el puente y desde allí se dirigió al Prince Hotel, una de los nuevos establecimientos que habían abierto en Sydney. Myriam reconoció el lugar porque lo había visto en un anuncio de televisión recientemente. Lo describían como un lugar que había sabido recuperar el encanto y la gracia del pasado y tenía fama de ser escandalosamente caro. Sólo acudía a él gente rica y famosa, y el hotel presumía de poder ofrecerles pri¬vacidad y discreción.
—Eh... ¿para qué hemos venido aquí? —preguntó Myriam vacilante—. ¿Vamos a almorzar aquí?
—No, nos vamos a quedar aquí.
—¿Desde cuándo se te ha ocurrido eso?
—Desde que he llamado esta mañana para reservar la habitación. Está a poca distancia de la zona comercial y del teatro, y además se puede ir andando hasta el muelle. Es la base ideal para todas las actividades que tenemos previstas para hoy.
¿Actividades?
Myriam lo había oído nombrar de muchas formas, pero jamás así. Contuvo a tiempo una risa que amenazaba con escapar de sus labios y le dirigió a Víctor una mirada que esperaba fuera indescifrable. Y debió tener éxito porque él la miró con el ceño fruncido, con expresión de no saber lo que estaba pensando y de tener a la vez unas ganas enormes de adivinarlo.
—Creía que habías dicho que querías divertirte —susurró Víctor—. En ese caso, ¿crees que serías capaz por lo menos de sonreírme?
Myriam le sonrió y cuando Víctor le devolvió la sonrisa sintió que la atravesaba una ráfaga de amor por él.
—Así está mejor —dijo Víctor satisfecho—. Vamos, entremos al hotel. El portero quiere aparcar el coche.
Myriam era todo ojos mientras salían del coche y Víctor le daba instrucciones al botones pomposamente uniformado que se hizo cargo de su bolsa de viaje.
—¿Has estado alguna vez aquí? —le preguntó a Víctor en un susurro.
—No, nunca, ¿pero por qué hablas tan bajo?
—Este es un lugar para hablar en voz baja —susurró mientras miraba a su alrededor fascinada por las paredes de madera, las alfombras rojas y las estatuas de bronce. Personalmente la decoración le parecía un poco excesiva y, aunque era consciente de que habría mucha gente a la que le gustaría, le extrañaba que fuera del agrado de Víctor—. Eh... ¿por qué has elegido este lugar?
—Porque es el único hotel de Sydney en el que la suite nupcial no estaba reservada esta noche.
Myriam se detuvo inmediatamente. Los nervios acababan de apoderarse de nuevo de su estómago.
—¿La suite nupcial?
—Exacto —respondió Víctor con una voz tan suave y acariciadora como sus ojos—. La primera noche que vamos a pasar juntos requiere algo especial, algo que refleje lo que pienso de ti y lo que tú significas para mí.
A Myriam se le hizo un nudo en la garganta y los ojos se le llenaron de lágrimas, pero supo contenerlas a tiempo.
—Es un gesto muy amable, Víctor.
Víctor soltó una carcajada en la que no faltó una gota de cinismo.
—No es un gesto ni amable ni dulce en absoluto. No estoy preparado para ser una persona dulce. Soy egoísta, arrogante e incluso a veces cruel. Lo único que he hecho ha sido poner todos los medios para asegurarme de que no olvides esta noche. Y tampoco a mí. Si hasta ahora pensabas que por mi culpa no habías sido capaz de tener relaciones con ningún otro hombre, créeme, a partir de mañana no vas a querer saber nada de ningún otro hombre durante el resto de tu vida. Ahora, siéntate en esa butaca —la ordenó con una sonrisa tan despiadada como devastadora—. Voy a ver si está todo controlado. Después, nos iremos de compras.
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Mensaje  myrielpasofan Vie Sep 12, 2008 11:16 am

grax dulce..pero este capi estuvo cortito jajajaajja no se vale...pero bueno esperare jajajaja grax de nuevo
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Mensaje  Carmen Vie Sep 12, 2008 7:50 pm

ah este cap esta shikiiis Dulce!!.. jajaja... esperoou el proximo. mil gracias.. saluditos

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Mensaje  jai33sire Vie Sep 12, 2008 7:56 pm

muchas gracias por el capitulo esperamos el siguiente pronto por faaaaaaa

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Mensaje  alma.fra Vie Sep 12, 2008 11:41 pm

Muchas gracias por el capitulo, pero no te tardes con el que sigue por favor.
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Mensaje  susy81 Sáb Sep 13, 2008 12:03 am

jajajajaja que modesto jajajajaja

gracias por el capitulo dulce y sigueleeeeeeeeee...besos

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Mensaje  mats310863 Sáb Sep 13, 2008 12:31 am

VAYA ESPOSITA QUE TENIA VICTOR, GRACIAS POR EL CAPÍTULO

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Mensaje  Chicana_415 Sáb Sep 13, 2008 8:59 pm

Obioo no va a mirar a otro hombree! Se van a casar....de eso estoy segura jajajaja

Gracia spor el cap!!!
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Mensaje  mali07 Dom Sep 14, 2008 1:13 pm

AYYY KAPI SHIKITINN JEJEJ PERO ESTUBO WENOOO Un Beso Inolvidable...Final - Página 4 146353
SIGELEEE DULLL ESTA MUY LINDA LA NOBELITA SIGELEEEE................... lol! lol! lol!
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Mensaje  crazylocademica Lun Sep 15, 2008 2:46 am

jajaja ay vicco!!

esperemos que pasa!... Razz

siguele dulce..esta muy padre!

saludos!

atte. crazy lol!
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